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martes, 22 de mayo de 2018

RESEÑA: Los sauces.

LOS SAUCES

Título: Los sauces.

Autor: Algernon Henry Blackwood (Londres, 1869 - 1951) era hijo de un empleado administrativo del servicio postal del Reino Unido. A lo largo de su vida residió en Inglaterra, Alemania, Rusia, Canadá y Estados Unidos, desempeñando diversas ocupaciones. Hacia 1905 se estableció en Inglaterra, donde empezó a cultivar la literatura espectral. La bibliografía del autor ofrece una lista de catorce novelas y ciento setenta y siete cuentos de género fantástico y afines. Sólo en vida de Blackwood aparecieron veintiuna colecciones de sus relatos: la primera de ellas, La casa vacía, en 1906. Desde 1900 fue miembro de la organización ocultista Hermeric Order of the Golden Dawn (Orden hermética del Alba Dorada), adoptando el lema mágico Umbram Fugat Veritas (La verdad hace huir a las sombras). Es por ello que el ocultismo, como tema, está muy presente en gran parte de su producción literaria, al igual que la apelación romántica a los tradicionales espíritus elementales de la naturaleza. (Fuente: Hermida Editores).


Editorial: Hermida Editores.

Idioma: inglés.

Traductor: Oscar Mariscal.

Sinopsis: publicado por primera vez de forma independiente en castellano, Los sauces es considerado por la crítica el mejor libro de Blackwood. También lo fue para Lovecraft, quien dijo del autor que nadie se había acercado "a la habilidad, seriedad y minuciosa fidelidad con la que registra las insinuaciones de anormalidad en ciertos objetos y experiencias ordinarios, detalle a detalle, las sensaciones y percepciones completas experimentadas en el tránsito de la realidad a la vivencia o la visión preternaturales." Algunos comentaristas sostienen que el meollo de la obra de ficción de Blackwood es la confrontación del hombre moderno de la época postracidicionalista con aterradoras fuerzas naturales o sobrenaturales. (Fuente: Hermida Editores).

Su lectura me ha parecido: sencilla, intensa, breve, perturbadora, con una trama y un tema para nada originales, con una intencionalidad novedosa, aterradora en ciertos pasajes, escalofriante con forme vas llegando al final...Hay libros que no necesitan presentación. Así de claro. Ni sinopsis, ni resumen, ni notas del autor, ni prólogo, ni epílogo, ni citas de la crítica especializada...Nada, absolutamente nada. Esto no ocurre con todos los libros, pues, en la mayoría de los casos el factor sorpresa desmerecería a una narración que ya de por si no lo exige dada su simplicidad o previsible trama. Con esos libros si que es necesario que los editores se afanen por difundir sinopsis, confiar ejemplares a los expertos o incluso montar toda una campaña de marqueting en la que inevitablemente se revelan algunos aspectos del libro en cuestión. Todo por los lectores, todo por los beneficios. El guardián entre el centeno, escrito por el norteamericano J. D. Salinger y publicado en el año 1951 fue un caso excepcional, un libro que se distribuyó y vendió sin una sinopsis por deseo expreso del propio autor.  ¿El resultado? Uno de los libros más famosos, polémicos y leídos de la historia. Y parte de ese éxito no sólo se debe al talento del escritor que lo plasmó sobre el papel, también al desconocimiento previo de la historia. Quien se adentra en El guardián entre el centeno lo hace sin una red que frene su caída, zambulléndose en aguas desconocidas. Su sola fama y el boca a boca bastaron, eso si, ningún lector se atreverá a revelaros de que trata la novela de Salinger, pues además de compleja, resulta imposible determinar una síntesis de la historia protagonizada por Holden Caulfield. El libro que hoy tengo el placer de reseñar, al igual que El guardián entre el centeno, no necesita ser destripado por una sinopsis en la contraportada, ni por la opinión de periodistas culturales, ni por un constante bombardeo publicitario a través de las redes sociales. Sólo basta con varias citas de uno de los grandes del terror, las de Lovecraft, para adentrarnos en su lectura sin orientación alguna, salvo la de que estamos, según el autor de Mitos de Cthulhu, ante uno de los mejores relatos de terror preternatural. Los sauces: el viaje del héroe más siniestro a través de los peligros de la naturaleza.

