HIJAS DEL NORTE
Título: Hijas del norte.
Autora: Sarah Hall, una de las mejores novelistas jóvenes del Reino Unido según la revista "Granta", ha ganado en dos ocasiones el Premio Portico, y también ha sido galardonada con el Premio Betty Trask, el Premio Commonwealth a la primera novela, el Premio BBC de relato, el Premio John Llewellyn Rhys o el Premio E. M. Forster entre otros. Es autora las novelas - traducidas al español todas ellas - La frontera del lobo, Madame Zero y la hermosa indiferencia e Hijas del norte. (Fuente: Editorial).
Editorial: Alianza Editorial.
Idioma: inglés.
Traductor: Catalina Martínez Muñoz.
Sinopsis: El estado de la nación ha cambiado. Con la mayoría del país inundado, los recursos controlados por el gobierno, y guerras en curso en Sudamérica y en China, Inglaterra está irreconocible. En este mundo de precariedad y extenuante trabajo industrial, la Autoridad insiste en que todas las mujeres lleven dispositivos de contracepción. Hermana nos cuenta su historia desde su celda: cómo soñó con escapar a una comuna de mujeres que viven en Carhullan, una granja fortificada en las remotas colinas de Cumbria, y cómo esa huida no fue más que el inicio de su lucha. Un testimonio del triunfo del individuo en circunstancias extremas, y una novela de extraordinaria imaginación y complejidad emocional. (Fuente: Editorial).
Su lectura me ha parecido: pausada, explícita, implícitamente reflexiva, sugerente, imposible no asociarla con su referente literario, en ocasiones débil argumentalmente... En el año 1985 la editorial McClelland and Stewart publicó la que décadas más tarde se convertiría en la novela más influyente de los últimos años: El cuento de la criada de la escritora canadiense Margaret Atwood. Esta distopía protagonizada por Offred - una mujer considerada un objeto cuyo valor reside solamente en su capacidad para traer niños al mundo en una sociedad distópica extremadamente machista y de corte ultra religioso - y en la que la rebelión contra dicho sistema totalitario parte del uso de las principales y más obvias tesis del feminismo marcó un antes y un después en la evolución del género. Hasta ese momento ninguna autora o autor se había atrevido a denunciar las violaciones como arma contra las mujeres, evidenciar las desigualdades de género que todavía perviven en nuestra sociedad y hasta reflexionar entorno a lo escandaloso que supone la gestación subrogada (que en el caso de la novela adquiere tintes más bestias y moralmente reprochables) en una novela distópica. El cuento de la criada supuso el salto a la fama de la autora - sobre todo en el ámbito anglosajón - y el reconocimiento a través de los galardones más prestigiosos dentro del género de la ciencia ficción. Sin embargo, hasta el finales de la pasada década, la novela de Atwood era conocida sólo por las y los amantes más apasionados del género. Y no fue hasta 2017 cuando, gracias a la sobresaliente adaptación televisiva, el libro consiguió una popularidad de proporciones mundiales. De pronto todo el mundo se interesó por la novela, y como consecuencia, por el resto de la producción literaria de Atwood, un legado, por fortuna, muy extenso y variado. Este enorme éxito propició que el año pasado la autora viese publicada la esperada continuación - y digo esperada porque el final de El cuento de la criada dejó más incógnitas que respuestas - y que un aluvión de autoras y autores se lanzasen a escribir distopías con mensaje feminista como si no hubiera un mañana. Dando como resultado obras de notable calidad literaria y obras que, por el contrario, se quedaron simplemente en un intento de igualar en originalidad a la maestra que hoy es Margaret Atwood. A todas luces insuperable. Hoy el libro que tengo el placer de reseñar pertenece, no a esa oleada tras la repercusión de la serie de televisión, sino a una anterior, la que no tuvo esa referencia audiovisual y que en este caso concreto no consigue despegar del todo. Hijas del norte: intenso himno a la rebelión feminista
Hijas del norte es una novela que vio la luz por primera vez en el año 2007. Tuvo su recorrido y popularidad en el ámbito anglosajón y, en base a lo que la historia nos narra, podríamos hablar de un libro profético en muchos sentidos. Aunque la influencia de El cuento de la criada sea clara y a pesar de que muchas de las cuestiones que aborda la novela de Hall ya fueron tratadas y criticadas por la propia Atwood. Sin embargo, cabría preguntarse por qué ahora y no en el momento en el que fue publicada no se tradujo a otros idiomas, entre ellos el español. Podemos argumentarlo recurriendo a motivos editoriales, pero también al hecho de que temas como el ecofeminismo, la discriminación de la mujer en los totalitarismos literarios de corte distópico o la propia respuesta de las mujeres oprimidas por medio del feminismo no estaban a la orden