HENRI DUCHEMIN Y SUS SOMBRAS
Título: Henri Duchemin y sus sombras.
Autor: Emmanuel Bove (París, 1898-1945), seudónimo de Emmanuel Bobovnikoff, era hijo de un ruso emigrado de origen judío y de una criada luxemburguesa. Se educó en Ginebra y vivió en Londres, Viena y Argelia. En 1921 se casó con una maestra y se instalaron en Viena, aprovechando que la vida era más barata. En la capital austriaca ejerció el periodismo mientras escribía novelas populares bajo el seudónimo de Jean Vallois. De vuelta a París, publicó en 1924, con el respaldo de Colette, Mis Amigos, la novela que lo convirtió en un autor de culto, aclamada por autores consagrados. Vivió en Argelia entre 1942 y 1944, negándose a publicar en la Francia ocupada por los nazis. Cuando regresó a París el panorama literario había cambiado por completo y él era nuevamente un desconocido. No obstante, publicó dos novelas más. Murió un año después, a los 47 años de edad, como consecuencia del paludismo que contrajo en Argel. Después de su muerte, sus libros y su nombre cayeron en el olvido, siendo sólo recordado por un puñado de admiradores. Fue a partir de los años ochenta, y gracias al empecinamiento de algunos de sus lectores más fervientes, cuando su obra completa se reeditó en Francia con el aplauso de la crítica.
Editorial: Hermida Editores.
Idioma: francés.
Traductores: Mª Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego.
Sinopsis: esta obra es una atractiva involución al peculiar mundo del novelista francés Emmanuel Bove. Su lectura tiene el poder de evocar la bajeza y la desesperación humana mediante la sencillez de una escritura centrada en el pequeño detalle. Los personajes que protagonizan sus relatos son gente común que desde el principio de la narración se encuentran ya superados por su propia condición, pues son conscientes de que su existencia seguirá transcurriendo en los márgenes de la sociedad. Estos antihéroes de corte autobiográfico reflejan las dificultades para satisfacer las necesidades materiales y afectivas que sufrió el propio Bove.
Su lectura me ha parecido: íntima, surrealista, pequeña, muy reflexiva, decadente, pesimista, triste, real como la vida misma...Antes de dar comienzo a esta reseña, debo plantear la siguiente e importante cuestión. Existen autores y autoras extraordinarios, llenos de personalidad, cuya calidad literaria es sobresaliente y que en muchos casos, sus vidas han sido igual o más emocionantes que los personajes que pueblan sus novelas. Sin embargo, muchos de ellos, por el motivo que fuese, no llegaron a nuestros días convertidos en auténticas estrellas literarias, inamovibles y sagradas figuras que reposan en el panteón de los grandes. No todos logran esa fortuna, algunos por querer emular a los que en su época eran dioses, otros por el contexto que les tocó por desgracia vivir y muchos por cuestiones políticas, sociales, religiosas, sexuales o por ser simplemente mujeres en tiempos de gran rechazo y dificultad. El autor del libro que hoy reseño y os presento, se podría insertar dentro de la categoría de "injusticia universal". Su condición de judío y su posterior exilio durante la Segunda Guerra Mundial truncaron una carrera que, antes de que todo aquello sucediese, era admirada por lectores y colegas de profesión. A su regreso, nada quedaba de aquello, el mundo había cambiado y no encontró su lugar en él. Menos mal que gracias a algunas editoriales humildes, pero grandes en su pasión por la literatura, rescataron del olvido textos de este singular autor. Y lo mejor, con traducciones al castellano incluidas. Todo ello para acercarnos libros como Henri Duchemin y sus sombras: el ejemplo de que, hasta en la más absoluta de las oscuridades, siempre hay lugar para los luchadores del día a día.