Los sauces han estado presentes en ciertos momentos cruciales de mi vida. El primer recuerdo que tengo relacionado con un sauce es siendo una niña jugando en el patio interior de la conocida como Finca Roja. Mi madre trabajaba allí y muchas tardes la esperaba acompañada de algún adulto (en mi memoria sólo están mis abuelos maternos). Unas veces estaba yo sola, pero otras, una de mis primas se venía y juntas jugábamos sin parar. En ese jardín, justo en una de sus partes más visibles, había un gran sauce llorón, cuyas ramas y hojas me sirvieron en más de una ocasión como escondite perfecto durante los juegos de la infancia. Conseguía perderme en su inmensidad y me inventaba todo tipo de historias relacionadas con ese árbol. Mi imaginación por aquellos años estaba en plena ebullición y siempre que volvía a la Finca Roja tenía que refugiarme en su envolvente copa para dejarme llevar. Por la misma época, los fines de semana, mis padres me llevaban a un parque en el que había columpios, un minigolf, una pista de patinaje, otra de skateboard y un lago artificial lleno de renacuajos. En dicho lago había pequeñas islitas con sauces a las cuales se podía acceder a través de piedras clavadas en el suelo que servían de puente. Más de una vez acabé con los pies mojados, pero no dudaba en cruzar y en contemplar como sus ramas caían en el agua por la fuerza de la gravedad. Me parecía en aquellos momentos de inocencia una imagen tan hermosa como hipnótica. Tanto es así que dicho recuerdo todavía persiste en la retina y en mi selecta memoria. Muchos años después, ya en el instituto, los sauces se convirtieron en el paisaje de mi adolescencia. Frente a la puerta del centro, varios de estos árboles se alzaban sobre los estudiantes, imponentes, testigos de muchos nervios, inseguridades, descubrimientos y conversaciones antes de entrar a clase. En más de una ocasión he de confesar que he deseado esconderme tras ellos, sobre todo en los días que había exámenes, incluso me he sorprendido jugueteando con alguna de sus hojas. Como habéis podido comprobar, los sauces han sido protagonistas de algunos de mis mejores (y peores también) recuerdos, y no es de extrañar que con el paso del tiempo haya aprendido a apreciarlos, hasta el punto de que a día de hoy considero al sauce mi árbol favorito. Así que, en cierto sentido, estaba de algún modo predestinada a acabar leyendo Los sauces. Un libro que no llegó a mis manos por mi especial relación con dichos árboles, sino como consecuencia de la lectura de El terror en la literatura de H.P. Lovecraft. Su entusiasmo por el texto y la crítica que en este fundamental ensayo realiza consiguieron que me picase la curiosidad. Una curiosidad que más pronto que tarde se materializó en la edición de Hermida Editores que a día de hoy contempla el comedor desde una de las estanterías de mi adorada librería. ¿Me gustó? ¿Qué sentí durante su lectura? ¿Me hizo temblar de miedo? ¿Suscitó alguna importante reflexión? La respuesta a estas y otras preguntas, en el siguiente párrafo.


