miércoles, 26 de abril de 2017

RESEÑA: Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado.

YO SÉ POR QUÉ CANTA EL PÁJARO ENJAULADO

Título: Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado.

Autor: Maya Angelou (San Luis, Misuri 1928 - Winston Salem, Carolina del Norte 2014) pasó la mayor parte de su infancia con su abuela en una zona rural de Arkansas. A los dieciséis años dio a luz a su primer hijo; para ganarse la vida, trabajó de cocinera y de camarera y tuvo que ejercer la prostitución. Durante la década de 1950 actuó en clubes nocturnos e inició una carrera de éxito como cantante, bailarina, actriz, directora de revistas y escritora. Tras viajar por Europa y África se convertiría en una importante figura del movimiento por los derechos civiles. En 1969 publicaría Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, el primer volumen de su autobiografía, una serie de siete libros que la han hecho mundialmente famosa y que junto a su poesía constituye lo más valorado de su obra literaria. Durante el resto de su vida continuaría alternando la literatura con distintas colaboraciones teatrales, musicales, cinematográficas y televisivas, ya convertida en una de las figuras más conocidas de la comunidad afroamericana. El resto de su autobiografía lo forman los libros Encontraros en mi nombre (1974), Singin´and Swingin´and Gettin´ Merry Like Christmas (1976), The Heart of a Need Traveling Shoes (1986), A Song Flung Up to Haven (2002) y Mom and Me and Mom (2013).


Editorial: Libros del Asteroide.

Idioma: inglés.

Traductor: Carlos Manzano.

Sinopsis: en la primera y más conocida de sus novelas autobiográficas, Maya Angelou nos habla de su dura infancia y de los trances por los que tuvo que pasar hasta convertirse en una mujer independiente. Criada en un pequeño pueblo de Arkansas por su abuela, Angelou aprendió mucho de esa mujer excepcional y de una comunidad extraordinariamente cohesionada; unas lecciones de vida que la ayudarían a sobrellevar las dramáticas circunstancias a las que tuvo que enfrentarse posteriormente en San Luis y California. Este emocionante relato retrata también la vida de la mayor parte de la población negra del Sur de los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XX.

Su lectura me ha parecido: intensa, dura, perfectamente escrita, profundamente reflexiva, necesaria, contundente, muy valiente...Queridos lectores y lectoras, actualmente vemos como en los escaparates de las librerías predomina la conocida como "auto ficción·. En otras palabras, el autor del libro es el narrador y el personaje principal, llamándose igual o escondiéndose bajo unas siglas claramente identificativas, y donde la historia que se narra es completamente ficticia. Colocamos de alguna manera a la persona que existe de verdad en un entorno imaginado, lo que ofrece como resultado, si se hace bien, un ejercicio de alto nivel literario, un halo de ambigüedad y cierto morbo que favorece la venta de más y más libros. Hoy en día nos vemos inmersos en esa "moda" literaria con la publicación de algunos títulos afortunadamente bastante sobresalientes y que espero que no se queden en agua de borrajas. Sin embargo, al lector parece costarle aún la autobiografía, es decir, cuando todo, absolutamente todo es cierto. Conocemos las biografías, las cuales rebosan en el mercado editorial, no obstante, no abundan tantas autobiografías, seguramente porque el desnudarse ante el papel es más complicado y las consecuencias pueden ser impredecibles. Existen autobiografías muy famosas e influyentes, como las de Robert Graves, Charles Chaplin, Groucho Marx, Stefan Zwieg, Giacomo Casanova, Luis Buñuel, Stephen King, Gabriel García Márquez o la de Bruce Springsteen, esta última publicada el año pasado; todos hombres como podéis comprobar. Son muy pocas las mujeres ilustres que se han atrevido a plasmar su vida sobre el papel, Mary Wollstonecraft es un ejemplo, al igual que otras como Sylvia Plath o Susan Sontag. ¿Por qué? la respuesta se resume en el hecho de que los logros o experiencias personales femeninas no han interesado nunca, ni siquiera si se trata de mujeres clave. Los hombres ocupaban un lugar en lo público, conquistaban tierras, lideraban ejércitos...Las mujeres por lo contrario, quedaban tradicionalmente relegadas a lo privado, a la casa, a la maternidad, a lo doméstico. Menos mal que la cosa ha cambiado y poco a poco se está prestando especial atención a esa historia desempeñada por mujeres, cuyas vivencias logran transmitirnos fuerza y conocimiento. La autobiografía que hoy tengo el placer de reseñar narra una parte de la vida de una mujer excepcional, muy conocida y respetada en Estados Unidos y que merece más difusión. Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado: una vida escrita, una época al descubierto.


¿Cómo Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado llegó a mis manos? La historia es bien sencilla, no obstante, debemos remontarnos unos años atrás, concretamente a mi último curso en la universidad. Por aquel entonces estudiaba una asignatura realmente interesante que, aunque en calidad de optativa, logró cautivarme y despertar un inesperado interés. En aquellas clases abordamos la historia de Estados Unidos, desde los antecedentes a la Guerra de Independencia hasta la década de los 40 del siglo XX. Yo acudía a cada clase con expectación, pues, en ellas aprendía un aspecto nuevo de la particular historia del pueblo estadounidense. Los temas que más me gustaban eran los que estaban relacionados con lo social y cultural, aunque lo político también me resultó totalmente apasionante. Y de entre todos ellos, los correspondientes o que tuvieran que ver con el tema del racismo, la segregación racial o las luchas por los movimientos civiles, resultaron ser los más atrayentes. Un día, durante una de esas clases, la profesora nos propuso la lectura de un fragmento de La cabaña del tío Tom, una novela que como bien sabréis fue escrita por Harriet Beecher Stowe y que se convirtió en todo un canto antiesclavista, además de un éxito sin precedentes. Fue esa primera y breve lectura la que me empujó a indagar más sobre el tema y a mostrar mi interés literario por libros como las memorias de Solomon Northup, recogidas en el magnífico y estremecedor texto Doce años de esclavitud, famoso gracias a su extraordinaria y oscarizada adaptación cinematográfica o por La culpa, de Kate Chopin, cuya lectura espero esté próxima. Desde aquellas clases, la historia de EEUU se convirtió en algo que no podía ignorar y que me atraía, tanto que desde entonces presto más atención a ciertas lecturas que salen al mercado, releo libros escritos por autores o autoras americanos en los que pienso que se me ha pasado algo por alto y ya no miro el cine de Hollywood con la pasividad de antes, ahora soy más analítica. Y es en esos momentos de pequeño despertar intelectual cuando Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado apareció en mi vida. Había escuchado hablar, aunque muy poco, de Maya Angelou. Sabía que fue una activista por los derechos civiles y que no hacía mucho que había fallecido, pero nada más, desconocía que era cantante como también su producción literaria, cuyo carácter autobiográfico es abrumador. En cuanto vi el libro por primera vez, pero sobretodo, tras adentrarme en la breve biografía impresa sobre las solapas del libro, supe casi al instante que tenía que leerlo. Afortunadamente logré hacerme con un ejemplar y lo que vino después, ese viaje literario, se convirtió en algo muy real.