del día en nuestros debates más acuciantes. No fue hasta finales de la pasada década cuando por fin pudimos ver a los parlamentarios de nuestro país discutir entorno al feminismo, la desigualdad salarial, los micromachismos o la libertad sexual de las mujeres. A eso debemos añadirle la poca o nula importancia del feminismo o la perspectiva de género en los distintos ámbitos de la sociedad, incluyendo lo académico, médico, administrativo, judicial o militar por citar algunos ejemplos. Por no hablar que lo catalogado como feminista no conseguía hasta hace muy poco un lugar destacado en las librerías o bibliotecas públicas. Tuvo que llegar el #MeToo, el escandalo Weinstein, el juicio a la manada de San Fermín, las huelgas del 8 de Marzo y la presencia de miles de activistas al rededor del mundo con la posibilidad de poseer un altavoz desde el que hablar para que, de pronto, libros como El segundo sexo de Simone de Beauvoir o Política sexual de Kate Millett dejasen de coger polvo para ocupar un lugar destacado en las tiendas. Al calor de estos acontecimientos y movimientos, no es de extrañar que una novela como El cuento de la criada volviese a la primera línea después de tantos años, y lo más importante, a conquistar esta vez sí a millones de lectores al rededor del mundo. Por eso, y teniendo en cuenta el año de publicación de Hijas del norte, muy pocos lectores sosteníamos la idea de que fuera una novela del montón, de las que decidieron copiar descaradamente el estilo de Atwood, de las que se apuntaron a lo que tristemente acabó por convertirse en moda literaria. Al concebirse en un momento de cero debate al respecto, pensaba que estaba ante una buena historia. Y sí, es una buena historia, aunque con algunos peros.
En un futuro más o menos cercano, Inglaterra se ha visto sacudida por una catástrofe medioambiental dejando a medio país bajo las aguas. La crisis alimentaria se dispara como consecuencia de las inundaciones y los más afortunados subsisten gracias a la ayuda humanitaria proveniente de Estados Unidos. En medio de este panorama, surge La Autoridad, un gobierno totalitario proveniente de las zonas habitables que impone un brutal control demográfico, en el que las libertades, y muy especialmente las de las mujeres, se verán duramente recortadas. Entre las polémicas y abusivas medidas: la implantación de un chip uterino de contracepción bajo pena de reeducación o en los casos más graves de arresto. En esta nueva realidad la explotación laboral se reviste de obligación social, la carestía y el racionamiento son el pan de cada día de sus habitantes, el consumo de electricidad o internet están restringidos, los medios de comunicación son controlados y extraordinariamente limitados por el estado, el toque de queda es de obligatorio cumplimiento y un halo de resignación impide las manifestaciones y antiguas reivindicaciones. Ese es el totalitarismo de Hijas del norte, régimen en el que sobrevive una mujer a la que llamamos Hermana, protagonista absoluta de la novela, y a través de su testimonio conoceremos su disconformidad, su espíritu rebelde, y por supuesto, su huida a unas remotas colinas de Cumbria - maravilloso paisaje por cierto - en busca de la comuna feminista y autosuficiente de Carhullan, cuya milicia lucha para derrocar el sistema impuesto por La Autoridad. Dictada en primera persona, Hijas del norte está estructurada en siete capítulos a modo de archivos penitenciarios, como si de un interrogatorio o una crónica de sucesos se tratase. Este modo de presentar la historia es bastante original y de algún modo práctico, ya que la autora puede centrarse en las partes que de verdad le interesan sin necesidad de dar muchas explicaciones al lector de por qué esto sí se aborda y esto no. Dicho esto, creo que es en este apego a la forma - la confesión - y ese constante distanciamiento al modelo que Atwood mostró en El cuento de la criada es tal vez lo que más flojea de esta novela. Mientras Atwood limitó la posibilidad de expresar la rebeldía de su protagonista partiendo de su fuero interno a través de sus emociones y pensamientos - lo que potencia enormemente la escalofriante denuncia - Hall convierte a Hermana y el resto de mujeres que aparecen en la novela son directamente guerreras. Esta falta de introspección psicológica en Hijas del norte no hace sino flaquear una trama a priori atractiva para el lector. Por no hablar de incoherencias como la de que La Autoridad permita la existencia de una comuna de mujeres llamada Carhullan en la que la clandestinidad brilla por su ausencia. O la excepcionalidad de que nos topemos con un gobierno totalitario que impida a las mujeres tener hijos cuando, en la realidad histórica, la mayoría de regímenes autoritarios - exceptuando el caso de la política del hijo único en la China comunista - tienden a promover una mayor natalidad.
