POESÍA ESENCIAL
Título: Poesía esencial.
Autor: Miguel Hernández (1910-1942) nació en Orihuela en el seno de una familia humilde. Desde una formación prácticamente autodidacta, y en diez años escasos, logró resumir las estéticas de su época en una poesía entusiasta y bella, combativa y humanista. Tras dejar el pastoreo de su tierra natal y otros modestos oficios, se trasladó a Madrid en busca de trabajo. Allí entabló relación con Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda y José María Cossío, entre otros escritores. Durante la Guerra Civil de 1936-1939 combatió en las filas de la república en distintos frentes y viajó a un famoso congreso de teatro celebrado en Moscú. Poeta-escritor, poeta-culterano, poeta- social, poeta-soldado, poeta-prisionero, su vida cruzó por zonas de dramática sombra, convirtiendo buena parte de sus escritos en grave testimonio de nuestro tiempo. Tras una condena a muerte conmutada, murió enfermo, en la cárcel de Alicante en 1942. (Fuente: Alianza Editorial).
Editorial: Alianza Editorial.
Idioma: castellano.
Sinopsis: la obra de Miguel de Hernández viene a ser ejemplo y síntesis de la historia de la poesía española en su período más fecundo del siglo XX. Las distintas tendencias de la lírica de los años treinta fueron cultivadas por este poeta que no dejó nunca de imprimir su huella personal, con metáfora relampagueante, hiriente y luminosa. El gran interés que sigue despertando la poesía de Miguel Hernández justifica la edición de su Poesía esencial, una antología preparada por Jorge Urrutia, catedrático de literatura por la Universidad Carlos III de Madrid. Un volumen que se convirtió en un libro mítico durante la Transición y que Alianza Editorial ha vuelto a publicar en una edición cuidada a la altura del 75 aniversario de la muerte del poeta del pueblo. (Fuente. Alianza Editorial).
Su lectura me ha parecido: intensa, atemporal, sobresaliente, directa, social, sin barroquismos, absolutamente necesaria...Queridos lectores y lectoras, la presión casi puede conmigo. No es que haya estado especialmente atareada estas últimas semanas, y aunque un tremendo constipado haya ralentizado la actividad en el blog, tengo que confesaros que por fin he sabido lo que es enfrentarse a un verdadero reto. Ya se que a lo largo de estos últimos años han desfilado por Jimena de la Almena novelas escritas por ilustres escritores y escritoras, cuya fama ha perdurado a lo largo del tiempo hasta tornarse finalmente en universal. Pero creerme cuando os digo que, en el caso del libro que hoy tengo el inmenso placer de reseñar, la redacción ha sido especialmente dura. Por un lado, lo más evidente, por primera vez nos enfrentamos a un libro de poesía, por lo que el trabajo de documentación y de lectura ha sido especialmente abundante. Por no hablar de que, al ser esta la primera vez, no tenía muy claro por que cauces debía discurrir la crítica literaria de un libro como este. Son tantos los temas que surgen al respecto que cuesta darles un sentido y un orden dentro del caos.Y por otro lado, la importancia de su autor. Todavía se me pone la piel de gallina al recordar la potencia de algunos de sus versos, pero sobre todo, no puedo obviar la rabia que sentí, siento y sentiré al respecto y aún más tras leer este volumen. Los motivos son obvios, es triste que una voz tan viva como la de Miguel Hernández se apagase tan pronto y de forma tan injusta. Por todo ello, no podía permanecer al margen, como si han permanecido innumerables instituciones, las cuales no se han dignado a homenajear al poeta alicantino este año en el que se cumplía el 75 aniversario de su muerte. En Jimena de la Almena, y desde el respeto más absoluto, iniciamos una nueva andadura reseñando por primera vez un libro de poesía, y lo hacemos a lo grande, a la altura de uno de los poetas más lúcidos y tristemente ninguneados de la historia de la literatura española. Poesía esencial: una estremecedora, valiente y atemporal denuncia social.
