Presentación

"Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora." Proverbio hindú

"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca." Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

"Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer." Alfonso V el Magnánimo (1394-1458) Rey de Aragón.

En este blog encontraréis reseñas, relatos, además de otras secciones de opinión, crítica, entrevistas, cine, artículos... Espero que os guste al igual de todo lo que vaya subiendo.

jueves, 28 de diciembre de 2017

RESEÑA: El cuento de la criada.

EL CUENTO DE LA CRIADA


Título: El cuento de la criada.

Autor: Margaret Atwood (Ottawa 1939) es una de las escritoras canadienses de mayor renombre internacional. Autora prolífica, ha cultivado diversos géneros literarios y su obra ha sido traducida a más de cuarenta idiomas. Entre sus novelas destacan, además de Alias Grace, El cuento de la criada, Por último, el corazón y Ojo de gato, finalistas del premio Booker, un galardón que obtuvo con El asesino ciego, su décima novela. Ha recibido así mismo el Governor General´s Award, la Orden de las Artes y las Letras, el Príncipe de Asturias de las Letras, el Premio Montale, el Premio Giller, el National Arts Club Literary Award, el Premio Internacional Franz Kafka, el Premio de la Paz del Gremio de Libreros Alemanes y desde hace unos años su nombre suena con fuerza entre los candidatos al premio Nobel de Literatura. Gracias a las adaptaciones televisivas de El cuento de la criada y Alias Grace, Margaret Atwood ha vuelto a posicionarse entre las autoras más vendidas a nivel mundial. (Fuente: Salamandra).



Editorial: Salamandra.

Idioma: inglés.

Traductor: Elsa Mateo Blanco.

Sinopsis: amparándose en la coartada del turismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder, y como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. En esta nueve República, la de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal y como imponen las normas establecidas por la dictadura puritana que gobierna el país. Si Defred se rebela - o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir - le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a las Colonias en las que sucumbirá a la producción de residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria y hasta sus relaciones sexuales. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo. (Fuente: Salamandra).

Su lectura me ha parecido: importante, trascendental, atemporal, bien escrita, dura, seca, crítica, con un mensaje rabiosamente feminista, escalofriante, perturbadora, terrorífica...Queridos lectores y lectoras, ya quedan pocos días para que comamos las 12 uvas y demos la bienvenida al 2018 por todo lo alto. Son fechas señaladas, que duda cabe, en las que se da rienda suelta a la nostalgia y en las que proliferan listas de "lo mejor de 2017" procedentes de cada disciplina científica, artística, humanística...Por ello y porque desde Jimena de la Almena no quería quedarme atrás y he decidido dejar lo mejor del año para el final. Y no, no es una reseña de Patria de Fernando Aramburu. Es cierto que en un principio esa era la idea, terminar este año de reseñas con una crítica al libro que más éxito editorial ha tenido en España. Pero tras meditarlo detenidamente, he optado, y creo que acertadamente, por reseñar el presente texto. Todos habéis oído hablar de él, muchos de vosotros habéis visto la serie y habréis alucinado con lo que se muestra y se narra. Todo eso lo se. Pero lo que muy poca gente sabe es que este libro, tan actual y cuya sinopsis podría encontrarse perfectamente en cualquier novela publicada este año, se escribió en los años ochenta. Si, en los ochenta ya se criticaban muchas cosas, entre ellas, la falta de libertad de la que hoy en día no disfrutan muchas mujeres de este mundo. Esto demuestra dos cosas: primero, que no hace falta que un libro se publique en 2017 para que se convierta en el libro del año, y segundo, que si no lo habéis hecho ya, espero que estas navidades vayáis alguna librería y adquiráis este libro. Regalarlo si queréis, afortunado será quien en su biblioteca tenga un ejemplar de El cuento de la criada: la perfecta y más terrorífica heredera de 1984.


La historia de como este libro llegó a mis manos es bien sencilla. Sin embargo, debemos remontarnos a mis años de estudiante universitaria. Como muchos ya sabréis, una servidora realizó el conocido como Trabajo Final de Grado sobre el totalitarismo a través de una serie de novelas distópicas. Libros como Un mundo feliz, 1984, Farenheit 451 y La naranja mecánica fueron los seleccionados y a los que sometí un intenso análisis para demostrar como el totalitarismo adquiría formas similares y diferentes al mismo tiempo entre unas novelas y otras. Fue durante ese proceso de documentación e investigación cuando descubrí a Margaret Atwood y El cuento de la criada. La verdad es que tras leer la sinopsis el libro me cautivó de inmediato. Es más, si lo usaba para mi trabajo podía darle una perspectiva de género tan necesaria como interesante para el estudio del tema. Sin embargo, y por falta de tiempo y espacio, El cuento de la criada se tuvo que quedar fuera de mi Trabajo Final de Grado. Eso unido al hecho de que me había resultado misión imposible encontrar un ejemplar, hicieron que la lectura de la novela de Margaret Atwood quedase apartada. Durante los años posteriores, y aunque no lo había leído, no me cansé de hablar de este libro y de recomendar su lectura. Me arriesgaba mucho, pero, mi intuición me decía que aquella novela no era el best seller de turno, sino algo más grande e inquietante. Pasado un tiempo y ya imbuidos en la era Netflix o HBO, se estrenó una serie que adaptaba de forma bastante fiel el libro de Margaret Atwood. En ese momento, casi por inercia, supe que algo estaba cambiando en el panorama cultural, y no solo desde el ámbito seriefilo. Al poco conseguí, gracias a un golpe de suerte, poder adentrarme en El cuento de la criada. Su lectura duró en mis manos unos días, los suficientes como para que pudiese asimilar la historia y todo lo que esta transmitía en cada capítulo. Tras finalizarla pude por fin disfrutar de la serie protagonizada por Elizabeth Moss, la inolvidable Peggy Olson de Mad Men, y comprobar como en ocasiones la ficción, en el caso de El cuento de la criada, podría superar a la realidad.


En lo que respecta a la crítica propiamente dicha comenzaremos diciendo que El cuento de la criada presenta una lectura amena, rápida, adictiva, pero no por ello ausente de contenido. Como ya he dicho en el párrafo anterior, este no es un libro cualquiera, pues ha sentado un precedente muy importante en la literatura distópica que se publicó posteriormente. Para empezar, y aunque en estilo recuerda mucho al 1984 de George Orwell, esa narración en primera persona, ese tono tan dolorosamente nostálgico y esa constante reflexión interna por parte de la narradora consigue que el lector empatice de inmediato con Defred y el resto de mujeres cuya vida se ha visto truncada a medida que se sucedían los acontecimientos en la nueva república, la de Gilead. Y por otro lado, el que sea una mujer la protagonista de esta historia hace que la novela adquiera una dimensión nunca antes vista. En las más famosas distopías literarias siempre es un hombre el que disiente de las normas del sistema, el que experimenta una revolución interior, el que en ocasiones lidera la resistencia o el que incluso logra cambiar las cosas. La mujer en estas novelas siempre aparece como elemento secundario, dejándole todo el protagonista al hombre. En El cuento de la criada, Defred se alza como voz de esa terrible experiencia vivida, pero también, como esa luz tan necesaria en un mundo de oscuridad, una luz que no logra apagarse. Margaret Atwood eleva su fortaleza e inteligencia a la misma altura de los hombres, a pesar de que su situación como mujer en Gilead esté por los suelos y sujeta a la férrea normativa moral del país.



