CONFUSIÓN
CRÓNICAS DE LOS CAZALET
Título: Confusión. Crónicas de los Cazalet.
Autora: Elizabeth Jane Howard (Londres, 1923-Suffolk, 2014) escribió quince novelas que recibieron una extraordinaria acogida de público y crítica. Los cinco volúmenes de Crónica de los Cazalet, convertidos ya en un hito inexcusable dentro de las letras inglesas, fueron adaptados con gran éxito a la televisión y a la radio por la BBC. En el año 2002, su autora fue nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico.(Fuente: Editorial).
Editorial: Siruela.
Idioma: inglés.
Traductora: Celia Montolío.
Sinopsis: primavera de 1942, el mayor conflicto armado de la historia de la humanidad se adentra en su cuarto año. Las incursiones aéreas y el racionamiento son moneda corriente, el caos se ha convertido en una forma de vida. Sin embargo, algo empieza a moverse entre los jóvenes Cazalet: el tiempo de espera ha terminado y el ingreso en el incitante mundo adulto parece haber llegado por fin. Bajo la pétrea moral victoriana del sacrificio y el esfuerzo bélico apuntan, sobre todo para las mujeres, unos hábitos menos encorsetados que permiten amar y trabajar con mayor libertad. Y así, en una sucesión de nacimientos y pérdidas, de matrimonios y relaciones ilícitas, va desarrollándose la vida del clan, de sus amigos y de sus amantes, que con la cabeza alta siguen adelante y sueñan con la paz después de la guerra, con el momento en que las familias volverán a reunirse y las heridas empezarán a sanar, con la igualdad y la justicia que el nuevo orden traerá consigo, con el día en que, definitivamente, acabará tanta confusión.
Su lectura me ha parecido:
Igualmente interesante, con un inquebrantable ritmo, más oscura respecto a la anterior entrega - y ya es decir -, más madura, cuyos personajes experimentan los mayores cambios, sin perder la esencia del primer volumen, con el desenlace más abierto... No, no es verano, aunque a veces lo parezca. Por fortuna o por desgracia aún no hemos cambiado de estación, a pesar de que nuestro armario revele lo contrario o que hayamos pisado la arena de la playa antes de la mágica noche de San Juan. La época más calurosa del año está plagada de pequeñas tradiciones a las que es imposible renunciar. Como la de atiborrarse a helados de chocolate - fresa o frutos del bosque en mi caso -, que el sol acaricie nuestra piel - pero no en exceso - lo suficiente como para presumir a la vuelta de vacaciones entre nuestros conocidos, dejarte mecer por el vaivén de las olas del mar, saborear el frescor de cualquier gazpacho, cambiarte de sitio constantemente para quedarte siempre bajo la protección de la sombrilla o fijar la vista en el horizonte. Eso para los que tienen playa, para los que tienen pueblo la cosa es bien distinta, como la posibilidad de escaparte todos los días al campo, dar largos paseos, disfrutar de las tardes "a la fresca", visitar algún lugar cercano, atiborrarte de turismo cultural a pequeña escala, las paellas o barbacoas en medio de la naturaleza, escuchar el canto de los pájaros, despertarte con el cacareo del gallo, aprender de las costumbres del lugar o sentirte de alguna manera conectado con tus raíces. Sin embargo, si para mi hay una tradición que nunca cambia es la de tirarse en cualquier cama/sofá/sillón/hamaca/silla plegable y disfrutar, libro en mano, de la tranquilidad de una lectura reposada y a ser posible en soledad. Desde hace tres años, la familia Cazalet me ha acompañado durante aquellos momentos de desconexión con sus idas y venidas, con sus encuentros y desencuentros, con sus amores y desamores, con sus amistades y enemistades. En definitiva, con todas aquellas historias que definían una época, una mentalidad concreta, un estatus social y por supuesto a los miembros de una familia que con el tiempo he acabado cogiendo cariño. No, no es verano, pero los Cazalet, protagonistas de una de las sagas más british de la historia de la literatura, han vuelto antes de tiempo. Confusión: la II Guerra Mundial llega, ahora sí, a Home Place.
