HISTORIA DE ESPAÑA CONTADA A LAS NIÑAS
Título: Historia de España contada a las niñas.
Autora: María Bastarós (Zaragoza, 1987). Gestora cultural, historiadora del arte, conferenciante, escritora y fanzinera. Creadora de la plataforma cultural feminista QuiénCoñoEs, ha colaborado con medios como Diagonal o Tentaciones, centros como el CAAM de Las Palmas, el Muvim valenciano o la galería madrileña Nunca Nadie Nada No, y comisariado exposiciones como Muerte a los grandes relatos o Apropiacionismo, disidencia y sabotaje en la Sala Juana Francés de Zaragoza. Es coautora de Inclusive Love (Thyssen Bornemisza), primera visita guiada LGTBIQ a nivel nacional, y promotora de eventos literarios como Aullido, anti-jam poética. También es coautora del libro Herstory (Lumen) y editora de los fanzines Brochetas de cosas emocionantes y Napalm Springs (Ediciones Motocobra). (Fuente: Editorial). Su primera novela, Historia de España contada a las niñas, ha sido merecedora del Puchi Award 2018, el Premio Cálamo "Otra Mirada 2018" y el Premio de la Crítica Valenciana 2019.
Editorial: Fulgencio Pimentel.
Idioma: español.
Sinopsis: A caballo entre la crónica periodística, el panfleto, el drama campesino y la literatura de quiosco, Historia de España contada a las niñas se apropia de eventos y lugares de nuestra historia reciente y nos los devuelve en la forma de un rompecabezas corrosivo, polifónico y vibrante. Secuestros, Rohypnol, matriarcados, galeristas desnortados, comunidades online de adolescentes anoréxicas y apariciones ovni dan forma a una novela coral hecha de retazos, un relato despiadado que, pese a todo, destila un constante deseo de redención. (Fuente: Editorial).
Su lectura me ha parecido:
Fresca, contemporánea, rabiosamente actual, gamberra, sin pelos en la lengua, irónica, feminista, bizarra y sin embargo poética, lúcida y loca al mismo tiempo, dolorosa... Hace unas semanas, mientras daba uno de mis habituales paseos vespertinos, sentí la necesidad de parar en seco y quedarme un rato contemplando el sol ocultándose tras los edificios, los mismos que me han visto crecer y los que, desde su privilegiada altura, han sido testigos privilegiados de los cambios y de la revolución urbanística del lugar. Donde antes había huerta, ahora se levantan fincas de más de diez plantas. Donde antes los tomates crecían gracias a una humilde acequia, ahora pequeños huertos urbanos en medio de un parque de reciente inauguración pretenden homenajear ese pasado agrícola. Donde antes era un placer recorrer aquellos campos montada en bicicleta, ahora dichos caminos han sido sustituidos por aceras y solitarios aparcamientos en medio de descuidados descampados. Y por supuesto, donde antes estaba el Pozo de San José - edificado en los años 40 del pasado siglo - , ahora un campo de futbol ocupa su lugar. Así es mi barrio, el lugar en el que todavía vivo, en la periferia de una de las ciudades más importantes de España, un lugar olvidado durante décadas por parte de una administración más preocupada por los grandes eventos que por sus propios ciudadanos y que en los últimos años está viendo como su fisionomía está cambiando a una velocidad a la que los habitantes del lugar están poco acostumbrados. Sin embargo, durante aquel paseo, me di cuenta de que aquel barrio en el que siempre convivieron la tradición - ese resquicio de huerta tan típico de mi tierra - y edificios de los años 70 y 80 tenía su encanto. A pesar de su reciente transformación y a pesar de que, hace unos años, me parecía un lugar de lo más deprimente tanto estéticamente como socialmente. Hoy lo admiro en su desnudez, en su simpleza, en su idiosincrasia. Desde ese descampado en el que todavía brota alguna lechuga y apoyada en la pared de algún portal, lienzo de las representaciones artísticas más sinceras. Nunca antes los grafitis me parecieron tan hermosos. Es curioso como la belleza puede residir en los lugares menos comunes. Ya sea en pedanías aisladas a las afueras de las grandes urbes, en el seco paisaje que enmarca una carretera secundaria, en un polígono industrial al amanecer, en el interior de un antro con las luces de neón acariciando la piel de los frenéticos danzantes, en un pueblo fantasma perdido en la inmensidad de la España profunda o en los restaurantes de la costa alicantina que, anclados en la época del boom turístico de los años 60, se resisten a renovar su decoración y a retirar sus toldos comidos por el salitre. Esta particular geografía tan denostada por algunos puristas y cierta parte de la sociedad, sirve como escenario de las numerosas historias que se narran en esta novela de título tan sugerente y llamativo. Historia de España contada a las niñas: larga vida al punk, al collage narrativo y a la nueva generación de autoras españolas.
