CABARET BIARRITZ
Título: Cabaret Biarritz.
Autor: José C. Vales (Zamora 1965) se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de Slamanca y posteriormente se especializó en filosofía y estética de la literatura romántica en Madrid. Su actividad profesional ha estado siempre vinculada al mundo editorial, como redactor, editor y traductor para distintos sellos. Entre sus trabajos de traducción y edición cabe destacar la edición renovada de los Cuentos de Navidad de Charles Dikens (Espasa 2011), Orgullo y Prejuicio, de Jane Austen (Austral 2013), y la publicación de Frankenstein de Mary Wollstonecraft y Percy Bysbe Shelley (Espasa 2009). En 2013 publicó su primera novela, El Pensionado de Neuwelke.
Editorial: Destino.
Idioma: castellano.
Sinopsis: Georges Miet escribe por encargo historias populares para la editorial francesa La Fortune, hasta que un día su editor le pide una novela "seria" acerca de los trágicos hechos que habían conmocionado quince años antes la vibrante Biarritz de 1925, durante la temporada estival. Tras una terrible galerna el cadáver de una joven de la localidad aparece sujeto a una argolla en el muelle. Georges Miet se traslada allí y entrevista a una treintena de personas de distintos estratos sociales que de manera más o menos directa estuvieron relacionadas con la joven. A través de los relatos de todos ellos Miet descubre que la policía y el juez quisieron quitarse el caso de encima y que los hechos fueron desvelados gracias a la investigación que llevaron entonces a cabo el periodista Paul Villequeau y el fotógrafo Galet, a la que se unió la magnética y bellísima Beatrix Ross, amor de la adolescencia de Villequeau.
Su lectura me pareció: original, extravagante, pesada, repetitiva, aburrida, demasiado condensada, breve... ¿Habéis experimentado alguna vez, queridos lectores y lectoras, pero sobretodo me refiero a todo aquel que se dedique a esta ardua y bella labor crítica, esa sensación de "quiero pero no puedo"? Me explico. Hay ocasiones en las que una o uno se siente con ganas de todo, en los que aprecia como la cabeza le hierve de creatividad y de ideas y en los que cuentas las horas que faltan para plantarte cara al ordenador y vomitar toda una señora crítica de lo que te ha parecido o lo que has experimentado con la lectura de X libro. Sin embargo, cuando llega el momento y abres esa ansiada entrada, resulta que todas esas ideas y todo ese trabajo mental previo se esfuma, como por arte de magia. A veces, sucede porque el libro que has escogido para reseñar es importante, tan importante que la responsabilidad es poderosa y temes hacerlo mal, por lo que hay que meditar muy bien la redacción de la reseña correspondiente. Pero en otras ocasiones, la novela en cuestión es una de esas que vas posponiendo y que en cierto modo, no encuentras palabras para referirte a ella, pues tu experiencia con dicha lectura ha sido tan sumamente vertiginosa, por no decir decepcionante. Hoy, lectores y lectoras, la reseña que os plasmo y expongo aquí ahora mismo va un poco de eso, de como las altas expectativas acaban irremediablemente frustradas, dejando completamente en blanco al pobre lector. Bueno, sin enrrollarme más os presento a Cabaret Biarritz: una buena idea que sucumbe al peso de las presiones.
