jueves, 29 de abril de 2021

RESEÑA: Iluminada.

 ILUMINADA



Título: El club de los mentirosos.

Autora: Mary Karr (Groves, Texas, 1955) desencadenó una revolución con sus memorias: El club de los mentirosos fue uno de los libros más vendidos durante un año entero según New York Times, y mejor libro del año para The New York Tomes Book Review, The New Yorker, People y Time. Karr ha ganado el Whiting Award, el Radcliffe´s Bunting Fellowship y dos premios Pushcart. Además ha recibido una beca Guggenheim. Entre sus obras destaca The Art of Memoir, las memorias El club de los mentirosos, Iluminada y La flor y poemarios como Sinners Welcome, Viper Rum o The Devil´s Tour. Actualmente es profesora de Literatura en la Universidad de Siracusa y vive en Nueva York. 


Editorial: Errata Naturae. 

Idioma original: inglés. 

Traductora: Regina López Muñoz

Sinopsis: ¿Es posible reírse a carcajadas mientras lees un libro que trata sobre el amor, el alcoholismo, la depresión, el maltrato, la maternidad y... Dios? Por supuesto, Iluminada es un buen ejemplo. Pocas memorias (con el ritmo de una gran novela) están a la altura de estas páginas. La joven que pasó su dura infancia en Texas, en el seno de una familia mucho más que "peculiar" vive durante su primera madurez un infierno del que quizá solo puedan salvarla, además de la literatura y la fe, la ayuda de otros que pasaron antes por lo mismo que ella; sin olvidar el amor por su hijo, algo que la inunda al mismo tiempo que la confunde, como a tantísimas madres. 

Su lectura me ha parecido: coloquial, necesariamente brusca, desprovista de prejuicios, íntima, con un sentido del humor que ahoga las lágrimas del lector, heredera y deudora de unas raíces texanas fundamentales para entender esta entrega, enérgica, gamberra, una excelente narración de sí misma... A veces, en esto de la creación literaria, nos empeñamos en perseguir aquello que nos gusta, que nos evade o que simplemente nos aleja de aquello que tratamos de dejar atrás. De ahí que géneros como la fantasía, la ciencia ficción o el terror sean abrazados con tanta fuerza por muchas y muchos autores, aunque a partir de ellos se hablen o se critiquen cuestiones de lo tangible, lo mundano, lo que pasa a nuestro al rededor. La posibilidad de imaginar nuevos mundos, avanzadas tecnologías, criaturas mágicas o entornos proclives al horror - más allá de la casa encantada y plagada de fantasmas de manual, el cementerio con más niebla de Londres, el campamento asolado por el típico personaje con una irrefrenable sed de venganza, el bosque en el que no puedes adentrarte pero aún así es explorado o el motel regentado por un siniestro propietario - predispone a la autora o autor a un mayor trabajo de documentación y de abstracción psicológica, analizando sus propias inquietudes y miedos. Existe cierta carga autobiográfica en  algunos de ellos, sí, pero ésta acaba irremediablemente ensombrecida por licántropos, naves espaciales, hobbits, asesinos en serie o sociedades distópicas capaces de hacerte temblar ante la posibilidad de que éstas sean factibles en un futuro no tan lejano. También sucede con la poesía, en un intento por recrearnos en lo ajeno, en lo que observamos más allá de nuestra realidad cotidiana. Como si quisiéramos elevar lo mundano, lo anecdótico o lo que a nuestros ojos rezuma de belleza a objeto poético cuando, en realidad, lo personal, lo que nos quema las entrañas, aquellos episodios del pasado imposibles de olvidar, los remordimientos que quedaron, las cuentas pendientes, los rescoldos de lo que vivimos y de los que somos incapaces de sacudirnos, por mucho que intentemos, a pesar de quererlos sepultar bajo capas y capas de hormigón. Como el sarcófago de Chernóbil, como ataúd del odiado dictador, como los cuerpos de quienes acabaron en fosas comunes por culpa de una terrible epidemia. De todo esto bien sabe el género autobiográfico, o su hijo predilecto, la auto ficción, en el que el lector siempre tiene la última palabra a la hora de otorgar credibilidad a los hechos. Género al que acaban acudiendo - y últimamente en masa - muchas y muchos escritores por mil y un motivos. Afán de protagonismo, desahogo personal, exorcismo literario, denuncia de unos hechos, experimentación, juego narrativo que implique directamente a quien se adentra en el texto, homenajes subjetivos que a juicio de la autora o autor son necesarios, catarsis varias, apetencias escritoriles sin motivo oculto que lo justifique o simplemente por una cuestión de moda. Y como en todos los géneros literarios habidos y por haber, existen viles imitadores y los clásicos que han iniciado dicha tradición, y Mary Karr, la gran Mary Karr, forma parte por derecho propio del segundo grupo con una inabarcable trilogía autobiográfica abierta a más entregas - aquí nos ocuparemos del segundo volumen traducido al español - de la que hay mucho que decir en tan poco espacio. Iluminada: un impactante viaje al interior de la mujer escritora. 


