miércoles, 27 de octubre de 2021

RESEÑA: Diario del duelo.

 DIARIO DEL DUELO


Título: Diario del duelo. 

Autora: Mary W. Shelley (1797-1851) narradora, escritora, ensayista y biógrafa británica. Hija de del filósofo político William Godwin y de la teórica feminista Mery Wollstonecraft, frecuentó los más selectos ámbitos culturales y literarios de la mano de su esposo el poeta Percy Bysshe Shelley. Su obra más importante sin duda, fue Frankenstein, nacida tras una apuesta entre Lord Byron, John William Polidori, Percy Shelley y la propia Mary durante las vacaciones del año 1816 en una mansión Cerca de Ginebra. Tras el fallecimiento de su esposo, se dedicó en cuerpo y en alma a la educación de su único hijo y a forjar su carrera como escritora, sin embargo, la última década de su vida estuvo dominada por enfermedades probablemente asociadas al tumor cerebral que acabaría con ella en el año 1851. Además de Frankenstein, Mary Shelley es autora de MathildaEl útlimo Hombre Falkner entre otros.


Idioma original: inglés. 

Revisado, editado y corregido por: Germán Molero y Gonzalo Torné. 

Sinopsis: Mary Shelley es una de las escritoras más importantes del siglo XIX. Gracias a Frankenstein, su fama ha trascendido el ámbito de los lectores y se ha convertido en un hito de la cultura popular. Con el paso de los años, cada vez son más conocidos sus relatos, sus fascinantes poemas, sus cartas... Pero hay un libro escrito de su puño y letra que sigue llevando una existencia confidencial, casi secreta, como si se tratase de un tabú: sus diarios personales. Más de un siglo después de su muerte, todavía no disponemos de una edición fiable en inglés y no se han traducido a ninguna otra lengua. ¿Qué ocurre con los diarios de Mary Shelley? Para que el lector pueda extraer sus propias conclusiones presentamos, por primera vez en castellano una amplia selección de sus diarios, que cubre desde la huida con el que se convertiría en su marido, Percy Shelley, hasta los meses posteriores a la muerte del poeta romántico, convertida en su viuda. Diarios muy viajados (Francia, Italia, Suiza...), dedicados a contar los entusiasmos y dificultades que les procura la vida audaz que han elegido, que de repente la inesperada muerte de Percy detiene. Momento en el que el libro se transforma en un estremecedor diario de duelo, en un intento de retener con palabras la vida que se ha desvanecido, de no permitir que avance hacia un tiempo que ya no puede ofrecerle nada. Unas páginas de una fuerza expresiva insólitas que conducen a los lectores a un espacio donde quizás no hayan estado nunca y que confirman que el Diario de Mary Shelley, un libro que apenas ha leído nadie, es una de las grandes obras de la literatura inglesa. 

