LA SERPIENTE DE ESSEX
Título: La serpiente de Essex.
Autor: Sarah Perry (Essex 1979) es doctora en Escritura Creativa por la Royal Holloway de la Universidad de Londres, y ha sido escritora residente de la Gladstone´s Library y de la Ciudad de la Literatura en Praga. Su primera novela, After me comes the flood (2014), recibió numerosos premios, pero ha sido La serpiente de Essex, ganadora del British Book Award en 2016 y que se traducirá a más de quince idiomas, la que la ha situado como una de las jóvenes autoras británicas más destacadas de la actualidad. (Fuente: Siruela).
Editorial: Siruela.
Idioma: inglés.
Traductor: Carlos Jiménez Arribas.
Sinopsis: al enviudar, Cora Seaborne decide empezar una nueva vida con tanta tristeza como alivio: su matrimonio no era feliz y nunca encajó en el papel de esposa perfecta. Acompañada por su hijo, deja Londres para trasladarse a la campiña inglesa en busca del refugio que necesitan. Sin embargo, allí corren rumores que aseguran que la mítica serpiente de Essex, que en pasado se arrastraba por los pantanos reclamando vidas humanas, ha vuelto a la región. Cora, naturalista aficionada, está segura de que la bestia es en realidad una especie desconocida de ofidio, pero William Ransome, el vicario local vive convencido de que la criatura es el castigo por alejarse de la fe verdadera. Aunque diametralmente opuesta, la concepción del mundo de Cora y Will será, contra todo pronóstico, lo que haga confluir sus destinos. (Fuente: Siruela).
Su lectura me ha parecido: interesante, muy original, algo densa en cuanto a su estilo, reveladora, misteriosa, científica, gótica...Queridos lectores y lectoras, ya es un hecho, la moda literaria del 2018 es lo gótico, y en especial, el gótico victoriano. Ya lo avanzaron algunos de los libros que más éxito en ventas han tenido durante las pasadas navidades y lo han confirmado tanto las más prestigiosas editoriales del país como las más independientes en los catálogos de este año. Los lectores no sólo asistiremos a la reedición de algunos de los clásicos del género, también a rescates editoriales, edición de libros recopilatorios, publicación de estudios históricos sobre la época, a la reedición de alguna biografía que otra e incluso a la presencia de auténticos revivals literarios, en donde escritores y escritoras actuales nos cuentan historias ficticias ambientadas en esa época, en la Inglaterra del XIX. Hay quien ha querido buscar el por qué de este resurgimiento en dos importantes aniversarios: por un lado el de los 200 años de la publicación del Frankenstein de Mary Shelley y por otro los 200 del nacimiento de una de las escritoras más ilustres que ha dado la literatura universal, Emily Brontë. Aunque ya se haya dicho prácticamente todo sobre la novela de Shelley y aunque la figura de la más famosa de las hermanas Brontë despierte admiración y críticas a partes iguales, lo que está claro es que ambas contribuyeron a asentar las bases de un estilo tan perturbador y hermoso que, como podemos comprobar, sigue despertando el interés de los lectores del siglo XXI. La novela que hoy tengo el placer de reseñar se publicó en 2016 y en España salió a la venta en el último trimestre del 2017, convirtiéndose por sus características en uno de esos textos premonitorios de lo que vendría tras las navidades. Un libro que, aunque de complicada lectura, logra captar la esencia del XIX británico en todos los sentidos. La serpiente de Essex: el bárbaro homenaje a toda una época.