Para hablar del presente libro - lo cual ha implicado una tarea casi titánica de relectura, revisión y de entender lo que Mary Karr quiere transmitir con sus memorias - debemos detenernos unas líneas en su título: Iluminada. Un título simple, directo, bello incluso, pero que en su versión original (Lit) encierra y condensa las dos principales líneas argumentales del libro. Por un lado "lit" significa precisamente eso, luz, destello, algo que ciega momentáneamente los ojos, el sentido, el entendimiento y que en el texto, a modo de metáfora (la poesía siempre presente, aunque de eso hablaremos más tarde) se nos presenta como lo que ilumina, lo que arroja claridad sobre el oscuro sendero que Karr recorre. En otras palabras, ese despertar como primer paso para superar sus diversas crisis, de las cuales somos testigos - a veces incómodos - a lo largo del texto. Por otro lado, "lit" también tiene otra acepción en su forma más abreviada, la de "literatura" y es que al tiempo que estamos ante un libro en el que su autora nos narra una historia de autosuperación - recordemos, nos estamos moviendo en el embarrado terreno de lo autobiográfico y por tanto verdadero - Karr nos expone sus deseos por convertirse en escritora y su obsesión por publicar. Lejos de hallarnos ante una novela más de escritoras/es frustrados y en profundas crisis creativas - en las que suele abundar el ombliguismo y una intencionada búsqueda de la empatía por parte del lector realmente trillada y aburrida - aquí se suple cualquier atisbo de narcisismo a través de un humor muy particular. Tejano, brusco, procedente de la tradición oral, coloquial, accesible, aunque lo que te esté contando sea de lo más profundo intelectualmente hablando o la mayor barbaridad que a la autora le haya pasado. En lugar de alejar con un estilo petulante de escritora que sabe mucho y que procura agrandar la distancia entre el lector y quien empuña la pluma, Karr abraza al lector en una naturalidad y cercanía imposibles de esquivar, pasar por alto, ignorarlas vilmente. Puede que la historia de Mary Karr - si habéis leído la sinopsis - parezca la típica historia de superación con final feliz. El final ya lo sabemos, ya que acaba consagrándose como una gran escritora, además de considerarse hoy por hoy una eminencia del género biográfico (El club de los mentirosos, Iluminada y La flor son de lectura obligatoria para quienes, desde una perspectiva más actual, quieran escribir sobre sí mismos sin caer en los errores garrafales que podemos encontrar en otros libros adscritos a esta corriente). No obstante, el viaje de más de 500 páginas hasta llegar a la actualidad está plagado de sombras que la autora desgrana desde la ausencia de prejuicios y una honestidad pasmosa. La búsqueda de un entorno lo más alejado posible de la disfuncionalidad familiar que había  había vivido en su infancia - el cual se describe en el corrosivo y magistral El club de los mentirosos - la conduce a su particular descenso a los infiernos en forma de alcoholismo, síndrome de la impostora e ingresos en psiquiátricos. El cataclismo no tarda en llegar tras encontrar cierta estabilidad familiar e ingresar en la clase media intelectual (entorno en el que, a pesar de haberlo anhelado, todavía no se siente totalmente integrada) con el divorcio del padre de su hijo. Es en este punto donde la situación parece agravarse y donde, al mismo tiempo, el lector como espectador asiste a la verdadera obertura en canal, a la desnudez narrativa. Con episodios tiernos - siempre relacionados con su hijo - sanadores - las heridas que comienzan poco a poco a cicatrizar - y de nuevos comienzos - acordándose de toda la gente que conoció a lo largo de su recuperación -. Es aquí donde, además, lo espiritual va ganando peso en la historia. No es que Karr se convirtiese de pronto al catolicismo tras haberse burlado de la religión y haber asistido con escepticismo durante toda su vida a su doctrina. Lo que vemos en Iluminada - otra posible acepción si lo pensamos detenidamente - es una paulatino acercamiento a la abstracción, al sosiego y la tranquilidad que ofrecen la meditación. Ese tiempo para ella misma que supone el rezo y que le roba a otras cosas, como a la bebida o al autoboicot, lo convierte en reflexión casi filosófica. Si bien es cierto que a mi juicio es un aspecto del libro en el que creo que su autora divaga más de la cuenta, sería injusto desdeñarlo, ya que aporta una perspectiva, no voy a decir original, pero sí interesante desde el plano de lo confesional. 


