Presentación

"Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora." Proverbio hindú

"Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca." Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.

"Los libros son, entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la esperanza les impiden decirme lo que debo hacer." Alfonso V el Magnánimo (1394-1458) Rey de Aragón.

En este blog encontraréis reseñas, relatos, además de otras secciones de opinión, crítica, entrevistas, cine, artículos... Espero que os guste al igual de todo lo que vaya subiendo.

sábado, 9 de octubre de 2021

RESEÑA: Azúcar quemado.

 AZÚCAR QUEMADO


Título: Azúcar quemado. 

Autora: Avni Doshi (New Jersey, 1982). Estudió Arte en el Bernard College en Nueva York y luego Historia en la University College de Londres. Volvió a la India, el país de sus padres, para ser curadora de arte durante cinco años, antes de decidir dedicarse enteramente a la escritura. Azúcar quemado es su primera novela y la logrado entrar en la Shortlist del Booker 2020. 


Editorial: Temas de Hoy. 

Idioma: inglés. 

Traductora: Raquel Vicedo. 

Sinopsis: La madre de Antara siempre fue una mujer indomable, que despreció las convenciones de su familia, su marido y su época. Pero ahora que está perdiendo memoria y Antara quiere que recuerde. Que recuerde las veces que le hizo daño, los lugares a los que la arrastró de niña por huir de un matrimonio aburrido, el culto religioso en el que vivieron, los meses en la calle después de que le rompieran el corazón. Antara piensa en todo eso mientras acompaña a su madre y se pregunta cómo cuidar de alguien que no la cuidó jamás. 

Su lectura me ha parecido: dura, contundente, caótica al principio, ágil a medida que le vas pillando el punto, en los límites de lo "cómodo", desestabilizadora, cautivadora en última instancia... ¿Hasta dónde llegan nuestras obligaciones con nuestros progenitores? ¿Por qué la sociedad nos incita a condenar conductas moralmente reprobables si vienen de amigos, vecinos o parejas y, en cambio, nos obliga a reprimirnos cuando los que las ejercen son nuestros propios padres? ¿Tenemos los roles paterno-materno filiales demasiado idealizados? ¿Qué pasa cuando se rompe el paradigma? Y lo más importante: ¿debemos perdonarles cualquier conducta, por muy destructora que sea, en favor de un amor, en ocasiones inexistente, o porque la sociedad-tradición, de nuevo, nos empuja a ello? Al igual que el amor romántico pienso que el concepto de familia - entiéndase en su manifestación más arcaica - está también en plena deconstrucción. No sólo por el hecho de que lo nuevos modelos familiares más allá de la opción monógama de toda la vida (padre, madre e hijos) van ganando más aceptación social, también por la extensión propia del término. Familia, tradicionalmente, venían a ser tus progenitores, pero ahora cualquier núcleo de afecto - como los amigos por ejemplo - puede llevarlo asociado o acabar conformándose en ello, ya sea por una visible evolución socio-cultural o por pura supervivencia - un ejemplo serían las amistades como refugio familiar ante casos de homofobia, racismo, machismo o cualquier otra forma de discriminación -. Sin embargo, a pesar de que estas realidades no son conocidas, seguimos apostando por la felicidad por encima de cualquier otra cosa. Por los oídos sordos en lugar de atender a las injusticias que, en algunas familias, los padres vierten sobre sus hijos. Borrón y cuenta nueva en lugar de hablar o cortar de raíz la relación (dos opciones igual de válidas y que nadie, absolutamente nadie, debería poner en duda). Porque nos han enseñado que la familia es un retablo, un panteón, un tótem que nadie debe romper, aunque ésta nos haga daño, aunque queramos poner tierra de por medio, aunque peligre nuestra propia salud mental. La memoria es traicionera, sí, pero también nítida, y hay cosas que son imposibles de olvidar, y menos cuando vienen de esa institución que, se supone, jamás debe defraudarnos. Creo que, en ese sentido, debemos ser realistas y aprender a bajar de los pedestales de una vez por todas a nuestro padre y nuestra madre para luego no llevarnos, con perdón, las hostias. Todo ello auspiciado por un sistema que esconde la mierda bajo idílicos retratos de los 90. De todo esto y focalizada en la figura de la progenitora - la del padre merece un extenso capítulo a parte - nos habla, o mejor, nos hace reflexionar la novela que hoy regresa a mis manos. Desmitificadora como pocas que, sin embargo, consigue retorcerte el estómago. Azúcar quemado: la memoria como ejercicio redentor y la ambivalencia de la maternidad. 


