MÓNECHKA
Título: Mónechka.
Autor: Marina Palei (Leningrado 1955) es una destacada escritora y periodista. Su estilo extravagante y ecléctico que combina elementos modernos y posmodernos, le ha valido el respeto de la crítica así como del amor y la fidelidad de los lectores. Tras graduarse en Medicina y ejercer la profesión durante unos años, Palei empezó a involucrarse en círculos teatrales y a escribir poesía. Poco después comienza a estudiar en el Instituto de Literatura Maksim Gorki, del que se graduaría en 1991. Marina Palei experimenta desde entonces con todos los géneros literarios. Entre sus obras destacan: Mónechka (La Cabiria de Leningrado), El coro, Lunch Klemens, Zhora Zhirniago y Tributo a la Salamandra.
Editorial: Automática.
Idioma: ruso.
Traductor: Marta Sánchez-Nieves.
Sinopsis: desde la adolescencia, Mónechka siempre mostró un inigualable talento para disfrutar de los placeres mundanos; esa precoz habilidad, que alcanzaba las más altas cotas en su relación con los hombres, marco desde el principio el rumbo de su existencia. Monka se arrojó a la vida a pecho descubierto, y esta la acogió en un torbellino de excesos y pasiones que la llevarían a transitar por igual las sendas de la felicidad y el dolor.
Su lectura me ha parecido: intensa, barroca, breve, apasionada, reflexiva, a ratos algo pesada, distinta...Queridos lectores y lectoras, como muy bien sabréis, la literatura rusa es de las más importantes de la historia. Algunos de autores, en su mayoría hombres por desgracia, pueden presumir de tener un cómodo sillón en el Olimpo de los grandes de la literatura universal. Tolstoi, Dostoievsky, Gogol, Pushkin...Todos podemos recordar sus nombres o mencionar alguna de sus obras más importantes. Para seros sincera, aunque esto ya lo he comentado en más de una ocasión, mi relación con la literatura rusa no ha sido muy buena que digamos. Mi primera incursión en los clásicos procedentes de este extenso país fue con la inmensa Guerra y Paz, y lo hice durante un verano a una edad bastante temprana. Tal vez por eso mi impresión no fuese del todo justa con la novela en cuestión, sin embargo, aquella lectura me hizo de alguna manera huir de todo lo que tuviese que ver con Rusia y realismo. Ni Crimen y castigo, ni Los hermanos Karamazov, ni Anna Karenina, no he leído ninguno. Se que es un sacrilegio, sobretodo por Anna Karenina, una novela que parece que muchos se han leído, pero esa experiencia con la monumental novela de Tolstoi me alejó de esa literatura y de ese estilo narrativo. Lo encontraba pesado, lento, interminable y eso que tengo un máster en leer libros del periodo realista. No obstante y tras haber leído el libro que hoy tengo el placer de reseñar, siento que empiezo a sentir el gusto por lo que está viendo la luz en lo que respecta a la narrativa rusa actual. No se cuanto tiempo mantendré esa barrera entre el realismo ruso y yo, pero lo que si que esta claro es que Marina Palei acaba de entrar por la puerta grande. Mónechka: sexo, literatura rusa y feminismo en estado puro.