En lo que respecta a la reseña propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado presenta una lectura sosegada, marcadamente cronológica y con muchos altibajos. No me refiero con esto último a que el libro tenga partes buenas y partes malas, pues el libro en su conjunto es realmente sobresaliente, sino a que la autora, intencionadamente, busca conmover al lector, aumentando la intensidad cuando la historia lo requiere y disminuirla cuando se narran aspectos meramente descriptivos. Esto es así durante todo el texto, sin embargo, y al contrario de lo que en un principio pueda sugerir, Angelou logra mantener un nexo de unión con el lector tan fuerte que es imposible no acabar sucumbiendo a esa historia y sentir que estas siendo testigo de algo injusto. Angelou te obliga a leer, a mirar, a sentir, de ahí que otro factor importante dentro de esta autobiografía sea la empatía. Cuando te adentras en Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado te da la sensación de que viajas en el tiempo, a ese pueblo racista de principios de siglo XX llamado Stamps y que en cualquier momento saldrás al encuentro de esos personajes reales cuyas historias son dignas de ser contadas. En mi caso, cada vez que me adentraba en sus páginas acababa sintiendo rabia, tristeza e impotencia. Es tan duro lo que en este libro se cuenta, tan estremecedor, tan terrible que a veces deseas que lo que estás leyendo sea ficción, pura invención, pero no, en cada página te topas de bruces con la cruda y brutal realidad de una época realmente oscura. Algo que, sinceramente, también es necesario. Esta bien leer novelas donde sabes que todo es mentira, pero también lo es conocer la verdad y una realidad que no hace mucho tiempo que se ha dejado atrás. También, como no podía ser de otra forma, la narración juega un papel muy importante. No nos encontramos ante la típica autobiografía de éxito donde se plasma todo el narcisismo del autor, como es el caso de algunas autobiografías escritas por políticos o mediáticos personajes del corazón que tanto proliferan en las librerías de este país. Maya Angelou no pertenece a ese egocéntrico y sobrevalorado clan, todo lo contrario, aparece como una figura que tiende la mano al lector, una sombra que lo guía y acompaña y que desde la más absoluta de las humildades, nos cuenta los primeros años de su vida, descargando su experiencia, compartiéndola con quien quiere escuchar, despertando no una curiosidad morbosa, sino una inquietud más empática, más abierta, más tolerante. Todo ello sin descuidar para nada la calidad literaria, algo que es de agradecer. Yo creo que es aquí, en la extrema humildad y en ese trato sin condescendencia, donde reside la magia de este libro, lo que lo hace tan especial, y por tanto,  merecedor de ser leído. Finalmente, sólo me queda recomendaros encarecidamente la lectura de este libro. Podría ahondar en lo que me han parecido los personajes, el entorno, la cultura de la época, el racismo, la situación de la propia narradora, la forma con la que logra abstraerse de lo que sucede a su alrededor; pero no lo voy a hacer. Simplemente porque prefiero que seáis vosotros, lectores y lectoras, los que descubráis por vosotros mismos su contenido. De lo contrario, sería traicionar a la historia y a la propia Angelou. Este es un libro, pero también un documento histórico valiosísimo, así que espero que sepáis apreciar su valor cuando decidáis emprender este viaje literario.


Es inevitable, y más tratándose de Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado, que una servidora pasase por alto esta pertinente y muy necesaria reflexión. Maya Angelou, en este primer volumen de su autobiografía, nos narra los años comprendidos entre su infancia y el acceso a la edad adulta, una cronología que abarca la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos. Un tiempo en el que los estragos del crack del 29 todavía siguen siendo insoportables, en el que existen grandes y abismales diferencias entre lo urbano y el ámbito rural y en donde el racismo sigue estando presente en la vida diaria. Esto último no es nada nuevo, cualquiera que conozca un poco de historia de los Estados Unidos sabrá que la población negra en el siglo XIX era considerada esclava y que una pequeñísima minoría lograba escapar de las garras de esa terrible condición. La guerra de secesión sirvió para abolir la esclavitud, pero no para eliminar la feroz discriminación que sufría la comunidad afroamericana, la cual, iba en aumento a medida que nos vamos adentrando en una nueva era. El XX fue el siglo de la segregación en Estados Unidos, al menos en las primeras décadas y hasta las luchas por los derechos civiles que tuvieron lugar en los años 60 y 70. Baños, autobuses, cafeterías, fuentes publicas, colegios, barrios e incluso universidades. En todos ellos se separaba a los individuos según su color de piel o directamente se realizaban las mismas actividades en edificios diferentes. A esta situación había que añadirle además, la violencia a la que esta comunidad era sometida diariamente, ejercida por la sociedad en general, pero también por parte de grupos como el terrible Ku Klux Klan, que durante este tiempo experimentó su mayor cota de afiliación y de influencia política y social. No era fácil ser negro en los Estados Unidos, como tampoco, y es aquí donde quiero insistir, ser mujer. Además de sufrir el estigma del racismo, y en muchos casos el de la pobreza, las mujeres afroamericanas no dejaban de ser eso, mujeres, por lo que su discriminación era doble: negra y mujer. Quien piense que no sufrían el machismo y las injusticias del patriarcado están muy equivocados. Su rol doméstico estaba claramente definido, ejercían trabajos relacionados con el cuidado de la casa o los niños y en muchos casos se limitaba su educación impidiendo que no fueran a la universidad. Eran menospreciadas, maltratadas, discriminadas e incluso violadas, por el simple echo de ser mujer, por considerárseles un objeto a la merced de los hombres, los cuales podían usarlo a su antojo. Y para colmo, tenían que soportar y ver como sus derechos fundamentales se esfumaban por el simple echo de ser negras. Este libro, este relato tan desgarrador, estas memorias lo demuestran. Maya Angelou no fue ninguna privilegiada, al contrario, creció en un entorno hostil y tuvo que luchar y seguir adelante como podía, soportando ese peso sobre sus hombros desde la más tierna infancia, lo que resulta enormemente triste. A veces se nos olvida que hay más mundo y que nuestros problemas son los más importantes. Es cierto que la situación de la mujer en países avanzados es mucho mejor que la de nuestras antepasadas, aunque todavía existen ciertos aspectos en los que debemos seguir luchando, pero, debemos ser conscientes, por una vez, de que existen más mujeres, cuya vida en otras partes del mundo es insoportable, incluso la de las que viven en ciudades del primer mundo y pertenecen a otra raza. La segregación ha desaparecido, eso es cierto, pero la doble discriminación sigue muy presente en pleno siglo XXI y el primer paso para emprender el camino hacia adelante es no esconderlo ni ignorarlo, sino visibilizarlo para después, liberar al pájaro de la jaula de cristal y dejarlo volar, alto, muy alto, hacia donde tus sueños o aspiraciones sean satisfechas. Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado: una historia de lucha, sacrificio, racismo, intolerancia, amor, familia, esperanza, sueños...Una vida para ser contada, un libro para ser leído.

