LA FALSA AMANTE
Título: La falsa amante.
Autor: Honoré de Balzac (Tours 1799 - París 1850) fue uno de los principales representantes de la novela realista del siglo XIX. Trabajador infatigable (las cincuenta tazas de café que tomaba al día sin duda ayudaban), elaboró la obra monumental La comedia humana con un objetivo claro: describir la sociedad francesa de manera exhaustiva para "hacerle la competencia al registro civil". Durante un periodo de difíciles relaciones con Madame Hanska, Balzac escribió este alegato sobre la necesidad de una "falsa amante" para ocultar el amor verdadero.
Editoral: Ediciones Invisibles.
Idioma: francés.
Traductor: José Ramón Monreal.
Sinopsis: el matrimonio formado por Clémentine du Rouvre, una bella heredera parisina, y Adam Mitgislas, un noble tan feo como elegante, vive momentos de éxito y bienestar. Sin embargo, la buena administración del patrimonio conyugal se deben según descubre la esposa, al mejor amigo de su marido, Tadeusz Paz, un atractivo aristócrata polaco. El joven Tadeusz está enamorado secretamente de Clémentine, pero de ningún modo quisiera traicionar a su mejor amigo. Y como tampoco quiere herir los sentimientos de ella, decide inventarse una falsa amante para justificar su fingida indiferencia ante Clémentine.
Su lectura me ha parecido: breve, apasionada, romántica, irónica, culta, cómica, crítica respecto a la decadencia de los ambientes aristocráticos, con una prosa que fluye a gran velocidad... Señoras y señores, en la siempre tradicional introducción antes de adentrarnos de lleno en la reseña en cuestión, hoy vengo a hablaros de los libros de bolsillo. Efectivamente, los que adquirimos los lectores cuando nos vemos apurados de pasta y que consiguen salvarnos cuando la inquietud lectora asoma tras las estanterías. Su historia es cuanto menos curiosa. La necesidad de publicar libros de estas características - más baratos y destinados a la culturización de las masas - ya existía en la antigua Roma con la aparición de los llamados pugiliares en forma de códice y que podían perfectamente sujetarse con la mano. Tras la invención de la Imprenta en el año 1450 se lanzó la primera colección de libros en pequeño formato pensada para su uso durante largos viajes. La idea fue del italiano Aldo Manucio y fue determinante para que en el siglo XVII una familia de impresores holandeses, los Elzebir, produjesen la primera colección de clásicos de la literatura asequibles para el gran público. A partir del XVIII el libro de bolsillo se convirtió en un producto asociado a la burguesía, sobre todo en países como Francia e Inglaterra, transformando, no sólo las relaciones sociales, sino que provocó la irrevocable transición de la lectura litúrgica - en voz alta y dirigida a un gran número de personas que simplemente escuchaban - a la lectura individualista - en solitario y de carácter introspectivo -. Esto favoreció el surgimiento de los primeros clubs de lectura y a los ilustrados, quienes vieron en este invento la posibilidad de extender sus ideas más allá de las cuatro paredes del salón donde tenían lugar las tertulias literarias. Por aquel entonces se popularizaron las novelas didácticas y los folletines de temática amorosa. Ya en el siglo XIX nos encontramos con los primeros Best Sellers cuya popularidad no entiende de clases sociales. Ejemplo de ello serían los famosos Penny Dreadfuls (historias de baja calidad literaria, normalmente policíacas o de terror que se centraban en lo escabroso y sangriento) los cuales vivieron su particular edad de oro en la Inglaterra victoriana. Sin embargo, la idea de libro de bolsillo tal y como hoy la conocemos se materializó en 1935 con la editorial inglesa Penguin Books - germen de Penguin Random House - conjugando calidad literaria con económicos precios. Pronto la editorial estadounidense Suscher sacó su particular packet book destinado a satisfacer las apetencias lectoras de sus soldados en el frente durante la Segunda Guerra Mundial. En España no fue hasta 1939 cuando la editorial Espasa Calpe lanzó su primera colección de bolsillo bajo el nombre de "Colección Austral" - la cual se mantiene hasta nuestros días -. A estas alturas os estaréis preguntando qué hago hablándoos de los libros de bolsillo así tan arbitrariamente. La respuesta la encontraréis en la novela que hoy reseño - un clásico sin parangón - y en su formato tan asequible y tan pequeño que cabe, y nunca mejor dicho, hasta en el bolsillo del pantalón. Cortesía de Ediciones Invisibles y de su apuesta por sus "Pequeños placeres" que han llegado para quedarse. La falsa amante: una comedia de enredo francesa, polaca y con toques autobiográficos.
