Estimados lectores y lectoras: el blogJimena de la Almena permanecerá inactivo todo el mes de agosto. Es hora de que esta servidora se tome unas merecidísimas vacaciones tras un año cargado de buenas lecturas. La verdad es que necesito un descanso, y tiempo para leer, seguir escribiendo y meditar sobre lo que quiero hacer con mi vida. Pero eso no significa que no os eche de menos a todos vosotros, los que habéis leído cada una de las reseñas, haciéndome sentir que estaba realizando un buen trabajo. Han sido unos meses muy intensos, ya que el numero de editoriales colaboradoras ha ascendido notablemente. A todas ellas, mil gracias, sin vosotras no podría haber descubierto joyas que ahora forman parte de mi vida y de mi estantería.
Estos han sido unos meses raros, inusuales, pero no exentos de nervios y de alegrías. Pero este lugar, este espacio de crítica y opinión me ha servido para plasmar todo lo que sentía y todo lo que he ido aprendiendo como persona, historiadora, futura escritora y, por supuesto, lectora. Jimena de la Almena ha sido, sigue, y espero que siga siendo un lugar donde pueda seguir compartiendo reseñas y opiniones con el resto de lectores y los 1.353 seguidores que ya tiene este blog. Una cifra que de seguro irá aumentando a medida que el número de críticas siga en auge. Sólo espero que a la vuelta de las vacaciones sigáis ahí, pues os esperan más entrevistas a blogeros literarios, más coloquios con autores, más entradas en "El Rincón del Lector", alguna que otrasorpresa que ya revelaré en septiembre y como no, muchas más reseñas de libros (haciendo especial hincapié en clásicos de la literatura universal), las cuales procurarán siempre ser críticas y sinceras, defendiendo el sello y la identidad que caracterizan a este blog.
Bueno, me gustaría enrollarme más con todos vosotros, ya me conocéis, pero una maleta y un sinfín de proyectos me esperan. No desesperéis, pronto nos volveremos a ver, a escribir y a leer, sobretodo a leer.
¡Un beso, un saludo, un abrazo a todo el mundo, a seguir leyendo y hasta septiembre!
Autor: Joao Cerqueira (Viana do Castelo, Portugal, 1964) se doctoró en Historia del Arte por la Universidad de Oporto. Sus novelas: A culpa é destas Libertades, As Reflexoes do Diablo, La tragedia de Fidel Castro (traducida a varios idiomas y en preparación actualmente como guión teatral), Maria Pia: Rainha e Mulher, A segunda vinda de Cristo à terra, son obras de carácter satírico sobre la sociedad contemporánea, ricas en ironía y humor. Ha escrito, además, los libros de no ficción Arte e Literatura na Guerra Civil de Espanha, José de Guimarães: Arte público y José de Guimarães (publicado en China por el Today Art Museum).
Editorial: Funambulista.
Idioma: portugués.
Traductor: Marina Alonso.
Sinopsis: suela el teléfono con muy malas noticias: Dios recibe una llamada de una preocupadísima Fátima que le comunica que está a punto de comenzar una guerra entre J.F.K y Fidel Castro. Obligado a demostrar una vez más su omnipresencia, Dios sabe que la única solución para evitar el conflicto es convencer a Jesús de volver a la tierra, a pesar de que su hijo la última vez regresó bastante afligido por la experiencia. Mientras tanto, en la Tierra, los dos líderes políticos sueñan: el uno con vengarse por la afrenta sufrida en Bahía de Cochinos, el otro con convertirse en el jefe absoluto del pueblo unido que jamás será vencido en una revolución mundial que acabaría con el capitalismo. Sin embargo, en Cuba la situación económica es desastrosa y Castro, desesperado, decide invadir el país de J.F.K para desviar la atención. La mediación de Jesús dará lugar a toda una serie de divertidísimos episodios y...a un final desesperado.
Su lectura me ha parecido: entretenida, amena, desconcertante, apabullante, original, muy bien pensada, con sorprendente verdad al fin y al cabo...Queridos lectores y lectoras, como bien sabréis, la historia de la literatura está plagada de convencionalismos y de normas a las que los escritores se han ceñido estrictamente. Pero, también es cierto, que otros muchos decidieron probar otras formas, arriesgándose a que su carrera literaria quedase completamente arruinada. Valientes escritores que posteriormente serían recordados por su atrevimiento y por saber innovar cuando el resto simplemente se conformaba con lo tradicional, lo antiguo, lo clásico. Pues bien, imaginaos por unos momentos que un día aparece ante vosotros la novela más inverosímil a primera vista, pero cuyo argumento extremadamente loco logra picaros la curiosidad, hasta el punto de no poder despegar los ojos de su sinopsis. Me encanta encontrarme en las librerías con novelas de este estilo, provocativas, que impacten, que logren pulsar el botón de la aventura. La vida ya es lo bastante monótona como para seguir inmersos en ella día tras día, mes tras mes. El lector, como todo el mundo, necesita de emociones fuertes y una novela de este estilo, no sólo impulsa la curiosidad más insana, también amplía nuestros conocimientos y nuestra mirada con respecto a un tema o problema literario concreto. La novela que hoy tengo el placer de presentaros responde a esta descripción, y aunque algunas cuestiones son mejorables, lo cierto es que no tiene desperdicio. La tragedia de Fidel Castro: comunismo versus capitalismo y Jesús en medio.
La historia de como La tragedia de Fidel Castro llegó a mis manos es la historia de una irrefrenable inquietud lectora. Todo bloguero literario o todo aquel que se dedique al noble y difícil arte de la crítica literaria necesita estar informado y al tanto de las últimas novedades, que libros salen al mercado, cual es el título que marca la pauta, en que consiste la moda literaria del momento, que editoriales publican textos más interesantes...Todo ello está entre las preocupaciones de todo el o la que se dedica, altruista o remuneradamente, a redactar reseñas. En mi caso, como muchos me imagino, suelo pasarme asiduamente por las páginas web oficiales de las editoriales para conocer de primera mano esas novedades que para quien ame la lectura, muchas de ellas pueden resultar bastante jugosas. La tragedia de Fidel Castro fue una de esos libros, cuya sinopsis me dejó boquiabierta durante unos segundos. Kennedy, Castro, Guerra Fría, Crisis de los misiles, Bahía de Cochinos, la URSS, el capitalismo, el comunismo...Todo eso estaba muy bien, pero la presencia de Jesús, sí, el mismísimo Jesús, y de Dios, sí, como os lo cuento, le daba una dimensión tan disparatada como interesante a ese libro. El tenso enfrentamiento entre las dos concepciones del mundo predominantes en aquel momento, los dos caracteres tan diferentes de ambos líderes políticos y la presencia de Jesús cual arbitro dentro del ring, esquivando los golpes fueron detalles suficientes como para que una servidora sintiese la irrefrenable curiosidad de degustar sus páginas. Sin pensármelo dos veces, y gracias a la editorial Funambulista, pude hacerme con un ejemplar. En los días previos a la llegada del libro, lo busqué con la mirada por las librerías más concurridas de mi ciudad y ni rastro, como si no existiese. Sólo logré encontrarlo en una de ellas, aprisionado en una de las extensas estanterías que componían la tienda y no expuesto junto con otras novedades. Sin embargo, y una vez finalicé su lectura, entendí el por qué de esa falta de publicidad por parte de las librerías. Pero también aprecié lo que sucede cuando una buena idea logra causar el efecto más o menos esperado en el lector.
Centrándonos en la reseña propiamente dicha, comenzaremos diciendo que La tragedia de Fidel Castro presenta una lectura amena, algo densa en cuanto a su inicio, ligera en su mayor parte y con un ritmo que logra acelerarse a medida que el lector se va poniendo en situación. La cuestión del ritmo es vital para cualquier escrito, ya que en la mayoría de los casos es una factor determinante a la hora de realizar la crítica. Si el escritor sabe conducir al lector, la novela será prácticamente un éxito, si lo que hace por el contrario es aburrir con un ritmo lento, entonces el trabajo de meses y años se puede ir al garete inmediatamente. A parte del ritmo, La tragedia de Fidel Castro presenta una trama ya de por si llamativa y loca, muy loca, desquiciante incluso. Si habéis leído con detenimiento el resumen de la sinopsis, entenderéis porque me refiero a esta novela con estos términos. A primera vista, reconozco que me pareció de lo más inverosímil, eso si, también sostenía que si Cerqueira lograba salirse con la suya literariamente hablando, estaríamos ante una genialidad. Y si, en ese sentido el autor logra que el lector se crea que el propio Jesús es mandado por Dios, su padre, para que medie en uno de los conflictos más importantes de la historia que tuvo lugar durante la Guerra Fría, como fue la crisis de los misiles. En aquellos momentos, el mundo entero se encogió, pues por vez primera, la sociedad fue consciente de que estábamos al borde del precipicio y que un ataque de este tipo hubiese supuesto una verdadera y terrible hecatombe. El destino de esa crisis dependía única y exclusivamente de dos actores, los Estados Unidos por un lado la URSS con el apoyo de Cuba por el otro, ellos tenían en sus manos el futuro de millones de personas. Sin embargo, el autor va un paso más allá e imagina una invasión de Estados Unidos por parte de Cuba, para acrecentar aún más la tensión narrativa y argumental. Por ello y volviendo de nuevo a la novela, resulta bastante desternillante narrar este periodo tan crítico de la historia contemporánea introduciendo el factor divino. En lo que respecta a los personajes, he de confesar que salvo el de Jesús, los de J.F.K y Fidel Castro me han parecido demasiado estereotipados. Se que así se logra mayor carga humorística y los estereotipos en ese sentido son un recurso muy habitual, pero, personalmente me hubiese gustado toparme con unas caracterizaciones ligeramente menos parecidas al mito y más cercanas a la realidad. En la novela, J.F.K se describe como alguien carismático, creído, seguro de si mismo, capaz de cualquier cosa y terriblemente impulsivo; descripción que el lector no puede evitar asociar con la de Donald Trump, actual presidente de los Estados Unidos. Y Fidel Castro, su descripción, se asemeja mucho a la que ha llegado hasta nosotros a través del merchandising: desarrapado, con un puro siempre en la boca, rodeado de parafernalia militar, atrevido e idealista, muy idealista. Tanto que en el libro parece incluso intuirse una pequeña parodia hacia su persona. Para mi, el mejor personaje de la novela y con el que más me he reído es sin duda el de Jesús. Ya no sólo por la locura de ser un personaje más dentro de la novela, también por su interesante personalidad y su escepticismo con respecto a los hombres, un escepticismo que obviamente entendemos todos y todas. Por último, una cuestión puramente personal, no me ha gustado nada el diseño de la portada. Esta claro que algo relacionado con Fidel Castro tenía que aparecer en ella, pero, no me vistáis al pobre Fidel de monje, ni me plantéis un cigarro de pega, que se nota que es un collage ¡Si Fidel levantase la cabeza!
