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viernes, 23 de noviembre de 2018

RESEÑA: El fantasma de la Ópera.

EL FANTASMA DE LA ÓPERA

Título: El fantasma de la Ópera.

Autor: Gaston Leroux (1868-1927). Periodista y prolífico escritor. Alcanzó uno de sus mayores éxitos en los campos de la novela de terror y de misterio. Entre sus obras más famosas, además de El fantasma de la Ópera - conocida en todo el mundo gracias a sus numerosas versiones para el cine y el escenario -, cabe mencionar El misterio del cuarto amarillo, en donde se narra la historia de un crimen en una habitación a la que es imposible entrar y de la que es imposible salir. Como reportero, Leroux viajó a Suecia, Finlandia, Inglaterra, Egipto, Corea, Marruecos y a Rusia; donde cubrió las primeras etapas de la revolución bolchevique. (Fuente: Alianza Editorial)


Editorial: Alianza Editorial.

Idioma: francés.

Traductor: Mauro Armiño.

Sinopsis: el edificio de la Ópera de París parece estar embrujado: en medio de una representación, la gran araña que prende sobre el patio de butacas se viene abajo; otro día, uno de los maquinistas aparece ahorcado en un sótano. Se extiende el rumor de que un ser de apariencia monstruosa a quien algunos parecen haber visto fugazmente es el causante de todos estos inquietantes sucesos... Novela de misterio, de amor, de aventuras y de golpes insospechados, El fantasma de la Ópera es una de las obras más célebres y logradas de su autor, Gaston Leroux. (Fuente: Alianza Editorial).

Su lectura me ha parecido: fascinante, inmersiva, extraordinariamente trágica, plagada de misterio y de giros argumentales, mejor de lo que me esperaba en un primer momento... En un mundo tan volcado en las nuevas tecnologías, pero sobretodo, en la era de la inmediatez, es realmente complicado, por no decir cada vez más difícil, que un libro, así sin más, consiga pasar a la historia de la literatura y trascender a la cultura popular contemporánea. Para conseguirlo hay muchos métodos. Uno de los más comunes, que la editorial haga todo el trabajo y monte una espectacular campaña de publicidad que consiga que estés en todos los lados, que todos los periódicos del país se peleen por una entrevista, que las librerías se froten los dedos con tu presencia en las respectivas presentaciones, que te quieran en las ferias del libro para que les hables de tu última creación literaria. ¡Qué más da si el libro es malo! La gente acabará hablando de ti pasados muchos años, lo cual significaría que el objetivo se ha cumplido con creces. Pero cuando una novela pasa de verdad a la historia es con las adaptaciones cinematográficas, ya sean excelentes, mediocres, superproducciones o de bajo presupuesto. Si hay intención y el público acompaña, entonces el libro será inmortal, aunque siempre existirá el riesgo de que los lectores no se interesen por el formato escrito y prefieran ver esa misma historia en imágenes proyectadas sobre una pantalla de cine. Es un riesgo que se debe correr. Aunque sin duda, si además le añades a la cinta en cuestión una serie de números musicales, el mensaje de la novela puede llegar más incluso que las propias palabras. ¿A quién no le gusta una buena canción? ¿Quién no ha disfrutado de un buen musical ya sea sobre las tablas o en el cine? ¿Acaso no son algunas de sus letras parte de nuestra historia? Que se me vengan a la memoria sólo conozco dos libros que han visto infinidad de adaptaciones cinematográficas convencionales, sus versiones musicales sobre las tablas, y por supuesto, dichas versiones cantadas filmadas y estrenadas en el cine. Ambas novelas escritas por dos autores del XIX, ambos casualmente franceses pero con estilos y preocupaciones bien diferentes. Uno es Los Miserables de Victor Hugo, el otro, el libro que hoy tengo el placer de reseñar. El fantasma de la Ópera: una historia de celos entre bambalinas.


