sábado, 9 de mayo de 2020

RESEÑA: Damas asesinas.

DAMAS ASESINAS

Título: Damas asesinas. 

Autora: Tori Telfer. Es una escritora y periodista norteamericana. Sus artículos han aparecido en medios como The Believer, Vice, Rolling Stone y The Atlantic. Ha trabajado en una revista infantil como lectora en pruebas y editora académica. Actualmente vive en Nueva York con su marido. Damas asesinas es su primer libro. (Fuente: Editorial). 


Editorial: Impedimenta. 

Idioma: inglés. 

Traductora: Alicia Frieyro Gutiérrez. 

Sinopsis: Al hablar sobre los criminales más letales de la historia, siempre pensamos en Jack el destripador, Ted Bundy o John Wayne Gacy. De hecho, en 1998, el FBI afirmó que las asesinas en serie "no existían". Pero ¿qué hay de la infame condesa Erzsébet Bathory - apodada "la Condesa Sangrienta" -, de Mary Ann Cotton - virtuosa del "arsénico sin compasión" -, de Darya Nikolayevna Saltykova - la "Torturadora Rusa" -, de Nannie Doss - "la Abuelita Risueña" -, de Alice Kyteler - "la Hechicera de Kilkenny" - o de Kate Bender - "la Bella Rebanadora de Pescuezos" -? Ingenioso y provisto de un enfoque que arrincona las explicaciones fáciles ("lo hizo por amor", "es un asunto hormonal", "un hombre malvado le obligó a hacerlo") y los tópicos machistas ("era una femme fatale o una bruja"), este esclarecedor estudio glosa las actividades agresivas y predatorias que de las mujeres más letales nos han legado para la posteridad. (Fuente: Editorial). 

Su lectura me ha parecido: oscura, interesante, feminista en cuanto a su perspectiva, muy completa, terrorífica, fascinante, impactante, el ensayo que todo amante de la literatura de miedo debe tener o al menos echarle un largo vistazo... Anoche por fin terminé de ver la que sin duda se ha convertido en la serie de mi cuarentena, y recalco lo de "mi cuarentena" porque ésta no ha sido igual para todo el mundo, a saber Mindhunter. Dos temporadas, 16 capítulos en total, con una interesante primera temporada, con una segunda aún mejor, en la que los últimos capítulos de ésta podrían haber constituido el guion de una película independiente de la trama central, en la que la caza al autor de los asesinatos de Atlanta de finales de los 70 se convierte en una reflexión entorno al racismo, la opinión pública, la lentitud burocracia, la política y la doble vara de medir en lo que a investigación criminal se refiere. En definitiva, sin ser una de esas series que más me ha marcado en la vida, no dudo en recomendarla por sus interpretaciones, su libreto y su inquietante trama. En Mindhuner el espectador sigue las vidas y avatares de los agentes del FBI Holden Ford, Bill Tench y la doctora Wendy Carr en sus investigaciones y entrevistas a asesinos en serie en prisión para poder anticiparse y resolver casos en curso. Ed Kemper, Richard Speck, David Berkowitz, Denis Rader y hasta Charles Manson - sin duda uno de los momentos interpretativos más escalofriantes y esperados de la serie - son algunas de las macabras y sangrientas personalidades que desfilan en la pequeña pantalla para provocar que el espectador, a pesar de las barbaridades cometidas, acabe asustado, sintiendo un escalofrío o en última instancia acabar empatizando de alguna manera con ellos. Excepto Manson, el resto se insertan en la categoría de asesinos en serie, siendo en este sentido, los más letales de Estados Unidos, que es donde se desarrolla la ficción de David Fincher. A colación de esto, y lejos de cualquier imaginario seriefilo, cabe rescatar una frase de otro agente del FBI llamado Roy Hazelwood en la que en 1998 afirmaba que "las asesinas en serie no existen". La rotundidad de sus palabras nunca dejará de sorprenderme, y más aún tras haber leído el libro que hoy tengo el placer de reseñar. Tal vez por eso en Mindhunter los protagonistas no entrevisten a ninguna mujer. Tal vez por eso hemos tardado siglos en conocer los nombres de muchas de ellas. Tal vez por eso, y por prejuicios machistas, se nos han ocultado sus identidades. Esta claro que este no es un tema agradable, de hecho la lectura de este ensayos se hace por momentos dura, pero hasta las asesinas en serie sufrieron del imaginario heteropatriarcal. Afortunadamente, ahí está Tori Telfer para hablar de ellas y ofrecer una visión completamente alejada de las versiones oficiales. Damas asesinas: una restauración de la igualdad en el mundo del crimen. 


