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"Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora." Proverbio hindú

"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca." Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

"Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer." Alfonso V el Magnánimo (1394-1458) Rey de Aragón.

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lunes, 8 de octubre de 2018

RESEÑA: Tiempo de espera. Crónicas de los Cazalet.

TIEMPO DE ESPERA
CRÓNICAS DE LOS CAZALET.

Título: El tiempo de espera. Crónicas de los Cazalet.

Autor: Elizabeth Jane Howard (Londres 1923 - Suffolk 2014) escribió quince novelas que recibieron una extraordinaria acogida del público y crítica. Los cinco volúmenes de Crónica de los Cazalet, convertidos ya en un hito inexcusable dentro de las letras inglesas, fueron adaptados con gran éxito a la radio y la televisión por la BBC. La publicación del primer volumen de la saga, Los años ligeros, puso la piedra de toque de lo que se convertiría en un inmediato clásico contemporáneo y en la novela-río más importante escrita en Gran Bretaña desde Una danza para la música del tiempo, de Anthony Powell. En el año 2002, su autora fue nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico. (Fuente: Siruela).

Editorial: Siruela.

Idioma: inglés.

Traductora: Cecilia Montolío.

Sinopsis: estamos en 1939, Hitler acaba de invadir Polonia y los primeros nubarrones de la guerra van ensombreciendo la vida de los Cazalet: en su residencia de Sussex hay que cegar la luz de las ventanas, la escasez de alimentos empieza a hacerse notar y las exigencias del esfuerzo bélico obligan a los miembros de la familia a enfrentar complicadas decisiones. Algunos hombres - los ancianos, los lisiados - tienen que resignarse a ver como los demás son llamados a luchar por su país; otros, en cambio, solo querrían regresar intactos a casa tras el infierno de Dunquerque. Pero son las mujeres quienes, en suelo inglés, ocupan en realidad la escena con una fuerza y un estoicismo sin fisuras durante los primeros compases de la contienda. Y los más jóvenes, vitalistas y ocupados en conquistar esa libertad de acción que confunden con ser adulto, olvidan demasiado deprisa que, de haber un paraíso, se encuentra en los años que ellos, y todo el continente europeo, están dejando atrás definitivamente. (Fuente: Siruela).

Su lectura me ha parecido: interesante, amena, entretenida, ligeramente más oscura que su anterior entrega, más feminista, con ritmo, inconfundiblemente british...Pocas veces sucede en el mundo de la cultura, y en este caso en el del cine, que en un mismo año se estrenen dos películas que, desde dos perspectivas muy diferentes entre si, narren el mismo acontecimiento histórico. Por un lado, Dunquerke, dirigida por el popular director británico Christopher Nolan y estrenada en el verano de 2017.  Un film que narra, desde la perspectiva de los soldados, aviadores y civiles lo acontecido durante la batalla y la  traumática evacuación de las tropas inglesas en la playa de esta localidad al norte de Francia. Y por otro lado, la no menos magnífica El instante más oscuro, del también británico Joe Wright, cuya trama gira entorno al personaje del primer ministro británico Winston Churchill durante los días en los que el acontecimiento tuvo lugar  y las decisiones políticas al respecto. Dos películas, dos directores, dos miradas alejadas (una en el campo de batalla y la otra al otro lado del Canal de la Mancha) que se complementan a la perfección y que enriquecen, audiovisualmente hablando, la aproximación a un episodio histórico como lo fue lo acontecido en Dunquerke entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940. Es más, estoy convencida de que sin estas películas, muchos seguirían sin saber lo que sucedió y sin que les sonase siquiera. Respecto a esta coincidencia temática, existen mil y un teorías. Hay quien opina que es pura casualidad, otros se decantan por pensar que la batalla acontecida durante la II Guerra Mundial merecía ser abordada cinematográficamente (aunque su aniversario no coincidiese con una fecha tan redonda) y los más originales han querido ver en ambas películas una feroz crítica al Brexit. Sea como fuese, lo que está claro es que la II Guerra Mundial, en especial desde la perspectiva británica, está volviendo con fuerza al panorama cultural, algo de lo que no se libra el mundo del libro. Ejemplo de ello es, por supuesto, la traducción por primera vez al español de LA SAGA (así en mayúsculas) inglesa por excelencia que narró el devenir del Reino Unido durante esos años, unos años marcados por una guerra que cambió para siempre a sus habitantes. Tras la ligereza de esos años previos a la contienda ahora, Elisabeth Jane Howard nos presenta Tiempo de espera: tiempo de no retorno.