En lo que respecta a la ya habitual reflexión final, he de confesaros que al principio no sabía por que camino conducir mis palabras. Hay algunos temas de especial interés para el lector que aparecen en La tragedia de Fidel Castro, sin embargo, una no puede comentarlos todos. Esa situación de desazón y de falta de inspiración siguió así unos días, hasta que de pronto, se me encendió la bombilla y una servidora no pudo evitar echarse a reír al instante. No es que me hubiese entrado un ataque de risa así sin más, es que, y esto pasa más de lo que uno se cree, las casualidades existen, ¡vaya si existen! Entre tanto tema histórico no me había percatado de que probablemente lo que se narra en el libro haya sucedido de verdad, y que incluso la religión hubiese jugado un importante papel al respecto. ¿A que ahora si que comenzáis a entender lo que os digo? ¿A que ahora todo parece tener un sentido? En el año 2014 comenzó a producirse el conocido como "deshielo cubano", es decir, el inicio de la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba tras 54 años de enfrentamiento y de tensiones diplomáticas entre ambos países. Los protagonistas en esta ocasión fueron el presidente Barack Obama y Raúl Castro, hermano y sucesor de Fidel Castro, fallecido el año pasado. Pero ahí no queda la cosa. Mucho se ha hablado del papel decisorio de otras personas que facilitaron de alguna manera el inicio de estas conversaciones y el que finalmente se llegase a un acuerdo, a un entendimiento común entre dos países enfrentados políticamente, económicamente y socialmente durante tantos años. Entre ellos ¡sorpresa! la presencia del actual Papa Francisco, ofreciendo las estancias del vaticano para dichas reuniones bilaterales ultra secretas. Volviendo a la novela, a La tragedia de Fidel Castro, fue escrita en el año 2008, pero es más interesante saber que fue en el pasado 2016 cuando ésta se tradujo y publicó en otros países, en el 2016 precisamente, año de la muerte de Fidel Castro y de la primera visita oficial de un presidente de los Estados Unidos a la isla de Cuba. ¿Casualidad? ¿Marketing editorial? ¿O estamos ante una proeza literaria? ¿Ante un escritor que años atrás supo intuir lo que estaba por venir? Evidentemente los protagonistas no son los mismos y Jesús no ha bajado desde el cielo para mediar lo mejor posible en este conflicto, pero si ha estado muy presente el Papa, que a fin de cuentas, es el jefe y cabeza visible de la iglesia católica. En fin, queridos lectores y lectoras, en ocasiones, la realidad supera a la ficción o al menos logra parecerse. ¿Quién sabe si dentro de unos años el actual presidente de los Estados Unidos, siendo conscientes de lo que es capaz, reaviva las tensiones con Cuba, tirando por tierra lo logrado en los últimos años? ¿Vendrá a evitarlo de nuevo Jesús? ¿O este tirará la toalla y enviará a la Virgen María en su lugar? La tragedia de Fidel Castro: una historia de humor, política internacional, conflicto, tensiones, egos, intervención divina...Una lectura perfecta para dejarse llevar y no preocuparse por lo sonoras de nuestras carcajadas.
Frases o párrafos favoritos:
"Estas dos formas de reaccionar ante la adversidad, movimiento e inmovilidad, son opuestas entre sí, y, por lo tanto, podemos concluir que, cuando los dioses se sienten presionados, cualquier cosa puede ocurrir."
Película/Canción: como no podía ser de otra manera, y a falta de noticias al respecto, os adjunto la pieza de ópera que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña. En serio, no me he podido resistir.
Autor: Barbara Pym (1913-1980) nació en Oswestry, Shropshire. Se licenció en literatura inglesa en St. Hilda´s College, en Oxford. En la Segunda Guerra Mundial prestó servicio en el Cuerpo Auxiliar Femenino de la Armada británica. Posteriormente trabajó en el Instituto Internacional Africano en Londres. A lo largo de su vida escribió varias novelas, entre las que destacamos Mujeres excelentes (1952), Jane y Prudence (1953), Less tan Angels (1955), Los hombres de Wilmet (1958), No Fond Return of Love (1961), Murió la dulce paloma (1978), A Few Green Leaves (1980). Tras su muerte en 1980, se publicó su diario, A Very Private Eye (1985). Junto a Elizabeth Taylor está considerada una de las escritoras inglesas más importantes de la segunda mitad del siglo XX.
Editorial: Gatopardo Ediciones.
Idioma: inglés.
Traductor: Jaime Zulaika.
Sinopsis: Mujeres excelentes está considerada una de las mejores novelas de Barbara Pym. Mildred Lathbury, la narradora, es una mujer soltera que vive en Londres y ocupa su tiempo en diversas tareas en la parroquia, en tomar el té con las amigas, en obras de caridad y en satisfacer las necesidades de los demás. Es inteligente y observadora, pero también tímida e insegura, en parte debido a su soltería, pues muchos querrían verla casada ya a sus treinta y pocos. Además de sus buenos amigos, el vicario Julian Malory y su hermana Winifred, Mildred intimará con sus vecinos, los Napier, recién instalados en el piso de abajo de su casa. Conocerá también a Allegra, una viuda que se aloja en la parroquia, y a un sinfín de personajes más. Mildred se verá implicada en diversos asuntos de índole sentimental.
Su lectura me ha parecido: entretenida, divertida, con toques de ironía, fresca, femenina, un interesante descubrimiento...Queridos lectores y lectoras, creo recordar que por estas mismas fechas una servidora no se encontraba anímicamente con ganas de escribir, ni siquiera una reseña en el blog. No estaba pasando por un buen momento profesionalmente, creía que el mundo se me venía en cima y no me sentía bien ni conmigo misma ni con lo que estaba haciendo. No obstante, hice un esfuerzo y conseguí escribir y publicar una de las reseñas más emotivas que recuerdo, la de El amor en los tiempos del cólera. Hoy, un año después, la situación es ligeramente diferente. Sigo estando un poco perdida e indecisa ante el incierto futuro que me espera, pero en lo profesional, no puedo estar mejor. Las cosas por fin han cambiado, ha sido duro y por momentos estuve a punto de dejarlo, pero al final he conseguido cerrar el primer candado de una etapa muy enriquecedora y sufridora al mismo tiempo. Durante ese largo camino que en ocasiones me parecía eterno, los libros siempre han estado ahí para ayudarme y salvarme de caer en una depresión. Y de entre esas lecturas, hubieron algunas que consiguieron de verdad que me olvidase por unos minutos de la realidad, que me evadiese del agobio, transportarme a lugares que espero algún día visitar. El libro que hoy tengo entre mis manos en concreto, no sólo me hizo reír, también consiguió que recuperase un poco esa alegría que durante unos meses escondí en el fondo de un cajón. Así que Barbara Pym, tengo mucho que agradecerte. Mujeres excelentes: corazón, humildad y universo femenino con un fino humor inglés.
La historia de como Mujeres excelentes acabó en uno de los estantes de mi apreciada librería es sencilla. Pero no puedo pasar por alto que esta es también la historia de un boca a boca, o más bien. de una recomendación tras recomendación. Un día, de la noche a la mañana, muchos blogs que sigo con especial interés, comenzaron a publicar reseñas y críticas de un libro llamado Mujeres excelentes. Al principio reconozco que no les hice mucho caso, pero conforme pasaban los días, veía como dicho libro acaparaba buena parte de las entradas más actuales de los blogs literarios. Fue entonces cuando me decidía leer varias críticas, que en su inmensa mayoría fueron tremendamente positivas. Ante estos casos, y os lo digo sinceramente, suelo ser escéptica. Si un libro tiene tanto éxito es o bien porque va a ser el libro más maravilloso que has leído en tu vida o más bien todo lo contrario, es decir, que es tan malo que tras su lectura lo lanzarías por la ventana. Con Mujeres excelentes mantuve en un primer momento ese escepticismo tan común en mi, pero, en cuanto me entró la curiosidad por buscar información sobre la autora y otros libros, empecé a cambiar ligeramente de opinión. Esta claro que no todos los libros son buenos, pero, y aunque mantenía mis reticencias, algo me decía que las críticas que había leído no estaban tan infladas como en un principio creía. Al poco tiempo, Mujeres excelentes comenzó a poblar los estantes y escaparates de todas las librerías de mi ciudad, promocionándolo como una lectura divertida y clásica. Nada hacía pensar que la novela fuese un texto infumable, pero seguí durante un tiempo en mis trece, hasta que un día, sin poderlo remediar, me entró curiosidad. Necesitaba averiguar si era cierto lo que pregonaban las críticas, que Mujeres excelentes era de verdad un libro inolvidable. En cuanto pude y gracias a Gatopardo Ediciones, logré hacerme con un ejemplar. No tardé mucho tiempo en iniciar ávida su lectura, y al poco de hacerlo, tuve que tragarme de golpe todos los prejuicios. Mujeres excelentes no es el mejor libro que he leído en mi vida, pero no puedo negar ni obviar su calidad literaria, su honestidad, pero sobre todo, su exquisito humor que logró arrancarme alguna sonrisa.
