CHOCOLAT
Título: Chocolat.
Autor: Joanne Harris (Yorkshire 1964), de madre francesa y padre inglés estudió en el St. Catherine´s College de Cambridge. Durante algún tiempo trabajó como contable y fue bajista de un grupo de jazz, hasta que decidió dedicarse a enseñar literatura francesa, actividad que dejó para dedicarse de lleno a la creación literaria. En 1992 vio la luz su primera novela, The Evil Seed, a la que posteriormente le siguieron Sleep y Pale Sister. Años más tarde obtuvo el reconocimiento unánime de crítica y público con Chocolat, una historia sobre el miedo, la culpa y el odio, pero también sobre la tolerancia, el derecho a la diferencia y la libertad. En el año 1999 publicó Vino Mágico, ambientada también en Lansquenet, donde se ambienta Chocolat. Harris a su vez autora de libros como La Abadía de los Acróbatas, Cinco Cuartos de Naranja o Juego de Caballeros.
Editorial: Círculo de Lectores (aunque se puede encontrar en la editorial Debolsillo en las librerías).
Idioma: inglés.
Traductor: no lo pone.
Sinopsis: cansadas de la vida itinerante, Vianne y su pequeña hija Anouk se instalan en un pueblo del sudoeste francés, dónde abren un establecimiento que en pocos días despertará a las gentes del lugar de su anodino letargo. Praline Vianne reparte consuelo, sueños y felicidad envuelta en apetitosas delicias de chocolate, pero su dulce quehacer indigna al párroco del pueblo, quien, atrapado entre el odio y la fascinación, trata de combatir el influjo de la forastera en una lucha que desvela secretos, miedos y debilidades.
Su lectura me ha parecido: sencilla, ágil, amena, concisa, entretenida, ligera, no muy tediosa, sugestiva en ocasiones, desapercibida en otras...Tal vez este libro, que hoy tengo el placer de reseñar y sobretodo daros a conocer, sea uno de esos extraordinarios casos en los que su lectura pasa totalmente desapercibida para una mayoría considerable de lectores, salvo claro está, para una generación algo más mayor que la de una servidora. Digamos que este libro ha pasado en los últimos años ciertamente desapercibido, en parte, creo que porque ha sido absorbido, y en cierto modo ensombrecido, por la atractiva adaptación cinematográfica. Seguro que muchos de vosotros la habréis visto alguna tarde de sábado a las cuatro de la tarde, en la que Jonny Deep y Juliette Binoche brillan en todo su esplendor, y de seguro que alguno, al finalizar, no pudo evitar dirigirse al armario, sacar la tableta de chocolate, y devorarla con un apetito casi desmedido. Hay casos, y en este se cumple a la perfección, que la correspondiente adaptación cinematográfica sea incluso mejor que el libro, eso esta claro. Sin embargo, pienso que cuando sucede eso, debemos prestar atención también a la novela que inspiró dicha adaptación, sobretodo para entender el por qué de este fenómeno. Puede que el director y todo el equipo tuvieron un gran acierto con la película, pero también puede deberse al echo de que el libro no sea tan maravilloso como aparenta o como la película en cuestión trata de transmitirnos. Los que hayáis leído la novela sabréis de lo que os estoy hablando, y hablando claro, mi opinión es que se debe a lo segundo, sin lugar a dudas. Bueno, sin entretenerme más de la cuenta os presento a Chocolat: la original idea tristemente desperdiciada.
