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"Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora." Proverbio hindú

"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca." Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

"Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer." Alfonso V el Magnánimo (1394-1458) Rey de Aragón.

En este blog encontraréis reseñas, relatos, además de otras secciones de opinión, crítica, entrevistas, cine, artículos... Espero que os guste al igual de todo lo que vaya subiendo.

jueves, 1 de julio de 2021

RESEÑA: Muro fantasma.

 MURO FANTASMA


Título: Muro fantasma. 

Autora: Sarah Moss (Glasgow, 1975) creció en Manchester y estudió en la Universidad de Oxford. En la actualidad, trabaja como profesora de Escritura Creativa en la Universidad de Warwick. Es autora de seis novelas, entre ellas Tierra fría (Duomo, 2010), Night Walking (2011) o The Tidal Zone (2016). Muro fantasma fue escrogido como uno de los libros del año por The Times, The Guardian, The Times Literary Supplement, Financial Times, The Spectator y New Statesman. 


Editorial: Sexto Piso. 

Idioma: inglés. 

Traductora: Vanesa García Cazorla. 

Sinopsis: a lo largo de sus dieciséis años de vida, Silvie ha aprendido de su padre, aficionado a la historia de la Edad del Hierro, como vivían los antiguos britanos - qué tipo de túnicas vestían, qué raíces comestibles recolectaban, cómo encontraban agua potable - y también como morían algunas de sus mujeres y niñas: atadas de pies y manos, ahogadas en un pantano, víctimas de sacrificios rituales a manos de su propia tribu. La familia de Silvie participa en una "experiencia" organizada por un profesor de arqueología para sus estudiantes: recrear, en una acampada en los páramos del norte de Inglaterra, la vida de los britanos; adoptar sus costumbres y adaptarse a sus condiciones de vida, subsistiendo con lo que la naturaleza ofrece. A medida que pasan los días, Silvie se da cuenta de que el afán de su padre por imitar con mayor fidelidad el pasado pone en peligro el delicado equilibrio de la convivencia del grupo, y se pregunta con pavor qué estará dispuesto a sacrificar, en el nombre de la pureza cultural, ese hombre autoritario y temperamental que tan bien conoce. 

Su lectura me ha parecido: inquietante, perturbadora, extrema, asfixiante, crítica, breve, contundente en su pertinente reflexión, visual, perversa... La arqueología experimental, englobada dentro de las ciencias sociales, podríamos definirla como una ciencia auxiliar de la historia, y muy especialmente de la propia arqueología. Antaño fuera del plan educativo de la carrera de Historia, hoy día, integrada como una disciplina más a pesar de abarcar otras áreas del conocimiento como la biología, la economía, la agricultura, la medicina o la gastronomía entre otros muchos saberes. A través del empleo de diferentes técnicas o la propia implicación de la arqueóloga/o en la elaboración de toda clase de objetos u actividades de toda índole, la arqueología experimental trata de comprender las fases empleadas por nuestros antepasados a la hora de realizar sus actividades cotidianas. Desde elaborar cerámica durante la Grecia Clásica, hasta tallar puntas de flecha en la Prehistoria, pasando por la construcción de castillos medievales, el uso de la rueca durante la Edad Moderna o la propia navegación en tiempos de la Ruta de la Seda. Esta recreación del uso y modo de obtención de los materiales permite a los arqueólogos desechar ideas y modificar teorías una vez son comparados con el objeto original. De esta forma pueden estudiarse al mismo tiempo los métodos de fabricación, la procedencia de la materia prima y los usos que, una vez construidos, les daban. Los fines pueden ser didácticos (incluyendo la animación sociocultural en museos o yacimientos y lo puramente turístico), así como científicos. Porque, a diferencia de la arqueología clásica, en la que se limita a estudiar los hechos del pasado que dejaron una huella visible (vestigios, manuscritos, monumentos, testimonios...), la experimental recoge el saber etnográfico invisible más allá de la organización social (hablamos, por supuesto, del esfuerzo, el trabajo y la dureza de la vida de las mujeres y hombres del pasado). Pues bien, una vez soltado todo este rollo ¿os imagináis una situación límite con la arqueología experimental como telón de fondo? ¿A una persona que prefiere vivir como los habitantes de la Edad del Hierro antes que en su propio presente? ¿Alguien que arrastra su familia a convivir con un grupo de investigadores que se dedica, con aspiraciones intelectuales, a reproducir la cotidianeidad de aquellos antepasados hasta sus últimas consecuencias? Recalco lo de "últimas consecuencias" ya que, aunque en clave de ficción, la escritora escocesa Sarah Moss nos ha regalado a los lectores una historia con esta tan original como estremecedora premisa. Muro fantasma: un folk horror en tiempos del Brexit. 