Centrándonos en la crítica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Mujeres excelentes presenta una lectura algo larga para mi gusto, distendida, rica en cuanto a estilo y especialmente divertida. Si por algo destaca este libro es precisamente por esto último. El humor inglés constituye uno de los pilares fundamentales de la novela, y éste se presenta de forma elegante, tremendamente irónico, sorpresivo y que se concentra especialmente en Mildred, la protagonista. El carácter tímido e inseguro de Mildred da mucho juego a la hora de crear escenas en donde la perplejidad, el asombro o los nervios provocan que el lector no pueda evitar sonreír. No estamos hablando de un libro con el que te rías a carcajada limpia, pero si de una lectura perfecta para levantar el espíritu a cualquiera. Seguidamente, nos topamos con un personaje principal, el de Mildred, bastante más complejo de lo que parece. Al principio, la autora parece parodiar, no se si intencionadamente, a dicho personaje, hasta el punto de que la primera impresión que el lector se lleva al conocer a Mildred es algo desfavorable. No obstante, si vamos avanzando en su lectura, nos damos cuenta de que Pym hace evolucionar a su personaje, dejando al descubierto ciertas cualidades que creía el lector, y el propio personaje, no tener. Si en un primer momento Mildred nos parece una mujer superficial, meapilas y tímida hasta decir basta, luego vemos como también es humilde, resolutiva, observadora y capaz de escuchar y ayudar a quien más lo necesita. Primero nos reímos de ella, tras unos capítulos, acabamos riéndonos con ella. En este sentido, la narración en primera persona que presenta esta novela ayuda enormemente a conocer mejor a este personaje y sus propios pensamientos e impresiones hacia la gente que la rodea. Por otro lado, Mujeres excelentes es al fin y al cabo, una novela de aprendizaje, que no de iniciación propiamente dicha. Mildred ve como su vida cambia con la irrupción de algunos personajes que la harán mejor persona, ampliar sus conocimientos y disfrutar más de los pequeños detalles que regala la vida. Mildred es el ejemplo perfecto de que toda persona, por muy retraída que sea, puede lograr grandes cosas, aunque estas no traspasen fronteras ni tengan consecuencias globales. Además, ante los buenos o malos momentos, éstos se pueden acompañar, como bien refleja la novela, con una buena taza de té. Me ha gustado especialmente, en relación con el personaje de Mildred, un detalle que afortunadamente no pasa desapercibido en la novela. La protagonista tiene treinta y pocos, es soltera y defiende su soltería. Para ella es un asunto que no le quita el sueño, tiene preocupaciones más importantes. Claro que en la novela se refleja la presión a la que las mujeres están sometidas las mujeres en cuanto a cuestiones matrimoniales, no debemos olvidar que esta novela se publicó en la década de los 50 del siglo XX, pero me alegró toparme con esa defensa férrea de la independencia femenina en estas lides. Por último, una breve apreciación. La ironía, las situaciones cómicas, la ambientación, la libertad de la mujer...No sería tan descabellado pensar que Barbara Pym se hubiese inspirado en el estilo de Jane Austen para escribir Mujeres excelentes. Ahí lo dejo.
En este último párrafo, dedicado a la reflexión, dejadme que os hable de alguien, aunque lo correcto sería decir de ellas, de mujeres excelentes. Todos conocemos sus nombres: han cruzado océanos, atravesado bosques, explorado selvas, inventado objetos indispensables, descubierto elementos o pueblos desconocidos, enseñado en las mejores universidades, liderado equipos, conquistado derechos, escrito grandes obras de la literatura universal. Ellas han debatido, legislado, juzgado, corrido, luchado, peleado, amado, vivido...Es cierto que han sido muy pocas las que han llegado a estar en lo alto, a permanecer en el sitio que les corresponde, en igualdad con sus colegas masculinos. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de las otras, de las que nos acompañan en nuestro día a día y que desgraciadamente su labor queda siempre invisible a nuestros ojos. Os hablo de vuestras madres, abuelas, hermanas, amigas, tías, primas...Esta lista podría incluir infinidad de nombres que nunca llegarán a ser tan famosos, pero que también merecen nuestra más sincera admiración. En la novela, Mildred es una mujer como cualquier otra, pero que por su forma de ser, la cual va evolucionando a lo largo del libro, consigue lograr algo muy importante, convertirse en alguien que escucha, que comprende, que ayuda y que sabe qué decir en cada ocasión. Como ella, millones de mujeres realizan pequeñas acciones que, aunque insignificantes a primera vista, su impacto puede ser notable. El año pasado, durante una clase del master, la profesora dijo una de esas frases que inevitablemente se te quedan para siempre: "lo privado es político". Cuanta razón tenía y sigue teniendo si te paras a pensar un rato. Fueron muchas las mujeres que ejercieron su activismo desde sus propias casas, con pequeños gestos que ayudaban a que las cosas cambiasen poco a poco. Existen grandes nombres femeninos que han hecho historia, si, y no les voy a quitar el mérito, pues, por su esfuerzo y talento están donde están. Pero también, desde el más absoluto de los anonimatos, otras compañeras de lucha y de inquietudes intelectuales, han manifestado sus opiniones y han contribuido a que su situación mejore con el paso del tiempo. Puede existir una líder, alguien que de la cara, que lance su voz, que se enfrente al poder, pero sin ellas, las que componen la base, no serían nada. Ellas, para mi, son verdaderas heroínas, verdaderas luchadoras, verdaderas motoras del cambio. Mujeres excelentes a las que debemos valorar y respetar. Mujeres excelentes: una historia de solidaridad, equívocos, situaciones cómicas, evolución, rotura de la cotidianeidad...Una novela deliciosa y recomendable.
Párrafos o frases favoritas:
"(...) las personas como nosotros teníamos que recurrir a la tetera, y pensé que no es poco mérito hacer las cosas como las hacíamos con una bebida estimulante tan inofensiva."
Película/Canción: hasta que esto primero suceda, lo cual parece de momento improbable, os adjunto la pieza que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña:
Autor: Sofia Fedórchenko (1880-1957) nació en San Petersburgo. Su madre era una actriz gitana de origen francés que viajó mucho, pasando largas temporadas en París, donde Sofia vivió desde los siete años hasta los doce. Sofia se educó en la familia de su padrastro, que era ingeniero, al que acompañó en sus muchos viajes por toda Rusia, en los que se interesó por la cultura popular, el folklore y la etnografía. Después de graduarse en el colegio, estudió Derecho varios años en la universidad. En 1914 se alistó como enfermera y sirvió en el frente hasta finales de 1916. Como resultado de sus experiencias y su el contacto directo con soldados y heridos nació su primer libro, El pueblo en la guerra, publicado en 1917, que lleva el subtítulo de Apuntes hechos en el frente. Tuvo muy buena acogida de crítica y de los círculos literarios de Rusia, que animaron a la autora a seguir trabajando en la segunda parte del libro, dedicada a la época de la Revolución, y en la tercera, que cubre el período de la Guerra Civil (1918-1922). En la década de los años veinte. Sofia Fdórchenko publicó unos cien libros de literatura infantil y desempeñó un papel activo en la vida literaria de Rusia. Durante la Segunda Guerra Mundial permaneció en Moscú y escribió el poema heroico Iliá Múromets y un millón de héroes, así como guiones, obras teatrales y cuentos. En 1983 se publicó de manera póstuma la tercera parte de El pueblo en la guerra, y en 1900, la primera edición de la trilogía completa.
Editorial: Hermida Editores.
Idioma: ruso.
Traductor: Olga Korobenko.
Sinopsis: a través de las voces de los campesinos que asistieron a la revolución de 1917, Sofia Fedórchenko nos habla de Dios y el zar, de esos ídolos caídos, del inicio de una nueva era, de la vida moderna, europea, donde por fin la libertad campará a sus anchas. La perplejidad, la inocencia y la incertidumbre recorren los comentarios de estos hombres, resentidos con un pasado en el que estuvieron condenados a la esclavitud y absortos ante la inminente llegada del nuevo mundo. No se aprecia en ellos, sin embargo, atisbo alguno de miedo a lo desconocido, sino más bien resignación y tranquila espera, seguramente porque la Revolucion no fue para ellos peor que su vida prerrevolucionaria, llena de hambre, miseria y humillaciones. Su lectura me ha parecido: condensada, interesante, concienzuda, bien estructurada, necesaria, importante, terriblemente breve...A veces, queridos lectores y lectoras, no somos conscientes de la importancia de nuestra existencia. Para muchos, la vida se resume en el siguiente esquema: nacemos, vivimos y morimos. Así de simple. Lo que sucede es que, dentro de del "vivimos" reside la excepcionalidad. No todos tenemos la misma vida, no todos nacemos el mismo año, no todos desarrollamos nuestras habilidades en el mismo contexto, no todos vemos el mundo a través del mismo cristal, no todos le prestamos atención a los mismos detalles. Cada ser humano es único y le toca vivir la vida acorde con su situación y demás factores externos que irán, a lo largo de ese arduo camino, poniendo trabas u ofreciendo oportunidades. Pero, y digo yo, ¿si la vida nos brinda la excepcionalidad de encontrarnos en el lugar y el momento más crucial? ¿si somos testigos directos de un acontecimiento? ¿si éste, por muy insignificante que parezca, puede arrojar luz y conocimiento a las generaciones venideras? La respuesta es fácil, hay que aprovecharlo, sea como sea. Nunca me cansaré de repetir que la historia la escriben los grandes nombres, pero también quienes viven en los márgenes, quienes desde el anonimato nos narran su experiencia, experiencia que merece ser recopilada. En el caso del libro que hoy tengo el placer de reseñar es bastante particular en lo que respecta a la veracidad de las fuentes. Sin embargo, no podemos negarle su calidad literaria y la influencia que su estilo tuvo en otros autores, especialmente en una reciente Premio Nobel. El pueblo en la guerra. La revolución: retrato y opinión en el centenario de la Revolución Rusa.