La historia de como llegó Cabaret Biarritz a mis manos, tiene un comienzo muy común. Como todo el mundo sabe, y si no os lo explico, Cabaret Biarritz fue la novela sensación de la pasada temporada literaria y editorial, de hecho, este libro resultó ser la merecedora del prestigioso Premio Nadal de novela. Por todo ello, no es de extrañar que durante aquel año, y de seguro muchos amantes de los libros recordarán, éste estuvo presente en los miles y miles de escaparates, desde las grandes superficies hasta la pequeña y humilde tienda de barrio, en todos ellos, se podía encontrar, y en un lugar muy destacado a Cabaret Biarritz. Además, al igual que he comentado en otras ocasiones, debo felicitar el trabajo de quien quiera que sea el que se le ocurrió el diseño de su portada. La verdad, hay que reconocer que esa adecuada paleta de colores, al igual que la estética "cabaretera", entran por los ojos, convirtiéndose en venta segura en cualquier establecimiento, de hecho, eso fue lo que me pasó, sólo que a mi me salió gratis. Cabaret Biarritz no llegó a mi casa por medio de una compra, ni por un sorteo, ni tan siquiera por un regalo, sino por un préstamo en la biblioteca de mi barrio. Quedé en su momento tan atraída por el estilo de la portada y sabiendo de antes de que libro se trataba, no lo dudé ni un segundo y acabé llevándome el libro a casa. No obstante, esa maravillosa lectura que creía que iba a disfrutar se tornó en todo lo contrario a medida que pasaban los días y con ellos, las páginas y páginas de Cabaret Biarritz.
En lo que respecta a la critica, en primer lugar empezaremos por lo positivo de la novela, pues, aunque su lectura no me acabase de agradar al fin y al cabo, su estructura y la forma en la que se presenta la novela es formidable, por no decir innovadora, de hecho, es la primera vez que leo un libro de estas características. Cabaret Biarritz presenta una estructura que gira entorno a un hecho, el asesinato de la joven, el protagonista Georges Miet y a toda esa amalgama de testimonios a los que el periodista da voz y papel. Pero lo realmente interesante de este libro ya no reside en la trama, la cual puede recordarnos a otros autores y logra evocar el Biarritz de los años 20, sino que es un zig zag, que va de testimonio en testimonio, de testigo en testigo. Cada capítulo es un testimonio, una historia, unos recuerdos, una versión de los hechos al fin y al cabo, y que juega además un carácter regresivo, pues el autor se permite el lujo de retornar a veces a ciertos testigos que ya declararon en un capítulo anterior. En definitiva, no es una novela convencional en ese sentido, es más, da la sensación de que es el propio lector el que está llevando a cabo la investigación, el que ejecuta las preguntas pertinentes y el que decide continuar con la búsqueda de testigos. Sin embargo, de la virtud nace el mayor problema de esta novela. Ese estilo basado en confesiones, de idas y retornos en la narración y en la obsesiva recreación en cada uno de ellos, provocan que la acción decaiga, que el lector se disperse y que la novela se vuelva cada vez más pesada y aburrida en cierto sentido. Algo que ni siquiera las escenas cómicas y los personajes carismáticos no logran salvar. Finalmente, hay que señalar lo evidente, que Cabaret Biarritz, si no hubiese estado sujeta al corsé de "quiero presentarme al Nadal, estas son las normas, me ajusto a ellas", probablemente hubiese logrado pulir mejor ese tremendo fallo que hace que la novela se te venga abajo por momentos. Se que Vales es un buen escritor, lo ha demostrado y no dudo que pronto nos escribirá más de una novela, no obstante, en Cabaret Biarritz pierde una gran oportunidad que hacer algo realmente revolucionario.