La historia de como este libro llegó a mis manos y a mi estantería es bien sencilla. Aunque para ser sinceros, la verdad es que en un primer momento La serpiente de Essex no logró despertar tanta curiosidad. Cuando ojeé por encima el catalogo de novedades que traía la editorial Siruela para la recta final del año me pareció a simple vista un libro de contrastes. Por un lado, la edición es indiscutiblemente bonita, casi igualita a la edición británica de este mismo libro. De hecho, sólo por eso, el libro ya inspiraba cierta confianza, por lo que es probable que atrajera a muchos lectores. Pero por el otro, la sinopsis de la novela no acabó por convencerme del todo. Me encanta leer libros ambientados en el XIX, pero, la historia en si, tan concreta y a priori tan científica no logró cautivarme, por lo que lo dejé pasar por un tiempo. Sin embargo, y a medida que iban pasando los meses iba viendo como muchos críticos y blogers se habían puesto manos a la obra opinando sobre La serpiente de Essex. Fue entonces, y más bien por curiosidad, cuando me puse a leer algunas. Las había extensas, breves, concisas, incluso de las que me gustan a mi, esas que prestan atención a detalles más allá de la propia lectura de la novela en cuestión. Pero todas, absolutamente todas coincidían en una cosa: en la división de opiniones. Era tal la disparidad entre unos críticos y otros que me pareció algo realmente extraordinario. Los libros nunca son perfectos, eso es así, y cuando encuentras bastantes puntos de vista tan diferentes entre siempre he creído que es porque el libro merece la pena. Por ello, y aunque como os he contado antes en un principio La serpiente de Essex no me llamó lo suficiente la atención, acabé sucumbiendo a esa inquietud que de vez en cuando aparece cuando menos te imaginas. Gracias a Siruela logré hacerme con un ejemplar de La serpiente de Essex, y aunque reconozco que me hizo mucha ilusión ver aquella edición tan ciudada entre mis manos, tardé un tiempo en iniciar su lectura, y cuando lo hice, descubrí el por qué de tanta discusión y debate entorno a esta novela de Sarah Perry.
En lo que respecta a la crítica propiamente dicha, comenzaremos diciendo que el estilo de esta novela es tal vez lo que haya declinado la balanza hacia un lado o hacia otro, dependiendo de los gustos literarios del lector en concreto. Cuando he dicho antes que este 2018 nos encontraremos algunas novelas que homenajean al estilo gótico tan típico de principios del XIX que tuvo su propio desarrollo durante la llamada era victoriana me he quedado corta. La serpiente de Essex es no sólo un acercamiento temático y narrativo a esa época, sino una inmersión total. En otras palabras, cuando el lector se adentra en esta novela tiene la sensación de que no está leyendo el típico best seller de turno, sino algo extraño, anómalo, hasta exótico si me apuras. Estás leyendo a Dickens y a Bram Stoker al mismo tiempo. Ya lo rezaba la publicidad de esta novela diciendo que La serpiente de Essex podía ser la perfecta simbiosis entre los autores, aventurándose con la posibilidad de que si hubiesen querido, ambos habrían escrito esta novela. En La serpiente de Essex no hay un castillo en lo alto de una montaña, ni fantasmas, ni tenebrosos cementerios, pero si una criatura que siembra el terror y una exhaustiva descripción de la sociedad del XIX. Una novela muy del estilo de Stoker con toques dikensianos. Dejando a un lado esa estrategia de marketing, lo que está claro es que este libro, por ese estilo tan parecido a como se escribían las novelas en el XIX, es una rara avis dentro del mercado editorial. En un momento en el que lo fácil y rápido es lo que manda, La serpiente de Essex irrumpe con fuerza y encima con una notable acogida por parte de los lectores. Por tanto, lo que ha hecho Sarah Perry en esta novela es muy difícil, combinar investigación histórica con un cuidadísimo y victoriano estilo, algo que no debe pasar desapercibido en los tiempos que corren. Ahora, a la pregunta de si La serpiente de Essex me ha decepcionado como lectura, para nada, aunque tengo que reconocer que en ocasiones ese estilo tan bien cuidado se volvía en contra de la propia historia cuando la autora se pasa varias páginas de descripciones. Adoro leer buenas descripciones, pero en el momento en el que estas ejercen la función de "relleno", le hacen un flaco favor a lo que el escritor o escritora en cuestión nos quiere contar. En cuanto a la trama, lo cierto es que a pesar de que pueda parecer tediosa a primera vista, lo cierto es que al final resulta ser uno de los aspectos atractivos de la novela. Perry convierte temas tan poco atractivos como puede ser la investigación científica, en concreto la biología y la paleontología, a finales del siglo XIX en Inglaterra o el eterno debate entre ciencia y religión en oro puro en manos del lector, aunque ya os digo que algunas partes de la novela esta potencia se pierde, resultando una lectura irregular en ese sentido. Entre las cosas que más me han gustado de La serpiente de Essex es el personaje de Cora Seaborne, tan maravilloso como odioso, tan fuerte, tan independiente, tan profundo, tan incansable, tan inteligente, tan sincero...Con este personaje Perry ha hecho un gran trabajo, tanto se me acaban los adjetivos para referirme a su arrolladora personalidad. Por lo contrario, el personaje de William Ransome me parece de lo más insípido. Sin duda es una oportunidad desperdiciada por la autora, pues, los personajes que están tan cerca de las creencias religiosas literariamente dan mucho juego y en La serpiente de Essex no lo ha sabido hilvanar correctamente. Finalmente, destacar dos cosas. En primer lugar, el formidable trabajo de documentación e investigación que hay detrás de esta novela y la posterior capacidad de la autora para recrear atmósferas del pasado tan envolventes como misteriosas, todo muy típico y habitual, como no podía ser de otra forma, de la literatura gótica del XIX. Y en segundo lugar, a través de esta novela, la autora lanza un mensaje muy claro contra la ignorancia y la superstición que, amparadas por la iglesia, se han seguido y se siguen produciendo en muchos lugares del mundo.