La historia de como Henri Duchemin y sus sombras llegó a mis manos fue casual y meditada al mismo tiempo. Como es normal, la mayoría de los que estáis leyendo estas lineas desconoce por completo el nombre de Emmanuel Bove, no os culpo por ello, pues yo tampoco sabía de su existencia. Como ya he avanzado en la introducción, Emmanuel Bove no era un nombre que me dijese nada, es más, ni siquiera recordaba haberlo leído ni verlo impreso como autor de algún libro en concreto. Por ello cuando un día, buceando en las novedades de Hermida Editores, me topé con él por casualidad, la sorpresa y la curiosidad despertaron de un sueño demasiado largo. Reconozco que en un primero momento sentí cierto escepticismo, para luego ser arrastrada por un potente torrente, una sensación de la que os he hablado ya muchas veces y que muchos de los que nos dedicamos a este noble oficio experimentamos de vez en cuando. Llámenlo palpito, sensación o intuición; pero de lo que de verdad estaba segura era que Henri Durchemin y sus sombras era un libro en el que como lectora debía adentrarme. Sin embargo, y por caprichos del destino, decidí postergar el pedido y su lectura hasta después de las vacaciones de verano, pues los Cuentos Eróticos del Marqués de Sade me parecieron mejor lectura para acompañar las largas y calurosas tardes de descanso y meditación. Cuando éstas llegaron a su fin, y una vez publicada la reseña calenturrienta del divino marqués, pude solicitar un ejemplar del libro de Bove e iniciar su lectura en un momento en el que tenía muy vivo el recuerdo de grandes autores y de grandes historias. Para mi fortuna, Henri Duchemin y sus sombras logró estar a la altura de las expectativas, convirtiéndose en un pequeño tesoro literario del que se pueden decir muchas cosas.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaremos apuntando que nos hayamos ante un libro de relatos poco convencional, en el que las formas son lo de menos y en el que a priori encontramos como no existe una intención explícita y clara por parte del autor a la hora de agruparlos, de escoger cual es el primero y cual le sigue. Sin embargo, apreciamos como a pesar de todo entre los siete relatos si que existe un tema principal, el nexo de unión, el hilo conductor por el que discurre la narración sin que nada se vea alterado. Este eje no es otro que la premisa de que los protagonistas son auténticos prototipos de anti héroes contemporáneos, con todas las particularidades clásicas pero insertados en un momento y un contexto temporal que los acompaña perfectamente. Lo cierto es que, en lo que respecta al espacio, estamos ante uno de los grandes aciertos de este libro, el hecho de haber sabido aprovechar el entorno, no sólo como simple paisaje, también como gran condicionante en las acciones de los personajes. Con el realismo ya imperaba esta máxima, y en Henri Duchemin y sus sombras, apreciamos como Bove se acerca a esta premisa con un trato muy delicado y sutil, como tratando de hacer una especie de homenaje a un periodo muy importante de la literatura universal. Seguidamente, en este conjunto de relatos nos percatamos de un notable y muy personal estilo, marcado por una narración sosegada, pausada, la más adecuada para dejar florecer las diferentes reflexiones que plantean los relatos tales como el engaño, la infidelidad, la complejidad de las relaciones sociales o el autoengaño. Por otro lado, al introducir la tercera persona, Bove amplía más el campo de visión y permite al lector observar desde una panorámica privilegiada las aventuras y desventuras de los personajes. Finalmente, Bove enmarca todos estos relatos en un contexto en el que a pesar de que surgen nuevas preocupaciones por temas realmente novedosos a nivel social y de pensamiento, no debemos olvidar que el clima que los envuelve vuelve a ser cada vez menos permisivo y menos liberal. Se acercan malos tiempos para las ideas, y eso Bove, lo sabe reflejar muy bien.
Por último y antes de dar por finalizada la redacción de esta reseña, es conveniente detenernos en la principal reflexión que me ha dejado Henri Duchemin y sus sombras. A pesar de que algunos de los temas más importantes han sido nombrados a lo largo del escrito y que muchos optarían por ahondar en ellos, una servidora ha decidido decantarse por otro muy distinto, en apariencia nada que ver con dichos temas principales, pero que si lo piensas bien, puede llegar a resguardar bajo su capa a todos ellos. Hablo, como no podía ser de otra forma, de la figura del Antihéroe, muy poco tratado en este espacio de crítica y opinión y tan capital para la historia de la literatura. El Antihéroe, como todos muy bien sabéis, constituye un rasgo con el que un autor puede caracterizar a un personaje concreto. Alejados de los físicos y las cualidades idealizadas y perfectas de los caballeros medievales, los enamorados o los espadachines. Éstos carecen de todas esas características, incluso algunos pueden llegar a ser realmente el diablo en persona, pero de una forma u otra, logran hacer el mismo bien que cualquier caballero andante. Ejemplos hay a porrones, como Lázaro de Tormes, Fausto, el Quijote, Don Juan, Alex DeLarge o el mismísimo Homer Simpson entre otros. Sin embargo, y lejos de tales figuras mediáticas, hemos de ser conscientes de que existen auténticos héroes en todos los sectores de la sociedad, personas que luchan por seguir adelante, que ayudan a los demás, que realizan actos pequeños, pero nobles, en favor de un mejor mundo. Ninguno de ellos es perfecto, eso lo sabemos todos, pero no debemos olvidar que siempre están ahí, incluso en los ámbitos más lúgubres, terribles, oscuros y hostiles que nos podamos imaginar. Emmanuel Bove logra eso con su libro, es decir, ver grandeza en personajes pequeños y atrapados en su propia burbuja de la que irremediablemente pueden salir. E ahí la grandeza de lo cotidiano, lo normal, lo imperfecto. Henri Duchemin y sus sombras: una historia de reflexión, superación, engaño, falsedad, oscuridad, tristeza, depresión, luz, esperanza...Un libro de gran carga autobiográfica que no debemos dejar escapar.