Centrándonos en la historia que se nos narra tenemos que comentar que esta no puede ser más terrorífica: un futuro inmediato, en donde tras un asalto al congreso por parte de unos terroristas se establece un gobierno teocrático basado en el puritanismo y en una interpretación extrema del Antiguo Testamento. Una sociedad en la que los derechos de las mujeres no existen y su actividad es controlada al milímetro. En este país las mujeres, además de verse privadas de sus libertades, son distribuidas en tres grupos: las esposas, las Criadas y las Marthas (amas de casa). De los tres, la función de las Criadas, compuesto por mujeres fértiles secuestradas, es la reproducción. Las Criadas son sometidas de forma violenta a una serie de humillantes actos que tienen que acatar, tales como ser las que provean de hijos a las familias de los oligarcas, sufrir cada mes la violación para poder quedar embarazadas, perder su identidad propia, ser testigo de las ejecuciones e incluso formar parte de ellas como obligados verdugos. Las que se revelan, las que no pueden tener hijos y las llamadas "intelectuales" son apartadas inmediatamente de la sociedad y mandadas a las Colonias, un lugar en donde sobrevivir es imposible. June, ahora Defred, pierde su trabajo, a su pareja, a su hija pequeña, a su mejor amiga, pero también su dignidad como ser humano, siendo tratada como una perpetua menor de edad y un objeto enfundado en un traje simbólicamente rojo. Además del de Defred, cuya construcción psicológica no puede ser más perfecta, nos encontramos con otros personajes igual de trascendentales. De entre todos ellos, yo destacaría el de Serena Joy y el de Tía Lidia. El primero por representar lo opuesto a Defred: sumisión, resignación, pero también autoridad. Al ser la esposa del comandante con mayor rango del sistema, se erige en su posición privilegiada. Sin embargo, en la novela también se muestra como al ejercer ese papel la propia Serena experimenta momentos de debilidad, sintiendo que, al igual que las Criadas, está viviendo una existencia que nunca se imaginó protagonizar, todo ello a pesar de sus fuertes y fanáticas convicciones religiosas. Y el segundo, el de Tía Lidia, no puede ser más malvado. Violencia, sadismo, mano de hierro, poder...Todos estos calificativos y más describirían perfectamente su carácter. Tía Lidia es una de las guardianas del conocido como Centro Rojo, un lugar donde preparan a las mujeres fértiles para convertirse en Criadas, un recinto donde la rebeldía se castiga con extrema violencia y en donde Tía Lidia ejerce un papel que oscila entre el de la madre protectora y el de la torturadora más peligrosa. El resto de personajes, tan inolvidables como escalofriantes, conforman esta atemporal historia. Por último, no podemos dejar pasar ese final tan atípico que desmonta los esquemas del lector más tradicional. Evidentemente no voy a desvelaros que es lo que sucede, pero si compartir con vosotros que éste es totalmente imprevisible y tan extraño que algunos críticos se han atrevido a opinar que Margaret Atwood ha dejado la novela inconclusa. Ni final abierto ni cerrado, simplemente ha hecho algo nunca antes visto y que sorprende por su brusquedad tal vez intencionada. Cierto o no lo que está claro es que el final de El cuento de la criada disgusta y fascina a partes iguales.


Muchos medios de comunicación de todo el mundo coinciden en definir al año 2017 como el año del feminismo, y la verdad razón no les falta. Por primera vez en muchos años, y gracias en parte a las Redes Sociales, el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres se ha convertido, por fin, en un tema de debate y discusión, llegando incluso al ámbito político. Conceptos como "micromachismo", "machirulo", "sociedad patriarcal" o "cultura de la violación" han tenido cabida en los medios de comunicación y en las discusiones académicas más importantes. Además, las campañas de visivilización de problemas tan grabes como la violación, el acoso sexual, la violencia machista o la discriminación en ámbitos como el laboral o el familiar han obtenido una impresionante acogida a nivel global. Algunas, como la del #MeToo (yo también) han logrado una repercusión planetaria sin precedentes. En un año en el que como mujeres hemos sido más conscientes de las injusticias cometidas contra nuestro sexo, en el que hemos aprendido a cuestionar los estereotipos de género y en el que hemos desarrollado una mirada más crítica hacia ciertos productos de consumo de masas; hay todavía quienes pretenden vivir como hace 50 años, por lo que no dudan en insultar y amenazar de muerte a quienes se posicionan en favor de una igualdad real entre mujeres y hombres. Por eso y para combatir toda esa injusticia vertida sobre el sexo femenino durante siglos, es importante el feminismo. En El cuento de la criada se reflexiona sobre muchos temas, algunos tan actuales que asustan, pero de lo que podemos estar seguros es que Margaret Atwood defiende la urgencia de una ideología feminista en cada página de la novela. La moraleja viene a ser la siguiente: sin feminismo, las mujeres pueden correr la misma suerte que Defred, sin feminismo, la sociedad patriarcal puede volverse tan fanática como la de la República de Gilead, sin feminismo, en última instancia, como mujeres perdemos todo, absolutamente todo, incluso la capacidad de decidir sobre nuestro propio destino. No debemos pasar por alto que en muchos países, algunos de gran peso e influencia, la mujer es tratada como un objeto, e incluso como en El cuento de la criada, es controlada hasta su forma de vestir, por no hablar de las relaciones sexuales o su opción sexual. Como tampoco olvidar que en los países más desarrollados del mundo la mujer esta viendo como sus derechos retroceden a paso de gigante, con la amenaza permanente de que la cosa puede ir a peor. El debate de la legalización de la gestación subrogada en España o el recorte de ayudas a la violencia doméstica en Rusia son ejemplos de como de mal está la situación. Por ello deberíamos hacer más caso a Margaret Atwood y defender nuestros derechos como mujeres, pues, si no hacemos nada, harán con nuestras vidas lo que quieran. El cuento de la criada: una historia de terror, reflexión, feminismo, realidad, ficción, lucha, rebeldía, amor...Un cuento que esperemos, por la cuenta que nos trae, que siga siendo eso, un cuento.

Frases o párrafos favoritos:

"La humanidad es muy adaptable decía mi madre. Es sorprendente la cantidad de cosas a las que llega a acostumbrarse la gente si existe alguna clase de compensación."

Película/Canción: en 1990 se estrenó la primera adaptación cinematográfica de la novela de Margaret Atwood, con las interpretaciones de Natasha Richardson, Faye Dunaway y Robert Duvall. Pero ha sido en el 2017 cuando se estrenó su adaptación más exitosa. Esta vez en formato televisivo y con las interpretaciones de Elizabeth Moss, Joseph Fiennes, Yvone Strahovski, Alexis Bledel, Ann Dow y Shamira Wiley entre otros. La serie ha sido premiada en los Emmy de este año en categorías tan importantes como Mejor serie Dramática, Mejor actriz protagonista, Mejor actriz secundaria y Mejor guion adaptado. En los próximos Globos de Oro compite en las categorías de Mejor Serie Dramática, Mejor actriz protagonista en una serie de televisión y Mejor actriz secundaria en una serie de televisión.


