OSO VS. TIBURÓN
Título: Oso vs. Tiburón.
Autor: Chris Bachelder (Minneapolis, 1971) es escritor y articulista, colabora habitualmente en las revistas McSweeney´s Quarterly Concern y The Believer. Ha ejercido como docente de Literatura y Escritura Creativa en las universidades de Colorado, Carolina del Norte, Nuevo México, Massachusetts y Cincinnati, donde enseña en la actualidad. Es autor de las novelas Oso vs. Tiburón, U.S!, A propósito de Abbott y Lessons in Virtual Tour Photography. Su última novela, The Throwback Special, ha sido finalista del National Book Award en 2016. (Fuente: Automática).
Editorial: Automática.
Idioma: inglés.
Traductor: Enrique Maldonado Roldán.
Sinopsis: en un terreno de juego relativamente equilibrado (es decir, con suficiente profundidad de agua para que un Tiburón pueda maniobrar debidamente, pero no demasiada, para que un Oso pueda hacer pie y manejarse con su característica destreza), ¿quién ganaría un combate entre un Oso y un Tiburón? En esta feroz y afilada sátira de nuestra mediatizada cultura contemporánea, acompañaremos al Sr. Norman y su familia en un periplo hasta la nación soberana de Las Vegas, donde asistirán a Oso vs. Tiburón II, el espectáculo definitivo para el que - gracias a un ensayo de su hijo: Oso VS. Tiburón: una razón para vivir - han ganado cuatro entradas. En el trayecto se cruzarán con fanáticos terroristas, culturistas, teólogos, autores autoeditados, el último Cantautor...Oso VS. Tiburón está en boca de todos y sus opiniones polarizadas pronto comenzarán a sembrar extrañas dudas en el corazón del Sr. Norman. (Fuente: Automática).
Su lectura me ha parecido: extraña, alocada, oscura, muy crítica con la sociedad que estamos construyendo, atípica, completamente surrealista...Queridos lectores y lectoras, todos sabemos que Estados Unidos es uno de los países que mayor influencia tiene en el mundo, por no decir que probablemente sea el que más. A nadie se le escapa esta obviedad, pues, su poder se extiende a lo largo y ancho del globo terráqueo, logrando que sus costumbres se conviertan en nuestras también. Gracias a ello, al abusivo poder de la globalización, conocemos infinidad de aspectos distintivos de la cultura estadounidense. A saber su breve pero intensa historia, sus aparentemente idílicos barrios residenciales, sus casas unifamiliares con jardín, las hamburguesas, su peculiar patriotismo, los rascacielos en las grandes ciudades, las típicas cafeterías de carretera, la conquista del Oeste, los vaqueros luchando contra los indios, sus presidentes, el petróleo, los pueblos perdidos en medio de la nada, el Gran Cañón, Hollywood, la religiosidad, la tela vaquera, Harvard, Silicon Valley, la Casa Blanca, el Mayflower, el águila calva, el dólar, la Estatua de la Libertad, Times Square, el 4 de julio, el béisbol, el Black Friday...Son muchas las palabras que se nos vienen a la cabeza en relación con Estados Unidos, tantas como horas que empleamos consumiendo sus productos y cultura. La novela que hoy tengo el placer de reseñar aparecen otros dos elementos típicamente norteamericanos: la carretera y la sociedad del entretenimiento. Con el paso del tiempo ambos se han convertido en auténticos símbolos y modos de vida, tanto que hay escritores, como Chris Bachelder, que en el terreno de la literatura les han dado una siniestra vuelta de tuerca, hacia un futuro no tan lejano y que de verdad da miedo. Oso vs. Tiburón: la estupidez humana llevada al extremo.