Frases o párrafos favoritos:
"Sentía por él suficiente respeto y amistad como para tomarse la molestia de mentirle",
Película/Canción: a falta de una adaptación cinematográfica o televisiva, os adjunto la pieza que me ha acompañado durante la redacción de la reseña.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Hermida Editores
Su lectura me ha parecido: íntima, surrealista, pequeña, muy reflexiva, decadente, pesimista, triste, real como la vida misma...Antes de dar comienzo a esta reseña, debo plantear la siguiente e importante cuestión. Existen autores y autoras extraordinarios, llenos de personalidad, cuya calidad literaria es sobresaliente y que en muchos casos, sus vidas han sido igual o más emocionantes que los personajes que pueblan sus novelas. Sin embargo, muchos de ellos, por el motivo que fuese, no llegaron a nuestros días convertidos en auténticas estrellas literarias, inamovibles y sagradas figuras que reposan en el panteón de los grandes. No todos logran esa fortuna, algunos por querer emular a los que en su época eran dioses, otros por el contexto que les tocó por desgracia vivir y muchos por cuestiones políticas, sociales, religiosas, sexuales o por ser simplemente mujeres en tiempos de gran rechazo y dificultad. El autor del libro que hoy reseño y os presento, se podría insertar dentro de la categoría de "injusticia universal". Su condición de judío y su posterior exilio durante la Segunda Guerra Mundial truncaron una carrera que, antes de que todo aquello sucediese, era admirada por lectores y colegas de profesión. A su regreso, nada quedaba de aquello, el mundo había cambiado y no encontró su lugar en él. Menos mal que gracias a algunas editoriales humildes, pero grandes en su pasión por la literatura, rescataron del olvido textos de este singular autor. Y lo mejor, con traducciones al castellano incluidas. Todo ello para acercarnos libros como Henri Duchemin y sus sombras: el ejemplo de que, hasta en la más absoluta de las oscuridades, siempre hay lugar para los luchadores del día a día.
La historia de como Henri Duchemin y sus sombras llegó a mis manos fue casual y meditada al mismo tiempo. Como es normal, la mayoría de los que estáis leyendo estas lineas desconoce por completo el nombre de Emmanuel Bove, no os culpo por ello, pues yo tampoco sabía de su existencia. Como ya he avanzado en la introducción, Emmanuel Bove no era un nombre que me dijese nada, es más, ni siquiera recordaba haberlo leído ni verlo impreso como autor de algún libro en concreto. Por ello cuando un día, buceando en las novedades de Hermida Editores, me topé con él por casualidad, la sorpresa y la curiosidad despertaron de un sueño demasiado largo. Reconozco que en un primero momento sentí cierto escepticismo, para luego ser arrastrada por un potente torrente, una sensación de la que os he hablado ya muchas veces y que muchos de los que nos dedicamos a este noble oficio experimentamos de vez en cuando. Llámenlo palpito, sensación o intuición; pero de lo que de verdad estaba segura era que Henri Durchemin y sus sombras era un libro en el que como lectora debía adentrarme. Sin embargo, y por caprichos del destino, decidí postergar el pedido y su lectura hasta después de las vacaciones de verano, pues los Cuentos Eróticos del Marqués de Sade me parecieron mejor lectura para acompañar las largas y calurosas tardes de descanso y meditación. Cuando éstas llegaron a su fin, y una vez publicada la reseña calenturrienta del divino marqués, pude solicitar un ejemplar del libro de Bove e iniciar su lectura en un momento en el que tenía muy vivo el recuerdo de grandes autores y de grandes historias. Para mi fortuna, Henri Duchemin y sus sombras logró estar a la altura de las expectativas, convirtiéndose en un pequeño tesoro literario del que se pueden decir muchas cosas.