CRÓNICA DE UN SILENCIO
Título: Crónica de un silencio.
Autora: Lidia Chukóvskaia (San Petersburgo, 1907 - Moscú, 1996). Cultivó distintos géneros: poesía, memorias, crítica literaria y narrativa. Gracias a su padre - el famoso escritor para niños, traductor y crítico Kornei Chukovski -, tuvo acceso al mundo de la intelligentsia rusa durante un periodo especialmente tumultuoso. Su segundo marido fue Matvéi Bronstein - físico teórico pionero -, arrestado en 1937 y ejecutado un año después, lo que acrecentó su deseo de denunciar una verdad que vertió en todas sus obras. Errata Naturae ha publicado Sofía Petrovna. Una ciudadana ejemplar, novela escrita durante esa época y que no pudo publicarse en su país hasta cincuenta años después, e Inmersión. Íntima amiga de Anna Ajmátova, una de sus obras principales consiste en la consignación de veinte años de conversaciones y vivencias con la poeta, tal y como Eckermann hizo con Goethe. Ese texto fundamental será igualmente publicado por Errata Naturae.
Editorial: Errata Naturae.
Idioma original: ruso.
Traductora: Marta Rebón.
Sinopsis: frente a un jurado de escritores, desvalida, casi ciega y sin apoyo alguno, Lidia Chukóvskaia ha de defenderse a sí misma. Estamos en 1974 y todo depende de esta sesión de la Unión de Escritores: el derecho a seguir publicando o la erradicación de sus libros de todas las bibliotecas de la URSS; la existencia de una posteridad para su obra o la completa supresión de su nombre y del título de cualquiera de sus libros de todas las publicaciones del país. Al final, quedará excluida incluso de la comisión del Patronato Literario de su padre, el gran intelectual Kornéi Chukovski, y tampoco podrá aparecer en las biografías que se le dediquen. No será solo una escritora silenciada, sino también un personaje horrado de la vida de sus seres queridos. Las consecuencias de esta sesión no solo se vinculan a la literatura o al pasado: vigilada de cerca por el KGB, quedará aislada de todos sus amigos. Algo especialmente difícil para una mujer de su edad: ya no se le permite recibir ni los medicamentos ni los bolígrafos especiales que solían traerle del extranjero... Tras este proceso de expulsión, Chukóvskaia se convertirá durante décadas en una escritora olvidada. Este libro no narra únicamente aquel juicio, sino toda una vida y obra dedicadas a combatir el miedo con la palabra, el silencio con el testimonio.
Su lectura me ha parecido: interesante, reflexiva, muy documentada (en lo que a acontecimientos se refiere vividos se refiere), contundente, oscuro, con pinceladas de ironía, crítico, valioso... El silencio, aplastante y rotundo silencio. Que actúa, cual apisonadora, sobre ese espacio indefinido que lo rodea, envolvente, acariciando lo inmaterial, lo abstracto, lo que se escapa de entre las manos. Silencios hay muchos, pero dos de ellos resuenan últimamente en mi cabeza, sobre todo tras releer algunos párrafos del presente libro. El silencio buscado, por un lado, es el que últimamente más reclamamos, sobre todo quienes realizamos una tarea artística en condiciones enormemente desfavorables, los que pretenden, gracias a él, alcanzar una meta o un logro anecdótico o importante en la vida - ahí la subjetividad de cada uno es la que actúa como balanza - así como los que, y cada vez son más, necesitan parar, detenerse, sentirse suspendidos, respirar aliviados, desconectar de esa banda sonora cotidiana que abruma nuestra existencia. Como ya he dicho, y me incluyo, los adeptos a este tipo de silencio han ido creciendo. Ante la saturación de malas noticias, los nuevos giros de guion que la pandemia está trayendo en esta sexta temporada (u ola) y un mundo cada vez más rápido, en el que parece que si no te subes al avión no eres nadie, cualquiera desearía la orgásmica serenidad que veces produce no escuchar ni el más mínimo de los ruidos. Ni siquiera aquellos que toleramos o que incluso veneramos con toda nuestra pasión. Sin embargo, existe otra clase de sigilo se agolpaba en mis primigenias impresiones tras descubrir la prosa de Lidia Chukóvskaia: el impuesto, el condenatorio, en otras palabras, el no deseado. Capaz de desmenuzar en migas de pan el trabajo de toda una vida, de apagarse bajo toneladas de polvo, de silenciar cualquier palabra escrita o pronunciada a viva voz, de encerrar cualquier grito de auxilio bajo cuatro llaves para después tirarlas al mar embravecido, borrar las huellas de nuestro paso por este mundo. Convertirnos, finalmente, en la nada al negarnos la propia existencia. Como ya sabemos, muchas escritoras a lo largo de la historia han sufrido de este ostracismo silencioso, sobre todo por las injustas reglas que en su día fijo, y aún hay quien las sigue a rajatabla, algo llamado patriarcado. Pero también, unido a ello, encontramos casos en los que el contexto político que les tocó vivir jugó en contra de sus escritos y sus correspondientes vidas literarias. Hasta el punto de eliminar de un plumazo la existencia de, ya no solo sus libros, sino la propia persona como individuo en una sociedad. Lidia Chukóvskaia no fue ajena a dicha injusticia - en su caso por haber denunciado la persecución de escritores en la Rusia soviética de los años 60 y 70 - y no dudó en legarnos el testimonio de la traumática experiencia que, por defender sus ideas, supuso perderlo todo, incluso su derecho a seguir escribiendo. Crónica de un silencio: el olvido como el peor castigo.