El primer contacto que tuve con esta historia fue en mi infancia gracias a la lectura de una adaptación literaria. No recuerdo exactamente en qué curso de primaria me encontraba, pero si mi memoria no falla, creo que fue un préstamo de la biblioteca del colegio. Esa que tenía los libros guardados tras unas férreas vitrinas, esa a la que los miércoles (o los martes no recuerdo bien) íbamos y cotilleábamos sus tesoros durante unos segundos, esa que a la vez durante un tiempo fue también el comedor, esa que cuando me encontraba en primero de bachiller se rehabilitó en otra estancia, devolviéndole la importancia y la dignidad que un espacio así merecía. Ahí forjé el primer contacto con la historia de Leroux, aunque la verdad no debió de entusiasmarme mucho en ese momento pues, a pesar de recordar el libro en cuestión, soy incapaz de evocar lo que sentí al leerlo. Años más tarde, ya en el instituto, entré en contacto con la versión musical a través de la última adaptación cinematográfica de El fantasma de la Ópera del año 2004. Una cinta que en su momento me dejó completamente fascinada, ya no sólo por la escenografía y la espectacularidad con que se había rodado la película, también por las canciones que se cantaban a lo largo del film. Ni os imagináis la de veces que escuché ese órgano espectral, protagonista indiscutible del principal tema del musical. Esa mezcla entre ópera y rock me cautivó, hasta el punto de ver reforzado mi amor por este género cinematográfico, en el que pasas de la sonrisa, a la mueca de tristeza y a la euforia en cuestión  de escenas. Pasaron los años, y aunque siguió el recuerdo de dicha película en mi memoria, nunca me dio por adentrarme en la novela que inspiró todo aquello hasta hace relativamente poco. El fantasma de la Ópera, como no podía ser de otra manera, fue uno de los títulos que comenzó a reeditarse a lo largo del presente 2018. ¿El motivo? Su fama, una popularidad que le ha llevado a posicionarse entre los clásicos dentro de la literatura de misterio-terror y a inspirar a muchos escritores de ambos géneros. Por no decir que siempre viene bien rescatar una obra de estas características, cuyo mensaje va más allá de esa revisión de La Bella y la Bestia o de El jorobado de Notre Dame que tantos críticos literarios han creído ver en sus páginas. Por eso, y porque me moría de ganas por saber si la versión original se parecía a la musical, decidí darle una oportunidad, algo que de la mano de Alianza Editorial conseguí. ¿El resultado? un paulatino oscurecimiento de la trama que me tuvo totalmente enganchada.