¡Un saludo, a seguir leyendo y feliz año nuevo!

viernes, 22 de diciembre de 2017

RESEÑA: Poesía esencial.

POESÍA ESENCIAL

Título: Poesía esencial.

Autor: Miguel Hernández (1910-1942) nació en Orihuela en el seno de una familia humilde. Desde una formación prácticamente autodidacta, y en diez años escasos, logró resumir las estéticas de su época en una poesía entusiasta y bella, combativa y humanista. Tras dejar el pastoreo de su tierra natal y otros modestos oficios, se trasladó a Madrid en busca de trabajo. Allí entabló relación con Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda y José María Cossío, entre otros escritores. Durante la Guerra Civil de 1936-1939 combatió en las filas de la república en distintos frentes y viajó a un famoso congreso de teatro celebrado en Moscú. Poeta-escritor, poeta-culterano, poeta- social, poeta-soldado, poeta-prisionero, su vida cruzó por zonas de dramática sombra, convirtiendo buena parte de sus escritos en grave testimonio de nuestro tiempo. Tras una condena a muerte conmutada, murió enfermo, en la cárcel de Alicante en 1942. (Fuente: Alianza Editorial).


Editorial: Alianza Editorial.

Idioma: castellano.

Sinopsis: la obra de Miguel de Hernández viene a ser ejemplo y síntesis de la historia de la poesía española en su período más fecundo del siglo XX. Las distintas tendencias de la lírica de los años treinta fueron cultivadas por este poeta que no dejó nunca de imprimir su huella personal, con metáfora relampagueante, hiriente y luminosa. El gran interés que sigue despertando la poesía de Miguel Hernández justifica la edición de su Poesía esencial, una antología preparada por Jorge Urrutia, catedrático de literatura por la Universidad Carlos III de Madrid. Un volumen que se convirtió en un libro mítico durante la Transición y que Alianza Editorial ha vuelto a publicar en una edición cuidada a la altura del 75 aniversario de la muerte del poeta del pueblo. (Fuente. Alianza Editorial).

Su lectura me ha parecido: intensa, atemporal, sobresaliente, directa, social, sin barroquismos, absolutamente necesaria...Queridos lectores y lectoras, la presión casi puede conmigo. No es que haya estado especialmente atareada estas últimas semanas, y aunque un tremendo constipado haya ralentizado la actividad en el blog, tengo que confesaros que por fin he sabido lo que es enfrentarse a un verdadero reto. Ya se que a lo largo de estos últimos años han desfilado por Jimena de la Almena novelas escritas por ilustres escritores y escritoras, cuya fama ha perdurado a lo largo del tiempo hasta tornarse finalmente en universal. Pero creerme cuando os digo que, en el caso del libro que hoy tengo el inmenso placer de reseñar, la redacción ha sido especialmente dura. Por un lado, lo más evidente, por primera vez nos enfrentamos a un libro de poesía, por lo que el trabajo de documentación y de lectura ha sido especialmente abundante. Por no hablar de que, al ser esta la primera vez, no tenía muy claro por que cauces debía discurrir la crítica literaria de un libro como este. Son tantos los temas que surgen al respecto que cuesta darles un sentido y un orden dentro del caos.Y por otro lado, la importancia de su autor. Todavía se me pone la piel de gallina al recordar la potencia de algunos de sus versos, pero sobre todo, no puedo obviar la rabia que sentí, siento y sentiré al respecto y aún más tras leer este volumen. Los motivos son obvios, es triste que una voz tan viva como la de Miguel Hernández se apagase tan pronto y de forma tan injusta. Por todo ello, no podía permanecer al margen, como si han permanecido innumerables instituciones, las cuales no se han dignado a homenajear al poeta alicantino este año en el que se cumplía el 75 aniversario de su muerte. En Jimena de la Almena, y desde el respeto más absoluto, iniciamos una nueva andadura reseñando por primera vez un libro de poesía, y lo hacemos a lo grande, a la altura de uno de los poetas más lúcidos y tristemente ninguneados de la historia de la literatura española. Poesía esencial: una estremecedora, valiente y atemporal denuncia social.


La historia de como este poemario llegó a mis manos y a mi vida es bien sencilla. Sin embargo, y para hacerle verdadera justicia a su autor, debemos comenzar por el verdadero principio, que no es otro que el día en el que descubrí la historia de Miguel Hernández. Fue en el instituto, y a decir verdad, tampoco es que el profesor nos ofreciese todos los detalles. Estábamos prácticamente a punto de acabar el curso, y como suele pasar en este país, hay ciertos temas que se quedan en el tintero y que no llegan a explicarse correctamente en clase. Y en el caso de la asignatura de Lengua Castellana no es ninguna excepción. A partir de ahí y gracias al interés que había suscitado aquella breve explicación, empecé en mi casa a mirar por internet y a buscar cosas relacionadas con Miguel Hernández. El resultado de todo aquello ya os lo podéis imaginar. Me entusiasmó saber que el poeta alicantino, de formación prácticamente autodidacta, había sido miembro de la generación del 27, pero una profunda tristeza me invadió cuando supe que Miguel Hernández había muerto en la Cárcel de Alicante, privado de su libertad simplemente por haber combatido en el bando Republicano y por mantenerse fiel a sus ideas. Fue entonces cuando la impotencia se apoderó de mi cuando entonces, como quien no quiere la cosa, fui consciente de que su figura, al igual que la de muchos otros coetáneos, había sido escondida, ocultada e injustamente ignorada por todos, y no solo por cierto sector de la clase política. Años más tarde, mientras cursaba tercero de carrera, Miguel Hernández volvió a aparecer ante mis ojos, esta vez como testimonio, pues, sus poemas fundamentalmente podían, según me explicaron en clase, contextualizarnos y darnos una idea de cual era el ambiente en el que se movía el autor alicantino, en plena Guerra Civil y sin perder nunca esa critica social. Pero lo cierto es que en aquel momento, supongo que por temas relacionados con otras asignaturas, no pude dedicarle a Miguel Hernández un poco de mi tiempo, ni siquiera para leer alguno de esos poemas tan famosos. Menos mal que, al cabo de un tiempo, y gracias a un enorme sentimiento de culpa, acabé por adentrarme de lleno en su lírica. Gracias a Alianza Editorial, pude hacerme con un ejemplar muy especial que bajo el título Poesía esencial, aglutina cuidadosamente alguno de los poemarios más importantes del autor. Solo gracias a esta aproximación tan directa pude entender como Miguel Hernández sigue despertando admiración entre los lectores asiduos o no de poesía, así como, por desgracia, el rechazo de cierto sector rancio dentro de la sociedad española. Ha pasado mucho tiempo desde aquel primer contacto con Miguel Hernández, cierto, pero ha sido la lectura de sus poemas lo que me ha permitido conocer mejor al autor y al contexto que le toco desafortunadamente vivir.