Frases o párrafos favoritos:

"Personas eran quienes vivían en mi sector de la ciudad. No todos me gustaban - de hecho, ninguno de ellos demasiado -, pero eran personas. A esos otros, los extraños seres pálidos que vivían en su ajeno sinvivir, no se los consideraba personas. Eran blancos."

Película/Canción: a la espera de que se realice una adaptación cinematográfica sobre su vida os dejo con un video en el que se muestra un extracto de una conferencia que ofreció y en donde pronunció una de sus frases más conocidas:


¡Un saludo y a seguir leyendo!

domingo, 23 de abril de 2017

23 DE ABRIL: DÍA DEL LIBRO.

FELIZ DÍA DEL LIBRO

¡Hola queridos lectores/as! Desde Jimena de la Almena os deseo un FELIZ DÍA DEL LIBRO a todos y a todas, y que hagáis acopio de buena literatura estos días con las fantásticas Ferias de Libros que ahora se celebran en cada rincón. Por mi parte seguiré al pie del cañón, tratando de ofrecer opinión y debate a través de este espacio literario. 

¡Un saludo y a seguir leyendo!

miércoles, 19 de abril de 2017

RESEÑA: Muerte en la Rectoría.

MUERTE EN LA RECTORÍA

Título: Muerte en la Rectoría.

Autor: Michael Innes (1906-1994) pseudónimo de John Innes Mackintosh Stewart. Escritor, académico y crítico literario, enseñó en las aulas del Queen´s University de Belfast y de las universidades de Leeds, Adelaide y Oxford. En 1936, comenzó a publicar una larga serie policíaca por la que hoy es recordado. Además de Muerte en la Rectoría, Innes también es autor de La torre y la muerte o ¡Hamlet, venganza! entre otras.


Editorial: Siruela.

Idioma: inglés.

Traductor: Susana de la Higuera Glynne-Jones.

Sinopsis: desde el momento en que el rector del St. Anthony´s College aparece muerto en su biblioteca, el escándalo está asegurado, pues las únicas personas con motivos para asesinarlo - una legión de excéntricos y grandilocuentes profesores - resultan ser aquellas que tuvieron la oportunidad de hacerlo. Los esfuerzos de sus colegas por ofrecer sólidas coartadas que sirvan a la vez para inculpar a sus enemigos académicos, así como sus particulares divagaciones intelectuales, harán que la tarea del inspector Appleby y el agente Dodd no resulte sencilla en absoluto, ya que nada en ese caso es lo que parece a simple vista, ni siquiera la muerte...

Su lectura me ha parecido: entretenida, original, inteligente, a ratos densa, a ratos divertida, satírica, clásica, para nada arriesgada...Queridos lectores y lectoras, coincidiréis conmigo en que el periodo universitario es uno de los mejores. Es una de esas etapas que, para quienes la hayan experimentado y vivido en primera persona, siempre se mantiene en la memoria, intacta, inmune casi al paso del tiempo. Es un periodo de verdadera libertad, rebeldía, activismo, donde estudias lo que de verdad te gusta, donde conoces gente con tus mismas afinidades y donde no te sientes como un bicho raro, fuera de lugar. En mi caso lo percibí de esa forma, como algo importante que contribuyó a forjar mi forma de ser y a aumentar mi interés intelectual, algo que sin duda, quedará grabado en mi memoria por siempre jamás. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y es que la universidad, como institución, no es perfecta. Tras sus en ocasiones centenarios o milenarios muros, se esconden casos de injusticia, elitismo, nepotismo, machismo y el mirar por otros intereses que nada tienen que ver con lo estrictamente académico. Así es la universidad y España no se libra, sino que con algunas acciones contribuye a acrecentar esa leyenda negra que siempre ha acompañado a esta institución tan importante culturalmente hablando. En el libro que hoy tengo el placer de reseñar habla de la universidad, de los tejemanejes académicos, de todo ese micro cosmos propio que se ve alterado por un inesperado asesinato. Dicho de otra forma, la oportunidad para que un escritor como Michael Innes despliegue todo su ingenio literario en Muerte en la Rectoría: lo clásico al servicio del lector nostálgico.


La historia de como este libro llegó a mis manos es muy parecida a la que otras veces os he narrado en este espacio de crítica y opinión. Con el aliciente de que una servidora necesitaba renovarse en lo que respecta a lecturas de un género muy concreto, el policíaco. Como muchos sabréis, las historias de crímenes y misterios me han ido acompañando literariamente durante una parte muy importante de mi vida. De hecho, y creo que esto no lo he contado aún, esa afición por la literatura policíaca empezó con un libro que tenía en mi casa sobre el famoso Jack el Destripador. Era un libro realmente truculento, desagradable, donde incluso se mostraban fotos de los cadáveres de las prostitutas asesinadas por este enigmático personaje y que carecía de calidad literaria, pues se limitaba simplemente a describir lo sucedido cronológicamente. Ese libro que todavía conservo fue el germen, y aunque no fuese la lectura más recomendable del mundo, me empujó hacia el género y hacia otros autores. Tras esta incursión en el mundo del misterio y el crimen, le siguieron la lectura de algunos números monográficos de la revista Muy Historia, luego la ficción juvenil con los libros de los casos de Flanagan, años más tarde me adentré en la novela negra nórdica de la mano de Camilla Läckberg para acabar leyendo libros actuales del género que no lograban satisfacer mi apetito lector. Esta relación que estaba derivando en un intenso amor-odio cambió cuando sentí la necesidad de adentrarme en el germen, lo clásico en lo que dio prestigio y colocó a la novela policiaca en lo alto del mundo literario. Fue entonces cuando libros como En la Niebla de Richard Harding Davis, reseñado hace unos meses atrás, se coló entre mis lecturas, convirtiéndose en todo un descubrimiento. Siguiendo esta línea y tras leer varias reseñas positivas, decidí pedirles a Siruela, tras reseñar Historia de las Abejas, Muerte en la Rectoría. Un libro que creía que seguiría la misma estela e influencia literaria. Al poco de recibirlo, inicié ávida su lectura, y cuando la di por finalizada, sentí mis expectativas completamente satisfechas. Aún siento un enorme respeto hacia Conan Doyle, lo confieso, pero con lecturas como esta, una va preparando el terreno para enfrentarse al más grande del género.


