EL LECTOR
Título: El lector.
Autor: Bernhard Schlink (Bielefeld 1944) ejerce de juez y vive entre Bornn y Berlín. Su novela El lector fue saludada como un gran acontecimiento literario y ha obtenido numerosos galardones: el premio Hans Fallada de la ciudad de Neumuenster, el premio Welt, el premio italiano Grinzane Cavour, el premio francés Laure Bataillon y el premio Ehrengabe de la Düsseldorf Heinrich Heine Society. También es autor del extraordinario libro de relatos Amores en fuga y de otras novelas como El regreso, La justicia de Selb, El engaño de Sleb, El fin de Sleb y El fin de semana. Recientemente ha publicado Mujer bajando una escalera.
Editorial: Anagrama.
Idioma: alemán.
Traductor: Joan Parra Contreras.
Sinopsis: Michael Berg tiene quince años. Un día, regresando a cada del colegio empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se llama Hanna y tiene treinta seis años. Unas semanas después, el muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste será el principio de una relación erótica en la que, antes de amarse, ella siempre le pide a Michel que le lea en voz alta fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstoi, Dickens...El ritual se repite varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin dejar rastro. Siete años después, Michael, estudiante de Derecho, acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de crímenes de guerra nazis y de ser las responsables de la muerte de varias personas en el campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas atrocidades, trata de descubrir quien en realidad es la mujer a la que amó.
Su lectura me ha parecido: inteligente, segura, intensa, importante, honesta, absolutamente necesaria...Las ideas, queridos lectores y lectoras, nacen de la mente del escritor en el momento más inesperado. No obstante, y esto lo sostengo concienzudamente, las ideas vienen por algo. Si bien existen las que irrumpen en nuestro pensamiento sin ninguna lógica aparente, también las hay que explotan gracias a unas circunstancias que la propician. Una idea puede surgir gracias a nuestros recuerdos como seres humanos, por una experiencia que nos haya marcado para bien o para mal o simplemente por la urgencia de nuestras apetencias anímicas. Sin embargo, existe una circunstancia clave, decisiva en cierto sentido, por la cual la imaginación del escritor experimenta una revelación casi mística: el tiempo histórico. Si, esa realidad que envuelve al escritor/a y en la que transcurre su existencia, se puede convertir en una auténtica fuente de temas literarios. La política, la economía, la sociedad, la filosofía, la cultura...Todo ello es susceptible de ser usado en pos de la elaboración de una obra literaria. En cada país es diferente, y aunque todos tengan en sus annales oscuros episodios, en unos es más fácil hablar sobre determinados asuntos del pasado y en otros, por desgracia, resulta imposible, un tabú o tener problemas con la justicia. La novela que hoy tengo el placer de reseñar mira al pasado directamente, sin titubeos, reflexiona sobre él y lo somete a un dilema del que sale como resultado El lector: sexo, libros y un ejercicio ejemplar de memoria.
La historia de como El lector llegó a mis manos es bastante curiosa. Hace algunos años, sinceramente no logro acordarme de cuantos son, vi una película que me pareció buena en ese momento. Su título, El lector, y sus protagonistas, unos inmensos Ralph Fiennes y Kate Winslet. Recuerdo que ambos me sorprendieron, ni él era el odioso nazi de La lista de Schindler y ella ya no era la inmortal Rose de Titanic, de hecho, la actriz se llevó el Oscar de aquel año por dar vida al personaje de Hanna en esta película. Años más tarde y con el recuerdo bastante difuminado de aquel film, apareció ante mis ojos un libro con el mismo título: El lector. Fue en un mes de abril, en un mercadillo de libros a 1 euro que aquel año organizó la biblioteca de mi barrio. Lo tomé entre mis manos, su grosor me sorprendió, pues, era más breve de lo que imaginaba y tras comprobar que aquel era el libro que había inspirado la película no lo dudé ni un segundo. Desde entonces, El lector formó parte de mi adorada y querida estantería, aunque lo cierto es que hasta el año pasado concretamente, no me animé a leerlo. Tuvo que ser una asignatura del Master, un profesor y un trabajo obligatorio los que me dieron el último empujoncito, los que propiciaron que durante los últimos meses del curso sostuviese entre mis manos aquel libro. Lo leí despacio, con cautela, fijándome en todos y cada uno detalles que iban apareciendo. La verdad, tengo que decirlo, así es como deberían leerse los libros, pues se disfruta más y observas más detenidamente ciertos aspectos que si realizas una lectura rápida y apresurada. Descubrí de este modo como, por ejemplo, el libro escondía más cosas que la película no mostraba, seguramente por la diferencia de formato. Además, me llevé una lección muy importante con respecto a un tema de gran actualidad, controvertido, pero del que es necesario hablar. Finalmente, dicho trabajo no salió como yo esperaba, pero como resultado, me llevé una experiencia muy enriquecedora gracias a este libro. Una lectura que desde el día que finalicé su lectura, acabó engrosando la extensa lista de mis inmortales, mis preferidos, mis imprescindibles.