Antes de ahondar y meternos de lleno en el cuento de Balzac, merece la pena ponernos un poco en contexto, y en concreto destinar unas pocas líneas a hablar de La Comedia Humana, ya que La falsa amante no se entiende sin el enorme proyecto literario que a su autor le tuvo tan ocupado. Ante la cantidad de deudas y problemas económicos que arrastraba, Honoré de Balzac - el gran maestro de las letras francesas - se comprometió ante sus editores a escribir un total de 137 novelas. De las cuales, solo pudo escribir 85 debido a su inesperada muerte en el año 1850. Afortunadamente, antes de su pronto fallecimiento, al autor le dio tiempo a ordenar, revisar y glosar algunos textos inacabados. Este ingente volumen de historias serían el germen de La Comedia Humana, las cuales comprendían en cronología desde la caída del Imperio Napoleónico (1814) con la correspondiente restauración de los Borbones a la llamada Monarquía de Julio (1830-1848) y la llegada de la dinastía Orleans. La finalidad del autor, además de plasmar una panorámica histórica digna de admiración, era elaborar un pormenorizado estudio de la sociedad francesa de su tiempo, desde los grandes acontecimientos hasta la vida de los más humildes, pasando por mil y un detalles sociales, políticos, económicos, culturales y hasta culinarios. Convirtiéndose de ese modo en un observador de la vida cuyos escritos, gracias a su estilo extremadamente realista, son clave no sólo para la investigación histórica del periodo que nos ocupa, sino que también supone un acercamiento inaudito hasta entonces desde el plano literario a la condición humana de principios y mediados del siglo XIX. En La Comedia Humana Balzac no distinguía de clases sociales: campesinos, aristócratas, burgueses, comerciantes, prostitutas, panaderos, floristas, médicos, abogados, maestros... Ya fueran más o menos ricos, más o menos estirados, más o menos atractivos. Todo el mundo era sujeto de interés y de creación literaria a sus ojos naturalistas. Ante la enorme cantidad de escritos, el propio Balzac no dudó en clasificarlos en tres categorías: Estudios morales, Estudios filosóficos y Estudios analíticos. Más que nada para hacer más accesibles sus textos a quienes quisieran ahondar en ellos. En el caso de La falsa amante, que vio la luz en 1841 en un periódico, pertenece a los Estudios morales - incluyéndose posteriormente y tras la muerte del autor, a su vez en una subcategoría titulada "Estudios de la vida privada" - siendo asignada el número 13 en la clasificación general de La Comedia Humana. También es importante señalar la muy posible carga autobiográfica que posee este pequeño texto, ya que como se desvela en su sinopsis, parece que Balzac lo escribió en un momento de grandes desavenencias con Madame Hanska, su amante y futura esposa. De nuevo, biografía y literatura al servicio de un lector que debe o bien asumir dicha historia o bien otorgarle un aura de leyenda al rededor de la figura de Balzac. Aunque os confieso que la disfrutaréis más si pensáis que dichas disputas amatorias fueron reales, sobre todo si os gusta el salseo tanto como a mi.
Ambientada durante los años treinta del siglo XIX, con el telón de la Monarquía de Julio y con el regreso de los exiliados polacos a la capital francesa, La falsa amante cuenta en muy pocas páginas un triangulo amoroso de manual. El compuesto por el conde Adam Mitgislas - un joven feo perteneciente a una dinastía de rancio abolengo y muy aficionado al juego - Clémentine Rouvre - rica heredera y esposa de Adam - y Tadeusz Paz - el administrador del conde enamorado en secreto de Clémentine -. La trama arranca tarde, aunque es delicioso apreciar el detallismo con el que Balzac describe la decadencia de los salones aristocráticos parisinos, tanto que en ocasiones conseguía acariciar con la punta de los dedos el arcaico mobiliario de aquellos lugares o escuchar avivados debates entorno a la política y la economía francesa. No es hasta el regreso de Adam y Cleméntine del fastuoso viaje de novios - para eso vienen de familias de bien - cuando la historia cobra interés al hacer acto de presencia Tadeusz. Justo la pieza que faltaba para que el cuento no se cayese con todo el equipo en tan pocas páginas leídas. Tadeusz, y sus sentimientos ocultos hacia la joven condesa, no olvidemos, esposa de su amigo y principal cliente al que ha sacado de más de un apuro económico y cuya presencia había sido ocultada deliberadamente a Clémentine por parte de Adam, será la chispa que prenda la narración. Una llama que se avivará en el momento en el que Tadeusz finja tener una amante para jugar con los sentimientos de Clémentine a la vez que no levantar sospechas en el juerguista Adam. Haciéndola más interesante, amena y en ocasiones adictiva. Me sorprende usar la palabra "amena" asociada a Balzac, ya que en general Balzac era de todo menos ameno. Bien lo demuestran sus novelas más extensas, algo que por el contrario no sucede en sus obras más cortas. De hecho, personalmente me gusta más el Balzac breve, ya que en ellas parece crecer en ingenio y en la fina ironía que lo caracteriza. Su pluma culta, sublime se eleva hasta alcanzar un lenguaje digno de admirar y del que todas y todos deberíamos aprender, aunque sea para imaginarnos llegar algún día a estar a su altura literariamente hablando, algo a todas luces imposible. Con todo esto, lo que podría haber sido un folletín excesivamente azucarado en manos de un escritor mediocre, Balzac lo eleva a una categoría superior, donde la universalidad del amor es el eje central y en el que, más allá de ser una divertida comedia de enredo - con un exquisito toque glamouroso - de ella se desprenden críticas a los comportamientos de una aristocracia en horas bajas, la decadencia de los valores revolucionarios o la cultura del chismorreo que no distingue ni de personas ni de clases sociales. Por no hablar de sus constantes referencias a la Divina Comedia de Dante Alighieri, del que el propio Balzac era un grandísimo admirador, que riegan de principio a fin la novela. No es sin duda la mejor novela que he leído de él, pero sí una de las que más he disfrutado, sobre todo antes de que el mundo se paralizase a nuestro al rededor de la noche a la mañana. A partir de ahí, pocas veces me atreví con una novela de amor, no quería que sus personajes me recordasen lo mucho que echaba de menos a mi pareja. Hoy vuelvo a ellos, con cautela, sin hacerme muchas ilusiones, sin creérmelos demasiado, pero el hormigueo y el calor en el estómago asoman desde el umbral, esperando que les deje pasar con todas las precauciones del mundo.
La falsa amante: una historia de amor, pasión, sentimientos ocultos, mentiras para aparentar, salones parisinos, música clásica, poderío... Una novela que convierte lo típico en algo más profundo e intelectual.
Frases o párrafos favoritos:
"El enamorado de Clémentine se encontraba como en el fondo de uno de los abismos descritos por Aliguieri."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Ediciones Invisibles