La historia de como este pequeño libro llegó a mis manos es sencilla. No obstante, y como sucede en la mayoría de ocasiones, debemos retroceder unos años, hasta mi etapa escolar en concreto. Aunque la primera vez que me enseñaron la Revolución Rusa fue en el instituto, lo cierto es que yo ya oído hablar del tema. Sin embargo mis referencias eran mas bien escasas: la existencia de un personaje bastante turbio llamado Rasputín, que le dio nombre a una de las canciones más famosas de Bonny M, la leyenda de Anastasia Romanov, recogida en una conocida película infantil que todos y todas habremos visto alguna vez, y Doctor Zivago, película que sólo conocía por su famosa banda sonora. Tras esas primeras clases, un mundo desconocido parecía abrirse ante mi, y yo, estaba deseosa de adentrarme en él. Lenin, el asesinato del Zar y su familia, El Domingo Sangriento de 1905, el asalto al Palacio de Invierno, Trotsky, La Guerra Civil, Stalin, Ramón Mercader, los planes quinquenales, las depuraciones, la URSS, la colectivización...Más y más personajes, conceptos y acontecimientos históricos se agolpaban en mi cabeza, todos ellos relacionados o que surgieron como consecuencia de la Revolución Rusa. Años más tarde ahondé por mi cuenta, aunque no de forma especialmente exhaustiva, la historia de la URSS durante la Guerra Fría y vi por fin Doctor Zivago entera, película que por cierto, es una de mis favoritas. No obstante, durante los primeros años de la universidad, un profesor logró que la aborreciese, y eso que la Revolución Rusa entra dentro de la época contemporánea, en la que finalmente me he especializado. Un tiempo después, y ya cursando el master, comencé a ver este acontecimiento histórico con otros ojos. Los conocimientos que había ido adquiriendo me habían proporcionado una visión menos concreta y más amplia, fijándome en como este acontecimiento marcó un antes y un después en la historia del mundo. Incluso me ha picado la curiosidad de ver Acorazado Potemkin a raíz de estudiar este fenómeno desde otras perspectivas como es la cultura de masas y como el poder influye en ella para lograr más control. Fue durante este año, pero sobre todo, tras descubrir a la Premio Nobel Svetlana Alexievich, cuando sentí curiosidad por Sofia Fedórchenko. No había oído hablar de ella hasta el momento en el que lo vi por primera vez en la pagina web de Hermida Editores, destacado entre sus novedades. El que abordase el tema de la Revolución Rusa en su entrega La revolución me cautivó, pero más aún que el libro fuese un compendio de testimonios. Tras recibirlo y leerlo con calma, me puse a investigar sobre la autora y sus otras obras, descubriendo para mi sorpresa y estupor que dichos testimonios no existieron nunca. Mi reacción fue la lógica, enfadarme por la oportunidad desaprovechada por parte de la autora. Sin embargo, pronto entendí porque a Sofia Fedórchenko, a pesar de su error, seguía siendo una autora muy apreciada en los círculos literarios rusos, incluso tras su muerte. ¿A qué se debe? La respuesta, en el siguiente párrafo.
Centrándonos en la crítica propiamente dicha, comenzaremos apuntando que la segunda entrega de la trilogía El pueblo en la guerra, dedicado a la Revolución Rusa, presenta una lectura amena, distendida, pero con grandes dosis de reflexión y de empatía con el lector. No nos encontramos ante una novela corriente cuya lectura es lineal, este tipo de lecturas merecen una atención especial por parte del lector, sobre todo si lo que se nos narra se acerca más a la realidad que la ficción. Que contenga verdad no evita que el lector se sienta atraído hacia este tipo de historias impulsado por el morbo, pero, una vez te adentras en el libro, éste se disipa poco a poco. Hemos comentado que este volumen contiene testimonios, sin embargo, y como la misma autora confesó en unas declaraciones a raíz del éxito de su primera entrega, dedicada a los soldados rusos que lucharon en el frente durante la I Guerra Mundial, ésos son inventados a partir de lo que ella misma observó en primera persona. En otras palabras, que la autora se inspiró e imitó la forma de hablar de quienes escuchaba para dar forma a los libros que compondrían su obra. Dicho esto, lo que uno piensa es en la cara dura que tuvo Sofia Fedórchenko. Pero, seguidamente y una vez lees un poco de la autora y de su obra, entiendes que estos libros, a pesar de sus dudosas fuentes, transmite a la perfección el sentir y la opinión de una época. Tras esos testimonios, ya sean reales o no, se esconde una verdad indudable, la honestidad de una autora ante la incertidumbre y los cambios por los que atravesaba su país. A través de ellos, el lector puede apreciar cuales eran las impresiones de esas gentes, su opinión sobre ese nuevo mundo que se abría ante ellos, los desafíos a los que podrían enfrentarse, los temores, las dudas, las ambiciones personales, el pesimismo...Las palabras de personas que, aunque la autora se refiera a ellos como campesinos, representan en su conjunto a Rusia y su sector mayoritario, el mundo rural. Dentro de este aspecto, me ha llamado especialmente la atención las opiniones con respecto al Zar y Rasputín, concibiéndolos como ídolos inmortales que caen estrepitosamente por la fuerza del pueblo. También me ha parecido curiosa la forma a la que estas voces se enfrentan a lo que está por venir, con optimismo, pero sin ocultar su preocupación ante la incertidumbre. Por otro lado, hay que decir que este libro no sería lo mismo sin el arduo trabajo que hay detrás. Evidentemente nos referimos a la capacidad de la autora por clavar la jerga y el lenguaje de estos personajes, que no testimonios, atribuyéndoles un lenguaje muy pulido y de notable calidad literaria. En resumen, podríamos decir que la segunda entrega de El pueblo en la guerra, la revolución, se compone de intensidad, originalidad, un interesante manejo del estilo y lo más importante, el planteamiento de unas voces que desde 1917, hablan al lector del siglo XXI. Esto nos suena ¿verdad? Svetlana Alexievich confesó en una entrevista que la trilogía de Fedórchenko le había servido de inspiración. La que habla es una Premio Nobel de los pies a la cabeza, cuyos libros han acercado a los lectores de todo el mundo una novedosa forma de escribir ensayo, con influencias del periodismo de primera división y prestado especial atención a los testimonios, a los cuales, Alexievich ha convertido en su sello de identidad como periodista y escritora. A diferencia de Fedórchenko, las fuentes de la escritora bielorrusa si son verídicos, pero, eso no quita que el lector, a partir de esa información, se quite el sombrero ante Fedórchenko. Si sus libros han servido de referencia para generaciones posteriores, entonces, es que algo tienen, algo que va más allá de lo convencional, algo que, incluso a día de hoy, en España, donde es la primera vez que el lector se adentra en sus libros, podría gestar nuevas formas de hacer literatura.
En lo que respecta a la reflexión final, como no podía ser de otra forma, una servidora no podía dejar pasar la oportunidad para hablar, aunque sea muy brevemente, del contexto que ha provocado que Sofia Fedórchenko escribiese el libro que hoy tengo de nuevo entre mis manos. Como todos y todas bien sabréis, este año se conmemoran los 100 años de la Revolución Rusa, un acontecimiento de grandes dimensiones y que a corto y largo plazo influenció decisivamente en el devenir de la historia. A partir de que el pueblo asaltase el Palacio de Invierno, el mundo ya no fue el mismo, como tampoco lo fue la propia Rusia, cuyos ciudadanos se asomaban a un futuro que marcaría un antes y un después en su forma de vida. La Revolución Rusa se convirtió en un acontecimiento inspirador, tanto fue así que algunos países como China, Cuba o la actual Corea del Norte imitaron ducha forma de gobierno, adaptándolo claro está, a las características propias de su país. Las gentes que participaron activamente en los acontecimientos de Octubre de 1917 también fueron testigos de como esos primeros ideales se truncaron debido a las ansias de poder de algunos integrantes del Partido Comunista, este es el caso de Stalin, quien convirtió a la Unión Soviética en una autentica dictadura donde las depuraciones estaban a la orden del día. Una dictadura que siguió en activo hasta las navidades de 1991, año en el que se produjo su desmantelamiento. La Revolución Rusa en si también infundió temor en numerosos países, todos conocemos el caso de Estados Unidos, donde significarse con la causa comunista te convertía en un paria social. Incluso quienes mostraban una actitud política más inclinada hacia la izquierda, era sinónimo también de comunismo. La famosa Caza de Brujas que Mccarthy es el ejemplo más paradigmático. Fue tal la presión que los sucesivos gobiernos ejercieron sobe la política internacional y la política interior de Estados Unidos que incluso a día de hoy no existe un partido influyente de izquierdas en Estados Unidos. Pero no sólo Estados Unidos se enfrentó al comunismo en plena Guerra Fría, sin ir más lejos, aquí en España el comunismo y todo lo que sonase subversivo fueron perseguidos y aniquilados durante los 40 años que duró la dictadura. Es más, aquí aconteció una Guerra Civil en parte porque existía un temor entre algunos sectores a que España pudiese seguir los pasos de Rusia con el Frente Popular ocupando el gobierno, guerra de la que por cierto, hoy se cumplen 81 años. Como hemos podido comprobar, el legado de la Revolución Rusa ha tenido una larga trayectoria a lo largo de la historia. No obstante, en los últimos tiempos se ha empezado a transmitir una visión de dicho acontecimiento que no corresponde con lo que sucedió en realidad y que cuya finalidad es el adoctrinamiento de la sociedad. Es cierto que la Revolución Rusa no es modélica y que su desarrollo no fue el que se esperaba, lo mismo sucedió con la Revolución Francesa y tantos y tantos acontecimientos similares. El poder corrompe, lo sabemos todos, pero eso no quita que la sociedad merezca conocer una parte de la historia sin manipulación alguna. Y por mucho que a algunos les pese, la Revolución Rusa cambió el mundo, hasta el punto de que hoy en día, a pesar de los años transcurridos, todavía sigue muy presente. El pueblo en la guerra. La Revolución: una historia de recuerdos, pensamientos, voces, inquietud, esperanza, temor, incertidumbre, expectación...Un libro lleno de voces que, verdaderas o no, siguen hablándonos desde hace 100 años.
