SIEMPRE LA MISMA NIEVE, Y SIEMPRE EL MISMO TÍO
Título: Siempre la misma nieve, y siempre el mismo tío.
Autora: Herta Müller (Nitzkydorf 1953), descendiente de suabos emigrados a Rumanía, es uno de los valores más sólidos de la literatura rumana en lengua alemana. Estudió Filología Germánica y Románica en la Universidad de Timisoara y se vio obligada a salir de su país por su relevante papel en defensa de los derechos de la minoría alemana. Desde 1987 vive en Berlín. Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009, ha sido galardonada también con los premios Aspekte (1984), Ricarda Huch (1987), Roswitha von Gandersheim (1990), Franz Kafka (1999) y Würth (2006), entre otros. En 2015 le concedieron el Premio Heinrich-Böll. Es autora de El hombre es un gran faisán del mundo, En tierras bajas, La piel de zorro, Todo lo que tengo lo llevo conmigo, Hoy hubiera preferido no encontrarme a mi misma, El rey se inclina y mata, La bestia del corazón, Hambre y seda, En la trampa y Mi patria era una semilla de manzana. (Fuente: Editorial).
Editorial: Siruela.
Idioma: alemán.
Traductora: Isabel Díaz Adánez
Sinopsis: El discurso de agradecimiento que dio Herta Müller al recibir el Premio Nobel de 2009 comienza así: «La peripecia de una niña que cuida vacas en un valle hasta llegar aquí, hasta el Ayuntamiento de Estocolmo, es muy extraña». No hay textos que expliquen mejor que sus ensayos ese camino desde la aldea rumana hasta el mundo de la gran literatura. La obra de Herta Müller es una construcción rica y compleja que se nutre de sus experiencias, y como tal refleja la profunda sensibilidad de una autora que se ha posicionado con firmeza para defender sus ideales más allá de la esfera política, como una forma de concebir el mundo. En los textos que componen este libro habla de su niñez y de su juventud, relata la persecución que sufrió por parte de los servicios secretos, reflexiona sobre cuestiones de su propia escritura y comenta las lecturas de autores clave para ella por su faceta literaria o política. Una obra imprescindible y muy personal de una de las autoras más lúcidas e importantes de nuestros días. (Fuente: Editorial).
Su lectura me ha parecido: sorprendente, muy interesante, en donde los elementos autobiográficos se filtran a través de formas pertenecientes a la ficción, lírica, sencilla, un descubrimiento, capital para conocer en profundidad la obra y la biografía de la Premio Nobel de Literatura... Cuando el lector se aproxima a una obra en concreto lo hace movida o movido por mil y un intereses. Es posible que haya dado con ese libro por recomendación de una persona cercana, por el boca a boca de las redes sociales - tan habitual en los tiempos que corren - o simplemente por el mero capricho de disfrutar de un buen texto. Los hay que leen obligados, cansados, por compromiso; pero también por afición, pasión o un particular interés intelectual. También existen los que, selectivamente, eligen sus lecturas en función de los gustos o apetencias que en ese momento saben que deben satisfacer, como quien come porque tiene el estómago vacío. Pueden guiarse a partir de los géneros en los que se sienten como peces en el agua, por esa autora o autor que les mantuvo en vilo hasta las tantas de la madrugada, por el interesante tema que dicho libro aborda críticamente o con precisión, o simplemente porque quieren matar el aburrimiento con una historia que no les haga pensar mucho; por lo que en este caso no todos las novelas o ensayos valen. Y por último, están los que siempre van más allá de las palabras escritas, los que se quedan horas y horas reflexionando sobre lo que acaban de leer, los que leen con un ojo siempre puesto en cuestiones como el contexto histórico, la vida de la escritora/or de turno o la visión que ésta o éste tiene sobre determinados debates y como éstos pueden o no encajar en el mundo que nos rodea. Oscilando entre categorías se halla una servidora. Hay momentos en los que, por A o por B, me apetece adentrarme en historias que abordan temas muy determinados, como de pronto me apetece algo más ligerito en épocas en las que siento que la cabeza me va a explotar. Sin embargo, siempre acabo haciéndome muchas preguntas, demasiadas tal vez, pero ninguna con menos valiosa que la anterior. ¿Qué habrá pensado al escribir esto? ¿En qué lugar suele trabajar? ¿Acompañará sus quebraderos de cabeza con un música de fondo? ¿Con una taza de café tal vez?¿O con algo más fuerte? ¿Cómo se le ocurrió eso? ¿Cuántas veces habrá sufrido el síndrome de la importora/or? ¿Lo habrá soñado? ¿Lo habrá escuchado furtivamente mientras caminaba por la calle o en el transporte público? ¿Cuánto tiempo le llevo la investigación?... Y lo más importante: ¿Quién es? ¿De dónde viene? ¿En qué medida su vida ha marcado su literatura? Para estos y otros interrogantes del estilo tenemos libros como el que hoy tengo el placer de reseñar. Siempre la misma nieve, y siempre el mismo tío: la escritora tras el Premio Nobel de Literatura 2009.