La serpiente de Essex, además de abordar temas como el eterno enfrentamiento entre razón y fe o los numerosos avances científicos que se están produciendo a velocidad de vértigo, también ensalza la figura de las mujeres dentro de este ámbito. Todos conocemos a Charles Darwin, naturalista inglés que, además de emprender uno de los viajes más apasionantes e importantes para la investigación científica a bordo del Beagle, escribió El origen de las especies. Un libro cuya importancia es capital, incluso a día de hoy, pues en él Darwin aborda teorías sobre la transmutación de las especies, la selección natural y por supuesto las ideas evolucionistas. Estas últimas, sin duda fueron las que más controversia suscitaron, sobre todo en los ámbitos eclesiásticos, tanto que se catalogó a El origen de las especies como libro prohibido. Incluso a día de hoy, en algunos estados de Estados Unidos por ejemplo, está prohibido la lectura en los colegios del libro de Darwin y en España, sin ir más lejos, sucede tres cuartos de lo mismo en los colegios religiosos. Para la iglesia el que alguien demostrase científicamente que el hombre no lo creó Dios sino que viene del mono desmontaría ese particular "monopolio" de la fe que durante siglos han defendido e impuesto socialmente. En fin, todos conocemos a Darwin y su importante aportación a la historia, pero, ¿alguien conoce a Maria Sibylla Merian? Nadie ¿verdad? Lo suponía. Mucho antes de que Charles Dawin escribiese El origen de las especies, en 1647 nacía en la capital holandesa una mujer que acabaría convirtiéndose en la madre de la etnomología moderna, es decir, la ciencia que estudia los insectos. Gracias a sus escritos, acompañados por excepcionales y muy detallados dibujos que ella misma realizaba, se atrevió a hablar de la metamorfosis. En aquella época se creía que los insectos eran el resultado de una "generación espontánea en el lodo en putrefacción" una idea que se remonta a Aristóteles y que había llevado a la iglesia a referirse a los insectos como "bestias del Diablo". Merian demostró a los 28 años con su libro La oruga, la maravillosa transformación y extraña alimentación floral que los insectos no venían del lodo, sino que se reproducen y experimentan un desarrollo desde su nacimiento hasta la edad adulta, una transformación llamada metamorfosis que en insectos como la oruga es bastante espectacular. Al describir y dibujar cada una de las fases por las que el insecto pasaba, desde el nacimiento, pasando por el capullo y su conversión en una efímera mariposa, Merian asentaba las bases de un estudio pionero. Fue una de las primeras mujeres en, al igual que Darwin, formar parte de expediciones científicas a Surinam, América del Sur, en donde descubrió, clasificó y dibujó una serie de insectos y plantas hasta entonces desconocidas. Su clasificación de las mariposas nocturnas y diurnas (mariposas-capillas y mariposas-lechuzas) sigue en vigor hoy en día, al igual que la palabra alemana "Vogelspinne" (araña pájaro) está inspirada en uno de sus grabados. Maria Sibylla Merian fue madre de las pintoras Johanna Helena Herolt y Dorothea Maria Graff, las cuales continuaron su camino pero evidentemente influenciadas por el trabajo de su madre. El ejemplo de Maria Sibylla Merian nos tiene que hacer pensar y ser conscientes de que a lo largo de la historia muchas mujeres han dedicado parte o su vida entera a estos estudios y que lamentablemente, en la actualidad, muy pocas son reconocidas. Como Cora Seaborne, protagonista de La serpiente de Essex, hubo mujeres naturalistas, mujeres biólogas, mujeres que atraídas por el amor a la naturaleza hicieron grandes descubrimientos, mujeres que por la cuenta que nos traen, merecen ser recordadas, homenajeadas, rescatadas del olvido al que por machismo fueron condenadas. La serpiente de Essex: una historia de perseverancia, valentía, ignorancia, religión, ciencia, paisajes cenagosos, debates...Una oda al siglo XIX desde las primeras décadas del XXI.