Crónica de un silencio nace de la necesidad de denunciar la censura imperante e institucionalizada que se aplicó durante el gobierno de la URSS, de la cual ella misma fue, al mismo tiempo, testigo y víctima. Recordemos que Lidia Chukóvskaia - popular escritora de novelas, poemas y crítica literaria por aquel entonces y quien había comenzado a mostrarse contraria al régimen soviético en el momento en el que su marido fue eliminado durante la purga estalinista - se enfrentaba a la posibilidad de ser borrada, literalmente, del mapa literario y social debido a sus posicionamientos a favor de la liberación de escritores como Sájarov o Solzhenitsin entre otros muchos. A partir de ese hecho, y en dos partes bien diferenciadas, Chukóvskaia comienza a escribir el presente texto tras su expulsión de la conocida como Unión de Escritores, órgano intelectual compuesto por escritores afines a la URSS que se encargaban tanto de aprobar qué era publicable y qué no en los territorios que componían la Unión de Repúblicas Soviéticas, como de castigar a aquellas autoras o autores que se atrevieran a desafiar a las leyes establecidas. En su primera parte, escrita en 1974, Chukóvskaia era muy consciente de la sentencia de dicho tribunal y de que no podría publicar nunca más en su país, por lo que no deja de sorprender la serenidad y el pulso narrativo a la hora de contar, minuciosamente, todos los detalles del traumático proceso. Así como el de otros compañeros de letras, tales como los de Mandelstam o Bajtín (condenados al destierro) o los problemas que también sufrieron la poeta Anna Ajmatóva (a quien le unía una amistad de muchos años) el escritor y Premio Nobel de Literatura Boris Pasternak (cuya novela más célebre, Doctor Zhivago, no se publicó en Rusia hasta los años 80 a pesar de haber sido un éxito de crítica, engrandecido posteriormente con su impresionante adaptación cinematográfica, en los países del bloque capitalista). Por otro lado, en su segunda parte - plagada de escritos fechados en 1977 y 1978 - nos topamos con una serie de textos complementarios al grueso de esa detallada primera parte, sin abandonar esa inclemente primera persona y acentuando aún más si cabe el carácter ensayístico que impregna el conjunto de la obra. En ella, Chukóvskaia ahonda en más autores y en otras situaciones de censura, además de desplegar ante el lector un mapa cronológico de en qué momentos de la historia de URSS acontecen dichas injusticias intelectuales. Trascendiendo de lo individual - su propio proceso de borrado de la historia de la literatura rusa, en ese momento soviética - a lo universal y colectivo. Irónico, duro, sorpresivo a cada nueva página, Crónica de un silencio se nos presenta como un importante documento histórico que invita, no solo a repensar la investigación de lo acontecido durante los años en los que la URSS existió como una importante potencia mundial hasta su desaparición a finales de siglo XX, también a reflexionar sobre el término "censura" más allá de el caso soviético. En tiempos en los que andamos a vueltas con una censura mal entendida o criminalizada bajo el término "dictadura de los progres" y en los que otro tipo de censura más peligrosa, en el caso de este país proveniente de círculos próximos al ultracatolicismo y a la ultraderecha, aporrea la puerta cada dos por tres, Chukóvskaia nos azuza desde el pasado para tomar más consciencia de los peligros a los que nos enfrentamos en el presente.
Crónica de un silencio: una historia de injusticia, espionaje, olvidos sistemáticos, condena, denuncia, crítica, censura... Testimonios que hacen de la historia la mejor de las herramientas para seguir caminando hacia adelante.
Frases o párrafos favoritos:
"Su mezquina venganza y su rencor han sustituido los fundamentos de la cultura: la apasionada memoria creativa que nutre con su savia los brotes del futuro."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Errata Naturae
Hola!
ResponderEliminarMuchas gracias por la reseña.
No es para mí.
Besotes ;)
un libro muy interesante el que nos reseñas en esta ocasión y es que como bien dices, con esta moda actual de reclamar la prohibición de todo lo que subjetivamente nos parece ofensivo para nuestros propios deseos y caprichos, esta volviéndose a instaurar un clima de censura que ahoga las libertades de los creadores. Ya hasta se piden firmas para cambiar el final de las series de televisión... Menudo mundo estamos construyendo.
ResponderEliminarUna reseña muy interesante. me apunto el libro
Hola Jimena!!
ResponderEliminarNo conocia a esta autora, pero lo que nos cuentas está muy interesante. Me la apúnto.
Besos💋💋💋