En primer lugar, y antes de adentrarnos en el perfil de estas asesinas en serie, es importante detenerse unas líneas para dejar claras las intenciones de Tori Telfer, la autora de este monumental, terrorífico y entretenido ensayo. La idea que sobrevuela cada página es clara: Telfer quiere rescatar la figura de estas mujeres y dotarles de una perspectiva de género a mi juicio valiente y necesaria en los tiempos que corren y aunque sus actos fueron moralmente probables. Lejos de buscar la empatía o compasión del lector, Telfer te las muestra tal y como fueron a partir de una bibliografía perfectamente citada. Documentación para cimentar y dar pie, en este caso, a una argumentación feminista de la misma. Los más cortos de miras creerán que de buenas a primeras la autora quiere mitificar a estas mujeres para hacerlas adalides del feminismo contemporáneo de la era Me Too cuando, en realidad, Telfer busca rescatar sus nombres, presentarlos al lector y ofrecerles una perspectiva de género a la hora de responder la eterna pregunta de: "por qué lo hicieron". Tal y como podemos comprobar en la contraportada, cuando pensamos en asesinos en serie inmediatamente se nos vienen a la cabeza personajes como "Jack el Destripador", el "Carnicero de Berlín" o tantos otros ya mencionados en el primer párrafo. Sin embargo, fijaos en el detalle de que, inconscientemente, obviamos el género femenino al referirnos a estos sujetos. Como si diéramos por hecho de que, como bien dijo  Roy Hazelwood, las asesinas en serie no existen. Si bien es cierto que en cuanto a porcentaje están muy por debajo de los hombres - a lo largo de la historia se han contabilizado 150 asesinas en serie censadas en estudios serios frente a un millar largo de asesinos varones - eso no es excusa para pasar por alto su existencia. Por no hablar de la manida y falseada creencia de que las mujeres son incapaces de cometer ciertos delitos de sangre, y mucho menos llegar a dejar tras de sí regueros de cadáveres. En general, desde una perspectiva machista, siempre se han considerado más proclives a cometer este tipo de barbaridades el sexo masculino, ya que son más calculadores, meticulosos, agresivos, fríos y poseen la fuerza bruta suficiente como para llevar el asesinato a cabo. Por el contrario, las mujeres somos el ángel del hogar, las nacidas para cuidar y ser cuidadas, las que no podemos valernos por nosotras mismas, las menos beligerantes, las más pasionales... ¿Quién pensaría por aquel entonces que una chica pudiese igualar o superar en crueldad a cualquier hombre? Nótese el tono irónico de la pregunta. De el mismo modo que en el caso de que la policía se topara con una de estas asesinas en serie, los argumentos siempre se reducen a tópicos machistas como "lo hizo por amor", "es un asunto hormonal", "estaba con la regla", "un hombre malvado la obligó a hacerlo", "era una femme fatale" o "era una bruja". Sin elevarlas a los altares ni convertirlas en iconos, Tori Telfer las despoja del argumentario patriarcal que dudaba de su feminidad, que las convertía en seres sin criterio, incapaces de mostrar frialdad, sin una capacidad planificadora o que las creía poseídas por el diablo para contar su historia y demostrar sus motivaciones especificas más allá de cualquier estereotipo. 