En lo que respecta a la critica literaria propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Muerte en la Rectoría presenta una lectura lenta pero entretenida al mismo tiempo. Esto es así porque la lectura te obliga a estar atento a cada uno de los detalles que van apareciendo. Aunque, sinceramente, la palabra "atento" se queda corta, la más adecuada es "alerta". Muerte en la Rectoría te obliga a estar con los ojos constantemente pegados al papel, porque, cada página es importante y como te pierdas o se te olvide algo por no prestarle la suficiente atención, te tocará retroceder unas páginas atrás y releer lo que se ha pasado por alto, algo que, y doy fe, me ha pasado. Este aspecto de su lectura es bueno, porque mantiene en vilo al lector y lo obliga a seguir la historia con más implicación que nunca, como si éste fuera el verdadero detective. Sin embargo, y sopesándolo mucho, también encuentro un tanto perjudicial ese punto extra que el lector debe dar, pues, corre el peligro de que, si este libro cae en manos de alguien que no esté acostumbrado a este tipo de narración y estilo, lo deje pasar o simplemente no finalice su lectura como se pretende. Siguiendo con lo comentado, uno de los puntos fuertes de Muerte en la Rectoría es precisamente ese, el de implicar al lector de manera muy intensa en la historia que Innes nos cuenta. El autor invita al lector a traspasar el papel, a pasear por los pasillos de la Universidad de Oxford y a incluso unirse a los pasos del inspector Appleby y del agente Dodd, permaneciendo en un segundo plano pero igual de involucrados en la investigación que se está llevando a cabo. Por otro lado, y esto sin duda es la característica más reseñable del libro, Muerte en la Rectoría es una novela nostálgica en cierto sentido. Nostálgica en cuanto a sus influencias fundamentalmente. Cuando uno se adentra en esta historia no puede evitar pensar que esos personajes y ese marcado estilo británico son una especie de homenaje al gran Arthur Conan Doyle, y como no, a sus Sherlock Holmes y Whatson. En ese sentido, la novela no presenta ningún aspecto novedoso, es más, como ya he comentado, parece que Innes ha querido traer de nuevo esa esencia al panorama literario de los años 30, década en la que Muerte en la Rectoría sale al mercado, para reivindicarla de algún modo. De ahí que en ciertos momentos de la historia nos parezca que nos encontremos en el Oxford de los años 30, sino en el Oxford de finales de siglo XIX. Innes no esconde su admiración hacia las historias de misterio y detectives tradicionales, y eso el lector más clásico lo sabrá agradecer. Por último, destacar que en Muerte en la Rectoría nos topamos ante una atmósfera completamente atrayente como es la del mundo de los Colleges británicos. Tan herméticos, elitistas y cuyas leyendas y costumbres ancestrales han perdurado hasta nuestros días. Este es un terreno que Innes conoce a la perfección, es más, probablemente algún pasaje esté basado en alguna anécdota que le hayan contado o de la que haya participado. Es aquí, en este ámbito universitario, donde Innes da rienda suelta a su particular sentido del humor, burlesco y ligeramente crítico, dejando por los suelos a los eruditos con sus manías. Este es uno de los aspectos que más me ha gustado de la novela, esa capacidad para hacer reír sin caer en las bromas de mal gusto, siempre con un estilo refinado e inteligente que tanto admiro de la literatura británica.

En este cuarto y último párrafo, como en cada reseña que publicamos en el blog, me gustaría plantear y compartir con todos vosotros las reflexiones y pensamientos que esta lectura, Muerte en la Rectoría me ha sugerido. Ya he hablado un poco al principio de esas actitudes negativas que esconde la institución universitaria en su conjunto, y de como algunas de ellas, se siguen prolongando hasta nuestros días. Sin embargo, y aunque podría seguir hablando de este tema tan apasionante, he preferido centrarme en un pensamiento y una opinión que surgió gracias a un detalle que se muestra en este libro concretamente. Como bien sabréis, la universidad está plagada de genios, de intelectuales, de eruditos, de expertos mundiales en algún aspecto más o menos concreto de una rama específica del conocimiento. El mundo académico es así y la literatura, como bien muestra Muerte en la Rectoría, ha contribuido a estereotipar la figura del catedrático o del profesor universitario. En los libros, salvo raras excepciones, estos personajes aparecen como personas retraídas, bichos raros, con aficiones excéntricas, encerrados en despachos, rodeados de libros que se amontonan hasta en los lugares más insospechados y cuyas habilidades sociales son muy limitadas. Son como un animal al que si lo sacas de su ecosistema, no sabe como actuar ni como desenvolverse. En parte, y lo creo sinceramente, esa idea y visión del académico es cierta. De hecho, durante mi etapa universitaria he conocido más de un caso. Profesores con problemas para comunicarse con el alumno, profesores con el despacho infestado de libros, o incluso, quienes tienen sobre la mesa de trabajo, a modo de pisapapeles, útiles prehistóricos. En fin, haberlos los hay, como en todos los lados. Sin embargo, y tras leer Muerte en la Rectoría, he llegado a la conclusión de que esta tradicional visión del académico es interesada. Tal vez, y que conste que es una reflexión, la sociedad o el poder más concretamente, ha contribuido a conformar este estereotipo. ¿La razón? No interesa que lo académico resulte interesante. No obstante, hay una diferencia abismal, pues, los expertos en medicina, ciencias puras o ingeniería son los mejor valorados, en parte porque su imagen se ha revitalizado gracias a ilustres personajes y alguna que otra serie de televisión. En cambio, y esto es muy alarmante, el trabajo académico dentro de las humanidades es el menos valorado, sólo salta a los medios cuando hay un descubrimiento arqueológico o cuando se va a inaugurar una exposición de arte. Labores como por ejemplo, la del historiador experto en historia contemporánea, se ve diezmada por el intrusismo de ciertos periodistas mediáticos, los cuales, en muchos casos, carecen de las herramientas y del conocimiento necesarios. Lo que quiero decir, y con esto pongo punto y final a esta reflexión, es que ya sea de ciencias, de letras, de enseñanzas artísticas o de cualquier otra rama del conocimiento, hay que valorar el trabajo de los académicos, pues, gracias a ellos, nuestra percepción del mundo es cada vez más amplia y completa. Muerte en la Rectoría: una historia de humor, misterio, crimen, sospechas, estudiosos, alumnos aventajados, collages elitistas...Una novela policíaca al más puro estilo british.

Frases o párrafos favoritos:

"Y atemperadas como si anunciaran un réquiem por lo que sucedía dentro de sus muros, sonó por todo el college y la ciudad la milenaria melodía de las campanas de vísperas."

Película/Canción: hasta el momento no parecen haber noticias de una posible adaptación televisiva o cinematográfica. Por ello, os adjunto la pieza de BSO que me ha estado acompañando durante la redacción de esta reseña. Una pieza del todo inspiradora y acertada.


¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Siruela

martes, 11 de abril de 2017

RESEÑA: Tea Rooms. Mujeres obreras.

TEA ROOMS MUJERES OBRERAS

Título: Tea Rooms. Mujeres obreras.