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaremos apuntando que nos hayamos ante un libro de relatos poco convencional, en el que las formas son lo de menos y en el que a priori encontramos como no existe una intención explícita y clara por parte del autor a la hora de agruparlos, de escoger cual es el primero y cual le sigue. Sin embargo, apreciamos como a pesar de todo entre los siete relatos si que existe un tema principal, el nexo de unión, el hilo conductor por el que discurre la narración sin que nada se vea alterado. Este eje no es otro que la premisa de que los protagonistas son auténticos prototipos de anti héroes contemporáneos, con todas las particularidades clásicas pero insertados en un momento y un contexto temporal que los acompaña perfectamente. Lo cierto es que, en lo que respecta al espacio, estamos ante uno de los grandes aciertos de este libro, el hecho de haber sabido aprovechar el entorno, no sólo como simple paisaje, también como gran condicionante en las acciones de los personajes. Con el realismo ya imperaba esta máxima, y en Henri Duchemin y sus sombras, apreciamos como Bove se acerca a esta premisa con un trato muy delicado y sutil, como tratando de hacer una especie de homenaje a un periodo muy importante de la literatura universal. Seguidamente, en este conjunto de relatos nos percatamos de un notable y muy personal estilo, marcado por una narración sosegada, pausada, la más adecuada para dejar florecer las diferentes reflexiones que plantean los relatos tales como el engaño, la infidelidad, la complejidad de las relaciones sociales o el autoengaño. Por otro lado, al introducir la tercera persona, Bove amplía más el campo de visión y permite al lector observar desde una panorámica privilegiada las aventuras y desventuras de los personajes. Finalmente, Bove enmarca todos estos relatos en un contexto en el que a pesar de que surgen nuevas preocupaciones por temas realmente novedosos a nivel social y de pensamiento, no debemos olvidar que el clima que los envuelve vuelve a ser cada vez menos permisivo y menos liberal. Se acercan malos tiempos para las ideas, y eso Bove, lo sabe reflejar muy bien.
Por último y antes de dar por finalizada la redacción de esta reseña, es conveniente detenernos en la principal reflexión que me ha dejado Henri Duchemin y sus sombras. A pesar de que algunos de los temas más importantes han sido nombrados a lo largo del escrito y que muchos optarían por ahondar en ellos, una servidora ha decidido decantarse por otro muy distinto, en apariencia nada que ver con dichos temas principales, pero que si lo piensas bien, puede llegar a resguardar bajo su capa a todos ellos. Hablo, como no podía ser de otra forma, de la figura del Antihéroe, muy poco tratado en este espacio de crítica y opinión y tan capital para la historia de la literatura. El Antihéroe, como todos muy bien sabéis, constituye un rasgo con el que un autor puede caracterizar a un personaje concreto. Alejados de los físicos y las cualidades idealizadas y perfectas de los caballeros medievales, los enamorados o los espadachines. Éstos carecen de todas esas características, incluso algunos pueden llegar a ser realmente el diablo en persona, pero de una forma u otra, logran hacer el mismo bien que cualquier caballero andante. Ejemplos hay a porrones, como Lázaro de Tormes, Fausto, el Quijote, Don Juan, Alex DeLarge o el mismísimo Homer Simpson entre otros. Sin embargo, y lejos de tales figuras mediáticas, hemos de ser conscientes de que existen auténticos héroes en todos los sectores de la sociedad, personas que luchan por seguir adelante, que ayudan a los demás, que realizan actos pequeños, pero nobles, en favor de un mejor mundo. Ninguno de ellos es perfecto, eso lo sabemos todos, pero no debemos olvidar que siempre están ahí, incluso en los ámbitos más lúgubres, terribles, oscuros y hostiles que nos podamos imaginar. Emmanuel Bove logra eso con su libro, es decir, ver grandeza en personajes pequeños y atrapados en su propia burbuja de la que irremediablemente pueden salir. E ahí la grandeza de lo cotidiano, lo normal, lo imperfecto. Henri Duchemin y sus sombras: una historia de reflexión, superación, engaño, falsedad, oscuridad, tristeza, depresión, luz, esperanza...Un libro de gran carga autobiográfica que no debemos dejar escapar.
Frases o párrafos favoritos:
"Sentía por él suficiente respeto y amistad como para tomarse la molestia de mentirle",
Película/Canción: a falta de una adaptación cinematográfica o televisiva, os adjunto la pieza que me ha acompañado durante la redacción de la reseña.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Hermida Editores