La historia de como Mónechka llegó a mis manos es bien sencilla. Todo empezó por un correo electrónico. Un simple correo electrónico en la bandeja de entrada, cuyo autor era Automática Editorial. En él, me ponían al corriente de una de sus novedades, el libro en concreto se titulaba El abuelo y estaba escrito por Aleksandr Chudakov. No era la primera vez que recibía por parte de pequeñas editoriales este tipo de correos, de hecho, suelo pasarlos por alto si lo que me ofrecen no satisface mis apetencias lectoras. Sin embargo, con Automática pasó lo contrario, no sólo logró captar mi atención sino que consiguió que me invadiera la curiosidad por conocer que más títulos había publicado. Aquel día me pasee unos minutos por su página web y me sorprendí al comprobar que Automática Editorial estaba especializada en autores rusos en su mayoría. Los que hayáis leído la introducción comprenderéis que al principio tomé ese dato con cierto escepticismo, sin embargo, y tras ojear en el catalogo algunos de sus títulos, comprendí que esta editorial iba más allá de los clásicos y que ofertaba libros de tirada y temática más actual, además de algún texto que abordaba crítica a la Unión Soviética. Todo esto en su conjunto me convenció y a los pocos días inicié colaboración con ellos, no obstante, no me decanté por El abuelo, la novedad que en el correo me ofrecían, sino por otro de sus títulos, uno que me pareció enormemente enigmático: Mónechka. Recuerdo que la portada me impactó. Sobre un blanco impoluto, una figura lánguida y de luto surge imponente, con actitud fría y sujetando un cigarrillo con firmeza. Lo cierto es que la mujer que ilustra la cubierta guarda un parecido razonable con Scarlett Johanson, tal vez, si se diese el caso y se estuviese barajando la posibilidad de adatar al cine esta novela, la actriz norteamericana podría por su magnetismo encarnar perfectamente el papel protagonista. El libro llegó a mi buzón antes de lo esperado, sin embargo, no fue hasta unos meses más tarde cuando por fin pude ponerme en serio con su correspondiente lectura. El resultado: mejor de lo que me esperaba.
Centrándonos en la critica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Mónechka presenta una lectura precisa, medida al milímetro, extraordinariamente breve pero con un estilo demasiado barroco para mi gusto. Es de agradecer que en medio de todo lo que se está publicando hoy en día, donde lo sencillo y lo rápido de leer prima sobre cualquier otra cosa, de repente el lector más inconformista se tope con libros como este, donde se aprecia personalidad en quien lo escribe y en la forma en la que se plasman las ideas sobre el papel. Sin embargo, he de confesar que en el caso de Mónechka he echado mucho en falta que la autora vaya directa al grano y no que se entretenga en descripciones que, aunque importantes, están sobrecargadas de adjetivos. Esta muy bien conocer la personalidad del personaje y el entorno que lo rodea, pero con más sutileza. Seguidamente, y tras haber comentado ese punto negativo, tengo que reconocer que Mónechka resulta un relato, más que una novela debido a su extraordinaria brevedad, donde convergen varios aspectos a destacar. El primero de ellos tiene que ver con el uso de una narración para nada tradicional. No te esperas, de buenas a primeras, que quien narre esta historia sea una persona cercana a la protagonista, en este caso su prima, que la conoce pero que, debido a su posición, no es capaz de desvelarnos ciertos aspectos, como sus pensamientos por ejemplo. Es una mirada subjetiva, desde la confianza de un familiar, desde unos ojos que no juzgan y que observan la vida de una persona a la que aprecia enormemente. En segundo lugar, si por algo destaca este libro es por la perfecta caracterización del personaje de Mónechka, diminutivo de Raimonda. Palei logra en muy pocas páginas que el lector se haga una idea muy concreta de como es Mónecka, consiguiendo que éste se convierta en uno de esos personajes difíciles de olvidar. Mónechka es un espíritu libre, cuya personalidad está por encima de los convencionalismos sociales. Es una mujer que quiere divertirse, volar, disfrutar de la vida, exprimirla al máximo. A Mónechka le gustan los hombres, hasta el punto de que en el libro se le califica a esta pasión como "perdición", sus relaciones con ellos no son siempre fáciles, disfruta de su compañía, del sexo y sufre las consecuencias del mal de amores, pero ella se levanta, es fuerte y sigue adelante, reivindicando su propia identidad e independencia. En el relato asistimos al crecimiento de este personaje, desde su infancia hasta la madurez, siendo testigos de como esquiva las convenciones sociales, soportando incluso los episodios de violencia familiar que sufre por su individualidad y su negativa a acatar la tradición, lo que confiere a Mónechka una dimensión necesariamente feminista en los tiempos que corren. En tercer y último lugar, el libro está plagado de referencias constantes a la literatura rusa, unas veces para justificar y otras para describir, pero siempre está ahí. Si usted, querido lector o lectora, es un apasionado de los novelistas rusos, Mónechka es su lectura.