La historia de como Oso vs. Tiburón llegó a mis manos fue fruto de la casualidad. Jamás había oído hablar de esta novela y mucho menos de su autor, el norteamericano Chris Bachelder. Es más, hacía bastante tiempo que llevaba desconectada de la novela norteamericana mucho tiempo. No sabría explicaros, lectores y lectoras, lo que me llevó a dejar de lado todo libro que tuviese algo que ver con Estados Unidos. Y eso que, un año antes de que llegase este libro a mi vida, me entusiasmaron unas clases del máster en la que, de manera demasiado breve, abordamos los principales acontecimientos de la historia de este país a partir de la II Guerra Mundial. Resultó un recorrido realmente apasionante, os lo aseguro, pero, creo que tras empaparme del tema y tras un año en el que acabé bastante cansada de ciertas cosas, me alejé durante unos meses de la literatura norteamericana. Oso vs. Tiburón apareció ante mis ojos en forma de correo electrónico. La editorial Automática, con la cual llevo un tiempo colaborando, lanzó el año pasado este libro tan llamativo como extraño. Por aquel entonces me apeteció y mucho sumergirme en su lectura, así que en cuanto pude me hice con él. Sin embargo, tengo que confesar que mi relación con esta novela no fue la que en un principio me esperaba. Entre que tardé mas de lo previsto en animarme a leerlo y que encima coincidió con ese descanso en lo que a lecturas norteamericanas se refiere, contribuyeron a que ese primer acercamiento a Oso vs. Tiburón fuese un autentico desastre. Durante todo ese tiempo traté de volver una y otra vez a su lectura, pero de nuevo, algo me hacía abandonarla. Y siguió así hasta que un día, antes de acabar el año, por fin, logré leerme Oso vs. Tiburón. No es que se tratara de un propósito a cumplir y que me quedaba pendiente del 2017, pero así fue, y cuando por fin lo hice, cuando al fin acaricié la última página, supe que algo se había movido dentro de mi. Oso vs. Tiburón no se ha convertido en uno de mis imprescindibles, pero si en un libro que, tras pillarle el truco, ronda en tus pensamientos durante los siguientes días.
La palabras que mejor define a Oso vs. Tiburón en su conjunto son desconcierto, impacto y reflexión. Una detrás de otra, así, sin posibilidad de cambio, pues, en el caso de que quitásemos una de las tres o cambiásemos el orden de éstas estaríamos deformando la sucesión de sensaciones de lectura que nos propone Bachelder. También tengo que avisar, queridos lectores y lectoras, que no nos encontramos ante la típica novela al uso, sino con algo mucho más extraño a primera vista y que irradia complejidad al mismo tiempo. Capítulos extraordinariamente cortos, diálogos que no parecen diálogos, descripciones que se leen a la velocidad de la luz, narradores ajenos a la propia historia, rapidez narrativa, apabullante trama, momentos en los que todos los personajes implicados desean hablar a la vez, psicodelia a borbotones...Cuando uno se adentra por primera vez en Oso vs. Tiburón no puede evitar pensar que está leyendo una autentica marcianada o un interesante ejercicio de literatura experimental, pero en realidad, y ahí es donde radica la magia de esta novela, Bachelder no hace más que poner al lector frente a un espejo ultradeformado de la realidad. Nadie te prepara para una lectura de este tipo y menos la sociedad en la que vivimos, que poco a poco va convirtiéndose en la que Bachelder describe en Oso vs. Tiburón. La historia es sencilla: una familia, la de los Norman, emprende un viaje por carretera en dirección a Las Vegas para poder asistir a un espectáculo de lo más esperpéntico: un combate a muerte entre un oso y un tiburón. A lo largo de este recorrido, la familia irá pasando por lugares y topándose con personajes extraños que indirectamente les harán reflexionar sobre el ridículo que la raza humana está haciendo como sociedad. Con esta trama es inevitable que el lector acabe reflexionando sobre ciertos temas, pues, y creo que esta es la verdadera intención de Bachelder, es necesario para darnos cuenta de la propia estupidez que abunda en el mundo, tanto en el de la ficción como en el de la vida real. Una de las cosas que más llama la atención de esta novela es seguramente el uso constante de estereotipos de la cultura americana, en especial, como he apuntado en el primer párrafo, los de la carretera y la sociedad del espectáculo representada en Las Vegas, sin olvidarnos de los valores de la familia americana embutida en un coche familiar del futuro. La metáfora en toda esta historia es evidente, hasta el punto de que Oso vs. Tiburón resulta una breve pero intensa alegoría de lo que podríamos ser. En cuanto a personajes, Sr. Norman, el padre de familia, resulta más interesante. Tan cerrado en un primer momento, tan imbuido en esa disparatada realidad y tan reflexivo al final de la novela. Sin duda, un personaje digno de cualquier distopía literaria al representar esa rebelión interna frente al despropósito.