La historia de como Chocolat llegó a acompañarme en mis largas noches de lectura fue del todo sencilla. Dicho libro, estuvo presente en mi memoria desde que tengo uso de razón, pues, que yo recuerde, nunca se movió de aquel hueco en la estantería del comedor desde que mis padres lo adquirieron en su momento gracias a una puntual suscripción al Círculo de Lectores. Recuerdo que de pequeña lo sostenía entre mis manos y miraba con intriga aquella extraña portada azul intenso, simulando una tela de terciopelo, coronada con dos ángeles bastante perturbadores y feos posando sus azulados y sorprendidos ojos en una taza de chocolate caliente acompañada de un bombón que parecía llamarme desesperadamente en busca de su dueño, del afortunado que lograse catarlo. La verdad sea dicha, la portada no era la más bonita del mundo, sin embargo, el título, Choclat, incitaba a que aquella tarde me apeteciese merendar algo dulce y a ser posible, como no, que contuviese chocolate, aunque fuese en una pequeña proporción. La verdad es que fueron muchas las veces que ese libro abandonó temporalmente su lugar en la estantería para posarse durante unos eternos segundos en mis manos, esperando a que una servidora se dignase a hincarle el diente. Al final, y tras muchas intentonas frustradas, accedí a leerme el libro. No recuerdo muy bien en que momento de mi vida fue, ni de que mes era, ni si hacía frío o calor; lo único que recuerdo es esa sensación amarga de cuando descubres que un libro que podría haber sido algo más que una simple lectura. Más tarde, visualizando la adaptación cinematográfica, fue cuando me eché las manos a la cabeza.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaré diciendo que Chocolat es una lectura ágil, recreativa en ocasiones, rápida en otras, que puede llegar a enganchar al lector si lo que busca es una novela sin complicaciones ni frases exageradamente retóricas. Seguidamente, en cuanto al tema de la construcción de los personajes es bastante acertada en cuanto a su psicología y toda la carga argumental que llevan consigo, en este sentido tengo que destacar muy positivamente el papel de Vianne, el cual me parece muy clásico y profundo al mismo tiempo, el de Armande, el personaje más entrañable de la novela, y por supuesto el de Monsieur Reynaud, que para mi gusto es el mejor del libro, representando esas contradicciones entre la fe y el placer en unos diálogos en primera persona muy interesantes y en ocasiones hasta divertidos. Por otro lado, Chocolat es una novela que plantea debates pertinentes y que dan mucho de si, sin embargo, estos se ven perturbados por la baja calidad literaria de la novela, demasiado sencilla y ligera, lo cual bajo mi punto de vista, impide al lector a la hora de formularse una idea de los debates que plantea la novela, pasando de este modo desapercibidos. Es evidente, y cualquiera que haya leído el libro lo sabe, que el tema principal de Chocolat se las trae en cuanto a planteamientos extra literarios, no obstante, es una pena que la autora no haya ayudado a asentarlos de una forma más interesante y no a través de una forma de escribir bastante ligera para mi gusto. Finalmente, y no se nos puede pasar por algo que Chocolat parece estar homenajeando o emulando, espero sinceramente que sea lo primero, a un gran clásico dentro de esta gastro-literatura, hablo como no del famoso Como Agua para Chocolate. Las semejanzas entre un libro y otro saltan a la vista y lo que parece que pretendió Joanne Harris en su momento con Chocolat fue crear esa misma atmósfera semimágica en la que la comida sirve como cohesión entre sentimientos, personajes, aptitudes... En definitiva, ¿estamos ante un pequeño reconocimiento o ante una afortunada oportunidad para ganar reconocimiento a costa de una idea original anterior? La respuesta, os la dejo a vosotros, queridos lectores y lectoras.