En lo que respecta a la tradicional reflexión que siempre procuro extraer de cada lectura que pasa por mis manos, esta vez, no he tenido que devanarme mucho los sesos. No quiero decir que Mónechka sea una lectura carente de ideas sujetas a debate por parte del lector, más bien que de su lectura se desprende una sola y poderosa reflexión que a continuación me dispongo a exponer. Este relato va de una niña rebelde, de una joven independiente y de una mujer que tiene muy claro las cosas. Y lo más importante de todo, una mujer que disfruta al máximo de placeres como el sexo sin pudor alguno, sin una carga llamada "tradición" a sus espaldas. Hoy en día las mujeres somos más libres y hemos alcanzado derechos que se nos han negado a lo largo de la historia. Sin embargo, hay cosas que parece que no cambian, o más bien, lo correcto sería decir que cuesta que cambien. A la mujer todavía se le sigue tratando como un trozo de carne al que se le puede hacer de todo, incluso violar. En ciertas culturas, la mujer, durante el acto sexual, no puede sentir placer, sólo el hombre tiene derecho a disfrutar del sexo en toda su plenitud. Incluso hasta hace bien poco, el que una mujer se situase sobre el hombre a horcajadas, era síntoma de pérdida de virilidad y de poder en el ámbito privado y familiar. Hoy en día a la mujer le siguen llamando "puta" o "zorra", ya no sólo por haber tenido muchas parejas, sino que parece haberse extendido a la cotidianeidad, más de una vez he escuchado a alguna chica referirse a otra con esa palabra, incluso con tono desenfadado, como si "puta" sustituyese a tu propio nombre ¿No nos estamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado? También, la mujer tiene todavía, en los tiempos que corren, cuidarse mucho de escoger el vestuario apropiado, pues, puedes pasar de fresca a frígida en cuestión de segundos. Tampoco podemos caminar solas por una calle desierta, ya sea a plena luz del día o a las 3 de la madrugada, sin que sintamos ese miedo innato que ya parece natural. Y por no hablar de la regla, una cuestión que sigue siendo un tabú, sobretodo para los hombres. En lugar de interesarse, no quieren saber nada, ni oír hablar de ella, usando como único y patético argumento la ya desgastada y casposa frase: "eso es cosa de mujeres". Si, es cierto, es cosa de mujeres, la regla solamente la tenemos nosotras, pero, no por ello merece apartarse de las conversaciones, ignorarla o simplemente referirse a ella con eufemismos. En fin, si por algo he soltado esta parrafada tan necesaria, es porque Mónechka nos habla de todo eso, de como la mujer, por ser simplemente mujer, no puede disfrutar con libertad y menos en cuestiones relacionadas con el sexo. Mónechka pasa de todas las habladurías y poco le importa el que dirán persigue sus deseos para lograr el éxtasis definitivo y ¡Eureka! No recibe castigo por parte de su autora, ni existe una voluntad moralizante. Mónechka vive la vida, siendo persona pero también siendo mujer. Mónechka: una historia de amor, pasión, libertad, prohibiciones, sexo, muerte, abismo, luz, renacer... Un autentico soplo de aire fresco.
Frases o párrafos favoritos:
"Me arrastré hasta casa. Me tumbé, me quedé tumbada. No sabía como defenderme de la muerte."
Película/Canción: aunque sin duda éste sería un buen momento para plantearse una posible adaptación cinematográfica sobretodo, os adjunto la pieza que me ha acompañado durante la redacción de la reseña. Una canción que siempre me ha puesto los pelos de punta.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Automática Editorial
Idioma: ruso.