Iluminada de Mary Karr se ha convertido en un importante bastión de la autobiografía, un clásico casi instantáneo solo superado por El club de los mentirosos, recordemos, entrega donde se ahonda en la infancia de la autora y la problemática familia de la que viene. Sin embargo, Karr no hace nada que ya hicieran Jean-Jaques Rousseau o Gertrude Stein en los siglos XVIII y XX respectivamente. A pesar de que existen antecedentes, como los conocidos como Libros de los hechos - llibres dels fets en catalán - en los que los monarcas narraban sus hazañas y conquistas a través de unos escribas que se encargaban de trasladar las palabras de los reyes al libro o los propios Cantares de gestas - el más significativo el del Mío Cid por ejemplo - donde, a través de un estilo más elaborado y en verso, se plasmaba las aventuras de un personaje singular u importante (casi mítico) lo autobiográfico se pone de alguna manera "de moda" en la época Renacentista, coincidiendo con la idea del antropocentrismo. Esta idea de colocar al hombre en el centro dio lugar a la proliferación de una serie de textos que, bajo la pluma de religiosos como san Ignacio de Loyola o Santa Teresa de Jesús, tuvieron gran difusión en su momento. Sin embargo, no es hasta el ya citado Rousseau donde se asientan, gracias a sus Confesiones, el modelo que predominará durante el Romanticismo del siglo XIX y bien entrado el siglo XX. Resultando determinante para la aparición de las autobiografías o textos autobiográficos de personajes tan variopintos como Charles Darwin, John Stuart Mill, Charles Dickens o Anthony Trollope entre otros. A pesar de que en el siglo XX el género atraviesa una seria decadencia - en parte debido a su caída en prestigio al comenzar a asociarse con las revistas de cotilleos o personajes con vidas enormemente escandalosas, y por tanto, morbosas para el consumo de masas - sí que encontramos algunos ejemplos a destacar, tales como las autobiografías de Isadora Duncan, Malcom X, Rohal Dahl, Josep Pla, Gabriel García Márquez, Simone de Beauvoir, George Orwell o Frank MCourt entre otros. Pero es en el siglo XXI - amparado por un nuevo concepto antropocéntrico sin duda auspiciado por el capitalismo, la globalización y, sobre todo, el auge de las redes sociales, las cuales nos han conducido al individualismo y a la sociedad del "yo" - donde lo autobiográfico ha logrado el mayor impacto. Tal vez por esa domesticación social hacia el culto a una o uno mismo, tal vez porque, en un mundo cada vez más líquido, busquemos historias verídicas a las que agarrarnos para buscar ciertas similitudes personales respecto a la escritora/or que las expone, o simplemente porque aún sigamos siendo adictos a las desgracias ajenas o los episodios más polémicos, solo para resarcirnos, para autoconvencernos de nuestra privilegiada posición y la vana esperanza de que aquello terrible jamás nos va a ocurrir. La perspectiva de género, por supuesto, ha entrado con fuerza en el género, de hecho, si por algo Mary Karr es importante en estas lides es precisamente por haber otorgado esa visión tan necesaria y del que lo autobiográfico, en la mayoría de casos, andaba escasa. Pero además de eso, Iluminada es una inmersión, profunda, al fondo de lo que significa ser mujer autora - mujer trabajadora al fin y al cabo - en la que, salvando todos los episodios de alcoholismo y depresión, muchas escritoras pueden verse reflejadas. Sobre todo en sus problemas, inseguridades, esfuerzos por labrarse una carrera en un mundo, el de la industria editorial, capaz de cumplir sueños pero también de sacar a exhibir las fauces del rechazo. Como ya he comentado, Mary Karr no inventa el género autobiográfico, pero sí lo reinventa, y eso debería ser un incentivo al menos para descubrirla en sus flaquezas y virtudes. 

Iluminada: una historia de adicciones, fracasos, terapia, literatura, infancias traumáticas, miedo, maternidad, escritura, espiritualidad... Las metamorfosis de Mary Karr. 

Frases o párrafos favoritos: 

"De vez en cuando experimentamos la presencia de lo sobrenatural y por un instante discernimos cómo estamos hechos, con qué detalle nos atraviesa la fuerza que impregna cada pétalo, con el único deseo de hacernos alcanzar lo mejor de nuestras capacidades. Normalmente, cuando más cerca estamos es cuando amamos, o cuando un ser amado nos devuelve una sonrisa, un gesto que tiene el poder de galvanizarnos como el acero y fortalecer lo que hasta ahora no había sido más que carne blanda. Y arrancas a cantar en el instante en el que el león avanza hacia ti con las fauces abiertas y percibes el calor de su aliento. Incluso hasta la muerte."

¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Errata Naturae

3 comentarios:

  1. debo confesar que esta vez el libro que nos reseñas no me atrae pero me ha gustado mucho esta reseña, en especial la parte final de la misma con esa pequeña genealogía del genero de la auto ficción, aunque creo que se debe tener en cuanta que el primer libro de estas características del que podemos tener noticia es, a la vez, uno de los mejores del genero: las confesiones de Agustín de Hipona, donde el autor, más conocido como S. Agustín, nos narra no solo como va a pasar de una posición de ateísmo a una clara devoción por la doctrina cristiana, sino también como el imperio romano va a ir sucumbiendo poco a poco, lo cual convierte la obra en un importante documento histórico.
    Una reseña excelente de un libro que no me llama.

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  2. ui pues me ha llamado la atención, nunca he leido un libro así, pero me lo apunto jejeej gracias por la reseña
    un besote

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  3. Fantástica reseña. No conocía este libro y por todo lo que cuentas, creo que podría gustarme pero ahora mismo tengo tanto pendiente que se va a quedar esperando.
    Besotes!!

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