Antes de adentrarnos en la crítica propiamente dicha, me gustaría comentar que al ser este el primer libro de carácter poético que reseñamos en el blog y tratándose de quien es su autor, he optado por realizar una reseña más ceñida al contenido de los poemas y a la biografía de Miguel Hernández. Seguramente esta no sea la mejor forma de reseñar un volumen de poesía, pero a fin de cuentas, creo que la magia de la poesía reside en lo que logra transmitir y menos en las normas de creación de ésta. Una vez dicho esto, comencemos por decir que esta recopilación de poemas del gran Miguel Hernández presenta una lectura amena, sosegada, pero capaz de ponerte los pelos de punta en cada verso, llegando sentir verdadera impotencia en ocasiones y tranquilidad en otras. En lo que respecta a la lectura, he de recomendaros algo, nunca leáis un libro de poesía como si se tratase de una novela. De hecho, si lo leéis de esa forma corréis el riesgo de que el libro acabe de nuevo en la estantería y no reposando sobre la mesita de noche. La poesía, al menos desde mi experiencia, es mejor leerla poco a poco, sin prisa, y si es alternando su lectura con otro libro, mejor que mejor. En mi caso, lo que hacía era tenerla siempre a mano mientras leía otros libros, novelas en concreto, y cuando me apetecía, adentrarme en él, leía los poemas que quisiera, pararme, entender lo que el poeta acaba de decir y cerrar el libro hasta la próxima vez. No intentéis leeros un libro como Poesía esencial rápidamente y de golpe, pues, no se os quedará nada, ni siquiera el recuerdo de su lectura. Centrándonos en la obra que contiene este volumen hay que comentar que en Poesía esencial no encontramos toda la producción lírica de Miguel Hernández, sino la que probablemente sea la más importante a nivel popular, la que todo el mundo recuerda y que coincide, sin lugar a dudas, con la que provoca mayor controversia y admiración al mismo tiempo. En él no encontraréis ni sus primeros poemas de inspiración barroca ni el famoso Perito en Lunas, pero si los poemarios El rayo que no cesa, Viento del pueblo, El hombre acecha, Cancionero y romancero de ausencias y lo que es más interesante, algunos poemas sueltos no incluidos en estos poemarios que cronológicamente se enmarcan entre 1935-1936 y 1936-1939. Esta decisión de escoger estos poemarios y dejar fuera los de su primera etapa es obviamente deliberada y la respuesta la encontraremos, si hemos estado atentos, en la sinopsis del libro, algo de lo que ya hablaremos largo y tendido en el apartado reflexivo. En cuanto a los poemas en si, el lector se topará con una amplitud de temas tan universales como particulares, surgidos de la urgencia del contexto en el que Miguel Hernández los creó. El amor, la tristeza, la muerte, la pobreza o la injusticia adquieren un matiz nuevo al convergerse a la perfección con una durísima, y nada complaciente critica social hacia la realidad de su tiempo. En sus poemas, Miguel Hernández se atrevió a criticar la explotación infantil, la pobreza en el campo, la falta de confianza en la juventud o las condiciones del proletariado. E incluso en sus últimos años, mientras permanecía preso, tuvo el empuje de hablar de las duras condiciones de los presos políticos en las cácreles franquistas. Así mismo, también tuvo palabras para Ramón Sijé, Pablo Neruda, la Pasionaria, Raúl González Tuñón, Vicente Aleixandre e incluso para el mismísimo Benito Mussolini, al cual destina sus versos más duros. Tampoco se olvida de la Guerra Civil Española, como tampoco de los que participaron en ella defendiendo a la República, incluyendo a las Brigadas Internacionales. Y como no podía ser de otra forma, su esposa Josefina Manrresa y su hijo, tan presentes en el póstumo Cancionero y romancero de ausencias,  ocupan buena parte de ese último aliento de vida y de esperanza. Hablar de la poesía de Miguel Hernández es hablar de un contexto histórico concreto de la historia de España, de hecho, es posible rastrear ciertos muchos sociales, culturales e ideológicos de aquel país dividido, pues además queda espacio en sus versos para el debate de las dos Españas, que lo caracterizaron. Estos poemas describen un periodo histórico, pero también, justifican que a Miguel Hernández se convirtiese en el poeta del pueblo, pues, sin más pretensiones que las de denunciar la situación por la que su país, su adorado país al fin y al cabo, estaba pasando, hizo llegar sus sencillos versos a todo el mundo, incluso a los más humildes. Por todo ello, y aunque se que me he quedado corta a la hora de exponer algunos de los aspectos más reseñables de Poesía esencial, podemos considerar este libro como un inquebrantable testimonio proveniente de uno de los episodios más  traumáticos de nuestra historia, pero también, un ejemplo de lo poco que hemos cambiado en cuestiones muy concretas.


Obviamente y como no podía ser de otra manera, en este último párrafo no puedo dejar pasar la oportunidad de plasmar una de las inquietudes que ha estado rondándome por la cabeza desde que finalicé la lectura de este libro. Como ya he comentado en líneas anteriores, la importancia de este libro no sólo radica en la figura de su autor, Miguel Hernández, también en un pequeño detalle que aparece mencionado en la sinopsis de la contraportada. En ella se nos dice que esta antología fue elaborada por Jorge Urrutia, Catedrático de Literatura de la Universidad Carlos III, y Leopoldo de Luís, poeta, crítico y amigo personal de Miguel Hernández. Y que bajo el título Obra poética completa, se convirtió en un libro mítico durante la Transición. Hoy, 2017, Alianza lo reedita bajo otro título, Poesía esencial, con la participación de nuevo de Jorge Urrutia, coincidiendo con el 75 aniversario de la muerte del poeta. ¿Casualidad? Evidentemente no, de ahí que una servidora piense que incluso la selección de poemas que contiene la antología no ha sido producto del azar. En tiempos de la Transición se comenzaron a reeditar muchos de aquellos libros que durante la dictadura franquista habían sido prohibidos, algo de lo que la obra poética de Miguel Hernández no se libró. Por ello y porque el contexto social urgía de esa recuperación, la edición de la Obra poética completa llevada a cabo por Jorge Urrutia y Leopoldo de Luís tuvo su espacio y un público que no dudó en responder leyendo aquellos poemas considerados tan peligrosos por los franquistas y tan revolucionarios por esa nueva generación que podría las bases de la democracia en España. Por ello es lógico que aquel volumen se convirtiese en un libro mítico de aquellos tiempos, que de alguna forma se rendía el homenaje, póstumo por desgracia, a un poeta cuya memoria y trayectoria había sido enterrada y durante cuarenta años olvidada por muchos. Sin embargo, el panorama cambia cuando retornamos al presente, al año 2017, a un convulso 2017 en donde institucionalmente nadie se ha acordado de Miguel Hernández. Solo en Orihuela, pueblo natal de Miguel Hernández, el actual gobierno de la Generalitat Valenciana y en algunos centros culturales, especialmente en las bibliotecas públicas, repartidas a lo largo del territorio español, se han producido los homenajes pertinentes. Pero a nivel nacional, el gobierno ha permanecido en silencio, un silencio sepulcral que evidencia dos cosas: una, que no le importa la cultura,  y dos, que en los tiempos que sigue siendo incómodo hablar de Miguel Hernández. ¿La razón? Que al igual que García Lorca, Miguel Hernández fue víctima de una guerra cruenta y de la posterior política franquista que lo condenó casi al olvido. Además, por si la cosa no fuera más grabe, el mensaje de Miguel Hernández rezuma actualidad, versos que se escribieron en los años 30 bien podrían referirse a cuestiones que suceden hoy en día, sobre todo en el ámbito político, cuando el poeta alicantino hablaba de ese otro "choque de trenes". Parece ser que para el gobierno homenajear su figura es abrir viejas heridas, triste pero cierto. Prefieren seguir haciéndose los tontos a escuchar esos versos cargados de verdad y lucidez. No les gusta que les lleven la contraria y menos que alguien, desde el pasado, les diga que están equivocados. En Poesía esencial, Miguel Hernández nos narra su vida y sus ideas a través del bello arte de la poesía, un legado que debería reivindicarse siempre, aunque exista quien pretenda boicotearlo con el arma más mortífera de todas, el silencio. Poesía esencial: delicadeza, contundencia, claridad, rabia, impotencia, pasión, sinceridad...Lectura obligatoria tanto en lo académico como en lo cotidiano.

