Sinopsis: la peregrinación al santuario de Canterbury para visitar la tumba de Santo Tomás Beckett es el marco en el que se desarrolla esta colección de cuentos, obra incompleta, cuyo manuscrito definitivo no se conserva, aunque provablemente nunca existió. Sus personajes son peregrinos que representan a las distintas categorías sociales. Junto con una sutil ironía, mezcla de sátira y humor, aparecen interesantes aseveraciones astronómicas, médicas y de alquimia que han sido estudiadas por especialistas en estas materias.
Su lectura me ha parecido: enriquecedora, total, abrumadora, extraordinariamente densa, muy interesante, divertida, reveladora, perspicaz, inteligente, didáctica...Los cuentos han formado y siguen formando parte de nuestra vida, extraordinaria o cotidiana, pero lo son. ¿Qué niño o niña no ha disfrutado escuchando, por boca de sus padres o abuelos,
La Cenicienta,
Caperucita Roja,
Jack y las Habichuelas Mágicas, Los Músicos de Bremen o
El Patito Feo entre otros? ¿Qué adolescente, y no tan adolescente, en algún momento de su existencia, no ha sentido la tentación de acercarse a esas historias de terror que le fueron prohibidas de niño? ¿Qué ser humano, por mucho que a veces intente negarlo, agradece en el fondo escuchar, por medio de la voz de la experiencia, pequeñas narraciones, reales o no, pero que reconfortan y enriquecen a quién las escucha? Queridos lectores y lectoras, por primera vez en Jimena de la Almena me hallo ante uno de los retos críticos más importantes, pues, reseñamos un libro muy especial, perteneciente a una tradición narrativa muy antigua y que actualmente, para nuestra fortuna, se está comenzando a ponerse de moda de nuevo, con aires más renovados eso si, pero manteniendo el espíritu didáctico que lo caracteriza desde antaño. Hablamos por supuesto, de una colección de cuentos, escrita en un contexto histórico fascinante a nivel literario como es la Edad Media, allá por el año 1386. Lectores, lectoras, tengo el honor de presentaros la reseña de
Los Cuentos de Canterbury: el sorprendente retrato de una época única.
La historia de como este libro acabó llegando a mis manos es realmente larga, por eso, trataré de resumirla lo mejor que pueda, aunque para ser justos, debería empezar por el principio, por el verdadero principio. La primera vez que una servidora escuchó hablar de
Los Cuentos de Canterbury fue durante aquel agobiante año 2011, mientras estudiaba Segundo de Bachillerato, concretamente durante una de las apasionantes clases de Literatura Universal, las cuales, siempre recuerdo con gran estima. El caso es que la profesora, en el tema en el que abordábamos la lectura y comprensión de La Divina Comedia, nos habló de dos grandes libros de cuentos medievales: uno era
El Decamerón de Boccacio y el otro era
Los Cuentos de Canterbury de Chaucer. Después de hablar un poco de ellos en clase, y tras leer uno de los cuentos del
Decamerón, sonó la campana del recreo y todos salimos al patio, la mayoría con la intención de desconectar un poco, sin embargo, lo que nadie sabía es que, aquella sesión tan productiva había despertado en mi una insana curiosidad hacia ambos libros. Años más tarde, ya en la Universidad, una tarde de Marzo, me hallaba junto a mi pareja paseando entre las casetas de la tradicional Feria del Libro Antiguo y de Ocasión que todos los años se celebra en mi ciudad. Y mientras paseaba mi mirada y mis dedos entre ganga y ganga, mi pareja me tocó del hombro, yo me giré, y cual fue la sorpresa que entre sus manos tenía
Los Cuentos de Canterbury, en una edición un poco vieja y con las hojas amarillentas por el paso del tiempo, pero ahí estaba. Una servidora no pudo evitar sonreír de alegría y acto seguido, adquirirlo por a un módico precio. Tardé un tiempo en atreverme con su lectura, y aunque sabía que no sería una lectura fácil y que me llevaría su tiempo leérmelo, el resultado final no pudo ser más positivo.