Centrándonos en este último párrafo en plantear las reflexiones y los debates pertinentes, tengo que confesaros que me siento en la necesidad de retomar un tema del que se ha hablado mucho y que incluso hemos tratado en este espacio en más de una ocasión. Pensaréis algunos que soy una pesada o que me repito, no obstante, si he decidido escoger este tema de nuevo, será por algo, ¿será porque aún seguimos igual, o peor que hace unos años? En resumidas cuentas, hoy vuelvo a hablaros del sensacionalismo, si amigos y amigas, de eso que sale día si día también en la televisión, sobretodo en ciertas cadenas, y de eso que tristemente se está implantando en la forma de contar la verdad, e incluso en nuestra forma de ser. Hace unos días, tuve la oportunidad de acudir a una conferencia en la que se abordaba la presencia de la ética en los medios de comunicación, en ella, dos periodistas de dos conocidos medios de mi ciudad se les llenaba la boca hablando de que la ética siempre está presente, incluso en los consejos de administración, no obstante, pronto comprobamos que es una verdad a medias, no hay más que ojear la portada de cualquier periódico, que en ella encontraremos seguramente, algún suceso-asunto turbio que merece un titular en portada, y si viene acompañado de una fotografía mejor que mejor. De esto la televisión no se libra, ni mucho menos, es más, lo que hace es que nazca en cada espectador una inquietud, que luego, las redes sociales convierten en morbo. En Cabaret Biarritz nos encontramos en los lejanos años 20, sin embargo, en ella apreciamos como la prensa sensacionalista esta en auge, tanto que el protagonista recaba el testimonio de los testigos para escribir una novela sobre un posible asesinato, todo ello, por encargo del editor de turno.Se que es difícil comparar aquella época con ésta, pues entre medias ha habido un avance tecnológico, social y mental importante, sin embargo, debemos darnos cuenta de que dicho morbo por lo escabroso y lo trágico atraen, ahora y hace 90 años, consumido antes a través de periódicos, folletines o novelas y ahora, aunque el periódico resiste, se disfruta de ello por medio de la persuasión de la televisión y el doble rasero de Twitter o Facebook. Cabaret Biarritz: una historia de misterio, oscuridad, obscenidad, glamour, libertad, agitación, crimen... Una novela sujeta a crítica y que aunque a una servidora no le haya entusiasmado, animo a todos y a todas a leer.
Frases o párrafos favoritos:
"Los periodistas y los sepultureros somos los únicos que les sacamos provecho de los muertos."
Película/Canción: se desconoce por el momento de si Cabaret Biarritz tendrá su adaptación cinematográfica, no obstante, aquí os adjunto la entrevista que le hicieron en el excepcional programa Página 2 con motivo del Premio Nadal.
La historia de como llegó Cabaret Biarritz a mis manos, tiene un comienzo muy común. Como todo el mundo sabe, y si no os lo explico, Cabaret Biarritz fue la novela sensación de la pasada temporada literaria y editorial, de hecho, este libro resultó ser la merecedora del prestigioso Premio Nadal de novela. Por todo ello, no es de extrañar que durante aquel año, y de seguro muchos amantes de los libros recordarán, éste estuvo presente en los miles y miles de escaparates, desde las grandes superficies hasta la pequeña y humilde tienda de barrio, en todos ellos, se podía encontrar, y en un lugar muy destacado a Cabaret Biarritz. Además, al igual que he comentado en otras ocasiones, debo felicitar el trabajo de quien quiera que sea el que se le ocurrió el diseño de su portada. La verdad, hay que reconocer que esa adecuada paleta de colores, al igual que la estética "cabaretera", entran por los ojos, convirtiéndose en venta segura en cualquier establecimiento, de hecho, eso fue lo que me pasó, sólo que a mi me salió gratis. Cabaret Biarritz no llegó a mi casa por medio de una compra, ni por un sorteo, ni tan siquiera por un regalo, sino por un préstamo en la biblioteca de mi barrio. Quedé en su momento tan atraída por el estilo de la portada y sabiendo de antes de que libro se trataba, no lo dudé ni un segundo y acabé llevándome el libro a casa. No obstante, esa maravillosa lectura que creía que iba a disfrutar se tornó en todo lo contrario a medida que pasaban los días y con ellos, las páginas y páginas de Cabaret Biarritz.