Su lectura me ha parecido: adversa, cotidiana, reflexiva, atormentada, poética, desgarradora, fluida, plagada de momentos trascendentales, histórica... No es ningún secreto. Tampoco una sorpresa. Ni siquiera una rareza dada mi, a pesar de la cada vez más ingente cantidad de libros que atesoro de muchos géneros, ligera predilección por aquellas lecturas que han venido a englobarse bajo la etiqueta "terror". Aquellas que, bajo mi punto de vista, mejor han sabido reflejar las realidades de su época a través de los miedos, paranoias y demás elementos perturbadores de éstas. De hecho, lo cierto es que podría analizarse las etapas por las que las mujeres y los hombres han transitado a lo largo de la historia través de la evolución de sus mayores temores. Dicho esto, no es de extrañar que una de mis autoras de cabecera sea la grandísima Mary Shelley que, más allá de Frankenstein - novela a la que le he dedicado millones de elogios y debates intelectuales, y aún me siguen pareciendo pocos - alberga una de las producciones literarias más interesantes, y al mismo tiempo, más infravaloradas del panorama literario. Antes de empuñar la pluma en la famosa Villa Diodati y después de haber conseguido publicarla anónimamente - siendo injustamente atribuida a su marido Precy Shelley - Mary Shelley siguió escribiendo. Novelas como Mathilda - sin duda, el libro que mejor describe la idea de "nostalgia" en su más oscura y bella crudeza - o sus relatos recopilados recientemente en la antología Amar y revivir - en los que se evidencia su enorme talento para las historias románticas con tintes de terror histórico, así como su enorme capacidad para sembrar su opinión acerca de los grandes debates filosóficos de su tiempo - así como El último hombre - una de las primeras distopías literarias que bien merecería una reedición a la altura - y otros títulos como Falkner o Lodore - cuyas traducciones ni están ni se las espera - no hacen sino confirmar su universo literario más allá ede su mítica novela, así como la desidia con la que se ha abordado su acercamiento a los lectores de este país. Por fortuna, desde Hermida Editores (como si hubieran acudido a la llamada de mi desesperado auxilio) se han afanado por ir recuperando con la ayuda de Gonzalo Torné - lo dije en su momento, uno de los mayores expertos en Mary Shelley y, por extensión, de los autores del llamado círculo Diodati - gran parte de su legado. Sin embargo, en esta ocasión, en una decisión tan arriesgada como necesaria, dicha labor ha conducido a traer a nuestras librerías, por primera vez en castellano - lo cual no deja de ser todo un acontecimiento histórico - la faceta más íntima de la autora. ¿Y qué hay más íntimo, y ya puestos más esclarecedor, que sus diarios? Para los amantes del salseo, un caramelito muy dulce con el que poder saciar su morbo más primitivo. Para los fans de la autora - como una servidora - la oportunidad de conocer, no solo a la escritora, sino a la persona detrás de la leyenda impresa por la historia y la propia cultura popular. Diario del duelo: el lírico y tormentoso secretos de un matrimonio del siglo XIX. 


Leer Diario del duelo es un privilegio, sobre todo si quien lo lee y escribe estas líneas es historiadora experta en la edad Contemporánea, aunque en los tiempos de Mary Shelley hacía pocas décadas que ésta había comenzado a andar con paso firme y decidido. Una de esas oportunidades que solo pasa una vez en la vida y que decidí aprovecharla al máximo, hasta el punto de cambiar el chip y adoptar una lectura más crítica, analítica, alejada de lo placentero. Tratando de captar cada aspecto vertido, cada anécdota, cada opinión que Mary Shelly dejaba por escrito y que, por consiguiente, me ayudaría a profundizar en el porqué de su literatura. Si bien es cierto que la primera parte nos encontramos una serie de anotaciones casi diarias que tienen su inicio en 1814 - año en el que se escapa con Percy y su medio hermana Claire Clairmont a Francia - éstas nos presentan un momento convulso en la pareja, en la que los problemas de adaptación a su nueva realidad lejos de Inglaterra y los intentos por llegar a un terreno neutral son los absolutos protagonistas. Es a partir de entonces cuando Mary, ya con el habito de la escritura personal, decide escribir pequeños informes de su vida y las circunstancias que rodean dichos momentos difíciles, llenos de adversidad, pero también de felicidad apasionada al lado del que considera su gran amor. Llama la atención, en relación con esto último y en general, la importancia que el matrimonio Shelley le daba a la literatura más allá de su condición de escritores. Y es que son muchas las conversaciones recogidas por Mary en las que intercambian pareceres acerca de los libros que están leyendo, así como su necesidad de empaparse de la escritura de sus coetáneos - aunque algún clásico también cae - para lograr alcanzar un estilo propio dentro de lo que se estaba cociendo por aquel entonces en esa Europa de principios de siglo XIX. 