Versos favoritos:

"Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes."

"Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, nadie."

Película/Canción: aunque se debería poner remedio inmediatamente esta injusticia con una película sobre la figura de Miguel Hernández, hoy nos despedimos, como no podía ser de otra manera con el gran Joan Manuel Serrat y su interpretación musicalizada del inmortal poema "Nanas de la cebolla".


¡Un saludo, a seguir leyendo y felices fiestas!

Cortesía de Alianza Editorial

martes, 5 de diciembre de 2017

RESEÑA: Suave es la noche.

SUAVE ES LA NOCHE
Título: Suave es la noche.

Autor: F. Scott Fitzgerald (Saint Paul, 1896 - Hollywood, 1940) era hijo de una católica irlandesa. Estudió en la Universidad de Princetown, sin llegar a graduarse. En 1917 se alistó en el ejército norteamericano para combatir en la Primera Guerra Mundial, sin que llegase a pisar suelo europeo por la terminación del conflicto. Con su primera novela A este lado del paraíso (1920) obtuvo gran popularidad, abriéndole las puertas de la publicación de cuentos en prestigiosas revistas. Se trasladó a Francia junto con su mujer, Zelda Sayre, con la que se casó en 1920. Ella fue su fuente de inspiración en los diez años de gloria y de preocupaciones a partir de 1930, cuando él se hundió en el alcohol y ella en la esquizofrenia. En 1922 publicó Hermosos y malditos, tres años después escribió en la Riviera francesa El gran Gatsby (1925), la obra por la que es más conocido. Hasta el año 1934 no se publica su cuarta novela, Suave es la noche, basada en su tormentosa relación con Zelda. Durante sus últimos años de vida malvivió escribiendo y vendiendo guiones en Hollywood. Su última novela inacabada, The Last Tycoon se publicó en 1942, después de su muerte. Fitzgerald es considerado uno de los más agudos retratistas de la alta sociedad estadounidense de la primera mitad de siglo XX. Junto con John Dos Passos, William Faulkner y Ernest Hemingway forma parte de la conocida como "Generación perdida". (Fuente: Hermida Editores).


Editorial: Hermida.

Idioma: inglés.

Traductor: José Luís Piquero.

Sinopsis: Dick Diver es un brillante psiquiatra casado con su paciente, Nicole, una rica y atractiva joven. El matrimonio Diver es una de las parejas de moda de la Riviera francesa, epicentro del glamour de los locos años veinte. Atrapado en una complicada relación con su mujer, conoce a Rosemary, una actriz más joven que él, que se convierte en su amante. A partir de entonces su vida se precipitará por una pendiente jalonada de pequeñas miserias que salpican tanto a sus relaciones personales como al amor. (Fuente: Hermida Editores).

Su lectura me ha parecido: elegante, ligera, amena, crítica, sofisticada, desesperada...Queridos lectores y lectoras, es difícil enfrentarse a una leyenda. No es algo que diga muy a menudo y tan a la ligera, pues, por primera vez en mucho tiempo, he vivido en carne propia lo que significa enfrentarse a una reseña y sentirse abrumada. Los que como yo nos dedicamos al noble arte de la reseña literaria lo sabemos muy bien, incluso hay quien se agobia tanto que tiene que postergar la publicación por un tiempo. Y eso último es justo lo que me ha ocurrido, no por falta de ideas o porque la lectura no me haya entusiasmado, sino porque son tantos los aspectos a comentar, tantas las sensaciones, tal es el peso de su autor en la literatura universal que me ha resultado imposible escribirla y publicarla en las fechas que me había propuesto. Cuando algo te gusta lo vives, lo disfrutas, lo manoseas sin cesar, pero con cuidado, no sea que vaya a perder esa cosa especial del primer contacto. Aún así y como todo en esta vida, ese algo también puede hacernos sufrir, padecer, provocarnos autentico vértigo y ansiedad. Y en el caso de los libros, pero sobre todo, cuando se trata de escribir una crítica, quieres estar a la altura de las circunstancias, y en esta ocasión, también del escritor que ha parido excepcionalmente esta historia. En fin, más vale tarde que nunca, y aquí está, por fin, la reseña de uno de esos libros cuyo estilo ha marcado generaciones enteras de escritores y al que recurrimos de vez en cuando para observar otra y glamorosa forma de plasmar la miseria del ser humano. Suave es la noche: la enfermedad y el hastío servidos en copas de exquisito Champagne francés.




