viernes, 15 de febrero de 2019

RESEÑA: Relaciones enfermizas.

RELACIONES ENFERMIZAS

Título: Relaciones enfermizas.

Autora: Cecilia Ştefănescu (Bucarest 1975) es una escritora y periodista rumana. Licenciada en Letras por la Universidad de Bucarest, posee un Máster en Teoría Literaria y Comparada. Comenzó sus actividades literarias en el grupo Litere, dirigido por el escritor Mircea Cartaescu. Colabora con multitud de medios y revistas, ha publicado dos novelas y ha participado en distintas obras colectivas. Debutó con la novela Relaciones enfermizas (2002), que ha sido traducida al francés, al polaco y al italiano. Su segunda novela, Intrarea Soarelui (2008), ha sido traducida al inglés. En 2016, escribió y dirigió el cortometraje Ferdinand 13, galardonado con la mención especial en el Festival Internacional de Cine de Zagreb. Actualmente acaba de terminar su segundo cortometraje, titulado Morski Briz. (Fuente: Dos Bigotes).


Editorial: Dos Bigotes.

Idioma: rumano.

Traductora: Doina Făgădaru

Sinopsis: Bucarest, años noventa. Una decadente ciudad donde cada rincón revela la pobreza del pasado y el nacimiento de un nuevo país que trata de superar las heridas del ´régimen de Ceausescu. Kiki tiene dieciocho años y es una joven universitaria, seductora e inconformista. Incapaz de elegir entre un artista megalómano, Renato, y el amor por Alex. vive abrumada por temores, neurosis y delirios románticos, algunos al bode de la ensoñación y la enfermedad, mientras busca una respuesta a sus dilemas e los ambientes estudiantiles y artísticos. Kiki quiere que Alex sea suya para siempre, pero Alex es una chica de provincias que sueña con casarse y tener una familia. Las separaciones y las reconciliaciones son el leitmotiv de su historia, una historia cada vez más radical y obsesiva que nos muestra la parte oculta de la Rumanía actual. (Fuente:Dos Bigotes).

Su lectura me ha parecido: sencilla, crítica, audaz, evocadora, trasgresora, onírica, una explosión emocional... Pronto hará un año de la edición número 77 de la Feria del Libro de Madrid, una edición marcada, sobre todo, por la presencia de Rumanía como país invitado, desarrollándose numerosas presentaciones, charlas, ponencias, firmas y actividades entorno a la literatura de dicho país y por supuesto a la figura de sus máximas/os representantes. ¿La intención? Reparar una de las mayores injusticias, y es que la literatura Rumana ha sido durante décadas una de las grandes olvidadas dentro del panorama editorial, y mucho más en el de España, al que muy pocas obras pertenecientes a escritores de dicho país han llegado traducidas para disfrute de los lectores. Su riqueza simbólica, su peculiar realismo mágico y la fama que ha conseguido gracias a la repercusión de ciertas corrientes dentro de la vanguardia literaria han conseguido, por fin, situar a Rumanía en el lugar que le pertenece por derecho propio desde hace mucho tiempo. Mucho ha tenido que ver la irrupción de Mirea Cartaescu, uno de sus máximos exponentes, encumbrado por la crítica y cuyas obras conocemos y admiramos gracias a la editorial Impedimenta, en nuestro panorama editorial. Su presencia en la que es una de las citas literarias más importantes de España, supuso dar más visibilidad a una literatura que comenzaba a ser reconocida a nivel internacional. Sin embargo, para decepción del público femenino que asistió a su discurso de inauguración, Cartaescu se refirió a veinte grandes hombres de la literatura universal, los cuales inspiraron o fueron fundamentales en su formación como autor. Sí, he dicho bien, no me he equivocado. Veinte escritores frente a cero escritoras. ¿Un descuido? Es posible, pero no por ello sintomático de una constante que lleva repitiéndose desde tiempos ancestrales, de una cruda realidad, del lugar que siempre han ocupado las mujeres dentro del universo literario de muchos autores, es decir, fuera de él. Durante esos mismos actos, otra escritora, Cecilia Ştefănescu, igual de válida e incluso perteneciente a la misma corriente literaria de Cartaescu (con quien por cierto compartió inquietudes y muchas charlas en el grupo Litere) se dejó ver entre la multitud de casetas, firmas y demás actos. Una autora cuya presencia, en comparación con la de su compatriota, pasó bastante desapercibida. Sólo un par de blogs y una conocida revista feminista (Pikara Magazine) recogieron una entrevista, la presentación y una reseña de su libro más importante. Novela que, en compensación por esa sangrante ignorancia a su trayectoria como autora perteneciente al país invitado de la pasada edición, hoy más que nunca debemos reseñar. Relaciones enfermizas: búsqueda, amor y desafío a la heteronormatividad.


