lunes, 7 de mayo de 2018

RESEÑA: Río revuelto.

RÍO REVUELTO

Título: Río revuelto.

Autora: Joan Didon (Sacramento, California 1934). Periodista y escritora. Graduada en Literatura inglesa por la Universidad de Berkley, California, su primer trabajo fue en la revista Vogue, donde acabó siendo editora. En 1964 se casó con el escritor John Gregory Dunne, con quien colaboró en la redacción de guiones cinematográficos. Ha sido colaboradora habitual de The New York Review of Books. Como escritora, debemos destacar: Según venga el juego (1971), Democracy (1984),Una liturgia común (2007), su obra autobiográfica El año del pensamiento mágico (2006), con la que obtuvo el National Book Award y fue finalista del Premio Pulitzer, y Noches azules (2011), un texto sobre la muerte de su hija. Su obra ensayística es muy extensa; de ella cabe señalar The White Album (1979), After Henry (1992), Salvador (1983), Miami (1987) o Political Fictions (2001). En España se ha publicado una recopilación de sus ensayos, con el título Los que sueñan el sueño dorado (2012). (Fuente: Gatopardo ediciones).


Editorial: Gatopardo.

Idioma: inglés.

Traductor: Javier Calvo.

Sinopsis: en un caluroso verano de 1959, el matrimonio formado por Everett McClellan y su esposa Lily, bisnietos de una larga línea de pioneros californianos, ven como se derrumba su vida bajo el peso acumulado de falsas apariencias, errores y traiciones. La historia comienza y termina con un disparo, cuya detonación lanza al lector veinte años atrás. Tomando el pretexto de un drama doméstico aparentemente inofensivo, Didon traza con precisión quirúrgica, un fiel retrato de la clase media californiana de la época y retuerce los clichés románticos para retratar como un visionario la imagen de América que se halla al final de los suelos se adentra en una temporada crepuscular de la que aparece ya no resurgirá. (Fuente: Gatopardo ediciones).

Su lectura me ha parecido: reflexiva, impactante original, compleja psicológicamente, de cuidada narración, con una catarsis que estremece, digno de ser leído...Queridas lectoras y queridos lectores. Ya es un hecho: el rescate editorial parece ser la tónica y lo que se lleva en tiempos en los que las nuevas tecnologías parecen anular la creatividad de muchas de las generaciones que vendrán. Con esto no estoy diciendo que, actualmente, no existan escritoras o escritores buenos, de hecho son muchos los que ahora mismo están triunfando con trabajos que merecen todos los premios y reconocimientos habidos y por haber. Sin embargo, no me podréis negar que el móvil distrae, la tablet absorbe parte de nuestro tiempo libre y las redes sociales la posibilidad de salir fuera y explorar lo que hay a nuestro al rededor. Parece que es muy difícil despegar los ojos de la pantalla, y cuando lo hacemos, no podemos estar más de dos segundos sin volver a ella. Por eso, entre otras cosas, las reediciones o recuperación de autores olvidados en los recovecos de la historia, parecen compensar todo espacio que esas futuras generaciones de escritores en potencia no aprovechan. Y digo autoras y autores olvidados, pero también escritores que en su momento no fueron traducidos y publicados ene este país a pesar del éxito que habían cosechado en el pasado. Y de vez en cuando, cuando una se adentra en estos textos, descubre verdaderos talentos, como el de la autora que hoy tengo el placer de presentaros. Una autora que, más allá de su interesante como trágica biografía, atesora una producción literaria que merece al menos una reseña en condiciones, una crítica a la altura de una de sus novelas más interesantes. Río revuelto: la caída de los McClellan y de la clase media californiana.