Traductor: Marta Sánchez-Nieves.
Sinopsis: desde la adolescencia, Mónechka siempre mostró un inigualable talento para disfrutar de los placeres mundanos; esa precoz habilidad, que alcanzaba las más altas cotas en su relación con los hombres, marco desde el principio el rumbo de su existencia. Monka se arrojó a la vida a pecho descubierto, y esta la acogió en un torbellino de excesos y pasiones que la llevarían a transitar por igual las sendas de la felicidad y el dolor.
Su lectura me ha parecido: intensa, barroca, breve, apasionada, reflexiva, a ratos algo pesada, distinta...Queridos lectores y lectoras, como muy bien sabréis, la literatura rusa es de las más importantes de la historia. Algunos de autores, en su mayoría hombres por desgracia, pueden presumir de tener un cómodo sillón en el Olimpo de los grandes de la literatura universal. Tolstoi, Dostoievsky, Gogol, Pushkin...Todos podemos recordar sus nombres o mencionar alguna de sus obras más importantes. Para seros sincera, aunque esto ya lo he comentado en más de una ocasión, mi relación con la literatura rusa no ha sido muy buena que digamos. Mi primera incursión en los clásicos procedentes de este extenso país fue con la inmensa Guerra y Paz, y lo hice durante un verano a una edad bastante temprana. Tal vez por eso mi impresión no fuese del todo justa con la novela en cuestión, sin embargo, aquella lectura me hizo de alguna manera huir de todo lo que tuviese que ver con Rusia y realismo. Ni Crimen y castigo, ni Los hermanos Karamazov, ni Anna Karenina, no he leído ninguno. Se que es un sacrilegio, sobretodo por Anna Karenina, una novela que parece que muchos se han leído, pero esa experiencia con la monumental novela de Tolstoi me alejó de esa literatura y de ese estilo narrativo. Lo encontraba pesado, lento, interminable y eso que tengo un máster en leer libros del periodo realista. No obstante y tras haber leído el libro que hoy tengo el placer de reseñar, siento que empiezo a sentir el gusto por lo que está viendo la luz en lo que respecta a la narrativa rusa actual. No se cuanto tiempo mantendré esa barrera entre el realismo ruso y yo, pero lo que si que esta claro es que Marina Palei acaba de entrar por la puerta grande. Mónechka: sexo, literatura rusa y feminismo en estado puro.
La historia de como Mónechka llegó a mis manos es bien sencilla. Todo empezó por un correo electrónico. Un simple correo electrónico en la bandeja de entrada, cuyo autor era Automática Editorial. En él, me ponían al corriente de una de sus novedades, el libro en concreto se titulaba El abuelo y estaba escrito por Aleksandr Chudakov. No era la primera vez que recibía por parte de pequeñas editoriales este tipo de correos, de hecho, suelo pasarlos por alto si lo que me ofrecen no satisface mis apetencias lectoras. Sin embargo, con Automática pasó lo contrario, no sólo logró captar mi atención sino que consiguió que me invadiera la curiosidad por conocer que más títulos había publicado. Aquel día me pasee unos minutos por su página web y me sorprendí al comprobar que Automática Editorial estaba especializada en autores rusos en su mayoría. Los que hayáis leído la introducción comprenderéis que al principio tomé ese dato con cierto escepticismo, sin embargo, y tras ojear en el catalogo algunos de sus títulos, comprendí que esta editorial iba más allá de los clásicos y que ofertaba libros de tirada y temática más actual, además de algún texto que abordaba crítica a la Unión Soviética. Todo esto en su conjunto me convenció y a los pocos días inicié colaboración con ellos, no obstante, no me decanté por El abuelo, la novedad que en el correo me ofrecían, sino por otro de sus títulos, uno que me pareció enormemente enigmático: Mónechka. Recuerdo que la portada me impactó. Sobre un blanco impoluto, una figura lánguida y de luto surge imponente, con actitud fría y sujetando un cigarrillo con firmeza. Lo cierto es que la mujer que ilustra la cubierta guarda un parecido razonable con Scarlett Johanson, tal vez, si se diese el caso y se estuviese barajando la posibilidad de adatar al cine esta novela, la actriz norteamericana podría por su magnetismo encarnar perfectamente el papel protagonista. El libro llegó a mi buzón antes de lo esperado, sin embargo, no fue hasta unos meses más tarde cuando por fin pude ponerme en serio con su correspondiente lectura. El resultado: mejor de lo que me esperaba.