Autor: Luisa Carnés (Madrid 1905-México D.F., 1964) nació en el seno de una familia obrera en el madrileño barrio de Las Letras. A los once años entró a trabajar en un taller de sombrerería, y también desde muy joven comenzó a escribir. En 1929 vio publicada su primera obra, Peregrinos de calvario, una colección de narraciones breves, a la que seguiría la novela Natacha (1930), ambientada en un taller textil similar al que ella tan bien conocía. De lo vivido en su nuevo trabajo como camarera en un salón de té saldría Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), recibida calurosamente por la crítica de la época, que destacó de ella su carácter innovador y su fuerza narrativa. Con el estallido de la Guerra Civil, Carnés se centró en su labor de periodismo militante. Derrotado el bando republicano, hubo de salir al exilio y recaló en México. Allí siguió escribiendo y trabajando como periodista hasta su prematura muerte.


Editorial: Hoja de Lata.

Idioma: castellano.

Sinopsis: corren los años treinta en Madrid y las trabajadoras de un distinguido salón de té cercano a la Puerta del Sol ajustan sus uniformes para comenzar una nueva y fatigosa jornada laboral. Antonia es la más veterana de todas, aunque nadie le ha reconocido su competencia. A la pequeña Marta la miseria la ha vuelto decidida y osada. Paca, treintañera y beata, pasa sus horas de ocio en un convento cercano a su casa y Laurita, la ahijada del dueño, se tiene por una "chica moderna". El jornal de tres pesetas no les da para vivir a ninguna, pero todas callan, no vaya a ser...Están acostumbradas a callar: frente al jefe, frente al marido, frente al padre. A callar sus deseos con la adormidera de la religión. Únicamente Matilde tiene ese "espíritu revoltoso" que tanto reclama la narradora cuando consigue colarse entre la cháchara jovial de las chicas.

Su lectura me ha parecido: interesante, original, intensa, perfectamente narrada, crítica, reivindicativa, una auténtica sorpresa...La historia esta plagada de acontecimientos, ya sean históricos, políticos, económicos o sociales. Los hay inesperados, como el 11S o el 15M, pero también los que ya se preveían, como la II Guerra Mundial o el Crack del 29. Algunos serán recordados por los siglos de los siglos, como el Descubrimiento de América, otros se tergiversarán por el poder, tales como la Guerra Civil Española o la dictadura que vino después. Escapando de esta forma a la realidad y a lo que de verdad sucedió, dejando en el olvido importantes personajes y episodios. Pero también, y esto no muchos lo hacen, existieron y siguen existiendo los llamados acontecimientos culturales. Esos que afectan a nuestra forma de pensar o actuar, y en los que la literatura juega un papel crucial. Gracias a la aparición de la escritura, y posteriormente al libro, fomentó una forma de lectura que fue variando a medida que pasaba el tiempo. Pasando de ser algo colectivo a ser algo más personal e introspectivo, sin olvidar que en tiempos oscuros, la lectura se elevó a una categoría elevada, convirtiéndose en ocasiones en un acto político y de rebeldía. Dentro del mundo de la literatura, lo sabemos todos, han desfilado innumerables rostros conocidos, cuyas historias han entretenido y alumbrado el conocimiento a partes iguales. Sin embargo, en su mayoría, fueron rostros masculinos, mientras que los femeninos quedaron relegados a un segundo plano o simplemente se ocultaron. El año pasado, 2016, una pequeña editorial española sacó a la luz una novela, cuya publicación se celebró con entusiasmo, despertando la curiosidad en muchos lectores en nuestro país. Y esto sucedió porque, el libro, lo firmaba una de esas autoras desconocidas y enterradas por las terribles circunstancias de una época de vencedores y derrotados, sobretodo de derrotados. Esto si que fue todo un acontecimiento que demuestra, no sólo la preocupación por recuperar textos olvidados, sino de poner en valor a las mujeres de una generación única, pero que todos conocemos por sus nombres masculinos. Tea Rooms. Mujeres obreras: denuncia y originalidad expuestas sobre el papel.


La historia de como Tea Rooms. Mujeres obreras llegó a mis manos fue larga, en donde la paciencia jugó un papel fundamental. Como ya he nombrado al principio de la reseña, esta novela dio la luz el pasado año 2016, no recuerdo exactamente el mes, pero no se me olvidará en la vida lo que experimenté la primera vez que tuve delante esta novela. Lo primero que sentí fue sorpresa, pues, me impactó un titulo como ese, enigmático y revelador al mismo tiempo. Después fascinación, esa portada tan bien traída a nuestros días, bonita, nada ostentosa y que inmediatamente ponía al lector en su sitio. Esas pálidas manos, sosteniendo una bandeja repleta de lo que parecen golosinas. Manos pertenecientes a una mujer, vestida con un vestido que recuerda a los que el verano pasado estuvieron de moda, sobre un fondo de flores que podríamos calificar como "vintage". Pero lo más importante de todo, lo que de verdad me inquietó cuando observé por primera vez la portada. La mujer aparece cortada, no conocemos su rostro, ni su expresión. Lo que definitivamente nos sugiere y que posteriormente descubriremos si desplegamos la solapa. Al realizar ese mismo movimiento, una servidora se echó las manos a la cabeza, emocionada por un lado y enfadada por otro. Su autora, Luisa Carnés, perteneció a la generación del 27 y había tenido una carrera meteórica como novelista y como periodista comprometida durante la Guerra Civil. Por eso me emocioné, me había topado con un texto perteneciente a una mujer que vivió todo aquello. Pero casi al instante, el enfado invadió mis labios al comprobar y ser consciente de que Luisa tuvo la desgracia de sufrir el exilio y de morir en él. Menos mal que no fue testigo de como su breve producción literaria era ignorada y relegada al olvido más absoluto. Ya lo dice la contraportada, "autora invisibilizada de la generación del 27", cual demoledor epitafio. Menos mal que en el mundo existen editoriales como Hoja de Lata, cuyo compromiso e interés se refleja en la recuperación de Tea Rooms. Mujeres obreras para disfrute de lectores que hasta ese momento, como fue mi caso, ignorábamos la existencia de esta particular autora española. Ansié desde el momento en el que lo tuve entre mis manos, el día que pudiera leer ese libro. Y aún hay más, Tea Rooms. Mujeres obreras era uno de esos libros que no me conformaba sólo con leer, sino que deseaba fervientemente que formase parte de mi biblioteca particular. Intuía que podía convertirse en un libro muy importante para mi. Tuve que esperar paciente hasta las navidades de este año, cuando lo encontré entre los regalos de reyes junto con otro gran título. Mi entusiasmo se materializó en abrazos y besos, por fin era mío y, más pronto que tarde, se convirtió primero en mi compañero de aventuras literarias, y después, en un imprescindible en mayúsculas.