Seguidamente, vemos como las entradas del diario se van espaciando más en el tiempo. Mary ya no escribe con la misma constancia que al principio y las entradas se vuelven mucho más escuetas y concisas, alejándose del carácter literario para centrarse única y exclusivamente acciones diarias y sus más profundas preocupaciones. Sin duda, la época previa al fallecimiento de su marido fue de todo menos tranquila y probablemente aquello le dejaría poco lugar para la escritura de textos más elaborados aunque, entre medias, nos topemos con alguno de sus relatos más sombríos. Es en este punto donde me surge la duda de si, en el texto original, estas breves creaciones literarias aparecieron así, intercaladas, o ha sido, por el contrario, una decisión puramente editorial. Sea como sea, lo cierto es que ayuda a oxigenar una parte del texto caracterizada por la monotonía y en algunos casos la poca trascendencia de los hechos que se describen. Pero entonces llega la muerte de Shelley y la escritura de Mary cambia drásticamente. Convirtiéndose ésta en la vía para volcar y exorcizar todo su dolor, prestando atención a aquellos trágicos episodios que, de una forma u otra, han marcado su existencia. Aquí la escritura es más depurada, más poética, más cercana a los sentimientos que le invaden, consiguiendo que como lector acabes experimentando la misma angustia, incomprensión y desgarro de sus palabras. De todos aquellos acontecimientos que marcaron la vida de ambos - la huida de Shelley, la adversidad de sus viajes por Europa, la muerte de su hijo, el suicidio de la anterior esposa de Percy, etc... - yo me quedo, por supuesto, con las entradas en las que hace referencia a la reunión en la Villa Diodati de 1816. Sorprendentes como poco. Y eso que Lord Byron aparece nombrado incontables ocasiones algo que, a pesar de la controversia y los excesos de dicho personaje, no deja de resultar enormemente atractiva tanto su presencia como lo que opina la propia Shelley de él. En última instancia, ya para cerrar, si algo me ha enseñado este libro es, por un lado, a desmitificar aún más al matrimonio Shelley reafirmándome en su toxicidad y en la peligrosidad del amor romántico. Y por otro lado a admirar aún más si cabe a Mary, no sólo por su incuestionable talento y legado, también en lo que a fascinación se refiere. Y es que con ella una no deja de aprender, reflexionar y sorprenderse. Incluso desde su mirada más personal, aquella que debía quedarse para ella pero a la que, como buenos lectores, debemos acercarnos con el máximo de los respetos. La escritora de la primera novela de ciencia ficción de la historia bien lo merece. 

Diario del duelo: una historia de desazón, tristeza, expiación, acontecimientos vitales, rutinas anodinas, pensamientos, literatura, amor desbocado... Las entrañas de una autora universal. 

Frases o párrafos favoritos: 

"He regresado a casa en un estado que incluso el murmullo del mar parecía presionarme. El caso es que por primera vez desde hace más o menos un año he pasado dos horas en compañía de Albe, y al llegar a casa he tenido que escribir estos párrafos que no terminan de expresar toda la fuerza de mis sentimientos. ¡Shelley, amado mío! Miro las estrellas, y la naturaleza entera me habla de ti con una voz clara. ¿Por qué no me respondes? ¿Han destruido allí donde estés el instrumento de tu voz? Soportaría siglos de dolor si se me concediese el don de sentir por un segundo cómo roza mi oído tu voz."

¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Hermida Editores

miércoles, 20 de octubre de 2021

RESEÑA: Primavera sombría.

 PRIMAVERA SOMBRÍA


Título: Primavera sombría.

Autora: Unica Zürn (Berlín, 1916 - París, 1970) fue una escritora y pintora alemana, destacada representante de la poesía anagramática y del dibujo automático, y célebre por sus colaboraciones con el pintor y escultor Hans Bellmer, del que fue compañera sentimental hasta 1953. Admirada por grandes artistas del surrealismo como Henri Michaux, Adré Breton, Man Ray, Hans Arp, Marcel Duchamp o Maz Ernst, en 1960 ingresó en un centro psiquiátrico tras sufrir un episodio psicótico, el desencadenante de un largo calvario que culminaría con su suicidio en 1970. Además de Primavera sombría, entre sus obras literarias destacan El hombre jazmín, El trapecio del destino y otros cuentos y Las trompetas de Jericó


Editorial: Pepitas de Calabaza. 

Idioma original: alemán. 

Traductora: Alba Lacaba Herrero. 

