PRIMAVERA SOMBRÍA
Título: Primavera sombría.
Autora: Unica Zürn (Berlín, 1916 - París, 1970) fue una escritora y pintora alemana, destacada representante de la poesía anagramática y del dibujo automático, y célebre por sus colaboraciones con el pintor y escultor Hans Bellmer, del que fue compañera sentimental hasta 1953. Admirada por grandes artistas del surrealismo como Henri Michaux, Adré Breton, Man Ray, Hans Arp, Marcel Duchamp o Maz Ernst, en 1960 ingresó en un centro psiquiátrico tras sufrir un episodio psicótico, el desencadenante de un largo calvario que culminaría con su suicidio en 1970. Además de Primavera sombría, entre sus obras literarias destacan El hombre jazmín, El trapecio del destino y otros cuentos y Las trompetas de Jericó.
Editorial: Pepitas de Calabaza.
Idioma original: alemán.
Traductora: Alba Lacaba Herrero.
Sinopsis: En el que probablemente sea uno de sus textos más célebres, Primavera sombría, la autora alemana Unica Zürn plasma las emociones encontradas que acechan a una niña en el despertar de la vida. Una atmósfera familiar de violencia y sensualidad, que a un tiempo adora y repudia, prende en ella un imaginario erótico del placer en el dolor por el que finalmente se abisma. Apegos morbosos, juegos provocativos y ensoñaciones delirantes pueblan el turbulento universo de la protagonista de estas páginas, evocación de la propia infancia de Zürn, que acabó por quitarse la vida arrojándose al vacío desde el balcón de su cada en París a los cincuenta y cuatro años. Un relato hermosamente estremecedor, despojado de cualquier sentimentalismo y juicio moral, de una de las autoras más interesantes e injustamente olvidadas de la vanguardia europea.
Su lectura me ha parecido: emocionante, verdadera, perturbadora, intensa, sobrecogedora, justa y necesariamente breve, un triple salto mortal sin red a la que el lector pueda agarrarse, de quitarse el sombrero, o la gorra, o lo que sea... Los que llevéis por aquí el mismo tiempo que yo - nueve años ya, ¡madre del amor hermoso! - sabréis la cantidad de autoras y autores, con sus correspondientes historias, que han pasado por este espacio, por lo visto, tan longevo. Hay veces que, como todo, olvido, y eso que me considero una persona con agudísima memoria. Sin embargo, han sido tantas y tantos los nombres - algunos rimbombantes otros no tanto - que a una se le han acabado escapando de ese abstracto espacio llamado memoria, o memoria lectora, como queráis llamarlo. Nada me ha intimidado, ni siquiera cuando, muy a mi pesar, me ha tocado resaltar aquellos aspectos que no me han acabado de funcionar en el escrito en cuestión, a veces con consecuencias algo desagradables o sepulcrales silencios. En todo este recorrido, como ya he dicho, he leído de todo y de casi todo. O casi todas, dado que de un tiempo a esta parte las autoras han copado gran parte del espacio de mi mesita de noche, y por consiguiente, del que le dedico en este lugar donde procuro que la literatura, la crítica y el debate se estrechen la mano. Aún así, hacía tiempo que una escritora no me abrumaba tanto, hasta el punto de sentir una especie de respeto eterno desde que la descubriera hace unos meses mientras el cielo de mi ciudad se preparaba para el chaparrón del siglo. En aquella primavera más sombría - dadas las excepcionales circunstancias en las que desde marzo de 2020 nos hayamos - que la que Unica Zürn (así se llama la escritora que a día de hoy me sigue poniendo los vellos de punta) describe en su relato. Escrito que inaugura el principio de una obsesión literaria, de infinita admiración, de respeto absoluto - y esperemos que inquebrantable - hacia una escritura extremadamente intimista, cierto halo poético y capaz de construir unas imágenes tan explícitas emocionalmente como tangibles a pesar, en mi caso, de no haberlas vivido en mi niñez. Su calidad de artista polifacética avala este talento, incomprensiblemente sepultado por el machismo existente en el mundo del arte - y la literatura - y el tabú entorno de una enfermedad mental mal tratada que la condujo tristemente a la tumba demasiado pronto. Hoy regresamos a los nubarrones, a los estómagos encogidos, a esa calma antes de la inclemente cascada, a la violencia silenciada, a esos pétalos marchitos picoteados por las gotas de lluvia. En definitiva, a esa Primavera sombría: el lado más tétrico e incómodo de la infancia.