Centrándonos en la crítica literaria propiamente dicha, comenzaremos apuntando que Tea Rooms. Mujeres obreras, presenta una lectura sosegada, ligera pero activa al mismo tiempo. En otras palabras, leer este libro podría compararse a un paseo, donde lo nuevo, lo que aparece de repente y no habíamos visto anteriormente, cobra especial relevancia. Esta es una novela cuyo inicio se resume en algo muy concreto y sencillo, pero que a medida que vamos avanzando, nos topamos con aspectos, personajes y temas nuevos que enriquecen la novela y de paso al lector que indirectamente es testigo de todo ello. Su estructura en clave de reportaje periodístico te permite ahondar, de manera bastante realista, en los pormenores de una época única, donde los avances fueron importantes, pero en la que los pobres siguieron siendo pobres y los ricos igual de ricos. En relación con ello, la atmósfera, pero sobretodo el contexto social es determinante para el desarrollo y la comprensión de la historia que la autora pretende narrar. Nos encontramos en el Madrid de los años 30, en una tetería cercana a la famosísima Puerta del Sol, un Madrid castizo, un Madrid concurrido, un Madrid en el periodo de la II República. Y a través de la mirada de Matilde, Luisa Carnés en realidad, descubrimos un mundo de desigualdad en muchos sentidos y en donde la mujer era la peor parada. Para ello, Carnés utiliza un estilo pulido, sin dejarse llevar por lo superfluo y edulcorado, sino que te cuenta la vida y las situaciones tal y como son, por muy crudas que sean. En su pluma se aprecia fuerza, audacia, intensidad, pero también compromiso político. Se nota que Carnés pretende dar a Tea Rooms. Mujeres obreras un carácter que va más allá de ser una simple novela, una visión de futuro, una crítica a una situación que la autora espera que mejore en el futuro. Esto no significa que descuide lo literario, es más, la novela rezuma de riqueza en este sentido. Un ejemplo lo podemos encontrar en el exquisito cuidado del lenguaje, reflejando a la perfección esos laísmos tan característicos de los madrileños. En lo que respecta a los personajes, nos topamos con mujeres abrumadoramente, y como no podía ser menos, cada una representante de un pedacito de esa sociedad. Además, de una descripción de las condiciones laborales, de las relaciones entre trabajadora y patrón, de como existe una discriminación descarada, de la pobreza, del contraste entre el mundo de los ricos y el de los pobres representado en esa tetería, donde los ricos se relajan y las trabajadoras se tienen que conformar con un sueldo que no les da a penas para vivir. Por último, si tenemos en cuenta el contexto en el que Tea Rooms. Mujeres obreras se publica, y el punto de vista de la narración, nos percatamos de que Matilde es consciente de su situación, del mundo al que pertenece, de sus ideas políticas e incluso del lugar en el que la sociedad espera que se mantenga. Matilde lleva las de perder, como mujer pero también por su procedencia en la pirámide social, aún así, ese personaje en el que se camufla Luisa Carnés, espera que algún día su voz y la de otras mujeres sean escuchadas. El problema: ¿Cuándo? Ni ella misma se imaginaba el retroceso que tan sólo unos años después sufriría la mujer española.


En lo que respecta a la crítica puramente personal, me gustaría en esta ocasión servirme de la imagen que he colocado sobre estas líneas. Teñida de blanco y negro y en la que un grupo de gente mira al espectador desde un pasado no tan lejano. El fotógrafo inmortalizó una de las reuniones que la famosa Generación del 27 mantenía a menudo para debatir sobre temas de actualidad, acontecimientos culturales y realizar trasvases de conocimientos que comprendían ramas como la escritura, la pintura, el cine, el teatro, la música o la filosofía. Al primero que reconocemos, sin hacer mucho esfuerzo, es al gran poeta Federico García Lorca, afamado autor lírico y teatral cuya injusta muerte la conocemos todos. A su lado, si nos fijamos un poco, nos topamos con Luis Buñuel, natural de Calanda, y uno de los cineastas más importantes, innovadores e influyentes que ha dado este país. En la parte de abajo reconocemos a otro de los grandes, Salvador Dalí, cuya obra pictórica es hoy admirada y conocida por todos. Con manual en mano podemos también encontrar a otros nombres ilustres de esta irrepetible generación como Vicente Aleixandre o Rafael Alberti. Pero ¿Y ellas? Porque en la foto también hay mujeres, pocas, pero bastante visibles. ¿Quiénes son las cinco que están sentadas a la mesa? ¿Quién es la que aparece casi escondida a extremo? ¿Quién es la que con actitud de peso se encuentra en el centro justo de la foto? ¿Quiénes son? Las respuestas brillan por su ausencia. Es lamentable que nombres como los de la pintora Maruja Mallo, la escultora Margarita Gil Roësset, la filósofa María Zambrano, la escritora María Teresa León, la poeta Josefina de la Torre, la escritora Rosa Chacel, la poeta Ernestina de Champourcín, la pintora Margarita Manso o la artista gráfica Ángeles Santos no sean tan conocidos hoy en día. De los nombrados, solamente María Zambrano, Maruja Mallo y Rosa Chacel han conseguido un ligero reconocimiento y que sus nombres y apellidos se conozcan círculos más especializados y aunque sea de oídas. Pero el resto, quedaron relegadas a un segundo plano primero y al triste olvido después. Luisa Carnés, la autora de Tea Rooms. Mujeres obreras, formaba parte también de esta generación, una generación de mujeres fuertes, algunas de ellas pioneras en sus respectivos trabajos y labores artísticas, que rompieron esquemas y moldes allá por donde pasaban y que disfrutaron muchas de ellas el éxito de su trabajo en vida. Aunque como era de esperar, su condición de mujer siempre las ha relegado a un segundo plano, siendo sus éxitos, aunque brillantes, inferiores a los de sus compañeros de generación. Esta injusticia se ha mantenido, incluso se ha prolongado hasta nuestros tiempos, en los que observamos con estupor como estos nombres femeninos no aparecen en los libros de texto de asignaturas tan importantes como Lengua Castellana, Literatura, Historia o Filosofía. En mi caso, no escuché hablar de las Sinsombrero, el nombre con el que se les hacía referencia en la época, hasta cuarto de carrera. En fin, simplemente terrible. Por ello, y ya para acabar, desde aquí pido encarecidamente dos cosas. La primera, que editores, profesores y responsables de redactar los libros de texto dejen de vivir en el pleistoceno y se pongan manos a la obra con este tema, las futuras generaciones deben saber quienes fueron estas extraordinarias mujeres y darles el trato que se merecen, es decir, a la misma altura que Lorca o Dalí. Y la segunda, que algún director de cine, aunque si es directora sería mejor, pues las hay pero poco reconocidas en este país, que se anime a adaptar Tea Rooms. Mujeres obreras o a realizar alguna película biográfica de alguna de las artistas nombradas. El cine es un medio de difusión muy efectivo, y si se hace un buen trabajo, puede que sirva como material para comprender la situación de las mujeres en dicha época. Tea Rooms. Mujeres obreras: una historia de tesón, esperanza, pobreza, diferencias sociales, sueños, sumisión, discriminación...Una novela rescatada del olvido que todos debemos leer.