La primera vez que tuve noticias de Historia de España contada a las niñas pensé lo que muchas personas en su momento: "¡Que bien! ¡Por fin un libro que habla de la historia de nuestro país en clave de género y de modo didáctico para las futuras generaciones de niñas españolas!". La mandíbula se me desencajó - por perplejidad y por vergüenza - al comprobar, un tiempo después, lo equivocada que estaba al respecto. ¿Quién iba a imaginar que ese supuesto libro que englobaba una reivindicación feminista fuese, en realidad, uno de las novelas más desconcertantes, fascinantes y locas que he leído en años? Para empezar a hablar de este texto es absolutamente imprescindible empezar por su apartado estético y por lo que el lector encontrará a modo de preámbulo antes de sumergirse en la historia que su autora nos quiere contar. En primer lugar, su portada no puede ser más llamativa, con esas letras en mayúscula - que parece que te griten el título del libro - de color fucsia chillón (el más potente que había de toda la paleta), sobre una fotografía nocturna bastante perturbadora en la que vemos a dos chicos trasportando - y agarrado con rudimentarias cuerdas - sobre el techo de un coche rojo lo que parece un animal muerto. Si esto no es suficiente para convencernos de que no estamos ante un libro de historia que compraríamos a nuestras hijas, sobrinas o alumnas yo ya no sé que pensar. Adentrándonos, a continuación en la contraportada, comprobamos como el tono nocturno de la instantánea escogida sigue predominando, a pesar vislumbrarse los primeros picos de sol tras una noche de fiesta. Pero la protagonista en esta ocasión es una chica joven, con los ojos entornados y piruleta en mano. ¿Estamos ante una reinterpretación del mito de Lolita? ¿O será algo muy distinto? El misterio sigue predominando, nos corroe, ya que la sinopsis tampoco nos revela mucho. Entonces ¿de qué diantres va esta novela? Intentamos desentrañar el misterio abriendo el libro por las primeras páginas cuando - ¡sorpresa! - nos topamos con una maravillosa anomalía, y es que Historia de España contada a las niñas incluye unas fotos preciosas de un pueblo nevado - que más tarde descubriremos que se trata de Beratón - de lo que parece la entrada de la típica cafetería norteamericana de las películas, de un zorro sorprendido ante el flash de la cámara en medio de la oscuridad, de una chica que emerge de la naturaleza y de las sombras tras una larga noche de trabajo u ocio, de un bosque bastante tenebroso y de lo que, de nuevo, parece el pueblo de la primera instantánea pero desde otra perspectiva y con otra luz. Esto tampoco nos aclara nada, pero ya empieza a picarnos la curiosidad, así que vamos directos a la página de las citas (esa a la que muy pocos lectores presta atención pero que en la mayoría de casos nos ofrece las claves para entender la novela). Y es aquí, en este apartado, donde María Bastarós nos deja noqueados con dos extractos cuya relación entre sí no tiene, aparentemente, nada que ver. El primero de ellos, las terroríficas líneas de un sainete lírico de 1880, y el segundo, el estribillo de Brillo una conocida canción de Rosalía y J. Balvin que algunas gentes de mi generación hemos tarareado sin darnos cuenta. Estilo decimonónico y cultura millenial juntos en una misma página ¿hay algo más extraño y a la vez más cargado de mensaje de cara a la lectura del presente libro? Las buenas novelas no necesitan de impresionantes portadas para que sean un éxito, otra cosa es, como en este caso en cuestión, cuando la parte meramente estética actúa como un elemento más de la trama, a modo de performance, para abrochar el cinturón del lector y arrancar el coche que lo llevará a emprender el viaje literario de su vida ¡Y dios, que viaje!