Centrándonos en la crítica literaria propiamente dicha, comenzaremos diciendo que El lector presenta una lectura ágil, dinámica y bastante ligera. No obstante, os aconsejo que no seáis tan impacientes con ella y que probéis a realizar otro tipo de seguimiento, uno más lento, pausado, atento a los detalles que vayan apareciendo. Se aprende más y captas mejor el mensaje que el autor pretende transmitir. Seguidamente, hay que decir que El lector, para seros sinceros, es una auténtica genialidad. La base es buena, el desarrollo no podía ser mejor, el conflicto afecta incluso al lector y los personajes son inmejorables. Pero esto no significa que la historia carezca de complejidad, no, en tan sólo 203 páginas Schlink logra aglutinar la intensidad suficiente como para lograr conmover al lector. Ya se sabe que cuanto más breve en páginas es un libro, mayor es la acentuación de las emociones, por lo que el lector disfruta de una experiencia más intensa. La historia es bien sencilla: chico conoce a chica, la diferencia de edad entre ambos es importante, pero ellos se enredan en una tórrida relación en la que, antes de amarse, ella le pide que le lea libros. Luego, pasado un tiempo, ella desaparece sin dejar rastro. Hasta ahí todo correcto y típico. Pero, pasados siete años ambos se vuelven a reencontrar, él como estudiante de derecho y ella como acusada por crímenes horrendos durante el periodo nazi. Y es aquí, en este punto, donde la trama da un giro de 180 grados, pues, el protagonista se debate entre los buenos recuerdos que guarda de aquella relación y la sed de justicia de un país que ansía con superar el nazismo por la vía más justa. Este intenso dilema, el autor, no sólo lo vive el protagonista, sino que logra trasladarlo al propio lector, haciéndole la siguiente pregunta: ¿Y tú qué harías? Consiguiendo de este modo que el lector se ponga en el lugar de Michel y en la piel de quien se encuentra con un conflicto de estas características. Amor o justicia, cariño o venganza, y entre ambas, la reflexión. Se nota en este sentido que el autor, Bernhard Schlink proviene del ámbito judicial. Su experiencia como juez y el conocimiento del derecho le han servido de apoyo para dar más empaque a la novela. Por otro lado, y en lo que respecta a los personajes, me ha gustado mucho la construcción del personaje de Hanna en particular. Su lado frío, su faceta apasionada, su halo de misterio y su terrible pasado, conforman una psicología muy interesante y que impacta en el lector. Es bueno toparse de vez en cuando con personajes femeninos tan bien descritos y armados. También me ha gustado el papel que en El lector juegan los libros y la acción de leer. No obstante, en este punto debo detenerme, pues, si siguiese escribiendo más, correría el riesgo de hacer un spoiler tremendo. Así que si lo queréis descubrir, atreveros con su lectura. Por último, sólo me queda apuntar un aspecto que me ha llamado positivamente la atención, y es que toparme a lo largo de la lectura con párrafos reflexivos donde se exponen temas relacionados con la historia, la percepción del nazismo desde la perspectiva que da el tiempo y los años transcurridos, que en este caso son más bien pocos y de los procesos de memoria, recuerdo y transición que Alemania tuvo que llevar a cabo para superar la losa del nazismo.