Lo reconozco. El título de este libro no puede ser más llamativo. Aún recuerdo la cara de prima que se me quedó la primera vez que vi este libro en una librería. No sabía qué pensar. ¿Era una broma o simplemente la autora tiene un don maravilloso para ponerle nombre a sus criaturas literarias? En cuanto pude, por fin, dedicarle tiempo y días a su lectura descubrí que así también se titula uno de los numerosos textos que componen el volumen, un escrito que, si bien es brillante, resume a la perfección su razón de ser en el panorama literario actual. Autora de importantes novelas, articulista, conferenciante y reconocida con algunos de los premios más importantes - incluyendo el Nobel - Herta Müller es una de las quince mujeres en recibir el máximo galardón de las letras a nivel internacional. Sin embargo, y antes de adentrarnos en la crítica propiamente dicha, debemos en primer lugar ahondar brevemente en la biografía de dicha escritora. Herta Müller nace en el año 1953 en Nitzkydorf, un pequeño pueblo situado al suroeste de Rumanía. Descendiente de inmigrantes suabos, Müller pertenecía a la minoría alemana asentada en la región desde hacía varios siglos. Nieta de un granjero cuyas tierras fueron expropiadas por el régimen comunista e hija de una madre deportada a la Unión Soviética en 1945 donde pasó cinco años en un campo de trabajo y de un padre camionero y exmiembro de las SS que curaba su cargo de conciencia aferrado a una botella de alcohol, Herta creció rodeada de silencios y numerosos tabúes entorno al pasado de su familia. Ya en la universidad, y tras haber aprendido rumano en la escuela, Müller acudía asiduamente a las reuniones de un grupo de escritores rumano-alemanes. Tiempo después, dichos encuentros acabaron conformando lo que se conoce como el círculo literario "Adam Müller-Guttembrunn" en el que Müller era la única mujer. Tras negarse a colaborar con el servicio secreto de la dictadura, Herta fue despedida de la fabrica en la que trabajaba como traductora técnica. Es entonces cuando las amenazas y los interrogatorios de la Securitate se sucedieron. Hasta tal punto llegó la situación que Müller tomó la decisión de exiliarse a Alemania Occidental junto a su marido y su madre. Una vez allí no cesó en su empeño por denunciar las atrocidades que el régimen de Cartaescu estaba cometiendo contra sus ciudadanos, una lucha que se prolongó más allá de la caída del muro de Berlín o la desmantelación de la URSS. En lo que a su carrera literaria se refiere, aunque desde bien pequeña manifestó un especial interés por las lenguas y la escritura, no fue hasta que comenzó a trabajar en la fábrica técnica de Tehnometal cuando empezó a escribir las primeras líneas de una extensa carrera literaria. En cuanto al tema principal de su obra, como no podía ser de otra forma, es la dictadura rumana y las terribles consecuencias en la población civil. La infancia, el desarraigo, el mundo rural, la pobreza, la segunda guerra mundial, la intolerancia, la corrupción o la inmigración son otras de las preocupaciones de Müller como autora. Debido a su activismo contra Cartaescu, y sobre todo a partir de la publicación de Tango opresivo en los años ochenta, se le prohibió publicar en Rumanía a pesar de que sus libros cosechaban gran éxito de público y crítica fuera de sus fronteras. Huelga decir que hasta que el régimen comunista rumano cayó, sus libros estuvieron prohibidos y censurados y que la concesión del Premio Nobel de Literatura en el 2009 provocó que millones de lectores al rededor del mundo se interesasen en aquel oscuro periodo de la historia.