La historia de como Suave es la noche llegó a mi vida y a mi estantería es del todo sencilla, pero para hacerle verdadera justicia, debemos comenzar por el verdadero principio, el cual se remonta a cuando tenía dieciséis años más o menos. Cuando en el instituto me explicaron las principales características de los "locos años 20" quedé fascinada al instante. Aunque lo dimos todo, tanto lo bueno como lo malo, la verdad es que tengo que reconocer que en mi cabeza todavía pervivía una imagen de esa época bastante artificial, influenciada al mismo tiempo por las grandes películas del Hoollywood de aquellos tiempos. Sin embargo, y pasados unos años, cuando al profesor que me dio Historia Contemporánea II en la Universidad le tocó explicar la década de los años 20 en Estados Unidos, mi percepción cambió ligeramente, volviéndose más critica si cabe. Comprendí que aquellos momentos convivían dos realidades muy diferentes, por un lado los que vivían a todo tren aprovechando los buenos augurios económicos y por otro los que ya antes del crack del 29 no tenían nada para llevarse a la boca. Además de que en Europa, a pesar de que en algunos países se asentaron numerosos grupos de intelectuales e importantes bohemios, se estaban poniendo las bases de lo que más adelante se conocería como "fascismo". Dejando de lado el caso de Europa, lo cierto es que EEUU era un país de contrastes que solo la crisis del 29 más o menos puso a todos en su lugar, aunque hubo quien logró sobrevivir y lucrarse a costa de la ruina de otros. Pero si algo coincidían ambos docentes, tanto la profesora que tuve en el Instituto como el de la Universidad, era en señalar, desde el ámbito narrativo a F. Scott FitzGerald como uno de los autores que teníamos que leer si queríamos conocer la vida de la clase media alta estadounidense de aquellos tiempos. La verdad es que, entusiasmada por la idea, no dudé en desempolvar el ejemplar que mis padres tienen de El gran Gatsby y comenzar su lectura. Sin embargo, cometí el error de leerlo en el peor momento y tuve que dejarlo casi al principio, cuando el autor exponía las características de los personajes. A día de hoy siento rabia por haber abandonado un libro tan importante e influyente como fue El gran Gatsby. Menos mal que ese día, en el que vuelva a adentrarme en ese gran clásico de la literatura norteamericana, está cada vez más cerca gracias a Suave es la noche, que llegó a mi por casualidad. Tras la última reseña que escribí para Hermida Editores mi intención era pedir un libro de cuentos de Emilia Pardo Bazán, pero al no haber ejemplares disponibles, pedí Suave es la noche. No era un libro que me apeteciese leer en aquellos momentos, ni siquiera en verano, estación a priori más propicia a juzgar por la trama de la novela. Así que postergué su lectura y acabé sucumbiendo a su lectura el pasado mes de noviembre. El resultado, no pudo ser más productivo.


En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaremos apuntando que Suave es la noche presenta una lectura sorprendentemente ágil, con momentos para la reflexión y sorprendentemente fresca. Recuerdo que lo poco que leí de El gran Gatsby me pareció de lo más pesado, también es que en esas páginas el autor estaba poniendo en situación al lector, pero comparado con Suave es la noche la verdad es que hay un cambio notable. No se si es que en aquellos momentos, por razones más que evidentes, no le prestó tanta atención a la prosa como al contenido o si es una simple casualidad, pero lo que está claro es que esta novela se digiere muy bien y en tiempo récord. Tal y como narra la sinopsis Fitzgerald sitúa al lector en el pleno apogeo de la clase media-alta estadounidense en la Riviera francesa, un entorno tan icónico como pijo en donde sus protagonistas, Dick y Nicole Diver, viven una historia tan apasionada como truculenta. En esta novela entra en juego, además, la presencia de Rosemary, una joven aspirante a actriz que acabará por desestabilizar los cimientos del ya tocado matrimonio Diver. Es gracias a este último personaje, el de Rosemary, y al buen uso del narrador omnisciente como tenemos acceso a la vida privada del glamuroso matrimonio Diver. Una pareja de moda entre la alta sociedad pero oscuro en la privacidad, donde se evidencian los grabes problemas de comunicación. Una artificial fachada que poco a poco se va quebrando, dejando a la vista los verdaderos desperfectos, que son la desconfianza, la mentira y el hastío. Por otro lado, los personajes de Suave es la noche son memorables. Dick no puede ser más encantador y Nicole no puede ser más sofisticada. Pero cuando nadie observa, entonces aparecen los problemas, las adicciones y los trastornos mentales. Es entonces cuando Dick se vuelve un egoísta alcohólico y Nicole sucumbe a la esquizofrenia. Esa desesperada búsqueda de una vía de escape y la ligera línea que separa la lucidez de la locura llevarán a este matrimonio a la ruina económica y emocional, y es ahí donde de verdad, encontraremos la paradoja que sobrevuela toda la novela, la que dice que el dinero no da la felicidad como tampoco las apariencias o el exceso. Hay quien seguramente quiera ver en esta novela el fin de una era, y es probable, Fitzgerald supo describir como nadie la decadencia de una forma de vida que estaba viviendo su extravagante ocaso. Pero en mi opinión, también refleja la presión a la que los hombres y mujeres de esa posición social estaban sometidos, y ya no digamos en cuestiones referentes a los roles de género, los cuales no se diferenciaban mucho de los que se ejercían en las clases menos pudientes. En unos ambientes tan artificiales, lo anormal podía traer consigo desprecio o exclusión social. Lo que en el universo literario de Fitgerald se traduciría como no ser invitados a fiestas o dejar de pertenecer al circulo más próximo del señor o señora rica de turno. En ese sentido, la propia experiencia del autor en esos ámbitos le sirvió de mucho, no sólo para ambientar sus historias entre lujosos cócteles, sino también para criticar toda esa fanfarria disfrazada de exquisitez. Mención a parte merece precisamente ese trato tan particular de la atmósfera, en la que a pesar de la oscuridad de la trama, se respira jovialidad, juventud, locura, desenfreno y grandes dosis de frivolidad ligeramente exageradas para lograr precisamente que el lector comprenda la crítica. Eso añadido al esplendido paisaje de la Riviera francesa nos podemos relajar, tomar el sol y dejarnos embriagar por los caprichos de esta ficticia jet set.


Como ya se aprecia en la sinopsis, Suave es la noche no deja de ser al fin y al cabo una novela de profundo carácter autobiográfico. A nadie se le escapa que Nick Dive es el propio F. Scott Fitzgerald y que su esposa, Nicole Dive, es en realidad Zelda, que al igual que su alter ego, también sufrió de esquizofrenia, hasta el punto de tener que ser ingresada en una clínica psiquiátrica. Una vez sabemos esto, lo que el lector, pero sobre todo el crítico literario se pregunta es por qué en determinados momentos de la historia de la literatura, la llamada "auto-ficción" vive sus particulares edades de oro. Lo primero que uno piensa, y con bastante desatino por cierto, es que el escritor o escritora en cuestión escribe este tipo de novelas coincidiendo con el final de su vida intelectual, cuando ya no se siente con fuerzas para seguir produciendo talento. Seguidamente, es obvio también creer que la auto-ficción nace de la necesidad del autor o autora de que su legado perdure más allá de su propio retiro o muerte en la mayoría de los casos. En ese caso, la auto-ficción resulta el medio más idóneo para narrar las proezas y los fracasos a partes iguales. También, y eso en el caso de F. Scott Fitzgerald podría ser cierto, la auto-ficción podría servir además como forma de desahogo personal. Un original modo de volcar todo lo que nos pesa sobre el papel, buscando tal vez la tranquilidad, la relajación o un ajuste de cuentas con su propio pasado. Eso si, si la auto-ficción se usa con este fin sólo nos contará la versión del que escribe, no de los demás personajes, reales todos, los cuales a lo mejor también tienen algo que aportar al respecto, nunca lo sabremos. Por último, lo más abstracto pero no por ello descabellado, el uso de la auto-ficción como testamento de una época. Ejemplos no faltan de libros con tintes autobiográficos que han pasado a la historia como autenticas cartas de despedida, como adioses definitivos a modos de vida, objetos, años, siglos, ideologías...Esa nostalgia da paso, quiera o no el autor, a algo nuevo que abre tantas posibilidades como incertidumbres. Normalmente, si nos encontramos ante un texto de estas características, el escritor sentirá miedo, pero no podrá evitar finalmente abrazar esos cambios e intentar ofrecer una visión del futuro más o menos positiva, aunque también hay a quien le cuesta asumirlos y arremete ferozmente contra ellos. Suave es la noche se podría considerar como el ejemplo perfecto de las características expuestas. En primer lugar se escribe durante el descenso a los infiernos que experimenta el propio autor. En segundo lugar se aprecia un intento por homenajear los últimos coletazos de una época que parece tener los días contados. Y en tercer y último lugar, esa sensación de desahogo, pero sobre todo, de búsqueda redentora, de buscar un ansiado perdón son tal vez lo que haya empujado a Fitzgerald a escribir esta novela ya inmortal. Moraleja: que uno puede encontrar la paz en la ficción antes que en la vida real. Suave es la noche: una historia de amor, lujo, playa, fiestas, glamur, infidelidad, alcoholismo, cambio de papeles...Una novela perfecta para esnobs, críticos y desconsolados.