Centrándonos en la critica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que Mónechka presenta una lectura precisa, medida al milímetro, extraordinariamente breve pero con un estilo demasiado barroco para mi gusto. Es de agradecer que en medio de todo lo que se está publicando hoy en día, donde lo sencillo y lo rápido de leer prima sobre cualquier otra cosa, de repente el lector más inconformista se tope con libros como este, donde se aprecia personalidad en quien lo escribe y en la forma en la que se plasman las ideas sobre el papel. Sin embargo, he de confesar que en el caso de Mónechka he echado mucho en falta que la autora vaya directa al grano y no que se entretenga en descripciones que, aunque importantes, están sobrecargadas de adjetivos. Esta muy bien conocer la personalidad del personaje y el entorno que lo rodea, pero con más sutileza. Seguidamente, y tras haber comentado ese punto negativo, tengo que reconocer que Mónechka resulta un relato, más que una novela debido a su extraordinaria brevedad, donde convergen varios aspectos a destacar. El primero de ellos tiene que ver con el uso de una narración para nada tradicional. No te esperas, de buenas a primeras, que quien narre esta historia sea una persona cercana a la protagonista, en este caso su prima, que la conoce pero que, debido a su posición, no es capaz de desvelarnos ciertos aspectos, como sus pensamientos por ejemplo. Es una mirada subjetiva, desde la confianza de un familiar, desde unos ojos que no juzgan y que observan la vida de una persona a la que aprecia enormemente. En segundo lugar, si por algo destaca este libro es por la perfecta caracterización del personaje de Mónechka, diminutivo de Raimonda. Palei logra en muy pocas páginas que el lector se haga una idea muy concreta de como es Mónecka, consiguiendo que éste se convierta en uno de esos personajes difíciles de olvidar. Mónechka es un espíritu libre, cuya personalidad está por encima de los convencionalismos sociales. Es una mujer que quiere divertirse, volar, disfrutar de la vida, exprimirla al máximo. A Mónechka le gustan los hombres, hasta el punto de que en el libro se le califica a esta pasión como "perdición", sus relaciones con ellos no son siempre fáciles, disfruta de su compañía, del sexo y sufre las consecuencias del mal de amores, pero ella se levanta, es fuerte y sigue adelante, reivindicando su propia identidad e independencia. En el relato asistimos al crecimiento de este personaje, desde su infancia hasta la madurez, siendo testigos de como esquiva las convenciones sociales, soportando incluso los episodios de violencia familiar que sufre por su individualidad y su negativa a acatar la tradición, lo que confiere a Mónechka una dimensión necesariamente feminista en los tiempos que corren. En tercer y último lugar, el libro está plagado de referencias constantes a la literatura rusa, unas veces para justificar y otras para describir, pero siempre está ahí. Si usted, querido lector o lectora, es un apasionado de los novelistas rusos, Mónechka es su lectura.