Centrándonos en este punto de la reseña en abordar las principales reflexiones que la lectura, en este caso de Chocolat, ha logrado transmitirme, la verdad es que no sabía en un principio muy bien por donde comenzar. Sin embargo, y atendiendo a lo evidente, he decidido no guiar mi reflexión hacia lo que parece evidente en este libro, no hacia el tema más evidente, sino hacia un elemento que aparece en el libro que me parece sumamente importante a la vez que revelador. En el libro, existe una pugna constante entre el poder eclesiástico y municipal del pueblo de Lansquenet-sur-Tannes contra una pequeña comunidad gitana que habita a las afueras del lugar, señalados por todo el mundo y discriminados por ser sencillamente diferentes, o eso creen sus habitantes hasta que Vianne, en un ejercicio ejemplar de tolerancia y de solidaridad, acompañado siempre del más delicioso de los chocolates, inicia esa paulatina y ardua tarea para que los habitantes del pequeño lugar vean a sus vecinos como amigos o compañeros, y no como enemigos aceerimos, el pecado echo hombre y mujer. Curiosamente, y más con los últimos y terribles sucesos acontecidos hace ya dos semanas casi, asistimos a la fervescencia de un debate nada nuevo, sino que viene de lejos, de muy lejos, pero que sin embargo, se nos presenta en formato literario de vez en cuando para recordarnos que debemos ser más tolerantes con las personas ya no sólo de otra raza, también de otra religión, de otra etnia, de otra orientación sexual, de otras costumbres...Y nunca sucumbir a los prejuicios ni a la generalización. En el caso de Chocolat, la intolerancia reinaba en Lansquenet-sur-Tannes, que, ¡sorpresa!, estamos hablando de Francia, por lo que el debate todavía sigue candente, incluso en aquellos años , los 90, en los que la novela veía su luz por vez primera. En resumidas cuentas, desde aquí opino que Francia tiene una cuenta pendiente con su política de integración y que novelas como Chocolat nos ayudan a no caer en el terrible error de sucumbir a la intolerancia y el temor a lo diferente, demostrando que, en este caso a través de la gastronomía (algo que por otro lado es realmente significativo), se puede crear una armonía entre hombres y mujeres que al fin y al cabo, son todos de Lansquenet-sur-Tannes, todos son franceses. Chocolat: una historia de amor, dulzura, amistad, respeto, temores, pecados, rechazo, corazón, pasión, aceptación...La novela que pudo haber sido, pero que se quedó en formato de cinta de sobremesa en nuestra memoria para siempre.
Frases o párrafos favoritos:
"En los buenos tiempos y en los malos, en la penuria y en la abundancia, los habitantes se aferraban a sus tradiciones, hasta que un día de invierno que empezaba a soplar viento del norte, cas cosas empezaron a cambiar."
Película/Canción: como ya es de todos conocido en el año 2000 se estrenó Chocolat de la mano de Lasse Hallström con las interpretaciones de Juliette Binoche (El paciente inglés), Jonny Deep (Piratas del Caribe) y Judi Dench (Shakespeare in Love). La película tuvo una acogida magnánima por parte de la critica, estando incluso nominada a los Oscar en las categorías de mejor actriz, mejor actriz de reparto, mejor guión adaptado y mejor película.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
La historia de como Chocolat llegó a acompañarme en mis largas noches de lectura fue del todo sencilla. Dicho libro, estuvo presente en mi memoria desde que tengo uso de razón, pues, que yo recuerde, nunca se movió de aquel hueco en la estantería del comedor desde que mis padres lo adquirieron en su momento gracias a una puntual suscripción al Círculo de Lectores. Recuerdo que de pequeña lo sostenía entre mis manos y miraba con intriga aquella extraña portada azul intenso, simulando una tela de terciopelo, coronada con dos ángeles bastante perturbadores y feos posando sus azulados y sorprendidos ojos en una taza de chocolate caliente acompañada de un bombón que parecía llamarme desesperadamente en busca de su dueño, del afortunado que lograse catarlo. La verdad sea dicha, la portada no era la más bonita del mundo, sin embargo, el título, Choclat, incitaba a que aquella tarde me apeteciese merendar algo dulce y a ser posible, como no, que contuviese chocolate, aunque fuese en una pequeña proporción. La verdad es que fueron muchas las veces que ese libro abandonó temporalmente su lugar en la estantería para posarse durante unos eternos segundos en mis manos, esperando a que una servidora se dignase a hincarle el diente. Al final, y tras muchas intentonas frustradas, accedí a leerme el libro. No recuerdo muy bien en que momento de mi vida fue, ni de que mes era, ni si hacía frío o calor; lo único que recuerdo es esa sensación amarga de cuando descubres que un libro que podría haber sido algo más que una simple lectura. Más tarde, visualizando la adaptación cinematográfica, fue cuando me eché las manos a la cabeza.