En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaremos apuntando que Los sauces, aunque en Hermida Editores lo hayan publicado como un libro independiente, en realidad se podría definir más bien como cuento o relato, dado el breve número de páginas que presenta. Una vez aclarado este tema tan importante, iniciaremos nuestra reseña diciendo que Los sauces presenta una lectura muy fácil, sencilla, amena pero en la que, como en todo relato de terror, el autor parece detener su narración, pausarla, para que el lector tenga unos segundos para interiorizar lo que ha leído y sentirse parte de la historia. Esto ya lo hacían con anterioridad las maestras y maestros del género, sin embargo, con Blackwood, encontramos, además de estos momentos de reposo típicos del terror, una fuerza narrativa muy intensa que te toca, te roza, te acaricia con la punta de los dedos. Y cuando eso sucede, cuando sientes el contacto de un ente extraño sobre tu piel, entonces empieza en algunos casos el verdadero miedo o el inicio de las reflexiones internas. En mi caso, y os tengo que ser sincera, me provocó más meditación que miedo. Sin embargo, no os voy a negar que en ciertos momentos de la historia me he sentido ligeramente identificada con ese tipo de horror del que Blackwood nos habla en este relato. La trama que se narra en Los sauces no puede ser más típica, de ahí que haya comentado en el primer párrafo que no me parece la trama más original del mundo. Blackwood narra la expedición en canoa de dos amigos, los cuales nunca sabremos su nombre (el protagonista y su compañero, del que sólo se revela que es sueco) por el Danubio, desde su nacimiento en la Sevla Negra hasta su desembocadura. El río fluye imparable en su descenso, poblado de pequeñas islas fluviales plagadas de Sauces, en una de las cuales, los protagonistas hacen noche. Es en aquel lugar donde ambos experimentarán un terror nunca antes vivido y que tiene mucho que ver con la soledad y con los peligros que entraña la naturaleza en toda su expresión. Esta trama, queridas lectoras y lectores, ya la usaron infinidad de autores mucho antes del nacimiento de Blackwood. La odisea de Homero sin ir más lejos narra un viaje, durante el cual, el protagonista deberá enfrentarse a mil aventuras y peligros para conseguir llegar sano y salvo a su hogar junto a su adorada esposa Penélope y su hijo Telémaco. Pero tal vez el texto que más se le parezca a Los sauces, al menos en cuanto a intencionalidad, es El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, pues, al igual que Blackwood, Conrad utilizó la idea del viaje (a lo largo de un río además) para explicar el lado oscuro del hombre y los límites de la maldad. En cuanto a estilo Los sauces es diferente, pero me atrevería a asegurar que el escritor inglés parece haber tomado como inspiración directa la obra más importante de Conrad. Si en lo que respecta a la trama carece de originalidad, ésta la hallamos en el momento en el que el lector se da cuenta de que no está ante El corazón de las tinieblas. ¿Y como lo consigue? gracias a que Blackwood  está especializado en el género del terror y a la intención que se esconde detrás del relato, la cual suscita una reflexión con la que podemos sentirnos más o menos identificados y que dista mucho de la que Conrad expone en su novela. Por último, no debemos pasar por alto la capacidad sensorial que Los sauces transmite, algo que el autor logra por medio de una ambientación tan embaucadora como perturbadora. Con pocas palabras Blackwood consigue que formes parte de la expedición, que huelas a tierra mojada, que puedas humedecer los dedos en las aguas del Danubio, que sientas el viento en tu cara, que tus pies se llenen de barro o que te asustes  ante el mínimo ruido procedente de los sauces. En definitiva y por ir finalizando la redacción de este párrafo, diremos que Los sauces es un relato de terror que narra un viaje fluvial por tierras extrañas para los protagonistas, un viaje que, al igual que el Danubio, transcurre con rapidez hasta desembocar en un final tan extraño como aterrador.