La historia de como este poemario llegó a mis manos y a mi vida es bien sencilla. Sin embargo, y para hacerle verdadera justicia a su autor, debemos comenzar por el verdadero principio, que no es otro que el día en el que descubrí la historia de Miguel Hernández. Fue en el instituto, y a decir verdad, tampoco es que el profesor nos ofreciese todos los detalles. Estábamos prácticamente a punto de acabar el curso, y como suele pasar en este país, hay ciertos temas que se quedan en el tintero y que no llegan a explicarse correctamente en clase. Y en el caso de la asignatura de Lengua Castellana no es ninguna excepción. A partir de ahí y gracias al interés que había suscitado aquella breve explicación, empecé en mi casa a mirar por internet y a buscar cosas relacionadas con Miguel Hernández. El resultado de todo aquello ya os lo podéis imaginar. Me entusiasmó saber que el poeta alicantino, de formación prácticamente autodidacta, había sido miembro de la generación del 27, pero una profunda tristeza me invadió cuando supe que Miguel Hernández había muerto en la Cárcel de Alicante, privado de su libertad simplemente por haber combatido en el bando Republicano y por mantenerse fiel a sus ideas. Fue entonces cuando la impotencia se apoderó de mi cuando entonces, como quien no quiere la cosa, fui consciente de que su figura, al igual que la de muchos otros coetáneos, había sido escondida, ocultada e injustamente ignorada por todos, y no solo por cierto sector de la clase política. Años más tarde, mientras cursaba tercero de carrera, Miguel Hernández volvió a aparecer ante mis ojos, esta vez como testimonio, pues, sus poemas fundamentalmente podían, según me explicaron en clase, contextualizarnos y darnos una idea de cual era el ambiente en el que se movía el autor alicantino, en plena Guerra Civil y sin perder nunca esa critica social. Pero lo cierto es que en aquel momento, supongo que por temas relacionados con otras asignaturas, no pude dedicarle a Miguel Hernández un poco de mi tiempo, ni siquiera para leer alguno de esos poemas tan famosos. Menos mal que, al cabo de un tiempo, y gracias a un enorme sentimiento de culpa, acabé por adentrarme de lleno en su lírica. Gracias a Alianza Editorial, pude hacerme con un ejemplar muy especial que bajo el título Poesía esencial, aglutina cuidadosamente alguno de los poemarios más importantes del autor. Solo gracias a esta aproximación tan directa pude entender como Miguel Hernández sigue despertando admiración entre los lectores asiduos o no de poesía, así como, por desgracia, el rechazo de cierto sector rancio dentro de la sociedad española. Ha pasado mucho tiempo desde aquel primer contacto con Miguel Hernández, cierto, pero ha sido la lectura de sus poemas lo que me ha permitido conocer mejor al autor y al contexto que le toco desafortunadamente vivir.
Antes de adentrarnos en la crítica propiamente dicha, me gustaría comentar que al ser este el primer libro de carácter poético que reseñamos en el blog y tratándose de quien es su autor, he optado por realizar una reseña más ceñida al contenido de los poemas y a la biografía de Miguel Hernández. Seguramente esta no sea la mejor forma de reseñar un volumen de poesía, pero a fin de cuentas, creo que la magia de la poesía reside en lo que logra transmitir y menos en las normas de creación de ésta. Una vez dicho esto, comencemos por decir que esta recopilación de poemas del gran Miguel Hernández presenta una lectura amena, sosegada, pero capaz de ponerte los pelos de punta en cada verso, llegando sentir verdadera impotencia en ocasiones y tranquilidad en otras. En lo que respecta a la lectura, he de recomendaros algo, nunca leáis un libro de poesía como si se tratase de una novela. De hecho, si lo leéis de esa forma corréis el riesgo de que el libro acabe de nuevo en la estantería y no reposando