La historia de como Río revuelto llegó a mis manos es bien sencilla. Cédeme que lo es. Pero para seros sincera, tengo que comenzar mi narración en otro punto, es decir, en el momento en el que cometí la gran injusticia. Y como no podía ser de otra forma, ese acontecimiento se produjo durante una de mis habituales tardes de visita a alguna de las librerías de mi ciudad. Fue en una de ellas, creo incluso recordar en cual, donde por primera vez vi un libro escrito por Joan Didon. Se titulaba El año del pensamiento mágico y la verdad es que en su momento no le presté la atención que merecía. La edición era bastante vieja, con las páginas teñidas de amarillo en prácticamente su totalidad y la portada no podía ser menos atrayente. Recuerdo que pasé por delante, lo observé y pasé de largo. Todo eso sin pensar que en la librería lo habían colocado a la vista de todo el mundo, destacándolo por delante de filas y filas de libros, por algún motivo especial. Tal vez pensé que era un libro que tenían recogiendo polvo en el almacén y que aquella era una buena forma de deshacerse de él, pero, ¿y si estaba colocado de esa forma por otro motivo? ¿Y si en realidad era un buen libro, y que por tanto, merecía dicho reconocimiento? Pasaron los días, meses, años y no volví a escuchar el nombre de Joan Didon hasta que una mañana una de mis editoriales predilectas, Gatopardo ediciones, anunciaba a bombo y platillo que iban a editar Río revuelto, escrita, como no, por Joan Didon. De la noche a la mañana el nombre de Joan Didon había colapsado el panorama literario a pesar de que muchos, entre los que se encuentra una servidora, no teníamos ni idea ni habíamos oído hablar de esta escritora antes. Mi cara reflejaba incredulidad a medida que iba leyendo los comentarios de la gente en redes sociales respecto a esta noticia, pues, parecía ser que el que una editorial publicase un libro de Joan Didon era motivo de celebración. No contenta con eso, corrí a la Wikipedia, introduje el nombre de la autora en el buscador y comprobé que todos aquellos lectores tenían razón. No solo estaba ante una autora bastante singular, sino que me di cuenta de que El año del pensamiento mágico había resultado finalista del Pulitzer de Literatura, algo que me hizo morirme de la vergüenza. ¿Cómo es posible que lo pasara por alto? ¿Qué ni me fijase en él? "¡Que metedura de pata más grande!" pensé. Pero como para todo en esta vida hay solución, decidí subirme al carro del entusiasmo y probar suerte. Si había alcanzado tal reconocimiento con dicho libro, era posible que Río revuelto se convirtiera también en una gran lectura. Dispuesta a enmendar la tremenda justicia, y en cuanto el tiempo me dio un pequeño respiro, decidí hacerme con un ejemplar de Río revuelto. ¿El resultado de esta lectura? En el siguiente párrafo.


Centrándonos en la reseña propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Río revuelto presenta una de esas lecturas cuya particularidad puede enamorar o desagradar. Todo ello dependiendo del lector que se enfrente a ella. La novela de Didon discurre, casualmente como un río, despacio, con mucha calma, a pesar de ese potente inicio. Un río que de vez en cuando atraviesa pequeñas cascadas, corrientes más rápidas y sortea obstáculos que dificultan, aunque no impiden que éste siga su camino hasta desembocar en un torrente final, parecido al que encontramos en el nacimiento de esta novela, que va a parar a una calma tensa, similar a la que podemos encontrar en cualquier océano. En resumen, que si te gustan las historias con un ritmo lento, con pequeños sobresaltos en mitad de la trama y con un inicio y un final potentísimos, puede que ésta no sea tu novela. En mi caso, he de confesar que me ha gustado, aunque si que tengo que decir que he apreciado una ligera desigualdad en cuanto a las partes, siendo la segunda parte más interesante y fluida que la primera. Eso si, ese primer contacto que el lector experimenta con este libro está a la altura de las novelas cortas de Natalia Ginzbug, difíciles de olvidar y en las que un disparo, ya sea metafórico o literal, activa rápidamente la trama. Además del peculiar estilo, semejante al curso de cualquier río, este libro recibe dicho título también por cuestiones relacionadas con la historia que nos narra. Con un salto temporal bastante notable, viajamos de 1959 a 1938 para conocer la historia de una pareja, la formada por Lily y Everett, y con ellos, la historia del pueblo californiano en la primera mitad del siglo XX. Una sociedad que asiste, no sin reservas y con bastante asombro, a los cambios que se avecinaban y que iban a transformar de arriba abajo al estado. De inmensos ranchos a casas con jardín. De grandes extensiones de tierra a carreteras que parecen no tener fin. De una tierra de pioneros a tierra de inmigrantes en busca del sueño americano. De la agricultura al germen de un nuevo capitalismo cultural que pronto traspasará fronteras. En medio de esa época de transformación, en la que incluso las clases más acomodadas hacían lo posible por subirse al carro del cambio, se encuentra esta pareja, cuya convivencia marital (infidelidades, tragedias familiares, violencia..) transcurre al compas de los acontecimientos. En Río revuelto Didon demuestra ser una maestra de la construcción de personajes, sobre todo en el terreno de lo psicológico. Por un lado tenemos a Lily, una mujer emocionalmente frágil, de apariencia delicada, cuyo don de gentes no es especialmente bueno y que en el fondo se esconde una personalidad ligeramente temperamental reprimida por las apariencias. Y por otro nos topamos con Everett, callado, educado, paciente y resignado, una resignación que parece comerle por dentro. Ambos pertenecen a la clase alta californiana, una élite en la que encontramos a unos personajes secundarios igual de interesantes, como los de Martha, hermana de Everett y Ryder Channing, amante de ésta. Dichos personajes pululan al rededor de los protagonistas constantemente, y de su subtrama precisamente parten algunos de los grandes temas de reflexión de la novela, tales como la situación de inferioridad de la mujer en aquella época, el tabú del suicidio o la idea del amor romántico. Por último, destacar que Joan Didon no suele acabar las frases de sus personajes. Es decir, que éstas quedan en suspenso, como si los protagonistas fueran asaltados por un pensamiento pero son incapaces de comunicarlo, al menos en ese preciso instante. Esto no solo demuestra personalidad como escritora, también un recurso, de los muchos que existen, para dejar al lector con la miel en los labios, aunque éste ya sepa lo que el personaje quería decir, porque, lo mejor de todo es eso, que lo sabemos, por lo que la sensación de incredulidad e impotencia se acrecienta.