Sinopsis: En el que probablemente sea uno de sus textos más célebres, Primavera sombría, la autora alemana Unica Zürn plasma las emociones encontradas que acechan a una niña en el despertar de la vida. Una atmósfera familiar de violencia y sensualidad, que a un tiempo adora y repudia, prende en ella un imaginario erótico del placer en el dolor por el que finalmente se abisma. Apegos morbosos, juegos provocativos y ensoñaciones delirantes pueblan el turbulento universo de la protagonista de estas páginas, evocación de la propia infancia de Zürn, que acabó por quitarse la vida arrojándose al vacío desde el balcón de su cada en París a los cincuenta y cuatro años. Un relato hermosamente estremecedor, despojado de cualquier sentimentalismo y juicio moral, de una de las autoras más interesantes e injustamente olvidadas de la vanguardia europea. 

Su lectura me ha parecido: emocionante, verdadera, perturbadora, intensa, sobrecogedora, justa y necesariamente breve, un triple salto mortal sin red a la que el lector pueda agarrarse, de quitarse el sombrero, o la gorra, o lo que sea... Los que llevéis por aquí el mismo tiempo que yo - nueve años ya, ¡madre del amor hermoso! - sabréis la cantidad de autoras y autores, con sus correspondientes historias, que han pasado por este espacio, por lo visto, tan longevo. Hay veces que, como todo, olvido, y eso que me considero una persona con agudísima memoria. Sin embargo, han sido tantas y tantos los nombres - algunos rimbombantes otros no tanto - que a una se le han acabado escapando de ese abstracto espacio llamado memoria, o memoria lectora, como queráis llamarlo. Nada me ha intimidado, ni siquiera cuando, muy a mi pesar, me ha tocado resaltar aquellos aspectos que no me han acabado de funcionar en el escrito en cuestión, a veces con consecuencias algo desagradables o sepulcrales silencios. En todo este recorrido, como ya he dicho, he leído de todo y de casi todo. O casi todas, dado que de un tiempo a esta parte las autoras han copado gran parte del espacio de mi mesita de noche, y por consiguiente, del que le dedico en este lugar donde procuro que la literatura, la crítica y el debate se estrechen la mano. Aún así, hacía tiempo que una escritora no me abrumaba tanto, hasta el punto de sentir una especie de respeto eterno desde que la descubriera hace unos meses mientras el cielo de mi ciudad se preparaba para el chaparrón del siglo. En aquella primavera más sombría - dadas las excepcionales circunstancias en las que desde marzo de 2020 nos hayamos - que la que Unica Zürn (así se llama la escritora que a día de hoy me sigue poniendo los vellos de punta) describe en su relato. Escrito que inaugura el principio de una obsesión literaria, de infinita admiración, de respeto absoluto - y esperemos que inquebrantable - hacia una escritura extremadamente intimista, cierto halo poético y capaz de construir unas imágenes tan explícitas emocionalmente como tangibles a pesar, en mi caso, de no haberlas vivido en mi niñez. Su calidad de artista polifacética avala este talento, incomprensiblemente sepultado por el machismo existente en el mundo del arte - y la literatura - y el tabú entorno de una enfermedad mental mal tratada que la condujo tristemente a la tumba demasiado pronto. Hoy regresamos a los nubarrones, a los estómagos encogidos, a esa calma antes de la inclemente cascada, a la violencia silenciada, a esos pétalos marchitos picoteados por las gotas de lluvia. En definitiva, a esa Primavera sombría: el lado más tétrico e incómodo de la infancia. 