A partir de ese momento, las historias que sucederán ante nuestros ojos parecerán inconexas, que nada tienen que ver una con la otra. Seguramente los más puristas se tirarán de los pelos y exclamarán cosas como: "¡Nos han vendido la moto!" "¡Estafa editorial!". Paciencia, eso es justo lo que aconsejo, paciencia y sosiego, pues de nada sirve enervarse a la primera de cambio. A mi también me pasó, reconozco que me quedé bastante perpleja y que por ello me costó un poco pillarle el truco a este libro. Pero en esta vida hay que enfrentarse a nuevos retos y ser más abiertos en lo que a convenciones literarias se refiere. Hay que ciudarlas, sí, pero también mejorarlas, darles un empujón, una patada, airearlas un poco, para que respiren aire fresco de vez en cuando. En cuanto entiendes esto, ya no hay nada que te frene, ni siquiera la lectura de la ópera prima de una joven autora proveniente de la gestión cultural y el mundo del fanzine - tan en boga en los últimos años gracias al movimiento feminista - que consigue, con su debut literario, dejarnos con la boca abierta. Como si de un collage se tratara, superponiendo imágenes, personajes, textos, descripciones, paisajes y recuerdos; Bastarós nos expone, como si de una obra de arte se tratara, una cantidad enorme de historias las cuales acaban conectándose unas con otras para sorpresa del lector. Ya que, como he comentado al principio de este párrafo, éste no concibe esas conexiones a la primera de cambio sino que lo va descubriendo a medida que avanza en la lectura. Este trabajo entraña su dificultad, pues no es sencillo construir toda esta estructura coral tan bárbara y menos aún llevarla hasta el final sin dejar ningún cabo suelto. El talento de María Bastarós reside en el perfecto dominio de este ejercicio estructural - del cual sale indemne - pero también en entender la contemporaneidad, la actualidad, los comportamientos de la sociedad que la protagoniza y su funcionamiento. Se le ha criticado mucho la poca profundidad de la autora al abordar algunos temas de gran interés reduciéndolos a explicaciones que parecen sacadas de revistas, series o noticias en televisión. Y sí, puede que en eso esté de acuerdo, pero si lo miramos desde otra óptica, menos estricta, me parece muy inteligente haber optado por ese camino, ya que actualmente las personas consumimos dichos medios de comunicación y de ocio, y como tales, hay veces que les otorgamos más credibilidad que a las que proceden de otro tipo de fuentes más fiables. De este modo, Bastarós no hace sino describir una realidad, por desgracia, cada vez más imperante.
En Historia de España contada a las niñas se cuentan, precisamente, muchas historias, acontecidas en escenarios inimaginables, con un trasfondo de realidad y otro tanto de delirante ficción. Westerns rurales, un pueblo soriano - Beratón - en donde se establece un matriarcado (sin duda la historia más interesante), una cementera abandonada, el puticlub de extrarradio al que acuden políticos corruptos, un toro de Osborne - irónicamente - decapitado, un decadente bar de carretera, un lugar - Robledo de Chavela - de la sierra madrileña famoso por su base de seguimiento de satélites de la NASA, la jet set de Altea o sofisticadas galerías de arte. Ecos de sucesos ya pertenecientes a la memoria colectiva de este país como el de la violación de la Manada - de ahí su narración a través del WhatsApp - , el asesinato de las niñas de Alcasser, así como caso del el monstruo de Amstetten - que aunque no aconteciese en España, su impacto mediático fue brutal -. Aquelarres feministas inverosímiles, ovnis, teorías de la conspiración, partidos de izquierdas que siguen siendo machistas, capitalismo salvaje, fiestas populares donde todo está permitido, drogas, raves, homeopatía... Personajes memorables como Miguel - arrancando de las influencias de la comunidad de mujeres que gobiernan Beratón - o Miranda y Valeria - dos adolescentes que han crecido sin la presencia de hombres pero que al mismo tiempo no pueden evitar caer en las garras patriarcado -. Todas ellas relacionadas entre sí y atravesadas por las contradicciones, el género, el trauma y sobretodo los diversos modos de supervivencia. Se podría decir que la novela de María Bastarós habla de lo que no aparece, precisamente, en los libros de texto, de esa otra historia de España que tanto les gusta explotar morbosamente a través de los medios de comunicación pero que al mismo tiempo, paradójicamente, se censura, se ignora o se censura sin piedad. Esa otra historia de la violencia, de la violencia contra las mujeres, las mujeres españolas, a golpe de ironía, de rabia, de batería y de un estilo que, más que sumergirte, busca dar una bofetada y mantenerte despierto, alerta, atento al próximo asalto.