La historia de como Relaciones enfermizas llegó a mis manos es bien sencilla, ya que gracias a una lectura en concreto, alejada y próxima al mismo tiempo de lo que en la novela de Ştefănescu, acabé sucumbiendo a este tipo de literatura alejada de los cánones heteropatriarcales tan presentes tanto en nuestra sociedad como en la ficción. Violette Leduc y su Thérèsse e Isabelle me cambiaron por dentro aquel cálido y soporífero verano de 2018. Su adictiva narración condujo a mis ojos, cansados de toparse con según que cosas, a una historia erótica, sí, pero contada desde la honestidad y con una elegancia indescriptibles y que convertían esta breve novela en algo más importante. Thérèsse e Isabelle no era simplemente la historia del despertar sexual de dos colegialas en tiempos de verdadera oscuridad, sino la confirmación de que se podía escribir sobre precisamente eso, sobre dos chicas descubriendo que se atraen, que se gustan, que se complementan, que se satisfacen mutuamente en la cama y por supuesto que son capaces de llegarse a enamorar la una de la otra. Y todo ello sin caer en un estilo chabacano o poco profundo, algo que por desgracia ocurre más de lo que nos imaginamos. Fue así como, unido al descubrimiento de un cine más comprometido con la visibilidad de la comunidad LGBTI el cual comenzaba a hacerse habitual en mis búsquedas y en mis tradicionales sesiones de cena cinéfila (pizza y peli) de los sábados, de un tiempo a esta parte me acabé interesando por historias en las que la temática LGBTI (especialmente las que abordasen el lesbianismo y la bisexualidad desde el respeto y con un mínimo de calidad literaria). No había título que pasase desapercibido ante mis ojos, algo que me permitió ampliar mis inquietudes lectoras e intelectuales, así como conocer a las editoriales que los publicaban, las cuales estaban empezando a darse a conocer en el panorama literario de este país. Una de aquellas historias fue, como no podía ser de otra forma, Relaciones enfermizas,  cuya portada vi por primera vez en la web de la joven y comprometida editorial Dos Bigotes. Su diseño era llamativo, como ya nos tienen acostumbrados, pero sus tonos pastel y ese toque abstracto se distanciaban de otras de sus propuestas en cuanto a cubiertas se refiere. Pero como cabía esperar, lo mejor estaba en su interior, en su atrayente sinopsis, la cual (a pesar del spoiler que hace) no me impidió adentrarme en su juego literario y saborear cada una de sus palabras.