Frases o párrafos favoritos:

"En aquel momento, los Diver representaban en apariencia el estadio más perfecto de la evolución de una determinada clase, y por eso la mayoría de gente parecía deslucida a su alrededor."

Película/Canción: en el año 1962 se estrenó la adaptación más famosa de la novela. Dirigida por Henry King y protagonizada por Jennifer Jones, Jason Robards y Joan Fontaine gozó de gran popularidad en su época.


¡Gracias a todos y a seguir leyendo!

Cortesía de Hermida Editores

viernes, 1 de diciembre de 2017

RESEÑA: Hotel Iris.

HOTEL IRIS

Título: Hotel Iris.

Autor: Yoko Ogawa (Okayama 1962), estudia en la Universidad de Waseda en Tokio y en 1986 inicia su carrera de escritora inspirada por sus lecturas de los clásicos japoneses, El Diario de Ana Frank y las obras de Kenzaburo Oé. Ya con su primera novela, Cuando la mariposa se descompone, obtiene en 1988 el prestigioso Premio Kaien, y desde entonces, su fama no ha hecho más que crecer en Japón y en el extranjero. En 1991 logra el gran Premio Akutagawa por El embarazo de mi hermana, el cual, se convierte inmediatamente en un best seller en su país. En 2003 publica La fórmula preferida del Profesor que obtiene varios premios, entre ellos el de la Sociedad Nacional de Matemáticas por haber mostrado la belleza de la disciplina. A raíz del éxito de la novela y de su posterior adaptación al cine, a la radio y al cómic, en 2005 coescribe con el matemático Mashiko Fujiwara Una introducción a las matemáticas más elegantes. Además de las novelas mencionadas, Ogawa también es autora de Perfume de hielo, La niña que iba en hipopótamo a la escuela, La residencia de estudiantes, La Piscina, Amores al margen, Los tiernos lamentos, El museo del Silencio y Bailando con elefante y gato. (Fuente. Funambulista).


Editorial: Funambulista.

Idioma: japonés.

Traductor: Juan Francisco Fernández Sánchez.

Sinopsis: Mari, una muchacha de diecisiete años que ayuda a su madre en la gestión de un modesto hotel familiar cerca de la playa, en la noche escucha gritos de una mujer que sale medio desnuda de una de las habitaciones imprecando a un hombre de avanzada edad. Este, imperdurable, le manda callar con unas palabras tajantes. La autoridad con que las pronuncia tiene el efecto de un hechizo en la joven, que se siente inmediata e irremediablemente atraída por él. Algunos días después, lo encuentra por casualidad y siente la necesidad de seguirlo. El hombre es un traductor del ruso con un pasado oscuro - su mujer murió en circunstancias extrañas - que vive en una solitaria villa de una isla casi desierta. A partir de ese encuentro, nace entre ellos una turbia relación, y la casa del hombre se convierte en un inquietante lugar de trasgresión sexual. (Fuente. Funambulista).

Su lectura me ha parecido: inquietante, algo lenta, psicológica, con pequeños detalles muy interesantes, ligeramente cinematográfica, precipitada en cuanto a su desenlace...Queridos lectores y lectoras, a nadie se le escapa que el boom de la literatura erótica esta experimentando su particular y dulce ocaso. Hace unos años las librerías se llenaban de novelas que, bajo el todopoderoso calificativo de "best seller", abordaban de una forma un tanto decepcionante historias enmarcadas en el género erótico. Dichas novelas se vendían como churros, tal fue su impacto entre el público que incluso hay quien se hizo de oro con las ventas, y no solo hablamos de los propios autores, mujeres en su aplastante mayoría. Muchas editoriales nacieron al calor de este género tan en auge y el nombre de E.L. James acabó formando parte de la memoria de muchos fans y no tan fans de las novelas eróticas. Sin embargo, todo tiene una subida, que en ocasiones es vertiginosa, y una bajada, que también puede ser precipitada. Y en el caso de este género literario ya es un hecho que ha perdido ese impulso del principio y que, una vez forradas editoriales y escritoras, solo queda esperar y observar cual es el legado que este nuevo capítulo en la historia de la literatura dejará para la posteridad. Mientras tanto, lo que se está empezando a apreciar es un repentino interés por los clásicos del género y por una revisión de esas historias eróticas ñoñas que tanto habían triunfado, una vuelta de tuerca necesaria y que muestra al lector como todo eso que se consideraba sexy o placentero no es más que una apología de la dominación y una defensa de los roles de género tradicionales. Libros como el que hoy tengo el placer de reseñar, son ejemplo de ello y de que en Japón también se escriben novelas eróticas. Hotel Iris: la rebeldía frustrada por la sumisión.


La historia de como Hotel Iris llegó a mis manos y a mi adorada estantería es muy sencilla. Esta tiene su principio, que no es otro que el descubrimiento de Yoko Ogawa. Antes lo poco que sabía de lo que se escribía en Japón tenía más que ver con el éxito arrollador de Murakami. Sin embargo, y gracias a mi primer acercamiento a esta escritora con el impactante libro Lecturas de los rehenes, aprecié otro estilo, menos occidental en cierto sentido y más próximo a una forma de escribir con más identidad y personalidad, algo que por otro lado define perfectamente la literatura japonesa. Tras esa lectura vinieron otras, no muchas lo confieso, pero si lo suficientemente interesantes como para que una servidora acabase por conocer un poco más la cultura y la literatura de un país tan importante como desconocido en ciertos ámbitos. Pues, Japón no son solo robots, rascacielos, consumo salvaje, los videojuegos o el Manga. Existe un Japón muy desconocido, el que no ofertan las guías de viajes y que tiene su reflejo más fiel en la literatura. Volviendo a Yoko Ogawa, lo cierto es que tras Lecturas de rehenes estaba dispuesta y abierta a volver a su literatura en cuanto me fuese posible. Reconozco que no es una de mis autoras favoritas, pero en ella encontré formas de narración bastante originales que me marcaron para bien en su momento. Esa oportunidad, como no podía ser de otra forma, llegó en forma de libro nuevo, esta vez bajo el enigmático título Hotel Iris. Tras leer su sinopsis no tardé mucho tiempo en hacerme con un ejemplar, el cual, esperó pacientemente a ser leído. A medida que pasaba el tiempo fui leyendo casi por casualidad varias reseñas al respecto, algunas tremendamente positivas y otras no tanto. Ante esta circunstancia, una servidora acaba por pensar lo siguiente: o es extremadamente bueno o es terriblemente malo, no hay termino medio. Y aunque esas críticas no influyeron en que iniciase su lectura más tarde de lo que hubiese querido, mientras lo leía si que mantuve ese ojo crítico, al fin y al cabo, no deja de ser un libro del que una podía formarse una impresión sincera. Tras finalizar su lectura constaté en primer lugar que acababa de concluir una de esas historias con pequeños matices importantes para una posible reflexión y en segundo lugar que Hotel Iris no estaba a la altura de la tremenda Lecturas de los rehenes.