Las polémicas declaraciones de un político de extrema derecha británico en las que instaba a la recuperación de ciertos valores medievales una vez saliese el Brexit adelante y la exposición Scotland´s People del National Museum de Escocia donde se exponían los cuerpos y objetos de quienes habitaron la frontera durante la Edad del Hierro fueron las dos principales fuentes de inspiración que Sarah Moss empleó para la escritura de Muro Fantasma. Una novela que, a pesar de estar ambientada en uno de los muchos campos de trabajo donde se lleva a cabo técnicas propias de la arqueología experimental, nos sumerge en el conocido como Folk Horror, un género tanto literario como cinematográfico cuya popularidad ha ido in crescendo a lo largo de los últimos años a la vez que asistíamos, atónitos, a una vertiginosa sucesión de acontecimientos de carácter ultraconservador. Una relación que, lejos de parecer casualidad, rima con los tiempos que corren. Años en los que hemos tratado de escapar - literal y figuradamente - al campo para huir de todos los males propios de las grandes urbes, confiando en que, entre árboles y pueblos de aspecto idílico, no hubiera racismo, paro, machismo, neonazis o explotación laboral entre otras muchas dolencias del sistema. Al tiempo que, como locos, muchos hacían las maletas para mudarse de la ciudad al campo (últimamente a causa del Coronavirus), las mentes de las y los novelistas se pusieron manos a la obra, al igual que muchas y muchos cineastas, quienes vieron en estas circunstancias el caldo de cultivo perfecto para, o bien a través de espinosas palabras o bien desde la imagen más terrorífica, hablarnos de nuestras inseguridades, miedos o, incluso, de los problemas de idealizar tanto nuestro pasado histórico. De ahí el título, en relación con el famoso Muro de Adriano que aparece en la novela, pero construido de cero, sin piedras, desde lo tergiversado. A pesar de que cada vez que me adentraba en Muro fantasma me imaginaba el rostro de Silvie, la protagonista, con el rostro de la actriz Florence Pugh - protagonista absoluta de Midsommar, una de mis películas de terror favoritas - y el grupo de arqueología experimental en algo parecido a la secta que aparece en la película, lo cierto es que una idea no dejaba de sobrevolar en mi cabeza a medida que avanzaba en su lectura. Aquella que confirmaba mis sospechas respecto al libro, y es que, además de ser una gran novela breve Sarah Moss quiso encerrar en aquel "idílico" paisaje de Northumbria una llamada de atención a quienes piensan que cualquier tiempo fue mejor o, directamente, se dedican a mutilar el pasado histórico en favor de sus intereses personales. Algo muy propio de los sistemas totalitarios del siglo XX y que en Muro fantasma lo hallamos personificado en el personaje de Bill, el padre de Silvie, conductor de autobuses de profesión y cuya pasión - aunque más bien obsesión - por la Edad del Hierro le lleva a construir su propia versión de dicho periodo adecuándolo a su retrógrado pensamiento y su hiriente machismo. Para Bill no existe otra verdad que la suya propia y el pasado, por supuesto, fue como él quiere que sea. Y quien lo cuestiona o no acata sus órdenes, aunque sea por un descuido, entonces el castigo a la "antigua usanza" es severo y totalmente desproporcionado. 