Centrándonos en el apartado más crítico, comenzaremos diciendo que El fantasma de la Ópera presenta una lectura extraordinariamente ágil a pesar de estar plagada de descripciones y diálogos. Pero sin duda, y esto tengo que destacarlo sí o sí, es la original forma en la que Leroux ha querido contarnos la historia. Desde una consistente tercera persona y a partir de los dichos, rumores, relatos, informes que los personajes ofrecen directa o indirectamente sobre lo que está pasando en la Ópera de París, que no es otra cosa que los fenómenos paranormales relacionados con un supuesto fantasma. Este es uno de los mayores aciertos de la novela, ya que a Leroux se permite el lujo de jugar con el lector y controlar su nivel de intriga a su antojo, el cual se va acrecentando a medida que avanza la trama. Otra de las características que debe ser al menos mencionada es el paulatino oscurecimiento de la historia conforme nos vamos acercando al final de ésta. Antes de que alguien pregunte, debo aclarar que El fantasma de la Ópera no da miedo, supongo que en la época en la que se publicó si que daría, pero en pleno siglo XXI los recursos que el autor emplea para provocar ese efecto han quedado muy desfasados. Eso si, no voy a negar que, como ocurre con cualquier otro clásico del género, provoca cierta inquietud, incomodidad y mucha reflexión. En resumen, que oscuridad en la trama no significa que el lector lo vaya a pasar mal, de hecho, hoy en día esta novela encajaría mejor en el género policíaco con tintes de misterio, aunque canónicamente se le defina como una novela de terror. Si existe una palabra que defina a El fantasma de la Ópera, como ya he apuntado al principio de esta reseña, es la de "inmersiva". Se dice que una novela es inmersiva cuando ésta consigue transportarte, en este caso a al teatro de la Ópera de París en algún momento de finales del XIX, y situarte medio de la trama, como un testigo, invisible, pero constantemente presente y con privilegiadas vistas. Pero ahí no acaba la cosa, pues la novela de Leroux va más allá al ofrecer al lector la posibilidad de sentir el tacto del telón, la humedad de la guarida, el calor de las lámparas, aspirar el olor de la cera de una vela derritiéndose...Es tal la sinestesia que el lector no puede evitar abrumarse. En lo que respecta a los personajes tengo muchos sentimientos encontrados. Si en la película Raoul y Christine me parecieron maravillosos, en la novela no me gustaron nada. Él demasiado plano, demasiado caballeroso, demasiado estúpido. Ella muy dubitativa, muy influenciable, poco clara con lo que de verdad quiere. Estos son algunos de los peligros de haber disfrutado de la versión cinematográfica antes que de el libro en cuestión. En cambio, el libro me ha hecho amar más a Erik (sí, el fantasma tiene nombre y es una persona de carne y hueso; esto no es ningún spoiler). En la novela, junto con el personaje de Persa (tan enigmático y bien construido) aparece como un genio atormentado que no duda en recurrir a estrategias de dudosa moralidad para lograr su objetivo, que no es otro que ser correspondido por Christine. Erik es un personaje al que odias o amas, como tantos otros a lo largo de la literatura. En mi caso odio su comportamiento y lo que representa pero por el contrario admiro su construcción, y eso es mérito solamente del autor. En otro orden de cosas, cabe mencionar que El fantasma de la Ópera, a pesar de partir de una idea tan sugerente como original, tiene algunos agujeros en la trama. Son mínimos, pero esos cabos sueltos consiguen despistar al lector más analítico. Sin embargo, si eres un lector que lo que pretende es disfrutar y dejarse llevar, es posible que ni te percates de su existencia. Por último, un pequeño apunte. Creo que las versiones cinematográficas, en especial las musicales, le han hecho un flaco favor a la novela. En éstas, a falta de ver alguna en blanco y negro, nos presentan una trama seria pero ligera, lanzando el mensaje de que El fantasma de la Ópera es una novela de segunda, cuando en realidad tiene más calidad y profundidad de la que aparenta. Vale que no está a la altura, literariamente hablando, de otras novelas de la época, es más, posiblemente el libro de Leroux fuese más un best seller. Pero no podemos negarle la trascendencia, su lectura disfrutable, la oscuridad de su trama y lo más importante, la creación de un icono literario capaz de colarse y aposentarse en nuestra imaginería popular. ¿Quién a estas alturas no asocia una máscara blanca de inspiración veneciana con el famoso fantasma?


