Título: El Umbral de la Eternidad.
Autor: Ken Follett (Cadiff 1949, Reino Unido). Tras estudiar filosofía en la University College de Londres, trabajó como periodista en el South Wales Echo y en el Evening News. En 1978, con a penas veintisiete años, publicó su primera novela, El ojo de la aguja, que obtuvo gran éxito de inmediato y fue adaptada al cine. Tras este éxito editorial, comenzó a publicar novelas de género policíaco como La clave está en Rebeca o Triple, consolidándolo como escritor de éxito. Pero el verdadero reconocimiento no llegó hasta la publicación en 1989 con la publicación de su novela más famosa Los Pilares de la Tierra, una novela ambientada en la Edad Media que le valió estar entre los libros más leídos durante varios años. Follett también es el autor de Un mundo sin Fin, continuación de Los Pilares de la Tierra y de La Caída de los Gigantes y El Invierno del Mundo y El Umbral de la Eternidad, las cuales, que componen la primera, segunda y tercera parte de la trilogía The Century,. Actualmente se encuentra inmerso en el trabajo de redacción y documentación de una novela ambientada en el siglo XVI, trabajo que le ha traído a algunas ciudades del sur de España el pasado otoño.
Editorial: Plaza Janés.
Idioma: inglés.
Traductor: ANUVELA.
Sinopsis: después de La Caída de los Gigantes y El Invierno del Mundo llega el final de la gran historia de las cinco familias cuyas vidas se han entrelazado a través del siglo XX. La familia estadounidense, la alemana, la rusa, la inglesa y la galesa participan en los acontecimientos sociales y políticos que marcaron las agitadas décadas de los sesenta a los noventa, y son testigos de ellos. Desde el sur de los Estados Unidos hasta la remota Siberia, desde la isla de Cuba hasta el vibrante Londres de los años sesenta. El Umbral de la Eternidad es la historia de aquellas personas que lucharon por la libertad individual en medio del conflicto titánico entre los dos países más poderosos jamás conocidos.
Su lectura me ha parecido: sencillamente impresionante, abrumadora, extensa, completa, ambiciosa, maravillosa, ágil, interesante, muy buena....Sin embargo nada, absolutamente nada, es definitorio. Puede que esta novela, desde mi punto de vista, que siempre es sincero, me haya encantado, y puede que por ello, pueda en un futuro recomendar su lectura a todo aquel amante de la novela histórica y de los conflictos internacionales de finales de siglo XX. No obstante, soy consciente, como cualquier lector que tenga un mínimo de apreciación literaria, que nada es mejor que nada, es decir, que ninguna novela es definitoria. Hay clásicos, lo se, a los que debemos acudir siempre y a los que también debe recurrir todo escritor que se precie, y son inmortales, lo se, no obstante, el mundo de la cultura debería, bajo mi punto de vista mirar un poco más hacia el futuro y no recrearse tanto en esas obras que, definitorias o no, siempre va a estar ahí. Yo siempre digo que lo mejor esta por llegar siempre, en cualquier ambiente de la vida, y yo no soy de las que menosprecia a los clásicos, pero, sin embargo, cuesta plantearse en los ámbitos intelectuales literarios la posibilidad de que en un futuro, alguien, consiga superar a Shakespeare, a Orwell o incluso a Miguel de Cervantes, ahora que esta tan de moda. Con todo esto quiero plantearos que, aunque Ken Follett sea actualmente, el gran representante de la novela Histórica, ninguna de sus obras son definitorias, tal y como la televisión nos muestra. No obstante, he de reconocer, que el trabajo que lleva detrás la redacción de la novela que hoy reseñamos, es importante y merece ser reconocido. Con todos ustedes: El Umbral de la Eternidad, la historia que pone fin a una de las sagas más ambiciosas de la actualidad literaria.
La historia de como este libro ocupó un lugar privilegiado en mi estantería, tiene un origen bastante interesante. Me enteré de la publicación del Umbral de la Eternidad por la televisión, no obstante, yo ya seguía en la página oficial del autor en Facebook los últimos avances en cuanto a la publicación de este libro en otros países. Todo esto hacía que mis ganas por leer aquella conclusión de la trilogía The Century fuesen cada vez más incontrolables. Pronto llegó la navidad, y muy previsiblemente, mi pareja me regaló el libro. Recuerdo que yo le hice sufrir lo indecible, pues, no quería que supiese cual iba a ser el regalo que yo guardaba cuidadosamente y que pronto iba a tener entre sus manos. El intercambio de presentes tuvo lugar en una cafetería en el centro de la ciudad, y recuerdo que fue una tarde fría, oscura, pero maravillosa en todos los sentidos. También me acuerdo de lo que pesaba aquel libro y de las molestias que tuve en el hombro al llegar a casa, pues, me había pasado toda la tarde con el mazacote de libro metido en el bolso. Su lectura la inicié a los pocos días y la verdad, me quedé con muchas ganas de saber más, lo cual, siempre es un excelente síntoma y una buena forma de decir que el libro te ha gustado mucho.