No hace falta ser una experta/o en la Edad del Hierro para entender lo que sucede en Muro fantasma. De hecho, a pesar de que su autora se ha documentado para su escritora y aunque haya soltado algunas cuestiones básicas sobre el tema, esto, en comparación con el verdadero corazón del libro, no deja de ser una forma de preparación. Una base sobre la que el lector repose y se sienta cómodo antes de sumergirlo en la vorágine y la locura que se desata en ese asentamiento ficticio. Su lectura es rápida, voraz, con capítulos largos que nos permiten no solo conocer a los personajes en profundidad - sobre todo el de Silvie, ya que junto a ella seremos testigos de lo que sucede - también reservar la suficiente fuerza mental para el siguiente impacto. Sin embargo, y a pesar de lo que pueda parecer, Muro fantasma no es una novela de terror al uso, de esas que te impide conciliar el sueño por las noches, como si sucedió, en mi caso, con Misery de Stephen King o Mandíbula de Mónica Ojeda. Más bien nos encontramos ante un texto inquietante, con una atmósfera abierta - no dejamos de estar en una pradera al aire libre - pero a su vez viciada y agobiante debido a la actitud de Bill y su impacto sobre su mujer e hija. Eso no quita que las situaciones que Moss describe en él no sean calificadas como terroríficas, sobre todo las que tienen lugar en su tramo final, contadas desde la contención pero sin dejar de lado la desesperación y la incredulidad de Silvie al ser consciente, con horror, de lo que su padre está dispuesto a hacer por seguir a raja tabla las costumbres de las sociedades de su tiempo. Aunque aquello suponga la quiebra del ya de por si débil equilibrio del grupo acampado y sobrepase el límite que separa lo racional de lo irracional en pleno siglo XXI. Porque una cosa es vestirse como ellos, comer como ellos, dormir como ellos, obtener alimento como ellos... Pero otra cosa muy distinta es escarmentar a quien no sea puro en su recreación histórica - la de Bill, por supuesto - con la muerte o la tortura ceremonial. De ahí que el primer capítulo, de los más breves, en el que se narra, precisamente, el fallecimiento de una mujer en un sacrificio ritual durante la Edad de Hierro, no en la actualidad, sirva como terrible anticipo de lo que está por llegar. A diferencia de otras novelas, en las que los personajes parecen vivir en una gran mentira, aquí Silvie sabe, aunque con matices, que todo es mentira. De hecho, será su ligera ignorancia sobre el periodo lo que le acarreará incontables problemas con su padre, incluyendo el más atroz de todos, así como el machismo al que Bill la somete. A ella y a su madre. Escudando dicho comportamiento en la supuesta sociedad patriarcal que imperaba en Edad del Hierro. Sin embargo, el segundo aspecto importante de la novela es precisamente ese, el no saber a ciencia cierta si se dio o no este tipo de desigualdad. De este modo, Sarah Moss nos invita a abandonar ideas preconcebidas respecto a estos primeros pobladores, a no dar todo por sentado solo porque, a lo largo de la historia, la mujer ha sido la relegada en lugar de la punta de lanza de la escena pública. A sostener, en definitiva, la hipótesis de que también pudieron ser ellas las que ostentaron el poder. En Muro fantasma, además de criticar el clima de apropiacionismo histórico derivado de la aprobación del Brexit, Moss aboga, de forma explícita, por la normalización de la perspectiva de género a la hora de conocer o investigar nuestro pasado, también en la prehistoria, disciplina no siempre querida - en mi caso estudiarla me produjo algún quebradero de cabeza - pero esencial para entender el origen de nuestras propias sociedades sedentarias. 

Muro fantasma: una historia de investigación histórica, tiranía paterno filial, experimentación, misoginia, locura, terroríficos rituales, abnegación, rebeldía... El terror rural ha llegado para quedarse, echar raíces y hacer felices a quienes desean empaparse de él. 

Frases o párrafos favoritos: 

"A lo largo del día, a medida que nos acercábamos a los confines de la ciudad, mi padre fue poniéndose de mejor humor, pese a que las praderas estuvieran surcadas por carreteras sobre pilotes que atravesaban el paisaje. Aquel primer día el Muro no era más que un mero foso, aunque al menos era un foso romano, eso sí, una manifestación física de la resistencia de los britanos que aún marcaba aquella tierra, y se veía que mi padre extraía fuerzas de ésta."

¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Sexto Piso

3 comentarios:

  1. no conocía esta novela y me parece muy original el tema que aborda, así que gracias por descubrírmela.
    Una excelente reseña con un importante mensaje: no hay que volcar sobre el pasado nuestras apetencias presentes, una lección que algunos supuestos "intelectuales" modernos deberían aprender.

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  2. Siempre me estás descubriendo lecturas muy interesantes. Tomo buenísima nota.
    Besotes!!!

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