La historia de como este volumen llegó a mis manos es muy fácil, de hecho, lo recuerdo prácticamente como si hubiese sucedido ayer. Sin embargo, Tiempo de espera no reposaría sobre uno de los estantes de mi librería de no  haber sido por su primera entrega, Los años ligeros. Jamás había oído hablar de la saga, y mucho menos de su autora, Elisabeth Jane Howard, hasta que un día, por casualidades de la vida, me topé con dicho libro en una concurrida librería de mi ciudad. Su portada, su autora, su sinopsis, esa aura tan british que desprende la novela y que en el fondo tanto me gusta. Sin pensármelo dos veces decidí hacerme con un ejemplar y gracias a Siruela, éste me llegó en el momento más oportuno. Durante aquel verano, el de 2017, Los años ligeros fue una de mis lecturas escogidas, y sin duda, una de las más recordadas posteriormente. En pocas palabras, estaba deseando continuar con la saga (la cual se compone de cinco libros en total) y aunque sabía que la editorial tenía pensado continuar publicandola y traduciendola, los meses se me hacían eternos, esperando noticias al respecto. Fue entonces cuando, sin pensarlo siquiera, pues como es normal, con el tiempo mis ansias de segunda parte se fueron diluyendo poco a poco, conocí la gran noticia. Siruela sacaría en marzo de 2018 Tiempo de espera, continuación de Los años ligeros. Las alegría y las ganas de tenerlo entre mis manos se apoderaron por unos segundos de mi. Además, tanto el diseño de portada (muy parecido con el que apostaron en Los años ligeros) en el que aparece una panorámica de lo que parece ser la playa de Brighton en todo su explendor, así como el volumen de la novela (ligeramente más extensa), convirtieron a éste en uno de mis libros más esperados. Lo sorprendente de esta historia fue que, de nuevo por sorpresa, Tiempo de espera llegó al buzón sin previo aviso, dentro de un paquete, sin haberlo solicitado previamente (algo que no suele suceder muy a menudo) y en perfectas condiciones. Desde entonces y hasta el momento de su correspondiente lectura veraniega estuvo esperando pacientemente a ser elegido, a convertirse en mi nuevo compañero de aventuras y desventuras, según el cristal con el que se mire. Actualmente, y tras este nuevo reencuentro entre novela y lectora, cruzo los dedos para poder viajar de nuevo a la Inglaterra de los años 40 de la mano de Confusión, tercer volumen de la saga que Siruela publicará próximamente.