Revisando un poco las etiquetas del blog me he dado cuenta que lo que más he leído a lo largo de los últimos seis años ha sido literatura de autoras y autores procedentes de la Gran Bretaña. Y no es para menos. Patria de William Shakespeare, Mary Shelley, Arthur Conan Doyle, Bram Stoker, Jane Austen, Charles Dickens, H.G Wells, George Orwell, las hermas Brontë, Thomas Hardy, George Elliot y tantos otros, han conseguido ya no sólo inventar o renovar géneros ya existentes, también que millones de lectores en todo el mundo queramos viajar a la capital o a otras ciudades y pueblos del frío país. No obstante, y a grandes rasgos, si algo se les ha dado bien a las escritoras y escritores ingleses han sido, muy especialmente, los melodramas de época. Y no me refiero al estilo de esas telenovelas que muchos nos hemos tragado alguna vez después de comer y cuyas tramas parecen no avanzar nunca. Me refiero a eso, pues el culebrón tira mucho de lo melodramático, pero bien hecho. Con un ritmo constante, que aunque lento, sea capaz de mantener al lector en vilo, a la espera del siguiente capitulo. Con ambientaciones históricas de ensueño - o bien durante la Inglaterra victoriana o bien durante los primeros del siglo XX (extendiéndose a las dos guerras mundiales, los años 20 o las décadas de 40 y 50). Y por supuesto, con tramas en las que se aborde la historia de una familia a lo largo del tiempo, con sus traiciones, amores, desavenencias, momentos de solidaridad y en donde el relato de los habitantes de los márgenes de la historia - el servicio por ejemplo - sea en ocasiones fundamental. Ejemplos hay muchos. En el terreno televisivo - ya que últimamente estamos muy seriéfilas/os - podemos hablar de Arriba y abajo (esa serie que nos mostró las diferencias entre los problemas de los ricos burgueses y los de la ama de llaves, la cocinera y el mayordomo en la Inglaterra de principios de siglo XX), de Downton Abbey (una revisión de Arriba y abajo con una Maggie Smith en todo su esplendor) o La saga de los Forsyte (basada en las novelas de John Glasworthy y ambientada en la época victoriana). Incluso las series menos convencionales (como la sorprendente Peaky Blinders o la magnética The Crown) cuentan la historia de una familia, la de los Shelby en los bajos fondos del Birmingham de principios de siglo y la de la propia familia real británica desde el ascenso de Isabel II al trono. Como veis, todo queda en familia para los ingleses, en la literatura también, de hecho la Saga de los Cazalet - de la que de momento hay cuatro libros traducidos y publicados en España - no habría tenido cabida sin la influencia de Arriba y abajo. Tanto es así que los libros de Elizabeth Jane Howard fueron adaptados a la pequeña pantalla con gran éxito de espectadores. Ahora Siruela nos recuerda, apostando por esta saga, que los melodramas se pueden hacer bien, más que bien, hasta resultar interesantes, hasta enganchar como cualquier capítulo de las series antes mencionadas.