Párrafos o frases favoritas:
"Y es que hemos llegado a comprenderlo todo no por los libros, sino por una vida de miseria."
Película/Canción: son infinidad las películas que han abordado el periodo de la Revolución Rusa. Sin embargo, y por ponerle un poco de color a esta reseña, os adjunto una de mis piezas favoritas y que descubrí hace unos años. Cierren los ojos y déjense llevar.
Autor: Jane Austen (1775-1817) era la hija menor de un pastor protestante que se ocupó personalmente de su educación. Llevó siempre una existencia apacible en diversos lugares del sur de Inglaterra y permaneció soltera. Siendo testigo de la época de la Regencia, empezó a escribir con tan solo 16 años, en una época en la que la que a la mujer se le asignaba un rol más tradicional y sujeto a las normas de una sociedad estrictamente patriarcal. Además de Orgullo y prejuicio, su novela más importante y famosa, también escribió Mansfield Park, Emma, Sensatez y sentimiento, La abadía de Northanger o Persuasión entre otras; además de escribir una abundante cantidad de diarios personales que retratan y reflejan la realidad de una época. Su obra es una fabrica de generar controversia, interpretaciones, alabanzas y lo que es más importante; una atracción especial hacia un público más amplio y menos especializado. Murió de tuberculosis a los 41 años dejando incompleta Los Watson, quien años después su sobrina, la también escritora Catherine Hubback, sería quien la finalizase.
Editorial: Alianza Editorial.
Idioma: inglés.
Traductor: Miguel Ángel Pérez Pérez.
Sinopsis: la vida de la joven Catherine Morland - miembro de una numerosa familia de un modesto clérigo rural - discurre apaciblemente en la campiña inglesa, donde se entrega con pasión a su distracción favorita: leer novelas de género gótico, llenas de pasadizos secretos, mazmorras y misterios. Una invitación en la vida real, sin embargo, la lleva a la ciudad de Bath, donde ella y su hermano James establecerán relaciones con los Thrope, ambiciosos y manipuladores, y los Tinley. vástagos de una distinguida familia cuya hacienda, que ostenta el pintoresco nombre de "Abadía de Northanger", despierta en Catherine las más escalofriantes y deliciosas expectativas.
Su historia me ha parecido: interesante, amena, sorprendentemente ligera, misteriosa, tremendamente irónica, cómica incluso...Estos días me siento algo melancólica, una sensación que va en aumento a medida que pasan los días y voy avanzando en la redacción de esta reseña. Las imágenes se suceden en mi cabeza, una tras otra, como bellos recuerdos que ansío atesorar toda mi vida. Las extensiones infinitas de hierba fresca, el paseo a la orilla del río, el olor a naturaleza, el graznar de los patos al pasar por mi lado, las retorcidas formas de los árboles, la maravillosa sensación de estar descubriendo algo nuevo y por supuesto Ham House. Ya os hablé de mi pequeña excursión matutina por Richmond y de como aquella experiencia, aunque para muchos os resulte un poco insustancial, resultó enormemente enriquecedora. Aquella vez visité Londres, sus calles, algunos de sus barrios más famosos, sus monumentos, y haciéndolo, sentía que estaba cumpliendo un sueño anhelado durante años. Sin embargo, no se si fue por cansancio o porque aquello era lo que de verdad necesitaba, pero aquel paseo por Richmond, en soledad, tranquila, me aportó más de lo que yo hubiese podido imaginar. Hoy, de vuelta al presente, a mi ciudad natal, a mis quehaceres diarios, a mis escritos y a mis lecturas, me encuentro con este libro que hoy tengo el placer de presentaros. No se ambienta en Richmond, tampoco en Londres, pero leyéndola me he vuelto a transportar a esos paisajes que tanto me impactaron, cuyo halo de misterio los impregnaba y a los que espero volver más pronto que tarde. La Abadía de Northanger: fina crítica, novelas góticas y el incontrolable poder de la imaginación.
La historia de como La Abadía de Northanger llegó a mis manos y a ocupar, posteriormente, un lugar destacado en mi apreciada y abarrotada librería es bien sencilla. Pero antes de llegar a ese desenlace, tenemos que remontarnos a cuando empecé a sentir la necesidad e hacer justicia. Como muchos y muchas bien sabréis, pues, lo he contado aquí más de una vez, decidí hace un tiempo ponerme en serio con la literatura escrita por mujeres. Simplemente porque consideré que ya era hora de cambiar las tornas y de hacer visible la labor de la mujer escritora a lo largo de la historia. Por ello y desde hace unos meses, cada vez son más las escritoras, venidas de épocas muy dispares, las que he decidido incluir en esta biblioteca virtual a través de las pertinentes reseñas literarias de sus libros. Unas con mayor fortuna que otras, han conseguido salvarse del olvido, como Jane Austen, autora a la que este año estamos dedicando un espacio especial reseñando sus obras más importantes, tradición que espero que continúe por muchos años y con nombres de mujeres escritoras diferentes. Lo cierto es que Jane Austen no es precisamente una de esas grandes escritoras olvidadas por la historia, es más, probablemente sea una de las más famosas y reconocidas a nivel mundial. Su particular universo y su retrato de una época tan apasionante como injusta para la mujer, han logrado colarse en la cultura popular. No obstante, y en parte esta es una de las razones por las que decidí dedicar este año a Jane Austen en el blog, fue porque pienso sinceramente que sus novelas no se han leído con la profundidad que merecen y que se ha transmitido una idea de las novelas que, aunque románticas, son algo más que eso. En mi particular viaje por la literatura austeniana, una servidora ha dejado atrás a obras como Orgullo y prejuicio y Persuasión, cuyas reseñas podéis encontrar en el presente blog, y era el momento de adentrarme en otra de sus novelas más conocidas y queridas La Abadía de Northanger, cuyas criticas por parte de otros compañeros de la blogsfera no dudaban en situarla entre las mejores de la autora. Gracias a Alianza Editorial pude hacerme con un ejemplar y sólo tras finalizar su lectura, comprendí su potencial, aunque para mi gusto no está a la altura de Orgullo y prejuicio porque, simplemente, es diferente.
Centrándonos en la crítica literaria, comenzaremos diciendo que La Abadía de Northanger presenta una lectura que, contra todo pronóstico, me pareció de lo más amena, mucho más que las anteriores novelas que he leído de Jane Austen. No puedo decir que en este sentido haya subido peldaños en el ranking de sus mejores novelas en ese sentido, sin embargo, si que tengo que reconocer que ésta es de momento la que puede conectar mejor con el lector, con el de antes y con el de ahora, pues no se hace pesada su lectura en ningún momento y gracias a esa ironía tan característica de la autora, contribuye a que el libro sea más atractivo. La Abadía de Northanger narra la historia de Catherine Morland, un personaje del que nos ocuparemos más adelante, y la suya es la historia de una joven que va aprendiendo y dejando poco a poco atrás la inocencia en un mundo donde la situación de la mujer seguía siendo de falta de libertad y de independencia. En lo que respecta a Catherine Morland tengo que sincerarme, yo misma no la calificaría de heroína como se suele hacer, de hecho, me parece un tanto exagerado. Si bien es cierto que en la novela asistimos a su transformación y madurez, no posee el mismo empaque que otras protagonistas del universo Austen. Catherine Morland es tal vez la protagonista que menos me ha gustado hasta el momento, por su falta de interés hacia el estudio, por esa perenne inocencia infantil y por ese carácter ingenuo y crédulo que le hace protagonizar alguna que otra escena cómica. Eso si, no todo es malo en ella, Jane Austen le concede al personaje un don muy importante y que también le hará meterse en algún que otro lío, el de la imaginación, que en su caso, será desbordante. Esta se ve reforzada por su obsesión, más que pasión, por la novela gótica a la que Jane Austen dedica algunas páginas de este libro. Su opinión sobre ellas es ligeramente crítica, incluso se permite el lujo de citar libros reales de la época y usarlos como parte de las lecturas que estimularán la imaginación de la protagonista, tal es el caso de Los misterios de Udolfo o The Italian ambas escritas por Anne Radcliffe. En lo que respecta a otros personajes, encontramos a Henry Tilney, que resulta no corresponderse con el típico galán austeniano, pragmático y exento de romanticismo, al que poco a poco veremos expresar sus sentimientos verdaderos. Aunque sinceramente, el personaje que más me ha gustado ha sido Isabella Thrope, manipuladora, inteligente, egoísta, sin posibles ni conexiones para poder ascender socialmente. Su obsesión por encontrar un esposo para escalar posiciones en la burguesía podría resultar una mordaz crítica a la sociedad de su tiempo. Mención a parte merecen las exquisitas descripciones de Bath, de la abadía y de su entorno, logrando que el lector se transporte inmediatamente a esos lugares. Por último, cabe comentar que La Abadía de Northanger podría definirse como una de las novelas más divertidas de Jane Austen. Tirando de su ya mítica ironía y aprovechando la forma de ser de Catherine Morland, la autora consigue darle una nueva dimensión a La Abadía de Northanger sin perder nunca esa personalidad que la caracteriza y que le ha convertido en una escritora inmortal.
