tag:blogger.com,1999:blog-54584489080366003002024-03-19T01:48:36.184-07:00Jimena de la AlmenaJimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.comBlogger539125tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-49930761990652979172022-06-23T04:36:00.001-07:002022-07-06T04:33:52.921-07:00RESEÑA: La intimidad. <p style="text-align: center;"><b> LA INTIMIDAD</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigi-wURV3RvaoXOUmAjvprbqO4-587skYe28K8ChH93JhgsxMiyT9s1yCsa5KkFASsGdG3q__euVCfWzG4VuJFYMC5WNazXp8d_e4slOrk4ZirZGtWmQ1YMU-7ljWY6F8rmvV-7yFK9hTZKhhnFj2PflxptXCoPuCOBscLPL3BEmi7v9nnvFsv0XHj/s711/la%20intimidad.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="711" data-original-width="474" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigi-wURV3RvaoXOUmAjvprbqO4-587skYe28K8ChH93JhgsxMiyT9s1yCsa5KkFASsGdG3q__euVCfWzG4VuJFYMC5WNazXp8d_e4slOrk4ZirZGtWmQ1YMU-7ljWY6F8rmvV-7yFK9hTZKhhnFj2PflxptXCoPuCOBscLPL3BEmi7v9nnvFsv0XHj/w266-h400/la%20intimidad.jpg" width="266" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> La intimidad. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Rosa Moncayo (Palma de Mallorca, 1993) publicó su primera novela con tan solo veintitrés años. <i>Dog café</i>, que así se titulaba, publicada por Expediciones Polares en 2017, recibió excelentes opiniones de crítica y público que auparon a la escritora como una de las más firmes promesas de su generación en el nuevo <i>boom</i> de literatura por medios como <i>El País</i> o <i>Playground Magazine</i>. Antes de eso, Rosa Moncayo había estudiado Administración de Empresas en la Universidad Carlos III y le concedieron una beca para estudiar en Corea del Sur.<i> La intimidad</i> (2020) es su segunda novela. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij5uPu7cmuBWQ0KISSqWWxce_aGaJmRkT6JzC18fCNWQu6_-RMNCSwDwBI0oh9S_lX3Fb2UnmTDFMUeXaFvxmhXZTSrMhn5SAwrqL_BMjexB9H9CcPKMWFvEkm-AyOBZ9mcCo_MDQVC6U_rMBrQf6EJ0lVp0AVkfIXOysAbXjfSEX55fjl_dHVKdXi/s768/rosa%20moncayo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="511" data-original-width="768" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij5uPu7cmuBWQ0KISSqWWxce_aGaJmRkT6JzC18fCNWQu6_-RMNCSwDwBI0oh9S_lX3Fb2UnmTDFMUeXaFvxmhXZTSrMhn5SAwrqL_BMjexB9H9CcPKMWFvEkm-AyOBZ9mcCo_MDQVC6U_rMBrQf6EJ0lVp0AVkfIXOysAbXjfSEX55fjl_dHVKdXi/w400-h266/rosa%20moncayo.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Barrett. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Una joven pareja en plena espiral de drogas, obsesiones y autodestrucción decide dejar la ciudad y mudarse a una casa de campo para escapar del círculo social tóxico que la rodea. Una novela en la que Rosa Moncayo describe con crudeza poética la intimidad de una relación al borde del colapso. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> lírica, delicada, cruda, alejada de cualquier tipo de sentimentalismo, sosegada, punzante, sensorial, que va más allá de ser una novela millennial... Hay libros que requieren tiempo, calma, dejarse embriagar por sus reflexiones durante días, semanas, meses si hace falta. Novelas que una vez empiezas nunca sabes en qué momento las conseguirás acabar o si acabarán siendo abandonadas en ese estante de la infamia. Textos rápidos, agiles, sí, pero que merecen toda nuestra atención, de todo puede extraerse oro, incluso de aquellos pasajes que en su momento desechaste porque no acaban de cuadrarte en la realidad tangible y emocional que te rodeaba por aquel entonces. Páginas que sobresalen, entre una mediocridad manifiesta, pero que el mercado editorial te insta a saltarlas o leerlas en vertical porque hay libros más nuevos cuya lectura no puede esperar. Palabras que se instalan en tu cerebro, activando ese botón de la creatividad que creías adormecido entre tanta producción libresca a la que hemos convenido a llamar "fast book". Literatura que, en última instancia, acaba injustamente olvidada por culpa de la masificación, el modelo de producción, de promoción, las redes sociales y la fragilidad de la popularidad. Con la novela que hoy tengo el placer de reseñar me ha pasado precisamente eso. No es que la dejara de leer, de hecho me la bebí de un tirón . No es que carezca de talento, que lo tiene en su poética forma de narrar el desmembramiento sentimental. No es que la haya dejado "morir" en favor de otras lecturas más llamativas, puede que en esto un poco sí, <i>Panza de burro </i>de Andrea Abreu - soy de las que les gustó y mucho - tal vez eclipsó el otro gran lanzamiento de Barrett, que no es otro que la presente historia de la que me dispongo a hablaros. Y sí, la dejé en esa balda, leída, durante bastante tiempo, esperando ser digerida y procesada por una servidora hasta que, al fin, decido meterle mano en sus tripas para convenceros de que leáis a Rosa Moncayo. Autora de mi edad, del 93, cuya trayectoria profesional dista mucho de la mía propia a la que decidí darle una oportunidad cuando el mundo parecía derrumbarse tras los cristales de nuestras casas, o jaulas de oro, como queráis llamarlo. A lo que muchos llaman el estante de la infamia, yo lo llamo el estante del reposo sano. Y es que en ocasiones no estamos preparados para hablar de una lectura en concreto. Algo que se percibe extraño o anómalo en la era de la impresión, de la reacción y no de la pausa, de la interiorización o de la reflexión madurada. Que sirva esta reseña como recomendación y autocrítica (yo misma me veo a veces devorada por las novedades y la rapidez de este mundo interconectado). Si con ella consigo que acudáis a vuestra biblioteca privada y cojáis ese libro cuya "vida" parece haberse agotado ante los ojos de todo el mundo, ya me daría por satisfecha. <i>La intimidad</i>: las rupturas amorosas nunca fueron fáciles, tampoco para nuestra generación líquida. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh81hEe00VMNrVIn2GiQQNe-_CrmgRUglJP_wpDaqepioMOFtvpwjU7EAs2nArPFUIyDzRWqRWfyqXcrbPtVX39Ov2Tw0ff_TXxS1Jxn9_iI-bjAkYNMyy7rb_KqtL-KHMAnWpsneyA6Y7XGdXqdZjVasonx3CPhIsFW2wqDvuSL7h3O-ftpG68diZb/s480/la%20intimidad.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="306" data-original-width="480" height="293" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh81hEe00VMNrVIn2GiQQNe-_CrmgRUglJP_wpDaqepioMOFtvpwjU7EAs2nArPFUIyDzRWqRWfyqXcrbPtVX39Ov2Tw0ff_TXxS1Jxn9_iI-bjAkYNMyy7rb_KqtL-KHMAnWpsneyA6Y7XGdXqdZjVasonx3CPhIsFW2wqDvuSL7h3O-ftpG68diZb/w460-h293/la%20intimidad.jpg" width="460" /></a></div></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">En un tiempo en el que nuestro propio hogar se convirtió en nuestro mundo o en nuestra peor pesadilla, Rosa Moncayo ya habló de ello un mes antes del confinamiento, de las miradas furtivas entre vecinos que jamás habías visto asomados al balcón, de las numerosas bombas de relojería que se escondían tras los muros de los edificios. En esas casas convertidas, de la noche a la mañana, en búnkeres contra una enfermedad todavía desconocida. Moncayo ya exploró todo eso pero llevándoselo a dos terrenos bien diferenciados que comprenden contenido y forma. Por un lado, la autora mallorquina nos habla del dolor que traviesa el pecho de quien observa como la relación que ha tratado de mantener a flote durante años se va a pique sin que nadie sea capaz de remediarlo. Ni siquiera con un cambio de aires - anticipándose a toda la ornada de novelas sobre el mundo rural que vendrían tras la pandemia - o el abandono de ciertos círculos tóxicos que les impiden (aunque deberíamos hablar mejor en singular) arreglar lo que ya parece no tener solución. La centrifugadora en la que parece haber entrado la existencia de Gaspar y la narradora-protagonista (adicta a las drogas duras) parece sumirlos en una espiral en la que es imposible pensar y dejar la mente lo más despejada posible. Como un cielo raso. Sin que las ruidosas azoteas de los edificios perturbe la limpieza cromática del paisaje. En La intimidad somos testigos de dos viajes bien diferenciados. El de la joven protagonista por abandonar el consumo de estupefacientes, el cual deja atrás con una sorprendente facilidad, y el de una muchacha fiestera y cosmopolita al de una mujer atapada en un aburrido pueblo. De oficinista de palo, a una más dentro de un paisaje de Andrew Wyeth en el que, a pesar de las incomodidades propias de la vida en el campo, consigue observar el dolor desde una mirada más clara, pero no por ello exenta de su pequeña dosis de crueldad. Somos así de masoquistas a veces. Este relato a ratos lírico - el talento de Moncayo en estas lides es interesante - a ratos tan exagerado como terrenal - abundan las metáforas y las hipérboles - nos pone frente al espejo de las emociones humanas, del monstruo de las galletas llamado Capitalismo voraz y de la más primitiva de las libertades, la que, según la autora, insta a "portarnos mal" o a dejar de hacer aquello para lo que estamos predestinados para reencontrarnos con nuestro verdadero ser. En palabras de Moncayo: "entrar tarde y, a pesar de todo, poder salir pronto". La intimidad en la presente novela no es el tacto, la soledad o la introspección, también el aislamiento - al cual tuvimos que acostumbrarnos hace unos pocos años - que termina por sentenciar aquello que no acaba de morir. Ya sea una relación de pareja - como es el caso - de amistad, familiar, profesional, contigo misma/o. Un tsunami claustrofóbico en plena sierra que desemboca en una huida, la tuya propia, antes de que a la otra parte implicada se le ocurra hacerlo antes. Punzantes capítulos - algunos más sobresalientes que otros - que se complementan, como no podía ser de otra manera, con una <i>playlist </i>que lleva más allá la experiencia literaria y que ya empleó, por ejemplo, Marina L. Ruidoms para su memorable <i>Había una fiesta</i>. Millenial en su forma, universal en su profundo fondo, consiguiendo de esta lectura una de las novelas más lúcidas de los últimos años. Al menos si nos atenemos a esas ventanas aislantes socialmente que cada una y uno nos hemos construido inconscientemente por culpa de un confinamiento del que se hablará largo y tendido en los libros de historia de las próximas décadas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>La intimidad</i>: una historia de escapatorias, encierros, incomunicación, nubosidad lisérgica, agujas en forma de poesía, ruralidad, vorágine urbanita.... Cuando el amor agoniza y no se le deja morir como es debido. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos:</b> </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"La intimidad era esa casa temporal que nos acogió. No sé permanecer. No sé quedarme. La intimidad era ver cómo sufrías y no hacer nada por impedirlo; saber que no mereces a nadie mejor que yo, tener la certeza de que ni siquiera ibas a salir a buscarlo."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://editorialbarrett.org/">Barrett</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-65406509873551582512022-06-11T04:08:00.001-07:002022-06-21T03:29:42.106-07:00RESEÑA: Memorias de una beatnik.<p style="text-align: center;"><b> MEMORIAS DE UNA BEATNIK</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3sW41enIr4YgJkjqbX-WlwSa-8bwlhHGr5vq6SgoQdzB-tmX9EY-LUR1QwOWOecAJ9pQNFDrFsW7uHHCks8yN4r3khJ1JRzYW1MIM9FSMDJAo7FjqbM7KrxNjH2chmrQ2HRx339Bc9rV1IFsEV35khbDupxG6Ua9u7Uen2LeMo3V0nvBWNFtFTMhH/s500/memorias%20de%20una%20beatnik.webp" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="350" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3sW41enIr4YgJkjqbX-WlwSa-8bwlhHGr5vq6SgoQdzB-tmX9EY-LUR1QwOWOecAJ9pQNFDrFsW7uHHCks8yN4r3khJ1JRzYW1MIM9FSMDJAo7FjqbM7KrxNjH2chmrQ2HRx339Bc9rV1IFsEV35khbDupxG6Ua9u7Uen2LeMo3V0nvBWNFtFTMhH/w280-h400/memorias%20de%20una%20beatnik.webp" width="280" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Memorias de una beatnik.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora: </b>Diane di Prima (Nueva York, 1934 - San Francisco, 2020) fue una poeta, teórica, profesora y activista desbordante. Escribió más de una treintena de libros de poesía y prosa, entre ellos títulos hoy míticos como sus <i>Revolutionary Letters </i>(1971) o Loba (1978). Nieta de un inmigrante italiano anarquista cercano a Emma Goldman, Di Prima abandonó pronto la universidad, en la que había trabado amistad con la poeta Aurde Lorde, para instalarse en Manhattan, epicentro de la contracultura y el movimiento Beat en los años cincuenta, decidida a convertirse en poeta. Allí entró en contacto con Frank O´Hara, Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Lawrence Ferlinghetti o Merce Cunningham y su escritura, tan revolucionaria como su vida sexual, se consolidó como una voz fundamental de la generación Beat. Di Prima decidió convertirse, además, en madre soltera, rompiendo con muchos tabús de la época. Editó la revista <i>The Floating Bear</i>, junto a Leroi Jones (Amri Baraka) y fundó la editorial <i>The Poets Press</i>. Todo esto queda recogido en su obra posterior, titulada <i>Recollections of My Life as a Woman: The New York Years </i>(2001). A finales de los sesenta se instaló en San Francisco. Tuvo cinco hijos de distintas parejas y su vida fue una constante búsqueda espiritual. Vivió en California hasta su muerte en 2020. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8Q6NXpMRl0WNazpwBExNSJgyTEo1bb-rOLOEY-NM6jzWKUpQEE8Msu9lXK5jESeDLF1Rgwdk6sVqkRwLQu5JukHpKM2mQijTezPDcPv3T7NlriN5khwvU4C8_K89IETGVPuqtOqXCL9t0sJsyM3RDsUETxrdVNjIq37KFrdZouf6nyzoBLuj8TEL3/s828/diane%20di%20prima.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="545" data-original-width="828" height="264" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8Q6NXpMRl0WNazpwBExNSJgyTEo1bb-rOLOEY-NM6jzWKUpQEE8Msu9lXK5jESeDLF1Rgwdk6sVqkRwLQu5JukHpKM2mQijTezPDcPv3T7NlriN5khwvU4C8_K89IETGVPuqtOqXCL9t0sJsyM3RDsUETxrdVNjIq37KFrdZouf6nyzoBLuj8TEL3/w400-h264/diane%20di%20prima.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Las Afueras. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> inglés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductor: </b>Luis Rubio Paredes. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Publicada en 1969,<i> Memorias de una beatnik</i> es una reivindicación del placer, la libertad y la experimentación, que brilla de forma singular dentro de la obra de la poeta estadounidense Diane di Prima. Lejos de ser unas memorias en un sentido escrito, Di Prima se inspira en los vibrantes años de su vida en Nueva York, en la década de los cincuenta, durante la emergencia del movimiento Beat, y los lleva hacia una ficción erótica, salvaje y divertida. Desde el inicio, donde la protagonista se despierta tras su primera noche con un desconocido, hasta el final - cuando se une a una orgía en compañía de Allen Ginsberg y Jack Kerouac -, la historia de Di Prima es la de una mujer joven e independiente que explora el mundo que le rodea a través del sexo con hombres y mujeres, la amistad, la literatura, el jazz y las drogas. Una atrevida y excepcional novela de crecimiento y formación tanto sentimental como artística. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> poética, extraña, con dos partes algo desiguales, pornográficamente sensual en ocasiones, fresca, interesante, bohemia, explícita, sincera, exenta de tabúes, con cierto peligro de descontextualización si no se persiste en su lectura... Cuando lees tu primer libro de lo que vino a llamarse la Generación Beat el apetito sigue estando ahí, rugiendo tu estómago, insaciable. Muchas personas, o al menos a las que he tenido el honor de preguntar, cuentan haberse iniciado en la literatura de este grupo de intelectuales de vidas tan alternativas como fascinantes con el mismo libro: <i>En el camino</i> de Jack Kerouac. Lectura que, una servidora, devoró compulsivamente, como si de un trozo de pizza cuatro quesos con extra de mozzarella se tratara, durante un verano en el pueblo. Siendo una adolescente a la que, aunque le preocupase encajar, no quería abandonar la excitante euforia de los libros recién descubiertos. Aunque lleven décadas publicados, más de cincuenta reimpresiones, su autor esté criando malvas en el Edson Cementery y la novela en cuestión fuese un préstamo bibliotecario - de hecho, algún día lo adquiriré ya que considero un libro importante para una fanática de la literatura estadounidense -. Recuerdo el ímpetu con el que dejaba una tras otra las páginas de aquel ejemplar de bolsillo anaranjado, de las polvorientas imágenes que pronto poblaron mi imaginación y, sobre todo, de las ganas de subrayar aquellos párrafos que, a mi juicio, consideré los más bellos del mundo. Lo sé, todavía estaba en mi etapa estudiantil, así que lo de escribir en los libros lo llevaba bien, no como ahora. Todavía sostengo la teoría de que a las y los autores de la Generación Beat hay que leerlos siendo joven. Pero no en cualquier etapa de la lozanía corpórea. Sino en aquella en la que aún nos creemos rebeldes por el hecho de empalmar la noche con el día, emborracharnos o tener nuestras primeros coqueteos con el tabaco o el sexo. No cuando la precariedad, la desazón y el hartazgo nos han consumido por dentro, parcial o plenamente, como esa rama de olivo pasto de las llamas en un incendio veraniego. Ahí, cuando los ojos siguen aún brillantes, ahí es cuando hay que leer a las y los Beat. Sí, señores, las hubo, y muchas. Lo que pasa es que Kerouac, con su azarosa biografía - material del que decidió nutrirse para su breve producción literaria - y su belleza desgarbada y apolínea se acabó convirtiendo en el icono por excelencia de la Generación Beat. Y tras él, otros, como Allen Ginsberg o William Burroughts. Aunque a mi parecer, en ese desordenado panteón debería estar Diane di Prima, ya no solo por haber sido coetánea, editora clave - sin ella muchos de los colegas de promoción literaria no se habrían dado a conocer - también por poseer un don narrativo inmenso, a la altura del señor Kerouac y de tantos autores adscritos al movimiento. De hecho, y a pesar del peligro que tienen esta suerte de memorias - ya explicaré el porqué - en manos de un lector contagiado de esta sociedad cada vez más unidimensional, lo cierto es que ha cambiado mi opinión hacia Kerouac. ¿Lo seguiré leyendo? Por supuesto. ¿Me atreveré con Burroughts? <i>El almuerzo desnudo</i> está entre mis próximos objetivos lectores. Pero ahora mis ojos y mis sentidos estarán más puestos en ellas, en las olvidadas, en las poetas, en las que también se bebieron, fumaron y follaron el East Village. En las que, como Diane Di Prima, nos hacen desear esa verdadera y talentosa rebeldía. <i>Memorias de una beatnik</i>: de la necesidad económica a la trascendencia de la voz de una mujer en plena búsqueda de la creatividad, la exploración y el placer. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihFYEPIMNxyVYE1ar8kY5T_BOybMXtOEnSxy9IYgy21mf99_hP_VSecfuew5xQ2PIOa0Z_DPlO5O2DOdxgf_zHYepVTCo7Zv8APPaDlPzKiKAO_hjVMwDpWI8bvVKFnz8KKqRtAdOTim0YZ8rDYOui6gu990aXTRNdSLOHmikUv4TnY4pvGiNqqZX2/s786/memorias%20de%20una%20beatnik.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="523" data-original-width="786" height="274" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihFYEPIMNxyVYE1ar8kY5T_BOybMXtOEnSxy9IYgy21mf99_hP_VSecfuew5xQ2PIOa0Z_DPlO5O2DOdxgf_zHYepVTCo7Zv8APPaDlPzKiKAO_hjVMwDpWI8bvVKFnz8KKqRtAdOTim0YZ8rDYOui6gu990aXTRNdSLOHmikUv4TnY4pvGiNqqZX2/w412-h274/memorias%20de%20una%20beatnik.png" width="412" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Maurice Giordias - principal cabeza visible de la mítica editorial Olympia Press - quiso otro hit. Algo que pudiese enganchar al lector desde la polémica del momento: el sexo. Poco importaba lo enrevesado de la trama o la profundidad psicológica de los personajes. De hecho no era extraño verle adquirir novelas de simplones planteamientos para que, previa contratación de sus servicios, la o el escritor de turno salpicase de coitos - explícitos a ser posible - las páginas de dicho manuscrito. Por eso, tras quedar fascinado por las gráficas y poéticas descripciones de una de sus escritoras fantasma (la propia Diane di Prima) y sabedor de su implicación en la Generación Beat, decidió encargarle la escritura de sus propias memorias a cambio de que trufase el texto de erotismo pornográfico. Di Prima necesitaba el dinero, así que aceptó el encargo. No solo le permitía seguir pagando sus facturas sino que además se aseguraba ver su nombre unido a la historia de Olympia Press. Editorial que, gracias a Girodias, alcanzó su máxima popularidad editando<i> Lolita</i> de Vladimir Nabokov - el escándalo literario de la época - y apostando por un autor llamado Henry Miller. Ese hit que tanto persiguió Girodias, quien confiaba revalidar el impacto que tuvo la historia de Humbert Humbert en los lectores de medio mundo, no fue el esperado. Y eso que apremió a Di Prima para que incluyese más y más capítulos de alta carga sexual. Mientras la protagonista se lo pasara en grande teniendo mil y un experiencias orgásmicas, el resto no importaba, ni siquiera ese otro relato paralelo, el de una mujer joven en el Manhattan de los años 50-60 viviendo la vida bohemia mientras se nutre de literatura, jazz y conversaciones hasta las tantas. Menos mal que Di Prima dejó hueco para todo aquello, perdiendo la posibilidad de convertirse en un best seller pero ganando en credibilidad, y lo que es más importante, interés artístico e histórico. Sin duda las exigencias de un editor demasiado ambicioso a la par que morboso son las causantes de que, hasta más o menos la mitad del libro, las y los lectores más exigentes abandonen su lectura. Aunque si bien es cierto que son las escenas de sexo mejor descritas, desprejuiciadas y más exuberantes que he leído en mucho tiempo, éstas acaban por tornarse algo monótonas, incluso en lo que a estilo se refiere, repitiendo una y otra vez la misma estructura, a pesar de las peculiaridades, diversidad y su riqueza en cuanto a educación sexual se refiere. Una vez dejadas atrás las primeras cien páginas, incluyendo la decepcionante orgía que tiene con Allen Ginsberg y Jack Kerouac (situada en el trayecto final de la novela y en la que, por salvar algo, tenemos un momento glorioso en el que la autora se deshace de todo tipo de tabúes para hablar de la menstruación) la o el lector por fin se encuentra ante el verdadero corazón del texto, ese retrato de la Generación Beat a través de los ojos de una de sus protagonistas lo cual, teniendo en cuenta la falocrática perspectiva con la que siempre se han abordado los estudios de dicho movimiento literario, es siempre una buena noticia. Diane di Prima deslumbra, no solo por su sensibilidad lírica - su producción poética es increíble, al menos la poca que hay traducida al español - también por su forma de afrontar la vida, sus valores, su visión de lo que para ella significa familia (la que se elige y la que se cimenta sin la necesidad de un contrato matrimonial de por medio), la maternidad que ella misma quiso y ejerció (cinco hijos de cuatro hombres diferentes), su sexualidad (que bien abordada está la bisexualidad) y sus opiniones sobre otros temas no menos importantes como los métodos anticonceptivos, la política del momento, las relaciones humanas, la creación literaria, la precariedad, la vida nómada o el amor. Aunque más bien podríamos hablar de poliamor, dejando en evidencia, una vez más, a toda una generación que parece haber descubierto América gracias a las redes sociales y a Zygmunt Buman. Que vamos de modernas y modernos sin ser conscientes de que algunas personas que ahora mismo tienen la edad de tus abuelos se lo pasaron en grande fuera de los límites de la monogamia. Que el amor líquido y el punk ya estaba inventado, bien lo supo Diane Di Prima, quien falleció en el aciago 2020 sin que nadie la llorase como es debido, como a tantas otras mujeres de la Generación Beat que se han ido sin pena ni gloria. Indignante silencio que abrasa estómagos, conciencias y almas. Por fortuna existen personas que han decidido, al fin, poner en valor esos legados ocultos en sendas antologías poéticas y reeditando libros como el que he tenido el placer de reseñar. Textos que perforan y descolocan por su actualidad, a pesar de estar escritos a mediados de siglo XX. Palabras que van dirigidas a rellenar ese conocimiento incompleto para ser conscientes de que, sin mujeres como Diane di Prima, muchas de nosotras no estaríamos aquí. Para agradecer, a pesar de no ser ni la mitad de modernas de lo que fue ella en su momento, su simple existencia, su actitud ante la vida y, sobre todo, su férrea decisión de proteger su libertad - dejemos de banalizar el término ¡por dios! - en todos los aspectos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Memorias de una Beatnik</i>: una historia de experimentación, sexo, cariño, relaciones sociales que van y vienen, literatura, fotografía, independencia, feminismo, creación, familia, pobreza económica, felicidad, abatimiento... Agradecimiento eterno a Diane Di Prima y a todas las pioneras de la escritura, aunque el olvido haya pisoteado sus nombres. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><b>Frases o párrafos favoritos: </b><p></p><div style="text-align: justify;">"Estaba demasiado excitada para preocuparme del guiso. Lo dejé en manos de Beatrice y sin siquiera darle las gracias a Bradley por la puerta con su nuevo libro. Anduve unas cuantas manzanas hasta el muelle de la calle Sesenta y me senté frente al río Hudson para leer y asimilar lo que estaba ocurriendo. No se me iban de la cabeza las palabras "abriendo nuevos caminos". Sabía que el tal Allen Ginsberg, quien quiera que fuese, nos había abierto nuevos caminos a todos nosotros por el mero hecho de publicar aquello. Todavía no sabía lo que significaba, ni hasta dónde nos llevaría.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">El poema también me produjo cierta pesadumbre. Se suponía que, si había una persona como Allen, tenía que haber más aparte de mis colegas, otros que también escribían lo que oían, escribían como hablaban, que vivían ocultos y marginados, escondiéndose aquí y allá, y que ahora, de repente, estaban a punto de hablar en voz alta. Tenía la impresión de que Allen solo era, solo podía ser, la vanguardia de algo mucho más grande (…) No muchos los escucharían, pero ellos por fin podían escucharse los unos a los otros. Estaba a punto de encontrar a mis hermanos y hermanas."</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://lasafueras.com/" target="_blank">Las Afueras</a></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-82598756298355903772022-05-27T03:31:00.001-07:002022-06-09T09:56:54.377-07:00RESEÑA: Azucre. <p style="text-align: center;"><b> AZUCRE</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiZJ67eBKIZ4kPUTvtqbZej0HNoAyb4HuxYHxpjtGZfIAJqNfBPUT68IijslP6A10rUjlOHeK_arl7UNTgs7OpN_3pcvWtWmeFJhneLkIfpbeGEcJn7tQpv8Gv2gp7yufGP5uY6lX9Z9xK_hlBv3r8vjf8ARlRVPR_fTezvN7FmiGjR-GBgEeWyj9H/s429/azucre.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="429" data-original-width="300" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiZJ67eBKIZ4kPUTvtqbZej0HNoAyb4HuxYHxpjtGZfIAJqNfBPUT68IijslP6A10rUjlOHeK_arl7UNTgs7OpN_3pcvWtWmeFJhneLkIfpbeGEcJn7tQpv8Gv2gp7yufGP5uY6lX9Z9xK_hlBv3r8vjf8ARlRVPR_fTezvN7FmiGjR-GBgEeWyj9H/w280-h400/azucre.jpg" width="280" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Azucre. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Bibiana Candia (A Coruña, 1977) es escritora. Ha publicado los poemarios <i>La rueda del hámster</i> y <i>Las trapecistas no tenemos novio</i>, el libro de relatos <i>El pie de Kafka</i> y el artefacto narrativo <i>Fe de erratas</i>. Colabora de manera regular con Jot Down, Letras Libres y The Objective. <i>Azucre</i> es su primera novela y ha sido merecedora del Nollegiu de novela y del Premio de las Librerías de Navarra como uno de los mejores libros de 2021. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoilAf-q_z_OPPsZ3ywtyEaWEl7PXZJM05mnDEnYiCOUEvt2VR3XVHITulg-8Uk5IvLz46jedZMDjOUpw7JUPxyt9Zoj22TdFiWFHHAzSA6eWQUIcpfmGYulNTXOHb6GPO6_IKFYFfDdK1IFxQwPqzPD4O0Nc1hKDZ3oWdRItQjp-DpA5HEJCSKYnA/s552/bibiana%20candia%20i.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="552" data-original-width="414" height="347" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoilAf-q_z_OPPsZ3ywtyEaWEl7PXZJM05mnDEnYiCOUEvt2VR3XVHITulg-8Uk5IvLz46jedZMDjOUpw7JUPxyt9Zoj22TdFiWFHHAzSA6eWQUIcpfmGYulNTXOHb6GPO6_IKFYFfDdK1IFxQwPqzPD4O0Nc1hKDZ3oWdRItQjp-DpA5HEJCSKYnA/w261-h347/bibiana%20candia%20i.jpg" width="261" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Pepitas de Calabazas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Galicia 1853. El invierno más lluvioso de la historia ha destrozado las cosechas y una epidemia de cólera empieza a hacer estragos entre la población. Orestes, el Tísico, el Rañeta y Trasdelrío, el Comido, Tomás el de Coruña y muchos otros rapaces que anhelan un futuro mejor para ellos y sus familias deciden deciden abandonar sus hogares y partir rumbo a Cuba para ganarse la vida en las plantaciones de caña de azúcar. Pero ese viaje les tiene reservado un calvario que sus cándidas mentes jamás habrían sido capaces de imaginar. Azucre es el relato novelado de la auténtica historia de mil setecientos jóvenes que viajaron a Cuba para trabajar y terminaron vendidos como esclavos por obra de Urbano Feijóo de Sotomayor, un gallego afincado en la isla que, aprovechando la situación de necesidad de sus compatriotas, promovió una campaña de colonización blanca y sustitución de la mano de obra llevada desde África. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> interesante, atípica, condensada, construida a base de impactos, muy visual, lírica, potente, pesadillesca en sus mejores momentos, plural en sus voces narrativas, epopéyica... Mi primer contacto con la historia - disciplina intelectual con la que algunas/os en este país tienen una relación más que problemática - fue, como a muchas y muchos de los que nos apasiona, a través de aquellos primeros ejemplares de la <i>Muy Historia </i>que cada mes devoraba como si de un bocadillo de atún con queso se tratara. Recuerdo el primero, dedicado a los (y las) malos malísimos de la historia. Ejemplar que aún, a día de hoy, guardo como oro en paño - no como aquel dedicado a la historia de la piratería que, misteriosamente, desapareció un verano en el pueblo - y que supuso entonces todo un shock para mi inquieta mente abierta a toda clase de información y aprendizajes. A lo que unos veían como una chorrada o una pérdida de tiempo, yo lo encontraba fascinante, entretenido y una buena forma de pasar el rato cuando el tedio aplanaba los días. Aquel primer contacto me llevó por senderos amazónicos, por una selva llena de criaturas - las y los susodichos personajes malvados del pasado - cuya fascinación se instaló en mi de inmediato. Fue en esas páginas donde descubrí figuras como las de Erzsébet Báthory - "La Condesa Sangrienta" para el común de los mortales - Josef Menguele, Calígula, Irma Grese, Mao Tse Tung, Guy de Rais, Iósif Stalin, Nerón, Pol Pot, Jorge Videla, Adolf Hitler, Leopoldo I de Bélgica y un larguísimo etcétera compuesto por dictadores, generales, reyes, lugartenientes fanáticos, médicos de dudosa ética, aristócratas, empresarios, matrimonios aparentemente "ideales" y anónimos que de pronto se revelan como el "carnicero de" o la "asesina de". Estoy convencida de que ahí empezó mi interés por leer sobre el mal, tratando de buscar la respuesta al porqué de dichos actos a todas luces totalmente condenables, de ahí mi fascinación por esos personajes - en el terreno de la ficción pero que bien podrían haber existido en la vida real - tan amorales y cuyo acercamiento supone un enorme desafío para la o el lector. Por eso cuando me topé, gracias a Bibiana Candia, con Urbano Feijóo de Sotomayor algo en mi cabeza hizo "clic", reconectándome directamente con aquellas perversas figuras que tanto me habían impresionado de adolescente. A pesar de que su presencia es más figurada que física, como esa inquietante mano que mece la cuna (o la política), lo cierto es que bien podría formar parte de una nueva lista, más patria, cercana, en la que figure como uno de los culpables de condenar a la esclavitud a casi 1.500 gallegos tras prometerles una vida mejor en la próspera Cuba de mediados de siglo XIX. <i>Azucre</i>: la terrorífica travesía hacia un aciago y vil destino. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuvY0CWG2AlGThiNE10o-xUNjyMFqoglmsf2E6-m9u7CFv7LyxKiHai7hlTZ56009XekbdBtsvYcMjAKV4SIomrn-V8nDtzWZpGyTwYQwu7fNaeEPCncWny4Ay2Ri4T01dUd9pNYqH_gkUaCXPljtfcohQH8_UDvVn27MadQCybK1JjKbphYqMm9Bh/s1024/azucre.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="576" data-original-width="1024" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuvY0CWG2AlGThiNE10o-xUNjyMFqoglmsf2E6-m9u7CFv7LyxKiHai7hlTZ56009XekbdBtsvYcMjAKV4SIomrn-V8nDtzWZpGyTwYQwu7fNaeEPCncWny4Ay2Ri4T01dUd9pNYqH_gkUaCXPljtfcohQH8_UDvVn27MadQCybK1JjKbphYqMm9Bh/w439-h247/azucre.jpg" width="439" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Algo se mueve dentro del terreno de la novela histórica cuando textos como los de Dacia Maraini - veterana escritora italiana que consiguió plasmar las emociones de un mundo, por aquel entonces, con las cicatrices del confinamiento a través de una trama epistolar ambientada en la Sicilia del siglo XVIII - o de Maggie O´Farrell - cuyo <i>Hamnet</i> es una magistral carta de amor y reivindicación a aquellas mujeres que se han perdido entre los pliegues de la historia - tienen una repercusión tan positiva. El género está cambiando, evolucionando, sin olvidar la épica o el clasicismo formal en algunos casos, pero con un ojo puesto en el mundo que envuelve la escritura de estas piezas literarias. Prueba de ello es precisamente la primera novela - tras un intenso camino dentro del terreno de la lírica - de la escritora gallega Bibiana Candia y su<i> Azucre</i>. Un libro que, en comparación con los best sellers históricos al uso los cuales, por otro lado, siguen copando las listas de los más vendidos, destaca precisamente por esa notable diferenciación. Lejos queda <i>Azucre</i> de, por ejemplo, aquellas novelas que se mueven en la horquilla de las quinientas y mil páginas que nos siguen entregando una serie de autores cada dos o tres años. De hecho, además de su breve extensión, la novela de Candia sorprende desde la primera página, cuando la lectora o el lector se se adentra en ella descubre una presentación más sencilla, espaciada y con capítulos que, en ocasiones, no llegan a llenar la página entera. Aunque más que capítulos, habría que hablar más bien de impresiones, flashes visuales sobre los que su autora se apoya para tejer lo que quiere contar. Del mismo modo, el lirismo del que se enriquece - fruto de, como ya he comentado, sus inicios en la poesía - dista mucho de esos textos tan extensos como farragosos que a veces inundan la mesa de novedades de histórica. No por contenido (que nunca está de más) sino por no saber encauzarlos para resultar, ya no digo digeribles, al menos llamativos para el público. Más que una novela histórica al uso, <i>Azucre</i> resulta una rara avis dentro del género, ya que se mueve en dos terrenos, hasta ahora, muy diferentes. Por un lado, el rigor que exige cualquier libro que se aproxime a un hecho concreto del pasado y, por otro, el estilo que bien podría emplearse para elaborar prosa poética, así como un formato que destila profesionalidad y delicadeza. En cuanto a ese acontecimiento histórico que se narra en <i>Azucre</i>, lo cierto es que es la segunda y gran baza con la que juega ya que, al tratarse de un episodio relativamente desconocido - o al menos para una gran parte de las y los lectores - el reclamo es aún mayor. Gracias a esa poesía y una contención narrativa inusual, Candia sabe ahondar en la coralidad del relato para meternos de lleno en un viaje tan esperanzador - los rapaces lo emprenden motivados por alcanzar una vida mejor - como terrible - tanto en las condiciones de las naves donde viajan, como en su desolador destino una vez pisan tierras cubanas -. Mezclando lo mítico con lo terrenal, las leyendas con la aspereza, los amuletos con las cañas de azúcar o la humedad de los tablones de madera en constante contacto con el agua marina, Candia nos habla de estos antepasados gallegos a los que un político-empresario engañó vilmente en favor de unas ideas racistas. Pero también parece estar refiriéndose a aquellos otros jóvenes, los del siglo XXI, que cruzan el Mediterráneo en condiciones pésimas si no los ha engullido el mar, depositando su cuerpo en el extenso camposanto de algas, peces y tumbas arenosas. Cuesta comprender como, a pesar de la distancia histórica, todavía existen injusticias que, lejos de ponerles fin, se repiten una y otra vez ante nuestros ojos, los cuales han acabado asumiendo, casi sin darnos cuenta, pestilentes discursos de elitismo cultural eurocentristas. De esta tangible realidad nos habla Candia, aunque la trama transcurra a mediados en 1853, justo lo que, a mi juicio, debería hacer toda buena novela histórica que se precie. Por muy voluminosa o alternativa que sea. Tender puentes entre pasado y presente para hablarnos de como la capa del poder pervierte a quien la lleva puesta, así como de los que son expulsados o no son dignos de la protección que ofrece su aterciopelado manto. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Azucre</i>: una historia de deseos, compañerismo, peligrosidad, fe, paganismo, crueldad, fascinación, dureza, esclavitud, silencio... Al rescate de aquellos hechos vergonzosos de nuestro pasado a golpe de imagen y poesía. </div><div><br /></div><b>Frases o párrafos favoritos: </b><div><br /></div><div><div style="text-align: justify;">"La locomotora es una bestia dormida que resopla, grande como seis bueyes, brillante y cubierta de humo como una olla puesta al fuego. La impresión de La Habana aún no se ha desprendido de los rostros y ya están frente a un monstruo de hierro que jadea como un toro manso. Al hombre de la compañía, que de este lado viste de blanco impecable y tiene aspecto de alimentarse regularmente, lo acompañan dos mulatos jóvenes que no hablan, pero caminan justo detrás de él. Por edad podrían ser los rapaces; sin embargo, se miran como sabiendo bien si son de la misma especie. Los guían como un rebaño manso. Vamos, muchachos, no se me queden atrás, que el ferrocarril les espera, aún tienen por delante un camino de varias leguas hasta que lleguen a sus destinos.</div><div style="text-align: justify;"><span> </span>Desde La Habana hasta los ingenios, el camino de hierro ahorra tiempo, carros y animales de carga. Nunca más llegamos, no era suficiente cruzar el océano, aún no llegamos. Nos han dado la bienvenida, pero aún no es aquí; aún hay que entrar más en la tierra, más lejos aún. ¿Seguirá existiendo el mundo que dejamos atrás? Nunca más llegaremos."</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://www.pepitas.net/" target="_blank">Pepitas de Calabaza</a></div><p></p></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-35387302201661984942022-05-07T01:58:00.002-07:002022-05-17T04:39:34.239-07:00RESEÑA: Ayer<p style="text-align: center;"><b> AYER</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjlHI_D46YdtQ-Kh-TXnF8JnRpSEzS2g55BPvqIKc7v1tGiBfUj8f9QQOEjL1fzRQpJ7KBzmBLum9RTC_jfhYzujvGCy7OSdUohAxtt0n3EvjxWHl9YQ6SAdzaKi1r8q591y8bXaCjQIRxieeJWLA9C149PRHpZz2zWCeCrPVciexRomXPem3VXnuR/s1200/AYER.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="762" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjlHI_D46YdtQ-Kh-TXnF8JnRpSEzS2g55BPvqIKc7v1tGiBfUj8f9QQOEjL1fzRQpJ7KBzmBLum9RTC_jfhYzujvGCy7OSdUohAxtt0n3EvjxWHl9YQ6SAdzaKi1r8q591y8bXaCjQIRxieeJWLA9C149PRHpZz2zWCeCrPVciexRomXPem3VXnuR/w254-h400/AYER.jpg" width="254" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Ayer. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Agota Kristof ((Csikvánd, Hungría, 1935 - Neuchâtel, Suiza, 2011). Por motivos políticos tuvo que exiliarse de su país para, en 1956, instalarse en Suiza. Tras cinco años trabajando en una fábrica de relojes, Kristof decidió aprender francés, lengua en la que escribió en 1986 su primera novela, <i>El gran cuaderno</i>, primera pieza de la trilogía protagonizada por <i>Claus y Lucas</i>, a la que seguirían <i>La prueba</i> (1988) y <i>La tercera mentira</i> (1992). Ha escrito otras obras de teatro y de narrativa, entre las que se encuentra el relato autobiográfico <i>La analfabeta</i> (2004), en el que Kristof recoge una breve parte de su intensa vida. Sin embargo, la trilogía de <i>Claus y Lucas</i> se sigue considerando su obra maestra, por la que recibió importantes galardones como el Alberto Moravia en Italia, el Gottfried Keller y el Friedrich Schiller en Suiza y el premio austriaco de Literatura Europea.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZUnnfPet4yaRtFE6q-aDm0EsG6krDx0Zdw-lr0X71CP1jCCU-uAUlV6b52cXoqvAyWQYq5bJYxUX127gNdD8i80dUJXXxzVcVvL7XdLvniYzfAvYny5TtyIZLDSs6F2u5jRrf6bn4vCsAi6Y-3GyCdLHl2QoZE8AVhCfzOm4ndcing-xjnuigcoeO/s860/agota%20kristof.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="686" data-original-width="860" height="319" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZUnnfPet4yaRtFE6q-aDm0EsG6krDx0Zdw-lr0X71CP1jCCU-uAUlV6b52cXoqvAyWQYq5bJYxUX127gNdD8i80dUJXXxzVcVvL7XdLvniYzfAvYny5TtyIZLDSs6F2u5jRrf6bn4vCsAi6Y-3GyCdLHl2QoZE8AVhCfzOm4ndcing-xjnuigcoeO/w400-h319/agota%20kristof.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Libros del Asteroide. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma: </b>francés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductor:</b> Ana Herrera. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis: </b>Sándor Lester, exiliado en una fría ciudad europea, lleva una vida solitaria y monótona. Inmerso en una rutina alienante en la fábrica de relojes en la que trabaja, pasa sus ratos libres escribiendo, frecuentando a gente en su misma situación o en compañía de Yolande, una mujer a la que no ama. Un día conoce a Line, una nueva empleada de la fábrica que procede del mismo país. Aunque está casada y tiene una hija de corta edad, Sándor se enamorará de la recién llegada y entre los dos surgirá un vínculo tan íntimo y esencial como doloroso y destructivo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido: </b>breve, precisa, desasosegante, sin artificios, al hueso, tristísima, lírica, tosca, sombría, melancólica, impactante... La primera vez que leí a Agota Kristof me adentraba en la milla de oro de mi ciudad. Amparada en el nombre de un poético autor, sus portales no eran de otro mundo, ni sus balcones, ni siquiera los seguratas-porteros que las custodiaban. No como sus tiendas de decoración minimalista y letreros tan estilosos como relevadores en cuanto a su caché o valor de mercado. Esas cuyos escaparates parecen gritarte lo mucho que molan, lo caras que son y que jamás podrás si quiera poner un pie en ellas. Cruzar la barrera que separa a quienes frecuentan los alrededores del Mercado de Colón y los que nos tiramos a las rebajas de cualquiera de las tiendas que riegan la calle Colón pertenecientes al imperio Inditex. Emma Stone o Alicia Vikander te saludan, pretenden calar entre el populacho, venderte la idea de que, aunque no te puedas permitir un bolso de Louis Vuitton o una escultura de Lladró, siempre quedará la ilusión, el deseo, la fascinación por aquello que jamás podrás poseer. Una frialdad calculada escondida tras los ojos verdes de la primera y los almendra de la segunda. Entre clase y clase de un curso del paro que estaba realizando en unas oficinas situadas al principio de aquella calle y tras una rápida pero embelesada contemplación a la explosión de Rococó que representa el Palacio del Marqués de Dos Aguas, se me ocurrió empezar la lectura que llevaba tiempo postergando, sin saber muy bien porqué. Quedé tan atrapada por aquellas primeras descripciones de los horrores más perturbadores, terroríficos y escatológicos incluso de la guerra que estaba teniendo lugar en las páginas y en la película que estaba construyendo en mi imaginación que casi llego tarde a la explicación sobre el la comunicación en Facebook. Recuerdo que durante las horas que sucedieron a aquella lectura no pude pensar en otra cosa que no fuese en esa abuela rolliza, malvada y guarra - de no lavarse en un mes, entiéndase - y en lo mucho que, a pesar de detestarla a rabiar, me estaba fascinado como personaje. En mi memoria resurgió Annie Wilkies, protagonista de <i>Misery</i>, psicópata de la página en blanco, sádica pesadilla nocturna a la que mi yo adolescente había aupado al Olimpo de la creación literaria. Flechazos que, tanto en un caso como en el otro, he conseguido mantener intactos y firmes, defendiéndolos hasta la saciedad allá por donde voy. Continué en los días posteriores, la pasión fue en aumento, a pesar de haber dejado atrás esa burrada llamada<i> El gran cuaderno</i>. Cada una de las tres entregas de la trilogía me despertaba sentimientos bien diferentes, pero todos convergentes en la figura de su autora, de quien los había plasmado sobre el papel, de una mujer llamada Agota Kristof que, para mi sorpresa, escribió aquello en una lengua que no era la suya, sino en una que le vino de improviso, sin desearlo y a la que se tuvo que acostumbrar si quería prosperar allí donde la habían acogido en calidad de refugiada política. Entonces pensé que el descubrirla frente a uno de los edificios más bellos de la ciudad resultaba irónico, ahora siento que Agota se ha convertido en una autora de mi canon personal, tan imprescindible como rica en su forma de aproximarse a lo molesto, visceral, crudo. En otras palabras, aquello que no queremos ver. Luego amplías, lees otros títulos, te empapas de ellos sabiendo que, aunque no estén a la altura de la obra cumbre, Agota jamás defrauda. <i>Ayer</i>: el dolor del exilio, del pasado y de la creatividad ahogada en el trabajo mecánico. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXeSQMaiQ8TOebjlDECLj_MtT8RTG9dY_VM3DM9lheCWXm-T8vbnNOmqE5JqEhWyGCo5emB-eCWSGyUMfSdnXGK-jZcv97jaattckZsyTsM5vevk_HV02QKQgnU0N6MdSw0YKfanalnj2ld23TrKr9IGja4tal5mUZLHET0rrVi6npYVfWpPNgJHjZ/s600/ayer.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="478" data-original-width="600" height="305" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXeSQMaiQ8TOebjlDECLj_MtT8RTG9dY_VM3DM9lheCWXm-T8vbnNOmqE5JqEhWyGCo5emB-eCWSGyUMfSdnXGK-jZcv97jaattckZsyTsM5vevk_HV02QKQgnU0N6MdSw0YKfanalnj2ld23TrKr9IGja4tal5mUZLHET0rrVi6npYVfWpPNgJHjZ/w382-h305/ayer.jpg" width="382" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">La desolación que una siente una vez pone punto y final a la lectura de esta pequeña novela debería ser una advertencia, sobre todo si la o el lector que se aventura a adentrarse en ella lo hace desde un ímpetu descontrolado. De todas formas, no hay nada mejor que iniciarse en la prosa de Agota que por este pequeño y amargo bombón de licor. Tan amargo que una servidora se estremece con tan solo recordarlo. Y es que la historia de Sándor Lester - magnífica elección del nombre en un claro homenaje al también expatriado Sándor Marai - actúa como vehículo narrativo así como catalizador de todas las emociones que su autora decide transmitir a través de él. Sosteniendo todo el peso de una trama que, a pesar de su aparente sencillez, esconde matices dignos de mención. Sándor es uno de los personajes más tristes de la literatura, al menos de la literatura a la que una ha accedido por el momento. Un rostro compungido, ausente, que se deja llevar por la inercia de un trabajo mecanizado y tremendamente alienante - esa gris fábrica de relojes - atormentado por un pasado que trata de dejar atrás y cuya única vida social fuera del trabajo la componen Yolande - una mujer con la que se acuesta pero no ama - y los exiliados del bar que, como el propio Sándor, no consiguen adaptarse al país que, por diversas circunstancias, han tenido que huir. Un hombre de imperturbable rostro, a lo Buster Keaton sin gracia, con frustrados sueños de grandeza literaria, ya sea por su falta de disciplina o por su falta de talento, ahí el lector es el que debe opinar. Imágenes que compone en su cabeza, sobre el papel o en la cárcel de tinta negra de la que jamás logran salir. La llegada de Line, una mujer casada y madre de una hija procedente del lugar en el que nació Sándor, pondrá patas arriba la anodina existencia del protagonista. Introduciendo a la o el lector en un juego literario en el que la ambigüedad jugará un papel fundamental. Una relación platónica en la que nos moveremos entre la cruda realidad y los deseos del propio protagonista, creando una tensa incertidumbre entre lo que es real y no, entre lo que está pasando y lo a Sándor le gustaría que pasase. Lo poético y onírico, a su vez, se cuelan en la narración de Kristof, otorgando al relato un toque más extraño y bello en una trama ya de por si oscura, convirtiéndose en el contrapunto necesario para sostenerla. Su parquedad narrativa - frases cortas, desnudas, carentes retórica banal, capaces de helar la sangre - así como ese toque siempre autobiográfico - la autora también trabajó en una fábrica de relojes - contribuyen, por otro lado, a ensombrecer más la narración. Y es que aunque ese punto lírico se cuele entre diálogos y descripciones, es importante mantener el sello de identidad, esa marcada personalidad que siempre ha caracterizado a Kristof tanto en su vertiente más larga - <i>Klaus y Lucas</i> - como en su faceta más sintética - <i>Ayer</i> -. Y aunque posea ciertos giros que te cambian de golpe y porrazo la percepción que tienes (y sientes) hacia los personajes, lo cierto que para una servidora esta <i>nouvelle</i> no se puede ni siquiera comparar con aquella magnífica trilogía que tanto me marcó, de hecho, por muy bien escrita que esté, no está ni siquiera a su altura. Sin embargo, esta lectura no solo me ha hecho admirarla más, también explorar otros campos temáticos al rededor de los que articular una trama, tales como la alienación que provoca el trabajo mecanizado - y su consecuente sometimiento psicológico - además del naufragio de las ideas literarias, de esos pequeños rayos de esperanza en unas circunstancias en las que ni el propio contexto ni el propio protagonista que las alumbra tienen cabida. Agota se condensa, se encoge, se atenúa; pero incluso achicándose escribe las mejores historias. Aunque tras su lectura te entren ganas de meterte en la cama, taparte con una manta y derramar alguna lágrima, como Sándor, en la más absoluta soledad. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Ayer</i>: una historia de decepciones, huida, asfixia, lírica lóbrega, frialdad, abatimiento, autoengaño, perturbación, destierro... La perfecta entrada al universo literario de Agota Kristof. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"En la cabeza todo se desarrolla con dificultad. Pero, en cuanto se escribe, los pensamientos se transforman, se deforman y todo se vuelve falso. A causa de las palabras."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"El tiempo se desgarra. ¿Dónde encontrar los descampados de la infancia? ¿Los soles elípticos paralizados en el espacio negro? ¿Dónde encontrar el camino volcado hacia el vacío? Las estaciones han perdido su significado. Mañana, ayer, ¿qué significan esas palabras? Solo existe el presente. En un momento dado, nieva. En otro, llueve. Luego hace sol, viento. Todo eso es ahora. No ha sido, no será. Es. Siempre. Todo a la vez. Ya que las cosas viven en mí y no en el tiempo. Y en mí, todo es presente."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://librosdelasteroide.com/" target="_blank">Libros del Asteroide</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-55216193972575235682022-04-29T03:07:00.002-07:002022-05-09T05:31:16.986-07:00RESEÑA: Jávea. <p style="text-align: center;"><b> JÁVEA</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitrMppR5NjoGCPrUO_BdFsQ8PxLHwjyMM5fu84GYrhJvy0E_scKniGY4vqxvC9Iub5FKqv0CTjLU39LCtsL2OJ2EkaVvKdrGbqgWU5jZUExuLREU-RUE45iAMZGXErYBY-vFKkzAB1kFBVzHhounPChji6sVD1JkqrD76zPjLntD-q3u4c4BTSJu92/s500/Javea.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="333" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitrMppR5NjoGCPrUO_BdFsQ8PxLHwjyMM5fu84GYrhJvy0E_scKniGY4vqxvC9Iub5FKqv0CTjLU39LCtsL2OJ2EkaVvKdrGbqgWU5jZUExuLREU-RUE45iAMZGXErYBY-vFKkzAB1kFBVzHhounPChji6sVD1JkqrD76zPjLntD-q3u4c4BTSJu92/w266-h400/Javea.jpg" width="266" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Jávea. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autor:</b> Alberto Torres Blandina ( Valencia, 1976) es profesor de literatura y de creación literaria. Ha publicado tres novelas <i>Cosas que nunca ocurrirían en Tokio </i>(Premio Internacional Las Dos Orillas 2007, Premio de la Médiathèque Bussy Saint-Georges a la mejor novela extranjera publicada en Francia en 2010, finalista del premio de la juventud Jean Monnet 2011), <i>Niños rociando un gato con gasolina</i> (finalista del Premio Café-Gijón 2008), <i>Mapa desplegable del laberinto</i> (2010), y la trilogía <i>Con el frío</i> (2015), <i>Contra los lobos</i> (2016) y <i>Después de nunca </i>(2019). También es autor del libro de poemas <i>Los cementerios vacíos </i>(2019) y de la novela infantil <i>El aprendiz de héroe</i> (2009). Su obra ha sido traducida al francés, alemán, italiano, portugués, griego y hebreo. En 2019 obtuvo la Beca de Residencia de escritores de Toji Cultural Foundation en Corea del Sur. Coordina el colectivo literario Hotel Postmoderno, con los que ha publicado varias novelas y espectáculos literarios como el Letring Catch. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwHBps3nyo7xL3sbAJpKsf7EguNK43vH455PJ46x4dljnXgVgStw_5Fwswy6edxgJoTH2JFmQP7-BnSFTlrGXU7P4OB2XxNCmiEXTnScWA9dyQIA2kHCjXcrfb6jGLUJ2NTbk-nUf1Ybz-50JMfQe1oUz_Y3iPvecvZ5IdkFciMcrzyj3kqd_aZfeU/s474/alberto%20torres%20blandina.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="266" data-original-width="474" height="235" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwHBps3nyo7xL3sbAJpKsf7EguNK43vH455PJ46x4dljnXgVgStw_5Fwswy6edxgJoTH2JFmQP7-BnSFTlrGXU7P4OB2XxNCmiEXTnScWA9dyQIA2kHCjXcrfb6jGLUJ2NTbk-nUf1Ybz-50JMfQe1oUz_Y3iPvecvZ5IdkFciMcrzyj3kqd_aZfeU/w417-h235/alberto%20torres%20blandina.jpg" width="417" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Candaya. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis: </b>"Cada vez estoy más convencido de que las novelas que parecen novelas son incapaces de llegar a ningún lugar interesante", dice el narrador de este singular libro, que es ante todo un ejercicio de memoria sin concesiones transitando por diferentes tiempos: una adolescencia aturdida por el aburrimiento y la ensoñación de lo que siempre está más allá, una juventud que navega entre el inconformismo y la necesidad de escapar de uno mismo, un mundo adulto donde los deseos alcanzados se parecen demasiado a su propia parodia. Jávea rescata la historia de una familia sacudida por la enfermedad, la muerte y la repetición, pero es también una disección implacable de esta opulenta Europa donde la brecha social entre ricos y pobres se ensancha, paradójicamente, cada vez más: las fronteras invisibles creadas por el dinero, el trabajo como forma de control, los lemas motivacionales alentando una meritocracia castradora, el triunfo personal medido por el tamaño del televisor, las drogas, el sexo y la religión como válvulas de escape, la desorientación, el rencor, la frustración, el suicidio...</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> sencilla, frenética, atrayente, feroz, humilde, versátil, enormemente crítica a la ingenuidad con la que muchas veces se percibe la meritocracia, con un narrador tan valiente como solvente, irónica, aguda, deconstructiva... Hacía calor cuando llegué a aquella urbanización de adosados colocados en fila, en formación, como si fueran a pasar revista, todos iguales, de teja roja y pared blanda. Tendría unos once o doce años cuando fui invitada por una amiga a pasar el día en el chalet que sus padres tenían en Náquera ¿o era Bétera? Poco importa. Éramos unas siete niñas, desenvueltas, nerviosas, correteando por la calle, a la sombra de aquella casa con jardín delantero. Recuerdo comer dentro, esos macarrones de tomate con queso gratinado, la tarta de chocolate que le sucedió y de la que no probé bocado (mis papilas gustativas seguían rechazando el dulce en todas sus formas y colores), las velas que mi amiga sopló con timidez, el aplauso de después, el juego de las tinieblas que casi le costó una bronca a la anfitriona (alguien se había cargado la cortina del baño y la barra que la sujetaba pensando que la bañera era el mejor sitio donde esconderse), la amiga que apareció a última hora, los bolis de Jordi Lavanda, la coreografía del festival de fin de curso (la cual hacía unos días que habíamos empezado a ensayar) y mi reticencia a sonreír demasiado por miedo a que se burlaran de mis brackets. Pedacitos de nostalgia de aquella primera década de los 2000 que viví en una nube de inocencia, felicidad, despreocupación y que solo abandonaba cuando había examen de matemáticas. Esa era mi gran cruz y no el paro, la incertidumbre, la falta de dinero, de oportunidades, de seguridad, de fe en una humanidad cada vez más idiotizada. No obstante, el azul pitufo de aquella piscina comunitaria es lo primero que acude a mi memoria cada vez que vuelvo a aquel lugar. Probablemente, la última fiesta de cumpleaños antes de cruzar la insalvable frontera de la adolescencia, cuando la jovialidad y la facilidad con la que se cimentan nuevas amistades resultaba todavía pasmosa. Ese azul, adornado con geometrías marinas desgastadas por el uso y el cloro en el que deseaba sumergirme, bucear y hacer el muerto, como la protagonista de Libertad en su versión fílmica, como me había enseñado mi madre en nuestras excursiones al Perelló o a la Malvarrosa. Pero lo quería para mi, todos los días, sobre mi piel. Deseaba que aquel añil fuera lo primero que mis ojos vieran nada más despertarme por las mañanas y lo último antes de sucumbir a la siesta veraniega. Fue entonces cuando comencé a preguntarme por qué mi amiga podía zambullirse en aquella cristalina piscina mientras yo me tenía que contentar con pasar Agosto entero en el pueblo de mi abuela. Y mira que me lo pasaba bien pero, la piscina del camping más cercano costaba dinero, había que subir una cuesta infernal, el fondo era gris y podías morir de hipotermia si permanecías mucho rato dentro de ella. "Ojalá vivir en un chalet" pensé "ojalá tener esa piscina en lugar de un solar donde tender la ropa", "ojalá ver la tele desde ese sofá y no desde una cama de colchón duro y cabecero de principios de siglo XX", o mejor aún, "ojalá convencer a los abuelos para que le compraran el solar a mi tía abuela y después construir la tan deseada piscina". Aquel chalet en Náquera o Bétera fue mi particular "Jávea". Por aquel entonces no tenía ni amiga ni novio con casa en la playa, por lo que aquel paraíso unifamiliar fue mi primer encontronazo con aquello a lo que comúnmente llamamos "envidia". Anhelo de poseer lo que otros, con más dinero, disfrutan unos meses al año o toda la vida. Aquello que no tienes y por lo que suspiras en la retaguardia del silencio. Sueños infantiles frustrados que se convierten en esa primera bofetada de realidad cuyo eco sigue escociendo décadas después. <i>Jávea</i>: la lúcida y resentida mirada sobre el capitalismo en el que, lo siento, estamos atrapados. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikiflaRjUPc6J97bQjw9rijDJ5ZD3hOzpS7LNE9D6XhgQLD_QBw9gkMW4Tf8nUSM8ygcxrJojoFwsbSrHx5ZXnmxcQYgzCbatc0kixfyd_XKviEBwAIwEQAm5Cj8sWP8Zc08zgRZx9UK4_PoJQH2Mktya88FqjJra4vyuluirPdH4kJ3JzpPkGqpAI/s474/j%C3%A1vea.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="262" data-original-width="474" height="246" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikiflaRjUPc6J97bQjw9rijDJ5ZD3hOzpS7LNE9D6XhgQLD_QBw9gkMW4Tf8nUSM8ygcxrJojoFwsbSrHx5ZXnmxcQYgzCbatc0kixfyd_XKviEBwAIwEQAm5Cj8sWP8Zc08zgRZx9UK4_PoJQH2Mktya88FqjJra4vyuluirPdH4kJ3JzpPkGqpAI/w444-h246/j%C3%A1vea.jpg" width="444" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Difícil es enfrentarse a la reseña de un texto que te ha despertado tantas sensaciones y levantado tantas ampollas. Sobre todo si tenemos en cuenta el ensalzamiento de un tipo de novela estándar, bien cerradita y justita de polémicas. Quien se adentre en <i>Jávea </i>debe saber que, además de no toparse en ningún momento con las aguas que bañan el "paraíso" situado entre Denia y Benitaxell, el viaje literario al que nos invita Alberto Torres Blandina es inclemente, tempestuoso, con su particular Moby Dick, tan terrorífico como lo es el capitalismo en su vertiente más despiadada, elitista e hipócrita. Muchos han tratado de ver en Jávea una suerte de autoficción con rasgos tan peculiares que la hacen destacar entre el millar de libros que ha alumbrado dicho género en los últimos años cuando, en realidad, podríamos hablar directamente de unas memorias en las que su autor ha tomado la decisión de desnudarse ante los lectores, con todo lo que ello conlleva, pero con la intención de no salir indemne, en lo que al proceso de escritura se refiere. Tal vez, el hecho de haber publicado una autobiografía (con sus pequeños toques de ficción allí donde la memoria no alcanza a observar con claridad) con cuarenta y cuatro años resulte, cuanto menos, reprochable, un ejemplo de narcisismo, dirían algunos, propio de ciertas autoras/es que que parecen más <i>tweetstars</i> que cronistas con los pies en el suelo. Sin embargo, lo que Blandina nos ha regalado a los lectores ha sido la maestría, tanto temática como estilística, de un escritor que, basándose en su propia experiencia, aprovecha para reflexionar - no sin mala leche - algunos de los temas que pivotan al rededor su propia literatura: el poder del dinero y la infelicidad del ser humano a pesar de tener a su disposición todos los medios para poder dejar de serlo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg86-f9Tmwsl5sOR2YvCBa_-cXaJpd8jrrdLSUM7RHiwZ4S4JkVlHj6DVCUMECveL7-NEWVbyvze_BThir0SK_t2yJ6sC7PfGp4RVVpeQ16J1J9UWlVLw4hOo2DJoODUki40QPHzGdwjNzGXnmlT0HA7gLigvKfs-deAUCj0fzMzfdMX6LhTWY3NVsE/s474/javea%20ii.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="328" data-original-width="474" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg86-f9Tmwsl5sOR2YvCBa_-cXaJpd8jrrdLSUM7RHiwZ4S4JkVlHj6DVCUMECveL7-NEWVbyvze_BThir0SK_t2yJ6sC7PfGp4RVVpeQ16J1J9UWlVLw4hOo2DJoODUki40QPHzGdwjNzGXnmlT0HA7gLigvKfs-deAUCj0fzMzfdMX6LhTWY3NVsE/w462-h318/javea%20ii.jpg" width="462" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Como ya he comentado, aquí Jávea no aparece como tal más allá de esa construcción que ese Alberto niño se monta en su cabeza, la de un chaval que quiere pasar los veranos en un chalet en dicho municipio en lugar de quedarse en Sagunto, su pueblo, con la misma gente, en la calle de siempre. La geografía urbana de esta localidad próxima a Valencia y con el paisaje del castillo en lo alto, el barrio del Raval en las faldas, las ocres rocas del Palancia a un lado y los restos de la Gerencia y los Altos Hornos en el horizonte como telón de fondo, Blandina nos teje una infancia donde cabe todo, incluso los trapos sucios de una familia de perdedores - de la guerra civil y del sistema - de trabajadores, humilde, en donde la sombra de la enfermedad mental y los reproches de una madre al hijo narrador (con injerencias y correcciones dignas de ser mencionadas en cualquier clase de escritura creativa) sobrevuelan un monólogo que, sin tregua, te avasalla en su continua sucesión de anécdotas - algunas tan extremas que a veces dudas de la veracidad de las mismas - cavilaciones y etapas quemadas o que, de algún modo, no llegan a cerrarse nunca. Seguidamente el lector será testigo de su paso por la universidad, esos curros para podérsela permitir - esa cadena de montaje como metáfora del trabajo alienado y con el que el protagonista se desprende de muchos prejuicios - esos otros trabajos en el extranjero, su condición de viajero empedernido, su amistad con otros escritores de la escena local - desde un retrato pulp muy desenfadado y costumbrista - su compleja relación con la creación literaria, así como divagaciones varias propias de un discurso que se plasma sin tregua (y sin capítulos, dicho ya de paso) sobre el papel. Dentro de este retrato crudo, a veces deformado, deconstruido y plagado de unos ricos claroscuros - la vida misma, por si no había quedado lo suficientemente claro - sobresale el gran tema principal, o mejor aún, los diferentes subapartados de los que deriva la madre y razón de ser del libro: el dinero. Poderoso caballero y elemento fundamental a la hora de crear esa invisible pero abismal línea que separa el privilegio de quien, o bien no tiene nada, o bien tiene que currárselo mucho para llegar a aspirar a algo parecido a ese amigo, conocido o ser que aparece por la tele sin ocultar su privilegiada posición. Por supuesto, no hablamos de ostentación (que los hay) pero sí de la hipocresía de cierta juventud que, aún siendo ideológicamente de izquierdas, disfruta de su rebeldía sabiéndose seguro, protegido y, en el caso de que la caída sea estrepitosa, sabiendo que un buen colchón económico llamado "padres ricos" lo salvará del abismo. El problema no está en la cuna, el linaje o la suerte de haber nacido en una familia con el suficiente dinero como para permitirse un chalet en Jávea. La cuestión sobre la que deberíamos estar debatiendo, y que considero que Torres Blandina lo hace a la perfección, es acerca de ese deporte nacional e internacional (ambas modalidades son aceptadas) que es juzgar trabajos o comportamientos que no forman parte del relato fílmico de su día a día. Pues hay gente que se extraña, o encuentra inconcebible, que tengas que ponerte a trabajar para pagar una carrera universitaria, que no hayas encontrado trabajo a la primera, que no quedes con tus amigas a cenar porque, directamente, no te lo puedes permitir en esos momentos, que dejes pasar la posibilidad de ir de viaje al extranjero porque - ¡oh, sorpresa! - tienes que pagar el alquiler o que estudies como una burra una oposición porque es la única forma de encontrar algo estable y que te pueda sacar del club de los que viven con el agua al cuello. ¿Asco de ricos? No. Asco de clasismo, falsedad - o filtros, ¿qué más da? - y de esta sociedad incapaz de hacer autocrítica. Aquí no estigmatizamos a nadie, faltaría más, pero a aquellos que, leyendo estas líneas, se han sentido interpelados, mi consejo es que lean a Torres Blandina. No os lo recetará vuestro médico de cabecera pero, os aseguro que es una una cura de humildad en toda regla y para toda la vida. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Jávea</i>: una historia de rabia, familia, escape, creación, experiencias, crítica, orgullo de clase, aturdimiento, desahogo... La metáfora de lo materialmente inalcanzable, a no ser que tengas pasta o te dejes tu cuerpo y salud mental sobre esa "Dama de Hierro" que, según dicen, dignifica y al que socialmente hemos convenido a llamar "trabajo". </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Los pobres no se arriesgan a emprender. Los pobres no se arriesgan a perder."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Ya mis dieciocho años soy un pedante que se cree superior a todos sus compañeros de trabajo. Esos hombres que, como pueden, rompiéndose la espalda doce horas diarias porque tal vez no tuvieron la oportunidad de estudiar, pagan los estudios de sus hijos. Como mi padre. Como mi madre. Se sacrifican haciendo traviesas o cribando naranja para que sus hijos puedan convertirse en pedantes que los miren por encima del hombro."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos:</b> </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://www.candaya.com/">Candaya</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-27556487746015604412022-04-13T04:26:00.003-07:002022-05-07T02:00:27.232-07:00RESEÑA: Como cambia el mar. <p style="text-align: center;"><b> COMO CAMBIA EL MAR</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaLHxwRx-br492LlLWTiC15-elolPceK34b0PQ-2SEyhJhHgQB-b1Qur_jL08NUuBINoqPSttwG0Db7CZijcUxT7A8aITqXnUjUuHpHgN4QPM6iY_xjBDVADzAKPXPnqAlfrFdSNcJxyPc3HaKfnMsjOG8LVQ7BXUjREKS398ZNDa8APGrvJboYXoz/s1214/como%20cambia%20el%20mar.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1214" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaLHxwRx-br492LlLWTiC15-elolPceK34b0PQ-2SEyhJhHgQB-b1Qur_jL08NUuBINoqPSttwG0Db7CZijcUxT7A8aITqXnUjUuHpHgN4QPM6iY_xjBDVADzAKPXPnqAlfrFdSNcJxyPc3HaKfnMsjOG8LVQ7BXUjREKS398ZNDa8APGrvJboYXoz/w264-h400/como%20cambia%20el%20mar.jpg" width="264" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Como cambia el mar. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> <span>Elizabeth Jane Howard (Londres 1923 - Suffolk 2014) escribió quince novelas que recibieron una extraordinaria acogida del público y crítica. Los cinco volúmenes de </span><i>Crónica de los Cazalet</i><span>, convertidos ya en un hito inexcusable dentro de las letras inglesas, fueron adaptados con gran éxito a la radio y la televisión por la BBC. La publicación del primer volumen de la saga, </span><i>Los años lig</i><span>eros, puso la piedra de toque de lo que se convertiría en un inmediato clásico contemporáneo y en la novela-río más importante escrita en Gran Bretaña desde </span><i>Una danza para la música del tiempo</i><span>, de Anthony Powell. En el año 2002, su autora fue nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibQra3YIET27qZeORSHRZamg6k6G8RTRtH4pio2cAm54AID4vh3KQUEPJNG4C6Xngb0YAyKN-ikrbYlCfmYmpqNVmmpDyW63dCERWuCc2-cKTcUslfyNZ7ExIJIB-Fh0sqd9Slg_qy31DS9Eq0qMxJkhQKsVo1sQuZTymD7Ca1w_FK4ciWQxqhHRx1/s300/Jane_Elizabeth_Howard_sin_copy-214x300.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="300" data-original-width="214" height="326" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibQra3YIET27qZeORSHRZamg6k6G8RTRtH4pio2cAm54AID4vh3KQUEPJNG4C6Xngb0YAyKN-ikrbYlCfmYmpqNVmmpDyW63dCERWuCc2-cKTcUslfyNZ7ExIJIB-Fh0sqd9Slg_qy31DS9Eq0qMxJkhQKsVo1sQuZTymD7Ca1w_FK4ciWQxqhHRx1/w233-h326/Jane_Elizabeth_Howard_sin_copy-214x300.jpg" width="233" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Siruela. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original: </b>inglés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductora:</b> Raquel G. Rojas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Catorce años después de su muerte, el recuerdo de su hija Sarah persigue aún al famoso dramaturgo Emmanuel Joyce y a su esposa Lillian. Acompañados siempre por Jimmy - el devoto representante de Emmanuel -, el matrimonio viaja continuamente de ciudad en ciudad, recurriendo a distintas estrategias para sobrellevar la pérdida: él seduce a todas sus secretarias y ella coloca las fotos de su hija en el tocador de cada nuevo hotel en el que se alojan. Hasta que, la víspera de su partida a Nueva York para seleccionar el reparto de su próximo montaje, un incidente con la última conquista del dramaturgo les obliga a encontrar de inmediato una sustituta. Cuando Alberta Young, hija de un clérigo de Dorset, llega a la entrevista con un ejemplar de <i>Middlemarch</i> bajo el brazo, las vidas de todos ellos no volverán a ser las mismas nunca más. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> ágil, ligera, elegante, hermosa en sus descripciones atmosféricas, con una capacidad de enganche marca de la casa, seductora, amable a pesar del sufrimiento de sus personajes, capaz de pasar del glamour a lo mundano sin mucho esfuerzo, con toques muy a lo F. Scott Fitzgerald... Hace unas semanas, para alegría de muchas y muchos, que los fans de las películas-novelas inglesas de época en las que se narran problemas de ricos en contraposición a los problemas de los que los cepillan, visten y alimentan en ese submundo dentro de enormes mansiones victorianas podemos disfrutar de <i>Downton Abbey </i>de nuevo. Ya sea con puntualidad, nunca mejor dicho, inglesa - sobre las 16:00h en TVE - o en diferido para quienes, como una servidora, no tenemos tiempo de descansar a esas horas frente al televisor en su correspondiente página web o canal gratuito de <i>streaming</i>. Y mira que un tiempo a esa parte accedo a dichos productos literarios y audiovisuales con cierto recelo, ya que cada vez me escama más esa imagen de los marqueses-condes-duques-nuevos ricos provistos de una excesiva amabilidad y gentileza que dista mucho de lo que en realidad sucedía en aquellas épocas históricas. No obstante, hay algo en ellas que siempre me acaba embaucando, sin llegar a convencer, pero sí a querer seguir la pista de la lady en sus infructuosos intentos por encontrar un buen marido, de ese criado mal encarado con oscuras intenciones o de esa doncella enamorada del ayuda de cámara que le saca como veinte años (algo que sinceramente, comentario random, no llegaré a entender). Y ese algo tiene que ver con un guion muy bien pensado, escrito e interpretado frente a las cámaras. Un texto que, a pesar de revestirlo de clase y rigor histórico, no está muy lejos de los melodramas de sobremesa que muchos nos hemos comido con patatas fritas. Adorándolos pegados al televisor si son medianamente decentes, usándolos como ruido ambiental mientras hacemos otras tareas si lo que nos narran no tiene sentido alguno o durmiéndolos si la cosa ya no se sostiene. Algunos de ellos los recomiendo encarecidamente para coger el sueño si quieres echarte una siesta. Como dirían las generaciones que nos antecedieron: mano de santo. Con esta resaca de tacitas, recibimientos multitudinarios al pie de la abadía y líneas de guion que jamás pronunciarías en la vida real afronto la reseña de la presente novela. Escrita por un autora que, gracias a <i>Las crónicas de los Cazalet </i>- la madre de lo que Julian Fellowes llevó a la televisión británica allá por el 2010 - consiguió que me renganchara a un tipo de ficción que, a pesar de que lo extremadamente perturbador sea lo que bombeé mi sangre, también tengo hueco para una buena dosis de cortesía al más puro estilo <i>british</i>. Así que, bienvenido sea, aunque con notables diferencias al universo cazaletiano. <i>Como cambia el mar</i>: secretos, apariencias y tragedias familiares entre el champagne neoyorquino y el turquesa de la costa griega. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3rdftIHwb5CEetQYJQmjJSyyjrNndeO0avJ6kjpwWvOX69RgjDAluEtrbvP7Az1Tsa4AZv9vTm-lrhLVrjYapIA0zwIB754y61ebEuRMuVGUk-7ZOUQn6kYr094QyMXZuNINMbdRbxIE-514vyiWj43u80DhlaPvCITRdXmdvF1-FCgXVbS6mCUfH/s736/como%20cambia%20el%20mar.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="552" data-original-width="736" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3rdftIHwb5CEetQYJQmjJSyyjrNndeO0avJ6kjpwWvOX69RgjDAluEtrbvP7Az1Tsa4AZv9vTm-lrhLVrjYapIA0zwIB754y61ebEuRMuVGUk-7ZOUQn6kYr094QyMXZuNINMbdRbxIE-514vyiWj43u80DhlaPvCITRdXmdvF1-FCgXVbS6mCUfH/w400-h300/como%20cambia%20el%20mar.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Aunque yo me esperaba encontrarme aquel resquicio del estilo que hizo tan grande a la saga de <i>Los Cazalet</i>, lo cierto es que una servidora se sorprendió al toparse con algo más complejo, más maduro, más interesante a nivel de forma. La propia trama ya nos avanza el gran cambio: un dramaturgo mujeriego, una esposa que no supera la muerte de su hija, el drama que sobrevuela cada escena, una secretaria amable, un atormentado escritor, una glamurosa ciudad de los rascacielos, el paraíso mediterráneo a las faldas de los templos clásicos... Si bien es cierto que ese punto donde convergen el entretenimiento literario con el "salseo" está presente - si no no estaríamos hablando de Elizabeth Jane Howard - la verdadera sorpresa se hace patente desde dos aspectos fundamentales y que, como ya he comentado, la propia sinopsis nos sirve como preludio de esta gran ópera narrativa. Por un lado, tenemos la parte estilística con la que la autora ha venido a jugar con el lector, mostrando el gran potencial del que es poseedora, para envidia sana de quienes queremos dedicarnos al noble arte de la escritura. Alternando, no solo narradores, también los formatos a través de los cuales articulan su discurso y, en definitiva, su propio punto de vista de la historia. Mientras Lillian (la esposa) y Jimmy (el fiel ayudante) adoptan una íntima primera persona, Alberta (la secretaria) lo hace a través de larguísimas y detalladas cartas. Muy al contrario que Emmanuel (el marido) cuyas acciones, pensamientos y sentimientos se nos muestran desde un distante narrador omnisciente. Esto no solo eleva las expectativas en cuanto a experiencia lectora, sino que además aporta personalidad y profundidad a los personajes. Gracias a ello, podemos situarnos en la trama, así como ante las distintas psicologías que muestran cada uno de los personajes. Y al rededor de todos ellos: el trauma. La muerte de Sarah, esa hija cuya dolorosa ausencia que ha puesto patas arriba el matrimonio entre Emmanuel y Lillian, poniendo en evidencia la disparidad de opciones a la hora de asumir el duelo o enfrentarse a la terrible realidad que los azota, como las espumosas olas del Mar Egeo. Si Emmanuel apacigua la tristeza coleccionando amantes mientras prepara su próximo estreno teatral, Lillian no se despega de su recuerdo, llevando consigo fotos de Sarah allá donde van, pensando que dicha acción apaciguará su desazón. Este clima, por supuesto, acaba afectando tanto a Alberta - el ser de luz de la novela - y a Jimmy - cuya lealtad con Emmanuel se tornará crítica. Además de este armazón narrativo que le otorga una dimensión más amplia y profunda, el otro gran aspecto que varía respecto a lo que ya conocemos de la autora es precisamente ese cambio de escenarios. Abandonamos Brighton para meternos de lleno en lado más acaudalado y cosmopolita de la ciudad de Nueva York, así como en la belleza terrenal de un lugar como Hidra - donde encontramos la ambientación más ensoñadora y cálida - sin olvidarnos de un Londres que dista del descrito en la saga de Los Cazalet. Howard abre escenarios, amplía horizontes, hasta coquetear con lo mejor de Francis Scott Fitzgerald, especialmente cuando dejaba de lado la inclemencia de la gran urbe y se refugiaba en el sofocante Mediterráneo. Y es que la novela de Howard no hace sino recordarme a aquel matrimonio protagonista de <i>Suave es la noche</i>. Novela en la que, las noches de la Riviera Francesa amparan una crisis matrimonial agravada por desencuentros y la enfermedad. Cambia la Costa Azul por esa Grecia de columnas jónicas y pueblos de paredes de cal y obtienes como resultado una revisión pertinente de un clásico a reivindicar. No sé si la insaciable inquietud lectora me regalará un nuevo encuentro con una autora a la que le tengo que agradecer largas tardes de entretenimiento puro. Ojalá nuestros caminos se vuelvan a cruzar, aunque sea de forma breve. El mundo necesita historias que, a pesar de ahondar en la pérdida y en la desintegración matrimonial, nos regalen momentos de calma, sosiego y adicción a la palabra escrita. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Como cambia el mar</i>: una historia de tensiones, paisajes de ensueño, crisis creativas, pérdida, duelo, luz, desencuentros, inflexión, perspectivas... Elizabeth Jane Howard, más allá de los muros de Home Place, es una autentica delicia. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Estamos en Atenas, el aire es blanco y polvoriento, todas las carreteras parecen atestadas, hay edificios que se están construyendo, y el tráfico va o bien a toda velocidad o con una lentitud desesperante (...) El aire parece una cortina caliente que me cae sobre la cara, y me pregunto por qué quería venir aquí y cuando podremos dejar este sórdido caldo de calor, asfalto deslumbrante y cenizas de la Antigüedad, todo mezclado sin ningún criterio y cocido a fuego lento con nubes de polvo."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">¡Un saludo y a seguir leyendo!</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://siruela.com/index.php" target="_blank">Ediciones Siruela</a></div></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-19685780155312761182022-04-02T03:09:00.002-07:002022-04-06T08:28:15.722-07:00RESEÑA: Érase otra vez. Cuentos de hadas contemporáneos. <p style="text-align: center;"> <b>ÉRASE OTRA VEZ</b></p><p style="text-align: center;"><b>CUENTOS DE HADAS CONTEMPORÁNEOS</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi929gkxc63BWehioqCrTr-gxEPcV-ay36vma_sO43j2hiu9ejzeVjDOS5_NLQ-kcLvrUms82vxjde0pF16-uS8naGIey8M7MEZxknVnGq0IZSMFiFjh16C3bsgIbQbWwD0eI39Z1MAByFW8DHHudlAqFag9lRhXJ5SEt4bCLzcXDIchl6fNNMZPXaU/s711/erase%20otra%20vez.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="711" data-original-width="474" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi929gkxc63BWehioqCrTr-gxEPcV-ay36vma_sO43j2hiu9ejzeVjDOS5_NLQ-kcLvrUms82vxjde0pF16-uS8naGIey8M7MEZxknVnGq0IZSMFiFjh16C3bsgIbQbWwD0eI39Z1MAByFW8DHHudlAqFag9lRhXJ5SEt4bCLzcXDIchl6fNNMZPXaU/w266-h400/erase%20otra%20vez.jpg" width="266" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título: </b>Érase otra vez. Cuentos de hadas contemporáneos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Ana Llurba (Córdoba, Argentina, 1980). Ha publicado <i>Este es el momento exacto en el que el tiempo empieza a correr</i> (I Premio de poesía joven Antonio Colinas, 2015),<i> La puerta del cielo</i> (2018, novela), <i>Constelaciones familiares</i> (2020, cuentos) y <i>Hemoderivadas </i>(2022, novela). Licenciada en Letras Modernas por la UNC, Argentina, ha cursado el máster en la Teoría literaria y otro en Edición por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente trabaja en el sector editorial, escribe para varios medios, coordina talleres de lectura y escritura, y vive enfrente de una estación de servicio en un barrio algo desangelado al noreste de Berlín. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDka37hUVcPNCu8iwUVLYy6z0EQyygYqzj7cXEMKdPZgLU4RwV0gLvoNg-gn9UlmPCHXid738sebRRUzHs6fuZ_ZKRLTa6_exhF3OnAMRcyQtNmkdUsr3Bw_s3aWv-pOylpg--Lku6715OKlSgrwywvIk4NHm4y2JcJOVN2vzMBnvp1E9-ui4_K6W4/s660/ana%20llurba.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="439" data-original-width="660" height="278" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDka37hUVcPNCu8iwUVLYy6z0EQyygYqzj7cXEMKdPZgLU4RwV0gLvoNg-gn9UlmPCHXid738sebRRUzHs6fuZ_ZKRLTa6_exhF3OnAMRcyQtNmkdUsr3Bw_s3aWv-pOylpg--Lku6715OKlSgrwywvIk4NHm4y2JcJOVN2vzMBnvp1E9-ui4_K6W4/w418-h278/ana%20llurba.jpg" width="418" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> WunderKammer. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Pocas expresiones tienen el poder performativo de "Érase una vez...". Como una invocación mágica, esta frase inaugural nos invita a adentrarnos a los horizontes narrativos tan arquetípicos y previsibles, de los cuentos de hadas. Huérfanas maltratadas por madrastras y hermanastras. Princesas narcolépticas abusadas por sus príncipes. Seres anfibios que renuncian a sus dones naturales por amor. Hadas celosas que castigan con sus hechizos a reinos enteros. Princesas acosadas sexualmente por sus propios padres. Niñas que mueren de frío, mutiladas o devoradas por elegir el "camino equivocado". Estos son algunos de los temas de las versiones originales de los cuentos clásicos que han sido revisados a lo largo del siglo XX. En este ensayo, Ana Llurba traza un itinerario por las relecturas que se han realizado en la literatura, el arte y el cine, para abrir nuevas expectativas y proyecciones de futuro; algo más que finales alternativos para viejos comienzos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> ameno, sencillo, crítico, con un palpable carácter divulgativo, reflexivo, bibliográficamente sólido - aunque con estos chaiers es inevitable pedir un poquito más - feminista, abierto en cuanto a sus horizontes intelectuales... No sé si lo he contado alguna vez - y si no es así, ojo, estamos ante la mayor primicia de este espacio de debate y opinión - pero el "nick name" o "pseudónimo blogger" que adopté durante una buena parte de mis inicios en este inestable, precario y noble terreno que es la crítica literaria se lo debo única y exclusivamente a Andrés Barba. Autor madrileño nacido en 1975 y que tiene en su haber novelas como <i>Las manos pequeñas</i> - de lo más deliciosamente perturbador que he leído en mucho tiempo - o <i>República luminosa</i> - al que le quiero hincar el ojo más pronto que tarde - ya me cautivó muchísimo antes de la existencia de este espacio. De hecho, se podría decir que sin ese personaje que inventó en aquel maravilloso cuento infantil titulado <i>Historia de nadas</i>, probablemente habría tirado por otros más convencionales, menos llamativos, más recurrentes tal vez. Pero no tan originales y con esa rima como lo es "Jimena de la Almena". Parece mentira pero, en su momento, fue uno de aquellos personajes de cuento con el que no esperabas toparte en un formato así. Una princesa, eso estaba claro, a la que, a pesar de encontrarnos en un rol bastante cuestionable en un primer momento - pasivo y a la espera de ese príncipe azul que la rescatara de la almena en la que vivía recluida - se nos revela como una niña que no quiere ser ni princesa ni llegar a reinar en algún momento. A ella lo que de verdad le pirraba era el futbol, jugar a la pelota, correr, meter un gol y celebrarlo como toca: recorriendo el campo de banda a banda en una nube de jolgorio. Cierto es que, aunque los estereotipos de amor romántico tóxicos se mantenían, no podía parar de pensar en el futbol como elemento disruptivo y a la vez de una interesante modernidad que tan bien acoplaba a la historia. De nuevo, valores y contravalores. Tenemos por un lado la perpetuidad del mito del caballero andante cuya única misión es liberar de las garras - en este caso de las de unos padres excesivamente estrictos - a su amada, al tiempo que aportamos un gesto que hoy podríamos definir como feminista al otorgar a la coprotagonista de unos gustos, hasta ahora, relacionados con un ámbito extraordinariamente masculinizado. Como veis, y aunque no pueda evitar en sonreír cada vez que recuerdo las imágenes y sensaciones que me provocó la lectura de dicho cuento en mi transición a la adolescencia, hasta en los relatos más contemporáneos o cercanos a nuestro tiempo - quiero pensar que más inclusivo, antirracista, antifascista y feminista - contienen trazas que nos obligan como lectores a replantearnos la sociedad en la que vivimos y, sobre todo, qué mensajes se han ido inculcando generación tras generación a través de inocentes niñas que caminan por el bosque, cestita en mano o de mujeres que solo se despiertan con el roce de los labios del hijo pródigo, aka el príncipe azul de turno. <i>Érase otra vez</i>: una nueva, y más terrorífica, vuelta de tuerca a los cuentos que te contaban cuando eras pequeña/o. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg50E5ILGNXMN_65q8jZTHJ4WBNstsNSoLcq-VVpCGyTtAwHJ5uKR7l4wL5TbR-EalLjeg6HBLokxOytowYgp9jV_FOSr5qSHwmjoR-ZOmy8JMK4QLfjs9Y5eOes-9TcoKM1wowCF0Pu7f18qkZnEw7tiPAYb2ucoOfVoay9PlcDOIvdqzaRv5noMyr/s790/%C3%A9rase%20una%20vez.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="626" data-original-width="790" height="318" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg50E5ILGNXMN_65q8jZTHJ4WBNstsNSoLcq-VVpCGyTtAwHJ5uKR7l4wL5TbR-EalLjeg6HBLokxOytowYgp9jV_FOSr5qSHwmjoR-ZOmy8JMK4QLfjs9Y5eOes-9TcoKM1wowCF0Pu7f18qkZnEw7tiPAYb2ucoOfVoay9PlcDOIvdqzaRv5noMyr/w400-h318/%C3%A9rase%20una%20vez.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">A pesar de que, lo he comentado en más de una ocasión, la colección <i>cahiers</i> que con tanto mimo y criterio edita la editorial WunderKammer - si no la conocéis ya estás tardando en googlear y alucinar con su catálogo - busca iniciarnos más que instruirnos. Lo cierto es que con este <i>cahier </i>en particular (al que le siguieron otros igual de sugestivos como el de Esther Peñas y Juan Vico) una servidora ha visto recompensado su fanatismo lector en lo que a las revisitaciones realistas, sugestivas y con ese toque perturbador de los relatos de hadas infantiles se refiere. Ana Llurba - editora, redactora y autora de novelas que coquetean con lo fantástico y que Aristas Martínez ha editado para nuestro goce y disfrute - no ha sido ni la primera ni la única. De hecho, si hay una autora a la que debemos pleitesía y que merece ser nombrada en este preciso instante esa es Angela Carter quien, mucho antes de que Llurba y tantas otras escritoras reflexionaran o adaptaran cuentos clásicos a la más rabiosa de las actualidades, ya estremeció con su volumen de relatos <i>La cámara sangrienta</i>. En él, la autora inglesa revitalizó cuentos como <i>La bella y la bestia</i>, <i>El gato con botas </i>o <i>La reina de las nieves </i>otorgándoles una estética gótica y un mensaje más feministas tomando como inspiración el psicoanálisis y la obra del Marqués de Sade. Aunque tanto Angela Carter como otras diosas del Olimpo de la literatura de terror - la coetánea Shirley Jackson y otras más recientes de la talla de Mariana Enríquez, Giovanna Rivero o Carmen María Machado - aparezcan citadas en el presente ensayo, particularmente me ha interesado más el tema principal al rededor del que Llurba articula el breve ensayo. Y es que, como bien señala: a pesar de que estas historias mágicas y plagadas de fantasía provienen en su origen de fuentes anónimas, la versión que nos ha llegado a nuestros días ha sido la reescrita por una pluma masculina. Si recordamos las palabras de Virginia Woolf en las que opinaba aquello de que "tras un anónimo siempre se escondía el nombre de una mujer" contrasta enormemente con lo que autores como los famosos hermanos Grimm los cuales, en palabras de Angela Carter pretendieron establecer una cultura unitaria para el pueblo alemán a través de una reescritura de aquellos cuentos, muy influenciados por su formación como anticuarios medievalistas y por una misoginia estructural. Llurba rastrea aquellos primeras actualizaciones - en las que por supuesto la mujer sale siempre mal parada - el cambio cultural que se produce al irrumpir el concepto de "infancia" y su deriva literaria y cinematográfica posterior. Prestando enorme atención tanto a aquellas destrucciones interesadas del relato - ejemplificadas en el caso de la factoría Disney y en la consecuente edulcoración de dichos textos que distaban mucho de los entretenimientos versallescos de la época de Perrault - así como a las nuevas perspectivas que, como consecuencia de la cuarta ola feminista, han acabado por inundar nuestro imaginario popular. Desde la moderna bella durmiente de Ottessa Moshfegh en<i> Mi año de descanso y relajación </i>a las sirenas nada angelicales y hartas de ser explotadas sexualmente en un club de alterne de la película <i>The Lure</i> de la cineasta Angineszka Smocynska, pasando por esa caperucita roja sometida por una jauría de lobos - y lobas, no se nos olvide - bajo el paraguas de una distopía llamada Gilead que tan bien contó Margaret Atwood en los años 80 y que ha encontrado su hueco en la cultura pop del siglo XXI. Como ya he esgrimido, aunque los <i>cahiers</i> funcionen como productos literarios para abrir boca, Ana Llurba no solo me ha hecho salivar, sino que además a reafirmado mi interés por lo truculento, lo sórdido, lo desestabilizador. También en el ámbito más intelectual. Abriendo mentes y posibilidades para nuevas interpretaciones y futuras relecturas más allá de las que ahora mismo están teniendo lugar. Así que basta de elitismos absurdos. Que la literatura, hasta ahora, aparentemente más infantilizada - a conciencia - también nos puede enseñar historia, sociología, psicología. Que los cuentos nunca fueron amables. Que hasta hace cuatro días (hasta finales del siglo XIX concretamente) los hijos se tenían para suceder, ascender o trabajar.. Que la "infancia", como la "maternidad", no existía y, por tanto, era un mundo más peligroso, hostil, violento. Y más si eras una niña perdida en medio de un bosque, obligada a desempeñar trabajos adultos (incluso aquellos más sórdidos) o con un matrimonio acordado desde la cuna. Que no, que los padres no eran tan cariñosos, ni las madres tan amorosas. No, Disney no existía en la Edad Media, y la vida era más terrorífica. Aunque visto lo visto, en algunas cosas tampoco hemos cambiado mucho. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i><br /></i></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Érase otra vez</i>: un ensayo sobre arte, cine, literatura, vampiros, brujas, sirenas, princesas insumisas, barbas azules, terror, perversas moralejas, nuevos horizontes... Un libro que se atreve a mirar al pasado y al presente a través de la reescritura de su cultura literaria. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Érase otra vez, no para volver a contar lo mismo, sino para atisbar nuevos horizontes y nuevas mitologías más inclusivas y, ojalá, más emancipadoras."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://www.wunderkammer.es/" target="_blank">WunderKammer</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-81583847405858644322022-03-26T04:46:00.001-07:002022-03-31T04:42:21.873-07:00RESEÑA: El poder del perro. <p style="text-align: center;"> <b>EL PODER DEL PERRO</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpohOk1TP--7b8B3Xs7UknQZTU-k6n3ph9sSqckgGY90ISDbLZkG9Pf5Ko9i4Rc9c4-gJBcaaK0XmiBaK40NY4q3YcVcaRCDdpBEU7vJmhLBwPG94FmIcwLCuTMcDcKXq90-166XTso9T7XieoaJwX31vSlw3ii-dE2kGS1buxS1VJbW8ULVOVXeFP/s630/el%20poder%20del%20perro.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="415" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpohOk1TP--7b8B3Xs7UknQZTU-k6n3ph9sSqckgGY90ISDbLZkG9Pf5Ko9i4Rc9c4-gJBcaaK0XmiBaK40NY4q3YcVcaRCDdpBEU7vJmhLBwPG94FmIcwLCuTMcDcKXq90-166XTso9T7XieoaJwX31vSlw3ii-dE2kGS1buxS1VJbW8ULVOVXeFP/w264-h400/el%20poder%20del%20perro.jpg" width="264" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> El poder del perro. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autor:</b> Thomas Savage (Salt Lake City, 1915 - Virginia Beach, 2003) creció en un rancho en las llanuras de Montana. Estudió escritura creativa en la Montana State College. En 1980 obtuvo la prestigiosa beca Guggenheim, trece años después de publicar El poder del perro, una obra maestra instantánea y uno de los exponentes más recientes de lo que ha venido a llamarse como Literatura del Oeste americano y recientemente adaptada al cine de la mano de la directora Jane Campion. Además de <i>El poder del perro</i>, Savage es autor de trece novelas, entre las que encontramos <i>Línea de medianoche</i> (1976), <i>El paso</i> (1944) o <i>Lona Hanson</i> (1948). Ésta última también fue llevada al cine y fue protagonizada por Rita Hayworth y William Holden. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlmf75W4zMtIHavrAu_40_POVkfc3HKh7F1RLfMlszw2diywJsgvf4HCDVynVx26-DLm7wTC3YEaiC8sTZhtBMHNGuA1Dn_POGEyF7Ug2i4s3bJ77BRETteBntswbC8w9Ci2W1kiZGbpXnid0y96t6tizrdMwG72VaB2Iq1bWbV1_i4NzDX70Bulqw/s649/thomas%20savage.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="649" data-original-width="500" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlmf75W4zMtIHavrAu_40_POVkfc3HKh7F1RLfMlszw2diywJsgvf4HCDVynVx26-DLm7wTC3YEaiC8sTZhtBMHNGuA1Dn_POGEyF7Ug2i4s3bJ77BRETteBntswbC8w9Ci2W1kiZGbpXnid0y96t6tizrdMwG72VaB2Iq1bWbV1_i4NzDX70Bulqw/w309-h400/thomas%20savage.jpg" width="309" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Alianza Editorial. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> inglés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductor:</b> Eduardo Hojman. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Montana, 1924. Phil y George son hermanos y socios, copropietarios del rancho más grande del valle. Cabalgan juntos, transportando miles de cabezas de ganado, y siguen durmiendo en la habitación que habían tenido de niños, en las mismas camas de bronce. Phil es alto y anguloso, George rechoncho e imperturbable. Phil podría haber sido cualquier cosa que se propusiera, George es tranquilo y no tiene aficiones. A Phil le gusta provocar, George carece de sentido del humor, pero tiene ganas de amar y de ser amado. Cuando George se casa con Rose, una joven viuda, y la trae a vivir a la hacienda, Phil comienza una campaña implacable para destruirla. Pero los más débiles no siempre son quienes uno cree. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> abrasiva, sigilosa, asfixiante, perturbadora, gráfica, tensa, oscura, con unos personajes bien cimentados, retorcida... El western, género clásico donde los haya que inconscientemente hemos acabado por asociarlo al séptimo arte gracias a directores y actores muy concretos y ya indisociables de sus formas, también es literatura con mayúsculas. Desde sus orígenes en la Norteamérica de mediados de siglo XIX, al compás de los trascendentales acontecimientos históricos que estaban teniendo lugar en el país tanto a nivel político-geográfico (el "Destino manifiesto" y la "Tesis de la frontera") así como de carácter económico-social y belicoso (la conquista del Oeste, la repoblación, la fiebre del oro, las guerras indias y el consecuente destierro de los pueblos nativos a las reservas etc...), el western se ha nutrido de las historias que emanaban de dichas experiencias y testimonios resultantes. Tomando como textos fundadores los conocidos como "cuentos de la frontera" James Fenimore Cooper, escritor de novelas de aventuras históricas, ostenta el honor de ser el primer autor en inaugurar esta tradición literaria con sus cinco novelas recogidas bajo el título <i>Los cuentos de Leatherstocking</i>. Escapando al anonimato y convirtiendo los montes de los Apalaches en territorio western. Entre la década de 1850 a los primeros años del siglo XX el género vive su primera gran revolución, adaptándose a los nuevos tiempos y a las necesidades de los lectores gracias a las "Dime Novels". Tomando como ejemplo los famosos y populares "Penny Dreadfuls" británicos - recordemos, historietas publicadas por entregas en revistas o periódicos generalmente ancladas en el terror más sensacionalista y sanguinario - comenzaron a proliferar pequeñas publicaciones que, por diez centavos, hicieron las delicias de aquellas primeras generaciones de masas. Los hombres de la montaña, los colonos, los indios y los forajidos que actuaban fuera de la ley eran los personajes más repetidos. Y dentro de todos ellos, los más populares fueron los que se atrevieron a friccionar a partir de personajes reales como Bufalo Bill o Billy the Kid entre otros. En los años 30 del siglo XX las revistas pulp ayudaron a la expansión del género en Europa y Asia, además de la incipiente industria hollywoodiense que, en su edad dorada, alumbró las primeras películas mudas de un por aquel entonces desconocido John Ford. Sin embargo, no fue hasta los 60 cuando el western vivió su mayor cuota popularidad, tanto en ventas de novelas - las cuales habían ganado en calidad literaria - como visionados tanto en el cine como en la televisión. Y aunque durante las siguientes décadas el género entró en declive - debido, sobre todo, a la aceptación que alcanzó el policíaco en su revisión del noir - lo cierto es que nunca ha dejado de reinventarse sin renunciar, en parte, a ese apelativo de "literatura de quiosco" que tantos se han empeñado en convertir en un insulto dentro del mundo de la literatura. Al western van asociados nombres de escritores como Jack Schafer, Louis L´Amour, Lucke Short, Cormac McCarthy Clarence Mulford o nuestro Marcial Lafuente Estefanía. También de mujeres, menos por desgracia, como Dorothy M. Johnson - quien escribió ¡ojo! <i>El árbol del ahorcado</i> y<i> El hombre que mató a Liberty Valance</i> -, Elinore Pruitt Stewart o B.M. Boyer. Y por supuesto el de Thomas Savage, escritor criado en un rancho de Montana y fallecido en el 2003 que vuelve a estar de actualidad gracias a Jane Campion y la película por la que puede alzarse este domingo con el máximo galardón de la 94 edición de los premios Oscar. <i>El poder del perro</i>: el atípico y sibilino western queer. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE2nWy-W8lhl_9hzs3U4CLTFOODTiwlKoiuhPK6p6DFO4S7tVJqK8XmH-4cIXmJXxOgtzuazPbzErWL4G9JhOeKSyocbw6pWqlkxHlR0Zxbgb-ChMmdfoZoFJ6uZHy0hTXyhYwUJjDusj7rhl0IENcboscUL0GDxmVcMzqRd8dUUirK2SAvtEgiAoa/s1200/el%20poder%20del%20perro.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE2nWy-W8lhl_9hzs3U4CLTFOODTiwlKoiuhPK6p6DFO4S7tVJqK8XmH-4cIXmJXxOgtzuazPbzErWL4G9JhOeKSyocbw6pWqlkxHlR0Zxbgb-ChMmdfoZoFJ6uZHy0hTXyhYwUJjDusj7rhl0IENcboscUL0GDxmVcMzqRd8dUUirK2SAvtEgiAoa/w471-h265/el%20poder%20del%20perro.jpg" width="471" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Dejando a un lado el film de Campion - aunque resulte inevitable dado el magnífico trabajo de adaptación - así como la impresionante interpretación de quien para mi debería arrebatarle el Oscar a Will Smith - Benedict Cumberbach, de Sherlock Holmes y Alan Turing a Doctor Strange, y de ahí a un rudo vaquero digno sucesor de John Wayne - lo cierto es que <i>El poder del perro</i>, a nivel literario, es un western extraño. Y remarco lo de extraño porque, si bien en cuanto a su estructura y geografía es enormemente clásico, no lo es tanto en lo que a su contenido se refiere. Algo que, si observamos el contexto del autor, nos da una enorme pista del porqué de esta interesante decisión narrativa. Thomas Savage publica <i>El poder del perro </i>en 1967, década, la de los 60, marcada en Estados Unidos no solo por la Guerra de Vietnam, también por el ambiente contracultural que surgió en los márgenes hasta llegar a conquistar el espacio político y público de por aquellos años. Movimiento que, entre sus muchas aportaciones, reflexionó entorno a las libertades, incluyendo la sexual, sin ser excesivamente visionaria, pero sí avanzada para la época. Unas reivindicaciones que, en la novela de Savage, se cuelan desde un prisma más progresista al plantear un western clásico en el que la temática LGTBI quede expuesta, a pesar de las diferentes capas que el autor le agrega, en un primerísimo primer plano. Mucho antes de que Annie Porlux - autora del posfacio de la presente edición de Alianza - escribiera aquel relato para <i>The New York </i>Times titulado <i>Brokeback Mountain</i> que años más tarde adaptaría con gran éxito Ang Lee, Savage ya se atrevió a corromper la figura del tosco e impenetrable cowboy a base de matices, sutilezas y pequeños detalles colocados, como si de un attrezzo teatral se tratara, en un desconcertante segundo plano para, capítulos después, estamparlos en los ojos del lector. Aunque considero la película de Jane Campion - directora de <i>El piano</i>, una de mis películas favoritas - por momentos superior al texto que la inspira, no debemos desmerecer los diferentes puntos fuertes sobre los que <i>El poder del perro </i>(novela) se sustenta. Tales como la milimétrica construcción de sus personajes, especialmente las de los hermanos protagonistas - Phil y George - deliciosamente antagónicos, la de esa machacada Rose - desesperada ante el desprecio de su cuñado, quien se empeña en hacerles la vida imposible - o la de ese Peter - hijo de Rose - que, bajo su apariencia "débil" y siendo el blanco de todas las burlas homófobas, se esconde un astuto joven con un oscuro plan. De hecho, la gran sorpresa de la novela viene dada por ese plow twist - o giro busco en este caso - de la trama en sus últimas líneas. Un volantazo que hace replantearte el libro en su totalidad, otorgando sentido a la extrañeza inicial y concluyendo en una poderosísima reflexión entorno al terror que algunos hombres sienten al ver que su "masculinidad" - a la antigua usanza - ya no tiene cabida en este mundo, así como la relación de éstos con las peores caras de la misma. Este sugerente cambio de rumbo contrasta, por otro lado, con un estilo seco, a ratos árido y con numerosas descripciones bastante explícitas de lo que implica trabajar en un rancho. Un ejemplo de esto sería su impactante inicio, en el que se narra la castración de una res sin cortapisas. Cierto es que respeto la decisión del autor y entiendo que tras ello se esconde una razón de estilo que, es cierto, casa a la perfección con lo que nos quiere contar. Sin embargo, a título personal, lo del "despiece" se me ha atragantado. No me caracterizo precisamente por ser una lectora melindrosa - en todo este tiempo he leído libros bastante fuertecitos - pero esta vez no he conseguido sentirme cómoda con dichas escenas. En definitiva, y a pesar de la casquería, la novela de Savage merece un hueco en aquellos lectores de mente abierta que amen el western, los thrillers soterrados y, aviso de nuevo, las imágenes fuertecitas. Aunque aquí lo importante es observar como es posible desmontar el discurso heteropatriacal desde, hasta ahora, uno de los géneros tradicionalmente más testosterónicos de la literatura y del séptimo arte. Paradojas que, hoy por hoy, me dan la vida. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>El poder del perro</i>: una historia de secretos, acosos, derribos, paisajes áridos, desollamientos, orientaciones sexuales reprimidas, masculinidades tóxicas quebradas, venganza, justicia "divina"... Seguiré leyendo westerns. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><b>Frases o párrafos favoritos: </b><div><br /></div><div><div style="text-align: justify;">"Puertas, puertas, puertas, puertas; cinco puertas exteriores en la casa. Rose conocía el sonido que hacía cada una de ellas al abrirse o cerrarse. La puerta trasera que usaba Phil dejaba entrar un fuerte viento, que hinchaba la alfombra y hacía que se retorciera como una serpiente. Una tarde, supo que Phil había entrado en la casa: caminaba con un paso rápido, ligero, muy arqueado, con sus pies más bien pequeños Ella lo oyó entrar en su dormitorio y cerrar la puerta. Protegida de sus pensamientos y emanaciones por esa puerta cerrada, se sentó y empezó a tocar; pero, cuando empezó a escuchar de manera crítica sus propias interpretaciones, oyó otro sonido, el del banjo de Phil, y de pronto se dio cuenta de que cuando ella practicaba él también tocaba. Hizo una pausa, mirando las teclas. El punteo del banjo también se detuvo. Cautelosamente empezó a tocar de nuevo. De nuevo, el banjo. Hizo una pausa; el banjo hizo una pausa. Entonces tuvo la sensación de que algo le trepaba por la nuca: él estaba tocando precisamente lo que estaba tocando ella... y mejor."</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://www.alianzaeditorial.es/" target="_blank">Alianza Editorial</a></div><p></p></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-32055952261309405652022-03-21T10:26:00.006-07:002022-03-23T09:08:00.129-07:00RESEÑA: El Evangelio. <p style="text-align: center;"><b> EVANGELIO</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjJop4lWDpRMZDvVcznsWF5dlzbe7MMLOYaLcsC3wr0bUPH-rTs-ZizriKdsNbver_WIW_BVMUGDUePVezfZpPDhhNWqZkj6uRFr1nrhYDve7RGZmHqZqVBySQWmfeN20v3M02CveESquGdkd_b0dubr7FNCPuBkNuvJERnbNgR3nXnN8fEbgpSpdDc=s410" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="410" data-original-width="263" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjJop4lWDpRMZDvVcznsWF5dlzbe7MMLOYaLcsC3wr0bUPH-rTs-ZizriKdsNbver_WIW_BVMUGDUePVezfZpPDhhNWqZkj6uRFr1nrhYDve7RGZmHqZqVBySQWmfeN20v3M02CveESquGdkd_b0dubr7FNCPuBkNuvJERnbNgR3nXnN8fEbgpSpdDc=w256-h400" width="256" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> El Evangelio. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> <span style="text-align: justify;">Elisa Victoria (Sevilla, 1985). Por este orden y entre otras cosas, se ha dedicado a coleccionar muñecas Chabel, a vender pizzas y hamburguesas con gorra roja, a estudiar Filosofía y Magisterio Infantil y a escribir compulsivamente desde la pubertad como método eficaz de supervivencia. Ha publicado dos libros. El primero, </span><em style="text-align: justify;">Porn & Pains</em><span style="text-align: justify;">, salió en diciembre de 2013 gracias a Esto no es Berlín y fue reeditado en junio de 2017. El segundo, </span><em style="text-align: justify;">La sombra de los pinos</em><span style="text-align: justify;">, fue publicado en marzo de 2018 por la misma editorial. Ha colaborado en sitios como </span><em style="text-align: justify;">Tentaciones, Tribus Ocultas, El Estado Mental, Cáñamo, Vice, Playground, El Butano Popular, Primera Línea</em><span style="text-align: justify;">, diversos fanzines (</span><em style="text-align: justify;">Una buena barba, Clift, Orfidal, Yo no soy esa, Diario ultrasecreto de Honey, Fango</em><span style="text-align: justify;">) y antologías (</span><em style="text-align: justify;">Hijos de Mary Shelley, Erotismo desviado, La familia, Hijos de Sedna, Frankenstein resuturado, El Moyanito</em><span style="text-align: justify;">). Le encantan los cómics, los sintetizadores y chupar limones. Es capaz de comunicarse rápida y profundamente con los animales y los niños. Con los humanos adultos no tanto. Con </span><em style="text-align: justify;">Vozdevieja,</em><span style="text-align: justify;"> su primera novela, consiguió gran éxito de público y crítica. Algo que le ha permitido ver publicados algunos de sus relatos en sendas antologías. Con <i>El Evangelio</i> y <i>El quicio</i> - novela ilustrada por Mireia Pérez - ha acabado por confirmarse como una de las grandes voces de este país. </span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: justify;"><br /></span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEie7BEq4rg6F4_NjNO6ykSGO531CuUQjOPumMe-_hFbPN2pHKZXNXniP-mmwW4z_GGvKzmEoUvAT6BTPGrQatFdPGtf8MglbJMQhSgy_97PChss_ombbhwE53B8K23L5qOh38PAKEH2ZDiR2wxezYnjYF2c3m4BDOuqCSJIm9eq9lgM9l3leJa7jMeU=s474" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="387" data-original-width="474" height="301" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEie7BEq4rg6F4_NjNO6ykSGO531CuUQjOPumMe-_hFbPN2pHKZXNXniP-mmwW4z_GGvKzmEoUvAT6BTPGrQatFdPGtf8MglbJMQhSgy_97PChss_ombbhwE53B8K23L5qOh38PAKEH2ZDiR2wxezYnjYF2c3m4BDOuqCSJIm9eq9lgM9l3leJa7jMeU=w369-h301" width="369" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Blackie Books. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Lali tiene que hacer prácticas de magisterio, pero olvida echar la instancia. Cuando descubre que le han asignado un colegio de monjas ya es demasiado tarde. Sin embargo tendrá que superar el miedo y aprender que también esos niños necesitan lo mejor de ella, que también el amor se desvanece, que también los adultos incumplen las promesas expedidas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> amarga, retratista, con un humor triste que surge en el momento más inesperado, ágil, generacional, algo desangelada.... Cuando tuve noticias de la editorial Blackie Books ya me habían impactado sus famosísimas ediciones. Caracterizadas por una gruesa tapa dura, una robustez categórica y, sobre todo, unas portadas que ya pertenecen a la historia de la edición de este país. Yo los conocí con<i> Amor de monstruo</i>, una novela de terror freak escrita por Katherine Dunn muy a lo <i>American Horror Story</i>, muy a lo Tim Burton cuando su estilo no se había diluido al compás de los encargos, franquicias y films fallidos. Sinceramente, me alucinó, ya que por aquel entonces seguía muy apegada a lo insólito y a las historias donde cierta fantasía oscura conseguía colarse en la realidad más visceral, algo a lo que sigo estando ligada aunque los caminos que conducen a ello se hayan ampliado considerablemente. Después llego Mo Daviau y su <i>Lena y Karl</i>, novela que, literalmente, me voló la cabeza, convenciéndome una vez más de que, a la hora de abordar la ciencia ficción, todavía existen perspectivas inexploradas. Como aquella que Daviau consiguió al aunar los viajes en el tiempo con la melomanía más nostálgica, haciendo realidad el sueño de todo amante del rock, poder teletransportarte al concierto de tus sueños, de tu vida o a aquel en el que te hubiera gustado saltar, cantar a grito pelado y vibrar con cada canción sin importar que, por aquel entonces, tu existencia no estuviera ni siquiera programada. También, en uno de esos veranos tórridos, me llegó en su edición de bolsillo una barbaridad llamada <i>Peyton Place</i> de Grace Metalious que, en un cruce entre lo mejor de Patricia Highsmith y toda la tradición adscrita al gótico sureño norteamericano da como resultado la novela que dio lugar a series tan célebres como <i>Melrose Place</i> y <i>Twin Peaks</i>. Con ese pueblo en el que ve alterada su anodina existencia con pequeños e inquietantes sucesos, esa arquitectura ordenada y uniforme - una de las cosas que más yuyu me da, lo confieso - y, sobre todo, esos vecinos a través de los que podemos vislumbrar un despiadado retrato de la sociedad estadounidense de los años 50. Como veis, parte de mi educación sentimental en lo que a literatura actual fantástico-terrorífica con toques cifi se la debo a Blackie, editorial que, más allá de estos tres inamovibles referentes, me ha permitido descubrir a autores como Juarma, Taylor Jenkis Reid, Desireé de Fez, Muriel Spark o la propia Elisa Victoria, cuya novela <i>Vozdevieja</i> se ha convertido en todo un referente de la literatura española actual. Algo que ha venido en parte a repetir en la novela que hoy tengo el placer de reseñaros que, aunque en mi caso no ha sido lo que esperaba, confirmamos la continuidad de una autora interesante y de un genuino estilo narrativo. <i>El Evangelio</i>: los problemas de la generación Millenial (o Z) entre docencia y crucifijos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjUFQ-v0Rcg5xR4ZahPeW-DlDjCniRHG1lGKxe3ySu0iaxbBkbuLWN0ZlLOzBKooRsyLTXJfVUdUAEWIPC_-ojtzSieA4iLQPQpZ4Z0I333aEeswEA3f-gVn7tZiOxL07dC_4aZ5Ly--iffag_ZOtPwasyz8-mgwfTJkHWItBK1mXlEwc2Qe2lY1oju=s474" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="272" data-original-width="474" height="257" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjUFQ-v0Rcg5xR4ZahPeW-DlDjCniRHG1lGKxe3ySu0iaxbBkbuLWN0ZlLOzBKooRsyLTXJfVUdUAEWIPC_-ojtzSieA4iLQPQpZ4Z0I333aEeswEA3f-gVn7tZiOxL07dC_4aZ5Ly--iffag_ZOtPwasyz8-mgwfTJkHWItBK1mXlEwc2Qe2lY1oju=w446-h257" width="446" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Elisa Victoria, a través de sus escritos, derrocha talento, frescura, seguridad, además de una marcada personalidad literaria que la ha posicionado como una autora de extremos - la manida dualidad del "o la odias o la amas" - así como la asunción del calificativo, por parte de la prensa, de escritora "generacional". Algo que, en el caso de esto segundo, lo considero bastante cierto. Pero más allá de lo que puedan decir de ella los más populares tabloides de este país, lo cierto es que Victoria ha regresado con fuerza, con contundencia y, sobre todo, con una de las mejores ediciones que ha parido Blackie Books desde sus oficinas en Barcelona. Con ese negro sotana, esa tipografía dorada que entronca directamente con esas biblias de bolsillo (sin perder ese plus ceremonioso o solemne que siempre ha caracterizado a la institución desde tiempos inmemoriales) al tiempo que se acerca al público más teen, con ese relieve en forma de cruz, esas tijeras en el centro y, sobre todo, ese canto rosa obispo tan llamativo. Sin duda, Blackie Books ha tirado la casa por la ventana con la segunda novela de una de sus autoras estrella, echando el resto en una de las mejores campañas de marketing editorial con un diseño que - aunque sigo enamorada de la edición de <i>Vozdevieja</i> - no ha dejado indiferente a nadie. Dejando a un lado cuestiones más artísticas y empresariales (de las cuales en esta ocasión era muy difícil escapar) lo cierto es que El evangelio no ha cumplido del todo las expectativas con las que una servidora llegaba a su lectura. Aunque, y esto es importante, es necesario reconocer cierta evolución y asentamiento del universo "victoriano" - precariedad laboral, infancias bajo el paraguas de las abuelas/os, ausencia de la figura paterna, incertidumbre congénita, costumbrismo andaluz, humor escatológico, dramas y desaliento juvenil - en la presente novela. Si bien es cierto que me esperaba, como prometían algunas reseñas, una crítica despiadada al sistema educativo español actual y, muy especialmente, al que se ejerce en los colegios católicos - algo que, sinceramente, se queda en agua de borrajas - me he topado, como cierta compensación la confirmación de que tendremos Elisa Victoria para muchos años, más allá de si el libro sea bueno o malo. Volviendo a lo que comentaba al principio, la autora sevillana lleva con gran orgullo eso de considerarse una escritora del momento, del aquí, del ahora, sin olvidarse de los orígenes - <i>Vozdevieja </i>es un ejemplo - y con una desalentadora mirada hacia un futuro que no parece existir. Ejemplo de esto último es la relación que acaba estableciendo Lali (la pizzera-futura maestra a la que, por culpa de un descuido, acaban asignándole las prácticas en un colegio de monjas) con los niños y niñas a los que da clase. Criaturas educadas bajo la férrea batuta de la religión y un exhaustivo control sobre su comportamiento, trascendiendo más allá de lo puramente educativo. Miradas puras sobre las que Lali - alter ego de la propia Elisa Victoria - vierte una profunda reflexión entorno a su porvenir y las formas de lidiar con él desde una mirada triste, con ciertos momentos para el humor, aunque éste tamiza sobre el gran tema principal de la novela, que no es otro que la ausencia de expectativas. <i>El Evangelio</i>, en última instancia, más allá de su protagonista - con la que puedes empatizar más o menos - sus turnos en la pizzería, la relación con su familia, las prácticas y de las ideas preconcebidas sobre la educación en colegios católicos, de lo que te habla es de la oscuridad, del azabache. No el de la vestimenta de los curas, sino el de la incerteza, aquel al que por desgracia parecen habernos condenado a esa generación (mi generación) que tildan de ninis al tiempo que le exigen lo imposible para acceder, ya no a un trabajo, sino a una vida o a un espejismo de lo que nuestros progenitores consiguieron.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>El Evangelio</i>: una historia de conciencia, precariedad, educación justa y crítica, monjas de toda clase y condición, subtextos, alumnos imperfectos, hipocresía, pesadez vital.... El provocador artefacto de una autora cada vez más henchida y convencida de sus interesantes y efectivos recursos literarios. </div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Mundo maldito, llévame a mí si quieres que ya estoy podrida de todas formas pero no me chafes a Alberto, a Alberto déjamelo tranquilo dando saltos en su cada vestido de gato, déjamelo que haga dibujos, que plante árboles, que baile, que le ponga retos crueles, que se escape, que no se haga mayor como un cadáver dentro de un cuerpo grande con el que sea imposible volver a comunicarse, que no se queden sus huesitos arrojados en el interior de un tonto que monte un negocio vinculado con el diablo y se pase las jornadas firmando papeles y hablando con despotismo. No me pudras a este niño, mundo asqueroso, solo te pido eso, asústame a mí, enférmame, tortúrame, échame a una zanja y que nunca me encuentren, hazme daño a mí y a ese niño que nada lo vuelva malo."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://blackiebooks.org/" target="_blank">Blackie Books</a></div></span></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-1794296716426466112022-03-12T01:27:00.001-08:002022-03-15T10:44:09.907-07:00RESEÑA: El palacio de hielo. <p style="text-align: center;"><b> EL PALACIO DE HIELO</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjMmd7vHbpZYtg3lYPTJKP7Y2s94R5IR7dUQFTWsqWYObOTIzU76YqHHPNpW0VKQ5tCoRXoZiDXlrjO793zzIUJZp8iHBCMOOsp6-ZREHHT5Wq7cjS0IwKFQJ6uK8RzccJyDgV4ldycU19N1WqmG1hbOrYopnVTBjAd71FYp_FInW4d72coYPatYMv1=s2048" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1405" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjMmd7vHbpZYtg3lYPTJKP7Y2s94R5IR7dUQFTWsqWYObOTIzU76YqHHPNpW0VKQ5tCoRXoZiDXlrjO793zzIUJZp8iHBCMOOsp6-ZREHHT5Wq7cjS0IwKFQJ6uK8RzccJyDgV4ldycU19N1WqmG1hbOrYopnVTBjAd71FYp_FInW4d72coYPatYMv1=w275-h400" width="275" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título: </b>El palacio de hielo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autor:</b> Tarjei Vesaas (1897-1970) nació y creció a la orilla del lago Vinjevatn, en Noruega, rodeado de una idílica y solitaria naturaleza que influyó en toda su obra literaria. De carácter muy sensible, quedó marcado para siempre por la destrucción de la que fue testigo durante la Primer Guerra Mundial y la culpabilidad que sentía por haber decidido en su momento no hacerse cargo de la granja familiar. Entre sus estudios y el servicio militar encontró tiempo para seguir escribiendo novelas, poesía y teatro, y finalmente, en 1923, consiguió publicar<i> Hijos de humanos</i>, que le abrió definitivamente las puertas de su carrera literaria. Fue tres veces candidato al Nobel de Literatura y hoy es considerado uno de los mejores escritores noruegos del siglo XX. La literatura de Vesaas, con una aparente sencillez, rebosa simbolismo y poesía y conjuga a la perfección el paisaje noruego con la psicología de sus personajes. Es autor de novelas como <i>El palacio de hielo </i>(1963), <i>Los pájaros </i>(1957) y<i> Los vientos</i> (1953). </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhaewsACpsiTZCsqu1lvX4f8fqbnXaF8gCN-SJUg-b5bWVckA3uk6KCWaQ9h-Da0BkFZATXBQAKpEjBPabPRsYEb1sd3fIMD_XMrIBetrzjvImIsL2HbM7J7J52BtdZPcMcKGGpO7Kt5Wk7qW3YP1Co_8G-EIfsNuw0rlbCWxVuBCwv6135mHFy3sCg=s520" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="277" data-original-width="520" height="255" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhaewsACpsiTZCsqu1lvX4f8fqbnXaF8gCN-SJUg-b5bWVckA3uk6KCWaQ9h-Da0BkFZATXBQAKpEjBPabPRsYEb1sd3fIMD_XMrIBetrzjvImIsL2HbM7J7J52BtdZPcMcKGGpO7Kt5Wk7qW3YP1Co_8G-EIfsNuw0rlbCWxVuBCwv6135mHFy3sCg=w479-h255" width="479" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Trotalibros. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> noruego. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductoras:</b> Kristi Baggethun y Mª Asunción Lorenzo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Sinopsis: esta es la historia de dos niñas de once años que, aunque son muy diferentes, sienten una conexión muy especial desde el primer momento. Esta es la historia de una promesa y de un palacio de hielo con laberintos pasillos, inmensas salas y bosques encantados en su interior. Esa es la historia de Unn, que se adentra sola en el palacio de hielo y desaparece, y de Siss, que busca contra el tiempo y el olvido. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> envolvente, sutil, potente, con tintes mágicos, pausada pero no por ello aburrida, lírica, sobrecogedora... A veces tengo un sueño recurrente. Me veo a mi, quieta, abrigada hasta las cejas y en medio de un bosque nevado. El frío me paraliza. Muevo los dedos de las manos para que la sangre siga circulando, ya que en ese primer golpe de irrealidad, creo estar petrificada. El paisaje me es familiar. Siempre pienso que es el monte que rodea el pueblo de mi infancia, aquel por el que corrí y perturbé con gritos de júbilo mientras rodaba ladera abajo o al tiempo que las palmas de mis manos, enfundadas en unos llamativos guantes rojos, acariciaban el hielo convertido en un amorfo muñeco de nieve. Pero bien podría ser otro lugar, más lejano, Islandia tal vez. No es descabellado pensar que mis deseos viajeros se cuelen en mi subconsciente, como señal de que necesito salir de mi ciudad de sol y playa que, aunque la adoro, una siente que debe abandonarla al menos por unos días, semanas, meses si el dinero no fuera un problema. Comienza a nevar, los copos se posan en mis pestañas, creando una cortina de hielo entre molesta y hermosa. No estoy de foto, ni mucho menos, de hecho estoy deseando huir de allí. Adoro el frío, pero en mi recurrente ensoñación éste se convierte en mil agujas clavándose en mi blanca piel forrada de capas y más capas. Algo se mueve al fondo, no sé muy bien lo que puede ser, nunca he visto animales salvajes rondar entre los pinos de mi niñez, aunque las historias que se cuentan de generación en generación afirman todo lo contrario. Camino, por fin, en dirección hacia aquello misterioso, huidizo. Timidez embriagadora con aroma a tierra mojada que me empuja a averiguar su forma, esencia, carácter. Avanzo, temerosa, pero firme en mi inquietud. Me pierdo, el silbido del viento es relajante y las copas de los árboles, llenas, arden en deseos por descargar el exceso de nieve acumulada. Me fundo. No me importa. Creo estar a salvo, tranquila, como no lo he estado en mucho tiempo. Ya puede venir la ventisca del siglo y enterrarme bajo toneladas de pálido albor que a mi no me sacan de ese lugar, ni de ese letargo devenido en placer, aunque lo pesadillesco me agarrase con fuerza de los tobillos al principio de esta increíble historia. Lo confieso, las catedrales de hielo - o lo que es lo mismo, las novelas ambientadas en la estación más odiada - me han regalado grandes momentos lectores. Y es que son la ambientación perfecta, tanto si lo que pretendes es construir un relato costumbrista impregnado de gran amabilidad, como si lo que te calienta el alma es retorcer géneros para contar una historia de terror puro. O todo a la vez, ganando en empatía y complejidad narrativa. No, no estamos ante una novela que se caracterice precisamente por darte sustos de muerte, tampoco frente a una en la que lo enternecedor decaiga en cursilería melodramática. Aquí, el frío, viene por la ambientación, el carácter de sus habitantes y, sobre todo, por su peculiar geografía emocional encarnada en dos niñas que, sin duda, harán las delicias de toda aquella lectora o lector que sepa leer más allá de la sinopsis oficial. <i>El palacio de hielo</i>: la no tan gélida naturaleza del duelo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6er9lWLPnlA4yWNkGdJgCL57YuxH6spwRrufSLD8T1hAnTu3_l88mfi506ghfRlsu7jwfc1_9C7hDEnOcBZze_X2nKcwrBkcFXdvS-F5BGDAZm9w5tECyyr0ax89r6CqLJI0mgDxfY9llxmN2xB_DBCTMvd9Q9J_fC3_Ht7aw5p1P5JhD7EB1e5n1=s474" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="336" data-original-width="474" height="329" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6er9lWLPnlA4yWNkGdJgCL57YuxH6spwRrufSLD8T1hAnTu3_l88mfi506ghfRlsu7jwfc1_9C7hDEnOcBZze_X2nKcwrBkcFXdvS-F5BGDAZm9w5tECyyr0ax89r6CqLJI0mgDxfY9llxmN2xB_DBCTMvd9Q9J_fC3_Ht7aw5p1P5JhD7EB1e5n1=w463-h329" width="463" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Desde la Noruega más misteriosa, rural y evocadora Tarjei Vesaas - recordemos, tres veces candidato al Nobel de Literatura y todo un referente en las letras escandinavas - nos trajo una historia de lo más interesante a nivel argumental y estilístico. La de dos niñas - Unn y Siss - que, sobre sus pequeños hombros, su autor descarga toda la trama y la emoción que ésta acumula en esas 198 páginas. De hecho son ellas, sus diferentes caracteres - una más popular y la otra más retraída - y el suceso que marca sus todavía cortas vidas son prácticamente la razón de ser de una obra, insisto, tan especial como los paisajes en los que Vesaas es capaz de introducirnos. Y es que la naturaleza, así como los cambios climatológicos que acompañan a las cuatro estaciones y sus consecuentes impactos sobre la misma, no solo vehiculan el devenir de los acontecimientos, también acompañan a la perfección las emociones que experimentan tanto los personajes como el propio lector al acercarse a ellas. En <i>El palacio de hielo</i> abundan las descripciones de dicho ecosistema cambiante, de ese lago cercano al pueblo - helado al principio de la novela que pronto amanecerá con una enorme capa de nieve, anunciando la llegada del crudo invierno - y, por supuesto, de esa cascada congelada y llena de estalactitas a la que el autor bautiza como el "palacio de hielo" (el otro gran personaje del libro) que, como si de una casa encantada gótica se tratase, hace las veces de morada del horror, así como de cofre donde guardar los secretos más inconfesables. La Premio Nobel de Literatura Doris Lessing se refirió precisamente a ese sigilo en su correspondiente reseña que escribió para <i>The Independent</i> en 1993, impresión para nada descabellada teniendo en cuenta la relación que ambas protagonistas establecen bajo los carámbanos de hielo. De unos comienzos algo accidentados en los que se establece una pequeña relación de poder en cuanto a la asunción de papeles (la líder y la sumisa) que puede recordarnos a las inmortales Lenú y Lila que tan bien Elena Ferrante retrató en <i>La amiga estupenda</i>, pasamos a algo más sutil, interesante y adulto como es la tristeza ante la pérdida. Porque, si algo es <i>El palacio de hielo</i> es una oda al duelo y al torrente de emociones que éste provoca, incluyendo ese pedregoso acantilado que hay que escalar hasta llegar a la cima de la recuperación, o de la aceptación, o del "convivir con ello". En este caso, para más fascinación, la poesía parece poseer la pluma de Vesaas, abordándolo desde la más pura de las elegancias, sin provocar la lágrima fácil, pero sí una sensación de amor por esa amistad y por Siss, sobre todo por Siss. La que permanece, la que espera, la que no ha desaparecido en el "palacio de hielo", la que no busca medio pueblo, la que, en última instancia, echa de menos a aquella tímida niña de once años llamada Unn por la que había comenzado a sentir atracción. Sin recrearse en lo morboso, Vesaas nos regala un relato atmosférico, cargado de afecto, ternura, ciertos toques de misterio y un halo de irrealidad constante - a veces parece que derive en una especie de cuento e hadas - que, aupado por una arquitectura agreste, unas protagonistas construidas desde el mimo más enternecedor y un palacio soñado para que, en la mente de cada lectora o lector, adquiera las formas que dicte su personal y desbordante imaginación. Y es que la literatura, en toda su grandeza, está no solo para trasladarnos a lugares inauditos, también para cultivar aquellos huertos que creíamos sembrados de conocimiento. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>El palacio de hielo</i>: una historia de amor, amistad, vivencias traumáticas, caminos sombríos, nieve, paso del tiempo, heridas que sanan, infancia, aprendizaje... Larga vida a Tarjei Vesaas y a Trotalibros Editorial que, en tiempos de crisis y shocks mediáticos, consigue apaciguar nuestras volátiles curvas emocionales cargadas de sobreinformación, tragedias y demás sorpresas con clásicos a reivindicar. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"La oscuridad a los lados del camino. No tiene ni forma ni nombre, pero el que anda por ahí nota que aparece, que le persigue y le hace sentir arroyos corriendo corriéndole por la espalda."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://trotalibros.com/" target="_blank">Trotalibros Editorial</a></div></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-81843417956839897942022-03-05T03:23:00.001-08:002022-03-10T10:55:57.000-08:00RESEÑA: La mejor voluntad. <p style="text-align: center;"> <b>LA MEJOR VOLUNTAD</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiwe9f99hkkSO7wzSWQBzUMiRJZulB1LqgsfwtNIPjwH9eVcEOatbXoMqS9qirvm8akDnFIcCuXuTziU6r7rCs4km4D7_LHGNYselaEoH_ZTEOdwXxtMEIsoE-Zc_CpfYmNjditIm4sbuG8XSxSAt1pN5YEAJt8Vd5AIcG0TI3CHiP6VT0P1mIkB0Th=s630" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="403" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiwe9f99hkkSO7wzSWQBzUMiRJZulB1LqgsfwtNIPjwH9eVcEOatbXoMqS9qirvm8akDnFIcCuXuTziU6r7rCs4km4D7_LHGNYselaEoH_ZTEOdwXxtMEIsoE-Zc_CpfYmNjditIm4sbuG8XSxSAt1pN5YEAJt8Vd5AIcG0TI3CHiP6VT0P1mIkB0Th=w256-h400" width="256" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> La mejor voluntad. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> <span style="text-align: justify;">Jane Smiley ( Los Ángeles, California, 1949) es autora de una veintena de obras de ficción y ensayo. Recibió el Premio Pulitzer de narrativa y el Premio Nacional de la Crítica por su novela </span><i style="text-align: justify;">Heredarás la tierra</i><span style="text-align: justify;"> (1991). Entre otras obras, ha publicado </span><i style="text-align: justify;">La edad del desconsuelo</i><span style="text-align: justify;"> (1987), <i>Un amor cualquiera</i> (1989), <i>La mejor voluntad</i> (1989) </span><i style="text-align: justify;">The Greenlanders</i><span style="text-align: justify;"> (1988) y, en los últimos años, la trilogía formada por </span><i style="text-align: justify;">Some Luck</i><span style="text-align: justify;"> (2014), </span><i style="text-align: justify;">Early Warning</i><span style="text-align: justify;"> (2015) y </span><i style="text-align: justify;">Golden Age</i><span style="text-align: justify;"> (2015). Desde 2001 forma parte de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras. </span></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgiNagt2zFQ_g7ilL-enWr1JEl0qgsUkFL_LWFTR6Ply_iaYsyn4Y7OsAAfDzCS06X0fKBwbFmW0ue_GjnVVcdc7kkgfsfxzsSeXk0DxnSKLTB2uGM5IS2KA8eoAs_6QJCqYmYn1zrKXs3v6JkGS1lRFnQntap4Fp8W8jG4Nh9LKQHzkvruGYJ0l13a=s666" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="500" data-original-width="666" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgiNagt2zFQ_g7ilL-enWr1JEl0qgsUkFL_LWFTR6Ply_iaYsyn4Y7OsAAfDzCS06X0fKBwbFmW0ue_GjnVVcdc7kkgfsfxzsSeXk0DxnSKLTB2uGM5IS2KA8eoAs_6QJCqYmYn1zrKXs3v6JkGS1lRFnQntap4Fp8W8jG4Nh9LKQHzkvruGYJ0l13a=w400-h300" width="400" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Sexto Piso. </div><p></p><div style="text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> inglés.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Traductora:</b> Inga Pellisa. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Sinopsis: </b>Bob Miller ha creado el paraíso con el que siempre soñó: una granja en lo alto del valle, a cinco kilómetros del pueblo más cercano, donde él y su esposa Liz viven y crían a su hijo de siete años, Tommy, cultivando su propia comida, hilando y tejiendo su ropa, fabricando sus propios muebles. Él mismo construyó la casa en la que habitan, sin teléfono, ni televisor, sin automóvil, sin más conexión cotidiana con el mundo exterior que los viajes diarios de Tommy a la escuela. Allí viven, piensa Bob, y allí vivirán siempre. Bob y Liz se enorgullecen del estilo de vida autosuficiente que han escogido, pero si de algo se siente verdaderamente orgulloso Bob es de Tommy, ese chico entusiasta, receptivo, obediente y dispuesto a dejarse guiar por su padre. Por eso nunca habría imaginado que un día su hijo fuera capaz de agarrar dos muñecas de una compañera de clase y destrozarlas. Sin embargo, ese día llega y a Bob le recorre un escalofrío. Algo va mal, realmente mal, y él no lo ha visto venir. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> breve, intensa, económica en su descripción de los hechos narrados, actual, reflexiva, desmitificadora, paradójica, un cuchillo de doble filo que se traslada más allá de su oportuno título... En ocasiones me dan ganas de dejarlo todo y marcarme un Walden. Así de claro. Abandonar las comodidades propias de la ciudad o del pueblo grande y marcharme a una casita en medio del campo. Sin televisión, ni internet, ni ruidos propios de la megalópolis, sin la presencia de lo que mundialmente hemos convenido en llamar "ser humano" - hay quien creo que no debería merecer dicho honor - como a 50 kilómetros o más a la redonda. Yo, mis circunstancias, libros, papel, boli, gas, electricidad, agua corriente - por supuesto, que de burguesa tarda una en salirse, aunque en realidad un waldenista extremo renunciaría a estas tres cosas - y un pequeño huerto del que sobreviviría y que, mediante la ancestral técnica del trueque, me permitiría sobrevivir en medio de la nada para unos, en el paraíso terrenal para otros. Rodeada de monte, rocas, plantas silvestres, tal vez un riachuelo-lago-abundante río, insectos mil y algún que otro animal salvaje (con todo lo que ello conlleva). Por supuesto, y tras este breve exabrupto, sin duda producto de la beligerante actualidad a todos los niveles (y no solo en lo que, por desgracia, atañe a la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin) me queda claro que liarte la manta a la cabeza y plantarte en medio de la naturaleza más agreste con la intención de construir un lugar donde poder habitar y subsistir a partir de lo que ésta ofrezca está al alcance de muy pocas y pocos. Por no decir que eso lo pueden hacer cuatro privilegiados y, bueno, los que siguen a pies juntillas las palabras de Thoreau en su imprescindible ensayo sin un ápice de espíritu crítico en dicha lectura. Con el riesgo de acabar como Christopher McCandless - protagonista de la película <i>Hacia rutas salvajes</i> y del libro de John Krakauer - en su "Odisea de Alaska". Retiros más o menos extremos a parte, lo cierto es que hay quienes lo consiguen, quienes logran - aunque con algunas comodidades indispensables y a las que cuesta renunciar como una cama en lugar de los gastados asientos de un autobús abandonado - con empeño y trabajo vivir al margen de lo que conocemos por "civilización" o mejor aún, de entornos que nos generan un desapego absoluto con la madre naturaleza y sus múltiples virtudes. Sin embargo, como bien plantea la novela que hoy tengo el placer de reseñar, ¿estamos dispuestas/os a llevar nuestras convicciones hasta el final? ¿Cómo se congenia eso de tener descendencia y querer inculcar en nuestra prole unos valores y una forma de vivir determinada? ¿Y si nuestra hija o hijo, de pronto, parece reusar todo ese saber y modo de vida aprendido desde la cuna? Y lo más importante: ¿se puede escapar de las garras del capitalismo por muy aislado que quieras estar de todo aquello que lo sustenta? <i>La mejor voluntad</i>: la libertad como espejismo y el materialismo como ese robusto tronco que no dudamos en abrazar. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBcYsvy52HfT4sDIhEWaIrSyijq39tigruQdbN1UAOCebWahGoKdf1tii7D_iBREJ9HenrPDUglYGlIZULmt-4LS8mnCaklFyWQAGfPQqYEQD18TJ6_yo1DE6mwdDi8Hughx0DXxw-id4YQd3II2k2PTGjTNk6ywdwaZwvswWjuvquUNhdMjLrpich=s1280" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="1280" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiBcYsvy52HfT4sDIhEWaIrSyijq39tigruQdbN1UAOCebWahGoKdf1tii7D_iBREJ9HenrPDUglYGlIZULmt-4LS8mnCaklFyWQAGfPQqYEQD18TJ6_yo1DE6mwdDi8Hughx0DXxw-id4YQd3II2k2PTGjTNk6ywdwaZwvswWjuvquUNhdMjLrpich=w400-h300" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Tras esa lectura algo desinflada de <i>La edad del desconsuelo</i> y la publicación, que no incursión, de <i>Un amor cualquiera</i> - novela a la que seguramente le acabe dando una oportunidad - regresaba a Jane Smiley con cierto escepticismo. Lo confieso, mi primer contacto con ella no fue del todo satisfactorio, por lo que me inquietaba pensar que, a pesar de mi pasión por la literatura estadounidense, no fuese para mí. No obstante y para mi sorpresa, Smiley acabó entrando por mis ojos como un torrente de aire fresco en un momento en el que necesitaba precisamente dejarme llevar y mecerme en unas formas que, si bien conocía de sobra, me ayudaron a desconectar de aquello que me perturbaba. Siguiendo un estilo muy parecido al de <i>La edad del desconsuelo</i>, pero con pequeñas sutilezas y, sobre todo, una trama que refuerza unas determinadas preocupaciones, Smiley nos acompaña a través de la palabra escrita en la historia de Bob, Liz y Tommy; padre, madre e hijo respectivamente. Una familia - los Miller - de las que, como he apuntado en el anterior párrafo, consigue realizar su sueño de vivir en una granja en lo alto de una colina, ser autosuficientes y libres de cualquier atisbo materialista - o lo que ellos consideran como tal - que perturbe su día a día. Sin televisor, teléfono, coche y con las salidas de su hijo al colegio y los libros que toman prestados de la biblioteca pública como únicos medios de conexión con el exterior. A través de la voz del padre iremos conociendo mejor tanto a la familia como su rutina en ese idílico paraíso entre el huerto y los remiendos de la ropa que tejen a mano. Así como el ensimismamiento en el que que Bob, ese progenitor férreo en sus ideales, vive respecto a Tommy, al cual considera su mejor creación. Un niño nacido y criado en dicho ambiente y asumiendo todas las enseñanzas y valores que, sobre todo su padre, vuelca sobre él, creyéndose la idea de que junto a su esposa han creado a un niño modelo y futuro ciudadano ejemplar. Sin embargo, un inesperado incidente en el colegio conseguirá tambalear los cimientos, no solo de la educación que dichos padres han dado a su hijo, también de los propios pilares sobre los que se asienta un matrimonio aparentemente perfecto y seguro de lo que han construido y de lo que querían cuando iniciaron dicho proyecto juntos. Sin ahondar en cualquier clase de spoiler - sobre todo para los más puristas en estas lides - simplemente me limitaré a comentar que, la eclosión del inesperado hecho, supone una reflexión para el lector más allá de las consecuencias que éste acarrea para a la unidad familiar. Y es que de una forma sutil lo que Smiley nos está tratando de hacer ver es que nada puede escapar del capitalismo. Por mucho que te aísles y te creas libre de toda atadura del sistema, lo cierto es que ambos modelos se sustentan en una constante comparación, creyéndose ambos la mejor opción al tiempo que se admiran mutuamente, ya que en última instancia, ambos mundos - el de la familia Miller y el que representa el resto de personas que forman la comunidad - acaban reconociendo carencias y deseos que solo pueden hallar si se pasan al otro bando. La libertad es un espejismo, parece sentenciar Smiley, capitalista en este caso, algo que ni - como reza su título - la mejor de las voluntades, ni siquiera la de ese padre que cree estar haciendo lo mejor para su hijo (también esta es una novela sobre los modelos de paternidad y maternidad) parece aplacar un problema sustentado en la confrontación, el individualismo o la falsa meritocracia entre otras muchos contrafuertes. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>La mejor voluntad</i>: una historia de aislamiento, modelos de habitar el mundo, paradojas, desigualdad, grietas emocionales, ideales que se deshinchan, autonomía, autoridad, ruido pragmático... La prole como campo de experimentos y cubo rebosante de expectativas paterno y materno filiales. </div><br /><div style="text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos:</b> </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"Me pregunto como sería criar a un niño con dinero. Toda su vida hemos estado inventando cosas para él; ha sido nuestro sujeto experimental, y reconozco que ha sido uno muy bueno, receptivo agradecido, flexible con esas ideas que pintaban bien sobre el papel pero que no funcionaron."</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cortesía de <a href="http://www.sextopisoes.com/">Sexto Piso</a></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-16754247454754125602022-02-19T02:43:00.001-08:002022-03-01T06:37:21.028-08:00RESEÑA: Cielos de Córdoba. <p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;">CIELOS DE CÓRDOBA</div><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhLpH7wEWDtcvPDCN3fKDRFL473-hrZBknEvAjmNTmbsLndCPNmWc7Q0hzv8Zo0M5I6hCmmgyg1KX8Iw8AkbCsScSUCnXoaq2MGo7TKW9YWMgxQABYSTXzn7ji6ySV5aSuw5kU_uCFF96o7Vv0NG3YvHhK0PP4HZuLJz-sxhM6Yw70GX6r_djyv0Gn4=s1200" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="792" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhLpH7wEWDtcvPDCN3fKDRFL473-hrZBknEvAjmNTmbsLndCPNmWc7Q0hzv8Zo0M5I6hCmmgyg1KX8Iw8AkbCsScSUCnXoaq2MGo7TKW9YWMgxQABYSTXzn7ji6ySV5aSuw5kU_uCFF96o7Vv0NG3YvHhK0PP4HZuLJz-sxhM6Yw70GX6r_djyv0Gn4=w264-h400" width="264" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; font-weight: bold; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título: </b>Cielos de Córdoba. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autor:</b> Federico Falco (General Cabrera, Argentina 1977). Considerado uno de los escritores con más talento de su generación, sus cuentos han sido celebrados unánimemente por la crítica e incluidos en numerosas antologías. Ha publicado los libros de cuentos 2<i>22 patitos, 00 </i>(ambos en 2004), <i>La hora de los monos</i> (2010) y <i>Un cementerio perfecto (</i>2016). También es autor del poemario <i>Made in China</i> (2008), la obra de teatro <i>Diosa de Barrio (</i>2010) y la novela breve <i>Cielos de Córdoba </i>(2011; Las afueras 2020). En 2010 fue seleccionado por la revista <i>Granta</i> como uno de los mejores narradores jóvenes en español. Actualmente reside en Buenos Aires, donde coordina talleres de escritura y codirige el proyecto editorial Cuentos de María Susana. En 2020 su novela<i> Los llanos </i>fue finalista del Premio Herralde de novela. </div><p></p><p style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhqPaHNvusZ6TDMNDEDLtV27UvYumHvpVnQyAdhqVr_wg7kHSYrOdPKn42k8Fzf6AnNPa-iTQBBcm0QbL0l1AcVG6d1YQYZQUlwEeHwM6Uv7gw0rL3YFeGdVUSCNMTZFrsp7segyClwIKOAmdbSnFc4rFDqd3XxzVP_OavOD4vQxQQPSkcM2cFWovea=s480" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="318" data-original-width="480" height="265" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhqPaHNvusZ6TDMNDEDLtV27UvYumHvpVnQyAdhqVr_wg7kHSYrOdPKn42k8Fzf6AnNPa-iTQBBcm0QbL0l1AcVG6d1YQYZQUlwEeHwM6Uv7gw0rL3YFeGdVUSCNMTZFrsp7segyClwIKOAmdbSnFc4rFDqd3XxzVP_OavOD4vQxQQPSkcM2cFWovea=w400-h265" width="400" /></a></p><div style="text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Las Afueras. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Sinopsis: </b>Cielos de Córdoba es una novela de iniciación, la de Tino, un preadolescente solitario con una madre gravemente enferma internada en un hospital y un padre obsesionado por los ovnis que regenta un museo dedicado a la ufología. Entre esas figuras ausentes se mueve el protagonista de esta historia, obligado por la vida a madurar y asumir responsabilidades antes de tiempo, mientras trata de lidiar con el caos y las pulsiones del deseo propias de su edad. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> fluida, breve, curiosa, triste, minimalista, lírica, pequeña, sutil, delicada, sin artificios que entorpezcan, casi silenciosa... Desde pequeña me apasiona observar el cielo, sobre todo de día, ese gran azul infinito que nos acompaña desde que nacemos hasta que morimos. Testigo privilegiado de lo mejor, pero también de lo peor. Obligado a observar besos, abrazos, caricias, cualquier expresión de cariño, felicidad, solidaridad, empatía o amor. Así como a contemplar, sin posibilidad de apartar los ojos, de los actos más terribles que el ser humano pude perpetrar. Yo lo miro, pasiva y activamente, tratando o bien de relajarme o bien de buscar aquello que lo haga especial, prestando mucha atención a los marcos que lo recortan. Cúpulas, terrazas, barandillas, antenas parabólicas, balcones copas de los árboles, montañas, pináculos, agujas góticas, torres, campanarios, formas vanguardistas, un avión que de pronto cruza de lado a lado, una anárquica bandada de estorninos, otra no tan amable que sobrevuela en círculos, nubes amorfas, chorros de estelas químicas dibujando sobre la pizarra azul toda clase de rectas, círculos y figuras que se escapan a lo geométrico. Mi favorito, últimamente el de mi ciudad, tan brillante, epatante, insolente y soberbio que da envidia solo mirarlo. Alzar la mirada al cielo también tiene cierto poder terapéutico, sobre todo cuando lo terrenal, lo que te ancla a la cruda y a veces odiosa realidad te supera. Buscando entre los pliegues de los gigantes blancos ese clic, ese botón que lleva escrita la palabra "evasión" en mayúsculas que todas y todos hemos necesitado pulsar alguna vez en nuestra vida. Pero también hay quien eleva sus fanales, fijando las pupilas en ese efecto óptico o fenómeno extraño que ha percibido de pura casualidad. Con la esperanza de confirmar la existencia de vida extraterrestre, de platillos volantes - o de lo que sea - sobrevolando nuestro planeta, de seres que poco tienen que ver con los que el cine o la televisión ha conseguido incrustar en la cultura popular. Además de una afición o de una rama más dentro de la investigación científica - totalmente respetable por cierto - también podría ser vista como una forma más de evasión, de no pensar, de soltar el nudo, observar los problemas desde una mirada de pájaro, astronauta o marciano sacado del imaginario de Bradbury. De todo esto y más habla la novelita - corta en extensión, grande en su retrato de una cotidianeidad quebrada - que hoy tengo el placer de reseñar. <i>Cielos de Córdoba</i>: un coming of age entre visitas al hospital y ufología. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjYevWc7tm6YbGuGzViNsil6Jcprhj5htaIMmqLGzLPllwy45kwZAVTaHYozaNftGBm4Jcyz8xE9gcEJfIOKjyWwhd0g_EBC5lFwk36C_xp8DJ8aNSMwHqwNsQ4r5RLkCkPOLrvyLpGcgV8oW66-AREgc6ZS_pk4UwqZ7x7yjHPKHgqj1wtjEeolKI7=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjYevWc7tm6YbGuGzViNsil6Jcprhj5htaIMmqLGzLPllwy45kwZAVTaHYozaNftGBm4Jcyz8xE9gcEJfIOKjyWwhd0g_EBC5lFwk36C_xp8DJ8aNSMwHqwNsQ4r5RLkCkPOLrvyLpGcgV8oW66-AREgc6ZS_pk4UwqZ7x7yjHPKHgqj1wtjEeolKI7=w400-h300" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Desde una prosa sencilla, íntima y sin muchos sobresaltos Federico Falco - nombre a tener en cuenta dentro de la nueva ola de autoras y autores argentinos que han venido, parafraseando al Señor de los anillos, para dominarnos a todos - nos presenta una novela de iniciación clásica con toques realmente peculiares. Y es que Tino, el protagonista de esta historia, es un preadolescente atrapado en una realidad muy complicada. Por un lado tenemos a su madre, enferma, internada en un hospital a la espera de una mejoría que parece no llegar nunca. Y por otro el padre, aficionado - o más bien obsesionado - a la ufología y quien ha convertido su casa en un museo dedicado a su pasión. Tino transita entre el hospital, los platillos volantes, el instituto y las pequeñas aventuras en las que se ve involucrado en su obligado salto a la madurez. A pesar de su carácter solitario y la serenidad adulta con la que enfrenta cada jornada, fruto sin duda de la delicada situación familiar que atraviesa, Tino se hará amigo de Omar, el chico más popular de la clase. Con él vivirá una suerte de iniciación en temas como la amistad o el sexo en los que Tino, hasta ese momento, desconoce completamente. En el retrato de esta particular relación, Falco parece crecerse, no en elocuencia o en grandes parrafadas que te dejan los ojos secos, más bien todo lo contrario, abrazando un estilo que celebra lo ajustado y simple. De hecho, a <i>Cielos de Córdoba</i> - precioso título en su metáfora evasiva - no le sobra ni le falta ni una sola palabra, ni una coma, ni un punto. Porque con Falco, nos queda claro, que menos siempre es más, algo que en un panorama literario trufado de discursos pretenciosos y grandilocuentes es más que necesario. La humildad como bandera y la intimidad bien entendida - pequeñas historias donde los sentimentalismos y el regodeo en la desgracia quedan relegados a los márgenes del relato - como bastón de mando. Por supuesto, una <i>nouvelle</i> de estas características es imposible sostenerse sin grandes dosis de realismo, de esos pequeños detalles que contribuyen, desde el candor costumbrista, a que el lector no suelte de mano al personaje principal, algo en lo que Falco parece moverse como pez en el agua. Por citar algunos, me quedaría con los tristes y surrealistas momentos que "comparte" con el padre - esa inolvidable escena cocinando huevos fritos - a pesar de que éste permanezca en un constante segundo plano o con su divertida amistad con la anciana Alcira - el otro gran personaje del libro -. Y así, entre tareas del hogar y la abstracción (o creencia) de que tarde o temprano los ovnis harán acto de presencia, Falco teje un micromundo plagado de personajes atrapados en sus propias incertidumbres e incomunicación de la que, para sorpresa del lector, sobresale un protagonista capaz de canalizar el peso del texto a través de sus fugas inquietas. Lo que le hace vivir y experimentar toda clase de peripecias en un momento de fragilidad familiar. No será la lectura más trascendental del mundo para una servidora, pero sí el ejemplo perfecto de que no hacen falta fuegos artificiales cuando tienes Córdoba, el cielo y la contagiosa curiosidad de un joven aprendiendo, lo mejor que puede, a transitar por las circunstancias que le ha tocado vivir. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Cielos de Córdoba</i>: una historia de aprendizaje, madurez, amargura, humor, ligero optimismo, amistad, abstracción, enfermedad, naves espaciales, caramelos, libros... La naturalidad de asumir los cambios, las adversidades y lo nuevo que está por llegar. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Con los brazos bien abiertos, bien extendidos y los ojos cerrados, Tino escuchaba el sonar submarino de la correntada. El sol le doraba la cara y el río lo mecía. Cruzó las ollas. En las orillas había muchos chicos que hacían ruido y un quiosco de lata donde vendían bebidas y ponían música a todo volumen. Seguramente Omar estaba entre ellos y lo miraba pasar."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://lasafueras.com/" target="_blank">Las Afueras</a></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-6590806832254885312022-02-09T04:34:00.001-08:002022-02-24T11:13:37.585-08:00RESEÑA: Trío. Dos amigas, un hombre y la peste en Sicilia. <p style="text-align: center;"> <b>TRÍO. DOS AMIGAS, UN HOMBRE</b><b> Y LA PESTE EN SICILIA</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEidd5iom5VncqLk3xmT2CVA29QQgulMeYVW6PqCdNoNnewr3Vvq2oHRls1QhfJpzdfyNuGCpczftRU3OmvySHzU5Smn3OIcr_pdbSJ6LyY0cjO4ut5x_pVZGW7edAqbT43Nj0H0bhQnaPsDC6S_2u0XRu5BXQp4w9MB0kkOjLj2N4X1AiZRtTI3e3UB=s1196" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1196" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEidd5iom5VncqLk3xmT2CVA29QQgulMeYVW6PqCdNoNnewr3Vvq2oHRls1QhfJpzdfyNuGCpczftRU3OmvySHzU5Smn3OIcr_pdbSJ6LyY0cjO4ut5x_pVZGW7edAqbT43Nj0H0bhQnaPsDC6S_2u0XRu5BXQp4w9MB0kkOjLj2N4X1AiZRtTI3e3UB=w256-h400" width="256" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Dos amigas, un hombre y la peste en Sicilia. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Dacia Maraini (1936) es una de las grandes voces femeninas de la literatura italiana contemporánea. Nacida en Fiesole (Florencia), se trasladó con toda su familia y tan solo dos años de edad a Japón, donde, tras la alianza del país nipón con las fuerzas de Mussolini, vivió la experiencia del campo de concentración. Una vez regresada a Italia, se estableció antes en Sicilia y luego en Roma, donde ligó muy pronto su vida a la literatura y comenzó a publicar sus primeras novelas y obras teatrales. <em>Los años rotos </em>(1963), <em>Isolina </em>(1980), <em>La larga vida de Marianna Ucrìa</em> (1990) y <em>El tren de la última noche</em><em> </em>(2008) son algunas de sus novelas más importantes. Ganadora de los premios Formentor (1963) Campiello (1990) y Strega (1999), muchas de sus obras se consideran fundamentales en la historia del feminismo italiano y europeo, y han sido adaptadas al cine y traducidas a numerosas lenguas. <i>Trío. Dos amigas, un hombre y la peste en Sicilia</i>, escrito durante el confinamiento del año 2020, es su última novela. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiT5NfATWgRB24_HNUYThB8sk2VACugbQaFAs_vgFtXrnpIbqeTqftWzRtn-_vtZnuO9b8QoSn2HkKXtJl255NvBZ8tb2mNqFLjEcEPjU0jy1nDrGYfILodw_dxinu3PHsqMId1ycroTTHYJZ6H1WPV34AHj_iu8UdIeS059lZy4O9Si6ZakfnF8xdL=s660" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="469" data-original-width="660" height="284" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiT5NfATWgRB24_HNUYThB8sk2VACugbQaFAs_vgFtXrnpIbqeTqftWzRtn-_vtZnuO9b8QoSn2HkKXtJl255NvBZ8tb2mNqFLjEcEPjU0jy1nDrGYfILodw_dxinu3PHsqMId1ycroTTHYJZ6H1WPV34AHj_iu8UdIeS059lZy4O9Si6ZakfnF8xdL=w400-h284" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Altamarea. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> italiano. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductora:</b> Raquel Olcoz</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis: </b>Sicilia, 1743. La peste diezma la población de la ciudad de Messina. Desde el forzoso confinamiento impuesto por la epidemia, dos mujeres - dos amigas - se intercambian cartas. En ellas hablan del tiempo que pasa despacio, del miedo al contagio, de la vida amenazada por una enfermedad ciega e imprevisible y, sobre todo, de amor; del amor que las une al mismo hombre, marido de Agata y amante de Annuzza. En esta intensa novela epistolar - con la que Maraini regresa a la ficción histórica que la consagró como una de las más influyentes autoras del siglo XX - amistad y amor se entrelazan en un delicado equilibrio que ampara de la voraz llama de los celos y de las convenciones sociales la inquebrantable relación que liga a las dos mujeres y no conoce egoísmo ni exclusividad. En esta delicada obra, impregnada de los aromas y de los colores de una Sicilia tan lejana en el tiempo y a la vez tan cercana al presente, Dacia Maraini nos cuenta qué puede salvarnos cuando fuera todo se derrumbaba. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> tierna, cálida, triste, sensible, delicada, sólida, expresionista en sus retratos sobre la peste, clásica en cuanto al formato escogido, con la mirada puesta en el presente más inmediato... En tiempos de confinamiento, cuando una simple vuelta a la manzana se convirtió en nuestro deseo más anhelado, cuando redescubrimos ese lugar al que llamamos casa o cuando aprendimos a valorar los pequeños actos cotidianos, incluyendo esas miradas, saludos o besos al aire entre el pasillo de la fruta y el de los lácteos ya se barruntaba. Y es que, como bien pronosticaron algunos escritores, editores y demás profesionales sobre los que pivota la industria del libro, en pocos meses se sucedió toda una hornada de textos que tenían la pandemia del Coronavirus como telón de fondo. Ya sea desde una perspectiva más ensayística - por el momento, los que más abundan - o ahondando más en el poder de la ficción para retratar lo acontecido durante aquellos meses de encierro. Nada como el diario - sin duda, el formato que parece responder estilísticamente a las exigencias de este tipo de relatos - periodístico o personal, tanto da, para plasmar lo que sucedía cada día, cada hora, cada momento de un acontecimiento histórico global como hacía tiempo que no sucedía. Los Anna Frank, Franz Kafka, Susan Sontag, Marguerite Duras de 2022, salvando muchísimas distancias claro está, pero mismo espíritu creador, cronista o de desahogo, según el caso. En lo único que se equivocaron aquellos que se atrevieron a reflexionar entorno a las relaciones entre Covid y literatura fue en señalar que el esperado aluvión sería inmediato e ingente, algo que a todas luces no se está cumpliendo. Tal vez la herida está demasiado reciente y conviene cicatrizar, reflexionar y encontrar las palabras adecuadas. No es fácil rememorar el torrente de emociones vivido durante aquellos meses. Puede que ni siquiera tengan ganas. Son seres humanos ante todo. No obstante, entre todo lo que sí se ha publicado que gira al rededor de esta nueva normalidad a la que parece que nos hemos acostumbrado demasiado rápido, hay una novela que brilla con luz propia entre las tinieblas de otra epidemia - la de la peste - y que es capaz de emocionar al lector a partir de un ejercicio clásico - o neoclásico, como prefiráis llamarlo - enormemente inteligente. Desde el pasado, desde un formato tristemente en desuso, desde el género histórico (ahora mismo inmerso en una necesaria renovación), pero con un pie en el presente, en el de esa Italia vacía de sus gentes, confinada, sin el eco de los pasos que caminan hacia adelante, sin ningún rumbo concreto, sin esos ojos que se alzan abrumados al cielo, sin esas voces retumbando a la vuelta de la esquina. Solo el silencio, el viento y los ojos tras el cristal. <i>Trío. Dos amigas, un hombre y la peste en Sicilia</i>: narrar el pasado para aprender el presente. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjAJf_WDwvlFX2P7hFkWN30jqiLI0Tu4yJBLwRSqq02w0kKTSToDFlv9dhJQRKtPQDhme0u2hFiWEgUOKrZ3UozYX65YVh4EF5O_SC_bP6jyQbY7KuzC84v6S4c0iUtq8end84EepyTQShgPhSNN3RqpC824G3GuT59kFZhm5hoJvNYHPI-_ooM3XHE=s1300" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="596" data-original-width="1300" height="218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjAJf_WDwvlFX2P7hFkWN30jqiLI0Tu4yJBLwRSqq02w0kKTSToDFlv9dhJQRKtPQDhme0u2hFiWEgUOKrZ3UozYX65YVh4EF5O_SC_bP6jyQbY7KuzC84v6S4c0iUtq8end84EepyTQShgPhSNN3RqpC824G3GuT59kFZhm5hoJvNYHPI-_ooM3XHE=w475-h218" width="475" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Dacia Maraini lleva décadas plasmando historias amargas, transversales, universales. Todas ellas atravesadas por la crítica social y un feminismo del que muchas y muchos deberíamos aprender, tanto quienes quieren dedicarse a la escritura como los que simplemente buscan ampliar sus inquietudes políticas y literarias. Por lo que no iba a ser menos en su particular e indirecto retrato de la pandemia del Covid. Y es que son varios los aciertos que podemos destacar de <i>Trío. Dos amigas, un hombre y la peste en Sicilia.</i> El primero de ellos, el que salta la vista nada más iniciar su lectura, su capacidad de dialogar con los lectores de la década del 2020 - y los sucesivos años en los que nos hemos visto obligados a convivir con el virus - desde la Messina de 1743. Como bien nos expone la autora en el necesario prólogo, la idea de escribir el presente texto le vino mientras se documentaba para la escritura de una de sus obras cumbres, La larga vida de Marianna Ucría, al leer sobre lo acontecido durante la peste en dicha ciudad siciliana. En aquel momento, como nos confiesa, no le pareció que aquel acontecimiento tuviese interés para la historia que pretendía escribir y lo desechó. Sin embargo, en cuanto el Covid llegó a tierras italianas, Maraini comenzó a apreciar similitudes entre las crónicas que en su día leyó sobre los métodos para evitar el contagio por peste bubónica y las decisiones que el gobierno italiano estaba tomando al respecto de aquel primer contagiado en Codogno. Todo ello, junto con el bagaje obtenido sobre la historia del siglo XVIII italiano decidió ponerse manos a la obra y escribir la novela que hoy vuelvo a tener en mis manos. Resulta fascinante observar como a los barcos que llegaban a las costas sicilianas se les ponía en cuarentena - palabra que hoy nos es bastante conocida - si existían sospechas de que pudieran portar cualquier tipo de enfermedad o como tras el fallecimiento de un capitán de uno de ellos - cuyo cuerpo estaba lleno de pústulas - las autoridades decidieron poner a la embarcación bajo secuestro. Algo que resultó insuficiente, ya que al poco tiempo la gente de Messina comenzó a enfermar. Al poco tiempo la situación se les había ido de las manos, hasta el punto de que la gente comenzó a escapar al campo y el pánico cundió por toda la isla. ¿Nos suena verdad? Cierto es que durante la epidemia de peste no se conocían los virus, pero los remedios que las autoridades aplicaron sobre la ciudad no distaron mucho de los que aplicaron en los primeros meses de 2020: aislamiento de los enfermos, prohibir eventos multitudinarios y confinamientos preventivos. Si por aquel entonces los culpables eran los pecadores que habían permitido que la ira de Dios cayese sobre los mortales, hoy es el cambio climático, aunque hubo un tiempo en el que se miró con cierto odio a China. Y aunque no quemamos barcos o cadáveres en las playas, sí que hubieron quienes no pudieron ni siquiera despedirse de sus seres queridos. Como muchos de aquellos sicilianos que, recluidos en sus casas, trataban de esquivar la enfermedad. Pasado y presente dialogan, al igual que las emociones - sorprendentemente intactas - las cuales se manifiestan a un lado y al otro de la línea espacio-temporal, algo que Dacia Maraini quiso dejar bien claro en 95 páginas en los que una no puede evitar verse reflejada.</div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgsikKP4OqeYd5R-zvu5okUJC_mm7tyIj_6BnrH5W4fBxAHVkEyNWjVOPoSv023HY9rmeJ8soBMSwZ96a4tYCSL3uj0X4aTmhBGgUvmxnjE6c5cvuwN6Rs6CRZwch9c5tPaqIRUK2C5gTbmQK9rEymAmoarbCfFH5Cy0C2V9KAz1Sjr-Yub5F-Vu0eM=s1200" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="630" data-original-width="1200" height="249" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgsikKP4OqeYd5R-zvu5okUJC_mm7tyIj_6BnrH5W4fBxAHVkEyNWjVOPoSv023HY9rmeJ8soBMSwZ96a4tYCSL3uj0X4aTmhBGgUvmxnjE6c5cvuwN6Rs6CRZwch9c5tPaqIRUK2C5gTbmQK9rEymAmoarbCfFH5Cy0C2V9KAz1Sjr-Yub5F-Vu0eM=w474-h249" width="474" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Además de esta acertadísima decisión de fondo, en segundo lugar no podemos menospreciar lo visual, el envoltorio, la forma escogida para transmitirnos, más allá de la psique y forma de ser de las dos protagonistas, aquellas emociones que, como ya he comentado en el anterior párrafo, todas y todos hemos experimentado durante el encierro. Para ello, Maraini escoge el género más olvidado, el epistolar, perfecto si quieres ambientar la novela en el siglo XVIII, crucial para obtener esa empatía espacio-temporal con el lector actual. Y es que, aunque los seres humanos nos hayamos pasado al correo electrónico y aunque a día de hoy existen generaciones que jamás han visto o escrito una carta (lo cual me parece triste), ¿qué mejor soporte donde volcar anécdotas, sentimientos o preocupaciones que una carta escrita con puño y letra? La implicación del lector es total, ya que la naturalidad y lo visceral quedan retratados en su más magistral crudeza. En tercer y último lugar, dentro del clasicismo estilístico, Dacia Maraini apuntala los pilares de una historia de amistad y de amor realmente moderna. Pues, a través de una relación epistolar conocemos la historia de dos mujeres, Agata y Annuzza, obligadas a permanecer separadas por culpa de la epidemia de peste. Mientras la primera trata de protegerse en una villa próxima a Messina, la segunda hace lo propio en un pueblo cercano a Palermo, ciudad en la que están subiendo los contagios de forma alarmante. Ambas, amigas y confidentes, intercambian sensaciones, pareceres, opiniones sobre sus lecturas - de las cuales se desprende cierto laicismo intelectual - sus inquietudes respecto a la enfermedad, sus efectos, los rumores que surgen al rededor de la misma... Pero más allá de eso y, repito, en un contexto de confinamiento, lo que da cuerpo al relato es el amor que ambas mujeres sienten por Girolamo - marido de la primera, amante de la segunda - lo cual hace que ambas sellen un pacto sagrado: el de que esto no interferirá en su amistad. Entendiendo por ambas partes que lo mejor para él es que tenga lo mejor de los dos ambientes, el del calor de una familia y el de las aventuras amorosas fuera del hogar. Dicho de otra forma, "ser libre y permanecer atado" como bien se cita en la novela. Sabemos que el acuerdo es precario, que las probabilidades de que se venga abajo son altísimas, pero una no puede evitar sentir esa punzada en el estómago, ese deseo de que ese frágil y consentido triángulo amoroso perdure y sobreviva al estertor de la muerte. Este bellísimo equilibrio y acuerdo tácito al que llegan estas dos mujeres me parece emocionante, rompedor y, en cierto modo, muy adecuado en un contexto en el que andamos a vueltas con el poliamor u otras formas de vivir el amor - y por extensión las relaciones de pareja - que dejan atrás todo tipo de convencionalismo tradicional. De hecho, la relación de Agata y Annuzza es sólida, inquebrantable, ausente de celos, baluarte de una clara voluntad, la de mantener lo que tienen, aunque el mundo se acabe, aunque la enfermedad pueda llevárselos en cualquier momento, más allá de cualquier adversidad. Sobrevivir, sí, pero juntos, en ese triángulo - o trío - amoroso y de amistad que juntos han construido con las piedras más solidas de la cantera. Dacia Mararini, de nuevo, dándonos sabias lecciones, Liberándonos de prejuicios para abrazar nuevas posibilidades de amar que ya están ahí, latentes, esperando ser exploradas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Trío. Dos amigas, un hombre y la peste en Sicilia</i>: una historia de amor, pasión, tristeza, peste, reclusión, confidencias, reflexión, admiración, amistad, deseo, fuerza, comprensión, robustez... De nuevo, una novela histórica marcando el camino a seguir. </div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos:</b> </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Si es de verdad lo que deseas, te ayudaré. ¿Pero qué pasará si Girolamo se entera de que te has enamorado de otro? Temo que nos haría infelices tanto a ti como a mí. Tengo la impresión de ir en contra de toda ley moral diciéndote esto, pero estoy aquí para rogarte que no dejes de amar a mi marido, porque le haría sufrir y entonces él me haría sufrir a mí. Sé que nunca nos haría daño ni a ti, ni a mí, ni a nuestra hija, pero el sufrimiento es en sí un mal que, cuando te alcanza, se difunde también entre las personas que están a tu lado."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://altamarea.es/catalogo/">Altamarea</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-62699663118328870352022-01-23T02:34:00.001-08:002022-01-31T01:08:22.895-08:00RESEÑA: Ensayo y (error) Benidorm. <p style="text-align: center;"> <b>ENSAYO Y ERROR BENIDORM</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjh7Wfpw-jeLX0e-tRbGwsmosohp4MjizmzS0TuHD5Igousd-ydRdfgTIhdNvdYy3zRPtBh16fG99qY4A5ttWMRUKm2Jkidshn5C40qZ_uVuWqqb4UFKZYBIzfIDUQgXk4pEdRsHKWp9RUmPyHwzndIjorplGXEtim8I271zYyNtyXiVLwd4wxm0FCS=s595" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="595" data-original-width="397" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjh7Wfpw-jeLX0e-tRbGwsmosohp4MjizmzS0TuHD5Igousd-ydRdfgTIhdNvdYy3zRPtBh16fG99qY4A5ttWMRUKm2Jkidshn5C40qZ_uVuWqqb4UFKZYBIzfIDUQgXk4pEdRsHKWp9RUmPyHwzndIjorplGXEtim8I271zYyNtyXiVLwd4wxm0FCS=w268-h400" width="268" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Ensayo y error Benidorm. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autoras/es: </b>Leo Bassi, Joaquín Rodríguez, María Teresa Campos, Iago Carro, Ana Fernández, Vicenta Orquín, Marta Sanz, Josa Ppiqueres, Carlos Ferrater, Felipe Hernández, Alberto del Castillo, Ion de Sosa, Alberto Alcaraz, los alumnos del CEIP Ausias March de Benidorm, Boris Strzelczyk, Javier Calderón, Kike García, Alejandro Guijarro, Christina Linares y Kike Parra. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Barrett</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> con un desarrollo urbanístico muy particular, eficiente y sostenible, Benidorm es conocida como la "Nueva York del Mediterráneo" por la cantidad de rascacielos que dibujan su silueta, y que tratan de alojar la ingente cantidad de turistas que todos los años la visitan. Al igual que su arquitectura, sus habitantes y sus costumbres culturales, económicas y sociales han evolucionado a pasos agigantados desde que a mediados del siglo XX el Boom turístico transformara Benidorm. Ensayo y (error) Benidorm es una reflexión sobre la ciudad de Benidorm que trata todos estos aspectos de una forma singular, desterrando el concepto de ciudad con un turismo rancio o anticuado o el arquetipo de destrucción costera. Aquí participan veinte profesionales de diferentes ámbitos, dando una visión heterogénea y multidisciplinar. La arquitectura (Carlos Ferrater) y el urbanismo (Iago Caro), el cine (Ion de Sosa), la música (Joaquín Rodríguez de Los Nikis) o la literatura (Marta Sanz y Kike Parra) entre otros. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> entretenida, amena, interesante, magnética, literaria, fotogénica, melómana, cinéfila, estética, divertida, desprejuiciada, inspiradora... Durante el proceso de reconexión con el presente libro - cuya lectura tuvo lugar en el primer tramo del segundo agosto pandémico que transcurrió tranquilamente entre procesiones a la playa, tardes de helados de frambuesa observando el ligero transitar de los retostados turistas y siestas al son de la telenovela de turno - revisité <i>Nieva en Benidorm </i>de Isabel Coixet. Cinta que, al contrario de lo que muchos críticos y espectadores opinaron al respecto, me parece soberbia en su baile de imágenes más propias de un sueño que de la propia realidad. En ella, un acertadísimo Timothy Spall dando vida a un insulso aunque entrañable Peter Riordan se adentra en la idiosincrasia de una ciudad que parece crecer hacia el cielo. Sus ojos se ciegan ante el primer rayo de sol nada más salir del aeropuerto, el cual no duda en fotografiar en cuanto llega a la lujosa habitación de un hermano que no da señales de vida situada en uno de los rascacielos más altos de la imponente urbe. Obsesionado con los fenómenos climatológicos - cliché británico donde los haya - toma instantáneas también del moteado cielo que protagoniza su primer día en un lugar en el que se siente perdido. Sus ojos son el vivo reflejo de la incredulidad, la sorpresa, pero también de ciertos prejuicios sobre Benidorm, destino favorito de los ingleses en el que, sin embargo, se siente como un pez fuera del agua. Encorvada, su figura resulta cómica a cada paso y descubrimiento que la ciudad levantina le brinda. Como cuando irrumpe en plena clase de baile de jubilados en medio del paseo marítimo, cuando prueba por vez primera el pulpo y las anchoas con tomate o, sobre todo, cuando deambula entre luces de neón, despedidas de solteras, flayers de clubs de strippers, camellos ofreciendo su mercancía - incluyendo, como es lógico, la viagra en su catálogo de ofertas lisérgicas - y compatriotas desfasando hasta límites que rozan el ridículo más espantoso mientras el <i>Yes Sir, Can Boogie</i> aporrea los tímpanos del pobre protagonista. Imitadores de Elvis, serpientes, tangas en forma de bogavante y espectáculos eróticos en los que se extraen perlas de la vagina. Todo tiene cabida en el espectáculo kitsch que es la noche en Benidorm. O más bien de ese Benidorm, de ese microcosmos particular que la directora nos ha querido mostrar. En el mar de rascacielos, nuestro Peter Riordan se percibe un intruso, una hormiga cuyas facciones transitan entre el estupor y la famosa cortesía británica en cuestión de segundos. Al final, Peter acabará aclimatándose al lugar de la mano de una serie de personajes que le mostrarán el Benidorm menos conocido, vacío, silencioso, rodeado de esqueletos de la fiebre inmobiliaria y de arquitectura ensoñadora (le perdonamos los planos de la Muralla Roja a pesar de encontrarse en Calpe). Plagado de historias, como la de la breve estancia de Sylvia Plath en la ciudad durante su luna de miel, que convergen con una serie de acontecimientos climáticos totalmente excepcionales en una ciudad donde el sol aplasta chiringuitos, balcones, hebillas de sandalias y la piel de los guiris. Esta es una mirada, una más, la cinematográfica, de las muchas que a lo largo de los últimos años se han vertido sobre la ciudad que más sentimientos encontrados provoca, y no solo a los que la visitan por vez primera, ya que con cada nueva estancia ésta se eleva, nunca mejor dicho, en un trencadís de formas, aristas y posibilidades. Benidorm no te lo acabas, bien lo demuestra la fascinación que sigue suscitando y las miradas que en este peculiar ensayo convergen, cual cóctel de exótico nombre servido con sombrillita y bengala en el mítico Café San Remo. Ensayo y <strike>error </strike> Benidorm: fenómeno histórico, artístico y sociológico. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhRDFHjwdCJ1lpDqesCTE0S-YxoIfVAOLZ8ed4DEOdTyWKMobmRyKpV7YPNjvHTDRikVRHg85Xnxt8GSHZw47lxWrdmobjGlY7IQxFZxlURx3xiFdqYylIXbdF1leW1volLG1qVthvC7kvDFWlRHygbyPJfn47pq7ArfUD-qrpuWRRlIlaQMPU9Cwr5=s880" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="495" data-original-width="880" height="269" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhRDFHjwdCJ1lpDqesCTE0S-YxoIfVAOLZ8ed4DEOdTyWKMobmRyKpV7YPNjvHTDRikVRHg85Xnxt8GSHZw47lxWrdmobjGlY7IQxFZxlURx3xiFdqYylIXbdF1leW1volLG1qVthvC7kvDFWlRHygbyPJfn47pq7ArfUD-qrpuWRRlIlaQMPU9Cwr5=w478-h269" width="478" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Sin pretensiones más allá del disfrute lector y el descubrimiento de nuevas perspectivas multidisciplinares acerca de la ciudad mediterránea con más rascacielos, <i>Ensayo y <strike>error</strike> Benidorm</i> irrumpe en el panorama literario con gran acierto. No solo por esa inmejorable portada obra del fotógrafo británico Martin Parr - al que, por supuesto, se le dedica un interesante capítulo en el presente libro - con esa maravillosa señora de bañador morado metalizado, gorra verde, ojos cerrados y brazos extendidos a los lados recibiendo la inclemencia del Lorenzo más veraniego a la que inconsciente he acabado llamando Margaret o Concha (según como me pillase). También por esa colección de textos que ayudan al lector a ponerse en situación hasta acabar por quitarle capas y capas de prejuicios acumulados durante décadas respecto a la imagen preconcebida que todas y todos hemos atesorado cuando se habla de Benidorm. Salvo algunas defensas que se vierten al respecto, sobre todo las tocantes a la cuestión medioambiental con las que, particularmente, estoy más en desacuerdo - e ahí mi particular conflicto, otras personas lo tendrán con otros aspectos - lo cierto es que<i> Ensayo y <strike>error </strike> Benidorm</i> contiene pequeñas piezas periodísticas, ensayísticas, testimoniales o de carácter más literario que bien podrían haber aparecido en alguno de los planos que Coixet le dedicó a la ciudad. Desde la historia del viaje en vespa que emprendió Pedro Zaragoza (alcalde de Benidorm) hacia Madrid en 1953 para convencer a Franco de que el bikini será la clave de un modelo turístico que perdura hasta nuestros días y no una prenda que merecía arder en el infierno a la del flotador gigante en forma de pato que Leo Bassi colocó en la playa que le valió a la ciudad y al propio cómico el ingreso en el Guiness de los Récords. Pasando por la del festival punk Funtastic Dracula que eligió la ciudad de Benidorm como sede en el año 2009 por sus discotecas en forma de platillos volantes, la del primer hotel construido en la ciudad - el Hotel Joya - regentado por un almadrabero y una ama de casa en los años 60, la de los inicios del famoso festival de la canción que descubrió a Raphael o a Julio Iglesias e incluso la del multitudinario funeral en el cementerio municipal a Manolo Escobar, quien llevaba años viviendo allí. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgku4V4XO1sWzfBsEflIMxeK2b7TQpPPyKlwYlTuSh_1Yt5mlskXKbz9zmmXy2X2QWfKK_uRCn1Q5O_fVxo4tHtuGc-dexs3Iq-dPVS1mDARoz56rNuiySLUH5pMmLGcrrinkFl93AOoxyWdRR_IPzGlC3OM1ge_ajgVKhmLymT9cVOF-VynTELy8oY=s1510" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1000" data-original-width="1510" height="288" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgku4V4XO1sWzfBsEflIMxeK2b7TQpPPyKlwYlTuSh_1Yt5mlskXKbz9zmmXy2X2QWfKK_uRCn1Q5O_fVxo4tHtuGc-dexs3Iq-dPVS1mDARoz56rNuiySLUH5pMmLGcrrinkFl93AOoxyWdRR_IPzGlC3OM1ge_ajgVKhmLymT9cVOF-VynTELy8oY=w435-h288" width="435" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Lugar en el que se rodaron películas como <i>Sueñan los androides </i>de Ion de Sosa y que despierta la creatividad de escritores como Marta Sanz, Kike Parra - sin lugar a dudas los textos que más me han gustado del libro - o Esther García Llovet con su más reciente novela <i>Spanish Beauty </i>rebosa en un imperfecto maridaje de hormigón, pubs donde se celebran las principales festividades británicas y agua marina. Pero Benidorm es mucho más que el turismo de cuño franquista que reza "sol y playa" que hemos acabado naturalizando, sobre todo los que como una servidora han nacido de cara al Mediterráneo y se han criado durante una parte del año entre asfalto o empedrado, tardes infinitas al sol, paellas domingueras - o arroces negros, a banda o del senyoret que están más ricos - salitre y pies sumergidos en la arena de la playa. Benidorm, ante todo, y parafraseando las palabras de Kike Parra, "es el Nueva York para quienes no han soñado nunca con ir a Nueva York". Un trozo de litoral con el que miles de familias que nunca habían visto el mar soñaban cada año en una época donde las necesidades apretaban y el consuelo se resumía en quince días tostados al sol alejados del ajetreo propio de la capital o de la en ocasiones insoportable monotonía de ese pueblo de lo que hoy conocemos como España vaciada. Epicentro de la felicidad de una incipiente clase media española que acabó convirtiendo a Benidorm en referente turístico a costa de la propia historia de un municipio en el que la pesca era, hasta ese momento, su único modo de vida. Para acabar, un testimonio, el de Martina Navarro, una niña del colegio público Ausias March que en 2008 contó que lo que más le gusta del lugar donde vive es la calle de su abuela. La razón: allí se puede pasear. Cuanta verdad resumida en tan pocas palabras. Y lo más importante, ¿variará el testimonio de las nuevas generaciones de benidormenses de aquí a unos años? Tal vez, como apunta otra alumna llamada Laura Monroy, tras la última revolución social en el año 2038 y, tras la sequía de 2020, los habitantes deberán ir rapados para mantener una máxima limpieza para evitar enfermedades. No lo sabremos, aunque lo de las pandemias mundiales y las mascarillas en un Benidorm totalmente irreconocible y solitario, como el semblante de Peter Riordan, ya forman parte de su paisaje. Pero eso ya es otra historia. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Ensayo y <strike>error</strike> Benidorm</i>: una historia de música, cine, literatura, fotografía, arquitectura, gastronomía, sombrillas, tumbonas, hoteles, turistas, nativos... Una cápsula hortera elevada a lo cool. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Benidorm es la idea de una mente capitalista pensando en cómo tiene que ser el turismo y el ocio para la clase media y baja. Con el paso de los años, Benidorm se ha convertido en la ciudad que tiene ganas de ser Benidorm."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Los primeros años nos establecemos en la parte alta, al lado de la escuela; con el tiempo vamos bajando hasta conseguir un apartamento frente al mar. Como si fuéramos turistas todo el año, sin formar nunca parte de la ciudad cerrada. Nos acompañan otros turistas perpetuos."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://editorialbarrett.org/" target="_blank">Editorial Barrett</a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><b><br /></b><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-27679181049365929902022-01-16T02:53:00.001-08:002022-01-26T03:34:23.565-08:00RESEÑA: Crónica de un silencio. <p style="text-align: center;"><b> CRÓNICA DE UN SILENCIO</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjPIC0Eh4vKdlV5FVjAZ37I9I-5VAPzRP5F-BOYYdIi2nokDwiL8UeeGZyr_wo_u46ZMDkamzFEzeY8UjFM2DCdh-snshuRQJFR-u1A8fhuresOE9qyuzG3xrYuR7bEkMlKHJaDEbnJQhCfJNmL4782AE-fQ5gzs3P91F9tNdzZ7kOayUy0OKoujL4U=s639" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="639" data-original-width="416" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjPIC0Eh4vKdlV5FVjAZ37I9I-5VAPzRP5F-BOYYdIi2nokDwiL8UeeGZyr_wo_u46ZMDkamzFEzeY8UjFM2DCdh-snshuRQJFR-u1A8fhuresOE9qyuzG3xrYuR7bEkMlKHJaDEbnJQhCfJNmL4782AE-fQ5gzs3P91F9tNdzZ7kOayUy0OKoujL4U=w260-h400" width="260" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Crónica de un silencio. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora: </b>Lidia Chukóvskaia (San Petersburgo, 1907 - Moscú, 1996). Cultivó distintos géneros: poesía, memorias, crítica literaria y narrativa. Gracias a su padre - el famoso escritor para niños, traductor y crítico Kornei Chukovski -, tuvo acceso al mundo de la intelligentsia rusa durante un periodo especialmente tumultuoso. Su segundo marido fue Matvéi Bronstein - físico teórico pionero -, arrestado en 1937 y ejecutado un año después, lo que acrecentó su deseo de denunciar una verdad que vertió en todas sus obras. Errata Naturae ha publicado <i>Sofía Petrovna. Una ciudadana ejemplar,</i> novela escrita durante esa época y que no pudo publicarse en su país hasta cincuenta años después, e <i>Inmersión</i>. Íntima amiga de Anna Ajmátova, una de sus obras principales consiste en la consignación de veinte años de conversaciones y vivencias con la poeta, tal y como Eckermann hizo con Goethe. Ese texto fundamental será igualmente publicado por Errata Naturae. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgdzGQkKlKLmpLT4xCse6X-fgw84hgg30RdAq63EUyCgtn6qsXFeubojiJoV-n6TzeYk5xORpIydD5Oa7L-LdBvaU-0oQGFKbZ9zHlGOtrWAKLf7n5f8coCfKRcyAgQCNBM1w4T6jjS_xaegxy3etGtzs5ZHkkCQWP6eF1TtdG2VniVhpTWf6BnWnW4=s229" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="229" data-original-width="228" height="302" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEgdzGQkKlKLmpLT4xCse6X-fgw84hgg30RdAq63EUyCgtn6qsXFeubojiJoV-n6TzeYk5xORpIydD5Oa7L-LdBvaU-0oQGFKbZ9zHlGOtrWAKLf7n5f8coCfKRcyAgQCNBM1w4T6jjS_xaegxy3etGtzs5ZHkkCQWP6eF1TtdG2VniVhpTWf6BnWnW4=w300-h302" width="300" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Errata Naturae. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> ruso. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductora:</b> Marta Rebón. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> frente a un jurado de escritores, desvalida, casi ciega y sin apoyo alguno, Lidia Chukóvskaia ha de defenderse a sí misma. Estamos en 1974 y todo depende de esta sesión de la Unión de Escritores: el derecho a seguir publicando o la erradicación de sus libros de todas las bibliotecas de la URSS; la existencia de una posteridad para su obra o la completa supresión de su nombre y del título de cualquiera de sus libros de todas las publicaciones del país. Al final, quedará excluida incluso de la comisión del Patronato Literario de su padre, el gran intelectual Kornéi Chukovski, y tampoco podrá aparecer en las biografías que se le dediquen. No será solo una escritora silenciada, sino también un personaje horrado de la vida de sus seres queridos. Las consecuencias de esta sesión no solo se vinculan a la literatura o al pasado: vigilada de cerca por el KGB, quedará aislada de todos sus amigos. Algo especialmente difícil para una mujer de su edad: ya no se le permite recibir ni los medicamentos ni los bolígrafos especiales que solían traerle del extranjero... Tras este proceso de expulsión, Chukóvskaia se convertirá durante décadas en una escritora olvidada. Este libro no narra únicamente aquel juicio, sino toda una vida y obra dedicadas a combatir el miedo con la palabra, el silencio con el testimonio. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> interesante, reflexiva, muy documentada (en lo que a acontecimientos se refiere vividos se refiere), contundente, oscuro, con pinceladas de ironía, crítico, valioso... El silencio, aplastante y rotundo silencio. Que actúa, cual apisonadora, sobre ese espacio indefinido que lo rodea, envolvente, acariciando lo inmaterial, lo abstracto, lo que se escapa de entre las manos. Silencios hay muchos, pero dos de ellos resuenan últimamente en mi cabeza, sobre todo tras releer algunos párrafos del presente libro. El silencio buscado, por un lado, es el que últimamente más reclamamos, sobre todo quienes realizamos una tarea artística en condiciones enormemente desfavorables, los que pretenden, gracias a él, alcanzar una meta o un logro anecdótico o importante en la vida - ahí la subjetividad de cada uno es la que actúa como balanza - así como los que, y cada vez son más, necesitan parar, detenerse, sentirse suspendidos, respirar aliviados, desconectar de esa banda sonora cotidiana que abruma nuestra existencia. Como ya he dicho, y me incluyo, los adeptos a este tipo de silencio han ido creciendo. Ante la saturación de malas noticias, los nuevos giros de guion que la pandemia está trayendo en esta sexta temporada (u ola) y un mundo cada vez más rápido, en el que parece que si no te subes al avión no eres nadie, cualquiera desearía la orgásmica serenidad que veces produce no escuchar ni el más mínimo de los ruidos. Ni siquiera aquellos que toleramos o que incluso veneramos con toda nuestra pasión. Sin embargo, existe otra clase de sigilo se agolpaba en mis primigenias impresiones tras descubrir la prosa de Lidia Chukóvskaia: el impuesto, el condenatorio, en otras palabras, el no deseado. Capaz de desmenuzar en migas de pan el trabajo de toda una vida, de apagarse bajo toneladas de polvo, de silenciar cualquier palabra escrita o pronunciada a viva voz, de encerrar cualquier grito de auxilio bajo cuatro llaves para después tirarlas al mar embravecido, borrar las huellas de nuestro paso por este mundo. Convertirnos, finalmente, en la nada al negarnos la propia existencia. Como ya sabemos, muchas escritoras a lo largo de la historia han sufrido de este ostracismo silencioso, sobre todo por las injustas reglas que en su día fijo, y aún hay quien las sigue a rajatabla, algo llamado patriarcado. Pero también, unido a ello, encontramos casos en los que el contexto político que les tocó vivir jugó en contra de sus escritos y sus correspondientes vidas literarias. Hasta el punto de eliminar de un plumazo la existencia de, ya no solo sus libros, sino la propia persona como individuo en una sociedad. Lidia Chukóvskaia no fue ajena a dicha injusticia - en su caso por haber denunciado la persecución de escritores en la Rusia soviética de los años 60 y 70 - y no dudó en legarnos el testimonio de la traumática experiencia que, por defender sus ideas, supuso perderlo todo, incluso su derecho a seguir escribiendo. <i>Crónica de un silencio</i>: el olvido como el peor castigo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhR-ujvow9SR631pELIXjy6_anjcsAaqFbUhO7u78FiSUi1JKe4_MXgTVxryfFbF9qmmAS4a26KsvcpdD0ZA_cSGIF6FUG_RcAtDJUgCG7qnvUxYUAqowneB_Mmab-EQN5PF51_S59Ye1bmDPpI-c_ChwNh1Vvv1aaPtx2fNa_UJFmkgIg6P-s_eKXu=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhR-ujvow9SR631pELIXjy6_anjcsAaqFbUhO7u78FiSUi1JKe4_MXgTVxryfFbF9qmmAS4a26KsvcpdD0ZA_cSGIF6FUG_RcAtDJUgCG7qnvUxYUAqowneB_Mmab-EQN5PF51_S59Ye1bmDPpI-c_ChwNh1Vvv1aaPtx2fNa_UJFmkgIg6P-s_eKXu=w300-h400" width="300" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Crónica de un silencio</i> nace de la necesidad de denunciar la censura imperante e institucionalizada que se aplicó durante el gobierno de la URSS, de la cual ella misma fue, al mismo tiempo, testigo y víctima. Recordemos que Lidia Chukóvskaia - popular escritora de novelas, poemas y crítica literaria por aquel entonces y quien había comenzado a mostrarse contraria al régimen soviético en el momento en el que su marido fue eliminado durante la purga estalinista - se enfrentaba a la posibilidad de ser borrada, literalmente, del mapa literario y social debido a sus posicionamientos a favor de la liberación de escritores como Sájarov o Solzhenitsin entre otros muchos. A partir de ese hecho, y en dos partes bien diferenciadas, Chukóvskaia comienza a escribir el presente texto tras su expulsión de la conocida como Unión de Escritores, órgano intelectual compuesto por escritores afines a la URSS que se encargaban tanto de aprobar qué era publicable y qué no en los territorios que componían la Unión de Repúblicas Soviéticas, como de castigar a aquellas autoras o autores que se atrevieran a desafiar a las leyes establecidas. En su primera parte, escrita en 1974, Chukóvskaia era muy consciente de la sentencia de dicho tribunal y de que no podría publicar nunca más en su país, por lo que no deja de sorprender la serenidad y el pulso narrativo a la hora de contar, minuciosamente, todos los detalles del traumático proceso. Así como el de otros compañeros de letras, tales como los de Mandelstam o Bajtín (condenados al destierro) o los problemas que también sufrieron la poeta Anna Ajmatóva (a quien le unía una amistad de muchos años) el escritor y Premio Nobel de Literatura Boris Pasternak (cuya novela más célebre, <i>Doctor Zhivago</i>, no se publicó en Rusia hasta los años 80 a pesar de haber sido un éxito de crítica, engrandecido posteriormente con su impresionante adaptación cinematográfica, en los países del bloque capitalista). Por otro lado, en su segunda parte - plagada de escritos fechados en 1977 y 1978 - nos topamos con una serie de textos complementarios al grueso de esa detallada primera parte, sin abandonar esa inclemente primera persona y acentuando aún más si cabe el carácter ensayístico que impregna el conjunto de la obra. En ella, Chukóvskaia ahonda en más autores y en otras situaciones de censura, además de desplegar ante el lector un mapa cronológico de en qué momentos de la historia de URSS acontecen dichas injusticias intelectuales. Trascendiendo de lo individual - su propio proceso de borrado de la historia de la literatura rusa, en ese momento soviética - a lo universal y colectivo. Irónico, duro, sorpresivo a cada nueva página, <i>Crónica de un silencio </i>se nos presenta como un importante documento histórico que invita, no solo a repensar la investigación de lo acontecido durante los años en los que la URSS existió como una importante potencia mundial hasta su desaparición a finales de siglo XX, también a reflexionar sobre el término "censura" más allá de el caso soviético. En tiempos en los que andamos a vueltas con una censura mal entendida o criminalizada bajo el término "dictadura de los progres" y en los que otro tipo de censura más peligrosa, en el caso de este país proveniente de círculos próximos al ultracatolicismo y a la ultraderecha, aporrea la puerta cada dos por tres, Chukóvskaia nos azuza desde el pasado para tomar más consciencia de los peligros a los que nos enfrentamos en el presente. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Crónica de un silencio</i>: una historia de injusticia, espionaje, olvidos sistemáticos, condena, denuncia, crítica, censura... Testimonios que hacen de la historia la mejor de las herramientas para seguir caminando hacia adelante. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Su mezquina venganza y su rencor han sustituido los fundamentos de la cultura: la apasionada memoria creativa que nutre con su savia los brotes del futuro."</div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://erratanaturae.com/" target="_blank">Errata Naturae</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-76284817210774990182022-01-08T07:44:00.004-08:002022-01-22T07:35:16.624-08:00RESEÑA: Mi padre el pornógrafo. <p style="text-align: center;"> <b>MI PADRE EL PORNÓGRAFO</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEijRU0Bg_Ot84zWXo8Jp6bvFVs4SGV2zoqPqsZo5ZAuyfoiOA8fHjq9vIlDr8oIHia4GQT-lKoHlX16bKKX8KsTzc0EhkqU7PbpfZkN9_tXmtFUSKKVR0C9hTyRfljyWto1C-zYEPyHc502p6CSSAeXSZzB6YHNHa33mQN-EhcHX6IAFXvSqGz_CH_f=s1024" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="683" height="416" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEijRU0Bg_Ot84zWXo8Jp6bvFVs4SGV2zoqPqsZo5ZAuyfoiOA8fHjq9vIlDr8oIHia4GQT-lKoHlX16bKKX8KsTzc0EhkqU7PbpfZkN9_tXmtFUSKKVR0C9hTyRfljyWto1C-zYEPyHc502p6CSSAeXSZzB6YHNHa33mQN-EhcHX6IAFXvSqGz_CH_f=w276-h416" width="276" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Mi padre el pornógrafo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autor:</b> Chris Offutt (Lexington, Kentucky, 1958) pasó su infancia y primera juventud en Handelman, Kentucky, una población minera de doscientos habitantes que ya no existe. Tras licenciarse en la Universidad de Morehead, recorrió los Estados Unidos a dedo y trabajó en más de cincuenta empleos. Alumno de James Salter y Frank Conroy en el curso de escritura creativa de la Universidad de Iowa, Chris Offutt debutó con su libro de relatos <i>Kentucky seco</i> (1992; Sajalín, 2019). Al que le seguiría, en el campo de la literatura breve, <i>Lejos del bosque</i> (1999; Sajalín, 2021). Offutt es autor de tres novelas, <i>The Good Brother</i> (1997) y <i>Noche cerrada</i> (2018; Sajalín 2020) y <i>Los cerros de la muerte</i> (2021; Sajalín 2021) - esta última la primera de una trilogía -. Así como de tres memoirs, <i>Dos veces el mismo río</i> (1993; Malas Tierras 2022), <i>No Heroes: A Memoir of Comming Home</i> (2002) y<i> Mi padre el pornógrafo</i> (2016; Malas Tierras 2019). Sus relatos y ensayos han aparecido en publicaciones como<i> The New York Times, Harper´s, Esquire, GQ, Playboy, Tin House</i> y <i>The Oxford American</i>. La revista <i>Granta</i> lo incluyó en su lista de veinte jóvenes escritores norteamericanos en 1996. Además, ha escrito guiones para las series <i>True Blood, Weeds</i> y <i>Treme</i>, y ha sido nominado a un Emmy. En la actualidad vive en el condado de Lafayette, Misisipi. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg9e82OpNe-OoHbs0rVFt7lrqAvxpvjeBxjfFmv-jXrPEJ9VVQBsmaqlRJYOr7f6fmCX_EDLaZCu4kW4Qhu3v3jWLAklM9ArYhHwkRJeLomPaU3yjwiQKygV2BY5d7-qA0ua8so7aIj1dQDxSKzOy6lHFLuA5hoj8RPme8YaimyGP_4Wp06Bw_5yymn=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="640" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg9e82OpNe-OoHbs0rVFt7lrqAvxpvjeBxjfFmv-jXrPEJ9VVQBsmaqlRJYOr7f6fmCX_EDLaZCu4kW4Qhu3v3jWLAklM9ArYhHwkRJeLomPaU3yjwiQKygV2BY5d7-qA0ua8so7aIj1dQDxSKzOy6lHFLuA5hoj8RPme8YaimyGP_4Wp06Bw_5yymn=s320" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Malas Tierras. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> inglés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductor:</b> Ce Santiago. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> cuando Andrew Offutt murió, heredó un escritorio, un rifle y ochocientos kilos de porno. Andrew fue considerado el rey de la pornografía escrita del siglo XX, con una carrera literaria que comenzó como medio para pagar la ortodoncia de su hijo y que ponto cobró vida hasta alcanzar su punto álgido durante la década de los setenta, cuando la popularidad comercial de la novela erótica llegó a su apogeo. Con su esposa ejerciendo como mecanógrafa, Andrew escribió desde su casa en las colinas de Kentucky, encerrado en una oficina en la que nadie osaba entrar, más de cuatrocientas novelas. Pero, cuanto más escribía, más crecía su ambición y más difícil era para sus hijos formar parte de ese mundo. En el verano de 2013, Chris regresó a su cuidad natal para ayudar a su madre, ya viuda, a salir de la casa de su infancia. Cuando comenzó a leer los manuscritos y las cartas de su padre, por fin tuvo la oportunidad de conocer a aquel hombre difícil, voluble y, a veces, cruel al que había amado y temido a partes iguales, y se dio cuenta de que en ausencia de su padre, podría dar sentido a su vida y a su legado. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> impactante, áspera, dura, adictiva, piadosa, inmersiva, severa, explosiva, catártica, tenebrosa, plagada de claroscuros, emotiva en su justísima medida... Cuando una se aproxima, con paso sigiloso pero decidido, a la sección de "Biografías" el resultado suele ser, cuanto menos, algo decepcionante. Los reyes y reinas, tan importantes como inmortales gracias a los libros de texto, son los que copan más del 50% de la sección, así como aquellos ministros, banqueros, duques, marqueses, condes, presidentes y demás advenedizos que se codearon con los que ostentaban la corona por legitimación divina. De todos ellos, siempre hay hueco para los más contemporáneos, aquellos que, inexplicablemente, suscitan cierto interés en una importante parte de los lectores y cuya literatura deja mucho que desear. Seguidamente, nos topamos con los mediáticos que, aún teniendo toda la vida por delante, deciden posar sus cortas y respectivas biografías en manos de un autor/a s sueldo o confiar en el poder de su talento en el noble arte de la escritura para plasmar como ha sido su vida desde que nacieron hasta el mismísimo momento en el que deciden rellenar la página en blanco. Por supuesto, éstas son las más solicitadas, las más aclamadas por el público más generalista, las que primero se agotan en cualquier librería que se precie. Pero, también, las primeras en llegar a los templos del libro de segunda mano o a Wallapop. Después, y no por ello menos importante, encontramos las biografías bisagra, las que actúan como puente entre lo que se considera "alta" y "baja" literatura. Entiéndase alta, por citar un ejemplo, las biografías que Stefan Zweig le dedicó a monarcas como María Antonieta o María Estuardo, y baja, la que alguien escribió sobre otra princesa más llana, más de andar por casa, más del pueblo. Esas suelen estar protagonizadas por toda una serie de personajes que, lejos de ahuyentarnos, consiguen atraernos aún más si cabe gracias a ese halo de leyenda que la cultura popular - y alguna serie de Netflix o HBO - ha contribuido a otorgarles a pesar de no haber llevado la vida más ejemplarizante. Pablo Escobar, Diego Armando Maradona o la pareja de atracadores Bonnie y Clyde serían un ejemplo perfecto en estas lides. Y por último, tras hurgar un buen rato en las estanterías, una servidora acaba topándose con los desconocidos. Rostros que observan desde el otro lado del papel, nombres antaño anónimos, plumas que - con mayor o peor talento - tratan de acercarnos a las vidas de quienes, hasta ese instante, no eran más que polvo en la historia. Algunas de ellas de tal calibre que incluso llegan a considerarse clásicos instantáneos de lo biográfico, a la altura de los que dedican su esfuerzo a escribir sobre Isabel la Católica, Godoy, Kurt Cobain o Magallanes entre otros muchos, descubriéndonos personajes imposibles de olvidar. Esto es precisamente lo que le sucede al libro que hoy tengo el placer de reseñar, digno heredero - aunque con muchos matices por supuesto y sin entrar en rimbombancias absurdas - de Franz Kafka cuando decidió criticar el carácter abusivo y déspota de su progenitor en <i>Carta al padre</i>. <i>Mi padre el pornógrafo</i>: el imposible equilibrio entre la severidad y la misericordia. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj_Qu-4y7mNlS-QXLfZoD9GuWJKaANI_w6kY8FH9hPCtHW95oNJR5dWmVP0n1hAatEK96OulEWoeqC854vhpVJzUeW6Rddm3EXmH11I1HQl-v3zI9vFGj9jAQg-iUlSuByGI84T5V8r2sPDqjR6-3k7lgu-h-RxbUVX4UhEQaltjNOTsfE_PMPxklrJ=s674" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="674" data-original-width="474" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj_Qu-4y7mNlS-QXLfZoD9GuWJKaANI_w6kY8FH9hPCtHW95oNJR5dWmVP0n1hAatEK96OulEWoeqC854vhpVJzUeW6Rddm3EXmH11I1HQl-v3zI9vFGj9jAQg-iUlSuByGI84T5V8r2sPDqjR6-3k7lgu-h-RxbUVX4UhEQaltjNOTsfE_PMPxklrJ=w281-h400" width="281" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">De un tiempo a esta parte ya son pocas las personas que no conocen el nombre de Chris Offutt. Autor, a mi juicio, poco reivindicado y que, hasta hace unos años, era habitual en pequeños grupúsculos de lectores amantes de la grit lit. De un tiempo a esta parte, y sobre todo gracias a la puesta en valor del noir y del neonoir tanto en literatura como en cine (Fargo es la punta de lanza, pero no la única), Offutt ha conseguido por fin colocarse en primera línea en el terreno novelístico gracias a su acercamiento a un nada artificioso y crudo retrato de las miserias humanas presentes en lo que comúnmente hemos venido a llamar, sin demasiado acierto, la Norteamérica profunda. <i>Kentucky seco</i> es sin duda su obra más celebrada - un volumen de relatos que está empezando a ser tenido en cuenta en muchas escuelas de escritura creativa - pero tanto<i> Noche cerrada </i>como <i>Lejos del bosque</i> (novela y antología de cuentos respectivamente) engrosan una producción literaria tan interesante como valiosa. Y aunque el pasado otoño volvió al candelero de la actualidad gracias al inicio de su primera trilogía - la cual ha inaugurado con ese libro de formidable título llamado <i>Los cerros de la muerte </i>- lo cierto es que, a pesar de haber coqueteado con el mundo de las series de televisión, Offutt se nos descubre como un excelente autor de no ficción. Por desgracia (aunque la editorial Malas Tierras pronto pondrá remedio a tal injusticia) solo nos ha llegado traducido al español <i>Mi padre el pornógrafo</i>. Libro que una servidora, siguiendo ese instinto que me ha aportado el mismo número de alegrías y que de decepciones a lo largo de todo este tiempo, acabó devorando con ansia durante los últimos meses de un julio, el de 2021, no muy distinto al de 2020. Recuerdo todavía las miradas de extrañeza y perplejidad de alguno de los parroquianos de aquella cafetería de la calle Molinell cuando, en mis descansos de la hora del almuerzo tras unas intensas horas entre montañas de libros y conversaciones a pie de mostrador, se me ocurría sacar el libro para seguir degustándolo al compás del café con leche y tostada de tomate. Y no me extraña. Yo misma me quedé algo perpleja la primera vez que tuve noticias de su existencia. Su título desprendía incomodidad mirases por donde mirases, al igual que el inquietante montaje de su portada - donde aparece el propio autor de niño y de adulto - y, sobre todo, esa mirada severa, esos ojos con cierto toque sombrío, esa cara de pocos amigos que, sin duda, no invita de buenas a primeras a leerlo. Sin embargo, y a riesgo de fastidiarla - soy plenamente consciente de que este libro no es para todos - os animo a que superéis la portada y su impactante título para adentraros en la perturbadora historia de uno de los escritores más prolíficos y desconocidos del siglo XX. Ahora bien, no saldréis indemnes de ella. Quien avisa no es traidor. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhuFuuevIe8LU7iPj16dY0W0M8CADRhPU0tRgi15P4pFJO_SdX8Y9Jx2zoSSwfXfs5HSlao9lkCZxmZe5I_9bk5SLctDypYZnLGHR4OqaafQWGrVZ2ZN7aqQVXtdDtXb2aHEwV4GireGNTkgyZOtkPePaGzZK0tb2J7aSfr_hBERlYnrIT67QdE9tYx=s1280" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="918" data-original-width="1280" height="288" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhuFuuevIe8LU7iPj16dY0W0M8CADRhPU0tRgi15P4pFJO_SdX8Y9Jx2zoSSwfXfs5HSlao9lkCZxmZe5I_9bk5SLctDypYZnLGHR4OqaafQWGrVZ2ZN7aqQVXtdDtXb2aHEwV4GireGNTkgyZOtkPePaGzZK0tb2J7aSfr_hBERlYnrIT67QdE9tYx=w400-h288" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Al igual que su hijo, el padre de Chris Offutt - Andrew J. Offutt V - también fue escritor. Uno de los que se inició, no por amor a las letras, sino por motivos económicos (había que pagarle la ortodoncia al niño). Uno de los que se encerraba en su oscuro despacho, de los que trabajaban día y noche, de los que echaba mano de la esposa - que triste resulta el personaje de Jodie McCabe Offutt - para que le ayudase a mecanografiar, corregir o pasar a limpio las novelas sin recibir una pizca de reconocimiento. Uno de los que no dejaba que sus hijos se acercara a su máquina de escribir bajo amenaza o levantando un muro infranqueable, de los que se llenó de ambición, de los que prefería frecuentar convenciones plagadas de frikis a pasar tiempo con su prole. Uno de severos castigos, machista redomado, de los que ignoraba a sus hijos, hasta el punto de no llegar a conocerlos del todo. Pero, a cambio, Offutt padre era uno de los que escribía ferozmente, a la carrera, como si le fuera la vida en ello, usando para ello hasta veinte pseudónimos diferentes - el más memorable el de John Cleve - obteniendo como resultado más de 400 novelas cortas. Un Marcial Lafuente Estefanía del pulp, la fantasía, la ciencia ficción y del porno. Sobre todo del porno. Ya que es el género que más frecuentó y del que más títulos contabilizó el propio Offutt tras la muerte del patriarca. De hecho, esta peculiar biografía arranca con dicho fallecimiento, las conversaciones con la que fuera su esposa y todo el material que Chris Offutt encontró en su despacho, lugar que, como ya hemos comentado, le estaba vetado y sobre el que parece haber caído una especie de maldición en forma de incómodo legado. Porque sí, no es fácil asumir que tu padre, además de escribir novelas de gran carga sexual en las que daba rienda suelta a toda una clase de perversiones que a día de hoy nos parecerían intolerables, tampoco ejerció como tal. ¿O sí? A pesar de la dejadez, su incapacidad para dedicarle tiempo a todo lo que no fueran sus novelas o el maltrato psicológico que ejercía contra su mujer. En un honesto y magistral ejercicio literario - no estamos muy alejados de lo que hizo Mary Karr en <i>El club de los mentirosos</i> al retratar la problemática relación con sus padres - Offutt nos narra la vida de su padre desde sus inicios como hijo de la Gran Depresión hasta sus últimos días, pasando por su momento de mayor apogeo y popularidad - los 70 fueron los años del boom de la novela de ciencia ficción erótica - y sin olvidar a aquellos personajes secundarios fundamentales, como lo fueron su madre y sus hijos. Es en este punto donde Offutt consiguió ganarme por completo como lectora al incluirse a él mismo dentro de la propia historia en busca de una catarsis emocional, dicho de otra forma, de ajustar cuentas con su pasado. En <i>Mi padre el pornógrafo</i> no solo descubrimos al hombre cruel, maniático e implacable que fue Andrew J. Offutt V, también al propio Chris Offutt durante aquellos años y los que le sucedieron a la muerte de éste. Especialmente doloroso fue descubrir los abusos que Chris sufrió de niño por parte de un desconocido a cambio de dinero - y que confesó muchísimos años después - de las dudas que aquello le produjo respecto a su sexualidad, la hostilidad del lugar en el que vivían - en las montañas de Kentucky - sus intentos de huir, su responsabilidad como hermano mayor - a los seis años tenía que hacerse cargo de sus hermanos y de las tareas de la casa mientras sus padres estaban de convención - así como la repulsión al sexo que padeció cuando descubrió el material pornográfico y, muy especialmente, ese cómic inédito que dibujaba como vía de escape para sus obsesiones y pulsiones. Las de un hombre al que, según sus propias palabras, la escritura le había impedido ser un asesino en serie. La escritura como terapia, o la terapia como escritura, así podríamos definir a este libro crítico al tiempo que piadoso, despiadado y a la vez emotivo, sin medias tintas y, sin embargo, gris. Moviéndose en una tan incomprensible como acertada distancia exorcizante en la que, matando al padre, consigue el mejor de los ensayos biográficos. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Mi padre el pornógrafo</i>: una historia de desidia, maltrato, frialdad, obsesiones, novelas que se escriben como churros, recuerdos amargos, infancias difíciles, escritura compulsiva... Los demonios de la creación literaria y sus consecuencias. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><b>Frases o párrafos favoritos: </b><div><br /></div><div><div style="text-align: justify;">"Rara vez papá nos dejaba la casa sobre la que se ostentaba el dominio absoluto. Cuando lo hacía iba a convenciones, un ambiente que saciaba su ego en todos los sentidos. Terminó por acostumbrarse a esos dos extremos y se mostraba resentido cuando su familia no lo trataba como lo trataban los fans. Lo decepcionábamos con nuestra necesidad de tener un padre."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><p></p></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-28898833121716396722021-12-30T04:16:00.008-08:002022-01-03T03:31:52.581-08:00RESEÑA: La muela.<p style="text-align: center;"><b> LA MUELA</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6bd5yoMNwa4ETdP0a25Pi0axtgPVEvKlGHiW7Xw8S3rdgRag4qfRATZQo17zdTfzPcLNShnOLrVocjhLZ5F5dsEVrNgYYhff5yfRHCbGes87udiN19BPSVKNkYeyTbhPpe0zSHq3O068Oc20wJQi2XtdMvjSD2zZwv8FmJITVmlHem4CO0oSxGHA_=s665" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="665" data-original-width="474" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg6bd5yoMNwa4ETdP0a25Pi0axtgPVEvKlGHiW7Xw8S3rdgRag4qfRATZQo17zdTfzPcLNShnOLrVocjhLZ5F5dsEVrNgYYhff5yfRHCbGes87udiN19BPSVKNkYeyTbhPpe0zSHq3O068Oc20wJQi2XtdMvjSD2zZwv8FmJITVmlHem4CO0oSxGHA_=w285-h400" width="285" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> La muela. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Rosario Villajos (Córdoba, 1978). Formada en Bellas Artes, ha trabajado en la industria musical, cinematográfica y artística. Ha publicado la novela <i>Ramona</i> (Mrs. Danvers, 2019) y la novela gráfica <i>Face</i> (Ponent, 2017). Gran parte de su obra tiene la marca de lo efímero, de lo que no podrá ser reciclado ni restaurado. Su última novela, La muela (Aristas Martínez, 2021) se ha convertido en un éxito de crítica y público.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhg4CCizNu7vVdXO9UH2PUn-CX9VrIe87eMIOPvuv1y06grX72EY38HU9O69YoeW61xVL-2cPKbEHqoYtTNmOhuuAEwapEuxh8HPT4672EV0eyYI2VdZVMcgsouea4t0S4j37bwbN5NlRoaoqULDqapAQDgUDO-Lomm_bKyyBPy5mbsv0TOFvgtNkXe=s696" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="403" data-original-width="696" height="231" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhg4CCizNu7vVdXO9UH2PUn-CX9VrIe87eMIOPvuv1y06grX72EY38HU9O69YoeW61xVL-2cPKbEHqoYtTNmOhuuAEwapEuxh8HPT4672EV0eyYI2VdZVMcgsouea4t0S4j37bwbN5NlRoaoqULDqapAQDgUDO-Lomm_bKyyBPy5mbsv0TOFvgtNkXe=w400-h231" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Aristas Martínez. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Rebeca huye de su familia, del duelo no superado por la muerte de su padre y de una madre, casi ciega, que deja a cargo de su hermana. Ahora busca su lugar en Londres, donde sobrevive con un trabajo de cincuenta horas semanales en una sucia buhardilla compartida con ratones, a base de sopas de microondas, conversaciones imaginarias con David Attenborough y su hermana al otro lado del teléfono como único soporte. Sus nuevas amistades y futuras metas resultan tan efímeras como el empeño por comunicarse en otro idioma, y su soledad se vuelve tan profunda como el hueco donde estaba su muela.</div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> contemporánea, ácida, perturbadora, intensa, destructora, cautivadora, triste, irónica, tremendamente divertida... Este año las mujeres me han dado muchas alegrías. Así, tal cual, como suena, y si hace falta con la boca bien abierta. Para alguien que se ha criado con referentes masculinos en esto del noble arte de la palabra escrita es toda una revolución. Y más si, repasando un poco la enorme lista de libros engullidos como si del Monstruo de las Galletas se hubiera adueñado de mi cuerpo y apetito, las mejores lecturas han sido firmadas por mujeres llamadas Bárbara, Maggie, Unica, Elisa, Marta, Emma, Anna o Bonnie entre otras muchas. Nadie dijo que fuera fácil, que ese camino de rosas que tanto nos prometieron no existía y que en su lugar se alzaba una empinada pista forestal por la que se deslizan toda clase de balones, ruedas, más piedras. Convirtiendo lo que supuestamente nos hemos ganado tras siglos de lucha feminista en una despiadada partida de balón-tiro. Por eso, cuando saltó la noticia de que eran tres señores los que se escondían tras el famoso pseudónimo de "Carmen Mola" - firmante del último y más polémico Premio Planeta de, por supuesto, toda su historia - se me abrieron las carnes. No me considero una persona especialmente interesada por estos asuntos (aunque he de confesar que donde esté un buen salseo literario que se quite cualquier serie turca de sobremesa) pero no debemos pasar por alto la estocada mortal que ha supuesto dicha decisión para uno de los premios que, ojo, en sus inicios nos descubrió a autoras tan importantes a día de hoy como Ana María Matute, Concha Alós o Soledad Puértolas. Aunque tampoco debería sorprendernos. Sin ir más lejos en <i>Babelia</i> - sí, ese suplemento cultural de <i>El País</i> en el que muchas personas depositan su eterna confianza a la hora de elegir la próxima lectura y que algunos toman como el santo patrón de lo que está de moda en literatura - hasta no hace mucho eran los hombres los que copaban la famosa lista. Esa en la que una serie de escritores y críticos eligen los mejores libros publicados a lo largo del año. Hecho que la pandemia, y quiero creer que el feminismo también, ha cambiado drásticamente, aunque todavía observamos como el porcentaje sigue siendo inferior. Así como la sonada ausencia de autoras españolas en dicho recopilatorio en su edición del presente año, el aciago 2021, al que muchos estamos deseando darle portazo. Pero bueno, quedémonos con lo bueno, con los las lecturas vibrantes, con aquellas escritoras que me han puesto el estómago del revés y la cabeza cerca de una picadora de carne. Con ellas, con las que solitas - sin necesidad de dos cabezas pensantes más - han conseguido alumbrar en un periodo al que llamaron, con demasiada prisa, el de la recuperación. Voces como la de Rosario, incluida en otra lista, la más personal, en mi salón de la memoria selectiva, en el cajoncito de las referentes.<i> La muela</i>: el amargo y cachondo hueco de la pérdida.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"> </div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiUxzBR2RnCesynIZ5FfSrCifsdXTq3S_vZ7XzPfL0xinPGmXnat8iT_l8Tc7hq7U3IjRPay3TPK9rhFVzSLofv6Iq6S11e7bpNJ97PIGVJ8Ci-amYIzB9TM4rsSQd_3cwuvlD3-DhFYg_4HSmUrLSq3NuOTBZOv2oJWGPdcoA4SaGPm9M2jdE77wh6=s728" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="346" data-original-width="728" height="241" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiUxzBR2RnCesynIZ5FfSrCifsdXTq3S_vZ7XzPfL0xinPGmXnat8iT_l8Tc7hq7U3IjRPay3TPK9rhFVzSLofv6Iq6S11e7bpNJ97PIGVJ8Ci-amYIzB9TM4rsSQd_3cwuvlD3-DhFYg_4HSmUrLSq3NuOTBZOv2oJWGPdcoA4SaGPm9M2jdE77wh6=w507-h241" width="507" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Londres abruma. Desde el momento en el que pones un pie en el aeropuerto de Stansted o en el de Heathrow. Desde esa regia mirada que Isabel II te echa mientras te diriges hacia no sé que terminal. Desde que te metes en el tube y descubres que las escaleras mecánicas parecen no tener fin y que bajan hasta el mismísimo centro de la tierra. Desde que, a la salida lde la estación de Waterloo, te topas con la primera placa dedicada a los caídos durante la Primera Guerra Mundial que trabajaron en dicho lugar (la primera de muchísimas, por cierto, y no todas dedicadas exclusivamente a dicha contienda). Desde que ves por vez primera el Big Ben - no es tan grande como parece pero sí ostentosamente dorado - el parlamento, Picadilly Circus, el Tower Bridge, la abadía de Westminster (el mayor cementerio de famosos en el que he estado en mi vida), todos los rascacielos del distrito financiero, ese barco de la armada aparcado en la orilla del Támesis - ignoro si seguirá allí - el propio Támesis (con sus molinillos y corrientes), el British Museum (si eres historiadora/or el síndrome de Stendhal es complicado de gestionar), los sucesivos mercadillos de Portobello (mi hermano y yo buscamos como locos la famosa puerta de Nothing Hill y las casitas de colores), Brick Lane o Camden Town (donde de verdad me agobié). Sin olvidarnos de los parques como Hyde Park y Richmond Park. Toda una experiencia si eres de los que, como yo, sabe apreciar la belleza anárquica de la naturaleza agreste mientras te imaginas que en cualquier momento pueden aparecer el señor Darcy (en cuanto a <i>Orgullo y prejuicio</i> soy de la generación Knightley-Macfayden, lo siento) y Elisabeth Bennet. Menos su reloj más universal, todo es grande, imponente, a lo bestia, en sintonía con la famosa flema británica, nostálgicos del imperio, convirtiendo en hormiguitas a sus habitantes y en pulguitas a quienes llegan por vez primera a la ciudad que tanto hemos visto a través de los libros de texto o del buscador de Google. Es en ese Londres, el abrumador e insaciable, capaz de sacar las fauces a pasear, en el que Rosario Villajos nos ha querido situar. Y esto es muy importante ya que la literatura, al contrario de lo que podemos encontrar en otros formatos más mayoritarios - esa romantización del exilio millennial y boomer del que muy a menudo hacen uso programas como <i>Españoles por el mundo </i>o <i>Callejeros viajeros</i> ha hecho más mal que bien - rezuma sinceridad y crudeza a la hora de retratar los viajes sin regreso, motivados por una supuesta mejora del nivel de vida en todos los aspectos (laboral, emocional, sentimental, social) y que, en ocasiones, no son sinónimo de cambios a mejor. Con todo, Londres me encantó, en serio. Conseguí acostumbrarme a su opulencia, días grises, los silencios en el vagón y sus largas distancias. Y eso que fue mi hermano, y no yo, el que se tiró dos años viviendo en una buhardilla muchísimo más adecentada que la de Rebeca en <i>La muela</i>, sin ratones, con el ruido de los aviones de fondo en un barrio residencial cercano al tramo más bello del Támesis. Con el Asda, un estadio de rugby y la casa donde Van Gogh vivió durante su estancia en el Gran Londres entre 1873 y 1874 cerca. Los estudios fueron la razón y aunque estoy convencida de que volvería a hacerlo, los momentos duros no se los quitó nadie, por mucha cultura underground empapada o cuadros de la National Gallery admirados. Algo de lo que bien sabe Rebeca en su Londres de chimeneas industriales en desuso y cabinas telefónicas que huelen a pis.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjnd2RWEEEmgGcqAn1snA8yhBj5fKCvBIAy6w6WR0PXUgNeUR118eotYouM8w2ZQ7kIsAzfzB2-g4dkWiAHeOlnoM8TMhvDQlvfUozQnEZ6fYC5oXpgZ0PtR62cvzoSY4_UsKQUPom2hCoxxPX0_JYQBID6fJLr4XOv6rwp2LIgbzBUy5NFdQu85reb=s326" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="256" data-original-width="326" height="307" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEjnd2RWEEEmgGcqAn1snA8yhBj5fKCvBIAy6w6WR0PXUgNeUR118eotYouM8w2ZQ7kIsAzfzB2-g4dkWiAHeOlnoM8TMhvDQlvfUozQnEZ6fYC5oXpgZ0PtR62cvzoSY4_UsKQUPom2hCoxxPX0_JYQBID6fJLr4XOv6rwp2LIgbzBUy5NFdQu85reb=w391-h307" width="391" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">En <i>La muela</i>, Rosario Villajos nos narra con descaro, crudeza y, sobre todo, grandes dosis de sorna las peripecias de Rebeca. Una joven que decide mudarse a Londres con su pareja en un intento por cambiar de vida y de paso huir de su propia familia, así como de aquellas cuentas pendientes emocionales no superadas. Creyéndose todas las promesas más propias de un eslogan de Míster Wonderful que de la vida misma, se ve muy pronto de bruces con la realidad que parece devorarla a pasos agigantados hasta conducirla a la pérdida de la muela y su consecuente y particular naufragio. Sin duda, no es la caída de dicho molar lo que de verdad nos tiene que importar como lectores, sino el hueco que queda, la ausencia intolerable para unos, brillante metáfora de lo que arrastra la propia Rebeca a lo largo de la novela y en lo que podemos vernos casi todos identificados. La pérdida del arraigo, de lo conocido, de esa figura paterna irremplazable, de esas esperanzas de una carrera profesional de éxito, de ese bonito apartamento tantas veces construido en su imaginación, de esa vida junto al ser amado, de la dignidad, de la salud. Todo ello reflejado, a modo de epicentro, en ese pequeño vacío en la sonrisa de Rebeca. Lejos de conformarse con unas formas simplonas y excesivamente tradicionalistas, Rosario Villajos toma la decisión de añadirle una capa gruesa del mejor humor, negrísimo, irónico e hiriente en algunos casos. Memorables son, por ejemplo, los pasajes en los que se refiere a su hermana pequeña - a la cual apoda Gabino por su enorme parecido al actor Gabino Diego - en los que es imposible no contener la risa. Así como los momentos, que son muchos, en los que se burla literalmente de las miserias de la protagonista - incluyendo de su propia formación universitaria en la que había depositado toda su fe a la hora de entrar por la puerta grande en el mercado laboral - sus parodias sobre la infalibilidad de las apps de citas, sus ingeniosas reflexiones entorno a la maternidad (o más bien ante la imposibilidad de ejercerla), esas ratas que inundan su decadente buhardilla - no sé por qué me acordé del Dickens más accesible - las relaciones que establece con las compañeras de curro - y la consecuente e insalvable brecha cultural y generacional que se establece - sus propios y desastrosos intentos por comunicarse en un idioma que a penas domina... Por no hablar de esos pequeños y gloriosos momentos en el que la protagonista parece desdoblarse y replicarse a sí misma a través de otra Rebeca - no a lo Gollum, más bien a lo Pepito Grillo - que proyecta su mirada en el futuro. En una de esas se hace referencia muy brevemente a la pandemia del Covid-19 desde un tiempo, el de la novela, en el que a pesar de las miserias, todavía éramos felices. A vueltas de nuevo con la contemporaneidad, <i>La muela</i> no escatima en ingeniosos recursos para dotar a la narración de una mayor hilaridad como planos del metro de Londres, callejeros, conversaciones de WhatsApp, fotos pixeladas - no diremos de qué - esquemas, dibujos hechos por la propia autora y hasta una divertidísima fotonovela (sin duda, mi favorito). A pesar de su urgencia e intrahistoria - la novela, a pesar del revestimiento humorístico, no deja de narrar la amargura que sufre Rebeca - <i>La muela</i> se puede entender como una relectura de aquellos clásicos del XIX en los que la crítica social y el retrato de la pobreza era su razón de ser. He citado antes a Charles Dickens, pero también pensé en <i>Los miserables</i> de Víctor Hugo y en su descarnado retrato de quienes no tenían nada para llevarse a la boca. No hemos evolucionado mucho desde entonces, todavía hay quien, como Fantine, se ve obligado a prostituirse a cambio de dinero para la manutención de su hija. Sin embargo, como bien apunta Rosario Villajos, estos nuevos miserables, jóvenes criados bajo la premisa de prosperidad, hijos de la generación que vivió mejor que sus padres, sobrecualificados, con smartphone y cuenta de Instagram se ven igualmente aplastados por un capitalismo feroz que premia la insana competitividad frente a la igualdad de oportunidades. Contemporánea, sí, pero por desgracia hay cosas que nunca cambian. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>La muela</i>: una historia de desorientación, precariedad, ratones, sueños hechos añicos, promesas que se desvanecen, quiebras, crueldades, inseguridad, situaciones con las que te ríes a carcajada limpia... Con humor, las "putadas" del neoliberalismo se llevan mejor. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div></div><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"Las uñas le parecen breves después de años mordiéndoselas, muestran una fina y constante medialuna negra. Los dientes, lo que queda de ellos, tienen el mismo tono marrón que los posos del té, solo que, en lugar de futuro, dejan ver en ellos perfectamente el pasado. Y luego está el olor; no es solo el sudor, sino la acidez de su PH mezclada con grandes cantidades de tabaco y, sobre todo, de marihuana. Hasta el semen te huele a marihuana, piensa Rebeca cuando el hombre le pasa el papel higiénico por la barriga. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">"A Hermana Menor solo la llaman por el nombre de sus pacientes. Los que la conocen de toda la vida la llaman Gabino a sus espaldas por su parecido con el actor Gabino Diego. Hermana Menor sabía que este era su mote durante la infancia, pero hoy por hoy no se imagina o no se para siquiera a pensar si alguien la sigue llamando así, a parte de Rebeca, claro, que sí lo hace abiertamente, aunque, desde que se arregló la boca, ya no es tan fea. De hecho, nunca lo ha sido. Tan solo era fea por odiosa comparación con su hermana en el pueblo donde vivían y donde se conocían todos. Allí Rebeca era como una Dulcinea del Toboso, la más bella del lugar; pero ahora vive en Londres donde hay gente mucho más guapa que ella y, además, le falta una muela."</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¡Un saludo y feliz año nuevo!</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://www.aristasmartinez.com/" target="_blank">Aristas Martínez</a> <span style="font-weight: 700;"><br /></span></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-29492467690743372622021-12-20T02:07:00.002-08:002021-12-28T11:57:17.271-08:00RESEÑA: Hija de sangre y otros relatos. <p style="text-align: center;"> <b>HIJA DE SANGRE Y OTROS RELATOS</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg5xGXsTN9Q6E9IJRDF2FpBV-kpUjMLTO-Da8cdzN_uEL9j_2u5AyUxwjJ4IY-B3yHk39AE1FYebgDuCOK-JzoYkW6HjPTPbsBRa-56SrrvkI8_ruBzVWIRikShIo3qUDoz5R5Ho9K19UVlKI1Lkk_yYdDunrwkK-CCfwntgGB3RT35vqkrp0txDTvj=s733" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="733" data-original-width="474" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEg5xGXsTN9Q6E9IJRDF2FpBV-kpUjMLTO-Da8cdzN_uEL9j_2u5AyUxwjJ4IY-B3yHk39AE1FYebgDuCOK-JzoYkW6HjPTPbsBRa-56SrrvkI8_ruBzVWIRikShIo3qUDoz5R5Ho9K19UVlKI1Lkk_yYdDunrwkK-CCfwntgGB3RT35vqkrp0txDTvj=w259-h400" width="259" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Hija de sangre y otros relatos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Octavia E. Butler (Pasadena, Estados Unidos, 1947 - Lake Forest Park, Estados Unidos, 2006). La apodada como "la gran dama de la ciencia ficción" vivió su infancia en un barrio interracial, siendo criada por su abuela y su madre y devorando cada revista sobre dicho género que caía en sus manos. Años más tarde ingresó en la California State University, la cual abandonó para comenzar a estudiar Escritura Creativa en la Universidad de los Ángeles llegando a recibir su título de profesora asociada en Artes en 1968 en el Pasadena Community College. Así mismo, también estudió en el Screenwriter´s Guild Open Door Program y en el Clarion Sciencie Writer´s Workshop, donde asistió a clase con el maestro de la ciencia ficción Harlan Ellison. Su primera historia, <i>Crossover</i>, fue publicada en la antología Clarion de 1971. <i>Pattermaster</i>, su primer a novela, fue el primer volumen de una serie de cinco entregas -<i> Mind of my mind</i> (1997), <i>Survivor</i> (1978), <i>Wild Seed</i> (1980) y <i>Clay´s Ark </i>(1984) -. Con la publicación de <i>Parentesco </i>en 1979, Butler logró mantenerse como escritora a tiempo completo y al fin el reconocimiento a su obra. Butler también es autora de la trilogía<i> Xenogenesis</i>, de<i> La parábola del sembrador</i> (1993) así como de una colección de cuentos cortos publicados bajo el título <i>Hijo de sangre y otras historias</i> (1995). Ha ganado algunos de los premios más prestigiosos que reconocen las obras de ciencia ficción, entre ellos el Premio Locus, el Premio Hugo, el Premio Nébula o el Premio Science Fiction Chronicle. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj0zGYUU9yeGxnesfE3YZsLvFTONLWu6gQSS-fbBuv1XmN-oq7WXJNIN3j4BXJZB3uAWEpSJniAaBt28OsH5C2sxuC5ztxEyeiwZF5vaiJ0lJsNoWOPbKI53D_8ahL-ews8eNz1LiqLldWZrMsULPQxvNucpM3fYZG2xUvyvr8qWsyH044Flp3e07g8=s800" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="600" data-original-width="800" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEj0zGYUU9yeGxnesfE3YZsLvFTONLWu6gQSS-fbBuv1XmN-oq7WXJNIN3j4BXJZB3uAWEpSJniAaBt28OsH5C2sxuC5ztxEyeiwZF5vaiJ0lJsNoWOPbKI53D_8ahL-ews8eNz1LiqLldWZrMsULPQxvNucpM3fYZG2xUvyvr8qWsyH044Flp3e07g8=w400-h300" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Consonni. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original: </b>inglés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductora: </b>Arrate Hidalgo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis: </b>Esta colección de siete cuentos y dos ensayos, publicados y escritos entre los años sesenta y noventa, es una introducción perfecta para quienes descubren a Octavia Butler y un título imprescindible para los incondicionales. Traducida ahora por primera vez al español, fue en su día incluida en la lista anual de destacados del New York Times. Incluye dos de sus más aclamados relatos cortos <i>Hija de sangre</i>, relato ganador en 1984 de los prestigiosos premios literarios Hugo y Nébula, y <i>Sonidos de habla</i>, también ganador de un premio Hugo al año siguiente. Inéditos hasta su publicación en esta antología, se encuentran <i>Amnistía </i>y <i>El libro de Martha</i>. Cada texto viene acompañado de un epílogo de la misma autora y los ensayos consejos precisos sobre la escritura. En ellos, Butler relata sus vicisitudes como mujer negra y escritora en una época, en la que el género fantástico estaba dominado por hombres blancos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> potente, enriquecedora, reflexiva, muy original, honesta, distópica, utópica, crítica, reivindicativa, tremendamente vigente... La ciencia ficción ha sido siempre uno de los géneros más populares de la historia de la literatura, al menos desde que en el siglo XIX una escritora inglesa de tan solo veinte años llamada Mary Shelley - maestra absoluta también del terror - lo inventase para la posteridad en una de las obras más importantes de todos los tiempos. Hablamos, por supuesto, de <i>Frankenstein o el Moderno Prometeo</i>. Género que, a pesar de haber aumentado las posibilidades creativas dentro del campo de la escritura, se vio sumido en un injusto ostracismo al que solo unos pocos valientes se atrevieron a asomarse. No obstante, con la irrupción del feminismo, el antirracismo o los movimientos por los derechos LGTBI y, muy especialmente, la merecidísima segunda vida de un libro como <i>El cuento de la criada</i> de la también grandísima, y varias veces candidata al Nobel, Margaret Atwood - llamado a convertirse en clásico de la literatura - han supuesto un antes y un después en la percepción social hacia el género. Si antes la ciencia ficción era automáticamente despreciada - sobre todo por las élites culturares del momento - y concebida como literatura menor, o más en concreto, un reducto para el goce y disfrute de unos pocos frikis, ahora es raro no toparse con alguien que hable de ella con mil y un halagos. Hasta el punto de convertirse en objeto de estudio y debate intelectual. Y es que el género está plagado de auténticos eruditos: George Orwell, Aldous Huxley, Philip K. Dick, Anthony Burgess, Ray Bradbury, Stanislaw Lem, Isaac Asimov, Richard Matheson... Pero también de eruditas: la ya citada Margaret Atwood, Ursula K. le Guin, Johanna Russ, Sheri S. Tepper, Elia Barceló, Analee Newitz, V. E. Schwab, Nnedi Okorafor, Laura Fernández... Si hasta Emilia Pardo Bazán hizo sus pinitos en el género con relatos como <i>La cabeza a componer</i> o su primera novela <i>Pascual López: autobiografía de un estudiante de medicina</i>. Al calor de este clima de cambio y reivindicación, en España muchas editoriales especializadas en el género han visto reforzada su posición - tales como Gigamesh o los sellos Minotauro o Fancy de Planeta o Penguin Random House respectivamente - pero también ha favorecido la irrupción de editoriales más pequeñas como Consonni, Pulpture, Crononauta, Tryskel, Aristas Martínez, Bunker, Nova (esta absorbida por Penguin), Shackleton entre otras. Así como la aparición de portales web relevantes como La nave invisible - en el que buscar visibilizar las autoras de género - o podcasts como Marea Nocturna o Escritoras de Urras. El cambio ha sido drástico, capaz de darle un vuelco a dos ideas erróneas. La primera, que la ciencia ficción es cosa de marginados y raritos (aunque paradójicamente, incluso cuando se denigraba, era uno de los géneros más populares). Y la segunda, a nivel de escritura, que la ciencia ficción es un terreno de hombres blancos y heterosexuales, estereotipo que Octavia Butler - de la que hemos hablado largo y tenido aquí - tumbó con su presencia y galardones en un momento en el que la lucha por los derechos sociales de la comunidad afroamericana atravesaba su momento más efervescente. <i>Hija de sangre y otros relatos</i>: el black lives matter de los 70 no está reñido con la ciencia ficción más trasgresora. </div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiTnokpJIUWAOngF2CHbxsoVi5OWBsQYYTPv5ycISrXJ_468DgIJI_zegG9zxZRh_T2z3KDSlcTIDBI5VpjIAs5_894NznFxqGcM4vJsKVEhKLdru7Bl7ZWlGx6xrAwAD4FHjFTyO9tO8U5blwSgSY9vXHFN6PNK_3e8xCqQ5F0XPfnzoNS7sh3U_Bf=s640" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="439" data-original-width="640" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEiTnokpJIUWAOngF2CHbxsoVi5OWBsQYYTPv5ycISrXJ_468DgIJI_zegG9zxZRh_T2z3KDSlcTIDBI5VpjIAs5_894NznFxqGcM4vJsKVEhKLdru7Bl7ZWlGx6xrAwAD4FHjFTyO9tO8U5blwSgSY9vXHFN6PNK_3e8xCqQ5F0XPfnzoNS7sh3U_Bf=w400-h275" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">En ocasiones la obra literaria y el contexto histórico que la ha visto nacer son completamente indisociables el uno del otro. Ocurre con <i>La divina comedia, El Quijote, El segundo Sexo </i>o incluso con <i>Hamnet</i> (cuya reseña publiqué la semana pasada). Algo que también sucede con <i>Hija de sangre y otros relatos</i> de Octavia Butler, cuya lectura es un constante diálogo con los Estados Unidos de mediados de siglo debido a que, en su mayoría, los textos fueron escritos al calor de las protestas, marchas y manifestaciones llevadas a cabo por la comunidad afroamericana exigiendo sus derechos en un país que los seguía discriminando sistemáticamente. Mientras la lucha seguía en la calle y a medida que iban alcanzando más conquistas sociales durante los 60, 70 y 80 del pasado siglo, una escritora Octavia Butler irrumpía en el panorama literario de su país con una serie de escritos que pusieron patas arriba el canon que se había seguido hasta ese momento, cambiando la historia de la literatura de ciencia ficción para siempre. En un mundo de hombres blancos, Butler supo, no sin haber peleado lo indecible, hacerse un hueco entre ellos ganando varios de los premios más prestigiosos del género tales como el Nébula o el Hugo entre otros muchos, convirtiéndose en la primera de muchas cosas. No solo su condición de mujer, también las de mujer negra y lesbiana, dotó a sus novelas, ensayos y relatos de una perspectiva nunca antes explorada en la ciencia ficción y que a la larga, resultaría crucial para las futuras generaciones de escritoras y escritores deseosos de explorar este campo de la literatura en pleno siglo XXI. Convirtiéndose, casi en el acto, en todo un referente atemporal. Reivindicada hasta la saciedad en los últimos años - no hay más que ver las reediciones de algunas de sus obras más importantes por parte de editoriales como Capitán Swing o Consonni entre otras - la obra de Butler respira vigencia. Ya no solo por sus alegatos antirracistas y el afrofeminismo tan cercano a las tesis de Angela Davis, también por lo que respecta al contexto social en el que actualmente nos movemos. En el que parecen haber resucitado, como si de una pesadilla se tratase, toda una clase de viejas ideologías intolerantes, xenófobas, homófobas y antifeministas que creíamos haber enterrado definitivamente bajo kilos de tierra. Algo que en Estados Unidos no ha dejado de sucederse, sobre todo desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, y la visibilidad que han adquirido las protestas contra la violencia policial y los crímenes racistas. De ahí que los relatos de Octavia Butler resulten más necesarios que nunca, arrojando crítica, inclusión y diversidad en un mundo que, de nuevo, parece que tiene que volver a pelear por unos derechos ganados en el pasado. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhefaX1NpoJ3YTU6t8FC3LJ0jsoI-vBQ5j8oofdpB2O65mlKcQVgkVataE2LebmurnpJmp0aoQNEzZWGrcO2JUD6Ewa0b5bFkKIPAuEhCN3RzYmy86EwObasJDS0GcWtBF0Cc1OyiSmT7Ti5afLLtuCU0UroqYJHM4b2RVCeWohk4siQEpA9ufm9y7z=s906" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="906" height="354" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhefaX1NpoJ3YTU6t8FC3LJ0jsoI-vBQ5j8oofdpB2O65mlKcQVgkVataE2LebmurnpJmp0aoQNEzZWGrcO2JUD6Ewa0b5bFkKIPAuEhCN3RzYmy86EwObasJDS0GcWtBF0Cc1OyiSmT7Ti5afLLtuCU0UroqYJHM4b2RVCeWohk4siQEpA9ufm9y7z=w400-h354" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Centrándonos en la lectura en cuestión, todas y todos conocíamos el talento de Butler para la novela, pero al menos una servidora desconocía el inmenso potencial que esconden sus narraciones más cortas. Y es que, como siempre he sostenido, una o un gran escritor se mide en su capacidad de síntesis, en ser capaz de condensar sus inquietudes y estilo en un cuento. O al menos atendiendo a lo que, desde la academia, se ha considerado como tal. Con su extensión, sus reglas, sus parámetros.<i> Hija de sangre y otros relatos</i> - antología que Consonni ha traducido y publicado por primera vez en nuestro país - resulta casi un ejemplo perfecto de como debería escribirse un relato de ciencia ficción, solo comparable con aquellos relatos que Ray Bradbury se sacaba de la manga para hacernos la vida más amena a la vez que aprendías un poco de ciencia y de las posibilidades de esta en clave de humor. A diferencia de, por ejemplo,<i> Crónicas marcianas</i>, Butler traza una serie de cuentos con un tono menos distendido, menos afable, planteando futuros donde los seres humanos hemos fracasado a todos los niveles. Convirtiéndonos en extranjeros dentro de planetas imaginados, esclavos de nuestros propios inventos ideológicos o sufriendo las más terribles consecuencias de nuestra propia ambición. Desde convertirnos en objeto de estudio por parte de unos alienígenas con aspecto de insectos en H<i>ija de sangre </i>- donde además se plantea la posibilidad del embarazo masculino - a sufrir enfermedades genéticas que nos conducen a la autodestrucción en<i> La tarde, la mañana y la noche</i>, pasando por esa inquietante sociedad que, por culpa de un virus, ha perdido la posibilidad para comunicarse a través del habla en <i>Sonidos de habla</i> - sin duda, mi relato favorito de la antología -. De hecho, ahondando un poco más en este cuento, Butler plantea una regresión hacia un primitivísimo violento que ha conseguido helarme la sangre. Obviamente como sociedad no estamos en esa situación pero asusta observar como la comunicación, o mejor dicho, la falta de ella, es un problema cada vez más preocupante, algo de lo que las nuevas tecnologías, y más en concretamente las redes sociales, tienen mucha culpa. Por otro lado, y no menos importante, la antología se completa con tres textos que se salen de la norma. El primero de ellos, el que lleva por título <i>Al otro lado</i>, nos introduce en la vida de una mujer que trabaja en empleos precarios en medio de una aplastante soledad mientras anhela el amor de un hombre encarcelado y convertirse en escritora. Durísimo relato por ese retrato de las relaciones tóxicas, pero también por esa desazón que provocan los sueños rotos. Un cuento que, a pesar de no tener toques cifi, golpea de la misma forma que el resto. A continuación, dos micro ensayos (<i>Obsesión positiva </i>y <i>Furor Scribendi</i>) en los que Butler nos cuenta los inicios de su amor por la literatura y la historia de sus numerosos rechazos editoriales, así como los consejos que ella misma nos da para convertirse en escritor, insistiendo muy especialmente en la perseverancia. A priori la inclusión de estos textos en medio de la antología puede resultar extraño, desconcertante, pero al ofrecer la mirada más humana de la autora que hay detrás de tan excepcionales relatos entiendes un poco mejor su escritura y los motivaciones personales que la llevaron a escribirlos. La antología se cierra, a modo de epifanía, con su cuento más optimista, <i>El libro de Martha</i>, de inspiración bíblica en el que una joven es elegida para encontrar la manera de que la humanidad no acabe exterminándose de puro egoísmo. Un cierre perfecto que contribuye, no solo a agrandar la leyenda de Octavia Butler, también a que el lector acabe metiendo sus ojos en otros de sus libros. Que son muchos y, afortunadamente, cada vez más accesibles. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Hija de sangre y otros relatos</i>: nueve historias de extinción, especulación científica, antirracismo, feminismo, condición humana, experimentos, virus, pandemias, pequeños huecos para la esperanza... Una antología que todo amante de la Ciencia Ficción debería tener en su estantería. </div></div><br /><b>Frases o párrafos favoritos: </b><div><b><br /></b><div>"Supongo que es porque nos han vuelto a desplazar del centro del universo. A los seres humanos digo. A lo largo de la historia, en los mitos y hasta en la ciencia, nunca hemos dejado de colocarnos en el centro y nunca han dejado de desalojarnos."</div><div><br /></div><div><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div><br /></div><div>Cortesía de <a href="https://www.consonni.org/">Consonni</a></div></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-17488025541952912452021-12-14T03:11:00.003-08:002021-12-18T04:59:40.650-08:00RESEÑA: Hamnet. <p style="text-align: center;"><b> HAMNET</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhpIvmNLou5Sxgq_4xh4IQPuZgP12wadSSx26PGqrSfsSvsivchNd5GxY3WhNuDb5vRfgSQ2ARP_tURDdg_cgHQu6DWqtjNr90HYk2Vmw85mLfqg71zGBUdq-1T6XxtKMZuzJ1Efg04U8vBdEU8in10IkyXMn-zLhR27zIsHaBEfPnT1Ift6U51q_B3=s1844" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1844" data-original-width="1200" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhpIvmNLou5Sxgq_4xh4IQPuZgP12wadSSx26PGqrSfsSvsivchNd5GxY3WhNuDb5vRfgSQ2ARP_tURDdg_cgHQu6DWqtjNr90HYk2Vmw85mLfqg71zGBUdq-1T6XxtKMZuzJ1Efg04U8vBdEU8in10IkyXMn-zLhR27zIsHaBEfPnT1Ift6U51q_B3=w260-h400" width="260" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título: </b>Hamnet. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Maggie O´Farrell (Coleraine, Irlanda del Norte. 1972). Es autora de siete novelas: <i>After You’d Gone</i> (2000), <i>My Lover’s Lover</i> (2002), <i>The Distance Between Us</i> (2004, ganadora del premio Somerset Maugham), <i>La extraña desaparición de Esme Lennox</i> (2007), <i>La primera mano que sostuvo la mía</i> (2010; Libros del Asteroide, 2018), <i>Instrucciones para una ola de calor</i> (2013) y <i>Tiene que ser aquí</i> (2016; Libros del Asteroide 2017), y un libro de memorias, <i>Sigo aquí</i> (2017; Libros del Asteroide, 2019). Su última obra, <i>Hamnet </i>(2020; Libros del Asteroide 2021) ha supuesto su definitiva consagración al recibir el prestigioso Women´s Prize for Fiction, así como aparecer en las listas de los mejores libros del año 2020 del Washington Post y del <i>The New York Times</i>. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimuH0GdKcixW4yx8343rncKFkJD35legRXbVSaRDTs0F6qZZFM3L19fm66MZZ4OayBBeqYRvKB74lTGVK-6mxrVdWl9dViv5UmI1EXGKQqo0P2QulttN4PatFfpV4aaYCAZOkoaqNfISj0cqDAKqsaDkJl09P5THcETTtqqBk8Bi6MMlj6fKhmuh2-=s1800" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1800" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEimuH0GdKcixW4yx8343rncKFkJD35legRXbVSaRDTs0F6qZZFM3L19fm66MZZ4OayBBeqYRvKB74lTGVK-6mxrVdWl9dViv5UmI1EXGKQqo0P2QulttN4PatFfpV4aaYCAZOkoaqNfISj0cqDAKqsaDkJl09P5THcETTtqqBk8Bi6MMlj6fKhmuh2-=w400-h266" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Libros del Asteroide. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma: </b>inglés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductora:</b> Concha Cardeñoso. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Agnes, una muchacha peculiar que parece no rendir cuentas a nadie y que es capaz de crear misteriosos remedios con sencillas combinaciones de plantas, es la comidilla de Stratford, un pequeño pueblo de Inglaterra. Cuando conoce a un joven preceptor de latín igual de extraordinario que ella, se da cuenta enseguida de que están llamados a formar una familia. Pero su matrimonio se verá puesto a prueba, primero por sus parientes y después por una inesperada desgracia. Partiendo de la historia familiar de Shakespeare, Maggie O´Farrell transita entre la ficción y la realidad para trazar una hipnótica recreación del suceso que inspiró una de las obras literarias más famosas de todos los tiempos. La autora, lejos de fijarse únicamente en los acontecimientos conocidos, reivindica con ternura las inolvidables figuras que habitan en los márgenes de la historia y ahonda en las pequeñas grandes cuestiones de cualquier existencia: la vida familiar, el afecto, el dolor y la pérdida. El resultado es una prodigiosa novela que ha cosechado un enorme éxito internacional y confirma a O´Farrell como una de las voces más brillantes de la literatura inglesa actual. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido: </b>inmensa, fascinante, conmovedora, dolorosa, oportunamente reivindicativa, con una prosa que parece acariciar cada palabra, coherente, abrumadora, la gran sorpresa del año... Como ya sabréis, sobre todo los que me seguís desde aquel día que tuve la genial idea de reorientar el contenido del presente blog hacia la crítica literaria, mi relación con le género histórico ha sido peculiar. De atiborrarme, como si no hubiera un mañana durante mi adolescencia, de novelas policíacas nórdicas lúdicas y con grandes dosis de lo que a día hoy se considera "salseo", pasé a una inagotable obsesión por la obra de Ken Follett, y en concreto por su obra más célebre:<i> Los Pilares de la Tierra</i>. Entendedme, estaba en Segundo de Bachillerato, absolutamente enamorada de la asignatura (que no del profesor, que era para darle de comer a parte) de Historia del Arte, especialmente de la arquitectura Gótica, cuyas características estudiaba con gran pasión. Con esta predisposición, normal que acabara rendida a Follett en el momento en el que dicho ladrillo cayó en mis manos. Fui, a juzgar por conversaciones a posteriori, de las pocas personas que se atrevió a leerse de pe a pa los pasajes más técnicos, en los que con un soporífero para unos, interesante para otros estilo describía la evolución en la construcción de la catedral del ficticio pueblo de Kingsbridge. Por supuesto, como ya he comentado en mil y un ocasiones, fue una novela de primeras veces. La primera vez que fui consciente de las costuras de una novela (las cuales quedarían superadas en el momento en el que leí Madame Bovary). La primera vez que leí una escena de una violación (ejemplo de cómo no debe escribirse una escena de estas características). Y, por supuesto, la primera vez que como lectora me enfrenté a pasajes de alto voltaje sexual de gran explicitud (ahí es donde de verdad se notaba que los personajes no eran del siglo XII sino del XXI). De ahí salté a su continuación que, salvo las partes en las que se hablaba de la Peste Bubónica, consideré totalmente prescindible. A su trilogía<i> The Century</i> (que a falta de una relectura, mi favorito sigue siendo el último). Así como cualquier otra novela que pudiera recordarme a esa novela ambientada durante el periodo de la Anarquía y la Guerra Civil que tanto me entusiasmó, obteniendo como resultado algunos tropezones mayúsculos como <i>La catedral del mar </i>o <i>Mar de fuego</i>. A mi juicio, copias baratas que trataron de imitar lo inimitable. Como cuando Stephenie Mayer se hizo de oro con la saga <i>Crepúsculo</i> y una horda de escritores comenzaron a publicar novelas juveniles protagonizadas por vampiros modernizados. Aunque, sinceramente, la avalancha que le siguió a <i>Cincuenta sombras de Grey</i> fue casi peor. Tan solo un año más tarde, los manuales de historia me absorbieron, hasta el punto de llegar a alejarme de la novela histórica - algunos de mis profesores nos intentaron convencer de que era un género menor al que no debíamos prestarle demasiada atención - y optar por aquellos clásicos que no me había animado a leer. Por aquel entonces mi opinión hacia el género cambió, me volví más crítica, exigente, selectiva. Ya no me valían esas tramas repetitivas o esos personajes sin alma. Me sentía completamente alejada de dichas formas, que no encontraba novelas dentro de lo histórico que respondiesen a una nuevas inquietudes o al menos que se alejasen del best-seller al uso. Pero entonces, inesperadamente, llegó Maggie O´Farrell - una autora a la que no había prestado demasiada atención tras haber leído su memoir <i>Sigo aquí</i> - con la novela que había esperando durante tantos años bajo el brazo. Dicho de otra forma, aquella que me devolviese la fe en la novela histórica y que, por el camino, acabó convirtiéndose en una de las mejores lecturas del año. <i>Hamnet</i>: la puesta en valor de las mujeres que habitaron en los márgenes de la historia. </div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEis474OR3blAOmjK4GUdviisXf_5v3itj8Cig61pT5NRrNGunqSAQ511QDns9h534WBJzHSoeVo36R4QjILUTbztC4oyuA12N5aKIgjIaiUmKO4PaRUb9XEznfsCKwMx6px-BKXckOoRBnDXm4BVWrsWinkoOvKHb4MkBQ5cF1dMSvRhdbyhC6V6UvT=s773" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="387" data-original-width="773" height="254" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEis474OR3blAOmjK4GUdviisXf_5v3itj8Cig61pT5NRrNGunqSAQ511QDns9h534WBJzHSoeVo36R4QjILUTbztC4oyuA12N5aKIgjIaiUmKO4PaRUb9XEznfsCKwMx6px-BKXckOoRBnDXm4BVWrsWinkoOvKHb4MkBQ5cF1dMSvRhdbyhC6V6UvT=w508-h254" width="508" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Sin duda, la publicación de <i>Hamnet </i>ha sido una de las mayores sorpresas de este año por dos motivos principalmente. El primero, por su autora, Maggie O´Farrell. La escritora norirlandesa ya había dado indicios de evolución a medida que su producción literaria se ampliaba con cautela. Sin saturar un mercado editorial atestado de novedades cada vez más volátiles, dejando espacio entre un libro y otro para, de pronto, tomar impulso con historias que, si bien las hemos leído en tantas otras novelas, prosperan gracias a su particular forma de escribir. Cercana, empática y capaz de captar las emociones más intrínsecas del ser humano, dotándolas de un virtuosismo cada vez más abrumador. La autora de <i>La extraña desaparición de Esme Lenox, La primera mano que sostuvo la mía</i> o de <i>Tiene que ser</i> <i>aquí</i> es uno de los grandes nombres de la ficción contemporánea actual. Por lo que, los hemos seguido más o menos de cerca su trayectoria a través de sus novelas, sabíamos que tarde o temprano firmaría esa obra que constataría su gran valía en el campo de las letras, ese libro que marcara un punto de inflexión y que, puestos a imaginar, abriría el famoso abanico de ideas a explorar por las y los autores de un futuro que ya es inmediato. Pero nadie, absolutamente nadie, ni siquiera una servidora, esperaba toparse con esa barbaridad llamada <i>Hamnet</i>. Ya no solo por lo que O´Farrell, en un ejercicio de renovación dentro de un campo literario, como es la novela histórica, que muchas y muchos ya dábamos por perdida, ha conseguido trasladar al papel. También por la enorme calidad literaria que desprende el texto. El salto, la evolución y la madurez literaria que ha alcanzado con <i>Hamnet </i>es epatante, abrumadora, digna de señalarse en cada reseña que se escriba sobre el presente libro. Porque sí, la historia es la que es, la podemos leer en la contraportada, pero la cuestión está no en la idea en sí, sino en la forma con la que ha decidido llevarla a cabo. Y, sobre todo, por la necesidad - o más bien deber - que la autora tenía respecto a los futuros lectores de la misma. Que no es otro que el de plantarnos una historia, no sabemos si del todo cierta o más bien nacida de su propia imaginación, pero que resulta enormemente plausible si tenemos en cuenta lo olvidada y silenciada que ha estado la voz de las mujeres en la historia. Es tanta la verdad que se desprende de ella, tanta cercanía y tal grado de documentación (el estudio de la época, hasta el más ínfimo detalle, sobre todo de la vida cotidiana que hay en esta novela) que parece recoger el testigo de las y los grandes escritores que se atrevieron a indagar en el pasado para narrar historias universales.<i> Hamnet</i> sería, sin exagerar, lo que a Umberto Eco <i>El nombre de la rosa</i>, solo que con un tono ligeramente más divulgativo y las gafas violetas bien ajustadas. Y conseguir, por si fuera poco, una accesibilidad inusitada, lo cual ha permitido que<i> Hamnet </i>llegase a un público más amplio, más allá de los forofos de lo histórico, más allá de reticencias, más allá de reductos eruditos o incluso de aquellos que todavía, a día de hoy, se niegan a leer historias escritas por mujeres. Ahí es donde radica el segundo aspecto sorpresivo, el haber sido capaz de aunar tres tipos de públicos: el especializado, el reacio y el generalista. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEijXlxtvTsed-QaplcNy9HNNLR8DEl21aHQ9fIJGq6TVFho--Ep6mw-ZL1csR8XdqMKCSUiW6X-CYyfOsUUJyjeZbwiggK_tNDA50fAodpK6bsPwjVHCJ8w3R11FdUArxuNUkUnrrPVuq4EQbw2NWTnTk4Nmva22rcVtIUco7m9kV5Rn9zvisnxuwoT=s1200" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="719" data-original-width="1200" height="298" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEijXlxtvTsed-QaplcNy9HNNLR8DEl21aHQ9fIJGq6TVFho--Ep6mw-ZL1csR8XdqMKCSUiW6X-CYyfOsUUJyjeZbwiggK_tNDA50fAodpK6bsPwjVHCJ8w3R11FdUArxuNUkUnrrPVuq4EQbw2NWTnTk4Nmva22rcVtIUco7m9kV5Rn9zvisnxuwoT=w496-h298" width="496" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Sería injusto definir <i>Hamnet </i>como una simple novela histórica por el hecho de estar ambientada en la Inglaterra del siglo XVI. Ya que, como ya he avanzado, el libro de O´Farrell transita con grandísima fluidez hacia otros géneros. De hecho, podríamos decir que éste, el contexto histórico, actúa como catalizador, como ese necesario centro a partir del cual desarrollar una trama que nos conducirá por caminos inusitados. Como ya desprende su sinopsis, el lector está ante uno de los personajes femeninos mejor construidos del 2021, el de Agnes. Una mujer inteligente, de arrolladora personalidad y con un don especial para la elaboración de remedios caseros gracias a su basto conocimiento en plantas y las propiedades de cada una de ellas. Esta curandera tiene el don de la premonición, de la anticipación, lo cual le acarrea muchas satisfacciones en su trabajo de sanar al prójimo pero también el rechazo y la envidia de los habitantes de Stratford, los cuales ven en ella poco menos que una bruja a la que, por otro lado, les conviene tener cerca para remediar sus enfermedades. Su vida dará un radical giro cuando conozca a un hombre. El lector sabrá poco de él - de hecho lo conocerá bajo como el "preceptor de latín" y no por su nombre - pero se enamoran apasionadamente, hasta el punto de llegar a casarse y a tener descendencia. No obstante, es en este punto donde la novela se volverá más oscura, triste, y magistral a medida que vas avanzando. Y es que no solo la muerte de Hamnet - uno de los hijos de la pareja a muy corta edad - condiciona la experiencia lectora, también el hecho de que nos esté contando la historia de uno de los grandes genios de la literatura universal, cuya identidad desconoceremos hasta bien avanzada la trama, desde una perspectiva inusitada e ignorada por los historiadores: lo doméstico. Desde esa casa, esa cocina, esas tareas, esos cuidados (en ese sentido, <i>Hamnet </i>es también una oda a ellos) esos hijos, esos suegros de oscuro cariz y, sobre todo, desde esos pensamientos que asaltan la cabeza de quien fue la esposa del que sería el dramaturgo más famoso del mundo. Shakespeare desde Agnes, desde su mirada cristalina, desde su peculiar forma de ver el mundo, la de una mujer adelantada a su tiempo que, sin embargo, no puede escapar a su destino en un entorno patriarcal, como tampoco al enorme dolor que acaecerá en dicho hogar. Muy pocas veces he sido testigo de una narración tan estremecedora y a la vez tan hermosa referida a un hecho tan traumático como es el duelo. Sus descripciones agitan, golpean, empapan ese tramo de una tangible humanidad. Especialmente memorables son las descripciones sinestésicas, en especial cuando se atreve a narrar lo inenarrable, como la textura de un cadáver. Capaz de trascender y convertir la novela de O´Farrell en un drama que escapa de la lágrima fácil para hacernos ser partícipes del mismo desde la conciencia de lo que está sucediendo y desde la más profunda reflexión al respecto. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Al final, <i>Hamnet</i> no va sobre genios, excentricidades o aventuras en la capital - a la cual el "preceptor de latín" se traslada, sumiendo a Agnes en una punzante soledad - va sobre las aristas del dolor más devastador y universal, el de la pérdida de un hijo. Al final, como si de una epifanía se tratase, observamos como ese marido ausente - en eso, por desgracia, no hemos cambiado - expía su tristeza a través de la escritura, del teatro, de poner sobre las tablas su obra más famosa: <i>Hamlet.</i> Cierto es que la mayoría de estudios señalan la influencia de <i>Ur-Hamlet </i>de Thomas Kid - obra perdida y poco conocida - como la principal fuente de inspiración para la escritura de Hamlet. Sin embargo, en un acto de gran valentía, O´Farrell decide decantarse por la hipótesis más humana, estableciendo una relación directa entre el príncipe de Dinamarca y el hijo muerto. Probablemente el supuesto "plagio" tenga más consistencia que cualquier otra razón que implique exponer los sentimientos de un hombre triste, pero ¿no resulta más interesante observar la historia desde dicha perspectiva? Esa en la que el padre - figura aparentemente inquebrantable emocionalmente - se hunde y llora a través de diálogos y acotaciones. La novela de O´Farrell es una radiografía del duelo, sí, pero también de esa perspectiva de género tan necesaria tanto en los estudios historiográficos como en la propia creación literaria. Enseñanzas que ponen el foco sobre las ignoradas, vilipendiadas o ocultas. La misma que es capaz de hablarnos de William Shakespeare, sin necesidad de nombrarlo, bajo el prisma de quien lo amó, o de plantearnos hasta que punto lo que nos han contado es cierto. Porque sí, en cuanto buscas en internet compruebas que el verdadero nombre de la esposa del bardo de las letras inglesas es Anne Hataway, no Agnes. Pero,¿cuántos nombres de esposas/amantes de insignes escritores conocemos? O mejor aún, ¿cuántos nombres de mujeres anónimas cuya importancia es trascendental, a pesar de no salir en los libros de historia, se han perdido entre los pliegues de la misma? En última instancia, da igual, sea Agnes o Anne, el quid de la cuestión es el anonimato, como estigma, representado en el impersonal rostro de la mujer de la portada que, sin embargo, se atreve a mirar al lector. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Hamnet</i>: una historia de abatimiento, muerte, domesticidad, complejas relaciones familiares, crianza, amor maternal... Testimonio de un tiempo - el actual - llamado a convertirse en la punta de lanza de libros que aún están por escribirse. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"La crueldad y la devastación nos aguardan a la vuelta de cualquier esquina, dentro de un arcón, detrás de una puerta: saltan sobre una en cualquier momento, como un ladrón o un bandido. La cuestión es no bajar nunca la guardia. No creer nunca que se está a salvo. No dar nunca por hecho que el corazón de tus hijos late, que tus hijos beben leche, que respiran, que andan y hablan, sonríen, discuten y juegan. No olvidar ni un momento que pueden desaparecer, que te los pueden robar en un abrir y cerrar de ojos, que se los pueden llevar como leves villanos."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="Libros del Asteroide" target="_blank">Libros del Asteroide</a></div></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-weight: 700;"><br /></span></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-76733078469859172572021-12-05T02:10:00.001-08:002021-12-15T02:08:26.760-08:00RESEÑA: Somos luces abismales.<p style="text-align: center;"> <b>SOMOS LUCES ABISMALES</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY0Y4LFPA9Fs0bLIJ6J9HHUdAi0EDb2LCmHjAr2Fnv0IPX0TSSFGXvxIHx2FCiW-t3Tc4CPo9roDnvmyr1Wivn834g1z7XthO-01OO5m8gugphRJ-Ip-Vb7HRMGJQ-wgDugAub2EI8yEY/s528/SOMOS+LUCES+ABISMALES.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="528" data-original-width="378" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY0Y4LFPA9Fs0bLIJ6J9HHUdAi0EDb2LCmHjAr2Fnv0IPX0TSSFGXvxIHx2FCiW-t3Tc4CPo9roDnvmyr1Wivn834g1z7XthO-01OO5m8gugphRJ-Ip-Vb7HRMGJQ-wgDugAub2EI8yEY/w286-h400/SOMOS+LUCES+ABISMALES.jpg" width="286" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Somos luces abismales. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Carolina Sanín (Bogotá, Colombia, 1973). Ha publicado las novelas <i>Todo en otra parte</i> (2005), <i>Los niños</i> (2014) y <i>Tu cruz en el cielo desierto</i> (2020), los ensayos<i> Alfonso X, el Rey Sabio</i> (2009) y <i>El ojo de la casa </i>(2019), los libros para niños<i> Dalia </i>(2010) y <i>La gata sola </i>(2018), las colecciones de relatos <i>Ponqué y otros cuentos</i> (2010) y <i>Yosuyu</i> (2013), y la crónica humorística<i> Alto rendimiento</i> (2017). Es doctora en Literatura Hispánica por la Universidad de Yale. Ha sido profesora universitaria y columnista en diferentes medios. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi099IumFTNap8DRBfdn361VkGjBGbicLc_qr5KVrlMW_wxyMEVFUuai2rBhxMUJnt3agT0LjmkiXpdHw2GKgSRWL5WoFWhpTnema61Lu2SvQFY-fnA6snTProv3PoGnjSTzx4o7OE86hI/s800/CAROLINA+SAN%25C3%258DN.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="600" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi099IumFTNap8DRBfdn361VkGjBGbicLc_qr5KVrlMW_wxyMEVFUuai2rBhxMUJnt3agT0LjmkiXpdHw2GKgSRWL5WoFWhpTnema61Lu2SvQFY-fnA6snTProv3PoGnjSTzx4o7OE86hI/w300-h400/CAROLINA+SAN%25C3%258DN.jpg" width="300" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Blatt y Ríos. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> las historias de Somos luces abismales componen un todo brillante y conmovedor por los temas que encaran, por sus problemas, por las bellísimas simetrías que proponen. Carolina Sanín escribe en un idioma singular que es el suyo y el de Colombia, y lo vuelve familiar para nosotros. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> amena, extraña, poética, con la doble condición de reflexiva y autoreflexiva, cálida, híbrida... En ocasiones, y lo digo con toda la sinceridad del mundo, hay libros a los que una no sabe muy bien como enfrentarse. Unos por la dificultad que entraña su propia lectura, o más bien, la dificultad que una amplia mayoría ha visto en él y eso ya es un motivo lo suficientemente válido a nuestros ojos. Otros por su extensión, unas veces extraordinariamente voluminosa y otras por todo lo contrario, desconfiando hasta de aquellos que no rebasan las 100, como si eso fuera sinónimo de poca profundidad literaria. ¿Y qué me decís de los prejuicios? Sí, de esos a los que con muchísimo orgullo - nunca mejor dicho - nos aferramos, esos que nos impiden ver más allá de nuestros géneros de cabecera, despreciando de todo lo que no nos entre por los ojos, de aquellas páginas que nos devuelvan un supuesto cortocircuito intelectual. Yo he de confesar que, a pesar de tener una mente abierta, lo cierto es que a veces me he dejado llevar por ese radar, acertando la mayoría de las veces, pero otras tragándome, al cabo del tiempo, mis propias palabras. Pero también están los libros indescriptibles, los inclasificables, aquellos que en cualquier librería se definirían como "errantes", los que transitan de una sección a otra en función de la opinión de la o el librero de turno. Aquellos que no son novela, ni relatos, ni exactamente ensayo, ni siquiera crónicas o un libro de viajes al uso. Una peculiaridad esta la de la heterogeneidad que descoloca hasta al lector más perspicaz y formado. Eso mismo fue lo que me pasó con el libro del que hoy tengo el placer de hablaros, unas pequeñas cápsulas literarias a las que el lector se enfrenta con cierto desconcierto de buenas a primeras. Y eso que a mi los maridajes en estas lides siempre me han parecido un ejercicio de valentía digna de reconocimiento, sobre todo aquellos que no caen en lo ambicioso o en la malsana pedantería. Afortunadamente, no es el caso de Carolina Sanín, cuyo texto avanza, de un tema a otro, de una sensibilidad a otra, teniendo como única brújula un mapa y una brújula en la que a cada página superada, su autora apunta de nuevo y cada vez en una dirección diferente. Como un juego, sin más intención que el de caminar a su lado y discurrir a través de sus historias. <i>Somos luces abismales</i>: nuestra forma de habitar en un mundo cada vez más volátil. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn6Q9CfTEF_MIUFXWVQHUEf9RGJk4tUklyFpq2hFkbTdaMC8U7Ia0ULLP9xUNd4xLALTYleYc2WUq15Dpc9hwsNPIfiAKVvTbyWV6vOb3W3xQG7YHdLA333y1GT_KV6UAesTGDNvsFMN8/s2048/luces+abismales+l.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1152" data-original-width="2048" height="239" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn6Q9CfTEF_MIUFXWVQHUEf9RGJk4tUklyFpq2hFkbTdaMC8U7Ia0ULLP9xUNd4xLALTYleYc2WUq15Dpc9hwsNPIfiAKVvTbyWV6vOb3W3xQG7YHdLA333y1GT_KV6UAesTGDNvsFMN8/w425-h239/luces+abismales+l.jpg" width="425" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Lo que el lector se encuentra en <i>Luces abismales</i> no son relatos, tampoco textos de fuerte importan periodística, así como otros formatos que se les parezca. Más bien, y espero no equivocarme en mi atrevido juicio, nos hayamos ante textos que, desde la conciencia de como los seres humanos juzgamos nuestro entorno, consiguen que el lector reflexione a partir de ellos. Más allá de los tránsitos que pueden fácilmente venirnos a la cabeza - viajar sería el más común teniendo en cuenta la burbuja capitalista en la que llevamos siglos sumergidos - que también los hay (la autora nos transporta desde Ecuador a la India, pasando por Francia, Puerto Rico o España) también ahonda en otro tipo de "tránsitos", aquellos que implican un trayecto más intelectual que físico, o incluso aquellos en los que caminamos hacia lo inexorable, como puede ser la propia muerte. Todo ello con un poso autobiográfico importante que le sirve a la propia Sanín para meternos aún más en el contenido de su hibridez literaria. Por supuesto, en estas pequeñas crónicas - llenas de una delicadeza y un lirismo que ya parece ser marca de la casa de esta nueva hornada de autoras latinoamericanas que han ido apareciendo en los últimos años en el panorama literario internacional - también se habla del otro gran tema de cualquier texto de estas características: la desorientación. Una y otra vez aparece el esfuerzo, por parte de la autora pero también como exigencia al propio lector, de situarse para poder emprender la senda en perfectas condiciones. Aún así, a pesar de exigir insistentemente la búsqueda de esa brújula que apunte en la dirección correcta, la pérdida de rumbo está presente, sobre todo en una concepción de abandono y de desamparo en el que en ocasiones nos podemos encontrar al largo de nuestra vida. Si tuviera que quedarme con alguno de los "viajes" de Carolina Sanín nos describe, quizás me decantaría por el de "El pesebre" donde se nos cuenta, a modo de crónica espectral, el intento por parte de la autora de alcanzar a una amiga que acaba de morir. Algo que, para conseguirlo, decide revisitar el Hotel Salto al que fueron juntas cuando eran universitarias. Por otro lado, en su aproximación a los recuerdos de un viaje a Ecuador, Sanín retoma a esa amiga desaparecida para contarle minuciosamente, a modo de despedida, lo acontecido en aquellas tierras. En definitiva, valiéndose de una prosa tan ligera como acogedora y dándole una vuelta de tuerca a un género tan poco revisitado en la actualidad como son los libros de viajes - por citar el referente más claro, aunque sigo sin tenerlas todas conmigo - Carolina Sanín compone un altar de pasajes que de forma desigual (por supuesto, no todos los fragmentos son igual de destacables) nos introducen en las inquietudes y preocupaciones de una autora a la que todavía le queda mucho por contar. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Luces abismales</i>: una historia de trayectos, idas, venidas, estancias, miradas que se redirigen al trecho recorrido, ojos enfocados al futuro, ríos, montañas, ciudades, fauna, flora, huellas... Pasar de puntillas, sin hacer ruido, sin pararse a observar el paisaje, ese sí es el verdadero abismo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Escribir es negro. Y escribir bien, mejor y más verdaderamente, es negro dentro de negro."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://blatt-rios.com.ar/" target="_blank">Blatt y Ríos</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-60965711373957287352021-11-27T03:51:00.004-08:002021-12-01T03:12:54.035-08:00RESEÑA: Tienes que mirar. <p style="text-align: center;"><b> TIENES QUE MIRAR</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBZamEhhxPCA01M1L34canwdJy74j6-pYed6H5rw2IwiAdttci-CNnCr6IfTQPTb4XaqYntJEVez7_UtqSq0lx7RmS2LJmDMFCEid7PBfeXQ47ZvDmNIOdT8EGF-Pc9qqoB0UaD5nPNR0/s729/tienes+que+mirar.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="729" data-original-width="474" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBZamEhhxPCA01M1L34canwdJy74j6-pYed6H5rw2IwiAdttci-CNnCr6IfTQPTb4XaqYntJEVez7_UtqSq0lx7RmS2LJmDMFCEid7PBfeXQ47ZvDmNIOdT8EGF-Pc9qqoB0UaD5nPNR0/w260-h400/tienes+que+mirar.jpg" width="260" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título: </b>Tienes que mirar. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora: </b>Anna Starobinets (Moscú, 1978). Es periodista en el magazín Russki Reporter, escritora de obras distópicas y metafísicas - también de libros infantiles -, y guionista de cine y televisión. Estudió en el Liceo Oriental y en la Universidad Estatal de Moscú. Tras graduarse, comenzó a trabajar en el Diario Vremya Novostei y a profundizar desde la escritura en la realidad local rusa. Con tan solo veintisiete años, publicó su primer libro <i>Una edad difícil</i> (2005); <i>El vivo</i> (2011), ganador del Utopiales European Prize en 2016 y de la distinción ucraniana International Assambly of Sci-fi "The Portal"; <i>La glándula de Ícaro Catlantis </i>(2015), un relato para niños, Libro del Año para The Observer en Reino Unido; la saga <i>Beastly Crime Chronicles</i> (2015, 2016); y <i>Tienes que mirar</i> (2017), novela autobiográfica en clave de no ficción que le valió ser finalista del Premio International Bestseller en 2018. En 2012 recibió el Premio Nocte y en 2018 el Premio de la Sociedad Europea de Ciencia Ficción. Actualmente vive en Moscú. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW9V6cIGAX3RU35udUHD-P6NrNBJMiOGc9bxucnpmekzbvZLkW4V15VTp5YGape18svIz3j1vm1v3Yx2Xudlq0C67tBlzuWwCJ-SC92LHSMBlgUhQHDpIIU4tnopd4lVBfIceDGbpLzXs/s474/anna+starobinets.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="265" data-original-width="474" height="245" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgW9V6cIGAX3RU35udUHD-P6NrNBJMiOGc9bxucnpmekzbvZLkW4V15VTp5YGape18svIz3j1vm1v3Yx2Xudlq0C67tBlzuWwCJ-SC92LHSMBlgUhQHDpIIU4tnopd4lVBfIceDGbpLzXs/w437-h245/anna+starobinets.jpg" width="437" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Impedimenta. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> ruso. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductores: </b>Viktoria Lefterova y Enrique Maldonado. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> en 2012, la escritora Anna Starobinets, descubre, en una visita rutinaria al médico, que el niño que espera no vivirá. Lo que comienza siendo la crónica de una decisión familiar, acaba convirtiéndose en una historia de terror. ¿Qué hacer cuando el futuro se desmorona en la pantalla de un ecógrafo? Starobinets narra con una desgarradora humanidad el peregrinaje por las instituciones sanitarias de su país, su posterior viaje a Alemania y el duelo por el hijo perdido. <i>Tienes que mirar </i>es la radiografía íntima de un trauma silenciado, el testimonio de una mujer que se enfrenta sola a un sistema que no la tiene en cuenta, un descenso a las simas más profundas del dolor y a la vez un canto a la vida. Un revelador texto cuya publicación desencadenó una tormenta en su país al abordar el tabú del poder de las mujeres sobre su propio cuerpo, y las secuelas personales y familiares de la pérdida de un hijo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> cruda, fría, desasosegante, trise (al borde de la lágrima), bestia, realista a más no poder, agobiante, terrorífica, a cuya lectura asistes con el corazón en un puño, un antes y un después en la literatura, impepinablemente necesaria... Hace unas semanas asistí a la presentación de la novela Leña menuda, escrita por la madrileña Marta Barrio y merecedora del Premio Tusquets de novela de este año. Un libro en el que el lector sigue la historia de una mujer embarazada que ve truncado su deseo de ser madre al detectarse en unas pruebas que el bebé padece una enfermedad incurable, grave, de la que difícilmente sobrevivirá una vez tenga lugar el parto. De ahí que la protagonista decida finalmente abortar, circunstancia que le sirve a la autora para retratar las dificultades para asumir la pérdida y el desmoronamiento de un proyecto de vida tan trascendente como es traer a un niño o niña al mundo. Por supuesto, el tema del aborto estuvo presente en prácticamente los 60 minutos que duró la presentación, algo que vino muy bien para generar debate y conocer opiniones al respecto. De entre todo lo que se dijo, hubo algo que me llamó especialmente la atención, y es que, como bien decía Barrio, a la hora de escribir su novela se encontró huérfana de literatura sobre el aborto, o más concretamente, sobre el después, sobre duro camino hacia la recuperación física y psicológica en el caso de que el embarazo fuese deseado. Se ha escrito sobre vientres abultados, sobre vidas creciendo en su interior, sobre crianza, depresión postparto y sobre mil y un modelos de maternidad - toda una avalancha en los últimos años - donde ésta comienza a abordarse desde una perspectiva más realista y desechando cualquier tipo de tabú. Respecto a los abortos sí, hay novelas que lo han abordado, desde el derecho - mujeres que no quieren tener un bebé y recurren a ello legalmente - desde la dificultad - bajo pena de cárcel, repudio o muerte - e incluso visibilizando la peligrosidad de algunas técnicas o la insalubridad de los espacios - las cuales también pueden conducir al fallecimiento -. Y cierto, a mi también se me vino a la cabeza la imagen de Mia Farrow embarazada en <i>La semilla del Diablo, </i>así como la reflexión que entorno a ello plantea Desirée de Fez en su maravilloso ensayo <i>La reina del grito</i>. Pero entonces, antes de que la novela de Barrio se alzase con tan importante galardón, llegó Anna Starobinets. Desde Rusia, sin amor (o al menos desde un prisma completamente afilado), con una prosa capaz de cortar la respiración y con una punzante orden convertida en uno de los mejores libros del año. <i>Tienes que mirar</i>: duelo, trauma, caída en picado y desamparo institucionalizado. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaEW_AQMtdLrUQsQcFT6X5rCEurIVM8gtVOsKX3ek72nqhejQaw9gJnC3wrqmQLJBL6-fDceRCZm14Z-wL5fuEtMj0n_rtD6L_A3Ps7Fy_wrHVsCnRUEFg9OMsIXW0SP2SZjG5iiNpa3Q/s989/tienes+que+mirar+i.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="989" height="310" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaEW_AQMtdLrUQsQcFT6X5rCEurIVM8gtVOsKX3ek72nqhejQaw9gJnC3wrqmQLJBL6-fDceRCZm14Z-wL5fuEtMj0n_rtD6L_A3Ps7Fy_wrHVsCnRUEFg9OMsIXW0SP2SZjG5iiNpa3Q/w400-h310/tienes+que+mirar+i.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Pocas veces la o el lector tiene el privilegio de toparse con un libro de estas características. Un libro inclasificable, a caballo entre la novela de miedo, el ensayo más glacial y la crónica periodística más incisiva que nos sitúa en el inicio de un larguísimo tobogán. De esos que te puedes encontrar fácilmente en los parques acuáticos. Un oscuro tubo al que te lanzas con toda la valentía del mundo, sin pensar en los sobresaltos, las vertiginosas curvas, los chutes de adrenalina, pero también en los gritos, el miedo o el desesperado deseo de que todo pase pronto. Y entonces llega, ¡chof! Sales disparado hacia la inmensidad de la piscina. Hacia un supuesto fondo que a penas consigues visualizar entre torpes brazadas. Solo tienes que nadar, rápido, hacia la superficie, siguiendo la luz que atraviesa el agua cristalina. Pero en lugar de eso te hundes, algo te empuja hacia el fondo, pierdes aire, fuerza, desciendes, gritas, pero nadie te escucha, te ahogas. Nadie te prepara para una lectura así, por muchos libros de Stephen King que te hayas leído, por muchas historias que te hayan contado sobre mujeres que abortan, incluso, por mucha información que creas tener al respecto. Nadie, absolutamente nadie, sale indemne de <i>Tienes que mirar </i>- y quien diga lo contrario, entonces ellos son los que, y nunca mejor dicho, se lo tienen que hacer mirar -. "Una cosa es inventar historias de miedo y otra muy distinta es convertirte en la protagonista de un cuento de terror", así de potente inicia Anna Starobinets - recordemos, una conocida periodista y novelista rusa especializada en literatura de género - su particular relato de horror. Un inicio que, de buenas a primeras, debería ponernos en alerta - incluso sin haber leído la sinopsis de la contraportada - y obligarnos a respirar hondo y agenciarnos un paquete de pañuelos por lo que pudiera pasar. Yo, inconsciente de mí, no lo hice, y el resultado fue de todo menos agradable. Por un lado no podía creer lo que mis ojos estaban leyendo al tiempo que - en el segundo capítulo ¡ojo! - sentí unas irreprimibles ganas de llorar. Con una prosa tan gélida como los inviernos en la Plaza Roja de Moscú, directa y sin apenas elementos amables - salvo esos cariñosos apelativos "Tejón" y "Tejoncita" que emplea para referirse a su marido y a su hija - Starobinets edifica un libro que va más allá de lo puramente testimonial a base de salvajes mordiscos al rededor de la muerte perinatal. O lo que es lo mismo, del fallecimiento del feto o del bebé desde de las primeras 28 semanas del embarazo hasta la primera de vida. Algo que condujo a la consumación de un aborto y al estanque negro en el que la propia Anna se sumergió, como si de la laguna Estigia se tratase, y del que estuvo a punto de no regresar. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu9t_ceisf_tvG_EZQUablL42ztBj3AYvy6TN1I2OUyEB9Tds1Hv9YFPNID9kSbiKqK3Owss-8mCbCYmhqabL7pUkJvbOQ-ZUQgU5n7SP_t5AZVtBPHSnm7PBCXPAmtOAobnQlRous37s/s600/tienes+que+mirar+ii.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="534" data-original-width="600" height="301" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhu9t_ceisf_tvG_EZQUablL42ztBj3AYvy6TN1I2OUyEB9Tds1Hv9YFPNID9kSbiKqK3Owss-8mCbCYmhqabL7pUkJvbOQ-ZUQgU5n7SP_t5AZVtBPHSnm7PBCXPAmtOAobnQlRous37s/w338-h301/tienes+que+mirar+ii.jpg" width="338" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Tienes que mirar </i>es una odisea. Un azaroso viaje entre clínicas, ginecólogos, ecografías, juicios morales, miradas inquisitivas, pruebas y más pruebas y frialdad a raudales en una humilde barquita de madera. A pesar de no adscribirse a los códigos canónicos del terror, podemos afirmar que el retrato que Anna Starobinets hace de la sanidad pública y privada - aquí no se salva ni dios - rusa de la era Putin es de todo menos amable. Y da miedo, mucho miedo. No es de extrañar que la polémica estallara tras su publicación en un país en el que la deshumanización parece institucionalizada en este ámbito. Las formulas preestablecidas (sin importar los deseos o situación económica de la mujer), la lentitud, la falta de empatía, el machismo más arcaico - del palo que en algunos hospitales las mujeres no pueden ir a las revisiones acompañadas de sus parejas - o las amenazas con ir al Hospital Urbano 36 - en el distrito de Sokolínaya Gorá y de dudosa reputación - a las madres que consideran "negligentes" por atreverse a opinar sobre la forma en la que querrían o no dar a luz... La lista es larguísima, como los otros testimonios que aparecen en el libro y que Starobinets recopiló mientras se daba de bruces contra un acantilado llamado Displasia renal multiquística bilateral. Tras una serie de lamentables incidentes y de visitas infructuosas a especialistas, Starobinets decide abortar en Alemania. Y de nuevo, vuelta a empezar, otra vicisitud, alargando aún más la triste burocracia del duelo. Cierto es que la situación no es la misma, que el trato mejora considerablemente si lo comparamos con todo lo que hemos leído sobre el submundo del sistema ruso. Y de hecho, a pesar de que estamos viendo como Anna está durante todo el libro partida, literalmente, conseguimos apartar las cortinas de la ventana para que la luz entre de lleno en la habitación de la desazón. Pero entonces, una vez tiene lugar el objetivo del viaje - el aborto - viene lo peor. Cuando el lector cree que ya está bien, que ya no puede soportar más sufrimiento entre capítulo y capítulo, acontece la que para mi es la parte más terrorífica del libro. La que te deja tocada y hundida durante semanas. La depresión más horrorosa que te puedas imaginar en toda su crudeza. Nunca como lectora, y mira que han pasado libros por mis manos, había leído una descripción tan sangrante, humana y sincera de lo que muchas personas en el mundo sufren, en esta ocasión, por la muerte de un hijo al que ni siquiera la protagonista ha conocido. Una mano invisible tira de ella, con fuerza, impidiéndole comer, sonreír o salir a la calle sin que sufra ataques de pánico ante la indiferencia del resto de viandantes que pasean por un parque. Estremece, hasta el tuétano, pensar que todas y todos nos podemos ver en esa situación. Aunque asusta más saber el tabú en el que sigue todavía envuelta la salud mental y todas sus ramificaciones. Ahí es donde de verdad, retomando las palabras con las que Satorbinets inicia este libro, el lector se siente imbuido en el verdadero relato de terror. De lo cotidiano, de lo familiar, de lo amable, de lo deseado... Nada escapa de tornarse el horror más absoluto. Al final, ese machacón "tienes que mirar", del que al principio Starobinets no quiere ni oír hablar, se presenta como el principio de sanación - sin olvidarnos del imprescindible papel de la familia - para emprender de nuevo el camino de la vida. Un título que, en su literalidad, esconde la clave de esta novela-testimonio. Observar para avanzar, despedirse, dejar marchar. Desconozco si Anna Starobinets regresará a la Ciencia Ficción o seguirá explorando nuevos horizontes narrativos, pero de lo que sí estoy segura es que estamos delante de un libro único. No solo por el tema sobre el que pivota, sino por sus implacables imágenes construidas a base de un estilo que no entiende de buenísimos, banalidades o autocensuras varias. Un texto que, de seguro, cambiará - ya lo está haciendo - la literatura social tal y como la entendemos a través del feminismo, la denuncia y, sobre todo, un salvaje realismo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Tienes que mirar</i>: una historia de tristeza, dolor, incomprensión, soledad, depresión, oscuridad, duelo, crítica, llanto, cura... Una nueva forma de terror llama a la puerta, y se llama violencia obstétrico-ginecológica legitimada. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Me siento como una lombriz cortada en dos mitades con un trozo de cristal. Una mitad se retuerce, se humilla y suelta lágrimas y mocos porque quiere su ecografía. La otra a penas se mueve. Desprecia a la primera. Y le susurra: ¿es que no ves que ese tío es un cabrón?"</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Quisiera que alguien me tomara de la mano y me sacara de allí. Pero no hay nadie. Nunca vaya a sitios sola (…). Llévese a cualquiera que le ayude a encontrar la salida. No la salida definitiva, simplemente la salida del edificio."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://impedimenta.es/" target="_blank">Impedimenta</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-66653250605172891792021-11-20T03:41:00.001-08:002021-11-23T08:28:16.144-08:00RESEÑA: Jude el oscuro.<p style="text-align: center;"><b> JUDE EL OSCURO</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxPpu1f4yxQNGqEzwm5FGIYbEIxhBnBZKyzgREOIwcycHqVx7ief2R_LMlYLQ00nAJCE0sCD4UkWihvD4THK-Xh9qxnBLJbsdnqFsWqHCTHzicctY0eOHtwmWvmveVc2mfJc6SfswT_8Q/s1539/JUDE+EL+OSCURO.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1539" data-original-width="1000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxPpu1f4yxQNGqEzwm5FGIYbEIxhBnBZKyzgREOIwcycHqVx7ief2R_LMlYLQ00nAJCE0sCD4UkWihvD4THK-Xh9qxnBLJbsdnqFsWqHCTHzicctY0eOHtwmWvmveVc2mfJc6SfswT_8Q/w260-h400/JUDE+EL+OSCURO.jpg" width="260" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Jude el oscuro. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autor:</b> Thomas Hardy (1840-1928) fue uno de los principales escritores de la Inglaterra victoriana. Sus novelas, entre las que destacan, aparte de <em>Tess,</em> <em>El regreso del nativo</em>, <i>Dos en una torre</i> o <em>Los habitantes del Bosque</em> entre otras, están llenas de fuerza y pasión, y suelen contraponer el medio rural con el urbano y al individuo con la sociedad que lo rodea. <i>Jude el oscuro </i>- publicada en 1895 - fue la última novela que escribió antes de morir. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4mL2k_aVKkGQKCTYG2s8s1qfdKcJEnIzXNyHv9Vmprn5HQO7FJZs8VCtXp34nNncJjmLLoY4p_DeJyzTXtULLizelrJ_knFqT3F7LOUegtIPugA_m42OIIALc8DRpWvE-OCnaZumAqf4/s290/imagesRRP7XOVP.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="174" data-original-width="290" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4mL2k_aVKkGQKCTYG2s8s1qfdKcJEnIzXNyHv9Vmprn5HQO7FJZs8VCtXp34nNncJjmLLoY4p_DeJyzTXtULLizelrJ_knFqT3F7LOUegtIPugA_m42OIIALc8DRpWvE-OCnaZumAqf4/w400-h240/imagesRRP7XOVP.jpg" width="400" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Editorial: </b>Alianza Editorial. </div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> inglés. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>Traductor: </b>Miguel Ángel Pérez Pérez. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div><div style="text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Jude Fawley es un joven de origen campesino cuya principal aspiración es acceder a tener unos estudios, para lo cual no escatima en esfuerzos aun cuando se emplee en el oficio de cantero. La consecución de sus ilusiones, sin embargo, se verá afectada por sus relaciones, primero, con la desenvuelta Arabella Donn y, después, con su viva e inteligente prima Sue. Los impulsos y las decisiones de Jude irán complicando de forma creciente y trágica su trayectoria vital hasta un desastrado fin que rubricará, precisamente, la oscuridad de su existencia. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> trágica, pesimista, psicológicamente violenta, crítica con la sociedad de su tiempo, un clásico a reivindicar... Para mi, Thomas Hardy - no, no estoy hablando del talentoso actor británico al que casi no le hace falta hablar para expresar todo un mundo interior - es casa. Cimientos desde que, estando en cuarto de carrera, lo descubriera de pura casualidad con <i>Tess la de los d´Urberville</i>. Novela que puso patas arriba mi canon de lecturas, obligándome a prestar más atención a aquellas obras alejadas de los grandes nombres, o al menos de los que suelen copar tanto los libros de texto como las estanterías dedicadas a clásicos de la literatura se refiere. Hasta ese momento, Inglaterra la asociaba con Dickens, con Wilde, con Austen, las hermanas Brontë o con el todopoderoso Shakespeare. Y sí, admiro al hijo predilecto de Stratford Upon Avon - sobre todo cuando toca ponerse frente a las teclas en calidad de escritora - pero Hardy me descubrió una confrontación entre ser humano - o más bien mujer - y medios económicos-entorno-ruralidad-convenciones sociales-moralidad asfixiante que me pareció igual o más estimulante que la venganza en Hamlet o el peso de la familia en El Rey Lear. Su final (o parte de su desenlace para ser más justos) a los pies de Stonehenge aún sigue poniéndome los pelos de punta. Pilares después de adentrarme en<i> Los habitantes del bosque</i>. En una bellísima edición de Impedimenta donde lo colectivo se tornaba particular en las vidas de aquellos habitantes de Little Hintock, en especial la de la joven y refinada Grace Melbury, quien representa a la perfección el rol que tenían las mujeres en esa época, como moneda de cambio para los intereses económicos de su padre sin tener en cuenta los deseos de su propia hija. También, para más inri, es una de las novelas donde mejor se evidencian los prejuicios de la burguesía adinerada respecto a los habitantes del campo, del bosque, ese al que los lugareños parecen haber abrazado en todas sus facetas, por muy inclementes que sean en ocasiones. Y finalmente paredes tras dejarme llevar con <i>Dos en una torre</i>. Una de las historias de amor más interesantes y claramente avanzadas - la protagonista le saca diez años a su amado - al encorsetamiento de la sociedad del momento. Si bien es cierto que en cuanto a estilo tal vez peque un poco de liviano y en ocasiones rozando lo cursi, una servidora la disfrutó enormemente. No todo van a ser lecturas profundas y trascendentales. Ahora, con la novela que hoy estoy a punto de reseñar, obtengo por fin ese tejado, el necesario resguardo para mis inquietudes intelectuales y alacena de aquellos libros que han anidado emocionalmente en mi estómago. Libros como los de Hardy, inquebrantables, sorprendentemente feministas - aunque con matices, era un señor que escribió a finales del XIX - a los que seguiré profesando un cariño especial.<i> Jude el oscuro</i>: matrimonios infelices y aspiraciones truncadas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9PY1OlCrxu5fz5PSiErQGvdQPEoPwVmDhWH6_vsJm7QMzCuI3mD9gTRa6tR-yLjyp-_4qhiKRNzXeS5DxR9WNUeznZLI_DjtdujZI_7XVcyRzTLAu-BvQOqsQ_B29pFc8MTx2pBadsXg/s475/jude+el+oscuro.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="406" data-original-width="475" height="343" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh9PY1OlCrxu5fz5PSiErQGvdQPEoPwVmDhWH6_vsJm7QMzCuI3mD9gTRa6tR-yLjyp-_4qhiKRNzXeS5DxR9WNUeznZLI_DjtdujZI_7XVcyRzTLAu-BvQOqsQ_B29pFc8MTx2pBadsXg/w400-h343/jude+el+oscuro.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Jude Fawley - nuestro protagonista y al que seguiremos a lo largo de la gruesa novela - es un joven de origen campestre que ha crecido en un ambiente claramente disfuncional. Sufriendo hambre, miseria y el rechazo de la sociedad. Sin embargo, persigue un sueño, a todas luces quimérico en aquella época, la de viajar a Christminster para estudiar para convertirse en un hombre erudito. Algo que trata de alcanzar con el dinero que gana trabajando como picapedrero en una cantera. Aunque sus deseos y educación autodidacta, así como su empeño en lograr su mayor ambición, parecen ir encaminadas a conseguirlo, entonces se cruzará un inesperado contratiempo. El de un matrimonio de conveniencia con una mujer llamada Arabella a la que no ama y le hace perder la esperanza en alcanzar el propósito por el que ha estado peleando tanto. Al cabo de un tiempo, cuando ha conseguido al menos estudiar teología - y no la carrera de letras que tanto le hubiera gustado - irrumpe en su vida Sue, su prima, una mujer extraordinariamente avanzada a su época atrapada - al igual que Jude - en un matrimonio sin amor. Esta relación primero de amistad y luego de amor desencadenará una serie de prejuicios a la pareja, más allá de la consanguineidad evidente y manifiesta. Dicho esto, la propia trama ya nos está anticipando algunos de los temas que más han aparecido a lo largo de la producción literaria de Thomas Hardy. Huelga decir que esta es la última novela que escribió, no por fallecimiento sino por el clima adverso que ésta generó. Fue tal el odio y la condena por parte de los sectores más conservadores de la época - hasta el punto de que un obispo inglés llegó a quemar un ejemplar públicamente instando a sus feligreses a que hicieran lo mismo - que Hardy tomó la decisión de no escribir más novelas y centrarse en la poesía. No sabemos qué habría surgido en la mente de Hardy de no haber sido por este desagradable incidente pero, y aunque como amante de su obra me hubiera gustado que continuase explorando nuevas historias en el terreno narrativo, pero lo cierto es que como epitafio literario <i>Jude el oscuro</i> es uno de sus mejores libros. Acrecentando su visceralidad - aún más que en <i>Tess la de los d´Urberville </i>- y poniendo en primer plano aquello que más le preocupaba. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7v87f3_X0CVLcv0IjihO0GNiUiJPIOhE34z3y4i4W9WX0YNxfgn-lzU24eSrmJ2eslyJfJmQ0hbTLSxWJaoDNeDLNnPHmyTqwA4yn7N7JWWbGkNfz7vqFS7diWeDFBSIKttD-y2hyphenhyphenAbQ/s858/jude+el+oscuro+i.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="367" data-original-width="858" height="205" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7v87f3_X0CVLcv0IjihO0GNiUiJPIOhE34z3y4i4W9WX0YNxfgn-lzU24eSrmJ2eslyJfJmQ0hbTLSxWJaoDNeDLNnPHmyTqwA4yn7N7JWWbGkNfz7vqFS7diWeDFBSIKttD-y2hyphenhyphenAbQ/w478-h205/jude+el+oscuro+i.jpg" width="478" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Además de su contundente defensa a una educación igualitaria independientemente del entorno socio-económico del que provengas - en consonancia con la revolución educativa del momento - <i>Jude el oscuro </i>se revela como una sucesión de episodios de gran dureza que culminan con la denuncia a una injusticia tan mayúscula como lo eran los matrimonios de conveniencia. Esas burbujas de apariencias que escondían más desazón que felicidad. Por no hablar de que, una vez más, Hardy se pone en la piel de las mujeres - en especial de la de Sue - para mostrarnos, una vez más, cuan de injusto era el patriarcado en la Inglaterra del siglo XIX. Todas y todos sabemos que, en realidad, nuestro Hardy comulgaba más con valores más tradicionales, resultando a cualquier lente violeta un falso aliado del feminismo. Y cierto es, pero no debemos perdernos la oportunidad de dejar escapar esta novela. Aunque sea por esa defensa de la convivencia en pareja fuera del matrimonio, por ver a estos dos amantes luchar contra las fuerzas vivas y enfurecidas del lugar, por empaparnos de un personaje - el de Jude - con el que es complicado no empatizar. Teniendo en cuenta su humilde origen y el sobreesfuerzo que se le exige para progresar en la vida simplemente por no haber nacido entre algodones. Algo con lo que, de una manera u otra, acabamos irremediablemente identificándonos. O al menos aquellos que encadenan un trabajo precario tras otro sin una recompensa y conformándose con una ligera palmadita en la espalda. Sutiles palmadas esas, al son de las piedras que caen en la cantera donde trabaja nuestro protagonista, o al de las copas de vino chocándose en un inocente brindis, sin pensar en ese lavaplatos escondido tras comandas y el estrés por no llegar a fin de mes. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Jude el oscuro</i>: una historia de amor, represión, sueños, esfuerzos en vano, asfixia, condena social, pobreza... El sello Hardy presente en cada una de sus páginas. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"¡Qué no dirá la gente de los tiempos venideros cuando se parea considerar las bárbaras costumbres y supersticiones de estos tiempos que nos ha tocado la desdicha de vivir". </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://www.alianzaeditorial.es/" target="_blank">Alianza Editorial</a></div><p></p></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-86679799225422845542021-11-09T06:57:00.002-08:002021-11-10T04:33:19.104-08:00RESEÑA: Los gatos salvajes de Kerguelen. <p style="text-align: center;"><b> LOS GATOS SALVAJES DE KERGUELEN</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnqa9uLc5kDyrdqBRAEjM75QiuqjSDTzQzrKb_ISgnh41QII87KuMpXAYWX8bnlmH4MgLFPtIvHxGMUOPijNJ9QfNQOXfWSDVvemvHvgl1nvuA5zQFBLSeymSnLXWfmKIBU8B-LDwvSC8/s467/los+gatos+salvajes+de+kerguelen.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="467" data-original-width="300" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnqa9uLc5kDyrdqBRAEjM75QiuqjSDTzQzrKb_ISgnh41QII87KuMpXAYWX8bnlmH4MgLFPtIvHxGMUOPijNJ9QfNQOXfWSDVvemvHvgl1nvuA5zQFBLSeymSnLXWfmKIBU8B-LDwvSC8/w258-h400/los+gatos+salvajes+de+kerguelen.jpg" width="258" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Los gatos salvajes de Kerguelen. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora:</b> Marta Barrio (New Haven, 1986) es licenciada en Filología Hispánica y en Estudios de Asia Oriental por la Universidad Autónoma de Madrid. Posteriormente cursó el Máster en Edición Santillana en la Universidad de Salamanca. Actualmente trabaja como editora en Alianza Editorial.<i> Los gatos salvajes de Kerguelen </i>(2020), su primera novela, fue finalista del Premio Memorial Silverio Cañada en la Semana Negra de Gijón. Su segundo libro,<i> Leña menuda</i> (2021), ha sido recientemente galardonada con el Premio Tusquets de Novela. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrGm1kKYRvFHjb5On0jK6K0hZToe7mVfReyk5NNCBvp3H397O9bqjK7u9FG2fwhzRSaDiLsngkSjU2i1ARNeYEXwsLnZXMACSrWyR7x_ddQ15Yw6mXDNNEGE0hOpYJOrJ9-6rmvPLq6BE/s474/marta+barrio.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="474" data-original-width="474" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrGm1kKYRvFHjb5On0jK6K0hZToe7mVfReyk5NNCBvp3H397O9bqjK7u9FG2fwhzRSaDiLsngkSjU2i1ARNeYEXwsLnZXMACSrWyR7x_ddQ15Yw6mXDNNEGE0hOpYJOrJ9-6rmvPLq6BE/s320/marta+barrio.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Altamarea. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma:</b> español. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Un grupo de jóvenes investigadores viaja a las islas de la Desolación frente a la Antártida, para registrar los efectos del cambio climático en la fauna y flora. Es un territorio hostil, completamente aislado de la civilización y azotado por vientos huracanados, donde innumerables naufragios y tragedias se han ido sucediendo desde su descubrimiento en 1772. Forzados a una desconexión total, los científicos, dominados por insospechadas pulsiones atizadas el inevitable confinamiento, se verán enfrentados a sí mismos y a los demás en un sur gélido y despiadado como la misma condición humana. Al tiempo que estudian los signos que predicen la llegada del fin del mundo tal y como lo conocemos, este grupo de estudiosos asistirá a una serie de misteriosas desapariciones, mientras los icebergs, amenazantes y présagos de inexorables tragedias, se perfilan en su horizonte geográfico y vital. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido: </b>inquietante, feroz, serpenteante, hostil, estimulante a medida que la trama avanza, con una protagonista imposible, concienciadora, tremendamente gélida... A principios de este año que pronto sepultaremos bajo un generalizado optimismo - aunque el Covid no haya desaparecido - kilos de espumillón, gambas y papel de regalo tuvo lugar uno de los fenómenos climáticos más mediáticos de los últimos tiempos: Filomena. En otras palabras, una intensa ola de frío que tiñó de blanco gran parte de la Península Ibérica causando el aislamiento y, en algunos casos, la falta de suministros en muchas localidades del país. Sin embargo, el único recuerdo que parecemos atesorar de aquello son las impresionantes imágenes de Madrid nevado. Cierto que hacía mucho tiempo que la capital del país no se veía de esta guisa, con un extraordinario espesor de nieve cubriendo las calles y monumentos más emblemáticos. Si hasta se improvisó una cuestionable batalla de bolas de nieve en pleno centro. Todos asistimos maravillados a aquellos videos que todos los días copaban los telediarios, así como a los primeros problemas que los bellos copos habían traído consigo y la mala gestión que se hizo al respecto, perdiendo un poco la perspectiva de que Filomena nos había afectado a todos. En Valencia, donde no nieva desde los años 60 - o eso dicen la sabiduría popular - se nos congeló el rostro, las manos y el alma. No fuimos bendecidos con la misma "suerte" en forma de instagrameables muñecos de nieve a lo Frozeen, pero aquel fue el año que más cerca estuvimos de ella. Tanto que su aliento rasgaba mejillas hasta transformarlas en paredes de hielo. Durante aquellos días no estaba pasando por mi mejor momento. No entraré en detalles, no viene al caso, pero con la tercera ola a la vuelta de la esquina - que por estos lares fue especialmente dramática - y envuelta en una grisácea manta buscaba a tientas refugio en una serie de lecturas a cordes con el pesimismo y el agarrotamiento que estaban sufriendo mis dedos. Una de ellas destacó entre portadas de montañas nevadas y tramas que invitaban a aposentar tu cuerpo sobre el sofá mientras esperas a que se haga el café (que maravilloso cliché, lo confieso). En la que, bajo uno de los títulos más extraños y enigmáticos - recuerdo que busqué Kerguelen en el Google Maps - me di un baño glaciar así, a lo bruto, sin piscolabis caliente de por medio. Las convenciones peliculeras están muy bien pero existen libros que, aunque no exijan una total y absoluta dependencia, te entregas a ellos sin medias tintas. Esperando que ese espectacular carámbano rezume calidez en medio de la nada blanquecina que, como en Fargo, nos impide ver el horizonte. <i>Los gatos salvajes de Kerguelen</i>: el infierno es frío y está en las islas de la Desolación. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijk8hW0ICwC1OUZ7dydXCTzelyfZGs4w4K9YEJVlr3xxSok47p92yyuN6SXYZhI9POugsVGsXvN_-tb4EC59c7JXheLrgW30xvLFWRu7vR6ubjmyvuaER7DLntYeVslYWlJKF30hYBd9o/s1920/kerguelen.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1080" data-original-width="1920" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijk8hW0ICwC1OUZ7dydXCTzelyfZGs4w4K9YEJVlr3xxSok47p92yyuN6SXYZhI9POugsVGsXvN_-tb4EC59c7JXheLrgW30xvLFWRu7vR6ubjmyvuaER7DLntYeVslYWlJKF30hYBd9o/w473-h266/kerguelen.jpg" width="473" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Que no os engañe su nombre - Tierra de Fuego - pues dentro de su amplio archipiélago, si observamos su parte más astral, nuestros ojos se topan con una serie de islas cuyo nombre inspira temor. Y es que "Desolación" es una palabra completamente negativa que, paradójicamente, es la que mejor se acopla a las características de dicho lugar. Desde que fueron descubiertas por el oficial de marina y navegante francés Yves Joseph de Kerguelen de Trémarec (de ahí su otro nombre por el que es conocido) en 1772, las islas se han convertido en un autentico paraíso para diferentes expediciones - incluyendo la del famoso capitán James Cook en 1776 - con el fin de observar el trayecto de Venus así como recabar información con fines científicos para el estudio de su fauna y flora. Si bien es cierto que en la segunda mitad del siglo XIX hubo un intento de implantar una especie de monarquía por parte de algunos pescadores de la zona, finalmente fue el gobierno francés el que tomó oficialmente posesión sobre Kerguelen. En la actualidad su población está principalmente compuesta por un centenar de científicos y sus familias, cuya presencia es de carácter temporal - sobre todo durante el conocido como verano austral - instalados en la base Port-aux-Français situada al este de la isla principal. El clima en Kerguelen no es precisamente apacible, ya que al ser perhúmedo subantártico - en otras palabras, que llueve o nieva, da igual que sea inverno o verano, de forma dispersa a lo largo del año - las condiciones para la vida humana son especialmente difíciles. No así para los animales que las habitan. Desde pingüinos, focas, lobos marinos, renos, ovejas (estos dos últimos introducidos durante el siglo XIX) o la <i>Anatalanta aptera</i> (la mosca sin alas detritívora que estudia Olivia, la protagonista de esta novela, durante su estancia en las islas). Su particular y escarpada geografía, su extremo clima, así como la irrupción de frecuentes neblinas les ha servido a muchos autores de inspiración para ambientar sus novelas en las islas de la Desolación. Siendo Edgar Allan Poe el que más popularizó el lugar gracias a su escalofriante novela <i>Las aventuras de Arthur Gordon Pym</i>, aunque Julio Verne con<i> La esfinge de los hielos </i>o Patrick O´Brian con su<i> Desolation Island</i> - sin traducción al español - le siguen muy de cerca. Ahora la escritora madrileña Marta Barrios se una a la exclusiva lista desde una mirada más contemporánea, realista, concienciada, pero sin descuidar elementos cercanos al suspense, al misterio y ¿por qué no? Al terror más accesible, aunque no por ello menos inquietante. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiokuR_QhziVpNFEe1QlrFAAJFPp__WQdfQOOMN-de6tRKV_7abwrSJIjj5CHD8OiYHdtuTpF3UCjHe2F4jC89UgeeuSk0ZlGjg_L3knLO_nu6FF-XVFdB_IYTNUPRgaXka4eXodQgfREc/s1202/los+gatos+salvajes+de+Kerguelen.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="480" data-original-width="1202" height="199" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiokuR_QhziVpNFEe1QlrFAAJFPp__WQdfQOOMN-de6tRKV_7abwrSJIjj5CHD8OiYHdtuTpF3UCjHe2F4jC89UgeeuSk0ZlGjg_L3knLO_nu6FF-XVFdB_IYTNUPRgaXka4eXodQgfREc/w498-h199/los+gatos+salvajes+de+Kerguelen.jpg" width="498" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Desde una escritura tan contenida como plagada de matices, muy en consonancia con el terreno baldío que se nos describe, la autora decide ambientar la novela en el lugar menos atractivo para situarla: una base científica en un lugar en medio, literalmente, de la nada. Y eso que con bases parecidas se han construido enormes clásicos de la aventura o el terror - respecto a esto último, mientras lo leía, no dejaba de pensar en La cosa de John Carpenter y en que Kurt Russell aparecería pilotando un helicóptero -. No obstante <i>Los gatos salvajes de Kerguelen</i> se aleja de lo fantástico y de las horripilantes metamorfosis para adentrarse en una trama con tintes de thriller sicológico y cuerpo de novela de intriga clásica. De hecho, conforme avanzaba la trama, ésta no hacía más que evocarme a los Diez negritos de Agatha Christie pero con frío, acolchados, aislamiento y grandes dosis de hostilidad por parte, tanto del paisaje como de los propios personajes. En las antípodas del carácter british que impregna cada una de sus entregas policíacas. Aquí, como ya he comentado, se explora el miedo a lo desconocido - como para no tenerlo sabiendo que vas a pasar un año entero en el fin del mundo - pero ese desconocimiento también se traslada a la condición humana, a lo que Thomas Hobees resumió en la manida frase "el hombre es un lobo para el hombre" sin llegar a extremos o a imágenes explícitas (salvo en una impactante recta final en la que los ojos se abren como platos). De hecho, no sé que da más miedo, si las desapariciones que tienen lugar a lo largo del libro o la frialdad con la que su autora ha conseguido mimetizar dichas acciones con la idiosincrasia del marco paisajístico que las envuelve. Por supuesto, esta novela se habría quedado en agua de borrajas de no haber sido por Olivia. Sí, esa mujer atormentada, cínica, a ratos antipática, solitaria pero independiente, cargada con una mochila demasiado pesada desde la infancia, manipuladora, práctica, superviviente, perversa, despreciable, impulsiva, una excelente entomóloga - estudia los insectos - que se ve, no sin quererlo, obligada a convivir en aislamiento con otros colegas científicos por los que parece no tener simpatía alguna. Olivia es un personaje imposible, un tropo del que gran parte de los lectores huirían pero que, sin embargo, logra establecer una poderosa conexión con quien decide darle una oportunidad. Permitiendo, desde una tercera persona realmente intimista, acercarnos más a ella para entender el porqué de su forma de ser y aguantar a su lado, por muy mal que te caiga, lo cual es un gran mérito por parte de Barrio. Por otro lado, la novela es entorno, acantilados, albatros sobrevolando la cubierta del barco que los transporta a la base, elefantes marinos despezándose en las orillas de la isla. En definitiva, pura visualidad. Algo que se traslada al terreno más sensorial, resultando especialmente inclemente con los personajes y el lector, hasta el punto de sentir el impacto de la chuchilla helada sobre tus mejillas o de creer que de tus uñas van a colgar estalactitas. Por no hablar del trasfondo que planea, como una gaviota antártica, al rededor de la trama, que no es otro que el ecologismo como única vía para frenar los efectos del cambio climático. De hecho, los personajes acuden a Kerguelen con el fin de estudiar los posibles efectos adversos que dicha realidad está provocando sobre animales, plantas, rocas, fondo marino y demás ámbitos de la zona. Así es como Marta Barrio consigue, de lo particular - unas islas perdidas entre Chile y la Antártida - extraer reflexiones y denuncias para encajarlos en un ámbito más global. Porque la emergencia climática es cosa de todas y todos. No de unos pocos. Su final, en consonancia con el citado Poe, hiela la sangre desde un hermetismo casi doloroso. Horror aséptico en la cumbre, espiral pragmática llevada al límite, una terrible y literal llamada de lo salvaje empañan los últimos párrafos de una novela singular y fresca, fresquita, como ese pequeño iceberg flotando en tu refresco de Coca-Cola.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Los gatos salvajes de Kerguelen</i>: una historia de aislamiento, misterio, frío, fauna y flora en peligro, estudios ecologistas, amoralidad, perversidad... Una rara avis literaria a reivindicar. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Los vientos hostiles castigan a quienes se atreven a visitar este confín perdido que parece sacado de una leyenda, por su sideral lejanía e inhospitalidad. Es el lugar ingrato donde los héroes árticos acuden a la llamada de lo desconocido y son azotados por el aire gélido como castigo a su atrevimiento. Buscan la isla del tesoro pero encuentran una tierra baldía."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://altamarea.es/" target="_blank">Altamarea Ediciones</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-23967985480361066052021-10-27T03:42:00.001-07:002021-10-27T04:27:35.153-07:00RESEÑA: Diario del duelo. <p style="text-align: center;"> <b>DIARIO DEL DUELO</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyylTn06PzprLAadT8orAdUEMqDfxY2KTgg6VXrcjM1tkxQ4AjKVV9fm4q4FGxgZkhks0vPgA5sS5RF1x6hH4vPWV77ffJb5kb-Yuo8IRV9MA17hzcxFltzNLN5JegxwN_5UvBIbP3ol4/s727/diario+del+duelo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="727" data-original-width="474" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyylTn06PzprLAadT8orAdUEMqDfxY2KTgg6VXrcjM1tkxQ4AjKVV9fm4q4FGxgZkhks0vPgA5sS5RF1x6hH4vPWV77ffJb5kb-Yuo8IRV9MA17hzcxFltzNLN5JegxwN_5UvBIbP3ol4/w261-h400/diario+del+duelo.jpg" width="261" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Título:</b> Diario del duelo. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Autora: </b><span style="text-align: justify;">Mary W. Shelley (1797-1851) narradora, escritora, ensayista y biógrafa británica. Hija de del filósofo político William Godwin y de la teórica feminista Mery Wollstonecraft, frecuentó los más selectos ámbitos culturales y literarios de la mano de su esposo el poeta Percy Bysshe Shelley. Su obra más importante sin duda, fue </span><i style="text-align: justify;">Frankenstein</i><span style="text-align: justify;">, nacida tras una apuesta entre Lord Byron, John William Polidori, Percy Shelley y la propia Mary durante las vacaciones del año 1816 en una mansión Cerca de Ginebra. Tras el fallecimiento de su esposo, se dedicó en cuerpo y en alma a la educación de su único hijo y a forjar su carrera como escritora, sin embargo, la última década de su vida estuvo dominada por enfermedades probablemente asociadas al tumor cerebral que acabaría con ella en el año 1851. Además de</span><i style="text-align: justify;"> Frankenstein</i><span style="text-align: justify;">, Mary Shelley es autora de </span><i style="text-align: justify;">Mathilda</i><span style="text-align: justify;">, </span><i style="text-align: justify;">El útlimo Hombre </i><span style="text-align: justify;">o </span><i style="text-align: justify;">Falkner </i><span style="text-align: justify;">entre otros.</span></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY-02CnkwOI4m_Wt7SHzqu2Inl5FKdbkUyapW2e9bFSvURzYX4f9I5cotx_01BQSdMlHagwreS20UKI8s8wcO_UuURQd9z4ACpIKD6zYp3YYKDItfMZcnviT3gNDgz7MUuTbOneLuufl4/s1098/MaryShelley.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1098" data-original-width="782" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY-02CnkwOI4m_Wt7SHzqu2Inl5FKdbkUyapW2e9bFSvURzYX4f9I5cotx_01BQSdMlHagwreS20UKI8s8wcO_UuURQd9z4ACpIKD6zYp3YYKDItfMZcnviT3gNDgz7MUuTbOneLuufl4/w285-h400/MaryShelley.jpg" width="285" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original:</b> inglés. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Revisado, editado y corregido por:</b> Germán Molero y Gonzalo Torné. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis:</b> Mary Shelley es una de las escritoras más importantes del siglo XIX. Gracias a Frankenstein, su fama ha trascendido el ámbito de los lectores y se ha convertido en un hito de la cultura popular. Con el paso de los años, cada vez son más conocidos sus relatos, sus fascinantes poemas, sus cartas... Pero hay un libro escrito de su puño y letra que sigue llevando una existencia confidencial, casi secreta, como si se tratase de un tabú: sus diarios personales. Más de un siglo después de su muerte, todavía no disponemos de una edición fiable en inglés y no se han traducido a ninguna otra lengua. ¿Qué ocurre con los diarios de Mary Shelley? Para que el lector pueda extraer sus propias conclusiones presentamos, por primera vez en castellano una amplia selección de sus diarios, que cubre desde la huida con el que se convertiría en su marido, Percy Shelley, hasta los meses posteriores a la muerte del poeta romántico, convertida en su viuda. Diarios muy viajados (Francia, Italia, Suiza...), dedicados a contar los entusiasmos y dificultades que les procura la vida audaz que han elegido, que de repente la inesperada muerte de Percy detiene. Momento en el que el libro se transforma en un estremecedor diario de duelo, en un intento de retener con palabras la vida que se ha desvanecido, de no permitir que avance hacia un tiempo que ya no puede ofrecerle nada. Unas páginas de una fuerza expresiva insólitas que conducen a los lectores a un espacio donde quizás no hayan estado nunca y que confirman que el Diario de Mary Shelley, un libro que apenas ha leído nadie, es una de las grandes obras de la literatura inglesa. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> adversa, cotidiana, reflexiva, atormentada, poética, desgarradora, fluida, plagada de momentos trascendentales, histórica... No es ningún secreto. Tampoco una sorpresa. Ni siquiera una rareza dada mi, a pesar de la cada vez más ingente cantidad de libros que atesoro de muchos géneros, ligera predilección por aquellas lecturas que han venido a englobarse bajo la etiqueta "terror". Aquellas que, bajo mi punto de vista, mejor han sabido reflejar las realidades de su época a través de los miedos, paranoias y demás elementos perturbadores de éstas. De hecho, lo cierto es que podría analizarse las etapas por las que las mujeres y los hombres han transitado a lo largo de la historia través de la evolución de sus mayores temores. Dicho esto, no es de extrañar que una de mis autoras de cabecera sea la grandísima Mary Shelley que, más allá de <i>Frankenstein </i>- novela a la que le he dedicado millones de elogios y debates intelectuales, y aún me siguen pareciendo pocos - alberga una de las producciones literarias más interesantes, y al mismo tiempo, más infravaloradas del panorama literario. Antes de empuñar la pluma en la famosa Villa Diodati y después de haber conseguido publicarla anónimamente - siendo injustamente atribuida a su marido Precy Shelley - Mary Shelley siguió escribiendo. Novelas como <i>Mathilda</i> - sin duda, el libro que mejor describe la idea de "nostalgia" en su más oscura y bella crudeza - o sus relatos recopilados recientemente en la antología <i>Amar y revivir </i>- en los que se evidencia su enorme talento para las historias románticas con tintes de terror histórico, así como su enorme capacidad para sembrar su opinión acerca de los grandes debates filosóficos de su tiempo - así como <i>El último hombre</i> - una de las primeras distopías literarias que bien merecería una reedición a la altura - y otros títulos como <i>Falkner </i>o <i>Lodore</i> - cuyas traducciones ni están ni se las espera - no hacen sino confirmar su universo literario más allá ede su mítica novela, así como la desidia con la que se ha abordado su acercamiento a los lectores de este país. Por fortuna, desde Hermida Editores (como si hubieran acudido a la llamada de mi desesperado auxilio) se han afanado por ir recuperando con la ayuda de Gonzalo Torné - lo dije en su momento, uno de los mayores expertos en Mary Shelley y, por extensión, de los autores del llamado círculo Diodati - gran parte de su legado. Sin embargo, en esta ocasión, en una decisión tan arriesgada como necesaria, dicha labor ha conducido a traer a nuestras librerías, por primera vez en castellano - lo cual no deja de ser todo un acontecimiento histórico - la faceta más íntima de la autora. ¿Y qué hay más íntimo, y ya puestos más esclarecedor, que sus diarios? Para los amantes del salseo, un caramelito muy dulce con el que poder saciar su morbo más primitivo. Para los fans de la autora - como una servidora - la oportunidad de conocer, no solo a la escritora, sino a la persona detrás de la leyenda impresa por la historia y la propia cultura popular. <i>Diario del duelo</i>: el lírico y tormentoso secretos de un matrimonio del siglo XIX. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_28tgpnCC8gnqHrWMYLucB7pYD1T9-GAItbcZY3kzyX9iSAFL8rlFtwaiEIINAvi4cTlO7CtB-1Ayvh4Ib4qbJH0jlF8CmIkP3RU9Gd6BMxvqziQzBi0_52_8LVjNKrDEZQBPjU9Wg4c/s612/diario+del+duelo.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="408" data-original-width="612" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_28tgpnCC8gnqHrWMYLucB7pYD1T9-GAItbcZY3kzyX9iSAFL8rlFtwaiEIINAvi4cTlO7CtB-1Ayvh4Ib4qbJH0jlF8CmIkP3RU9Gd6BMxvqziQzBi0_52_8LVjNKrDEZQBPjU9Wg4c/w400-h266/diario+del+duelo.jpg" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Leer <i>Diario del duelo</i> es un privilegio, sobre todo si quien lo lee y escribe estas líneas es historiadora experta en la edad Contemporánea, aunque en los tiempos de Mary Shelley hacía pocas décadas que ésta había comenzado a andar con paso firme y decidido. Una de esas oportunidades que solo pasa una vez en la vida y que decidí aprovecharla al máximo, hasta el punto de cambiar el chip y adoptar una lectura más crítica, analítica, alejada de lo placentero. Tratando de captar cada aspecto vertido, cada anécdota, cada opinión que Mary Shelly dejaba por escrito y que, por consiguiente, me ayudaría a profundizar en el porqué de su literatura. Si bien es cierto que la primera parte nos encontramos una serie de anotaciones casi diarias que tienen su inicio en 1814 - año en el que se escapa con Percy y su medio hermana Claire Clairmont a Francia - éstas nos presentan un momento convulso en la pareja, en la que los problemas de adaptación a su nueva realidad lejos de Inglaterra y los intentos por llegar a un terreno neutral son los absolutos protagonistas. Es a partir de entonces cuando Mary, ya con el habito de la escritura personal, decide escribir pequeños informes de su vida y las circunstancias que rodean dichos momentos difíciles, llenos de adversidad, pero también de felicidad apasionada al lado del que considera su gran amor. Llama la atención, en relación con esto último y en general, la importancia que el matrimonio Shelley le daba a la literatura más allá de su condición de escritores. Y es que son muchas las conversaciones recogidas por Mary en las que intercambian pareceres acerca de los libros que están leyendo, así como su necesidad de empaparse de la escritura de sus coetáneos - aunque algún clásico también cae - para lograr alcanzar un estilo propio dentro de lo que se estaba cociendo por aquel entonces en esa Europa de principios de siglo XIX. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNJTjCpO5mkv3RSxYabtk2LRbSSOzoXY7uZgYpFnLpvvTDD3AIUwaK24PLKzPQIf6ebqaxJeYE_lN5-VwtsPrgQRtWQwbDEz-wkdp6haRTsgBVqbNhepIWexFJx8bOwDkPM93-QcHmsjo/s278/diario+del+duelo+i.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="278" data-original-width="228" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNJTjCpO5mkv3RSxYabtk2LRbSSOzoXY7uZgYpFnLpvvTDD3AIUwaK24PLKzPQIf6ebqaxJeYE_lN5-VwtsPrgQRtWQwbDEz-wkdp6haRTsgBVqbNhepIWexFJx8bOwDkPM93-QcHmsjo/w328-h400/diario+del+duelo+i.jpg" width="328" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">Seguidamente, vemos como las entradas del diario se van espaciando más en el tiempo. Mary ya no escribe con la misma constancia que al principio y las entradas se vuelven mucho más escuetas y concisas, alejándose del carácter literario para centrarse única y exclusivamente acciones diarias y sus más profundas preocupaciones. Sin duda, la época previa al fallecimiento de su marido fue de todo menos tranquila y probablemente aquello le dejaría poco lugar para la escritura de textos más elaborados aunque, entre medias, nos topemos con alguno de sus relatos más sombríos. Es en este punto donde me surge la duda de si, en el texto original, estas breves creaciones literarias aparecieron así, intercaladas, o ha sido, por el contrario, una decisión puramente editorial. Sea como sea, lo cierto es que ayuda a oxigenar una parte del texto caracterizada por la monotonía y en algunos casos la poca trascendencia de los hechos que se describen. Pero entonces llega la muerte de Shelley y la escritura de Mary cambia drásticamente. Convirtiéndose ésta en la vía para volcar y exorcizar todo su dolor, prestando atención a aquellos trágicos episodios que, de una forma u otra, han marcado su existencia. Aquí la escritura es más depurada, más poética, más cercana a los sentimientos que le invaden, consiguiendo que como lector acabes experimentando la misma angustia, incomprensión y desgarro de sus palabras. De todos aquellos acontecimientos que marcaron la vida de ambos - la huida de Shelley, la adversidad de sus viajes por Europa, la muerte de su hijo, el suicidio de la anterior esposa de Percy, etc... - yo me quedo, por supuesto, con las entradas en las que hace referencia a la reunión en la Villa Diodati de 1816. Sorprendentes como poco. Y eso que Lord Byron aparece nombrado incontables ocasiones algo que, a pesar de la controversia y los excesos de dicho personaje, no deja de resultar enormemente atractiva tanto su presencia como lo que opina la propia Shelley de él. En última instancia, ya para cerrar, si algo me ha enseñado este libro es, por un lado, a desmitificar aún más al matrimonio Shelley reafirmándome en su toxicidad y en la peligrosidad del amor romántico. Y por otro lado a admirar aún más si cabe a Mary, no sólo por su incuestionable talento y legado, también en lo que a fascinación se refiere. Y es que con ella una no deja de aprender, reflexionar y sorprenderse. Incluso desde su mirada más personal, aquella que debía quedarse para ella pero a la que, como buenos lectores, debemos acercarnos con el máximo de los respetos. La escritora de la primera novela de ciencia ficción de la historia bien lo merece. </div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><i>Diario del duelo</i>: una historia de desazón, tristeza, expiación, acontecimientos vitales, rutinas anodinas, pensamientos, literatura, amor desbocado... Las entrañas de una autora universal. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><b>Frases o párrafos favoritos: </b><div><br /></div><div><div style="text-align: justify;">"He regresado a casa en un estado que incluso el murmullo del mar parecía presionarme. El caso es que por primera vez desde hace más o menos un año he pasado dos horas en compañía de Albe, y al llegar a casa he tenido que escribir estos párrafos que no terminan de expresar toda la fuerza de mis sentimientos. ¡Shelley, amado mío! Miro las estrellas, y la naturaleza entera me habla de ti con una voz clara. ¿Por qué no me respondes? ¿Han destruido allí donde estés el instrumento de tu voz? Soportaría siglos de dolor si se me concediese el don de sentir por un segundo cómo roza mi oído tu voz."</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div><br /></div><div>Cortesía de <a href="https://www.hermidaeditores.com/" target="_blank">Hermida Editores</a><p></p></div></div>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5458448908036600300.post-1736121273379350822021-10-20T04:03:00.003-07:002021-10-20T06:41:07.963-07:00RESEÑA: Primavera sombría. <p style="text-align: center;"> <b>PRIMAVERA SOMBRÍA</b></p><p style="text-align: center;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt51ZBFQ_2ORdPKo71cDWO_u6qV52gWHHZh8bQZRmfFXbmA638-p5RZHcmIkAc57GxBvZvN4Ge2NqOLMEd5Oc3W1-DYB9PMSOUbwg7kT2HVGvTCr2IZIzJSI5g-JYYbIkVvHOk-DA1WlY/s328/9788417386719.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="328" data-original-width="229" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt51ZBFQ_2ORdPKo71cDWO_u6qV52gWHHZh8bQZRmfFXbmA638-p5RZHcmIkAc57GxBvZvN4Ge2NqOLMEd5Oc3W1-DYB9PMSOUbwg7kT2HVGvTCr2IZIzJSI5g-JYYbIkVvHOk-DA1WlY/w279-h400/9788417386719.jpg" width="279" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Título: Primavera sombría.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Autora: Unica Zürn (Berlín, 1916 - París, 1970) fue una escritora y pintora alemana, destacada representante de la poesía anagramática y del dibujo automático, y célebre por sus colaboraciones con el pintor y escultor Hans Bellmer, del que fue compañera sentimental hasta 1953. Admirada por grandes artistas del surrealismo como Henri Michaux, Adré Breton, Man Ray, Hans Arp, Marcel Duchamp o Maz Ernst, en 1960 ingresó en un centro psiquiátrico tras sufrir un episodio psicótico, el desencadenante de un largo calvario que culminaría con su suicidio en 1970. Además de <i>Primavera sombría</i>, entre sus obras literarias destacan <i>El hombre jazmín, El trapecio del destino y otros cuentos</i> y <i>Las trompetas de Jericó</i>. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeyQ4-hjZIYLSgtGjcHOf04Z6SXAz8yNe3vHGDwKWYl5ky3qpx1FarWj9UxZCO9S-92Xax3BbmysPfxUqSTmOqUGZHlMoEhT1S7xssuRq5UiKr0N_JPRS9R4GIunBtAFCR0fFLoujFpS4/s512/unnamed.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="512" data-original-width="512" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeyQ4-hjZIYLSgtGjcHOf04Z6SXAz8yNe3vHGDwKWYl5ky3qpx1FarWj9UxZCO9S-92Xax3BbmysPfxUqSTmOqUGZHlMoEhT1S7xssuRq5UiKr0N_JPRS9R4GIunBtAFCR0fFLoujFpS4/s320/unnamed.jpg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Editorial:</b> Pepitas de Calabaza. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Idioma original: </b>alemán. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Traductora:</b> Alba Lacaba Herrero. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Sinopsis: </b>En el que probablemente sea uno de sus textos más célebres, Primavera sombría, la autora alemana Unica Zürn plasma las emociones encontradas que acechan a una niña en el despertar de la vida. Una atmósfera familiar de violencia y sensualidad, que a un tiempo adora y repudia, prende en ella un imaginario erótico del placer en el dolor por el que finalmente se abisma. Apegos morbosos, juegos provocativos y ensoñaciones delirantes pueblan el turbulento universo de la protagonista de estas páginas, evocación de la propia infancia de Zürn, que acabó por quitarse la vida arrojándose al vacío desde el balcón de su cada en París a los cincuenta y cuatro años. Un relato hermosamente estremecedor, despojado de cualquier sentimentalismo y juicio moral, de una de las autoras más interesantes e injustamente olvidadas de la vanguardia europea. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Su lectura me ha parecido:</b> emocionante, verdadera, perturbadora, intensa, sobrecogedora, justa y necesariamente breve, un triple salto mortal sin red a la que el lector pueda agarrarse, de quitarse el sombrero, o la gorra, o lo que sea... Los que llevéis por aquí el mismo tiempo que yo - nueve años ya, ¡madre del amor hermoso! - sabréis la cantidad de autoras y autores, con sus correspondientes historias, que han pasado por este espacio, por lo visto, tan longevo. Hay veces que, como todo, olvido, y eso que me considero una persona con agudísima memoria. Sin embargo, han sido tantas y tantos los nombres - algunos rimbombantes otros no tanto - que a una se le han acabado escapando de ese abstracto espacio llamado memoria, o memoria lectora, como queráis llamarlo. Nada me ha intimidado, ni siquiera cuando, muy a mi pesar, me ha tocado resaltar aquellos aspectos que no me han acabado de funcionar en el escrito en cuestión, a veces con consecuencias algo desagradables o sepulcrales silencios. En todo este recorrido, como ya he dicho, he leído de todo y de casi todo. O casi todas, dado que de un tiempo a esta parte las autoras han copado gran parte del espacio de mi mesita de noche, y por consiguiente, del que le dedico en este lugar donde procuro que la literatura, la crítica y el debate se estrechen la mano. Aún así, hacía tiempo que una escritora no me abrumaba tanto, hasta el punto de sentir una especie de respeto eterno desde que la descubriera hace unos meses mientras el cielo de mi ciudad se preparaba para el chaparrón del siglo. En aquella primavera más sombría - dadas las excepcionales circunstancias en las que desde marzo de 2020 nos hayamos - que la que Unica Zürn (así se llama la escritora que a día de hoy me sigue poniendo los vellos de punta) describe en su relato. Escrito que inaugura el principio de una obsesión literaria, de infinita admiración, de respeto absoluto - y esperemos que inquebrantable - hacia una escritura extremadamente intimista, cierto halo poético y capaz de construir unas imágenes tan explícitas emocionalmente como tangibles a pesar, en mi caso, de no haberlas vivido en mi niñez. Su calidad de artista polifacética avala este talento, incomprensiblemente sepultado por el machismo existente en el mundo del arte - y la literatura - y el tabú entorno de una enfermedad mental mal tratada que la condujo tristemente a la tumba demasiado pronto. Hoy regresamos a los nubarrones, a los estómagos encogidos, a esa calma antes de la inclemente cascada, a la violencia silenciada, a esos pétalos marchitos picoteados por las gotas de lluvia. En definitiva, a esa <i>Primavera sombría</i>: el lado más tétrico e incómodo de la infancia. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4bWktJgL9Yhe83QN4HUCaCl1BS536UdN4lfeYYw8rqd2R5U_lGefJAwa07ZMgy6K4ezFDmuDFMu2d5938tI5yfq36zggoqqvu9zDq7ISv-OpMUYUUE9n_xWFgLw8SqqzAkFiGLvnFKZk/s1500/primavera+sombr%25C3%25ADa.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1500" data-original-width="1145" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj4bWktJgL9Yhe83QN4HUCaCl1BS536UdN4lfeYYw8rqd2R5U_lGefJAwa07ZMgy6K4ezFDmuDFMu2d5938tI5yfq36zggoqqvu9zDq7ISv-OpMUYUUE9n_xWFgLw8SqqzAkFiGLvnFKZk/w305-h400/primavera+sombr%25C3%25ADa.jpg" width="305" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Más conocida - insisto, de manera injusta - por ser la musa y amante de Hans Bellmer (escritor y fotógrafo adscrito a la corriente surrealista famoso por sus retratos de carácter erótico) lo cierto es que, antes de modelar para Bellmer y conocer a la flor y nata e la intelectualidad y el mundo artístico del momento, Zürn escribió la mayoría de sus textos por pura supervivencia. En una Alemania recién salida de la Segunda Guerra mundial, tras un divorcio en el que había perdido la custodia de sus hijos y en una situación de absoluta vulnerabilidad económica, Zürn se ganó la vida escribiendo cuentos para periódicos, radios - llegando incluso a venderlos ella misma en la calle - mientras trabajaba en el cabaret y club de jazz Die Badewanne - lugar, por cierto, en el que se reunían los artistas más importantes de Berlín -. De nuevo, asistimos a un caso que, si lo miramos con la perspectiva actual, no dista mucho de la presente generación de autoras y autores españoles en los que, o bien la precariedad es el leitmotiv de sus creaciones literarias, o bien se han visto obligadas/os a producir literatura, en ocasiones en contra de sus ideas o posicionamientos de cualquier tipo, para poder subsistir. Sin embargo, lo más sorprendente es que, al contrario de lo que cabría esperar - rapidez, tramas que se resuelven con facilidad, personajes poco dibujados, poca precisión, ausencia de un estilo narrativo propio - en Zürn encontramos una voz poderosa y muy personal. Capaz de crear una sensación de indefensión al lector frente al texto. En el primer párrafo comparé su lectura con un salto de fe, al abismo y sin nada que pudiese salvarte de él. Un cuento con el que te aferras con fuerza a sus palabras, aunque éstas estén recién salidas de una virulenta hoguera. Relato que, aunque breve, no le sobra ni una coma. Justo en su medida y que, a pesar de leerse de una sentada, el poso que su lectura te deja dura más allá de la tortuosa experiencia. Porque sí, Zürn no es complaciente y sus fluidas descripciones se incrustan, como un parásito, en el hueco de la memoria. Incluso cuando lo que acabas de leer sea incómodo, oscuro, un desgañitado grito desde la garganta de la propia autora.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYicPoGhh3DKeJg7Ku9BxPN0NfSBqZPtwfLP9BIDnwcxVudobFSh6qZIEndLnTydJltQ7jVzDKBLBU_Fi2BMW3rV2xKqeG7zi-RyZMkOdIa6LGp_xnnDrL_gSoURw9SX9qUX5FmoLH16Q/s640/primavera+sombr%25C3%25ADa+i.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="480" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgYicPoGhh3DKeJg7Ku9BxPN0NfSBqZPtwfLP9BIDnwcxVudobFSh6qZIEndLnTydJltQ7jVzDKBLBU_Fi2BMW3rV2xKqeG7zi-RyZMkOdIa6LGp_xnnDrL_gSoURw9SX9qUX5FmoLH16Q/w300-h400/primavera+sombr%25C3%25ADa+i.jpg" width="300" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Porque, efectivamente, <i>Primavera sombría</i> es, en su génesis, una autobiografía novelada, o si lo preferís, ficción con toques de realidad. Un texto aparentemente fácil en sus primeras páginas - algo que acaba dándose la vuelta para tornarse cuanto menos perturbador - no se donde Zürn te plasma el descubrimiento del género, de su cuerpo, del sexo, de sus propias obsesiones, de la vida de su alter ego, de esa niña a la que vemos crecer de los diez a los doce años, de la ausencia del padre, de los amantes de la madre, de ese hermano del que es mejor no hablar y, sobre todo, de sus intentos por intentar entender cuando nadie se digna a explicarle nada. Incompleta desde el primer momento, y en un clima de soledad extrema, la niña comienza a buscar aquello que la complemente encontrándola, finalmente, en una especie de experimentación sexual que alimenta unas incipientes fantasías masoquistas. Obviamente, esta valiente decisión a nivel novelístico no deja de resultar una crítica tanto a la teoría freudiana, así como la visión masculina del erotismo, mayoritaria en su época y de la que por ejemplo el ya citado Hans Bellmer hacía gala en sus composiciones artísticas. No obstante, esto se vuelve más trasgresor en el momento en el que nuestra protagonista se enamora de alguien fuera de su núcleo familiar, de un hombre más mayor ante el que, en lugar de comportarse como una ninfa precoz, se acomoda en el platonismo, siendo dicha pureza en su enamoramiento su fuente vital. Su final, tan impactante como demoledor, es tristemente premonitorio. Perfecto en cuanto a su ejecución y que, por supuesto, escandalizará a quienes, despistados por su enigmático título, se adentran en él buscando sencillez, ligereza o esa sensación de supuesta paz enmascarada bajo la pésima etiqueta de "libros para no pensar". Zürn impresiona, abruma, sobrecoge a cada página, a cada párrafo, a cada reflexión que el lector pueda hacer posteriormente. Cada día que pasa esta pequeña pero inquietante historia crece más y más, como esas películas que pasadas un tiempo no dejan de producir mil y un inquietudes y debates a pesar de haberse estrenado hace 20, 50 o 100 años. Ojalá poder absorber cada uno de sus pedacitos, retener sus enseñanzas, no solo porque Unica Zürn se haya convertido, de forma totalmente inesperada, en una de mis autoras favoritas - incluso un referente literario a seguir - también por la responsabilidad que con ello contraigo. La de que no caiga, inexorablemente, en un segundo y tal vez más largo olvido.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><i>Primavera sombría</i>: una historia de dolor, sexualidad, soledad, inocencia perdida, desazón, autodescubrimiento... El inicio de una, esperemos, grandísima admiración. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>Frases o párrafos favoritos: </b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">"Sufre en silencio, perdida en ensoñaciones masoquistas en las que no caben pensamientos de venganza ni desquite. El dolor y el sufrimiento le causan placer. </div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">La vida, sin la desgracia, es insoportable.</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Para poder soportar la vida, no tiene más que refugiarse con todo su afán en la fantasía."</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><b>¡Un saludo y a seguir leyendo!</b></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Cortesía de <a href="https://www.pepitas.net/" target="_blank">Pepitas de Calabaza</a></div><p></p>Jimena de la Almenahttp://www.blogger.com/profile/12829339929801534177noreply@blogger.com2