Frases o párrafos favoritos:

"La primera vez que vio a un portero de librea dividió la mentalmente la sociedad en dos mitades: los que utilizan el ascensor o la escalera principal, y los otros, los de la escalera de servicio; y se sintió incluida en la segunda mitad."

Película/Canción: hace unos años se estrenó con bastante repercusión un documental sobre las "Sinsombrero", cuya finalidad es acercar al público la historia de estas mujeres olvidadas por la historia. Aquí os dejo el enlace:


¡Un saludo y a seguir leyendo!

martes, 4 de abril de 2017

RESEÑA: Cuentos de Hadas de Angela Carter

CUENTOS DE HADAS DE ANGELA CARTER

Título: Cuentos de hadas de Angela Carter.

Autor: Angela Carter (Eastbourne 1940-Londres 1992). A causa de la guerra, fue evacuada cuando a penas era un bebe junto con su abuela a Yorkshire, donde sufrió de anorexia durante la mayor parte de sus años de adolescencia. Empezó a trabajar como periodista en Croydon Courier siguiendo los pasos de su padre y se graduó en Literatura Inglesa por la Universidad de Bristol. En 1960 se casó con Paul Carter. Tras nueve años de matrimonio, después de ganar el Premio Somerset Maugham con su novela Varias percepciones (con la que aprendió lo que era ser mujer y se radicalizó), abandonó a su esposo y se fue a Tokio, donde vivió durante dos años. Su experiencia japonesa sería inmortalizada en 1974 en Fuegos de artificio: nueve relatos profanos, así como en su novela El doctor Hoffman y las infernales máquinas de deseo, que publicaría en 1972. A la vuelta de Japón, pasó unos años enseñando en varias universidades de Europa, Australia y Estados Unidos. En 1977 se casó con Mark Pearce, con el que tuvo su único hijo. Carter es autora de varias novelas, entre las que destacan La juguetería mágica, Héroes y villanos, La pasión de la nueva Eva o Noche en el circo, por la que recibió el James Tait Black Memorial Prize. Así como de algunos notables volúmenes de relatos como La cámara sangrienta o En compañía de lobos. Entre 1990 y 1992 recopiló para la editorial Virago una colección de relatos tradicionales protagonizados por mujeres que, bajo el título Cuentos de Hadas de Angela Carter, se convirtió en uno de los más duraderos longsellers de la editorial. Falleció en 1992 en Londres a la edad de 51 años sin llegar a completar su último proyecto literario, la continuación de Jane Eyre. Hoy en día su nombre se incluye entre los escritores británicos más importantes posteriores a 1945.


Editorial: Impedimenta.

Idioma: inglés.

Traductor: Consuelo Rubio Alcover.

Sinopsis: en ellos encontraremos sangre, humor, sexo y muerte. No hay princesas ñoñas, ni hadas maravillosas, sino jóvenes astutas, ancianas taimadas, chicas malas, hechiceras, parteras vengativas, mozas ladronas, novias rastreras, madres, hijas y hermanas raras. Sólo una escritora tan radical como Angela Carter podría haber sido capaz de armar esta antología de relatos, todos ellos protagonizados por mujeres, una celebración del universo femenino a través de los tiempos, ilustrado con los grabados originales de la edición inglesa a cargo de Corinna Sargood.

Su lectura me ha parecido: reveladora, interesante, magnífica, apasionante, importante, reivindicativa, única, inspiradora, absolutamente necesaria... "Hubo un tiempo no muy lejano en que los cuentos de hadas no estaban destinados a los niños." Estas palabras, aclarativas y evocadoras a todas luces, son las que pueden leerse en la contraportada del libro que hoy reseñamos. Palabras, que, para ser sinceros, poseen una verdad indudable y que en más de una ocasión hemos abordado. Los cuentos, en su concepción literaria, no tienen que ser siempre infantiles. Desde que el mundo es mundo, se ha ido transmitiendo de generación en generación valores tales como el amor, la valentía, la amistad o el honor. Pero, al igual que los nombrados, esos primeros cuentos orales estaban plagados de desdicha, arrogancia, envidia, egoísmo o violencia. En los que por supuesto la muerte o el miedo estaban muy presentes. Hay quien dice que estas primeras historias han influido de forma determinante en la cultura y en las concepciones del hombre y de la mujer, dependiendo claro está de la comunidad y de otros factores como la geografía o la naturaleza. Siendo totalmente sincera, creo que es una hipótesis muy interesante y que puede estar en lo cierto. Los cuentos entretienen y sirven como elemento de identidad, pero también previenen, advierten e instruyen con unas historias, pero sobretodo, con unos finales que distan de ser maravillosos. Sangrientos, reflexivos, crueles...Los hay de muchos tipos, pero al fin y al cabo, cumplen las mismas funciones que las de los cuentos más amables. El volumen de relatos que hoy os presento está empapado de un carácter ancestral, mítico, y como tal, transciende. Gozando así de una atemporalidad que exige su lectura, y más en los tiempos que corren, en los que el feminismo parece resurgir. Cuentos de Hadas de Angela Carter: la superación literaria de estereotipos y roles de género.


La historia de como Cuentos de Hadas de Angela Carter llegó para quedarse en mi estantería y en mi vida de paso es reciente. Pero para ser más justos, deberíamos arrancar desde el verdadero origen. Como muchas y muchos sabréis, hace un tiempo que llevo interesándome por la literatura escrita por mujeres. No por capricho ni por moda, sino porque ha llegado un punto en el que es necesario prestarles atención. El mundo está loco, y dentro de esa locura, se insertan actitudes intolerables que se cometen contra las mujeres. Además, a lo largo de la historia las mujeres han estado siempre ahí, y en el campo de la escritura también, incluso en ese caso la cosa es bastante escandalosa. A escondidas, bajo un pseudónimo, en el anonimato, por consentimiento o sin él...Las mujeres, como los hombres, también se han sentido atraídas por la escritura, la diferencia es que mientras ellos lo hacían con completa libertad, ellas se enfrentaban a múltiples problemas, prejuicios o prohibiciones que dificultaban enormemente a sus respectivas carreras literarias. Afortunadamente, muchas de estas mujeres han logrado un hueco en la historia, pero no está de más recordarlas, a las que triunfaron como a las que no. Por eso, por esa exigencia personal, por ese apetito lector, necesitaba con urgencia lecturas escritas por mujeres que hablasen de mujeres. Me daba igual, estaba abierta a cualquier autora y formato, con saciar mi necesidad intelectual, estaba dispuesta a todo. Fue entonces cuando, y sin esperarlo, los Cuentos de Hadas de Angela Carter irrumpieron en mi camino. Cuando lo vi por primera vez, tuve que cogerlo entre mis manos y leer con euforia la reveladora sinopsis. Aquellos eran cuentos, si, pero no como los que había escuchado hasta la saciedad. Estos eran diferentes, intrigantes, apetecibles y lo mejor de todo, estaban protagonizados por mujeres que, según sugiere la contraportada, desmontan de golpe y porrazo la idealización de los personajes femeninos en este tipo de historia. Nunca había oído hablar de Angela Carter, ni de su vida ni de su producción literaria, lo que sin duda avivó mi interés por este grueso volumen de cuentos. El libro apareció en el momento más oportuno y no podía dejar pasar la oportunidad de introducirme de lleno en sus páginas. Gracias a la colaboración con Impedimenta, pude hacerme con un ejemplar. El día que el cartero me lo subió a casa fue toda una celebración, por fin pude considerarlo mío y sumergirme en su lectura semanas después. El resultado no pudo ser más satisfactorio y enriquecedor.