Centrandonos en este párrafo en hablar un poco de lo que me ha parecido, en primer lugar tengo que felicitar de nuevo, y ya son varias, a Ken Follett porque hay que reconocerle un mérito enorme, el de que una lectura que llega a las 1147 llegue a enganchar tanto. Normalmente, cuando te enfrentas a un libro de esas características la primera reacción es la de desechar la lectura inmediatamente o tildarla de prejuicios infundados. Yo reconozco que tuve mis reservas con el primer libro que me leí de este autor, que fue Los Pilares de la Tierra, no obstante, descubres que no es para tanto y que incluso, puede llegar a engancharte y a gustarte. En segundo lugar, llevándome un poco esta segunda opinión al terreno de una historiadora en potencia, considero que el libro no esta mal desde el punto de vista metodológico, eso si, para hacerlo más completo, yo hubiese incluido a una familia francesa, a una española y a una italiana. De echo, sigo preguntándome a día de hoy porque Follett no creó una familia francesa para sus novelas, pues la presencia de Francia es fundamental en la historia del siglo XX, y es incomprensible a la par que sorprendente esta ausencia tan enorme. Bueno, supongo que dicha decisión residirá en o bien no se me ha ocurrido, lo cual me extraña, o bien "si incluye a una familia francesa supone más páginas, por tanto, menos posibilidades de vender el libro", opción por la que más se inclina aquí una servidora. Seguidamente y en tercer lugar, tengo que reconocer que han habido en esta entrega familias bastante flojas, en mi opinión, las que están dentro de esta línea son la rusa y la americana. Por otro lado, me ha encantado la familia alemana, pues, el autor ha mostrado con gran olfato esa angustia del muro y lo que ello supone, no solo para esta familia, sino para Europa. Por último, me gustaría destacar que Ken Follett ha incluido un aspecto de esta época que a mi particularmente me encanta como es el movimiento Hippie y el mundo de la música de aquellos años, que, esa si, es irrepetible.
Para finalizar la redacción de esta reseña, me gustaría centrar la reflexión final en un aspecto que, pensándolo estos días, entre petardos y ríos de gente inundando la ciudad, debemos reflexionar y debatir detenidamente. Como ya he explicado en el segundo párrafo de la reseña, yo me enteré de la publicación de El Umbral de la Eternidad a partir de unas imágenes que vi en la televisión de su presentación en Madrid. Al contemplarlas, en lugar de sentir admiración y entusiasmo, lo que sentí fue estupefacción y vergüenza ajena ante tanta teatralidad y ostentación. Actualmente, muchos escritores que se lo pueden permitir, como es el caso de nuestro amigo Follett, llevan consigo una parafernaria monumental que si, puede que eso sea bonito, pero, ¿es necesario romper una roca con un martillo y que de ella salga el apreciado libro? A mi, sinceramente, me parece que no. Yo pienso que toda esa ostentación reside y se hace además, por puro marketing y por puro negocio. Como ya he repetido en miles de ocasiones, las todopoderosas editoriales de turno, tratan de vendernos cualquier libro, por muy malo que sea, y para ello, el factor ocular es esencial. Si una portada o una presentación espectacular entra por los ojos del lector, entonces el negocio esta asegurado, y puedes meterte fácilmente a los lectores en el bolsillo. Yo a este tipo de literatura le llamo "literatura espectáculo", es decir, todos aquellos libros que llegan al lector no sólo. Todo esto, desgraciadamente, contribuye a que libros, cuya lectura deja mucho que desear, ocupen y acaparen los escaparates de las librerías más importantes y que, como resultado, miles de lectores acaben adquiriendolo a veces a precio de oro. Este no es el caso de El Umbral de la Eternidad, ni mucho menos, sin embargo, un compañero de facultad, hará lo menos dos años, me confesó que quería ser escritor por él, que los libros de Ken Follett le habían ayudado a forjar ese sueño. Yo no niego que Ken Follett no sea un buen escritor, no obstante, me aventuro a decir que esa meta no ha sido influenciada por la literatura de Follett, sino por toda esa aura de espectáculo que lleva detrás, la cual, parece embobar y cautivar al lector de la calle. El Umbral de la Eternidad: una historia de amor, lucha, progreso, derechos, ambiciones, poder, política, música, transgresión...La plataforma perfecta para futuras novelas ambientadas en esta apasionante etapa de nuestra historia más reciente.
Frases o párrafos favoritos:
"Aquí estamos - dijo Carla contemplando sonriente el círculo que formaba su familia, sonriente y feliz -. Otra vez juntos, por fin. Después de todo este tiempo. - Hizo una pausa y volvió a decirlo -: Después de todo este tiempo."
Película/ Canción: mientras los incipientes rumores de una posible adaptación de la trilogía The Century, que esperamos que sean ciertos, se siguen produciendo, desde Jimena de la Almena, me gustaría concluir con una canción muy especial de uno de los grupos más representativos de las últimas décadas del siglo XX:
¡Un saludo y a seguir haciendo Historia!