En lo que respecta a la reflexión y aunque La Abadía de Northanger da para más de una, he preferido decantarme por la que más inquietud me ha despertado. En la presente novela se habla de otras novelas, de novelas góticas en concreto, donde los castillos tenebrosos, los fantasmas, los pasadizos secretos o los misterios sin resolver son sus elementos más característicos y parodiados al mismo momento. Además de ser una novela de maduración personal, La Abadía de Northanger también es un libro donde se observa el entorno a través de unos ojos influenciados por todas esas historias tenebrosas. Dicho de otra forma, Catherine Morland, la protagonista, ve la vida como si se tratase de una de esas novelas góticas que tanto admira. Una existencia llena de intrigas, peligros y de enigmas que merecen una respuesta. Evidentemente, y como ya se demuestra en el libro de forma bastante cómica, la vida no es una novela gótica ni la que podemos encontrar en cualquier otra. No obstante, y esto algunos autores lo han logrado plasmar, la vida, la realidad de su tiempo, puede apreciarse en su obra. Incluso hay quien hace de ella su seña de identidad en el mundo de la literatura. Los buenos libros nos hacen viajar, llorar, amar, empatizar con los personajes, ponernos en su misma piel, observar, oler, saborear, acariciar... Y lo más importante, nos enseñan. Hasta la novela más insulsa puede contener alguna enseñanza que merezca ser tenida en cuenta. Gracias a los libros podemos comprobar como era la existencia en un tiempo determinado del pasado, como trabajaban, en qué pensaban, cuales eran sus opiniones respecto a temas de vital importancia en su época, cuales eran sus obligaciones, sus miedos, sus sueños, sus angustias, su concepto de felicidad, de tristeza, de amor. ¿Cómo les afectan los cambios? ¿Y la rutina? ¿Y su propio pasado? Evidentemente, si nos queremos especializar, debemos acudir a los libros de Historia, pero, no esta de mas pasearse de vez en cuando por novelas que, aunque subjetivamente, nos transporten a épocas pasadas. No hace falta una novela histórica para ello, sólo hace falta interés y un poco de valentía para leer a los clásicos, representantes de una época que nunca volverá y cuyo testimonio novelado siempre podrá formar parte de nuestros referentes. La vida no es una novela, tal y como Catherine Morland cree en un principio, pero la vida si que puede servir para escribir un libro. La Abadía de Northanger: una historia de amor, equívocos, situaciones cómicas, inocencia, aprendizaje, intereses, literatura...Una novela de iniciación al más puro estilo Jane Austen.
Frases o párrafos favoritos:
"Sin embargo, cualquier cosa, por incomprensible que nos parezca, tiene explicación si se indaga las causas que la originan" Película/Canción: como ha sucedido con otras novelas de Jane Austen, La Abadía de Northanger ha sido adaptada a la televisión en dos ocasiones. La primera en 1986 y la más reciente en el 2007, donde apreciamos las interpretaciones de unas jovencísimas Felicity Jones y Carey Mulligan en los papeles de Catherine Morland e Isabella Thrope respectivamente. Actrices que por aquel entonces comenzaban a hacer sus pinitos en la interpretación frente a las cámaras y que hoy en día se han convertido en dos de las actrices británcias más solicitadas del momento. Aquí os dejo el tráiler de esta última adaptación:
Autor: Eileen Chang (1920-1995) nació en el seno de una familia de clase alta de Shanghái. Su madre fue una mujer moderna educada en Inglaterra; su padre un adicto al opio de ideas tradicionales. El matrimonio terminó en divorcio y Eileen quedaría bajo la custodia de su padre, hasta que los maltratos a los que éste la sometía la obligaron a irse a vivir con su madre. Tras la invasión japonesa en Hong Kong en 1941, en cuya universidad estudiaba literatura, volvió a la también ocupada Shanghái, donde empezó a publicar en revistas los cuentos y nouvelles que la convirtieron en una famosa escritora. En 1944 se casó con Hu Lancheng, un político que colaboraba con los japoneses y del que se divorciaría tres años después. La llegada de los comunistas al poder la llevaría a EEUU en 1955, donde moriría cuarenta años más tarde sin haber vuelto nunca a China. Durante sus años en EEUU, Chang dio clases en distintas universidades y continuó escribiendo ensayos, narrativa y guiones para películas rodadas en Hong Kong, durante el régimen comunista sus libros quedaron relegados en la China continental por motivos políticos. En los años noventa, coincidiendo con la apertura del régimen y el ascenso de una pujante clase media, su obra fue redescubierta con gran éxito. Entre sus libros destacan La jaula dorada, La rosa roja y la rosa blanca, Un amor que destruye ciudades y Deseo y peligro (llevada al cine por el oscarizado director Ang Lee en 2007).
Editorial: Libros del Asteroide.
Idioma: chino.
Traductor: Anne-Hélène Suárez y Qu Xianghong.
Sinopsis:Un amor que destruye ciudades está ambientada en la China de los años cuarenta: los Bai, una familia tradicional de Shanghái, buscan pretendiente para una de sus hijas solteras. Cuando la señora Xu les presente a un rico heredero, Fan Liuyuan, este se quedará prendado de otra de las hermanas: la joven y bella divorciada Liusu, quien ante la animadversión de sus hermanos decide instalarse en Hong Kong, y alejarse del yugo familiar.
Su lectura me ha parecido: breve, intensa, sorprendente, pequeña, interesante, reflexiva, contundente en sus explícitas críticas...Queridos lectores y lectoras ¿Qué tendrá la literatura de extremo oriente que nos gusta tanto? ¿Será esa prosa tan delicada e intensa lo que nos atrae? ¿Tal vez la capacidad de algunos autores por tocar la fibra sensible del lector? ¿O quizás ese marcado enfrentamiento entre el mundo rural y las grandes ciudades, o lo que es lo mismo, entre la tradición y la modernidad? Muchos de los de mi generación nos introdujimos en la literatura de esta serie de países gracias a Haruki Murakami. Si, ese escritor japonés que protagoniza más de un meme cuando se acercan las fechas del anuncio del Premio Nobel de Literatura, pero que sin embargo, logró cautivar a millones de lectores en todo el mundo gracias a su originalidad y belleza en su escritura, dignas de merecer algún día, si es que los académicos quieren, dicho premio tan importante. Gracias a Murakami aprendimos mucho de la cultura japonesa, de las diferencias abismales entre el campo y las metrópolis, del arrollador poder de los sentimientos, de como el pasado a veces puede condicionar nuestro presente y de la brevedad de la vida. Pasado un tiempo y tras este boom procedente de Japón, las editoriales, síntoma de que las cosas afortunadamente están empezando a cambiar, empezaron a editar y a traducir al castellano textos nunca antes vistos en nuestro país, libros cuya temática no nos es desconocida pero originales en cuanto a su forma de narrarlos, de expresarlos, de contarlos. Todos ellos firmados con nombres de autores y autoras procedentes de Japón, China, Corea del Sur, Vietnam...Y lo más importante, publicados en sus países de origen desde hace años y siglos incluso. Unos nos llegan precedidos por la enorme influencia cultural en sus países de origen, otros por su carácter novedoso y avanzado, pero también los hay, que permanecieron olvidados y censurados por las autoridades políticas de su tiempo, algo que le sucedió precisamente al libro que hoy tengo el placer de reseñar. Un amor que destruye ciudades: un canto al amor, a la independencia de la mujer y a la literatura de alto voltaje.
La historia de como Un amor que destruye ciudades llegó a mis manos es bien sencilla. Sin embargo, creo que conviene, y más en este caso, empezar por el principio. Como ya he dejado caer en el primer párrafo, una servidora vivió la época de máxima fama y apogeo de Haruki Murakami. La gente hablaba maravillas de sus libros, pero sobre todo, de su forma de narrar, tan personal, tan intensa, tan bella. Pasó un tiempo antes de que pudiese adentrarme en las páginas de uno de sus libros más famosos Tokio Blues, cuya lectura siempre recordaré por ese cambio que experimenté en lo concerniente al acto de leer. Sabía que no iba a lograr, ni en un millón de años, igualarlo en calidad a la hora de escribir mis propios relatos, pero a partir de Tokio Blues, empecé a fijarme más en los detalles estilísticos y a ser más analítica cuando disfrutaba de una lectura. Aprendí que además de pasármelo estupendamente, también podía aprender al mismo tiempo. Tras esa primera novela leí otras posteriores del autor, con mejor o peor resultado, y entre tanto, comencé a sentir curiosidad por la literatura de otros países del entorno. Sin embargo, ese empujón que necesitaba llegó gracias a una asignatura cursada durante mis años universitarios. En ella, el profesor nos habló de África, Oriente Próximo y Extremo Oriente, ahondó en sus respectivos procesos históricos durante la edad contemporánea. Desde ese momento, una servidora empezó a fijarse en todos esos títulos clásicos que las editoriales empezaban a publicar, y pronto sentí esa curiosidad tan característica en mi, esa indomable inquietud que sacude y acrecienta mis ganas de seguir aprendiendo, descubriendo, explorando. Y de este modo, gracias a ese conjunto de factores, acabé haciéndome con un ejemplar de Un amor que destruye ciudades, escrito por Eileen Chang y traducido por primera vez en castellano. No se si fue exactamente su historia, que la editorial lo promocionaba o las dos cosas a la vez lo que me atrajo a primera vista. Lo que si que sabía a ciencia cierta es que el sólo hecho de presentarse como una lectura que desde otros blogs y plataformas digitales se recomendaba fervientemente, acabó por convencerme ligeramente. Lo que vino después queda explicado en el siguiente párrafo.