Frases o párrafos favoritos:
"Se guarecían entre los restos de un clíper que había embarrancado allí hacía una semana, y lo habían reducido a cuatro palos negros clavados en la arena que parecían el costillar de algún mastodonte ahogado, y los turistas lo llamaban Leviathan."
Película/Canción: como no existen noticias de una posible adaptación literaria a la vista, os adjunto la pieza que me ha ido acompañando durante la redacción de esta reseña. Totalmente inspiradora:
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Siruela
Ains, qué alegría ver este libro por aquí. Lo quería desde que lo vi este verano en Inglaterra (por cierto, la edición británica es mucho, mucho más bonita) y por fin ha caído en forma de regalo estas navidades. Prontito me pondré con él, aunque lo que comentas de la irregularidad y que el estilo es un poco denso y pesado ya lo había leído en alguna otra opinión. A ver qué me encuentro.
ResponderEliminar¡Una reseña estupenda! ¡Besote!
Hola! No conocía el libro pero no termina de atraerme mucho su argumento así que no creo que me anime con él. Maravillosa y completa reseña como siempre.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues habrá que tenerlo en cuenta!
ResponderEliminarBesotes
No conocía esta novela, pero es interesante esta moda que nos comentas, a ver si, por fin, en este nuevo siglo nos parece algún Poe, un Hoffmann o alguien que sea capaz de aterrorizarnos con palabras como hacían los autores del romanticismo más gótico.
ResponderEliminarUna excelente reseña y una gran labor la de darnos a conocer a esta importante científica holandesa
Una reseña perfecta, como siempre. Aunque esta vez no creo que me anime. Me asusta esa densidad, creo que no llegaría a disfrutar con esta lectura.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias por la reseña. Creo que esta obra de Perry no es el tipo de lectura que me atrae. Saludos!
ResponderEliminarHola Jimena. Resulta interesante cómo Sarah Perry escribe la novela. Ella busca reflejar los finales del siglo XIX y llega al punto de utilizar el mismo estilo literario. Quizás sea por eso que en ocasiones lo ves tedioso o ves las descripciones aburridas. La autora se está ateniendo a los cánones del realismo en la literatura. Dickens, Balzac, Víctor Hugo y compañia utilizan este recurso en sus novelas, con descripciones casi fotográficas.
ResponderEliminarEl punto y foco de atención es Cora y todos los demás personajes gravitan en torno a ella. Y en el caso de William Ransome, tú lo asumes como un hombre insípido. Mi opinión es que es lo opuesto de Cora en carácter. Allí donde Cora es un mar embravecido, Will es una tranquila laguna. Por eso Cora se enamora de él. Es su refugio. Sabe que con él no habrán sobresaltos, ni malos tratos, a diferencia de con Michael.
No sé si lo notaste; pero cada personaje es un reflejo de uno de los aspectos de la sociedad inglesa de esa época. Luke Garret es la muestra de los avances médicos, Cora, el agente de cambio en el campo de las Ciencias Naturales, que tuvo un vuelco muy grande con la publicación de La Teoría de las Especies de Darwin. Quizás la Perry quiso imprimir esa reacción tan tormentosa en el carácter de su protagonista. Marta es el reflejo de las nuevas ideas marxistas y de reforma social y Will es el resumen del complejo panorama que, a nivel teológico existía en la religión cristiana, que en un inicio rechaza de plano la teoría de Darwin ( en la cena, Cora y él se oponen en criterios sobre la serpiente) pero luego algunos presentan una duda razonable el ¿pudiese ser? (Will a medida que va conociendo a Cora va comprendiendo su forma de pensar e inevitablemente va poniéndose en sintonía con ella) En fin ya esta es como la cuarta ves que me he leído el libro y reamente lo sigo encoantrando fascinante ada vez. Sobre todo cuando lo leo en inglés. Yo con las traducciones honestamente no puedo. Besos