sobre la mesita de noche. La poesía, al menos desde mi experiencia, es mejor leerla poco a poco, sin prisa, y si es alternando su lectura con otro libro, mejor que mejor. En mi caso, lo que hacía era tenerla siempre a mano mientras leía otros libros, novelas en concreto, y cuando me apetecía, adentrarme en él, leía los poemas que quisiera, pararme, entender lo que el poeta acaba de decir y cerrar el libro hasta la próxima vez. No intentéis leeros un libro como Poesía esencial rápidamente y de golpe, pues, no se os quedará nada, ni siquiera el recuerdo de su lectura. Centrándonos en la obra que contiene este volumen hay que comentar que en Poesía esencial no encontramos toda la producción lírica de Miguel Hernández, sino la que probablemente sea la más importante a nivel popular, la que todo el mundo recuerda y que coincide, sin lugar a dudas, con la que provoca mayor controversia y admiración al mismo tiempo. En él no encontraréis ni sus primeros poemas de inspiración barroca ni el famoso Perito en Lunas, pero si los poemarios El rayo que no cesa, Viento del pueblo, El hombre acecha, Cancionero y romancero de ausencias y lo que es más interesante, algunos poemas sueltos no incluidos en estos poemarios que cronológicamente se enmarcan entre 1935-1936 y 1936-1939. Esta decisión de escoger estos poemarios y dejar fuera los de su primera etapa es obviamente deliberada y la respuesta la encontraremos, si hemos estado atentos, en la sinopsis del libro, algo de lo que ya hablaremos largo y tendido en el apartado reflexivo. En cuanto a los poemas en si, el lector se topará con una amplitud de temas tan universales como particulares, surgidos de la urgencia del contexto en el que Miguel Hernández los creó. El amor, la tristeza, la muerte, la pobreza o la injusticia adquieren un matiz nuevo al convergerse a la perfección con una durísima, y nada complaciente critica social hacia la realidad de su tiempo. En sus poemas, Miguel Hernández se atrevió a criticar la explotación infantil, la pobreza en el campo, la falta de confianza en la juventud o las condiciones del proletariado. E incluso en sus últimos años, mientras permanecía preso, tuvo el empuje de hablar de las duras condiciones de los presos políticos en las cácreles franquistas. Así mismo, también tuvo palabras para Ramón Sijé, Pablo Neruda, la Pasionaria, Raúl González Tuñón, Vicente Aleixandre e incluso para el mismísimo Benito Mussolini, al cual destina sus versos más duros. Tampoco se olvida de la Guerra Civil Española, como tampoco de los que participaron en ella defendiendo a la República, incluyendo a las Brigadas Internacionales. Y como no podía ser de otra forma, su esposa Josefina Manrresa y su hijo, tan presentes en el póstumo Cancionero y romancero de ausencias, ocupan buena parte de ese último aliento de vida y de esperanza. Hablar de la poesía de Miguel Hernández es hablar de un contexto histórico concreto de la historia de España, de hecho, es posible rastrear ciertos muchos sociales, culturales e ideológicos de aquel país dividido, pues además queda espacio en sus versos para el debate de las dos Españas, que lo caracterizaron. Estos poemas describen un periodo histórico, pero también, justifican que a Miguel Hernández se convirtiese en el poeta del pueblo, pues, sin más pretensiones que las de denunciar la situación por la que su país, su adorado país al fin y al cabo, estaba pasando, hizo llegar sus sencillos versos a todo el mundo, incluso a los más humildes. Por todo ello, y aunque se que me he quedado corta a la hora de exponer algunos de los aspectos más reseñables de Poesía esencial, podemos considerar este libro como un inquebrantable testimonio proveniente de uno de los episodios más traumáticos de nuestra historia, pero también, un ejemplo de lo poco que hemos cambiado en cuestiones muy concretas.