Su ritmo es endiablado a ratos, pausado y reflexivo cuando toca, tiende a una progresiva decadencia hacia el final de la novela. Pero eso no quita que estemos ante una novela en la que explícitamente el grito y llamada a la rebelión feminista por parte de una comuna ecofeminista - de hecho resaltaría este aspecto como uno de los más interesantes del libro - contra lo totalitario, en este caso contra todo lo que representa La Autoridad, no sea meritoria y digna de mención. Aunque la novela decaiga, los aspectos inverosímiles de su trama y esa falta de acercamiento al lado menos emotivo de la protagonista. En definitiva, que en tiempos de coronavirus y obligado encierro, las novelas distópicas pueden abrirnos una puerta a la reflexión, independientemente de lo que como lectoras y lectores queramos asociar como buena o mala literatura. La novela de Hall, por ir cerrando mi extensa argumentación, se mueve entre el homenaje - que no copia - a una de las grandes y más influyentes novelas dentro del género (llegando a ser visionaria en algunos aspectos) y la pena por no haber conseguido esa redondez que la haría perfecta. Lo que pudo ser y no es. El quiero pero me quedo corta. Aún así, y por apuntar un dato positivo, creo que estamos ante el inicio de una prometedora carrera literaria en la que, si tuviera voz y voto en este asunto, le aconsejaría a la propia Hall que siga en esa búsqueda de su propia voz literaria. Que los referentes están muy bien, pero que al fin y al cabo el hallar la personalidad es casi lo más importante en literatura. Con lecturas, trabajo y esfuerzo se consigue. Si la autora se aplica esta máxima estoy convencida de que veremos una Sarah Hall más curtida y única.
Hijas del Norte: una historia de injusticia, totalitarismos, comunas ecofeministas, naturaleza, reflexión, rebelión, confesión, opresión, libertad... La novela que, es posible, queráis leer durante estos días de obligatoria cuarentena.
Frases o párrafos favoritos:
"Me llamo hermana. Ese es el nombre que me pusieron hace tres años. Es como me llaman las demás. Es como me llamo a mí misma. Antes de eso mi nombre no tenía importancia. No recuerdo que se usara. Ya no responderé a ese nombre ni me oiré decirlo en voz alta. No daré muestras de reconocerlo. No existe. Me llamaréis Hermana. Fui la última mujer que salió en busca de Carhullan."
¡Un saludo, a seguir leyendo y ánimo!
Cortesía de Alianza Editorial
como bien dices, una lectura interesante para estos días de cuarentena que nos toca vivir y muy oportuna para reflexionar como las grandes crisis son el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de gobiernos totalitarios. lastima de esos fallos argumentales que nos comentas.
ResponderEliminarUna reseña excelente.
Pena esos fallos que comentas, porque pintaba bastante bien esta novela. Si se cruza, pienso darle una oportunidad.
ResponderEliminarBesotes!!!
Viviendo en una, valga el oxímoron, distopía real, leer una distopía no es precisamente lo que más me apetece. Ahora bien si el influjo de "El cuento de la criada" está ahí muy presente entonces como que se me hace apetecible. Pena de fallos, pero muchas veces conviene comprobarlos por uno mismo porque hay lectoras muy muy exigentes que no dejan pasar ni una (¡¡es broma!!).
ResponderEliminarUn beso