Centrándonos en la reseña propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Tiempo de espera presenta una lectura ligera y relajada. En cuanto el lector se sumerge en ella, es inevitable no sentirse invadido por el aroma del mar de Sussex y por ese sofisticado sello británico que a tantos fans cautiva, incluida a una servidora. Sin embargo, algo ha cambiado de un tiempo a esta parte. El mar de Sussex, cuyas olas llegan hasta la mismísima y pintoresca Brighton, está más embravecido de lo habitual, y ese ambiente inocente y chic de la primera entrega parece desaparecer paulatinamente. Los nubarrones llegan a Inglaterra y a la vida de la familia Cazalet, de cuyas aventuras y desventuras pudimos ser testigos en Los años ligeros. Si la primera entrega finalizaba con el discurso de Chamberlain de 1938 tras la conferencia de Múnich y con esa calma tensa ante lo que pudiera suceder, Tiempo de espera arranca un año más tarde y de la forma más contundente posible, con la invasión de Polonia por parte de los Nazis. De nada sirve recrearse en el verano pasado, cuyo recuerdo perdura a lo largo de esta segunda parte como símbolo de lo añorado pero también de lo que nunca volverá. Poco importan las fiestas, las meriendas en el campo, los baños en la playa, los largos paseos, las travesuras infantiles...En definitiva, los años previos al desastre al que pronto se vería abocado el país. Esas potentes primeras quince páginas marcan de alguna manera un punto de inflexión en la saga, tornándose ligeramente más oscura en comparación con la anterior. Si bien es cierto que Howard no deja ni un momento de lado ese toque que hace de esta novela más británica que la reina Isabel II, la autora parece querer alejarse de lo que ya sabíamos y continuar hacia adelante, al compás del devenir de los acontecimientos históricos. En Los años ligeros conocimos a todos sus personajes, de hecho, podríamos afirmar que el primer volumen de la saga podría constituir un esquema en si mismo. Un retablo de relaciones amorosas, filiales y familiares perfecto para poner al lector en situación. Al contrario que Tiempo de espera, que actuaría como vehículo para el verdadero desarrollo de los Cazalet. Nuevo contexto, nueva situación, nuevas ideas...Las cuales impactan en la vida de todos ellos y a las que tendrán que hacer frente en mayor o menor medida. Esta claro que la guerra es el tema al rededor del que gira toda la trama de la novela, aunque sería injusto negar la importancia de las diferencias generacionales, más visibles que nunca a medida que se acerca el conflicto. Los mayores desearían arrimar el hombro por su país aún sabiendo que dicha tarea no les corresponde y los más jóvenes se dividen entre los que están dispuestos a arriesgar su vida en suelo francés y los que por el contrario abogan por el pacifismo evitando a toda costa ser reclutados. Y a diferencia de la anterior novela, es en esta donde las mujeres por fin ejercen el peso que les corresponde. Aprovechando la coyuntura histórica, Howard decide proveer a sus personajes femeninos de esa iniciativa y ese empuje poco vistos en Los años ligeros. La guerra fuerza a ello, a que sus verdaderos caracteres, sueños y ambiciones salgan a la luz. Es entonces cuando ellas, sin pensarlo, los toman entre sus manos, con la certeza de no soltarlos nunca. A pesar de este giro en la construcción de los personajes, seguimos leyendo descripciones de la vida cotidiana de la época, detalles meramente anecdóticos (pero con su buena dosis de crítica) encuadrados dentro de la mejor novela costumbrista, en este caso, ambientada en los años cuarenta del siglo XX. Las batallas importan, pero éstas se diluyen, dejando que todo el protagonismo recaiga en cada uno de sus personajes. Lo coral abruma, al igual que la insana sensación de incertidumbre ante lo que pueda suceder en el próximo capítulo, y una vez finalizada su lectura, en el siguiente volumen.