Obviamente y como no podía ser de otra manera, en este último párrafo no puedo dejar pasar la oportunidad de plasmar una de las inquietudes que ha estado rondándome por la cabeza desde que finalicé la lectura de este libro. Como ya he comentado en líneas anteriores, la importancia de este libro no sólo radica en la figura de su autor, Miguel Hernández, también en un pequeño detalle que aparece mencionado en la sinopsis de la contraportada. En ella se nos dice que esta antología fue elaborada por Jorge Urrutia, Catedrático de Literatura de la Universidad Carlos III, y Leopoldo de Luís, poeta, crítico y amigo personal de Miguel Hernández. Y que bajo el título Obra poética completa, se convirtió en un libro mítico durante la Transición. Hoy, 2017, Alianza lo reedita bajo otro título, Poesía esencial, con la participación de nuevo de Jorge Urrutia, coincidiendo con el 75 aniversario de la muerte del poeta. ¿Casualidad? Evidentemente no, de ahí que una servidora piense que incluso la selección de poemas que contiene la antología no ha sido producto del azar. En tiempos de la Transición se comenzaron a reeditar muchos de aquellos libros que durante la dictadura franquista habían sido prohibidos, algo de lo que la obra poética de Miguel Hernández no se libró. Por ello y porque el contexto social urgía de esa recuperación, la edición de la Obra poética completa llevada a cabo por Jorge Urrutia y Leopoldo de Luís tuvo su espacio y un público que no dudó en responder leyendo aquellos poemas considerados tan peligrosos por los franquistas y tan revolucionarios por esa nueva generación que podría las bases de la democracia en España. Por ello es lógico que aquel volumen se convirtiese en un libro mítico de aquellos tiempos, que de alguna forma se rendía el homenaje, póstumo por desgracia, a un poeta cuya memoria y trayectoria había sido enterrada y durante cuarenta años olvidada por muchos. Sin embargo, el panorama cambia cuando retornamos al presente, al año 2017, a un convulso 2017 en donde institucionalmente nadie se ha acordado de Miguel Hernández. Solo en Orihuela, pueblo natal de Miguel Hernández, el actual gobierno de la Generalitat Valenciana y en algunos centros culturales, especialmente en las bibliotecas públicas, repartidas a lo largo del territorio español, se han producido los homenajes pertinentes. Pero a nivel nacional, el gobierno ha permanecido en silencio, un silencio sepulcral que evidencia dos cosas: una, que no le importa la cultura, y dos, que en los tiempos que sigue siendo incómodo hablar de Miguel Hernández. ¿La razón? Que al igual que García Lorca, Miguel Hernández fue víctima de una guerra cruenta y de la posterior política franquista que lo condenó casi al olvido. Además, por si la cosa no fuera más grabe, el mensaje de Miguel Hernández rezuma actualidad, versos que se escribieron en los años 30 bien podrían referirse a cuestiones que suceden hoy en día, sobre todo en el ámbito político, cuando el poeta alicantino hablaba de ese otro "choque de trenes". Parece ser que para el gobierno homenajear su figura es abrir viejas heridas, triste pero cierto. Prefieren seguir haciéndose los tontos a escuchar esos versos cargados de verdad y lucidez. No les gusta que les lleven la contraria y menos que alguien, desde el pasado, les diga que están equivocados. En Poesía esencial, Miguel Hernández nos narra su vida y sus ideas a través del bello arte de la poesía, un legado que debería reivindicarse siempre, aunque exista quien pretenda boicotearlo con el arma más mortífera de todas, el silencio. Poesía esencial: delicadeza, contundencia, claridad, rabia, impotencia, pasión, sinceridad...Lectura obligatoria tanto en lo académico como en lo cotidiano.
Versos favoritos:
"Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes."
"Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, nadie."
Película/Canción: aunque se debería poner remedio inmediatamente esta injusticia con una película sobre la figura de Miguel Hernández, hoy nos despedimos, como no podía ser de otra manera con el gran Joan Manuel Serrat y su interpretación musicalizada del inmortal poema "Nanas de la cebolla".
¡Un saludo, a seguir leyendo y felices fiestas!