Si uno se adentra en Oso vs. Tiburón está obligado a reflexionar muy seriamente sobre el mundo que estamos construyendo y en las personas en las que, debido en gran parte a las nuevas tecnologías, nos estamos convirtiendo. El 4 de diciembre del año 2011 se estrenó el primer capítulo de la famosa serie británica Black Mirror, una serie en la que cada capítulo narraba una historia independiente a la anterior y en donde se evidenciaba el lado oscuro de las nuevas tecnologías y su impacto sobre la sociedad. Capítulos como Himno nacional, 15 millones de méritos, Toda tu vida, Caída en picado, Oso Blanco o San Junípero nos estremecieron pero también nos pusieron en alerta sobre las posibilidades de que dichas historias pudiesen hacerse realidad en un futuro no tan lejano. Muchas críticas literarias han querido ver en Oso vs. Tiburón un nuevo capítulo de esta afamada y recomendadísima serie televisiva, y la verdad, no les falta razón, pues, lo que sucede en la novela de Bachelder bien podría suceder en los próximos años. Pero, ¿y si os dijera que ya hemos llegado a ello? ¿Y si lo que se narra en Oso vs. Tiburón ya se está dando, de forma más sutil eso si, en televisión? Hace unos años en Rusia se estuvo planteando muy seriamente la posibilidad de hacer un programa televisivo inspirado en los Juegos del Hambre, en donde los participantes tenían que sobrevivir para poder ganar el concurso. Un reality en el que por supuesto, estaba permitido cometer atrocidades, incluso el asesinato, con tal de sobrevivir a condiciones adversas. Por fortuna, esta idea nunca se llevó a cabo. Pero no nos tenemos que ir muy lejos para encontrar un programa de televisión en donde seguimos el día a día de los concursantes y en donde las redes sociales, para bien o para mal, juegan un papel clave. Estamos hablando de Gran Hermano, pero también, del nuevo OT con el que TVE pretende reconquistar a los espectadores a base de nostalgia, canciones, polémicas e invadir el espacio privado de los concursantes con un canal 24 horas a través de plataformas digitales. Por tanto, nadie escapa del escarnio público. Pero en donde los críticos ven espectáculo al servicio del pueblo, hay quien ve la oportunidad para hacer caja aprovechando ciertos espacios del 24 horas para anunciarse o colar publicidad descaradamente. Todo por la audiencia, todo por los espectadores, todo por lograr un mayor entretenimiento. Si quieren pelea, pues pelea. Si quieren beso, pues beso. Si quieren crear la ilusión de que no hay fricciones entre los concursantes, no hay problema, la magia de la tele se encarga de ello. Hay veces que ni nosotros mismos nos damos cuenta, pero, la realidad está muy cerca de parecerse a la de Oso vs. Tiburón, demasiado cerca, tan cerca que, como ya hemos podido comprobar, la tenemos a un paso de invadir nuestras vidas, si no lo ha hecho ya. Oso vs. Tiburón: una historia de despropósitos, cultura americana, locura, sordidez, reflexión, rapidez, inmediatez...Un ejemplo de como la sociedad puede acabar atrapada en las garras del más ridículo y oscuro entretenimiento.
Frases o párrafos favoritos:
"¿Quién carajo quiere quedarse atado con una cadena y ver como esas ideas enlazadas no te dejan moverte?"