Como ya hemos comentado en el anterior párrafo, Río revuelto constituye no sólo el relato personal de una pareja con una relación azarosa, sino que también se introduce a los lectores en un contexto propicio, en consonancia con la trama principal. Mientras ese matrimonio parece desmoronarse con el paso del tiempo por culpa de la dejadez y la falta de confianza, a su alrededor, los legendarios ranchos de california se estropean, se caen a pedazos o son puestos en venta, porque la sociedad prefiere mudarse a los nuevos apartamentos que seguir manteniendo algo que lleva muerto mucho tiempo. Si lo miramos así, podríamos estar ante el enésimo y magistral uso de la metáfora. Pero más allá de todo ello, de lo que me gustaría hablaros es de una similitud que como lectora he encontrado entre Joan Didon, y su Río revuelto especialmente, y la literatura de F. Scott Fitzgerald. Como todos ya sabréis, F. Scott Fitzgerald fue uno de los escritores norteamericanos más importantes de la primera mitad del siglo XX, cuya producción literaria fue publicada prácticamente en su totalidad durante los años previos al Crack del 29 y que se caracteriza por haber sabido retratar a la clase alta de la sociedad estadounidense prácticamente al milímetro. Con sus dudas, problemas, frivolidades, derroches, miserias, contradicciones, intelectuales conversaciones, fiestas hasta el amanecer...Fitzgerald consiguió, con un sobresaliente y elegante estilo, describir todo ello y plantear al lector la duda de si aquel sueño iba a durar eternamente. Años mas tarde, con el estallido de la crisis, todo ese glamour desapareció, y con él, toda esa actitud ante la vida. No digo que la clase alta desapareciese de un plumazo, pero si es cierto que muchos de ellos se vieron engullidos por las consecuencias de dicho modo de vida, unos porque se han visto como su excesivo tren de vida se detiene en la estación menos próspera y otros porque directamente todos esos excesos pasan factura a la salud (que fue el caso del propio FitzGerald). El escritor norteamericano dio en el clavo al hablar de estos temas y al presentarlos con un estilo que oscila entre la rimbombante pompa y la reflexión más inquietante, algo que, desde otra mirada, Joan Didon parece hacer en Río revuelto décadas después. El contexto no es el mismo, como tampoco los paisajes, la mirada, el narrador, los personajes o las preocupaciones de éstos. Pero, y en esto Didon se asemeja a Fitzgerald, el sentimiento de pérdida y de renovación es una constante a lo largo de la novela. Si en los años 20 Fitzgrerald lanzaba la pregunta de ¿cómo sería el mundo si de pronto desapareciese todo ese nivel de vida? Didon parece responderle con una palabra clave: cambio. Seis letras, tres vocales, múltiples aplicaciones. El cambio es lo que une en el tiempo a ambos autores, al primero por interrogar y a la segunda por recoger el guante y plasmar su visión en forma de novela dramática. Dicen que los cambios son necesarios y que en la mayoría de los casos conducen a algo mejor. Sin embargo, no había encontrado todavía a otra escritora o escritor que describiese la angustia ante esa perspectiva tan crucial que estuviese a la altura del autor del Gran Gatsby. No obstante, y casi por sorpresa, puedo asegurar, con todo lo que he comentado antes, que Joan Didon parece ser la digna, y más sobria, sucesora de Fitzgerald. Río revuelto: una historia de pasión, infidelidad, riqueza, abandono, renovación, secretos, personalidades ocultas...La excusa para descubrir a una autora realmente fascinante.

Frases o párrafos favoritos:

"Él contempló el río. ¿Qué quieres pues? Habría querido marcharse de allí con ella, para empezar. La idea de marcharse llevaba meses filtrándose en el entramado de su vida."

Película/Canción: como no existen noticias de una posible adaptación cinematográfica, he decidido adjuntar una de las canciones más famosas de la historia del cine la cual, misteriosamente, rondaba mi cabeza cuando por las noches me adentraba en su lectura. Tal vez no tenga nada que ver, pero su delicadeza inspira y hace volar la imaginación de quien escribe o de quien lee una buena novela.


¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Gatopardo Ediciones

4 comentarios:

  1. No creo que este libro sea para mi. Muchas gracias por la reseña.

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  2. No conocía este libro. Muy interesante. Ese parecido con Fitzgerald me atrae mucho. Lo tendré muy en cuenta.
    Besotes!!!

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  3. Lo acabo de terminar. Fantástico. De los que te pegan un puñetazo en el estómago en las últimas páginas. Una reseña estupenda, Andrea.

    ¡Besote!

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  4. una reseña fascinante de un libro muy interesante. Sin duda el tema no deja de tener su aquél si eres aficionado a la historia y a los cambios que los modelos productivos y económicos producen en la sociedad y en las relaciones entre personas y entre la gente y su entorno.
    Una muy interesante novela que creo muy conveniente en estos tiempos de neoliberalismo y capitalismo descontrolado.

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