Ahondando más en los aspectos más críticos diremos que Confusión - recordemos, cuarto volumen de la saga de los Cazalet - nos devuelve inmediatamente a Home Place, al Londres más gris y a la vida de esta adinerada familia. Pero algo ha cambiado, algo que durante los anteriores libros simplemente se anunciaba como un mal augurio, como un terrible presagio, como algo que si no se frenaba iba a arrasar a todo y a todos. Ese algo no es otra cosa que la irrupción, por fin, de la II Guerra Mundial y sus consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales en el pueblo británico. Recordemos, Reino Unido - a pesar de sus intentos por frenar los peligrosos deseos expansionistas de Hitler entregándole los Sudetes bajo el gobierno de Chamberlain - no es hasta la invasión de Polonia por parte de las tropas Nazis en 1939 cuando finalmente - y ya con Churchill como primer ministro - no tolera más la situación y se posiciona del lado de los aliados. A partir de entonces Reino Unido entra en uno de los conflictos más sangrientos de la historia, donde serán muchas las bajas las que sufrirá el bando británico (incluyendo civiles debido a los numerosos bombardeos que sufre especialmente la capital del país). Es en este contexto donde debemos situar la trama de Confusión, una etapa que, dada su especial virulencia, provocará que los miembros de la familia de los Cazalet experimenten numerosos cambios. A diferencia de las otras entregas, en esta las mujeres de la familia, por fin, van a ser las absolutas protagonistas de la historia. Conforme el lector se va adentrando en la historia descubrirá a todas estas mujeres en facetas muy diferentes respecto a las que la autora había dejado dibujadas en la anterior novela. Habrán deseos de independencia, transiciones entre la infancia a la adolescencia, momentos de soledad y de incertidumbre ante el destino de los miembros masculinos de la familia que participan en la contienda, arrebatos de nostalgia, conciencia del paso del tiempo, compromisos inesperados, madurez, incorporación de éstas al mundo laboral, tensión, desahogos, tristeza, valentía... En definitiva, un extenso mapa sobre el que Howard irá situando las distintas actitudes con las que las mujeres Cazalet hacen frente a la guerra, además de presentarnos un panorama social nuevo en donde serán precisamente los derechos de éstas supondrán la gran conquista a todos los niveles. Confusión es Segunda Guerra Mundial, pero también misterio, lo cual marca un punto de inflexión en lo que a la saga se refiere. Sin desvelar más de la cuenta, sólo os diré que el final de la presente entrega no puede ser más interesante a nivel de intriga, hasta el punto de dejarte en vilo, en tensión, contando los días para poder adentrarte en el cuarto volumen. Cuarto volumen que, por cierto, podéis encontrar ya en vuestra librería más cercana.
Confusión es, con diferencia, el libro más oscuro de la saga. Bombardeos, hambre, tristeza, muerte, tensión, incertidumbre... Todo ello con un irresistible regusto british, un filtro que a pesar de la crudeza de la época no hace sino suavizar algunos aspectos de la misma. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en las dos entregas anteriores - en las que el regusto final no puede ser más desasosegante - en esta ocasión el lector toca, al finalizar su lectura, tierra firme tras años en guerra luchando por librar al mundo de un terrible destino. Subimos al tren cansados, medio dormidos, con ganas de no despertar en mucho tiempo pero también con el deseo de abrazar, tocar, besar y perdernos en los ojos de quienes hemos dejado atrás en nuestro viaje hacia la crudeza de la guerra. Pensamos en los que se han quedado en la ansiada tierra y enseguida nos damos cuenta que sus heridas son igual de profundas que las nuestras. Pero todo ha acabado, por fin podemos respirar tranquilos, volver a la normalidad, visitar ese lugar que nos recuerda nuestras raíces y contemplar lo mucho que ha cambiado el paisaje en nuestra ausencia. Pensamos, como no, en los que ya no están. En los que se despidieron en el andén y ya nunca más regresaron a nuestras vidas, y por supuesto, a los que se desangraron en el campo de batalla. Las noticias se agolpan, parece que la guerra en otros lugares fue peor, mucho peor. Se habla de hasta seis millones de personas fallecidas en los conocidos como "campos de la muerte". Aún así damos las gracias por haber vuelto para poder mirar al futuro de nuevo, con otros ojos, pero con mayor esperanza si cabe. Así seguramente se sentirían muchos soldados británicos a la vuelta del frente. Nadie se lo reprocha, es su experiencia, desde sus ojos y tienen derecho a afrontar lo que vendrá de la mejor forma posible. De hecho, tras finalizar la lectura de Confusión, una es consciente del peso de la historia - en este caso bañada con mucha sangre - y de los esfuerzos que a partir de ahora van a ser necesarios para sobreponerse y avanzar. Andar hacia adelante pero teniendo siempre presente el largo camino recorrido, mirando de vez en cuando a atrás para no equivocarnos y no cometer los mismos errores. Esa máxima, muchas décadas después y en vista de lo que actualmente está sucediendo en Europa, parece haberse olvidado.