Una vez investigas un poco sobre su peculiar e interesante vida no puedes evitar a continuación querer conocer a esta autora más en profundidad a través de las diversas novelas que ha publicado. Y eso es precisamente lo que Siempre la misma nieve, y siempre el mismo tío provoca en el lector, la necesidad de seguir leyendo más y más. Tal vez, al no haber leído nada de Herta Müller antes de dar con el presente libro, la inquietud haya alcanzado unos niveles muy altos. Sin embargo, para quienes hayan ahondado en su producción literaria con anterioridad, este libro podrá aportar una mirada más amplia y complementaria. Desde un estilo depurado, sencillo y sin ocultar un lirismo que se podría considerar como su sello de identidad como escritora, Müller va desgranando algunos aspectos de su biografía a través de breves ensayos y artículos que podrían perfectamente pasar por relatos dada la implicación literaria de éstos. En ocasiones ni cuenta te das de que lo novelístico - en cuanto a las formas - invade lo real. Su sincera y osada pluma recorre el pasado nazi del patriarca de la familia, la traumática experiencia de su madre en un campo de trabajo, sus enriquecedoras reuniones en círculos intelectuales, el terror con el que tuvo que convivir al ser consciente de que la inteligencia rumana estaba tras sus pasos, sus dudas y opiniones acerca del noble arte de la escritura, su vida en Berlín, su mirada desde el exilio o algunos episodios concretos de su infancia. En ese sentido, resultan especialmente interesantes textos como "Cada palabra sabe del círculo vicioso" - el primero con el que el lector se topa nada más abrir el libro - o "Mucho cuerpo para tan poco motor" - testimonio único de la complicada relación con su padre -. Sin olvidarnos de sus constantes referencias a los autores que inspiran su obra tales como el filósofo rumano Cioran - exiliado en Francia - el poeta Oskar Pastor - constantemente idolatrado por Müller - o Theodor Kramer - autor judío muy poco conocido por el gran público - entre otros. Y por si fuera poco, Siempre la misma nieve, y siempre el mismo tío contiene tanto el discurso que la autora pronunció durante la ceremonia de entrega del Premio Nobel y las palabras que posteriormente dedicó durante la tradicional cena de los premiados. Ambos testimonios de incalculable valor tanto literario como histórico. Al igual que le sucedió a autores como Jorge Semprún (deportado al campo de concentración de Buchenwald y autor de, entre otros libros, El largo viaje), Primo Levy (también cautivo en el campo de concentración nazi de Monowice y cuyas experiencias plasmó sus memorias Si esto es un hombre y La tregua) o Aleksandr Solzhenitsyn (que tras pasar por varios campos de trabajo de la URSS escribió el voluminoso Archipiélago Gulag), la obra de Herta Müller podría ser apreciada y doblemente valorada. En primer lugar, desde lo puramente literario, y en segundo lugar desde su poderoso carácter testimonial acerca del horror del régimen comunista de Nicolae Ceaușescu en Rumanía. Dicho esto, y por ir concluyendo la presente reseña, podríamos definir a Müller, no sólo como una gran escritora, también como uno de esos personajes inquebrantables, que supo y sigue defendiendo sus ideas contrarias al poder hasta las últimas consecuencias y un ejemplo de la independencia del pensamiento intelectual frente a lo establecido. No sé si a vosotros os habrán entrado ganas de leer El hombre es un gran faisán del mundo o En tierras bajas - dos de sus más aclamadas novelas - tras haber leído esta crítica. Pero en lo que a mi respecta estoy deseando acercarme a la biblioteca de mi barrio para ver que libros tienen de ella. Si lecturas como esta incitan a la incontinencia intelectual, entonces es que Herta Müller ha conseguido su objetivo.
Siempre la misma nieve, y siempre el mismo tío: una historia de denuncia, de injusticia, de desigualdad, de confesiones personales, de discursos institucionales, de prestigio, de exilio, de terror, de literatura... Un libro que, tras su lectura, querréis volver a él.
Frases o párrafos favoritos:
"¿Llevas un pañuelo?, me preguntaba mi madre todas las mañanas en la puerta de casa, antes de salir a la calle. Yo no llevaba. Y, como no llevaba, tenía que volver a mi cuarto a coger un pañuelo. No lo llevaba ningún día, porque cada mañana esperaba la pregunta. El pañuelo era la prueba de que mi madre, por la mañana, me cuidaba. En las horas que seguían y para el resto de cosas del día ya tenía que arreglármelas sola. La pregunta "¿Llevas un pañuelo?" era una muestra indirecta de cariño. Una muestra directa habría resultado embarazosa —eso no es cosa de campesinos—. El amor se disfrazaba de pregunta. Solo así se podía expresar en tono seco, como una orden, como cualquier instrucción sobre el trabajo. En tono hosco, incluso subrayaba la ternura. Todas las mañanas me encontraba delante de la puerta: una vez sin pañuelo y la segunda con pañuelo. Y entonces ya sí salía a la calle, como si llevando el pañuelo también se viniera mi madre conmigo."
¡Un saludo y a seguir leyendo!
Cortesía de Ediciones Siruela
no le dan el premio nobel de literatura a cualquiera, lo cual quiere decir que sin duda será esta una autora que valdrá mucho la pena leer. Ha sido una reseña fascinante y que me ha descubierto la vida de esta importante autora, además, me has dejado con la curiosidad de leer esta obra para profundizar en el conocimiento del pasado siglo XX y del concreto aspecto de la dictadura tan cruel que los rumanos debieron soportar.
ResponderEliminaruna excelente reseña.