Centrándonos en la crítica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Un amor que destruye ciudades no es sólo encontramos Un amor que destruye ciudades, si no que nos depara una sorpresa mayúscula, la incorporación de un relato corto de gran originalidad. Es cierto que la editorial ha apostado por hacer más visible su texto más largo, Un amor que destruye ciudades, sin embargo, y aunque si que es cierto que encontramos una pequeña mención a este relato, creo que deberían haber promocionado Bloqueados igual que el otro, pues su calidad literaria no desmerece. Como nos encontramos ante un libro con dos historias, realizaremos la reseña por separado. En primer lugar, nada mas iniciar su lectura, nos topamos con el texto que da título al presente libro, Un amor que destruye ciudades, que nos traslada al Shanghái de los años 40 del siglo XX y nos introduce en una historia de amor exenta de edulcorantes y con una crítica encubierta muy potente. Lo primero que nos llama la atención es su prosa ligera, ágil pero intensa al mismo tiempo. Este texto se presta a una lectura fácil y rápida, esa a la que poco a poco nos están acostumbrando, pero que sin duda, merece un lector mucho más analítico y abierto. Seguidamente, y como es tradición en este tipo de literatura, nos encontramos con esa intención de hacer ver al lector como la tradición, a pesar de los avances, sigue imperando en una sociedad como la china. Si en algunos clásicos de la literatura europea o norteamericana éste aspecto nos parece habitual y reiterativo en ocasiones, leyendo a Eileen Chang, éste adquiere una dimensión diferente, más incisiva si cabe, como pretendiendo visibilizar aún más que es un problema de actualidad y de lejano origen. Por otro lado, y aunque es cierto que se intuye el contexto en el que se ambienta la novela, la autora logra que la acción en ocasiones escape de él, logrando una inusual autonomía que pocas veces he apreciado en otras novelas. Las acciones de los personajes importan más que lo que sucede ahí fuera, aunque en última instancia, el tiempo y las circunstancias históricas acabarán por condicionar a los personajes en las últimas páginas del libro. Mención especial merece esa reflexión entorno a la independencia de la mujer, siempre necesaria y que en el caso del presente escrito, resulta hasta reivindicativo. En segundo lugar, y en lo que respecta al relato corto Bloqueados, me ha parecido de una originalidad pasmosa, ya me gustaría a mi encontrar esa introspección y esa originalidad en mis propios relatos. En a penas unos minutos la autora estira la acción hasta evidenciar una realidad, y es que mientras el mundo se para, los pasajeros de un tren logran en poco tiempo ponerse en el lugar de la persona que les gustaría ser, imaginan cambiar de vida, aunque solamente sea por unos segundos. Un instante en el que dejan volar sus deseos más ocultos mientras que la realidad se ha congelado al otro lado del cristal.
Como conclusión a la redacción de esta reseña, en esta ocasión, me gustaría plantear mi reflexión personal a partir de las siguientes palabras de la autora. Según Eileen Chang: "Sólo quiero escribir sobre las cosas triviales que suceden entre hombres y mujeres; no hay guerra ni revolución en mi obra porque creo que cuando las personas se enamoran, son más inocentes y están más desamparadas que cuando luchan en guerras y revoluciones." Hay que tener en cuenta que gran parte de la literatura de Chang se desarrolló en tiempos muy convulsos para China y, todo hay que decirlo, es interesante encontrarse con una escritora que está mas interesada en cuestiones que escapan a la guerra y a la revolución, en clara diferencia a lo que años más tarde sucedería de la mano de Mao Zedong. Retomando las palabras de la escritora china, he de reconocer que en parte tiene razón, es verdad que ante ese contexto, muchos autores se ven influenciados por el contexto de guerra para denunciar la situación a través de sus novelas, y luego esta Eileen Chang, cuyo punto de vista al respecto no deja de ser interesante. Al escribir sobre sentimientos tan poderosos como el amor, la envidia, la tristeza o el miedo creas una atmósfera única y que, si se hace bien, puede incluso quedar para la posteridad. Pero de sentimientos vacíos no va la cosa en Eileen Chang, al contrario, si volvemos la vista a la época en la que comenzó a escribir y a labrarse un futuro como escritora, nos damos cuenta que su prosa tiene más peso si cabe, pues, los sentimientos, en este caso el amor, cambia a las personas. No es lo mismo estar enamorado o enamorada en tiempos de paz que en tiempos de guerra, no se puede ni comparar, es más, ni siquiera logro encontrar palabras para describirlo, simplemente, cuando la realidad esta teñida de llantos y sangre, nadie esta para pensar en el amor. Sin embargo, Chang logra que esos sentimientos permanezcan igual de poderosos a pesar de la destrucción y de la incertidumbre política, y eso a fin de cuentas, es algo que nos debería hacer reflexionar detenidamente sobre si eso es cierto, si se puede amar con intensidad cuando el mundo se desmorona al rededor. Por otro lado, las palabras de la autora también remiten a una cuestión a la que no solemos prestar atención. La historia está plagada de grandes personajes: reyes, militares, cronistas, papas...Cuyas opiniones han trascendido hasta la posteridad, pero ¿Qué hay del campesino que trabajaba la tierra mientras se estaba produciendo la Revolución Rusa? ¿Y de la joven que trabajaba de sol a sol en una de las muchas fábricas londinenses durante el XIX? ¿Quién sabe que pensaba la gente de un poblado machacado por el avance del colonialismo en África? Hasta hace poco, nadie se preocupaba por ellos, ni siquiera los propios historiadores. Eileen Chang en este libro demuestra que esas historias, aunque procedentes de su privilegiada imaginación, por muy insignificantes que parezcan, al fin y al cabo, son mujeres y hombres, quienes a pesar de no ostentar el poder, pueden hablar y contar su experiencia, su propia historia. Un amor que destruye ciudades: una historia de amor, pasión, tradición, modernidad, rebelión...Una novela corta y un relato que nos dejan con ganas de más escritos de Eileen Chang. Frases o párrafos favoritos:
"Primeras nupcias, cuestión de familia. Segundas nupcias, cuestión personal."
"La ciudad de Shanghái entera se había echado una cabezada y había tenido un sueño absurdo."
Película/Canción: aunque de estos textos no hay noticias de una posible adaptación televisiva o cinematográfica, lo cierto es que uno de sus libros, Deseo, peligro se adaptó con gran éxito al cine de la mano de el reputado director Ang Lee. El padre de Brokeback Mountain y La vida de Pi nos regaló en el año 2007 esta interesante adaptación. Aquí os dejo con una pieza de su interesante banda sonora:
Autor: Kate Chopin (1850-1904), comenzó su carrera literaria tras la muerte de su marido. Escribió dos novelas y gran cantidad de relatos, además de cuentos infantiles. Su obra causó controversia por su directo tratamiento de la sexualidad y su abordaje de temas tabú para la época. Actualmente es reconocida como una autora fundamental de la literatura feminista, y su segunda novela, El despertar, se ha convertido en un clásico.
Editorial: Defausta.
Idioma: inglés.
Traductor: Susana Prieto Mori.
Sinopsis: Thérèse Lafirme se ve obligada al enviudar a ocuparse de sola de su plantación en Luisiana. Sus fuertes convicciones morales y religiosas le impiden aceptar la proposición matrimonial de David Hosmer, un hombre se negocios divorciado, pese al profundo amor que tiente por él. Un magnífico retrato de una sociedad sureña económicamente desgarrada por las tensiones raciales y el eterno conflicto entre las necesidades personales, familiares y sociales.
Su lectura me ha parecido: breve, intensa, muy avanzada para su época, clásica, interesante, controvertida...Queridos lectores y lectoras, la literatura norteamericana, a pesar de ser una de las más jóvenes, está plagada de grandes escritores. Caracterizada por la influencia anglosajona en las primeras épocas y por su capacidad de evolucionar hacia un estilo más autóctono en última instancia, ésta ha sabido estar presente entre nuestras lecturas habituales. A todos se nos viene algún nombre a la cabeza. La inolvidable poesía de Walt Whitman, las oportunas reflexiones de Henry David Thoreau, las descripciones psicológicas de Nathaniel Hawthorne, la feroz crítica de Mark Twain o la revolución en el relato que llevó a cabo el grandísimo Edgar Allan Poe. La lista es larguísima ya en el siglo XIX, a la que se añadirían autores como William Faulkner, T.S Eliot, Raymond Chandler, F. Scott Fitzgerald, Henry Miller, Ernest Hemingway, John Steinbeck, Truman Capote, Paul Auster, Philip Roth o Tenesse Williams entre otros. No obstante, es más difícil que nos acordemos de ellas, pues también hubo mujeres escritoras en los Estados Unidos de América. No suelen ser sus nombres los primeros que se nos vienen a la cabeza cuando pensamos en literatura estadounidense, pero lo cierto es que las había. Emily Dikinson, Edith Wharton, Gertrude Stein, Flannery O´Connor, Harper Lee, Maya Angelou o Sylvia Plath pertenecen a ese privilegiado y selecto club de las que consiguieron hacerse un importante hueco en el panorama literario y cultural de su país natal. No obstante, entre los recovecos de la historia, encontramos otros nombres de mujer que injustamente no aparecen tan asiduamente junto al sus coetáneos, como es el caso de la autora cuya novela hoy tengo el placer de reseñar. La culpa: una vuelta de tuerca a las historias de amor tradicionales.