Confusión: una historia de valentía, familia, mujeres fuertes, adversidades, guerra, destrucción, madurez, esperanza... El gran punto de inflexión en la novela río más importante de la literatura británica.
Frases o párrafos favoritos:
"Tan incapaz era de recordarla sin sumergirse en una abrumadora sensación de pérdida y de nostalgia que sabía que lo mejor que podía hacer era no pensar en ella en absoluto, y con ese fin abandonó de nuevo al sueño, un sueño roto y agitado."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Siruela
Igualmente interesante, con un inquebrantable ritmo, más oscura respecto a la anterior entrega - y ya es decir -, más madura, cuyos personajes experimentan los mayores cambios, sin perder la esencia del primer volumen, con el desenlace más abierto... No, no es verano, aunque a veces lo parezca. Por fortuna o por desgracia aún no hemos cambiado de estación, a pesar de que nuestro armario revele lo contrario o que hayamos pisado la arena de la playa antes de la mágica noche de San Juan. La época más calurosa del año está plagada de pequeñas tradiciones a las que es imposible renunciar. Como la de atiborrarse a helados de chocolate - fresa o frutos del bosque en mi caso -, que el sol acaricie nuestra piel - pero no en exceso - lo suficiente como para presumir a la vuelta de vacaciones entre nuestros conocidos, dejarte mecer por el vaivén de las olas del mar, saborear el frescor de cualquier gazpacho, cambiarte de sitio constantemente para quedarte siempre bajo la protección de la sombrilla o fijar la vista en el horizonte. Eso para los que tienen playa, para los que tienen pueblo la cosa es bien distinta, como la posibilidad de escaparte todos los días al campo, dar largos paseos, disfrutar de las tardes "a la fresca", visitar algún lugar cercano, atiborrarte de turismo cultural a pequeña escala, las paellas o barbacoas en medio de la naturaleza, escuchar el canto de los pájaros, despertarte con el cacareo del gallo, aprender de las costumbres del lugar o sentirte de alguna manera conectado con tus raíces. Sin embargo, si para mi hay una tradición que nunca cambia es la de tirarse en cualquier cama/sofá/sillón/hamaca/silla plegable y disfrutar, libro en mano, de la tranquilidad de una lectura reposada y a ser posible en soledad. Desde hace tres años, la familia Cazalet me ha acompañado durante aquellos momentos de desconexión con sus idas y venidas, con sus encuentros y desencuentros, con sus amores y desamores, con sus amistades y enemistades. En definitiva, con todas aquellas historias que definían una época, una mentalidad concreta, un estatus social y por supuesto a los miembros de una familia que con el tiempo he acabado cogiendo cariño. No, no es verano, pero los Cazalet, protagonistas de una de las sagas más british de la historia de la literatura, han vuelto antes de tiempo. Confusión: la II Guerra Mundial llega, ahora sí, a Home Place.
Revisando un poco las etiquetas del blog me he dado cuenta que lo que más he leído a lo largo de los últimos seis años ha sido literatura de autoras y autores procedentes de la Gran Bretaña. Y no es para menos. Patria de William Shakespeare, Mary Shelley, Arthur Conan Doyle, Bram Stoker, Jane Austen, Charles Dickens, H.G Wells, George Orwell, las hermas Brontë, Thomas Hardy, George Elliot y tantos otros, han conseguido ya no sólo inventar o renovar géneros ya existentes, también que millones de lectores en todo el mundo queramos viajar a la capital o a otras ciudades y pueblos del frío país. No obstante, y a grandes rasgos, si algo se les ha dado bien a las escritoras y escritores ingleses han sido, muy especialmente, los melodramas de época. Y no me refiero al estilo de esas telenovelas que muchos nos hemos tragado alguna vez después de comer y cuyas tramas parecen no avanzar nunca. Me refiero a eso, pues el culebrón tira mucho de lo melodramático, pero bien hecho. Con un ritmo constante, que aunque lento, sea capaz de mantener al lector en vilo, a la espera del siguiente capitulo. Con ambientaciones históricas de ensueño - o bien durante la Inglaterra victoriana o bien durante los primeros del siglo XX (extendiéndose a las dos guerras mundiales, los años 20 o las décadas de 40 y 50). Y por supuesto, con tramas en las que se aborde la historia de una familia a lo largo del tiempo, con sus traiciones, amores, desavenencias, momentos de