domingo, 5 de diciembre de 2021

RESEÑA: Somos luces abismales.

 SOMOS LUCES ABISMALES


Título: Somos luces abismales. 

Autora: Carolina Sanín (Bogotá, Colombia, 1973). Ha publicado las novelas Todo en otra parte (2005), Los niños (2014) y Tu cruz en el cielo desierto (2020), los ensayos Alfonso X, el Rey Sabio (2009) y El ojo de la casa (2019), los libros para niños Dalia (2010) y La gata sola (2018), las colecciones de relatos Ponqué y otros cuentos (2010) y Yosuyu (2013), y la crónica humorística Alto rendimiento (2017). Es doctora en Literatura Hispánica por la Universidad de Yale. Ha sido profesora universitaria y columnista en diferentes medios. 


Editorial: Blatt y Ríos. 

Idioma: español. 

Sinopsis: las historias de Somos luces abismales componen un todo brillante y conmovedor por los temas que encaran, por sus problemas, por las bellísimas simetrías que proponen. Carolina Sanín escribe en un idioma singular que es el suyo y el de Colombia, y lo vuelve familiar para nosotros. 

Su lectura me ha parecido: amena, extraña, poética, con la doble condición de reflexiva y autoreflexiva, cálida, híbrida... En ocasiones, y lo digo con toda la sinceridad del mundo, hay libros a los que una no sabe muy bien como enfrentarse. Unos por la dificultad que entraña su propia lectura, o más bien, la dificultad que una amplia mayoría ha visto en él y eso ya es un motivo lo suficientemente válido a nuestros ojos. Otros por su extensión, unas veces extraordinariamente voluminosa y otras por todo lo contrario, desconfiando hasta de aquellos que no rebasan las 100, como si eso fuera sinónimo de poca profundidad literaria. ¿Y qué me decís de los prejuicios? Sí, de esos a los que con muchísimo orgullo - nunca mejor dicho - nos aferramos, esos que nos impiden ver más allá de nuestros géneros de cabecera, despreciando de todo lo que no nos entre por los ojos, de aquellas páginas que nos devuelvan un supuesto cortocircuito intelectual. Yo he de confesar que, a pesar de tener una mente abierta, lo cierto es que a veces me he dejado llevar por ese radar, acertando la mayoría de las veces, pero otras tragándome, al cabo del tiempo, mis propias palabras. Pero también están los libros indescriptibles, los inclasificables, aquellos que en cualquier librería se definirían como "errantes", los que transitan de una sección a otra en función de la opinión de la o el librero de turno. Aquellos que no son novela, ni relatos, ni exactamente ensayo, ni siquiera crónicas o un libro de viajes al uso. Una peculiaridad esta la de la heterogeneidad que descoloca hasta al lector más perspicaz y formado. Eso mismo fue lo que me pasó con el libro del que hoy tengo el placer de hablaros, unas pequeñas cápsulas literarias a las que el lector se enfrenta con cierto desconcierto de buenas a primeras. Y eso que a mi los maridajes en estas lides siempre me han parecido un ejercicio de valentía digna de reconocimiento, sobre todo aquellos que no caen en lo ambicioso o en la malsana pedantería. Afortunadamente, no es el caso de Carolina Sanín, cuyo texto avanza, de un tema a otro, de una sensibilidad a otra, teniendo como única brújula un mapa y una brújula en la que a cada página superada, su autora apunta de nuevo y cada vez en una dirección diferente. Como un juego, sin más intención que el de caminar a su lado y discurrir a través de sus historias. Somos luces abismales: nuestra forma de habitar en un mundo cada vez más volátil.  


Lo que el lector se encuentra en Luces abismales no son relatos, tampoco textos de fuerte importan periodística, así como otros formatos que se les parezca. Más bien, y espero no equivocarme en mi atrevido juicio, nos hayamos ante textos que, desde la conciencia de como los seres humanos juzgamos nuestro entorno, consiguen que el lector reflexione a partir de ellos. Más allá de los tránsitos que pueden fácilmente venirnos a la cabeza - viajar sería el más común teniendo en cuenta la burbuja capitalista en la que llevamos siglos sumergidos - que también los hay (la autora nos transporta desde Ecuador a la India, pasando por Francia, Puerto Rico o España) también ahonda en otro tipo de "tránsitos", aquellos que implican un trayecto más intelectual que físico, o incluso aquellos en los que caminamos hacia lo inexorable, como puede ser la propia muerte. Todo ello con un poso autobiográfico importante que le sirve a la propia Sanín para meternos aún más en el contenido de su hibridez literaria. Por supuesto, en estas pequeñas crónicas - llenas de una delicadeza y un lirismo que ya parece ser marca de la casa de esta nueva hornada de autoras latinoamericanas que han ido apareciendo en los últimos años en el panorama literario internacional - también se habla del otro gran tema de cualquier texto de estas características: la desorientación. Una y otra vez aparece el esfuerzo, por parte de la autora pero también como exigencia al propio lector, de situarse para poder emprender la senda en perfectas condiciones. Aún así, a pesar de exigir insistentemente la búsqueda de esa brújula que apunte en la dirección correcta, la pérdida de rumbo está presente, sobre todo en una concepción de abandono y de desamparo en el que en ocasiones nos podemos encontrar al largo de nuestra vida. Si tuviera que quedarme con alguno de los "viajes" de Carolina Sanín nos describe, quizás me decantaría por el de "El pesebre" donde se nos cuenta, a modo de crónica espectral, el intento por parte de la autora de alcanzar a una amiga que acaba de morir. Algo que, para conseguirlo, decide revisitar el Hotel Salto al que fueron juntas cuando eran universitarias. Por otro lado, en su aproximación a los recuerdos de un viaje a Ecuador, Sanín retoma a esa amiga desaparecida para contarle minuciosamente, a modo de despedida, lo acontecido en aquellas tierras. En definitiva, valiéndose de una prosa tan ligera como acogedora y dándole una vuelta de tuerca a un género tan poco revisitado en la actualidad como son los libros de viajes - por citar el referente más claro, aunque sigo sin tenerlas todas conmigo - Carolina Sanín compone un altar de pasajes que de forma desigual (por supuesto, no todos los fragmentos son igual de destacables) nos introducen en las inquietudes y preocupaciones de una autora a la que todavía le queda mucho por contar. 

Luces abismales: una historia de trayectos, idas, venidas, estancias, miradas que se redirigen al trecho recorrido, ojos enfocados al futuro, ríos, montañas, ciudades, fauna, flora, huellas... Pasar de puntillas, sin hacer ruido, sin pararse a observar el paisaje, ese sí es el verdadero abismo. 

Frases o párrafos favoritos: 

"Escribir es negro. Y escribir bien, mejor y más verdaderamente, es negro dentro de negro."

¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Blatt y Ríos

2 comentarios:

  1. Una reseña interesante, aunque no se si esta vez el libro me atrae tanto como los que en otras ocasiones nos has reseñado. no estoy seguro de haber terminado de comprender qué es lo que la autora quiere contarnos. Tal vez sea porque no estoy muy versado en este tipo de literatura.
    Aun con todo, una muy buena reseña de un libro que parece difícil de clasificar y también de reseñar.

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  2. Hola Jimena!!
    Siempre trato de salir de mi zona de confort, en cuanto a géneros literarios. Esta muy interesante este libro, gracias por la recomendación.
    Besos💋💋💋

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