martes, 15 de octubre de 2019

RESEÑA: La sirena y la señora Hancock.

LA SIRENA Y LA SEÑORA HANCOCK

Título: La sirena y la señora Hancock.

Autora: Imogen Hermes Gowar nació en Londres. Estudió Arqueología, Antropología e Historia del Arte y empezó a trabajar en diversos museos. En 2013 obtuvo una beca de The Malcom Bradbury Memorial Trust para estudiar un máster de Escritura Creativa en la Universidad de East Anglia. La sirena y la señora Hancock, traducida a siete idiomas, es su primera novela y uno de los debuts más sonados de los últimos años. (Fuente: Editorial).


Editorial: Siruela.

Idioma: inglés.

Traductor: Carlos Jiménez Arribas.

Sinopsis: Londres, septiembre de 1785. Uno de los capitanes del armador Jonah Hancock llama con urgencia a su puerta en mitad de la noche para comunicarle la increíble noticia de que ha vendido su barco a cambio de algo absolutamente excepcional: el cuerpo disecado de una pequeña sirena. El rumor se propaga como la pólvora, desde los astilleros y los burdeles hasta los cafés y los salones nobiliarios; todo el mundo quiere ver la recién descubierta maravilla. El encuentro del señor Hancock con Angelica Neal, la cortesana más deseable y cotizada de la ciudad, marcará el nuevo rumbo de sus vidas. ¿Dónde los llevará su ambición en una época de improbables ascensos sociales? ¿Y podrán escapar al poder de aniquilación que, según dicen, posee la mítica criatura marina? (Fuente: Editorial).

Su lectura me ha parecido: 

   Inmersiva, sensorial, deslumbrante en cuanto  su ambientación, con un estilo literario bastante denso, demasiado extensa para lo que se cuenta, donde los personajes están muy bien perfilados, elegante, bien documentado... Ya es la segunda lectura en lo que llevamos de mes, y por consiguiente, la segunda reseña en la que, esta vez sí, me toca hablar de una tendencia que he ido observando en la literatura actual, sobre todo en la que llega a nuestras librerías desde el extranjero, y más concretamente desde el ámbito anglosajón. De todas y todos es bien conocido que el género histórico es uno de los que más público atrae. Hordas de seguidores se postran ante los escaparates a la espera de que esa o ese autor, experto en trasladar al lector a X época de la historia, con mejor o menor talento narrativo, escriba de una vez su última novela. Este, a diferencia de otros, se mantiene y sorprendentemente sobrevive al azote de las modas gracias a una continua renovación generacional y la fidelidad de su público. No obstante, una nueva corriente está empezando a surgir con fuerza, dejando claro, por un lado, la versatilidad del género, y por otro, que las mujeres han venido para quedarse. En primer lugar, hablamos de desmontar la rigidez por la que en muchos casos se ha caracterizado la novela histórica y experimentar con otros géneros tan dispares como el terror o la fantasía. Todo ello sin perder de vista la ambientación histórica y la propia verosimilitud de la trama. En segundo lugar, como no podía ser de otra forma, nos referimos a ellas, tanto a autoras como a las protagonistas de sus novelas que, lejos del esquema patriarcal, vienen rompiendo estereotipos de género a través de heroínas capaces de decidir sobre su destino e incluso cambiar la historia. Sin duda, una bocanada de aire fresco en un género que necesitaba urgentemente abrirse a los nuevos tiempos. Circe, de la estadounidense Madeline Miller es el ejemplo perfecto de fusión entre historia - mitológica - y fantasía además de ofrecer una revisión bastante necesaria de la figura de la hechicera más famosa de la Odisea. Pero no es la única, porque hoy, desde tierras británicas, reseñamos otro ejemplo más de esta nueva deriva en donde, esta vez, nos trasladamos al Londres de finales de siglo XVIII. La sirena y la señora Hancock: un armador, una cortesana y una sirena cuyo misterioso magnetismo cambiará sus vidas.