Más conocida - insisto, de manera injusta - por ser la musa y amante de Hans Bellmer (escritor y fotógrafo adscrito a la corriente surrealista famoso por sus retratos de carácter erótico) lo cierto es que, antes de modelar para Bellmer y conocer a la flor y nata e la intelectualidad y el mundo artístico del momento, Zürn escribió la mayoría de sus textos por pura supervivencia. En una Alemania recién salida de la Segunda Guerra mundial, tras un divorcio en el que había perdido la custodia de sus hijos y en una situación de absoluta vulnerabilidad económica, Zürn se ganó la vida escribiendo cuentos para periódicos, radios - llegando incluso a venderlos ella misma en la calle - mientras trabajaba en el cabaret y club de jazz Die Badewanne - lugar, por cierto, en el que se reunían los artistas más importantes de Berlín -. De nuevo, asistimos a un caso que, si lo miramos con la perspectiva actual, no dista mucho de la presente generación de autoras y autores españoles en los que, o bien la precariedad es el leitmotiv de sus creaciones literarias, o bien se han visto obligadas/os a producir literatura, en ocasiones en contra de sus ideas o posicionamientos de cualquier tipo, para poder subsistir. Sin embargo, lo más sorprendente es que, al contrario de lo que cabría esperar - rapidez, tramas que se resuelven con facilidad, personajes poco dibujados, poca precisión, ausencia de un estilo narrativo propio - en Zürn encontramos una voz poderosa y muy personal. Capaz de crear una sensación de indefensión al lector frente al texto. En el primer párrafo comparé su lectura con un salto de fe, al abismo y sin  nada que pudiese salvarte de él. Un cuento con el que te aferras con fuerza a sus palabras, aunque éstas estén recién salidas de una virulenta hoguera. Relato que, aunque breve, no le sobra ni una coma. Justo en su medida y que, a pesar de leerse de una sentada, el poso que su lectura te deja dura más allá de la tortuosa experiencia. Porque sí, Zürn no es complaciente y sus fluidas descripciones se incrustan, como un parásito, en el hueco de la memoria. Incluso cuando lo que acabas de leer sea incómodo, oscuro, un desgañitado grito desde la garganta de la propia autora.


Porque, efectivamente, Primavera sombría es, en su génesis, una autobiografía novelada, o si lo preferís, ficción con toques de realidad. Un texto aparentemente fácil en sus primeras páginas - algo que acaba dándose la vuelta para tornarse cuanto menos perturbador - no se donde Zürn te plasma el descubrimiento del género, de su cuerpo, del sexo, de sus propias obsesiones, de la vida de su alter ego, de esa niña a la que vemos crecer de los diez a los doce años, de la ausencia del padre, de los amantes de la madre, de ese hermano del que es mejor no hablar y, sobre todo, de sus intentos por intentar entender cuando nadie se digna a explicarle nada. Incompleta desde el primer momento, y en un clima de soledad extrema, la niña comienza a buscar aquello que la complemente encontrándola, finalmente, en una especie de experimentación sexual que alimenta unas incipientes fantasías masoquistas. Obviamente, esta valiente decisión a nivel novelístico no deja de resultar una crítica tanto a la teoría freudiana, así como la visión masculina del erotismo, mayoritaria en su época y de la que por ejemplo el ya citado Hans Bellmer hacía gala en sus composiciones artísticas. No obstante, esto se vuelve más trasgresor en el momento en el que nuestra protagonista se enamora de alguien fuera de su núcleo familiar, de un hombre más mayor ante el que, en lugar de comportarse como una ninfa precoz, se acomoda en el platonismo, siendo dicha pureza en su enamoramiento su fuente vital. Su final, tan impactante como demoledor, es tristemente premonitorio. Perfecto en cuanto a su ejecución y que, por supuesto, escandalizará a quienes, despistados por su enigmático título, se adentran en él buscando sencillez, ligereza o esa sensación de supuesta paz enmascarada bajo la pésima etiqueta de "libros para no pensar". Zürn impresiona, abruma, sobrecoge a cada página, a cada párrafo, a cada reflexión que el lector pueda hacer posteriormente. Cada día que pasa esta pequeña pero inquietante historia crece más y más, como esas películas que pasadas un tiempo no dejan de producir mil y un inquietudes y debates a pesar de haberse estrenado hace 20, 50 o 100 años. Ojalá poder absorber cada uno de sus pedacitos, retener sus enseñanzas, no solo porque Unica Zürn se haya convertido, de forma totalmente inesperada, en una de mis autoras favoritas - incluso un referente literario a seguir - también por la responsabilidad que con ello contraigo. La de que no caiga, inexorablemente, en un segundo y tal vez más largo olvido.

Primavera sombría: una historia de dolor, sexualidad, soledad, inocencia perdida, desazón, autodescubrimiento... El inicio de una, esperemos, grandísima admiración. 

Frases o párrafos favoritos: 

"Sufre en silencio, perdida en ensoñaciones masoquistas en las que no caben pensamientos de venganza ni desquite. El dolor y el sufrimiento le causan placer. 

La vida, sin la desgracia, es insoportable.

Para poder soportar la vida,  no tiene más que refugiarse con todo su afán en la fantasía."


¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Pepitas de Calabaza

sábado, 9 de octubre de 2021

RESEÑA: Azúcar quemado.

 AZÚCAR QUEMADO


Título: Azúcar quemado. 

Autora: Avni Doshi (New Jersey, 1982). Estudió Arte en el Bernard College en Nueva York y luego Historia en la University College de Londres. Volvió a la India, el país de sus padres, para ser curadora de arte durante cinco años, antes de decidir dedicarse enteramente a la escritura. Azúcar quemado es su primera novela y la logrado entrar en la Shortlist del Booker 2020. 


Editorial: Temas de Hoy. 

Idioma: inglés. 

Traductora: Raquel Vicedo. 

Sinopsis: La madre de Antara siempre fue una mujer indomable, que despreció las convenciones de su familia, su marido y su época. Pero ahora que está perdiendo memoria y Antara quiere que recuerde. Que recuerde las veces que le hizo daño, los lugares a los que la arrastró de niña por huir de un matrimonio aburrido, el culto religioso en el que vivieron, los meses en la calle después de que le rompieran el corazón. Antara piensa en todo eso mientras acompaña a su madre y se pregunta cómo cuidar de alguien que no la cuidó jamás. 

Su lectura me ha parecido: dura, contundente, caótica al principio, ágil a medida que le vas pillando el punto, en los límites de lo "cómodo", desestabilizadora, cautivadora en última instancia... ¿Hasta dónde llegan nuestras obligaciones con nuestros progenitores? ¿Por qué la sociedad nos incita a condenar conductas moralmente reprobables si vienen de amigos, vecinos o parejas y, en cambio, nos obliga a reprimirnos cuando los que las ejercen son nuestros propios padres? ¿Tenemos los roles paterno-materno filiales demasiado idealizados? ¿Qué pasa cuando se rompe el paradigma? Y lo más importante: ¿debemos perdonarles cualquier conducta, por muy destructora que sea, en favor de un amor, en ocasiones inexistente, o porque la sociedad-tradición, de nuevo, nos empuja a ello? Al igual que el amor romántico pienso que el concepto de familia - entiéndase en su manifestación más arcaica - está también en plena deconstrucción. No sólo por el hecho de que lo nuevos modelos familiares más allá de la opción monógama de toda la vida (padre, madre e hijos) van ganando más aceptación social, también por la extensión propia del término. Familia, tradicionalmente, venían a ser tus progenitores, pero ahora cualquier núcleo de afecto - como los amigos por ejemplo - puede llevarlo asociado o acabar conformándose en ello, ya sea por una visible evolución socio-cultural o por pura supervivencia - un ejemplo serían las amistades como refugio familiar ante casos de homofobia, racismo, machismo o cualquier otra forma de discriminación -. Sin embargo, a pesar de que estas realidades no son conocidas, seguimos apostando por la felicidad por encima de cualquier otra cosa. Por los oídos sordos en lugar de atender a las injusticias que, en algunas familias, los padres vierten sobre sus hijos. Borrón y cuenta nueva en lugar de hablar o cortar de raíz la relación (dos opciones igual de válidas y que nadie, absolutamente nadie, debería poner en duda). Porque nos han enseñado que la familia es un retablo, un panteón, un tótem que nadie debe romper, aunque ésta nos haga daño, aunque queramos poner tierra de por medio, aunque peligre nuestra propia salud mental. La memoria es traicionera, sí, pero también nítida, y hay cosas que son imposibles de olvidar, y menos cuando vienen de esa institución que, se supone, jamás debe defraudarnos. Creo que, en ese sentido, debemos ser realistas y aprender a bajar de los pedestales de una vez por todas a nuestro padre y nuestra madre para luego no llevarnos, con perdón, las hostias. Todo ello auspiciado por un sistema que esconde la mierda bajo idílicos retratos de los 90. De todo esto y focalizada en la figura de la progenitora - la del padre merece un extenso capítulo a parte - nos habla, o mejor, nos hace reflexionar la novela que hoy regresa a mis manos. Desmitificadora como pocas que, sin embargo, consigue retorcerte el estómago. Azúcar quemado: la memoria como ejercicio redentor y la ambivalencia de la maternidad. 