Película/Canción: aunque pienso que los guionistas de Black mirror pueden encontrar en un futuro inspiración en esta novela, os dejo con una pieza tan famosa como apabullante, la cual simplifica a la perfección el frenesí en el que se mueven los personajes de esta novela.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Automática Editorial
La historia de como Oso vs. Tiburón llegó a mis manos fue fruto de la casualidad. Jamás había oído hablar de esta novela y mucho menos de su autor, el norteamericano Chris Bachelder. Es más, hacía bastante tiempo que llevaba desconectada de la novela norteamericana mucho tiempo. No sabría explicaros, lectores y lectoras, lo que me llevó a dejar de lado todo libro que tuviese algo que ver con Estados Unidos. Y eso que, un año antes de que llegase este libro a mi vida, me entusiasmaron unas clases del máster en la que, de manera demasiado breve, abordamos los principales acontecimientos de la historia de este país a partir de la II Guerra Mundial. Resultó un recorrido realmente apasionante, os lo aseguro, pero, creo que tras empaparme del tema y tras un año en el que acabé bastante cansada de ciertas cosas, me alejé durante unos meses de la literatura norteamericana. Oso vs. Tiburón apareció ante mis ojos en forma de correo electrónico. La editorial Automática, con la cual llevo un tiempo colaborando, lanzó el año pasado este libro tan llamativo como extraño. Por aquel entonces me apeteció y mucho sumergirme en su lectura, así que en cuanto pude me hice con él. Sin embargo, tengo que confesar que mi relación con esta novela no fue la que en un principio me esperaba. Entre que tardé mas de lo previsto en animarme a leerlo y que encima coincidió con ese descanso en lo que a lecturas norteamericanas se refiere, contribuyeron a que ese primer acercamiento a Oso vs. Tiburón fuese un autentico desastre. Durante todo ese tiempo traté de volver una y otra vez a su lectura, pero de nuevo, algo me hacía abandonarla. Y siguió así hasta que un día, antes de acabar el año, por fin, logré leerme Oso vs. Tiburón. No es que se tratara de un propósito a cumplir y que me quedaba pendiente del 2017, pero así fue, y cuando por fin lo hice, cuando al fin acaricié la última página, supe que algo se había movido dentro de mi. Oso vs. Tiburón no se ha convertido en uno de mis imprescindibles, pero si en un libro que, tras pillarle el truco, ronda en tus pensamientos durante los siguientes días.
La palabras que mejor define a Oso vs. Tiburón en su conjunto son desconcierto, impacto y reflexión. Una detrás de otra, así, sin posibilidad de cambio, pues, en el caso de que quitásemos una de las tres o cambiásemos el orden de éstas estaríamos deformando la sucesión de sensaciones de lectura que nos propone Bachelder. También tengo que avisar, queridos lectores y lectoras, que no nos encontramos ante la típica novela al uso, sino con algo mucho más extraño a primera vista y que irradia complejidad al mismo tiempo. Capítulos extraordinariamente cortos, diálogos que no parecen diálogos, descripciones que se leen a la velocidad de la luz, narradores ajenos a la propia historia, rapidez narrativa, apabullante trama, momentos en los que todos los personajes implicados desean hablar a la vez, psicodelia a borbotones...Cuando uno se adentra por primera vez en Oso vs. Tiburón no puede evitar pensar que está leyendo una autentica marcianada o un interesante ejercicio de literatura experimental, pero en realidad, y ahí es donde radica la magia de esta novela, Bachelder no hace más que poner al lector frente a un espejo ultradeformado de la realidad. Nadie te prepara para una lectura de este tipo y menos la sociedad en la que vivimos, que poco a poco va convirtiéndose en la que Bachelder describe en Oso vs. Tiburón. La historia es sencilla: una familia, la de los Norman, emprende un viaje por carretera en dirección a Las Vegas para poder asistir a un espectáculo de lo más esperpéntico: un combate a muerte entre un oso y un tiburón. A lo largo de este recorrido, la familia irá pasando por lugares y topándose con personajes extraños que indirectamente les harán reflexionar sobre el ridículo que la raza humana está haciendo como sociedad. Con esta trama es inevitable que el lector acabe reflexionando sobre ciertos temas, pues, y creo que esta es la verdadera intención de Bachelder, es necesario para darnos cuenta de la propia estupidez que abunda en el mundo, tanto en el de la ficción como en el de la vida real. Una de las cosas que más llama la atención de esta novela es seguramente el uso constante de estereotipos de la cultura americana, en especial, como he apuntado en el primer párrafo, los de la carretera y la sociedad del espectáculo representada en Las Vegas, sin olvidarnos de los valores de la familia americana embutida en un coche familiar del futuro. La metáfora en toda esta historia es evidente, hasta el punto de que Oso vs. Tiburón resulta una breve pero intensa alegoría de lo que podríamos ser. En cuanto a personajes, Sr. Norman, el padre de familia, resulta más interesante. Tan cerrado en un primer momento, tan imbuido en esa disparatada realidad y tan reflexivo al final de la novela. Sin duda, un personaje digno de cualquier distopía literaria al representar esa rebelión interna frente al despropósito.