Tras el extenso prólogo, la primera gran dama del crimen que inicia lo que sería el contenido principal del libro no es otra que Erzsébet Báthory, más conocida como "La Condesa Sangienta". Sin duda, este personaje tenía que estar sí o sí en un libro de estas características, por no hablar que, en comparación con las otras asesinas en serie que desfilan a lo largo de sus 394 páginas, es la más mediática de todas. Considerada como la criminal con más víctimas a sus espaldas de la historia - 650 en total aunque hay estudios que engrosan aún más la cifra - protagonizó en pleno siglo XVI uno de los episodios más sangrientos que se recuerden en tierras húngaras. Descendiente de Vlad Tepes (recordemos, el príncipe de Valaquia que su sangrienta forma de torturar a sus enemigos inspiró a Bram Stoker para escribir Drácula) y obsesionada con la belleza, no dudaba en infligir a sus doncellas y criados las torturas más despiadadas. Desde cortarles los dedos, quemarlas/os vivos, hasta obligarles a practicar canibalismo o encerrarlos en "La Doncella" un instrumento originario de la inquisición que consistía en una especie de armario con afilados pinchos en su interior. Todo ello auspiciado y teniendo como testigos a Majorova - una bruja que habitaba en el bosque colindante al castillo - y a sus secuaces. Pero sin duda, lo que pasó a la posteridad relacionado con estos brutales acontecimientos era la afición de Báthory de bañarse en la sangre de sus criadas o beberla ante la creencia de que así conseguiría esquivar a la vejez. Hecho que, como bien sugiere el ensayo, muy pocos consideran verídico. Desde entonces, la fascinación entorno a este personaje no ha hecho más que aumentar, llegando a erotizarse o a servir de inspiración para la construcción de personajes femeninos en el terror. Incluso existen investigaciones históricas que apuntan a la teoría de la conspiración, es decir, que esta leyenda negra fuese en realidad un complot de los nobles húngaros para quitarse de en medio a una condesa que, por aquella época se erigía como la más poderosa e influyente del lugar. Verídica o no, lo cierto es que Erzsébet Báthory ha sido una de las pocas asesinas del libro que ha conseguido pasar a la historia. Por otro lado, la segunda asesina en serie más conocida del libro es la inglesa Mary Ann Cotton cuya tortuosa vida inspiró al mismísimo Frank Capra para filmar una de sus mejores películas. Esta virtuosa del arsénico se cargó en el siglo XIX a tres de sus cuatro maridos y tal vez a once de sus trece hijos con esta sustancia letal treinta años antes de que Jack el Destripador sembrase el terror en Whitechapel. En plena Inglaterra victoriana, insalubre y con una alta tasa de mortalidad infantil, Cotton consiguió pasar durante años desapercibida gracias a que la pandemia del tifus - sí, no la del Coronavirus - azotaba gravemente a los barrios humildes de la ciudad y pudo hacer pasar sus muertes por víctimas de la citada enfermedad. Por supuesto, la ciencia forense todavía no estaba al nivel de la de ahora. Finalmente fue detenida y ejecutada en el año 1873 pero sólo por la muerte de uno de sus hijos. 



Además de estas conocidas asesinas en serie, el libro repasa otras criminales menos conocidas pero con perfiles igual de inquietantes e interesantes para quien busque en este libro una lectura más instructiva. Por citar algunas de ellas, Damas asesinas cuenta la historia de la Marquesa de Brinvillers que a mediados del siglo XVIII comenzó a asesinar a sus amantes cuando se cansaba de ellos, la de Anna Marie Hann que tiene el dudoso honor de ser la primera mujer en ser sentenciada en Estados Unidos a la silla eléctrica por haber envenenado a cinco personas a principios de siglo XX o la de la rusa Darya Nicolayevna Saltycova que bajo el mandato de Catalina la Grande asesinó a 38 sirvientes de las maneras más terribles que una o uno se pudiera imaginar. Sin embargo, si me tengo que quedar con un caso en concreto, más allá de mi fascinación por el personaje de Erzsébet Báthory, sinceramente me quedo con el de los "Ángeles de la Muerte" de Nagyrev. A mi juicio el episodio más escalofriante y perturbador de los que Tori Telfer habla en su libro. En este caso se cuenta la historia de como, de la noche a la mañana, las mujeres de una pequeña aldea húngara comenzaron a asesinar a los hombres de dicho lugar. Las motivaciones eran tan variopintas como especialmente inquietantes. Al principio muchas de ellas comenzaron a envenenar a sus parejas que, traumatizadas de lo vivido en la Primera Guerra Mundial, volvían con graves problemas psicológicos y con una ira desmedida que no dudaban en manifestar a través de la violencia de género. Más adelante, los motivos se volvieron cada vez más específicos. Librarse de un matrimonio forzoso, de un padre moribundo, de un niño no deseado, de una boca que alimentar, de un marido alcohólico, de un depredador sexual... En total en aquel lugar conocido hoy en día como el "distrito del crimen" se cometieron entre 45 y 50 asesinatos a mediados de la década de los 20 del pasado siglo. Una de aquellas mujeres se llamaba Zsuzsanna Fazekas a la que no le temblaba la mano a la hora de prescribir el asesinato a sus desesperadas clientas repartiendo veneno como si de un remedio a las migrañas se tratara. A veces incluso era ella misma la que se encargaba de los asesinatos en el caso de que alguna clienta tuviese reparos en llevarlo a cabo. Ante la ausencia de médico y al ser partera de profesión, Zsuzsanna ostentaba un gran poder en la comunidad, hasta el punto que su autoridad e inteligencia intimidaban a los habitantes. Tras una década sin que nadie dijese nada, ya que tenían a todo el pueblo atemorizado, finalmente se detuvo a 34 de aquellas mujeres, siendo finalmente condenadas a muerte dos de ellas. Este caso en concreto no sólo ha conseguido prender una pequeña chispa en mi cabeza para escribir algo inspirado en estos sucesos, también me ha hecho reflexionar entorno a las motivaciones del crimen las cuales, a pesar de ser inmorales, no he podido evitar comprenderlas hasta cierto punto. Dicho esto, sólo me queda lanzar la reflexión que ha protagonizado estos días de encierro entorno a la literatura de terror, y es que en tiempos como en los que nos ha tocado vivir, en los que parece que vivamos en una novela distópica en la que el miedo determina cada uno de nuestros actos, las historias de horror se han convertido en una especie de bálsamo. Como si nos aliviara saber que existe alguien que, aunque sea en el campo de la ficción, lo está pasando peor. Es posible que nos consuele el hecho de la existencia de asesinas en serie que cometieron atrocidades en el pasado, atrocidades que se nos antojan lejanas e imposibles de cometer en los tiempos que corren. ¿De verdad estamos seguras/os de ello? ¿Quién nos asegura que entre nosotros no esté la próxima Erzsébet Báthory? ¿Podemos afirmarlo categóricamente? ¿O las piernas nos comienzan a temblar cuando pensamos en dicha posibilidad? E ahí la esencia del terror y la universalidad de sus temas. 