   No consigo recordar exactamente el lugar en el que vi por primera vez un ejemplar de la novela de Imogen Hermes Gowar, sin embargo, de lo que si me acuerdo es de las circunstancias que envolvieron a aquel repentino interés por esta novela. Cansada de tanto realismo y superada por una mala racha de lecturas, decidí saltar al vacío, salir de la zona de confort en la que me había aposentado durante tanto tiempo y apostar por una historia y sobre todo por una autora primeriza. Porque eso sí, esta es la primera novela de la autora - y arqueóloga - británica. El resultado de esta aventura es que salí indemne - literariamente hablando - de una lectura que, aunque imperfecta, si que me ha parecido interesante en algunos aspectos. La sirena y la señora Hancock nos sumerge en el ajetreado y húmedo Londres de finales de siglo XVIII. Una ciudad a las puertas de sufrir las consecuencias de la revolución que estaba teniendo lugar al otro lado del Canal de la Mancha. Una urbe sobrepoblada donde los astilleros, los bajos fondos y las mansiones de alto copete conviven con la imposibilidad de ascenso social. Una capital donde, a pesar de los avances científicos y tecnológicos que están empezando a producirse - no olvidemos, estamos en la era preindustrial todavía - conviven con las más variopintas supersticiones. Una metrópolis, en definitiva, georgiana y al mismo tiempo sacada de cualquier novela satírica de Tackeray. En este aspecto, y dado su formación como historiadora, Imogen Hermes Gowar no duda en sacar la artillería pesada - documentación y más documentación - para presentarnos un retrato de la época lo más verosímil posible. Y la verdad es que lo consigue. No sólo a nivel formal, sino también en los pequeños detalles, prestando especial atención a los objetos, telas, mobiliario y demás utensilios que cargan de veracidad a la historia. Dado que la autora es una gran experta en estas lides - llegando a trabajar incluso en el Museo Británico - no esperaba menos. Sin embargo, Hermes Gowar comete un pequeño error al tratar de trasladar esto de la ambientación histórica al propia narración de la novela. Es sorprendente toparse con una obra en la que se emule el lenguaje de la época o el estilo de las grandes obras literarias de ese tiempo, de ahí la comparación con la célebre Moll Flanders de Daniel Defoe, cuna del género picaresco británico. No obstante esa sobrecarga más que enaltecer entorpece y dificulta a veces el ritmo de su lectura. Aún así, para quienes estén más acostumbrados a los clásicos de la literatura del siglo XVIII, La sirena y la señora Hancock os resultará una delicia en ese sentido.

   Dejando a un lado la excelente ambientación - en la que el lector deambula o bien por La Calle de la Cerveza o por el contrario por La Calle de la Ginebra que tan bien satirizó William Hogart en sus conocidos gravados - y centrándonos más en la trama, diremos un par de cosas. En primer lugar, quien espere una historia en donde la misteriosa sirena de la que se habla en la sinopsis sea la absoluta protagonista está muy equivocada/o. De hecho, otro de los grandes errores de la novela es precisamente ese, el no haber sabido aprovechar mejor la presencia de ésta, reduciéndola a una mera anécdota donde lo importante, parece ser, el desarrollo de los dos personajes protagonistas a partir de ese acontecimiento. Y sí, eso último está muy logrado, pero podría haber tenido más peso en la trama. En segundo lugar, Imogen Hermes Gowar hace un gran trabajo perfilando las características de todos y cada uno de sus personajes. Empezando por la generosidad y el carácter bonachón y manipulable del armador Jonah Hancock y finalizando con la astucia y picardía de la cortesana Angelica Neal. Sin olvidarnos de unos secundarios de lujo como Sukie - la inteligente sobrina del señor Hancock - la señora Chappel - dueña del burdel más famoso de la ciudad - o George Rockingham - un teniente no tan bueno como aparenta ser -. Todos ellos verán sus vidas alteradas por el descubrimiento de la momia de la misteriosa sirena, la cual desde el primer momento es exhibida y requerida por todos, independientemente de su clase y condición. La sirena atrae a curiosos y eso se traduce en ganancias y quien sabe si a largo plazo la posibilidad de ascender en la rígida jerarquía social de la época, por lo que no son pocos los pretendientes en este juego de poder. Algo que, unido a la misteriosa leyenda que envuelve a dicho ser mitológico, la hace cuanto menos atractiva. En tiempos de picaresca, libertinaje y excesos - no tan alejados de la Francia prerevolucinaria - la presencia de una criatura mágica parece aumentar la locura y el desenfreno con su ligero canto. Los placeres más terrenales se contraponen a la razón, viviendo su particular ocaso antes de que todo cambie y se abra paso un acontecimiento que cambiaría la historia para siempre. Dicho esto, cabría preguntarnos cómo afectará la sirena, metáfora perfecta del contexto al que hacemos constante alusión, a las vidas de los personajes de la presente novela. Las respuestas, como siempre, nos las proporcionará su correspondiente lectura.