Respecto a la reseña propiamente dicha, me gustaría empezar haciendo un aviso para navegantes. Como ya he dicho al final del párrafo anterior, absteneros de leer la sinopsis de esta novela. Os lo digo de verdad. No lo hagáis. Es mejor llegar virgen a esta lectura, de lo contrario, si sabéis más (especialmente tras leer el resumen de la contraportada) el spoiler es enorme y es posible que os adentréis en ella con una predisposición más condicionada. Una vez dicho esto empecemos. Relaciones enfermizas presenta una de esas lecturas envolventes, sosegadas, que busca a una lectora o a un lector más paciente, más tranquilo, menos inquieto. Quien crea que la novela de Ştefănescu se ventila en un abrir y cerrar de ojos se equivoca. A veces las lecturas que más se recuerdan son aquellas a las que has dedicado más tiempo de lo normal, aquellas que (independientemente de su grosor, peso o número de páginas) han reposado sobre tus manos durante semanas, soportando tus noches en vela, apartando toda preocupación de tu cabeza, aliviando difíciles jornadas que desearías no haber tenido que vivir. Sólo esas son las que merecen la pena, las que como Relaciones enfermizas te atrapan desde el minuto uno y te conducen en una larga travesía hasta desembocar en un torrente de emociones y pertinentes debates internos o externos. De la novela de Ştefănescu hay mucho que comentar, empezando por su estilo limítrofe con ese realismo mágico tan particular de la literatura rumana (en donde lo onírico se contrapone a la realidad para hablarnos de algo tan humano como una relación de pareja) para acabar refiriéndonos a la complejidad de unas protagonistas tan excepcionales y tiernas dentro de una sociedad en la que no existe más cabida para otras tonalidades que no sean o el blanco o el negro. Sin olvidarnos, claro está, del contexto en el que Ştefănescu decide ambientar Relaciones enfermizas, una época post dictadura que trata de recuperarse y cerrar las heridas provocadas por el comunismo más feroz y dictatorial que sufrió Rumanía bajo el mandato de Nicolae Ceaucescu. Sin embargo y por no extendernos más de lo necesario destacaré una tres de los muchos pilares que consiguen sostener Relaciones enfermizas sin resquebrajarse en ningún momento. En primer lugar, el acierto de su autora al canalizar la reivindicación y la crítica social a través de uno de los géneros o sub géneros (no sé como está actualmente la cosa) más denostados de la literatura: el folletín. Nos cuesta reconocerlo, lo sé, pero todos sabemos que las historias de las idas y venidas tan telenovelescas nos encantan y Ştefănescu es consciente de esa realidad. Por eso, bajo ese paraguas tan pasional, que no edulcorado ni ñoño, nos presenta una historia comprometida, consiguiendo que nos entre por los ojos y los sentidos de forma inmediata y sin necesidad de otros recursos. En segundo lugar, Relaciones enfermizas podría definirse perfectamente como una novela de transición, de búsqueda, de aprendizaje, de acceso a la madurez... En definitiva, el reflejo de nuestra adolescencia o al menos de la adolescencia que todos hemos querido vivir. Un clásico, sí, pero no por ello desprovisto de peso y originalidad. Por momentos el lector consigue identificarse con esa desorientación que todos, sin excepción experimentamos en algún momento de nuestra vida, de esa búsqueda de nuestra propia identidad, de nuestros gustos, y por supuesto, de ese temor a ser rechazados o a no encajar en el grupo. El delirio y el vértigo del no saber nunca estuvieron tan bien descritos. Y por último, esos constantes cambios de voz (de la tercera a la primera persona) logran una sensación de distancia en primer lugar al mismo tiempo que, de pronto, la autora pretende inundarnos de nostalgia con los recuerdos de la protagonista. Ştefănescu juega con el lector a su antojo, abandonándolo a su suerte. El resultado de dicho experimento literario, una vez pones punto y final a su lectura, posiblemente divida, escinda, separe... Pero bajo ninguna circunstancia imborrable en la memoria de todos los que se atrevan con su breve pero intensa lectura. Así es Cecilia Ştefănescu y su relación con los amantes de los libros. Empática, apasionada, llena de naturalidad y bajo ningún concepto enfermiza.