Más conocida - insisto, de manera injusta - por ser la musa y amante de Hans Bellmer (escritor y fotógrafo adscrito a la corriente surrealista famoso por sus retratos de carácter erótico) lo cierto es que, antes de modelar para Bellmer y conocer a la flor y nata e la intelectualidad y el mundo artístico del momento, Zürn escribió la mayoría de sus textos por pura supervivencia. En una Alemania recién salida de la Segunda Guerra mundial, tras un divorcio en el que había perdido la custodia de sus hijos y en una situación de absoluta vulnerabilidad económica, Zürn se ganó la vida escribiendo cuentos para periódicos, radios - llegando incluso a venderlos ella misma en la calle - mientras trabajaba en el cabaret y club de jazz Die Badewanne - lugar, por cierto, en el que se reunían los artistas más importantes de Berlín -. De nuevo, asistimos a un caso que, si lo miramos con la perspectiva actual, no dista mucho de la presente generación de autoras y autores españoles en los que, o bien la precariedad es el leitmotiv de sus creaciones literarias, o bien se han visto obligadas/os a producir literatura, en ocasiones en contra de sus ideas o posicionamientos de cualquier tipo, para poder subsistir. Sin embargo, lo más sorprendente es que, al contrario de lo que cabría esperar - rapidez, tramas que se resuelven con facilidad, personajes poco dibujados, poca precisión, ausencia de un estilo narrativo propio - en Zürn encontramos una voz poderosa y muy personal. Capaz de crear una sensación de indefensión al lector frente al texto. En el primer párrafo comparé su lectura con un salto de fe, al abismo y sin nada que pudiese salvarte de él. Un cuento con el que te aferras con fuerza a sus palabras, aunque éstas estén recién salidas de una virulenta hoguera. Relato que, aunque breve, no le sobra ni una coma. Justo en su medida y que, a pesar de leerse de una sentada, el poso que su lectura te deja dura más allá de la tortuosa experiencia. Porque sí, Zürn no es complaciente y sus fluidas descripciones se incrustan, como un parásito, en el hueco de la memoria. Incluso cuando lo que acabas de leer sea incómodo, oscuro, un desgañitado grito desde la garganta de la propia autora.
Porque, efectivamente, Primavera sombría es, en su génesis, una autobiografía novelada, o si lo preferís, ficción con toques de realidad. Un texto aparentemente fácil en sus primeras páginas - algo que acaba dándose la vuelta para tornarse cuanto menos perturbador - no se donde Zürn te plasma el descubrimiento del género, de su cuerpo, del sexo, de sus propias obsesiones, de la vida de su alter ego, de esa niña a la que vemos crecer de los diez a los doce años, de la ausencia del padre, de los amantes de la madre, de ese hermano del que es mejor no hablar y, sobre todo, de sus intentos por intentar entender cuando nadie se digna a explicarle nada. Incompleta desde el primer momento, y en un clima de soledad extrema, la niña comienza a buscar aquello que la complemente encontrándola, finalmente, en una especie de experimentación sexual que alimenta unas incipientes fantasías masoquistas. Obviamente, esta valiente decisión a nivel novelístico no deja de resultar una crítica tanto a la teoría freudiana, así como la visión masculina del erotismo, mayoritaria en su época y de la que por ejemplo el ya citado Hans Bellmer hacía gala en sus composiciones artísticas. No obstante, esto se vuelve más trasgresor en el momento en el que nuestra protagonista se enamora de alguien fuera de su núcleo familiar, de un hombre más mayor ante el que, en lugar de comportarse como una ninfa precoz, se acomoda en el platonismo, siendo dicha pureza en su enamoramiento su fuente vital. Su final, tan impactante como demoledor, es tristemente premonitorio. Perfecto en cuanto a su ejecución y que, por supuesto, escandalizará a quienes, despistados por su enigmático título, se adentran en él buscando sencillez, ligereza o esa sensación de supuesta paz enmascarada bajo la pésima etiqueta de "libros para no pensar". Zürn impresiona, abruma, sobrecoge a cada página, a cada párrafo, a cada reflexión que el lector pueda hacer posteriormente. Cada día que pasa esta pequeña pero inquietante historia crece más y más, como esas películas que pasadas un tiempo no dejan de producir mil y un inquietudes y debates a pesar de haberse estrenado hace 20, 50 o 100 años. Ojalá poder absorber cada uno de sus pedacitos, retener sus enseñanzas, no solo porque Unica Zürn se haya convertido, de forma totalmente inesperada, en una de mis autoras favoritas - incluso un referente literario a seguir - también por la responsabilidad que con ello contraigo. La de que no caiga, inexorablemente, en un segundo y tal vez más largo olvido.
Primavera sombría: una historia de dolor, sexualidad, soledad, inocencia perdida, desazón, autodescubrimiento... El inicio de una, esperemos, grandísima admiración.
Frases o párrafos favoritos:
"Sufre en silencio, perdida en ensoñaciones masoquistas en las que no caben pensamientos de venganza ni desquite. El dolor y el sufrimiento le causan placer.
La vida, sin la desgracia, es insoportable.
Para poder soportar la vida, no tiene más que refugiarse con todo su afán en la fantasía."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Pepitas de Calabaza
parece una lectura interesante, Me la apunto.
ResponderEliminarCreo que conocía a la autora aunque no como escritora sino como artista. Creo haber oído hablar de ella en algún video o algún documental sobre arte, pero en cuanto a escritora esa reseña es la primera noticia que tengo y me ha despertado la curiosidad.
Gran reseña. Me apunto el relato
No me sonaba de nada. Apuntadísimo me lo llevo que me ha llamado muchísimo la atención.
ResponderEliminarBesotes!!!