   Las sirenas son criaturas marinas de carácter mitológico pertenecientes al ámbito de las leyendas y el folclore. Del griego antiguo "Sireinhn" - las que atan y desatan - y del semítico "Sir" - canto - tienen su origen en la antigüedad clásica, época en la que se les representaba como un hibrido entre mujeres (cabeza y torso) y pájaro (alas y garras) siendo Ligeia, Molpe, Radne o Teles algunas de las más famosas. El primer texto en el que se hace mención a las sirenas es, como no podía ser de otra manera, en la Odisea de Homero, las cuales protagonizan la escena más memorable del libro, esa en la que hacen uso de su engatusador canto para matar a los tripulantes mientras Ulises permanece atado al palo del mástil para de esta forma sobrevivir a su magnético poder de persuasión. Otro de los grandes autores griegos, Hesíodo, se atrevió a imaginarse su hogar, en la isla de Antemoesa, donde aguardaban la llegada de barcos, al contrario que el romano Virgilio, quien las situó en unas islas rocosas, la perfecta trampa mortal para los marineros. Ya en el siglo VI, cuando el cristianismo se antepuso a cualquier otra religión politeísta, las sirenas cambiaron significativamente de apariencia adoptando una más pisciforme (hermosas mujeres con cola de pez en lugar de piernas que habitaban en las profundidades del océano y que no dudaban en cantar para hacer naufragar a las naves que se topaban con ellas). A esta nueva imaginería también contribuyeron las corrientes intelectuales del momento. Sin ir más lejos, en la Vulgata de Jerónimo, se utiliza la palabra "sirena" como símbolo de las tentaciones del mundo. Desde entonces y hasta nuestros días, la interpretación de estos seres mitad mujer mitad pez ha ido marcada por esta influencia medievalista y claramente patriarcal. Mujer y peligro. Mujer y monstruosidad. Mujer y engaño. Mujer y persuasión. O para que nos quede más claro: mujer bella y atractiva que en el fondo aguarda su verdadera identidad, la de una criatura despiadada, fea y capaz de matar a los hombres. ¿No os resulta familiar esta asociación? ¿Cuántas veces se nos ha dicho que calladitas estamos más guapas? ¿Y a cuántas nos han espetado eso de que cuando nos enfadamos nos ponemos feas? ¿Somos acaso sirenas? ¿Unas sirenas cuya interpretación intelectual es claramente machista? ¿Unas sirenas incapaces de razonar? ¿Unas sirenas reducidas a la bipolaridad y a una irracional tendencia destructiva hacia a los hombres?... Veis como todo tiene su origen, su germen, por qué. Ni la anecdótica sirena de la presente novela se libra, al igual que algunas de las mujeres que la protagonizan, condenadas a una construcción social que, afortunadamente y con empeño, algunas tratan de destruir y abrirse paso con decisión y sin necesidad de entonar canto alguno.

   La sirena y la señora Hancock: una historia de ambición, poder, magia, aventura, amores aparentemente inverosímiles, ascensos sociales, superación... La sirena como metáfora perfecta del ocaso de una era, un tiempo que ya nunca volverá.


Frases o párrafos favoritos:

"Los tratas como si fueran en centro del universo y enseguida se lo creen. Menuda vida de cuento viven estos hombres, si no han sentido nunca la necesidad de mirar bajo la superficie de las cosas."

¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Siruela

4 comentarios:

  1. Bueno, bueno, no sé si esta novela me atrae mucho. Aparte de la moda de novela histórica que comentas, aparte de la moda de presentar novelas escritas por mujeres y con temáticas como la de ésta que parece agradan especialmente al 52% de habitantes, creo que también las editoriales últimamente persiguen sacar a la luz primeras novelas escritas por mujeres (ahora mismo recuerdo a autoras como Emma Cline o Katharina Winkler). Y, claro, en mi opinión llega un momento en que uno padece cierto hartazgo por ello.
    Pienso que las editoriales deberían volver sus ojos a la calidad sin caer en que prefieren autoras a autores. Cierto es que las mujeres leen más que los hombres, pero no por ello hay que publicar siempre novelas semejantes. Hay que abrir el abanico de opciones para que todas las personas puedan sentirse llamadas por las sus publicaciones de las editoriales. No conviene ofrecer casi siempre lo mismo.
    Un fuerte abrazo

    ResponderEliminar
  2. Pinta bastante bien por lo que cuentas. Esa mezcla de géneros me atrae, pero como no se cruce, no creo que me anime, que ya son muchos los pendientes.
    Besotes!!!

    ResponderEliminar
  3. pues no conocía lo novela, pero me resulta original. De momento, sin embargo, no me llama, quizás en otro momento.
    gran reconstrucción de la historia del mito de la sirena. Me ha gustado mucho este pequeño aporte cultural.
    Una excelente y didáctica reseña.

    ResponderEliminar
  4. Había visto su portada pero no sabía bien de qué iba, la verdad. Tras leerte te diré que el argumento me parece super original, y que esta colección de Siruela tiene propuestas muy interesantes, pero no me apetece leer algo muy denso ahora mismo. Lo dejo pasar.

    Gracias, como siempre, por tu opinión.
    Besos.

    ResponderEliminar