Cortesía de Alianza Editorial
La historia de como este poemario llegó a mis manos y a mi vida es bien sencilla. Sin embargo, y para hacerle verdadera justicia a su autor, debemos comenzar por el verdadero principio, que no es otro que el día en el que descubrí la historia de Miguel Hernández. Fue en el instituto, y a decir verdad, tampoco es que el profesor nos ofreciese todos los detalles. Estábamos prácticamente a punto de acabar el curso, y como suele pasar en este país, hay ciertos temas que se quedan en el tintero y que no llegan a explicarse correctamente en clase. Y en el caso de la asignatura de Lengua Castellana no es ninguna excepción. A partir de ahí y gracias al interés que había suscitado aquella breve explicación, empecé en mi casa a mirar por internet y a buscar cosas relacionadas con Miguel Hernández. El resultado de todo aquello ya os lo podéis imaginar. Me entusiasmó saber que el poeta alicantino, de formación prácticamente autodidacta, había sido miembro de la generación del 27, pero una profunda tristeza me invadió cuando supe que Miguel Hernández había muerto en la Cárcel de Alicante, privado de su libertad simplemente por haber combatido en el bando Republicano y por mantenerse fiel a sus ideas. Fue entonces cuando la impotencia se apoderó de mi cuando entonces, como quien no quiere la cosa, fui consciente de que su figura, al igual que la de muchos otros coetáneos, había sido escondida, ocultada e injustamente ignorada por todos, y no solo por cierto sector de la clase política. Años más tarde, mientras cursaba tercero de carrera, Miguel Hernández volvió a aparecer ante mis ojos, esta vez como testimonio, pues, sus poemas fundamentalmente podían, según me explicaron en clase, contextualizarnos y darnos una idea de cual era el ambiente en el que se movía el autor alicantino, en plena Guerra Civil y sin perder nunca esa critica social. Pero lo cierto es que en aquel momento, supongo que por temas relacionados con otras asignaturas, no pude dedicarle a Miguel Hernández un poco de mi tiempo, ni siquiera para leer alguno de esos poemas tan famosos. Menos mal que, al cabo de un tiempo, y gracias a un enorme sentimiento de culpa, acabé por adentrarme de lleno en su lírica. Gracias a Alianza Editorial, pude hacerme con un ejemplar muy especial que bajo el título Poesía esencial, aglutina cuidadosamente alguno de los poemarios más importantes del autor. Solo gracias a esta aproximación tan directa pude entender como Miguel Hernández sigue despertando admiración entre los lectores asiduos o no de poesía, así como, por desgracia, el rechazo de cierto sector rancio dentro de la sociedad española. Ha pasado mucho tiempo desde aquel primer contacto con Miguel Hernández, cierto, pero ha sido la lectura de sus poemas lo que me ha permitido conocer mejor al autor y al contexto que le toco desafortunadamente vivir.
Antes de adentrarnos en la crítica propiamente dicha, me gustaría comentar que al ser este el primer libro de carácter poético que reseñamos en el blog y tratándose de quien es su autor, he optado por realizar una reseña más ceñida al contenido de los poemas y a la biografía de Miguel Hernández. Seguramente esta no sea la mejor forma de reseñar un volumen de poesía, pero a fin de cuentas, creo que la magia de la poesía reside en lo que logra transmitir y menos en las normas de creación de ésta. Una vez dicho esto, comencemos por decir que esta recopilación de poemas del gran Miguel Hernández presenta una lectura amena, sosegada, pero capaz de ponerte los pelos de punta en cada verso, llegando sentir verdadera impotencia en ocasiones y tranquilidad en otras. En lo que respecta a la lectura, he de recomendaros algo, nunca leáis un libro de poesía como si se tratase de una novela. De hecho, si lo leéis de esa forma corréis el riesgo de que el libro acabe de nuevo en la estantería y no reposando sobre la mesita de noche. La poesía, al menos desde mi experiencia, es mejor leerla poco a poco, sin prisa, y si es alternando su lectura con otro libro, mejor que mejor. En mi caso, lo que hacía era tenerla siempre a mano mientras leía otros libros, novelas en concreto, y cuando me apetecía, adentrarme en él, leía los poemas que quisiera, pararme, entender lo que el poeta acaba de decir y cerrar el libro hasta la próxima vez. No intentéis leeros un libro como Poesía esencial rápidamente y de golpe, pues, no se os quedará nada, ni siquiera