solidaridad y en donde el relato de los habitantes de los márgenes de la historia - el servicio por ejemplo - sea en ocasiones fundamental. Ejemplos hay muchos. En el terreno televisivo - ya que últimamente estamos muy seriéfilas/os - podemos hablar de Arriba y abajo (esa serie que nos mostró las diferencias entre los problemas de los ricos burgueses y los de la ama de llaves, la cocinera y el mayordomo en la Inglaterra de principios de siglo XX), de Downton Abbey (una revisión de Arriba y abajo con una Maggie Smith en todo su esplendor) o La saga de los Forsyte (basada en las novelas de John Glasworthy y ambientada en la época victoriana). Incluso las series menos convencionales (como la sorprendente Peaky Blinders o la magnética The Crown) cuentan la historia de una familia, la de los Shelby en los bajos fondos del Birmingham de principios de siglo y la de la propia familia real británica desde el ascenso de Isabel II al trono. Como veis, todo queda en familia para los ingleses, en la literatura también, de hecho la Saga de los Cazalet - de la que de momento hay cuatro libros traducidos y publicados en España - no habría tenido cabida sin la influencia de Arriba y abajo. Tanto es así que los libros de Elizabeth Jane Howard fueron adaptados a la pequeña pantalla con gran éxito de espectadores. Ahora Siruela nos recuerda, apostando por esta saga, que los melodramas se pueden hacer bien, más que bien, hasta resultar interesantes, hasta enganchar como cualquier capítulo de las series antes mencionadas.
Ahondando más en los aspectos más críticos diremos que Confusión - recordemos, cuarto volumen de la saga de los Cazalet - nos devuelve inmediatamente a Home Place, al Londres más gris y a la vida de esta adinerada familia. Pero algo ha cambiado, algo que durante los anteriores libros simplemente se anunciaba como un mal augurio, como un terrible presagio, como algo que si no se frenaba iba a arrasar a todo y a todos. Ese algo no es otra cosa que la irrupción, por fin, de la II Guerra Mundial y sus consecuencias políticas, económicas, sociales y culturales en el pueblo británico. Recordemos, Reino Unido - a pesar de sus intentos por frenar los peligrosos deseos expansionistas de Hitler entregándole los Sudetes bajo el gobierno de Chamberlain - no es hasta la invasión de Polonia por parte de las tropas Nazis en 1939 cuando finalmente - y ya con Churchill como primer ministro - no tolera más la situación y se posiciona del lado de los aliados. A partir de entonces Reino Unido entra en uno de los conflictos más sangrientos de la historia, donde serán muchas las bajas las que sufrirá el bando británico (incluyendo civiles debido a los numerosos bombardeos que sufre especialmente la capital del país). Es en este contexto donde debemos situar la trama de Confusión, una etapa que, dada su especial virulencia, provocará que los miembros de la familia de los Cazalet experimenten numerosos cambios. A diferencia de las otras entregas, en esta las mujeres de la familia, por fin, van a ser las absolutas protagonistas de la historia. Conforme el lector se va adentrando en la historia descubrirá a todas estas mujeres en facetas muy diferentes respecto a las que la autora había dejado dibujadas en la anterior novela. Habrán deseos de independencia, transiciones entre la infancia a la adolescencia, momentos de soledad y de incertidumbre ante el destino de los miembros masculinos de la familia que participan en la contienda, arrebatos de nostalgia, conciencia del paso del tiempo, compromisos inesperados, madurez, incorporación de éstas al mundo laboral, tensión, desahogos, tristeza, valentía... En definitiva, un extenso mapa sobre el que Howard irá situando las distintas actitudes con las que las mujeres Cazalet hacen frente a la guerra, además de presentarnos un panorama social nuevo en donde serán precisamente los derechos de éstas supondrán la gran conquista a todos los niveles. Confusión es Segunda Guerra Mundial, pero también misterio, lo cual marca un punto de inflexión en lo que a la saga se refiere. Sin desvelar más de la cuenta, sólo os diré que el final de la presente entrega no puede ser más interesante a nivel de intriga, hasta el punto de dejarte en vilo, en tensión, contando los días para poder adentrarte en el cuarto volumen. Cuarto volumen que, por cierto, podéis encontrar ya en vuestra librería más cercana.