Centrándonos en la crítica literaria, comenzaremos diciendo que los Cuentos de Hadas de Angela Carter presenta una lectura fluida, entretenida y organizada. Como muchos sabéis, el cuento está de moda, pero al contrario de lo que podamos pensar, muchos de ellos carecen de lógica en cuestiones distributivas. En otras palabras, que los cuentos no tienen un orden bueno, sino que están puestos así por que si, sin atenerse a criterios de ningún tipo. La regla fundamental de cualquier libro de cuentos es el orden que el autor quiera establecer, no el libre albedrío, que lo único que consigue es dificultar la lectura. Afortunadamente, en Cuentos de Hadas de Angela Carter eso no pasa. Encontramos en él una división temática muy tradicional, pero que choca de buenas a primeras, posibilitando que su lectura sea más atenta y distendida si cabe. Carter logra de esta forma que el lector no abandone, que mantenga su curiosidad y fascinación hasta el final. Ya nos avisa la contraportada que no estamos ante un libro de cuentos cualquiera, y en este aspecto queda más que evidente. No quiero desvelar mucho más, pues, éste es un libro que merece la pena leer y no quiero romper la magia que esconde. La extensión de los cuentos, salvando algunos, no es excesivamente larga, algo que no disuade al lector de atreverse con su pertinente lectura. Es importante destacar, por otro lado, que este volumen de cuentos es recopilatorio, es decir, que Angela Carter no es la autora de los cuentos, sino la encargada de atesorarlos y de darles la estructura para ser mostrados al gran público. En él nos topamos con cuentos procedentes de infinidad de países, desde europeos hasta asiáticos, pasando por África y Norteamérica. Este aspecto ofrece al libro una perspectiva más universal culturalmente, a través de la cual, el lector puede apreciar como se percibe a la mujer en culturas muy diferentes, algunas de ellas desconocidas para el gran público. En lo que respecta a los cuentos en si, es abrumador observar la cantidad de matices y aspectos que estos contienen. Actitudes femeninas como la valentía, la inteligencia, la integridad, la maldad o la codicia. Temas como la familia, los hijos e hijas, la vida conyugal. O incluso que llegan a nuestros días, tales como el estereotipo, la discriminación, la misoginia o la mismísima violencia de género. Todos ellos aparecen, con extraordinaria intensidad, en este volumen. Todos son dignos de mención, pero si he de destacar alguno es el que lleva por título "De como un marido desenganchó a su mujer de los cuentos de hadas", simplemente escalofriante. También apuntar que en este libro se encuentra la Caperucita Roja sin censuras o historias tremebundas como "Razones para pegar a tu mujer" o "Una ración de sesos". Por último comentar lo evidente, y es que los Cuentos de Hadas de Angela Carter elevan al feminismo a un pedestal, dejando que este hable por si solo en cada uno de los cuentos. Dejando al descubierto no solo que la mujer ha sido ignorada, desprestigiada, aplastada, violada o insultada a lo largo de la historia, también la realidad, que no existe la princesita idealizada, es decir, la mujer perfecta.

Es evidente, y más tratándose de este libro, que las reflexiones brotarían por si solas ante mis ojos y ante los de cualquier lector. Ni os imagináis la cantidad de pensamientos que se cruzaron en mi cabeza a medida que iba avanzando en su lectura. Sin embargo, y como no quiero enrollarme más de lo estrictamente necesario, he decidido centrar estas últimas líneas en hablar de un tema de gran actualidad. Nadie puede negar que hoy en día el feminismo está más presente que nunca: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones de a pie e incluso en formatos como la pintura, el cine o la propia literatura. El feminismo ha empezado a hacerse un hueco en el pensamiento de la sociedad, incluso, y esto es muy bueno, ha favorecido la reedición de clásicos que abordan esa temática, la aparición de nuevos libros e incluso la recuperación de textos escritos por mujeres que en su momento no tuvieron gran repercusión. Hoy en día, y entroncándolo con la temática de los Cuentos de Hadas de Angela Carter, a raíz del feminismo se cuestiona incluso ciertos modelos de nuestra más tierna infancia, como pueden ser por ejemplo las princesas Disney. Éstas, en una primera época son sumisas, dóciles, perfectas, hermosas, buenas amas de casa y que su única ambición es casarse con el príncipe azul de turno. Pero en los últimos años, encontramos a Mérida y Elsa, dos princesas Disney que distan mucho de parecerse a la Bella Durmiente o a la Cenicienta. Son fuertes, valientes, seguras de si mismas y no necesitan a nadie que las defienda. En el caso de Mérida logra ser feliz sin comprometerse con un príncipe y en el caso de Elsa gobierna el reino en solitario, como si se tratase de Isabel I, sin que el espectador se cuestione por qué no se ha casado. Esto esta muy bien, y en relación con la labor de Angela Carter, la autora viene a corroborar lo mismo, aunque con más profundidad y crítica si cabe. No existe la mujer perfecta, no, existen muchos tipos de mujeres, con sus virtudes y defectos. En estos cuentos aparecen mujeres honestas, leales o inteligentes, pero también perversas, tacañas o vengativas. Así que de idealizada nada, más bien real, como la vida misma, sin edulcorantes ni cursilerías. Debemos, entre todos, luchar por despojar al género femenino de esa carga de estereotipos, de obligaciones y de actitudes que la tradición le ha asignado. Sin olvidarnos del masculino, cuya asignación de valores y deberes también viene del mismo origen. El camino, debe ser siempre la educación, una educación en valores que permita tanto a los niños como a las niñas crecer sin esos roles asignados, permitiendo que vivan su vida como ellos quieren y no como la sociedad espera que se comporten. Cuentos de Hadas de Angela Carter: un conjunto de historias de amor, lucha, terror, miserias humanas, mujeres ingobernables, reivindicación, visivilización, denuncia...Un libro de cuentos para las mujeres y los hombres de hoy y del mañana.

Frases o párrafos favoritos:

"Entró y yació con la mujer de su maestro. La mujer del maestro le enseñó lo que el maestro no le había enseñado."

Película/Canción: sin duda, del que más adaptaciones se ha hecho ha sido de Caperucita roja. No obstante, he preferido en esta ocasión poner el broche final con esta pieza que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña. Sencillamente especial.


¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Impedimenta