La historia de como La culpa llegó a mis manos fue sencilla, pero es necesario empezar por el verdadero principio. Como bien sabréis, durante estos últimos años, como lectora y como persona, he tomado la decisión de ampliar mis horizontes y no acallar esa maravillosa curiosidad que desde siempre he tenido hacia los libros y la literatura. Esa inquietud, que en ocasiones me ha dado buen resultado, me ha llevado a interesarme por un cierto tipo de libros, esos que parecen nuevos ante nuestros ojos pero que en realidad no lo son, esos que llevan años e incluso siglos publicados, esos que aparecen traducidos por primera vez en mucho tiempo al castellano, esos cuyo título y autor no nos suenan de nada, esos que cuentan historias que en muchos casos son igual de buenas que las de los más insignes, esos que cuya pluma nos transportan a mundos y que nos ofrecen otras perspectivas de un mismo tema... En definitiva, los best sellers están muy bien pero, aunque sea de vez en cuando, uno necesita empaparse de esas pequeñas y desconocidas joyitas. La culpa de Kate Chopin pertenecía a esa clase de libros, lo supe nada mas leer tanto la escueta biografía de la autora como la sinopsis del libro. Además de ser uno de esos tesoros literarios que no se encuentran tan fácilmente, estaba escrito por una mujer, y si duda, fue esto último lo que me hizo desear adentrarme en sus paginas. Lo veía, cada vez que me adentraba en alguna de las librerías que pueblan mi ciudad, ahí, expuesto, humildemente, pero derrochando atractivo literario. Finalmente y gracias a Defausta, pude por fin satisfacer ese hambre lector que llevaba tantos meses dentro de mi. Tardé un tiempo en poder iniciar su lectura como tocaba, aún así, y sólo cuando mis dedos acariciaron la última página, supe que mi instinto seguía más en forma que nunca.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que La culpa presenta una lectura entretenida, ágil y sorprendentemente amena. La verdad es que siempre es un gustazo comprobar como la literatura universal es capaz de atraer incluso al lector menos versado en estas lides. En mi caso, me alegró enormemente toparme con un libro que por un lado viene de una época apasionante de la historia de Estados Unidos y que por otro, no deja de resultar tan actual para los tiempos que corren. Seguidamente, he de confesar que, irremediablemente y espero no estar cometiendo un sacrilegio, La culpa me recordó ligeramente al universo de Lo que el viento se llevó. El mundo rural, la protagonista de fuerte carácter, las diferencias entre el campo y la ciudad, la situación de los esclavos afroamericanos, un amor apasionado, envidias feroces...Todo aquel que me conozca un poco sabrá que soy una auténtica fan de esa famosa película, si, se que es infinitamente larga y que ahora aburriría a más de uno, pero no puedo evitarlo. Me fascinan sus diálogos, la fotografía, el vestuario y la interpretación de Vivien Leigh como la famosísima Escarlata O´Hara siempre será uno de mis referentes. Como era de esperar y aunque La culpa se diferencia un poco de Lo que el viento se llevó, disfruté mucho de esta experiencia lectora, me gustó de alguna manera reencontrarme con ese mundo tan cinematográfico y literario al mismo tiempo que tanto me fascina. Eso si, en La culpa me faltó un poco de descripción del contexto histórico en el que se desarrolla la novela. Cuando me adentro de un libro, sea el que sea, me gusta observar como la acción de los personajes se ven condicionadas por la época y sus hechos históricos. Sin embargo, en La culpa, a penas se ofrecen pinceladas, si bien es cierto que enseguida intuimos que nos encontramos en plena Guerra de Secesión, pero en ningún momento se hace referencia a ella, ni parece que exista un problema racial con los sirvientes de la casa. Esto puede significar dos cosas, o bien que la autora simpatizase con la causa del sur o que, simplemente, quisiese dar más protagonismo al drama de sus personajes principales, lo que parece más probable. En relación con esto último, cabe mencionar que La culpa narra una historia de amor atípica, donde no tiene cabida el sentimentalismo tan típico de este tipo de novelas, lo cual, el lector acaba agradeciendo enormemente. Y en donde además, nos topamos con dilemas morales que para esa época eran trascendentales, como la cuestión del divorcio enfrentado a las fuertes y arraigadas creencias religiosas. No quiero desvelar mucho más en este sentido, pues, creo que lo mejor es que el lector acabe de descubrirlo por su cuenta, pero, os aseguro que la historia, desde ese prisma no tiene desperdicio. Por último, dos breves apuntes. En primer lugar, me ha sorprendido toparme con el acento, si es que se le puede llamar así, de los esclavos afroamericanos. Seguramente no sea el término más correcto, pero, sinceramente, creo que ha sido todo un acierto reflejarlo, pues enriquece fonéticamente la novela. Y en segundo lugar, una pequeña pega, el tamaño de la letra unido a la falta de espacio en el interlineado disuaden un poco su lectura. En mi caso no ha sido así, pero, quien no esté acostumbrado, puede jugar en contra del libro y de la historia que en él se narra.
En este último párrafo, y hoy más que nunca, quiero dejar constancia de mi opinión. Antes meditaba sobre el tema a abordar en la reflexión final. Mi cabeza giraba entorno a cuestiones como el mundo del campo, la atemporalidad de esta novela o las representaciones femeninas y masculinas que Kate Chopin realiza en esta novela. Sin embargo, un artículo en prensa lo cambió todo. Hace unos días, la polémica saltaba del papel a las redes sociales, Javier Marías, conocido escritor y habitual columnista, cargó contra el feminismo moderno y criticó las alabanzas hacia la poetisa Gloria Fuertes, pues, según su opinión, no es tan buena como nos quieren hacer creer. Dejando a un lado la cuestión de Gloria Fuertes, una escritora como la copa de un pino por cierto, me gustaría a propósito de esta reseña comentar algo. Todos conocemos a autoras ilustres que han pasado a la historia: Jane Austen, Charlotte Brontë, Edith Wharton, Carmen Laforet, Rosa Chacel, Emilia Pardo Bazán...Eso está claro, pero, ¿sabemos quién fue Marian Engel? ¿Angela Carter? ¿Luisa Carnés? ¿Frances Burney? ¿Torbor Nedreaas? ¿Sofía Fédorchenko? ¿Margaret Cavendish? ¿O la propia Kate Chopin? ¿No verdad? ¿Por qué será? Javier Marías diría que porque no fueron buenas en su tiempo y se burlaría del feminismo por tratar de ponerlas en valor, yo digo que ha sido el machismo más repugnante el que ha permitido que caigan en el olvido. Pues queridos lectores y lectoras, éstas autoras, han sido algunas de las que han irrumpido en mi vida por sorpresa gracias a esa impresionante labor que están realizando algunas de las editoriales más humildes pero enormemente comprometidas con el lector. Unas me han gustado más que otras, eso está claro, pero, no por ello, desprecio su trabajo, su labor en el campo de la literatura, sus estilos y sus temas tan oportunos para los tiempos que corren. Es más, y parece que a Marías se le ha olvidado, que muchas de las autoras que nombra, sufrieron en carne propia el machismo de su época, las dificultades para poder llegar a publicar, y como no, las barreras que les impedía estar intelectualmente a la altura de los hombres. Sin ir más lejos, en el caso de dos autoras españolas que el artículo se nombran, la una fue rechazada una tras otra sus candidaturas a ingresar en la RAE y la otra vio como su carrera literaria se truncaba por envidias de sus compañeros escritores y por un contexto de postguerra que retenía a las mujeres en el hogar. Es cierto que ahora, todas ellas reciben el respeto y la admiración de los lectores del siglo XXI, pero también hay que ser conscientes de lo mucho que ellas pelearon y el esfuerzo que editorialmente se ha hecho para situarlas en el lugar que les corresponde. Con esa perspectiva histórica y esa concienciación uno aprende a ser más abierto de mente, más analítico, más crítico y ver más allá de esos argumentos que sólo hacen que menospreciar el trabajo de las editoriales y de las autoras también. Libros como La culpa, tan bien escritos y tan modernos para su tiempo, nos deben hacer reflexionar sobre la importancia de ese rescate literario, de ese amor por los lectores, de ese compromiso con la sociedad, de ese intento por ofrecer a las futuras generaciones de mujeres modelos en los que poder reflejarse o imitar. No todo es maravilloso ni estupendo en los libros escritos por mujeres, pero, hay literatura más allá del corpus clásico, más historias, más mujeres increíbles que están deseando ser leídas, aunque en muchos casos éstas lo hagan desgraciadamente desde la tumba. La culpa: una historia de amor, ambición, campos de algodón, envidias, religión...Una novela recuperada para el gran público, un libro que llega desde el pasado para reflexionar sobre el presente. Frases o párrafos favoritos:
"Seguía preguntándose "¿Hice lo correcto?", y debía acatar la respuesta a aquella pregunta, ya fuera con la fría satisfacción de haber cumplido esa virtud o con el imperecedero remordimiento que apuntaba a una meta en cuyas laberínticas posibilidades su alma se perdía y desvanecía." Película/Canción: aunque todavía no existan noticias de una posible adaptación cinematográfica o televisiva, aquí os dejo la pieza de BSO que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña, evocadora y delicada.