En lo que respecta a la tradicional reflexión que siempre procuro extraer de cada lectura que pasa por mis manos, esta vez, no he tenido que devanarme mucho los sesos. No quiero decir que Mónechka sea una lectura carente de ideas sujetas a debate por parte del lector, más bien que de su lectura se desprende una sola y poderosa reflexión que a continuación me dispongo a exponer. Este relato va de una niña rebelde, de una joven independiente y de una mujer que tiene muy claro las cosas. Y lo más importante de todo, una mujer que disfruta al máximo de placeres como el sexo sin pudor alguno, sin una carga llamada "tradición" a sus espaldas. Hoy en día las mujeres somos más libres y hemos alcanzado derechos que se nos han negado a lo largo de la historia. Sin embargo, hay cosas que parece que no cambian, o más bien, lo correcto sería decir que cuesta que cambien. A la mujer todavía se le sigue tratando como un trozo de carne al que se le puede hacer de todo, incluso violar. En ciertas culturas, la mujer, durante el acto sexual, no puede sentir placer, sólo el hombre tiene derecho a disfrutar del sexo en toda su plenitud. Incluso hasta hace bien poco, el que una mujer se situase sobre el hombre a horcajadas, era síntoma de pérdida de virilidad y de poder en el ámbito privado y familiar. Hoy en día a la mujer le siguen llamando "puta" o "zorra", ya no sólo por haber tenido muchas parejas, sino que parece haberse extendido a la cotidianeidad, más de una vez he escuchado a alguna chica referirse a otra con esa palabra, incluso con tono desenfadado, como si "puta" sustituyese a tu propio nombre ¿No nos estamos tirando piedras sobre nuestro propio tejado? También, la mujer tiene todavía, en los tiempos que corren, cuidarse mucho de escoger el vestuario apropiado, pues, puedes pasar de fresca a frígida en cuestión de segundos. Tampoco podemos caminar solas por una calle desierta, ya sea a plena luz del día o a las 3 de la madrugada, sin que sintamos ese miedo innato que ya parece natural. Y por no hablar de la regla, una cuestión que sigue siendo un tabú, sobretodo para los hombres. En lugar de interesarse, no quieren saber nada, ni oír hablar de ella, usando como único y patético argumento la ya desgastada y casposa frase: "eso es cosa de mujeres". Si, es cierto, es cosa de mujeres, la regla solamente la tenemos nosotras, pero, no por ello merece apartarse de las conversaciones, ignorarla o simplemente referirse a ella con eufemismos. En fin, si por algo he soltado esta parrafada tan necesaria, es porque Mónechka nos habla de todo eso, de como la mujer, por ser simplemente mujer, no puede disfrutar con libertad y menos en cuestiones relacionadas con el sexo. Mónechka pasa de todas las habladurías y poco le importa el que dirán persigue sus deseos para lograr el éxtasis definitivo y ¡Eureka! No recibe castigo por parte de su autora, ni existe una voluntad moralizante. Mónechka vive la vida, siendo persona pero también siendo mujer. Mónechka: una historia de amor, pasión, libertad, prohibiciones, sexo, muerte, abismo, luz, renacer... Un autentico soplo de aire fresco.
Frases o párrafos favoritos:
"Me arrastré hasta casa. Me tumbé, me quedé tumbada. No sabía como defenderme de la muerte."
Película/Canción: aunque sin duda éste sería un buen momento para plantearse una posible adaptación cinematográfica sobretodo, os adjunto la pieza que me ha acompañado durante la redacción de la reseña. Una canción que siempre me ha puesto los pelos de punta.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Automática Editorial
Hola! No conocía este libro pero la verdad es que no es para mi así que lo dejo pasar. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarUn saludo!
El mensaje de la novela es muy bueno. No me importaría leerla, aunque con todo lo que tengo pendiente, tardará en caer.
ResponderEliminarBesotes!!!
no conocia esta novela ya uqe al igualq ue a ti, la literatura rusa no me convence, más que nada porqué el realismo y el naturalismo me aburren sobremanera. Sin embargo el tema de esta lectura que hoy nos traes es de sumo interés y más viniendo de un pais como Rusia donde la cuestión de la libertad de la mujer esta aun peor que aquí en España.
ResponderEliminaruna reseña excelente