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaré diciendo que Chocolat es una lectura ágil, recreativa en ocasiones, rápida en otras, que puede llegar a enganchar al lector si lo que busca es una novela sin complicaciones ni frases exageradamente retóricas. Seguidamente, en cuanto al tema de la construcción de los personajes es bastante acertada en cuanto a su psicología y toda la carga argumental que llevan consigo, en este sentido tengo que destacar muy positivamente el papel de Vianne, el cual me parece muy clásico y profundo al mismo tiempo, el de Armande, el personaje más entrañable de la novela, y por supuesto el de Monsieur Reynaud, que para mi gusto es el mejor del libro, representando esas contradicciones entre la fe y el placer en unos diálogos en primera persona muy interesantes y en ocasiones hasta divertidos. Por otro lado, Chocolat es una novela que plantea debates pertinentes y que dan mucho de si, sin embargo, estos se ven perturbados por la baja calidad literaria de la novela, demasiado sencilla y ligera, lo cual bajo mi punto de vista, impide al lector a la hora de formularse una idea de los debates que plantea la novela, pasando de este modo desapercibidos. Es evidente, y cualquiera que haya leído el libro lo sabe, que el tema principal de Chocolat se las trae en cuanto a planteamientos extra literarios, no obstante, es una pena que la autora no haya ayudado a asentarlos de una forma más interesante y no a través de una forma de escribir bastante ligera para mi gusto. Finalmente, y no se nos puede pasar por algo que Chocolat parece estar homenajeando o emulando, espero sinceramente que sea lo primero, a un gran clásico dentro de esta gastro-literatura, hablo como no del famoso Como Agua para Chocolate. Las semejanzas entre un libro y otro saltan a la vista y lo que parece que pretendió Joanne Harris en su momento con Chocolat fue crear esa misma atmósfera semimágica en la que la comida sirve como cohesión entre sentimientos, personajes, aptitudes... En definitiva, ¿estamos ante un pequeño reconocimiento o ante una afortunada oportunidad para ganar reconocimiento a costa de una idea original anterior? La respuesta, os la dejo a vosotros, queridos lectores y lectoras.
Centrándonos en este punto de la reseña en abordar las principales reflexiones que la lectura, en este caso de Chocolat, ha logrado transmitirme, la verdad es que no sabía en un principio muy bien por donde comenzar. Sin embargo, y atendiendo a lo evidente, he decidido no guiar mi reflexión hacia lo que parece evidente en este libro, no hacia el tema más evidente, sino hacia un elemento que aparece en el libro que me parece sumamente importante a la vez que revelador. En el libro, existe una pugna constante entre el poder eclesiástico y municipal del pueblo de Lansquenet-sur-Tannes contra una pequeña comunidad gitana que habita a las afueras del lugar, señalados por todo el mundo y discriminados por ser sencillamente diferentes, o eso creen sus habitantes hasta que Vianne, en un ejercicio ejemplar de tolerancia y de solidaridad, acompañado siempre del más delicioso de los chocolates, inicia esa paulatina y ardua tarea para que los habitantes del pequeño lugar vean a sus vecinos como amigos o compañeros, y no como enemigos aceerimos, el pecado echo hombre y mujer. Curiosamente, y más con los últimos y terribles sucesos acontecidos hace ya dos semanas casi, asistimos a la fervescencia de un debate nada nuevo, sino que viene de lejos, de muy lejos, pero que sin embargo, se nos presenta en formato literario de vez en cuando para recordarnos que debemos ser más tolerantes con las personas ya no sólo de otra raza, también de otra religión, de otra etnia, de otra orientación sexual, de otras costumbres...Y nunca sucumbir a los prejuicios ni a la generalización. En el caso de Chocolat, la intolerancia reinaba en Lansquenet-sur-Tannes, que, ¡sorpresa!, estamos hablando de Francia, por lo que el debate todavía sigue candente, incluso en aquellos años , los 90, en los que la novela veía su luz por vez primera. En resumidas cuentas, desde aquí opino que Francia tiene una cuenta pendiente con su política de integración y que novelas como Chocolat nos ayudan a no caer en el terrible error de sucumbir a la intolerancia y el temor a lo diferente, demostrando que, en este caso a través de la gastronomía (algo que por otro lado es realmente significativo), se puede crear una armonía entre hombres y mujeres que al fin y al cabo, son todos de Lansquenet-sur-Tannes, todos son franceses. Chocolat: una historia de amor, dulzura, amistad, respeto, temores, pecados, rechazo, corazón, pasión, aceptación...La novela que pudo haber sido, pero que se quedó en formato de cinta de sobremesa en nuestra memoria para siempre.