Si uno se adentra en Oso vs. Tiburón está obligado a reflexionar muy seriamente sobre el mundo que estamos construyendo y en las personas en las que, debido en gran parte a las nuevas tecnologías, nos estamos convirtiendo. El 4 de diciembre del año 2011 se estrenó el primer capítulo de la famosa serie británica Black Mirror, una serie en la que cada capítulo narraba una historia independiente a la anterior y en donde se evidenciaba el lado oscuro de las nuevas tecnologías y su impacto sobre la sociedad. Capítulos como Himno nacional, 15 millones de méritos, Toda tu vida, Caída en picado, Oso Blanco o San Junípero nos estremecieron pero también nos pusieron en alerta sobre las posibilidades de que dichas historias pudiesen hacerse realidad en un futuro no tan lejano. Muchas críticas literarias han querido ver en Oso vs. Tiburón un nuevo capítulo de esta afamada y recomendadísima serie televisiva, y la verdad, no les falta razón, pues, lo que sucede en la novela de Bachelder bien podría suceder en los próximos años. Pero, ¿y si os dijera que ya hemos llegado a ello? ¿Y si lo que se narra en Oso vs. Tiburón ya se está dando, de forma más sutil eso si, en televisión? Hace unos años en Rusia se estuvo planteando muy seriamente la posibilidad de hacer un programa televisivo inspirado en los Juegos del Hambre, en donde los participantes tenían que sobrevivir para poder ganar el concurso. Un reality en el que por supuesto, estaba permitido cometer atrocidades, incluso el asesinato, con tal de sobrevivir a condiciones adversas. Por fortuna, esta idea nunca se llevó a cabo. Pero no nos tenemos que ir muy lejos para encontrar un programa de televisión en donde seguimos el día a día de los concursantes y en donde las redes sociales, para bien o para mal, juegan un papel clave. Estamos hablando de Gran Hermano, pero también, del nuevo OT con el que TVE pretende reconquistar a los espectadores a base de nostalgia, canciones, polémicas e invadir el espacio privado de los concursantes con un canal 24 horas a través de plataformas digitales. Por tanto, nadie escapa del escarnio público. Pero en donde los críticos ven espectáculo al servicio del pueblo, hay quien ve la oportunidad para hacer caja aprovechando ciertos espacios del 24 horas para anunciarse o colar publicidad descaradamente. Todo por la audiencia, todo por los espectadores, todo por lograr un mayor entretenimiento. Si quieren pelea, pues pelea. Si quieren beso, pues beso. Si quieren crear la ilusión de que no hay fricciones entre los concursantes, no hay problema, la magia de la tele se encarga de ello. Hay veces que ni nosotros mismos nos damos cuenta, pero, la realidad está muy cerca de parecerse a la de Oso vs. Tiburón, demasiado cerca, tan cerca que, como ya hemos podido comprobar, la tenemos a un paso de invadir nuestras vidas, si no lo ha hecho ya. Oso vs. Tiburón: una historia de despropósitos, cultura americana, locura, sordidez, reflexión, rapidez, inmediatez...Un ejemplo de como la sociedad puede acabar atrapada en las garras del más ridículo y oscuro entretenimiento.
Frases o párrafos favoritos:
"¿Quién carajo quiere quedarse atado con una cadena y ver como esas ideas enlazadas no te dejan moverte?"
Película/Canción: aunque pienso que los guionistas de Black mirror pueden encontrar en un futuro inspiración en esta novela, os dejo con una pieza tan famosa como apabullante, la cual simplifica a la perfección el frenesí en el que se mueven los personajes de esta novela.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Automática Editorial
aunque no me entusiasme el libro debo reconocer que la reseña es de lo más interesante al platear una reflexión tan actual como la que nos has presentado aquí. Hay que decirlo bien alto: ni sociedad de masas, ni capitalista, ni del conocimiento, lo que de verdad nos caracteriza es que vivimos en sociedades del espectáculo donde todos somos mercancía para en entretenimiento. Nos exponemos demasiado, nuestra intimidad se ha convertido en algo publico y si no se me cree, pensemos en las fotos o pensamientos íntimos que compartimos en las redes sociales. ¿no nos estamos exponiendo demasiado? insisto, hay que releer a Guy Debord
ResponderEliminarUna excelente reseña
Uy, la verdad que tanto el título como el argumento es bastante extraño y peculiar, y atractivo también, al mismo tiempo.
ResponderEliminarMmm creo que esperaré a alguna reseña más, y me decido, pero me has dejado muy intrigada.
B7s
Pues no me llamaba mucho este libro, pero tras ver tus reflexiones, sí que me has picado la curiosidad.
ResponderEliminarBesotes!!!