El propio título - de un lirismo tan precioso como amargo - nos avanza la carga simbólica de lo que, si nos animamos, encontraremos en el interior de sus páginas. Y es que Azúcar quemado no deja de ser, en apariencia, una disección literaria más de lo compleja que a veces resulta las relaciones entre madres e hijas. De hecho, la lapidaria frase con la que Avni Doshi inicia el presente libro ya nos anticipa tanto el tono como la contundencia de su discurso: "Mentiría si dijera que nunca he sentido placer cuando a mi madre le ocurre una desgracia". Sin duda, a la altura de aquellos inicios inolvidables - tales como el devastador principio de El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes o la intrigante, pero no menos escalofriante, confesión que da el pistoletazo de salida en Agua salada - en los que las relaciones familiares no son siempre ideales. A pesar de su confusa primera parte (a la que asistes con desconcierto hasta que, de pronto, la particular situación en la que se encuentra el personaje de la madre justifica dicho caos narrativo) la historia fluye a través de los ojos de Antara, la hija, quien ya adulta y viéndose en la "obligación" de cuidar a su madre - diagnosticada de Alzheimer - comienza a recordar. Y es a través de ellos, y de la dureza de los mismos, como Doshi nos sumerge en esta tormentosa relación. Estos se mezclan, irremediablemente, con el presente de Antara, quien como hija se debate entre la abnegación y su propia salid mental. O lo que es lo mismo, entre lo que es moralmente correcto o lo que es realmente justo. Tara, la madre de nuestra narradora, es un personaje complejo, contraria a cualquier convención social, de espíritu independiente, libre, pero a la vez bastante inestable emocional y psicológicamente. En esa incesante, y nunca satisfactoria, búsqueda del lugar o de esa felicidad plena, arrastra a Antara sin tener en cuenta su opinión, su seguridad, integridad y sin recibir un ápice de cariño por su parte.


Las calles de Pune - magnífica ambientación - así como los detalles religiosos, históricos e incluso gastronómicos son el escenario de esta historia de traumas infantiles (los cuales sobreviven al tiempo soldados en la memoria de Antara) así como del olvido paulatino a causa de una terrible enfermedad (manida, sí, pero no viene mal recordar una vez más que la desmemoria no es una excusa para olvidar el daño infringido durante años). Ese empeño por no olvidar - algo que, irremediablemente, me ha recordado lo mucho que nos cuesta en este país hacer, a otros niveles por supuesto, sin recibir insultos, silencios o exabruptos varios; incluso por parte de algunos que ocupan escaño en el Congreso de los Diputados - y esa relación de amor/odio entre madre e hija le sirve a Avni Doshi para ofrecernos, no solo un retrato del fango que abunda a los pies de cada núcleo familiar, también para poner al lector frente a un dilema. El de posicionarnos al lado de Antara, y por lo tanto en contra del comportamiento de Tara o, al contrario, desarrollar un pensamiento crítico en relación a los modelos de maternidad. Dicho de otro modo, tal vez estemos siendo demasiado duros con Tara al juzgar sus actos fuera de los roles tradicionales en favor de su libertad como mujer. Ahora bien, la decisión de hasta qué punto éstos son más o menos reprochables la tenemos nosotros, los que amamos el noble arte de escribir novelas. Aunque estas, en ocasiones, te coloquen al borde del precipicio. 

Azúcar quemado: una historia de desazón, impotencia, maternidad fuera de la norma, irresponsabilidad, olvido, recuerdo, desesperación, debates éticos y morales, tradición, liberación, precios que se pagan caros... A pesar se su extraño final, de esos que no entiendes si no regresas unas páginas atrás, el panorama literario, y una gran parte de los lectores, acogen con los brazos abiertos a una nueva voz dentro del cada vez más diverso panorama literario mundial. 

Frases o párrafos favoritos: 

"Me parece injusto que pueda quitarse el pasado de la cabeza mientras que yo la tengo a rebosar de pasado todo el tiempo. Yo lleno papeles, cajones, habitaciones enteras con registros, notas, pensamientos, mientras que a ella la mente se le nubla cada día que pasa."

¡Un saludo y a seguir leyendo!

Cortesía de Temas de Hoy

2 comentarios:

  1. Una lectura interesante aunque no se si comparto el fondo moral de la novela. Estaría bien que dejáramos de evaluar a los demás en función del beneficio que esperamos recibir de ellos o el que hemos ya recibido o no y empezáramos a valorar a las personas por su dignidad intrínseca en cuanto a seres humanos porque de lo contrario, aquellos que nada tienen que ofrecernos o que nada nos han podido ofrecer se verían discriminados y condenados a un ostracismo social injusto en tanto en cuanto sería dependiente de criterios egoístas.
    Una muy interesante reseña, aunque creo que la autora malinterpreta el significado del termino "libertad".

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  2. De nuevo me descubres autora y novela y me dejas con ganas de sumergirme en sus letras.
    Besotes!!!

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