Frases o párrafos favoritos:
"En los buenos tiempos y en los malos, en la penuria y en la abundancia, los habitantes se aferraban a sus tradiciones, hasta que un día de invierno que empezaba a soplar viento del norte, cas cosas empezaron a cambiar."
Película/Canción: como ya es de todos conocido en el año 2000 se estrenó Chocolat de la mano de Lasse Hallström con las interpretaciones de Juliette Binoche (El paciente inglés), Jonny Deep (Piratas del Caribe) y Judi Dench (Shakespeare in Love). La película tuvo una acogida magnánima por parte de la critica, estando incluso nominada a los Oscar en las categorías de mejor actriz, mejor actriz de reparto, mejor guión adaptado y mejor película.
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Hey, no me llama mucho pero muchas gracias por la reseña, besos :3
ResponderEliminarNo he leido la novela ni tampoco he visto la pelicula.¿Me lo recomiendas? no me llama mucho.
ResponderEliminarVi la película y me encantó y creo que el libro también me gustará. Gracias por la reseña
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirlo con nosotros Jimena. Te confieso que aun no lo he leído, ni tan siquiera visto la peli, y eso que ambos son muy conocidos. Primero voy a leer el libro, me gusta leer primero, y después, veré la peli. Muchos besos
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarQué casualidad, hace muy poco he visto la película y me gustó, y "Como agua para chocolate" lo tenía en el punto de mira para leerlo pronto. Pero no tenía ni idea que este tenía una trama "similar" o por lo menos inspirada por el anterior.
Gracias por tu reseña, besos
No he leído el libro aún y por esta razón aún no he visto la peli. Pero por lo que cuentas, quizás al final me quede con la peli solo.
ResponderEliminarBesotes!!!
no conocía este libro, pero el tema es tan topico que parece que conozca la novela. Ciertamente es interesante que se plantee la posivilidad de unir a personas de diferente raza, sexo, religión, cultura etc con algo tan prosaico como los pasteles de chocolate, pero tal vez esa sea la solción a los problemas de la intolerancia y el no- reconocimiento, pensar en todo lo que nos une como seres humanos, pues al final todos respiramos el mismo aire, que lo que nos separa.
ResponderEliminarUna reseña muy interesante y de una gran calidad.
la peli me encantó. No sabía que era un libro. Ahora lo mismo le doy una oportunidad
ResponderEliminarHola! Yo vi la película hace tiempo pero la verdad se que me dan tantas ganas de comer chocolate que no la puedo ver más, jajajaja! El libro no lo he leído, porque me enteré que existía después de ver la película, así que ahora ya no se si lo haré, ya se verá!
ResponderEliminarGran reseña como siempre!
Un saludo!
Ahora que lo dices el título me suena, sí.
ResponderEliminarBesos.