el recuerdo de su lectura. Centrándonos en la obra que contiene este volumen hay que comentar que en Poesía esencial no encontramos toda la producción lírica de Miguel Hernández, sino la que probablemente sea la más importante a nivel popular, la que todo el mundo recuerda y que coincide, sin lugar a dudas, con la que provoca mayor controversia y admiración al mismo tiempo. En él no encontraréis ni sus primeros poemas de inspiración barroca ni el famoso Perito en Lunas, pero si los poemarios El rayo que no cesa, Viento del pueblo, El hombre acecha, Cancionero y romancero de ausencias y lo que es más interesante, algunos poemas sueltos no incluidos en estos poemarios que cronológicamente se enmarcan entre 1935-1936 y 1936-1939. Esta decisión de escoger estos poemarios y dejar fuera los de su primera etapa es obviamente deliberada y la respuesta la encontraremos, si hemos estado atentos, en la sinopsis del libro, algo de lo que ya hablaremos largo y tendido en el apartado reflexivo. En cuanto a los poemas en si, el lector se topará con una amplitud de temas tan universales como particulares, surgidos de la urgencia del contexto en el que Miguel Hernández los creó. El amor, la tristeza, la muerte, la pobreza o la injusticia adquieren un matiz nuevo al convergerse a la perfección con una durísima, y nada complaciente critica social hacia la realidad de su tiempo. En sus poemas, Miguel Hernández se atrevió a criticar la explotación infantil, la pobreza en el campo, la falta de confianza en la juventud o las condiciones del proletariado. E incluso en sus últimos años, mientras permanecía preso, tuvo el empuje de hablar de las duras condiciones de los presos políticos en las cácreles franquistas. Así mismo, también tuvo palabras para Ramón Sijé, Pablo Neruda, la Pasionaria, Raúl González Tuñón, Vicente Aleixandre e incluso para el mismísimo Benito Mussolini, al cual destina sus versos más duros. Tampoco se olvida de la Guerra Civil Española, como tampoco de los que participaron en ella defendiendo a la República, incluyendo a las Brigadas Internacionales. Y como no podía ser de otra forma, su esposa Josefina Manrresa y su hijo, tan presentes en el póstumo Cancionero y romancero de ausencias, ocupan buena parte de ese último aliento de vida y de esperanza. Hablar de la poesía de Miguel Hernández es hablar de un contexto histórico concreto de la historia de España, de hecho, es posible rastrear ciertos muchos sociales, culturales e ideológicos de aquel país dividido, pues además queda espacio en sus versos para el debate de las dos Españas, que lo caracterizaron. Estos poemas describen un periodo histórico, pero también, justifican que a Miguel Hernández se convirtiese en el poeta del pueblo, pues, sin más pretensiones que las de denunciar la situación por la que su país, su adorado país al fin y al cabo, estaba pasando, hizo llegar sus sencillos versos a todo el mundo, incluso a los más humildes. Por todo ello, y aunque se que me he quedado corta a la hora de exponer algunos de los aspectos más reseñables de Poesía esencial, podemos considerar este libro como un inquebrantable testimonio proveniente de uno de los episodios más traumáticos de nuestra historia, pero también, un ejemplo de lo poco que hemos cambiado en cuestiones muy concretas.
Obviamente y como no podía ser de otra manera, en este último párrafo no puedo dejar pasar la oportunidad de plasmar una de las inquietudes que ha estado rondándome por la cabeza desde que finalicé la lectura de este libro. Como ya he comentado en líneas anteriores, la importancia de este libro no sólo radica en la figura de su autor, Miguel Hernández, también en un pequeño detalle que aparece mencionado en la sinopsis de la contraportada. En ella se nos dice que esta antología fue elaborada por Jorge Urrutia, Catedrático de Literatura de la Universidad Carlos III, y Leopoldo de Luís, poeta, crítico y amigo personal de Miguel Hernández. Y que bajo el título Obra poética completa, se convirtió en un libro mítico durante la Transición. Hoy, 2017, Alianza lo reedita bajo otro título, Poesía esencial, con la participación de nuevo de Jorge Urrutia, coincidiendo con el 75 aniversario de la muerte del poeta. ¿Casualidad? Evidentemente no, de ahí que una servidora piense que incluso la selección de poemas que contiene la antología no ha sido producto del azar. En tiempos de la Transición se comenzaron a reeditar muchos