Confusión es, con diferencia, el libro más oscuro de la saga. Bombardeos, hambre, tristeza, muerte, tensión, incertidumbre... Todo ello con un irresistible regusto british, un filtro que a pesar de la crudeza de la época no hace sino suavizar algunos aspectos de la misma. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en las dos entregas anteriores - en las que el regusto final no puede ser más desasosegante - en esta ocasión el lector toca, al finalizar su lectura, tierra firme tras años en guerra luchando por librar al mundo de un terrible destino. Subimos al tren cansados, medio dormidos, con ganas de no despertar en mucho tiempo pero también con el deseo de abrazar, tocar, besar y perdernos en los ojos de quienes hemos dejado atrás en nuestro viaje hacia la crudeza de la guerra. Pensamos en los que se han quedado en la ansiada tierra y enseguida nos damos cuenta que sus heridas son igual de profundas que las nuestras. Pero todo ha acabado, por fin podemos respirar tranquilos, volver a la normalidad, visitar ese lugar que nos recuerda nuestras raíces y contemplar lo mucho que ha cambiado el paisaje en nuestra ausencia. Pensamos, como no, en los que ya no están. En los que se despidieron en el andén y ya nunca más regresaron a nuestras vidas, y por supuesto, a los que se desangraron en el campo de batalla. Las noticias se agolpan, parece que la guerra en otros lugares fue peor, mucho peor. Se habla de hasta seis millones de personas fallecidas en los conocidos como "campos de la muerte". Aún así damos las gracias por haber vuelto para poder mirar al futuro de nuevo, con otros ojos, pero con mayor esperanza si cabe. Así seguramente se sentirían muchos soldados británicos a la vuelta del frente. Nadie se lo reprocha, es su experiencia, desde sus ojos y tienen derecho a afrontar lo que vendrá de la mejor forma posible. De hecho, tras finalizar la lectura de Confusión, una es consciente del peso de la historia - en este caso bañada con mucha sangre - y de los esfuerzos que a partir de ahora van a ser necesarios para sobreponerse y avanzar. Andar hacia adelante pero teniendo siempre presente el largo camino recorrido, mirando de vez en cuando a atrás para no equivocarnos y no cometer los mismos errores. Esa máxima, muchas décadas después y en vista de lo que actualmente está sucediendo en Europa, parece haberse olvidado.
Confusión: una historia de valentía, familia, mujeres fuertes, adversidades, guerra, destrucción, madurez, esperanza... El gran punto de inflexión en la novela río más importante de la literatura británica.
Frases o párrafos favoritos:
"Tan incapaz era de recordarla sin sumergirse en una abrumadora sensación de pérdida y de nostalgia que sabía que lo mejor que podía hacer era no pensar en ella en absoluto, y con ese fin abandonó de nuevo al sueño, un sueño roto y agitado."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Siruela
Esta novela creo que la dejo pasar, no me atrae tanto la historia como otras que nos has presentado, aunque sin duda el tema de la IIGM es sumamente atractivo, el hecho de que sean tantos volúmenes y que tengan esa estructura de telenovela creo que me disuade de adentrarme en esta saga literaria.
ResponderEliminarGran reflexión final la de esta reseña. Una pregunta pertinente la que nos haces a la luz de lo que está pasando en Europa. Sin duda no se puede olvidar la historia ni tampoco las terribles consecuencias de los regímenes fascistas y las corrientes totalitarias, por mucho que ahora reciban el nombre de "iliberales" siguen siendo lo mismo: un peligro que debe ser combatido. Debemos ser más Churchil y menos Chamberlaine antes de que nuestra indulgencia en los Sudetes haga que los nuevos fascistas se apoderen de Polonia.