Este último párrafo, como ya es habitual, me gustaría destinarlo a plantear una sola reflexión. Es pertinente, os lo aseguro, y teniendo en cuenta los temas que en El lector se abordan, me sentía en la obligación de hablar sobre el siguiente asunto. En El lector hay un juicio, cuya estructura y mecanismo se describen perfectamente, en el que se juzga a varias mujeres por crímenes perpetrados durante el nazismo. Crímenes brutales que merecen que se les aplique la justicia correspondiente dado la gravedad y el contexto en el que fueron llevados a cabo. Pues bien, esa actitud dista mucho de la de otros países como España. Si, España. Por mucho que algunos intenten negar lo contrario, España todavía no ha rendido cuentas con su historia más reciente, con una de sus etapas más oscuras de su historia. La Guerra Civil y el Franquismo todavía no se han superado y eso es porque cuando se tenía que hacer, durante la transición, y muy especialmente con el primer gobierno del PSOE en democracia, no se hizo correctamente. Eso de hacer borrón y cuenta nueva está muy bien para ciertas circunstancias de la vida, pero cuando se trata de nuestra propia historia, esa no es la solución. Resultado de ese desastre de Transición que muchos la tienen en un pedestal es de lo más desolador. Ningún acto cargo franquista ha sido juzgado, los torturadores del franquismo campan a sus anchas por las calles, los muertos del bando republicano, el vencido, siguen sin ser desenterrados de las cunetas y los descendientes de Franco todavía disfrutan de privilegios y de la posesión de tierras e inmuebles, algunos de ellos de gran valor histórico. Sigue habiendo reticencias a cambiar calles con nombres de personajes vinculados al régimen de Franco, en su mayoría concedidas por haber delatado o asesinado a personas pertenecientes al bando contrario. Asociaciones afines a la ideología franquista siguen recibiendo subvenciones del gobierno, no hay condena para quien exhiba símbolos de esta índole, como tampoco la hay para quien insulta o desprecia en medios de comunicación a las victimas de la guerra civil que lo único que quieren es encontrar a sus familiares. "No hay que remover el pasado, de lo contrario, abres viejas heridas" dice el partido que ahora está en el gobierno, un partido cuyos orígenes y primeros integrantes pertenecen a esa élite franquista que nunca debió existir. Y lo más escandaloso de todo, a día de hoy, sigue Franco enterrado en el Valle de los Caídos, convirtiéndose en un lugar de peregrinación para todos aquellos que creen en aquellas ideas reaccionarias. ¡Y ojo!, si se te ocurre hacer una broma, escribir un tweet o criticar algo relacionado con el franquismo, puedes acabar en la cárcel. Así es España, así es mi país por desgracia. En este sentido, El lector nos habla de memoria y de justicia, de condenar en este caso el nazismo y lograr unas políticas de memoria ejemplares, entre las cuales, destaca la de dejar en pie los numerosos campos de concentración para reconvertirlos en lugares para la memoria, para que todos conozcamos los horrores y las violaciones de los derechos humanos que se cometieron allí y para recordarnos que aquello no debe volver a pasar. Al paso que vamos, yo no se si alguna vez veré como sacan los restos de Franco y de Primo de Rivera del Valle de los Caídos o como éste lugar acaba convirtiéndose en un lugar de recuerdo y memoria de las atrocidades cometidas por el Franquismo, despojándose de ese elemento de culto y religiosidad que impide avanzar. En otras palabras, aprender de países como Alemania, que aunque no fue un tránsito perfecto, el resultado es mucho mejor que lo que idealizada Transición Española realizó. Espero que las futuras generaciones sepan lo que pasó, sean conscientes del problema que tiene este país con su pasado y que consigan realizar una verdadera y definitiva transición. El lector: una historia de amor, sexo, lectura, justicia, nazismo, horror, piedad, debilidad, debate...Una novela de obligadísima lectura.
Frases o párrafos favoritos:
"Queríamos abrir las ventanas, que entrase el aire, que el viento levantara por fin el polvo que la sociedad había dejado acumularse sobre los horrores del pasado. Nuestra misión era crear un ambiente donde se pudiera respirar y ver con claridad."