El propio título - de un lirismo tan precioso como amargo - nos avanza la carga simbólica de lo que, si nos animamos, encontraremos en el interior de sus páginas. Y es que Azúcar quemado no deja de ser, en apariencia, una disección literaria más de lo compleja que a veces resulta las relaciones entre madres e hijas. De hecho, la lapidaria frase con la que Avni Doshi inicia el presente libro ya nos anticipa tanto el tono como la contundencia de su discurso: "Mentiría si dijera que nunca he sentido placer cuando a mi madre le ocurre una desgracia". Sin duda, a la altura de aquellos inicios inolvidables - tales como el devastador principio de El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes o la intrigante, pero no menos escalofriante, confesión que da el pistoletazo de salida en Agua salada - en los que las relaciones familiares no son siempre ideales. A pesar de su confusa primera parte (a la que asistes con desconcierto hasta que, de pronto, la particular situación en la que se encuentra el personaje de la madre justifica dicho caos narrativo) la historia fluye a través de los ojos de Antara, la hija, quien ya adulta y viéndose en la "obligación" de cuidar a su madre - diagnosticada de Alzheimer - comienza a recordar. Y es a través de ellos, y de la dureza de los mismos, como Doshi nos sumerge en esta tormentosa relación. Estos se mezclan, irremediablemente, con el presente de Antara, quien como hija se debate entre la abnegación y su propia salid mental. O lo que es lo mismo, entre lo que es moralmente correcto o lo que es realmente justo. Tara, la madre de nuestra narradora, es un personaje complejo, contraria a cualquier convención social, de espíritu independiente, libre, pero a la vez bastante inestable emocional y psicológicamente. En esa incesante, y nunca satisfactoria, búsqueda del lugar o de esa felicidad plena, arrastra a Antara sin tener en cuenta su opinión, su seguridad, integridad y sin recibir un ápice de cariño por su parte.


Las calles de Pune - magnífica ambientación - así como los detalles religiosos, históricos e incluso gastronómicos son el escenario de esta historia de traumas infantiles (los cuales sobreviven al tiempo soldados en la memoria de Antara) así como del olvido paulatino a causa de una terrible enfermedad (manida, sí, pero no viene mal recordar una vez más que la desmemoria no es una excusa para olvidar el daño infringido durante años). Ese empeño por no olvidar - algo que, irremediablemente, me ha recordado lo mucho que nos cuesta en este país hacer, a otros niveles por supuesto, sin recibir insultos, silencios o exabruptos varios; incluso por parte de algunos que ocupan escaño en el Congreso de los Diputados - y esa relación de amor/odio entre madre e hija le sirve a Avni Doshi para ofrecernos, no solo un retrato del fango que abunda a los pies de cada núcleo familiar, también para poner al lector frente a un dilema. El de posicionarnos al lado de Antara, y por lo tanto en contra del comportamiento de Tara o, al contrario, desarrollar un pensamiento crítico en relación a los modelos de maternidad. Dicho de otro modo, tal vez estemos siendo demasiado duros con Tara al juzgar sus actos fuera de los roles tradicionales en favor de su libertad como mujer. Ahora bien, la decisión de hasta qué punto éstos son más o menos reprochables la tenemos nosotros, los que amamos el noble arte de escribir novelas. Aunque estas, en ocasiones, te coloquen al borde del precipicio. 

Azúcar quemado: una historia de desazón, impotencia, maternidad fuera de la norma, irresponsabilidad, olvido, recuerdo, desesperación, debates éticos y morales, tradición, liberación, precios que se pagan caros... A pesar se su extraño final, de esos que no entiendes si no regresas unas páginas atrás, el panorama literario, y una gran parte de los lectores, acogen con los brazos abiertos a una nueva voz dentro del cada vez más diverso panorama literario mundial. 

Frases o párrafos favoritos: 

"Me parece injusto que pueda quitarse el pasado de la cabeza mientras que yo la tengo a rebosar de pasado todo el tiempo. Yo lleno papeles, cajones, habitaciones enteras con registros, notas, pensamientos, mientras que a ella la mente se le nubla cada día que pasa."

¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Temas de Hoy