Si lo analizamos fríamente, el la lectora y el lector común pueden llegar perfectamente a la conclusión de que El fantasma de la Ópera es la novela de la envidia y una apología de los celos en toda regla. Unos celos que matan, que desangran, que enloquecen, que desgastan, de los que pudren a quien los padece. Es tal el poder que éstos tienen sobre el protagonista que, lejos de caer en lo ridículo, provocan verdadero terror. Una sensación de asfixia constante que, y aunque no nos caiga bien Christine, estemos constantemente padeciendo por ella, queriendo que se salve, que no caiga en sus manos, que se libere de sus garras enfundadas en unos elegantes guantes negros. Hay quien dirá que juzgar a una novela con los ojos del siglo XXI, y encima desde una perspectiva de género, está fuera de lugar. Que no sirve para nada, que no aporta nada nuevo y que lo único que puede traer es enfrentamiento, partidismo y desinformación. Yo les contesto a todos y todas las que opinan de este modo lo siguiente: que acudan a la historia, al pasado, al momento en el que dicha obra se creo para encontrar la razón de estos análisis. En el caso de El fantasma de la Ópera, publicada en 1910, nos encontramos en las primeras décadas de siglo XX. Unos años en los que se produjo una transición, en los que se empezó a intuir ciertos cambios en ámbitos como la política, la economía, la sociedad o la cultura. Pero que sin embargo, se resistía a abandonar ciertos patrones que durante todo el siglo XIX habían permanecido inamovibles, inquebrantables. Uno de ellos, como no, era la estructura patriarcal. Un modelo en donde el hombre abrazaba el ámbito público y la mujer el privado (la casa y los hijos), y a pesar de su todavía sólida base, ésta había comenzado a resquebrajarse, ya que durante el siglo XIX fueron muchas las reivindicaciones de carácter feminista las que comenzaron a socavar los cimientos del patriarcado. El movimiento obrero y una mayor educación de las mujeres de clase alta favorecieron la aparición del sufragismo, de las ideas de emancipación femenina, de igualdad, de libertad, del planteamiento del divorcio en los países donde estaba prohibido, de la lucha por el acceso a las mujeres a ámbitos de mayor poder... Sin embargo, el poder del patriarcado ahogaba cada una de aquellas reivindicaciones usando, entre otros métodos, la educación. Enseñando que los hombres tenían que ser firmes, decididos, con autoridad, y a las mujeres dulces, frágiles, sumisas. Ejemplo de estos marcados roles de género los encontramos en El fantasma de la Ópera. Mientras Christine es una mujer maleable, sensible y exageradamente inocente, Erik es frío, autoritario y manipulador. Por eso, no nos sorprende que en la novela haga uso de su educación varonil para tratar de conquistar a Christine, y de que cuanto se percata de que no es correspondido, desarrolle unos celos que le hagan cometer toda clase de barbaridades con tal de conseguir el cariño de su amada. En se sentido lo podríamos extrapolar perfectamente a la actualidad, a un contexto en el que, a pesar de haber avanzado muchísimo en cuestiones de igualdad, los celos, ese amor mal entendido, siguen causando violencia y muerte sobre las mujeres. Tras esta breve reflexión, al lector le debería quedarle claro un par de cosas. La primera, que Gaston Leroux era un hombre de su tiempo y por tanto no se le puede pedir mucho mas. La segunda, que las lecturas cuanto más críticas mejor, así es como mejor se aprende de nuestro pasado y de la actualidad de paso. La cuarta, que no podemos hablar por tanto de una novela romántica al menos sana. La quinta, que es posible analizar un clásico desde una perspectiva de género sin que ello signifique censura o la prohibición de su lectura. De hecho, hay que leerlos. Sólo así es como llegamos a este tipo de conclusiones. El recomendarlo o no posteriormente ya es cosa de cada uno. El fantasma de la Ópera: una historia de envidias, tramoyas, espectáculo, misterio, venganza, mucha acción, dramaturgia... Un homenaje al teatro y a, literalmente en este caso, embrujo.

Frases o párrafos favoritos:

"Si el fantasma iba al palco, deberían verle, porque llevaba un frac negro y una calavera."

Película/Canción: a pesar de que existen infinidad de adaptaciones desde el año 1916, es mi obligación destacar la última adaptación, la de 2004. Dirigida por Joel Schumacher y protagonizada por Gerald Butler (sí, es él, el Leónidas de 300) y Emmy Rossum, posee uno de los mejores números musicales de la historia del cine. ¡No me digáis que esas notas del principio no os ponen los pelos de punta! Aquí os lo dejo para que lo disfrutéis.


¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Alianza Editorial

6 comentarios:

  1. Hola! No he leído el libro pero no descarto leerlo porque me encanta el musical y la historia que cuenta. Muchas gracias por la reseña.

    Un saludo!

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  2. Holaaaaa.
    Tengo fogonazos de la película que sí se vio en casa de mis padres siendo yo pequeñita y sin embargo, nunca me he animado a leer este libro, y aunque el género no me atrae en exceso, solo por lo clásico debería leerlo.
    Besos.

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  3. Un buen análisis de esta novela. A mí me gustó mucho en su momento, aunque en mi caso lo leí antes de ver el musical. Sí que había visto alguna que otra adaptación. Esta historia me atrae mucho. Los personajes, como dices, muy bien construidos, aunque te pueden gustar más o menos.
    Besotes!!!

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  4. me parece muy hermoso el libro, al igual que el musical, me encanta cuando hay una intervención, de amores, que le cuesta trabajo, pues, decidir cual de los dos puede quedarse con ella, o el angel, el visconcin, me SUEPRFACIONO


    Besitos, y muchos abrazos tras la pantalla...

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  5. Oh Dios mío. Estoy muy indecisa, pues he estado dudando últimamente si debo o no leerla. YA TENGO EL LIBRO, pero temo cómo será. Uf.

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