Película/Canción: en el año 2008 se estrenó la versión cinematográfica, dirigida por Stephen Daldry y con las interpretaciones de Ralph Fiennes, David Kross y Kate Winslet. La película logró críticas favorables y optó a 5 premios Oscar, incluyendo mejor película. Finalmente, de todos ellos, solamente Kate Winslet logró alzarse con el premio a mejor actriz protagonista.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Este último párrafo, como ya es habitual, me gustaría destinarlo a plantear una sola reflexión. Es pertinente, os lo aseguro, y teniendo en cuenta los temas que en El lector se abordan, me sentía en la obligación de hablar sobre el siguiente asunto. En El lector hay un juicio, cuya estructura y mecanismo se describen perfectamente, en el que se juzga a varias mujeres por crímenes perpetrados durante el nazismo. Crímenes brutales que merecen que se les aplique la justicia correspondiente dado la gravedad y el contexto en el que fueron llevados a cabo. Pues bien, esa actitud dista mucho de la de otros países como España. Si, España. Por mucho que algunos intenten negar lo contrario, España todavía no ha rendido cuentas con su historia más reciente, con una de sus etapas más oscuras de su historia. La Guerra Civil y el Franquismo todavía no se han superado y eso es porque cuando se tenía que hacer, durante la transición, y muy especialmente con el primer gobierno del PSOE en democracia, no se hizo correctamente. Eso de hacer borrón y cuenta nueva está muy bien para ciertas circunstancias de la vida, pero cuando se trata de nuestra propia historia, esa no es la solución. Resultado de ese desastre de Transición que muchos la tienen en un pedestal es de lo más desolador. Ningún acto cargo franquista ha sido juzgado, los torturadores del franquismo campan a sus anchas por las calles, los muertos del bando republicano, el vencido, siguen sin ser desenterrados de las cunetas y los descendientes de Franco todavía disfrutan de privilegios y de la posesión de tierras e inmuebles, algunos de ellos de gran valor histórico. Sigue habiendo reticencias a cambiar calles con nombres de personajes vinculados al régimen de Franco, en su mayoría concedidas por haber delatado o asesinado a personas pertenecientes al bando contrario. Asociaciones afines a la ideología franquista siguen recibiendo subvenciones del gobierno, no hay condena para quien exhiba símbolos de esta índole, como tampoco la hay para quien insulta o desprecia en medios de comunicación a las victimas de la guerra civil que lo único que quieren es encontrar a sus familiares. "No hay que remover el pasado, de lo contrario, abres viejas heridas" dice el partido que ahora está en el gobierno, un partido cuyos orígenes y primeros integrantes pertenecen a esa élite franquista que nunca debió existir. Y lo más escandaloso de todo, a día de hoy, sigue Franco enterrado en el Valle de los Caídos, convirtiéndose en un lugar de peregrinación para todos aquellos que creen en aquellas ideas reaccionarias. ¡Y ojo!, si se te ocurre hacer una broma, escribir un tweet o criticar algo relacionado con el franquismo, puedes acabar en la cárcel. Así es España, así es mi país por desgracia. En este sentido, El lector nos habla de memoria y de justicia, de condenar en este caso el nazismo y lograr unas políticas de memoria ejemplares, entre las cuales, destaca la de dejar en pie los numerosos campos de concentración para reconvertirlos en lugares para la memoria, para que todos conozcamos los horrores y las violaciones de los derechos humanos que se cometieron allí y para recordarnos que aquello no debe volver a pasar. Al paso que vamos, yo no se si alguna vez veré como sacan los restos de Franco y de Primo de Rivera del Valle de los Caídos o como éste lugar acaba convirtiéndose en un lugar de recuerdo y memoria de las atrocidades cometidas por el Franquismo, despojándose de ese elemento de culto y religiosidad que impide avanzar. En otras palabras, aprender de países como Alemania, que aunque no fue un tránsito perfecto, el resultado es mucho mejor que lo que idealizada Transición Española realizó. Espero que las futuras generaciones sepan lo que pasó, sean conscientes del problema que tiene este país con su pasado y que consigan realizar una verdadera y definitiva transición. El lector: una historia de amor, sexo, lectura, justicia, nazismo, horror, piedad, debilidad, debate...Una novela de obligadísima lectura.
Frases o párrafos favoritos:
"Queríamos abrir las ventanas, que entrase el aire, que el viento levantara por fin el polvo que la sociedad había dejado acumularse sobre los horrores del pasado. Nuestra misión era crear un ambiente donde se pudiera respirar y ver con claridad."
Película/Canción: en el año 2008 se estrenó la versión cinematográfica, dirigida por Stephen Daldry y con las interpretaciones de Ralph Fiennes, David Kross y Kate Winslet. La película logró críticas favorables y optó a 5 premios Oscar, incluyendo mejor película. Finalmente, de todos ellos, solamente Kate Winslet logró alzarse con el premio a mejor actriz protagonista.
¡Un saludo y a seguir leyendo!