Reflexionando detenidamente tras la lectura de Los sauces me he dado cuenta de una cosa, y es que es posible que en este relato escrito a principios de siglo XX tenga cabida una interpretación para nada descabellada en relación con lo que se narra, pero sobre todo, con el contexto en el que éste ve la luz. Los sauces se publicó en el año 1907, una fecha sin duda importante, pues 1907 cronológicamente se podría incluir fuera del periodo victoriano (pues la Reina Victoria I de Inglaterra murió en el año 1901) y por tanto en las décadas de crisis de la era imperialista, pero al mismo tiempo, 1907 todavía queda ligeramente lejos de los principales acontecimientos que protagonizarían el siglo XX y que tendrían lugar tan sólo unas décadas después. Por tanto, Los sauces aparece en un limbo cronológico entre el esplendor del reinado de Victoria I (revolución industrial, expansión imperialista, descubrimientos científicos, edad de plata de las letras inglesas...) y el terremoto que el mundo experimentaría en pocos años (I Guerra Mundial, Crack del 29, II Guerra Mundial, Guerra Fría...). Un limbo que no es baladí y que a Blackwood, según mi humilde opinión, le sirvió para atemorizar con sus relatos y para plantear una obviedad: que el mundo está cambiando y que el esplendor del pasado ya era historia. En la biografía que hemos adjuntado del autor, Lovecraft se refiere a Los sauces como "el mejor relato de terror preternatural", un término que sin duda a muchos nos suena a chino, pero que tiene su explicación. Con "preternatural", Lovecraft se refiere a todo aquello que está afuera o más allá de lo natural. Comúnmente solemos usar este término de otra forma y referirnos a algo como "sobrenatural" en lugar de "preternatural". Los ángeles por ejemplo son "preternaturales", al igual que los vampiros, los hombres lobo o incluso los zombies. Todas y cada una de estas criaturas están dotados de poderes "preternaturales", es decir, que exceden lo natural, la razón, lo que cada uno de nosotros concebimos como racional. En Los sauces, este elemento "preternatural" aparece en forma de árboles, de insectos, de animales, de río, de grutas, de caminos.. En definitiva, en forma de territorio virgen nunca antes perturbado por la presencia del hombre. Y es en ese hecho tan crucial, el de dotar a la naturaleza de poderes preternaturales, donde encontramos el quid de la cuestión y la posible interpretación del relato. Cuando los afables excursionistas se adentran en ese lugar en el que salvo ellos no ha estado antes, las fuerzas de la naturaleza actúan en consecuencia, provocando una sensación de angustia y desasosiego tremendos, tanto en los protagonistas como en el lector. Aquí no hay fantasmas, ni monstruos, ni criaturas fantásticas de ningún tipo. Es la propia naturaleza en su estado más puro la que acaba determinando la historia y esa sensación de sentirse sola o solo en el mundo y ante lo desconocido. Con estos elementos ¿podría Los sauces ser una crítica al imperialismo? ¿Podría Blackwood estar diciendo que ese tiempo ha pasado y que todo ese afán expansionista se está volviendo en contra de quienes en su momento apostaron por invadir territorios, abolir culturas propias e instaurar su modelo de nación (europea y blanca) sobre países enteros? No se si he acertado o si mis conclusiones han acabado yéndose por otros derroteros, pero yo lo dejo ahí, pues es gracias a estas reflexiones donde reside el poder de un buen libro. Los sauces: una historia de soledad, paisajes fluviales, miedo, incertidumbre, perturbación de la paz...Un relato perfecto para los amantes del género, capaces de apreciar el intrincado mecanismo de la literatura de terror.

Frases o párrafos favoritos:

"La soledad de aquel lugar de acampada en medio del Danubio...¿podré olvidarla algún día? ¡La sensación de hallarme completamente solo en un planeta vacío!"

Película/Canción: ante la ausencia de la primera, he optado por adjuntar la siguiente pieza épica que me ha acompañado durante la redacción de esta reseña:


¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Hermida Editores

3 comentarios:

  1. Pues no conocía ni el libro ni a su autor. Me apunto bien el título, que pinta bastante bien.
    Besotes!!!

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  2. Este tengo que indagarlo. No me atrevo a decir que sí directamente.
    Besos.

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  3. un relato muy interesante, me ha dado tu reseña muchas ganas de leerlo, pues no lo conocía y por otro lado, comentar, que me identifico mucho con lo que comentas que experimentan los protagonistas de esta historia. Cualquiera que acostumbre a ir de ruta, sabe lo aterrador que puede ser un entorno natural desconocido.
    una reseña muy interesante

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