Hace unos días, mientras deambulaba sin rumbo por la inmensidad del territorio hostil en el que parece haberse convertido Twitter, me topé con un tweet de Luna de Miguel (poeta, novelista, ensayista, redactora y una habitual de las redes sociales). En él, citaba y daba su opinión acerca de un artículo recientemente publicado en la web de The Objective. En él, se hablaba y enumeraba una serie de editoriales que, plantando cara a las grandes empresas y las plataformas digitales, estaban consiguiendo hacer llegar sus libros a un público cada vez más amplio y ávido de otro tipo de contenido que en otros lugares es más complicado encontrar. Mármara, La Navaja Suiza y Dos Bigotes (responsable de que Relaciones enfermizas haya llegado a las librerías y a las bibliotecas de muchos lectores) son las que aparecen mencionadas. Sin embargo, yo añadiría a muchas mas como Crononauta, La Biblioteca de Carfax, Tránsito Editorial, Amor de Madre, La afueras,  Altamarea, Funambulista, Fulgencio Pimentel, Los libros del K.O., Páginas de Espuma, Ediciones del Viento, La bella Varsovia, Rayo Verde, Erial, Cuadernos del vigía, Dorna, Amanecer, Rata Books, Minúscula, Alpha Decay, Gadir, Impedimenta, Libros del Asteroide, Periférica, Nórdica, Barrett, Triskel... Una larga lista que se prolonga más y más. Hace unos años se refería a este fenómeno como el Boom de las editoriales independientes, y no les falta razón, sin embargo, yo añadiría un adjetivo más, el de "comprometidas", pues algunas de ellas han basado una parte o todo su catálogo en acercar a los lectores historias donde la inclusión manda. Volvemos, como no podía ser de otra forma, a Dos Bigotes, editorial preocupada por la inclusión, las autoras y autores LGBTI, la visibilidad, el feminismo y los estudios queer entre otras muchas cuestiones. Hasta aquí todo perfecto, maravilloso, importante. Pero hay que seguir adelante, y más viendo como está el panorama político actual, tan agitado, tan convulso, tan radical, tan propenso a la intolerancia, el fanatismo, el retroceso. Como la sociedad no ponga límites a este tsunami, todas y todos nos vamos a ver engullidos por la violencia de sus olas, y cuando eso ocurra, ya será demasiado tarde. Mientras tanto, y para eso no ocurra, desde las trincheras del respeto y la diversidad debemos luchar para que el mensaje de odio no acabe inyectado en el pensamiento de una sociedad que, antes de que los reaccionarios irrumpiesen en el salón de nuestra casa, estaba avanzando a pasos agigantados. Por todo ello, desde mi humilde espacio de crítica, opinión y debate hago un llamamiento a todas las pequeñas y grandes editoriales para que, por favor, sigan publicando historias sobre gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, intersexuales, feministas,  personas racializadas, discapacitadas... Y a las que todavía no han incorporado estas historias en sus catálogos, que lo hagan. Lo que no se cuenta, lo que no se ve o lo que no se lee, en ocasiones, tendemos a pensar que no existe. Y no hay mejor aliado que el olvido para esta peligrosa corriente que amenaza con sepultar nuestros derechos y libertades. Así que no queda otra que combatirlo con entereza, convicción, tesón, insistencia y por supuesto con buenas dosis de literatura queer. Relaciones enfermizas: una historia de amor, pasión, desavenencias, reconciliaciones, incomprensión, unión, naturalidad... Una novela donde la universalidad de las relaciones de pareja en su versión más íntima, trasgresora y onírica.

Frases o párrafos favoritos:

"Avanzaba como una sonámbula en busca de la madurez. Andaba a tientas con la esperanza de hallar el gran amor."

Película/Canción: en el año 2006 se estrenó la adaptación de la novela de Cecilia Ştefănescu de la mano del director rumano Todor Giurgiu. Bajo el nombre Love Sick (Enfermos de amor en España) consiguió gran aceptación del público y la crítica.



¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Dos Bigotes

3 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo en que hay que dar visibilidad a todo lo que existe en una sociedad. La identidad sexual, las relaciones interpersonales, los problemas de pareja, son asuntos importantes que deben encontrar cauces para llegar al público. Por eso es importante que existan editoriales que apuesten por dar luz a estos temas.
    Pero lo fundamental es que exista calidad literaria y/o cinematográfica. A veces me da la sensación de que la industria se sube a una ola soloporqsól tiene réditos monetarios inmediatos sin importe mucho la calidad. Afortunadamente no es este el caso de a autora, editorial y novela que comentas.
    Estuve hace dos años en Rumanía y ya sólo esto me anima a leer acuesta escritora. Voy a buscar la película pero antes intentaré leer la novela.
    Muchas gracias por esta intensa en todos los sentidos reseña tuya.
    Muchos besos, Andrea

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  2. No conocía el libro. Gracias por la reseña.

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  3. No me sonaba de nada. Y tu reseña, desde luego, deja con ganas de leer esta novela.
    Besotes!!!

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