Ayer a medio día el mundo literario comía con la noticia de que Cristina Morales había ganado el Premio Nacional de Narrativa gracias a su célebre novela Lectura fácil (que también resultó merecedora del Premio Herralde de Novela 2018). Un texto difícil en cuanto a su construcción, destructivo, radical, arriesgado, rabiosamente feminista, reflexivo, actual, políticamente incorrecto y de una originalidad pasmosa. Su autora, nacida en la década de los 80, es una de las componentes - por no decir su cabeza más visible - de la nueva generación de autoras que está empezando, desde sus respectivos ámbitos geográficos, laborales y creativos, a trasformar y revolucionar el panorama literario de este país con historias más pegadas a la calle, a las personas, a los artificios culturales del momento, a las nuevas corrientes de pensamiento y por supuesto, a las principales luchas sociales como el feminismo, el ecologismo o las del colectivo LGTBI+. Hay quienes las critican, quienes ven en ellas un mero producto al servicio del capitalismo, quienes se quejan de su escritura, de su estilo, de su arrogancia, de su posición privilegiada, por publicar en editoriales comerciales cuando deberían hacerlo en un sello independiente y a la inversa también, de no ser políticamente correctas - las y los mismos que las tachan de poco elegantes por incluir muchos tacos son, en ocasiones, las o los mismos que alaban las novelas de Bukowski - de pretender ir de escritoras cuando en realidad sus obras no están a la altura del canon, el maldito canon. Vivimos en un país donde nunca vas a gustar a todo el mundo, eso es así, y menos si eres una joven escritora, entonces los palos lloverán con más intensidad y desde todos los ángulos. Pero parte de la crítica, los lectores más jóvenes - millenials y no tan millenials - y los pocos premios literarios de calidad que aún conservamos en este país hablan por si solos. Sin ir más lejos, María Bastarós acaba de alzarse con el Premio de la Crítica Valenciana precisamente por esta novela, una novela en la que lo correcto y lo tradicional literariamente hablando brillan por su ausencia. Las cosas, cambian, evolucionan, y creo que ya es hora de empezar a escuchar a estas escritoras, pues a lo mejor ellas entienden mejor a la juventud de este país, a esas mujeres que están protagonizando la revolución feminista o simplemente sus principales preocupaciones respecto a los temas de más candente actualidad.
Historia de España contada a las niñas: una historia de muchas historias, de secuestros, de creencias surrealistas, de sanaciones, de inverosimilitudes, de terror patriarcal, de despoblamiento, de paradojas, de matriarcados... La historia que debieron contarnos hace muchos años.
Frases o párrafos favoritos:
"Piensa en lo hermoso que puede ser el mundo, más allá de madrigueras y exilios voluntarios."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Fulgencio Pimentel
Sorprendente la novela que hoy nos traes, Jimena. La unes en tu aprobación a la de Cristina Morales ("Lectura fácil"). Es evidente que los años pasan y que los autores jóvenes han de ir incorporándose al panorama literario y si lo revolucionan para bien pues fantástico. Habrá que leerlas. Gracias por traerla a tu blog
ResponderEliminarUn beso
Qué interesante! Y otra novela que no conocía y que me llevo bien apuntada. Gracias!
ResponderEliminarBesotes!!!
pues no conocía esta novela pero me interesa muchísimo ese estilo tan "punk" que describes en su redacción. Ya era hora que empezara a reconocerse y a practicarse una literatura un poco más vanguardista. A ver si con este estilo se consiguen atraer a nuevos lectores y lectoras de unas generaciones que parece que lo único que leen es el whatsApp.
ResponderEliminarUna excelente reseña de una novela rompedora.