Damas asesinas: catorce historias de terror, avaricia, poder, supervivencia, machismo, sangre, torturas, infancias rotas, espeluznante sororidad, controversia... Un ensayo para los amantes del género que prefieren cavar y llegar a las profundidades de la perversión humana desde una perspectiva feminista. 

Frases o párrafos favoritos: 

"A las mujeres únicamente se las considera capaces de cometer homicidios de tipo expresivo impulsivo - el asesinato como resultado de una acción en defensa propia, un arrebato de furia, un trastorno hormonal, un ataque de histeria -, no de llevar a cabo homicidios de tipo instrumental-cognitivo, que son premeditados, planificados y se ejecutan a sangre fría."

¡Un saludo, a seguir leyendo y ánimo!

Cortesía de Impedimenta 

4 comentarios:

  1. Hola! No conocía este libro pero parece muy interesante así que no descarto leerlo. Gracias por tu reseña.

    Un saludo!

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  2. He visto mucho este libro en las librerías y lo he tenido en la mano en más de una ocasión, pero a pesar de tu excelente reseña, sigue sin convencerme, ya que no es mi género predilecto. Aún con todo me alegra que alguien se haya decidido a sacar este tema para humanizar a las mujeres, que como los varones, son capaces de lo mejor y de lo peor.
    una excelente reseña de un tema que hay siempre que tener en cuenta.

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  3. ¡Hola! ¡Que libro más interesante! Leyendo la entrada no podía dejar de pensar en la serie "Killing Eve". ¿La has visto? A mí me encanta, y creo que este libro me gustaría también.
    ¡Un saludo!

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  4. Lo vi en una librería y me intrigó por lo del humor negro y por el título, pero si es muy explícito y es para contar que las mujeres pueden ser unas asesinas despiadadas como cualquier asesino, ya tengo las telenovelas que por así decirlo el caso más light por poco recorrido, Ursula Dicenta de Acacias 38 capaz de dar eutanasia a ancianos por sus fortunas y su único asesinato ante cámara estrangular a Guadalupe narrándole como se ahogó su hija Manuela cuando le hizo efecto el veneno. Y también Lulú de Prisionera, que en el.. flashback del "capítulo 0 no solo mata a su marido y aprovecha que está la joven Guadalupe drogada para incriminarla, si no que cuando se descubre está intentando 2 asesinatos más en la vía de un tren y con total crueldad.

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