En lo que respecta a la critica, en primer lugar empezaremos por lo positivo de la novela, pues, aunque su lectura no me acabase de agradar al fin y al cabo, su estructura y la forma en la que se presenta la novela es formidable, por no decir innovadora, de hecho, es la primera vez que leo un libro de estas características. Cabaret Biarritz presenta una estructura que gira entorno a un hecho, el asesinato de la joven, el protagonista Georges Miet y a toda esa amalgama de testimonios a los que el periodista da voz y papel. Pero lo realmente interesante de este libro ya no reside en la trama, la cual puede recordarnos a otros autores y logra evocar el Biarritz de los años 20, sino que es un zig zag, que va de testimonio en testimonio, de testigo en testigo. Cada capítulo es un testimonio, una historia, unos recuerdos, una versión de los hechos al fin y al cabo, y que juega además un carácter regresivo, pues el autor se permite el lujo de retornar a veces a ciertos testigos que ya declararon en un capítulo anterior. En definitiva, no es una novela convencional en ese sentido, es más, da la sensación de que es el propio lector el que está llevando a cabo la investigación, el que ejecuta las preguntas pertinentes y el que decide continuar con la búsqueda de testigos. Sin embargo, de la virtud nace el mayor problema de esta novela. Ese estilo basado en confesiones, de idas y retornos en la narración y en la obsesiva recreación en cada uno de ellos, provocan que la acción decaiga, que el lector se disperse y que la novela se vuelva cada vez más pesada y aburrida en cierto sentido. Algo que ni siquiera las escenas cómicas y los personajes carismáticos no logran salvar. Finalmente, hay que señalar lo evidente, que Cabaret Biarritz, si no hubiese estado sujeta al corsé de "quiero presentarme al Nadal, estas son las normas, me ajusto a ellas", probablemente hubiese logrado pulir mejor ese tremendo fallo que hace que la novela se te venga abajo por momentos. Se que Vales es un buen escritor, lo ha demostrado y no dudo que pronto nos escribirá más de una novela, no obstante, en Cabaret Biarritz pierde una gran oportunidad que hacer algo realmente revolucionario.
Centrándonos en este último párrafo en plantear las reflexiones y los debates pertinentes, tengo que confesaros que me siento en la necesidad de retomar un tema del que se ha hablado mucho y que incluso hemos tratado en este espacio en más de una ocasión. Pensaréis algunos que soy una pesada o que me repito, no obstante, si he decidido escoger este tema de nuevo, será por algo, ¿será porque aún seguimos igual, o peor que hace unos años? En resumidas cuentas, hoy vuelvo a hablaros del sensacionalismo, si amigos y amigas, de eso que sale día si día también en la televisión, sobretodo en ciertas cadenas, y de eso que tristemente se está implantando en la forma de contar la verdad, e incluso en nuestra forma de ser. Hace unos días, tuve la oportunidad de acudir a una conferencia en la que se abordaba la presencia de la ética en los medios de comunicación, en ella, dos periodistas de dos conocidos medios de mi ciudad se les llenaba la boca hablando de que la ética siempre está presente, incluso en los consejos de administración, no obstante, pronto comprobamos que es una verdad a medias, no hay más que ojear la portada de cualquier periódico, que en ella encontraremos seguramente, algún suceso-asunto turbio que merece un titular en portada, y si viene acompañado de una fotografía mejor que mejor. De esto la televisión no se libra, ni mucho menos, es más, lo que hace es que nazca en cada espectador una inquietud, que luego, las redes sociales convierten en morbo. En Cabaret Biarritz nos encontramos en los lejanos años 20, sin embargo, en ella apreciamos como la prensa sensacionalista esta en auge, tanto que el protagonista recaba el testimonio de los testigos para escribir una novela sobre un posible asesinato, todo ello, por encargo del editor de turno.Se que es difícil comparar aquella época con ésta, pues entre medias ha habido un avance tecnológico, social y mental importante, sin embargo, debemos darnos cuenta de que dicho morbo por lo escabroso y lo trágico atraen, ahora y hace 90 años, consumido antes a través de periódicos, folletines o novelas y ahora, aunque el periódico resiste, se disfruta de ello por medio de la persuasión de la televisión y el doble rasero de Twitter o Facebook. Cabaret Biarritz: una historia de misterio, oscuridad, obscenidad, glamour, libertad, agitación, crimen... Una novela sujeta a crítica y que aunque a una servidora no le haya entusiasmado, animo a todos y a todas a leer.
Frases o párrafos favoritos:
"Los periodistas y los sepultureros somos los únicos que les sacamos provecho de los muertos."
¡Un saludo y a seguir leyendo!