El año que curse el tercer año de la carrera asistí a una de las conferencias más esperadas, la del escritor castellonense Santiago Posteguillo, famoso por sus novelas históricas ambientadas en la Antigua Roma. No tenía pensado ir, ni siquiera sabía que ésta iba a tener lugar, pero una compañera me puso al día y decidí cambiar mis planes de aquella tarde para poder acudir a la sonada charla. A grandes rasgos, y desde la máxima de las humildades y un humor un tanto peculiar, Posteguillo nos habló de la importancia del proceso de documentación a la hora de enfrentarse a una novela y no morir en el intento. La sala estaba abarrotada de alumnos en su mayoría, aunque en las últimas filas pude divisar los rostros de algunas profesoras y profesores de departamentos tan cercanos entre si como Prehistoria y Arqueología. A excepción de una profesora de Contemporánea que acudió a titulo personal, sin duda motivada por las novelas de Posteguillo, ni rastro de otros docentes de los departamentos de Antigua, Medieval, Moderna y Contemporánea. Al contemplar tan desolador panorama entendí inmediatamente por qué no habían acudido a la conferencia, y es que según parece, las novelas históricas no están bien vistas entre el ambiente académico, y mucho menos en una facultad como la de historia. Yo, que durante todo ese tiempo me habían repetido una y otra vez que la novela histórica no era la mejor lectura para entender un tema concreto de la historia, me revelé contra un criterio que creía injustificado. A veces pienso que los profesores nos decían eso porque nos creían ignorantes, incapaces de discernir entre lo verídico y la mentira, cuando lo cierto es que del instituto y de casa en algunos casos accedemos con una base de conocimientos bastante aceptable. Claro que ni Los Pilares de la Tierra es la panacea del arte gótico, ni las novelas de Posteguillo la biblia sobre la vida cotidiana en Cartago o una de las últimas de Ildefonso Falcones un tratado sobre la situación de los gitanos en la Sevilla del siglo XVIII. Pero, queridas lectoras y lectores, éstas y otras muchas lecturas de estas características constituyen la razón por la que muchos estudiantes de Segundo de Bachillerato deciden estudiar Historia. Es obvio que no son el vivo reflejo de la época en la que estas novelas se ambientan, de lo contrario, sus escritoras y escritores no se habrían forrado. Como también puedo comprar el argumento de que las relaciones entre los personajes son propias del siglo XXI (aún me acuerdo de las apasionadas y explícitas escenas de sexo de Los Pilares de la Tierra o ese lenguaje poco barroco de aquella novela que leí sobre la princesa de Éboli allá por los años de la picor). Pero no me negarás que, como novelas que son, merecen toda la atención por parte de las y los intelectuales de la historia. Las novelas históricas no reflejarán la realidad del Siglo I Antes de Cristo, del 1492 o de 1812; pero si representan el pensamiento del XXI. Solo hay que detenerse en los pequeños detalles, al por qué de la ambientación escogida, al por qué de esos personajes, al por qué del tratamiento de por citar un ejemplo, las huelgas, el nacionalismo o la corrupción. ¿Alguien se ha preguntado por qué en las novelas históricas, en su mayoría, abunda la presencia de mujeres empoderadas? Los puristas te dirán que es un error, que la autora o autor está incurriendo en un anacronismo tan grande como una falla. ¿Y no será que existe una preocupación por el tema? ¿Y si la respuesta se encuentra a nuestro alrededor? ¿Y si estamos siendo un tanto tiquismiquis con este tema cuando deberíamos lanzarnos a estudiar cómo se percibe X época de la historia desde la mirada del siglo XXI? Novelas como la que hoy reseñamos nos entretienen, pero también nos meten de lleno en la historia, llenando de curiosidad a sus lectores, lectores que, puede que en un futuro no tan lejano, quieran saber más y seguir cultivando su saber en una carrera como la de Historia o desde otras disciplinas. Por ello, os insto a que no dejéis de leer novelas históricas. ¿Y si alguien os disuade en vuestro empeño? No os preocupéis, aún queda esperanza entre las generaciones más jóvenes. O si la paciencia no es vuestro fuerte, podéis soltarle toda esta parrafada. Tiempo de espera: una historia de incertidumbre, despedidas, cambios, solidaridad, renovación, lucha...Una novela que no os podéis perder.

Frases o párrafos favoritos:

"Alguien había apagado la radio y, a pesar de que el salón estaba lleno de gente, reinaba un silencio absoluto, un silencio en el que Polly sentía, y casi oía, los latidos de su corazón. Mientras nadie hablase, mientras nadie se moviese, la paz no habría llegado aún a su fin..."

Película/Canción: el 22 de Junio del año 2001 la BBC estrenó el primer episodio de la adaptación de la saga escrita por Elisabeth Jane Howard. Aquí os adjunto los primeros segundos de éste, con la intención de que, tras leeros los libros, le deis una oportunidad a la serie.


¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Siruela

5 comentarios:

  1. Hola! No conocía el libro pero me gusta mucho su ambientación y parece muy interesante así que me lo apuntado. Gracias por la reseña.

    Un saludo!

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  2. Pues tampoco lo conocía. Y viendo tu entusiasmo al hablar de él, resulta imposible dejarlo pasar.
    Besotes!!!

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  3. Lo tengo echado el ojo y ahora tras leerte más. A mí, que he estudiado Historia, si me gusta leer novelas históricas, y las de Posteguillo más. Así que, como tú, las recomiendo.
    Besos

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  4. Holaaa.
    La verdad que lo había ojeado en algún otro blog, pero estoy como en desarraigo con la novela histórica ahora mismo. A ver si cambio el chip, porque tengo un montón del género pendientes en casa, y por una cosa y otra me voy decantando por otras...
    La tengo en cuenta porque si cambio de tercio.
    BEsos.

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  5. no conocía la novela, pero el tema del que trata me es muy interesante,siempre me ha fascinado el tema de la IIGM en todos sus aspectos y aunque, como bien dices, la novela histórica no sea la mejor herramienta para conocer el pasado, no por ello debemos despreciarla, puede aportar algún conocimiento ligero sobre un acontecimiento que sirva como propulsor para la profundización posterior.
    Me apunto la novela. Una muy interesante reseña

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