de aquellos libros que durante la dictadura franquista habían sido prohibidos, algo de lo que la obra poética de Miguel Hernández no se libró. Por ello y porque el contexto social urgía de esa recuperación, la edición de la Obra poética completa llevada a cabo por Jorge Urrutia y Leopoldo de Luís tuvo su espacio y un público que no dudó en responder leyendo aquellos poemas considerados tan peligrosos por los franquistas y tan revolucionarios por esa nueva generación que podría las bases de la democracia en España. Por ello es lógico que aquel volumen se convirtiese en un libro mítico de aquellos tiempos, que de alguna forma se rendía el homenaje, póstumo por desgracia, a un poeta cuya memoria y trayectoria había sido enterrada y durante cuarenta años olvidada por muchos. Sin embargo, el panorama cambia cuando retornamos al presente, al año 2017, a un convulso 2017 en donde institucionalmente nadie se ha acordado de Miguel Hernández. Solo en Orihuela, pueblo natal de Miguel Hernández, el actual gobierno de la Generalitat Valenciana y en algunos centros culturales, especialmente en las bibliotecas públicas, repartidas a lo largo del territorio español, se han producido los homenajes pertinentes. Pero a nivel nacional, el gobierno ha permanecido en silencio, un silencio sepulcral que evidencia dos cosas: una, que no le importa la cultura, y dos, que en los tiempos que sigue siendo incómodo hablar de Miguel Hernández. ¿La razón? Que al igual que García Lorca, Miguel Hernández fue víctima de una guerra cruenta y de la posterior política franquista que lo condenó casi al olvido. Además, por si la cosa no fuera más grabe, el mensaje de Miguel Hernández rezuma actualidad, versos que se escribieron en los años 30 bien podrían referirse a cuestiones que suceden hoy en día, sobre todo en el ámbito político, cuando el poeta alicantino hablaba de ese otro "choque de trenes". Parece ser que para el gobierno homenajear su figura es abrir viejas heridas, triste pero cierto. Prefieren seguir haciéndose los tontos a escuchar esos versos cargados de verdad y lucidez. No les gusta que les lleven la contraria y menos que alguien, desde el pasado, les diga que están equivocados. En Poesía esencial, Miguel Hernández nos narra su vida y sus ideas a través del bello arte de la poesía, un legado que debería reivindicarse siempre, aunque exista quien pretenda boicotearlo con el arma más mortífera de todas, el silencio. Poesía esencial: delicadeza, contundencia, claridad, rabia, impotencia, pasión, sinceridad...Lectura obligatoria tanto en lo académico como en lo cotidiano.
Versos favoritos:
"Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes."
"Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, nadie."
Película/Canción: aunque se debería poner remedio inmediatamente esta injusticia con una película sobre la figura de Miguel Hernández, hoy nos despedimos, como no podía ser de otra manera con el gran Joan Manuel Serrat y su interpretación musicalizada del inmortal poema "Nanas de la cebolla".
¡Un saludo, a seguir leyendo y felices fiestas!
Cortesía de Alianza Editorial
se me han puesto los pelos de punta con tu reseña. Me encanta Miguel Hernandez, es mi poeta de cabecera, no sé que es lo que tiene pero siempre consigue que se me salten las lagrimas con su cancionero y romancero de ausencias, que la sangre me hierva en vientos del pueblo o que el hombre acecha me ponga triste por la maldad del hombre y de la guerra. además de su enorme calidad literaria su vida es un ejemplo de integridad y generosidad. Ciertamente el sobrenombre de "poeta del pueblo" es más que merecido, nadie como él ha sabido plasmar y luchar por los más débiles. Es el poeta de la gente normal, de la que siempre paga las consecuencias de las decisiones de los poderosos. Él es el referente verdadero de todo aquél que de verdad quiera ser revolucionario.
ResponderEliminarpor todo esto felicitarte por acordarte de él en el 75 aniversario de su muerte, algo que por desgracia ha pasado inadvertido para un gobierne de déspotas y mangantes, pero los niños yunteros de hoy, los que sufrimos los males nos acordaremos siempre de él.
una reseña excelente de un poeta que murió demasiado joven.
Hace cuarenta y tantos años J.M Serrat nos trajo a Miguel Hernandez a Colombia cuando eramos unos adolescentes y desde entonces forma parte de nuestra identidad
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