Antes de iniciar la crítica del libro, me gustaría aclarar que tratándose de
Los Cuentos de Canterbury, abordaré la reseña de una manera más general y no tan especifica, es decir, más amena y no yendo cuento por cuento. Se que a lo mejor no es la mejor forma, y la que probablemente no le haga justicia al libro, sin embargo, creo que una visión general os ayudará, lectores y lectoras, a apreciar este libro de cuentos en su conjunto. Una vez aclarada la forma expositiva, lo primero que me gustaría decir es que
Los Cuentos de Canterbury presenta una lectura muy densa, de las más densas que he leído, y esto es porque como es obvio, presenta una construcción estilística y lingüística medieval, lo cual, no debe causar impedimento alguno, pues, os aseguro que una vez te familiarizas con las palabras y la época, la lectura se vuelve poco a poco más amena. Por otro lado, la construcción de la novela me parece bastante interesante, pues, al principio de cada cuento, nos encontramos con un pequeño prólogo introductorio que nos prevé o nos avisa de quién será el siguiente en narrarnos el próximo cuento. Esto me lleva a pensar que este libro, no sólo fue escrito para el disfrute de los sectores más pudientes de la sociedad, sino que al presentar ese carácter de "guía" o de "ayuda" al lector, podría estar también dirigido hacia un público más popular. De hecho, en este libro, se encuentran representados todo un abanico de personajes que representan la sociedad del momento: desde el caballero más rico hasta el campesino más humilde, pasando por representantes del sector eclesiástico, del servicio y del ámbito de la burguesía medieval. Lo cual, no deja de ser un aliciente importante para usar este libro como documento histórico en futuras investigaciones. Por último, me gustaría señalar que una de los aspectos que más me ha gustado de
Los Cuentos de Canterbury ha sido el toparme con un libro, a parte de moralizante, didáctico y variado (algo que ya se presuponía), erótico en cierto sentido. Si lectores y lectoras, he dicho erótico, y es que a pesar de que la Iglesia estaba muy presente en la vida de la sociedad del medievo, lo cierto es que La Edad Media resultó ser una de las épocas en las que el erotismo estuvo presente, no sólo en las relaciones amorosas, también en el ámbito de la cultura, primero a través de los poemas que recitaban los trovadores y después mediante las leyendas populares, como el
Cuento del Molinero, recogidas en libros como
Los Cuentos de Canterbury. Muchos son los que creen que la Edad Media es una etapa oscura en todos los aspectos, sin embargo, eso no fue del todo así, pues sin los acontecimientos, avances y la gente que vivió durante el medievo, nunca se podría haber llegado a ese esplendoroso Renacimiento del que todos estamos tan orgullosos, y libros como éste,
Los Cuentos de Canterbury lo demuestran.
Mientras escribía estas últimas líneas, las cuales siempre suelo utilizar para plasmar las reflexiones que la lectura, en este caso, de
Los Cuentos de Canterbury me ha suscitado, no paraba de pensar en la infinidad de temas sujetos a debate que este libro regala al lector, ni os lo imagináis. Sin embargo, una servidora ha decidido finalizar esta reseña de la mejor forma posible, la cual, creo que en este sentido si que le hace justicia al libro que hoy os he presentado. Retomando el hilo de lo que exponía al principio de la reseña, cuando os hablaba de que los cuentos forman parte de nuestra cultura y de nuestra vida, considero, también, que igual de importante es la forma en la que se narran estas historias que tan hondo calan en nuestra memoria colectiva, la cual, durante generaciones y generaciones ha resultado ser oral. La cultura oral, queridos lectores y lectoras ha sido la transmisora, desde tiempos ancestrales, no sólo de cuentos o historias, sino también de consejos, refranes, chistes, canciones populares, acertijos, juegos, tradiciones....E incluso de recetas de cocina. Por ello, y para asimilar todo ese saber compartido, es importante escuchar, si, escuchar, algo que actualmente parece que no está muy a la orden del día, pues, raro es el adolescente que, por ejemplo, mientras su abuelo está narrando alguna anécdota curiosa o trascendente de su juventud, le esté prestando atención dejando de lado el último vídeo de YouTube o la última conversación del grupo de WhatsApp. Hoy en día, el escuchar y el hablar parece que no se lleva, y todos vivimos pegados a una pantalla, a través de la cual, nuestra voz, nuestra preciosa y valiosa voz, se traduce en letras y nuestros sentimientos en simples y vacíos emoticonos. Por eso, desde aquí, llamo al orden a cuarto generaciones, a la mía, a la de de la gente más mayor que ha acabado sucumbiendo al poder de la tecnología, a la de esos niños y niñas que no deberían tener el mundo en la palma de su mano y a las generaciones que están por venir, que por favor, desvíen la mirada, apártenla de la luminosa pantalla, levanten la cabeza, y que observen su alrededor, que disfruten del paisaje, de la hermosa mirada del que tienen enfrente, de las obras de arte, de una sonrisa, de un gesto, de transmitir experiencias, de una ocurrencia, de una disertación de, que se yo, sobre el cambio climático....En definitiva, de una agradable conversación, sólo así, evitaremos que tanto saber acabe perdiéndose para siempre.
Los Cuentos de Canterbury, un compendio de cuentos que narran historias de amor, celos, sexo, herejía, pecado, religión, ambición, dinero, nobleza, valentía, humor...Un libro que desmonta estereotipos y arroja al curioso lector más luz y saber que oscuridad e incultura.
Párrafos o frases favoritas:
"Si eres pobre, tu hermano te odia. Tus amigos se escabullen. ¡Que desgracia! ¡Oh ricos mercaderes! ¡Llenos de riquezas! ¡Nobles y prudentes gentes! ¡Sois afortunados! Vuestras bolsas no están repletas de dobles ases, sino con un cinco-seis que os convierte en ganadores. La navidad os dará pretexto para bailar."
Película/Canción: Los Cuentos de Canterbury ha servido de inspiración para algunas producciones cinematográficas y teatrales. En el terreno de la escena, la Royal Shakespeare Company presentó una adaptación de la mano de Mike Poulton y en el terreno de la gran pantalla por un lado, la archiconocida película
Destino de Caballero incluye al personaje de Chaucer (interpretado por el actor Paul Bettany) y toma nombre de uno de los cuentos del afamado libro, y por otro lado, encontramos la importante adaptación del año 1972 de la mano del gran director italiano Pier Paolo Pasolini, del cual casualmente, esta semana se cumplen 40 años de su asesinato.