En lo que respecta a la critica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Hotel Iris presenta una lectura amena, distendida, pero que en ocasiones, por ello, resulta ligeramente monótona. Si bien es cierto que a medida que avanzamos en su lectura descubrimos más aspectos de todos los personajes, en especial de Mari y el traductor, Yoko Ogawa parece no resolver bien la narración. Esta no es una novela que sorprenda por la forma en la que esta escrita, no es como Lecturas de los rehenes, cuya premisa impacta, al igual que ese planteamiento narrativo tan interesante como dramático. Hotel Iris nos cuenta una historia que el lector ya ha leído muchas veces y a la que le falta impulso para poder estar a la altura de su antecesora. Si por este aspecto no destaca, si que lo hace por el contrario en el terreno de la construcción de los personajes. Hotel Iris no es una novela de estilo, sino de personajes, cuya potencia marca sobre el lector. Este libro se compone de tres personajes fundamentales que conforman una interesante pero clásica estructura triangular. En primer lugar encontramos a Mari, una joven obligada a dejar los estudios para trabajar en el hotel que regenta su madre. Tras verse superada por el control enfermizo que ejerce ésta sobre ella, encuentra una vía de escape en la particular relación con un desconocido. Ese desconocido, en segundo lugar, resulta ser un traductor de ruso cuyo pasado lleno de oscuridad y su forma de ser acaban sometiendo a Mari, llevándola por un camino truculento, plagado de violencia y sumisión. Y por último, la madre de Mari, implacable dueña del hotel, es tal vez el personaje más interesante de la novela. Dominadora, chantajista y fría como el hielo. La relación con su hija, producto de la soledad y la costumbre, ha desembocado en algo cordial y sin a penas muestras de cariño. Los tres con personalidades tan diferentes entre si conforman un relato típico pero en el que lo truculento está siempre presente. Asfixia es sin duda la palabra que a uno se le viene a la mente al recordar la lectura de Hotel Iris, una sensación de incomodidad presente de principio a fin, incluso en las situaciones donde no debería estar presente. ésta surge y se mantiene flotando en el ambiente, atrapando a los presentes. El escenario en el que se desarrolla la acción también ayuda a que esa sensación de ahogo, incluso al aire libre. El calor, la humedad, el sudor, la tensión...Todas esas cosas producen sin quererlo que el lector se sienta cierto agobio, algo que visto lo visto, es lo que sin duda Yoko Ogawa pretendía en esta novela. Por último, Hotel Iris no es más que una muestra de lo que ya hizo en su día el Marqués de Sade, es decir, denunciar situaciones habituales en la sociedad a través de la práctica sexual llevada al extremo. Pero evidentemente, Hotel Iris no está a la altura de la literatura del Divino Marqués.


Para poner punto y final a la redacción de esta reseña, pondremos los pies en polvorosa y reflexionaremos sobre uno de esos temas tan actuales como incómodos, pero del que, como no podía ser de otra manera, tenemos que hablar. En Hotel Iris se respira agua salada, sudor, pero también el insoportable aroma de la sumisión más absoluta. Como ya evidencia la sinopsis de la novela, esta no deja de ser una historia en donde las fuerzas están notablemente descompensadas y en la que podemos apreciar, explícitamente, dos tipos de dominación. Primero la de la madre sobre la hija, la cual vemos simbólicamente representada en la obsesión de la madre por cepillar el pelo de su hija Mari. Es un acto cotidiano y que muy fácilmente puede pasar desapercibido, sin embargo, en la novela adquiere un tono siniestro asociarlo con ese control sobre la vida de su única hija. La cotidianeidad convertida en un acto enfermizo. Y en segundo lugar la de el traductor sobre la propia Mari, la cual tampoco se ve y pasa inadvertida. Esta vez nos topamos con una sumisión en el terreno sentimental y sexual. La superioridad intelectual sobre la inocencia. La experiencia sobre la sobreprotección. La autoridad sobre la debilidad. Con estas características lector  no andará desencaminado al asociarlas con una relación de contrapesos, en la que el hombre está por encima de la mujer y en la que probablemente exista violencia física y psicológica por en medio. Ambos modos de dominación, de poder al fin y al cabo, pasan por encima arrollando al único personaje, el de Mari, en el que todavía residía algo de pureza y de bondad, las cuales acaban difuminándose hasta terminar desapareciendo. De esta forma, leyendo este tipo de novelas, el lector acaba siendo consciente de que a nuestro alrededor todo está construido de forma desigual, en donde siempre hay un poder que somete a lo que culturalmente se ha considerado inferior. Tanto en las relaciones sociales como en las laborales, incluso en el terreno de las ideas, la economía o la política; en todos los sectores hay un dominador y un dominado. Y ya si en ese sistema de desigualdad se incorporan cuestiones de género, sexo, raza o físico entre otras, entonces ésta es todavía más sangrante. Es evidente que es algo asentado y que es muy difícil luchar contra todo ese sistema, pero hay que hacerlo, aunque sea mediante pequeños gestos cotidianos, desde el anonimato, con contundencia. Los resultados no son inmediatos, pero con paciencia y constancia se hace el camino. Porque no puede ser que todavía, a día de hoy, no existan vías de escapatoria posibles, como le pasa a Mari, protagonista de la novela, que tratando de escapar de un tipo de dominación acaba por meterse en la boca del lobo, y nunca mejor dicho, que resulta ser otro sendero oscuro donde la sumisión es prácticamente absoluta. Hotel Iris: una historia de sometimiento, escapatoria, mentiras, oscuros pasados, falta de libertad, obsesiones, sábanas limpias, humedad...Una novela que demuestra que en Japón también podemos encontrar literatura erótica.

Frases o párrafos favoritos:

"Me parecía que aún quedaba en ellos algo de calor del hombre, quien, sin dirigirme una mirada siguiera, salió y se alejó bajo la lluvia."

Película/Canción: como no hay noticias de una posible adaptación cinematográfica aquí os dejo la pieza de J.S. Bach que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña. Simplemente excepcional y llena de matices.


¡Un saludo y a seguir leyendo!